Sobre España en el entorno internacional actual:

El mundo está cambiando rápidamente, los intercambios entre 3 potencias euroasiáticas -China, Rusia, India- están efectuando en monedas nacionales (algo inédito dado que venimos del patrón-dólar); la dinámica económica se desplaza del Atlántico al Pacífico, Europa es un enano militar el cuál hace y va a hacer de mercado cautivo de armamento en favor del complejo militar-industrial estadounidense dada la percepción de necesidad de capacidades ofensivas y defensivas (de los 200.000 millones que se van a gastar una parte nada despreciable irá a EEUU) crecientes en el mundo actual.

Sin embargo, tenemos autores, periodistas, propagandistas y políticos atlantistas en el mundo hispanohablante americano y peninsular, que sistemáticamente viven sometidos a la propaganda contraria a nuestros intereses, y esto ocurre tanto a un lado del Atlántico como en el otro. En el caso español se ve claro con el sistemático sometimiento de las élites españolas desde que F. González decidió meternos en la OTAN, con el precedente de ciertos sectores americanistas dentro del franquismo.

Todo esto nos ha alineado en temas geoestratégicos a intereses ajenos desde un largo tiempo. La crisis ucraniana, sin ir más lejos ha demostrado que España no es capaz de jerarquizar intereses, aún cuando a una persona de Madrid, Barcelona, Tenerife o Sevilla le afecta mucho más lo que ocurre en el Norte de África y África Occidental, especialmente en el caso de la dialéctica Marruecos-Argelia, junto con la decisión de Marruecos de ser una potencia regional norteafricana, que el equilibrio de poder OTAN vs Rusia en Europa del Este.

Los únicos beneficiados de todo este entorno cambiante serán:

  1. La propia Rusia y todo lo que pueda arrancarle a Ucrania, junto con un claro desacople a todos los niveles (económico, de tecnología, exportaciones, financiero y cultural) de Occidente que le permitirá ser más duro en futuras acciones contra este dada una menor interdependencia. A su vez, Rusia podrá justificar el vender y comprar sus bienes y servicios, además de exportar energía en rublos, yuanes o rupias, algo que reforzará a largo plazo dichas monedas.
  1. Estados Unidos por otro lado conseguirá asegurar más tiempo la Estados Unidos por otro lado conseguirá asegurar más tiempo la zona de influencia europea, además de evitar una coordinación regional la región, siendo hegemónica sobre las potencias intermedias europeas en temas militares. Esto garantizará su presencia en el continente europeo por el dilema de seguridad y la temerosidad europea a Rusia, mientras consigue que Europa le compré gas (GLP) y energía a EEUU, energía que es por lo demás más cara que la rusa, y que no satisfará la gran demanda europea, junto con el hecho de que serán los EEUU su principal cliente de armas, aviones, tecnología militar, etc.
  1. China, como pozo sin fondo de consumo de energía se beneficiará de un acceso preferente a las materias primas rusas, y podrá, dada la ambición americana de evitar que Rusia comercie con India, una posible distensión con la India que le permitirá a Rusia dar salida a sus materias primas y tecnología además de a China la capacidad de centrarse en el conflicto con Taiwán, además de un Estados Unidos menos centrado en Asia-Pacifico debido a la actividad militar rusa y el hecho de tener que gestionar dos frentes. 

Los grandes perjudicados entre los que se encuentra España, por otro lado serán los países europeos, que disfrutarán de menor autonomía estratégica, mayor dependencia de un solo socio (EEUU) para cuestiones estratégicas de relevancia, un acceso más limitado a países proveedores de energía como Argelia y Rusia (dada la posición de la UE en favor de Marruecos y lo antes afirmado, hecho que se enlaza en que los países europeos no aceptarán fácilmente comerciar con rublos en temas energéticos) junto con la ya tradicional desunión interna que sufren los países occidentales (dado que son una coalición de Estados sin un mando centralizado, con intereses a veces contrapuestos entre los miembros de dichos Estados).

Ante esto, España no debe ser ingenua tal y como lleva ocurriendo habitualmente, algo que lo que los propagandistas atlantistas no son capaces de ver, ni de percatarse en que los intereses de la OTAN y la estrategia de centro/este de Europa no coinciden con el interés nacional español, dado que el equilibrio europeo, y una frontera rusa en los términos actuales, en Kiev, o en Varsovia.

Esta hipotética situación, no modifica sustancialmente nuestra posición más que para un idealista democrático (que cree que la expansión de la democracia es un fin en si mismo de la política exterior), algo que, como realista, es decir cómo alguien que únicamente valora los intereses entre Estados y no se deja engañar por premisas ideológicas a la hora de analizar la dialéctica entre Estados, no debería tener ningún sentido más que el dialectico o propagandístico.

La gran estrategia española debe pasar por el esfuerzo de traducir los intereses nacionales en un orden de prioridad. Entendemos por gran estrategia lo siguiente: “la dirección y el uso que se hace de cualquiera o todos los activos de una comunidad de seguridad, incluido su instrumento militar, para los propósitos de la política según lo decidido por la política”. Es decir, del objetivo de crear unos planes y programas que busquen abordar los intereses, metas y objetivos de España; las políticas, los compromisos mundiales y las capacidades necesarias para cumplir esos objetivos; y el uso de elementos del poder nacional para lograr esos objetivos.

En el caso español, la idea de una gran estrategia tal y como planteamos pasaría como es lógico por, en el caso de mantener la pertenencia de España a las organizaciones internacionales (OTAN y UE)  existentes, no subordinar, sin embargo nuestros intereses a ellas, sino que utilizaras como catalizadores o vehículos para influir en nuestro favor. Ante la situación, por contra, no mantenerse en ellas, ese escenario, que sería una vía soberanista dura, supondría aún más dificultades a corto plazo, aunque por otro lado, permitiría una mayor autonomía y la priorización clara del interés nacional frente a los intereses de agrupaciones de Estados como las antes mencionadas. 

La mayor dificultad al respecto pasa por el hecho de que nuestra élites, perezosas en ese sentido, les requeriría mayor liderazgo para llevar a cabo dicha gran estrategia, sumado a que, al menos desde hace más de 150 años, España carece de política exterior, salvo en dos o tres momentos puntuales, haciendo que no exista un conocimiento en las propias instituciones (que se lega de generación en generación) de práctica de política exterior clara y definida. Materia en la que la inercia, a veces hace mucho más de lo que podría uno creer.  

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