Sobre alineación geopolítica de la Federación Rusa en favor de China tras la intervención en Ucrania.


Sostengo la idea de que Washington ha arrinconado a la Federación Rusa desde la caída del bloque soviético avanzando cientos de kilómetros durante la época unipolar (Pax americana), obligando a Putin tomar medidas drásticas para proteger a las minorías rusas en Ucrania y lo que considera Rusia como su espacio vital.

Eso, a su vez, obligó a los líderes europeos a ponerse del lado de Washington y, en 48 horas, el discurso europeo se alejó de la cooperación económica con Rusia a un posible boicot al gas ruso, teniendo esto unas gigantescas implicaciones de alineación geopolítica e interdependencia económica futura.

Ahí podría decirse que los EEUU fueron padrinos de una alianza ruso-china, cuando seguramente Rusia podría haberles servido para aislar a China. Por otro lado, a China le va genial esto porque Putin dependerá de Beijing. Estén atentos a la construcción masiva de oleoductos y la integración de la industria tecnológica ruso-china.

Putin venderá el gas a China, siendo durante el mes pasado sopesada la propuesta de construir un gasoducto que multiplicaría por diez las exportaciones de Rusia de dicha materia prima. Más importante aún, los considerables recursos científicos y de ingeniería de Rusia a pesar de una economía esclerótica, pero que pueden competir en algunas áreas con la de algunas potencias con economías mucho más grandes que la rusa, se pondrán al servicio de la industria de alta tecnología de China.

Nadie se plantea este problema cuando estaban empezando las hostilidades, ni antes cuando EEUU proporcionó un apoyo parcial a Ucrania, haciéndola sentir fuerte para violar los altos al fuego.

Lo que vemos en la televisión es lo que se está haciendo en la mano izquierda (escenario europeo), pero ¿qué pasa con la mano derecha (escenario asiático)? ¿A qué sería raro que Putin y Rusia tuvieran una sola idea de forma aislada? El panorama general de todo lo que está ocurriendo ni siquiera se está examinando en Occidente.

Washington maniobró respecto a Rusia para inducirla a un temor por su seguridad. Putin estaba dispuesto a negociar el estatus de los distritos rusófonos del este de Ucrania bajo los protocolos de Minsk de 2015 negociados por franceses y alemanes, y firmados por Ucrania, Alemania, Francia, Rusia y representantes de Luhansk y Donetsk, las provincias rebeldes.

Todo el mundo habla de que Estados Unidos no se ha comprometido formalmente con Ucrania y que por eso ahora le ha dejado sufrir una derrota militar, pero ¿qué tipo de trato ha estado ofreciendo a los países de Asia no alineados con el gigante asiático como parte de su estrategia de contención de China? Parece que no se trata de compromisos al estilo de la OTAN, sino al estilo de Ucrania: «Enfurece al vecino más grande y fuerte que tú y te venderemos armas».

Por supuesto, compromisos formales para defenderlos opcionalmente si la legislatura y las perspectivas electorales estadounidenses lo aprueban. Algo que suena a: «lo defenderemos totalmente a menos que sea impopular hacerlo», pensará el político estadounidense de turno.

Por otro lado, la independencia de Ucrania no tiene ningún valor para las potencias occidentales en sí misma. Realmente, el problema con las potencias intermedias como Ucrania es que su destino termina en tragedia, ya que o se termina dividido y conquistado o siendo proxy.

Por otro lado, y dado el faccionalismo que hemos visto en redes sociales en favor de uno u otro bando, es interesante ver la posición de Pedro Sánchez y de su partido muleta Unidas Podemos, el alineamiento internacional de los supuestos antisistema (en otros tiempos en el caso de Podemos) es más que claro. Que nadie se haga el distraído. La política internacional y las posiciones en esta es la verdadera ideología de un político. Separarla de la política doméstica es de una inocencia sospechosa dado que la política

Repudiar a Washington para apoyar a Moscú (o China) es como cambiar de amo y seguir siendo esclavo. Países como España en estos casos deben aprovechar esta situación incontrolable y de creciente multipolaridad para observar y aplicar una rigurosísima neutralidad, algo que sin embargo requeriría de cierta autonomía estratégica en asuntos militares, energéticos, técnico-industriales, aunque esto sería tema para otra publicación.

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