Transición ecológica y el aumento del costo de vida:

La transición climática que tanto vienen promocionando nuestros gobernantes, en el caso europeo, con bastante unanimidad será un fenómeno económicamente inflacionario. Esto es ineludible. Al menos creo que puede ser inflacionario durante muchos años (quizá un par de décadas), ya que tratan de invertir mucho en escalar nuevas tecnologías (que no dan frutos inmediatamente) hasta el punto en que bajen los costos o se adapten al sistema de precios de combustibles fósiles tradicional.

Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que podamos equivocarnos y esto podría ser inflacionario por 50 años o para siempre, mientras tratamos de mantener ciertos productos más o menos baratos, aún siendo posible, en caso de continuar por este camino supuestamente basado en evidencia científica o ideología (ahí no entraré ya que es algo que no tengo el espacio para tratar y posiblemente ambas se solapen), una quimera muy rentable para algunas empresas y oligarquías económicas.

Los alimentos saludables y amigables con el medio ambiente, por ejemplo, no serán necesariamente baratos. Requerirá mayor mano de obra o inversión de capital y de fertilizantes para alimentar grandes cantidades de población (cientos de millones en nuestro caso) nos condenará con el tiempo a consumir ultraprocesados de ínfima calidad en caso de querer comer barato.

Por otro lado, cualquier cosa cultivada en laboratorio no puede salvarnos dada la escala del asunto, con el agravante de que no será tan bien visto por los consumidores. La buena comida costará más, eso seguramente no hay forma de evitarlo (dado que difícilmente se adaptará la oferta a la creciente demanda).


Al respecto lo que se considera por nuestros políticos ecologistas como mejores fuentes de energía: geotérmica, eólica, eólica marina, (especialmente los nuevos diseños basados en aluminio), solar, nuclear (y no para todos, aún cuándo parece la opción más estable y confiable), etc. requerirán dinero y tiempo (en el caso de la nuclear quizá en menos medida ya que es ya una energía rentable pero con muchos detractores) para tener beneficios de escala y será más caro durante 20 años… o puede ser más caro durante 100 años a medida que disminuya el suministro de petróleo y gas y no tengamos alternativa.

A esto me refiero cuando digo que hay posibilidad de «nadie quiere tirar el coche a los 60km/h, así que vamos a estrellarnos contra una pared a los 100» y no haya garantías de que dicha transición pueda servir como algo más que una euforia para redistribuir inversión de capital público y privado a estas nuevas empresas nacidas al calor de dicha tendencia promocionada por políticos, activistas y filántropos (algo que ya ha pasado en países como España).

La cuestión es que nadie quiere lidiar con el dolor. Nadie quiere hacer los sacrificios necesarios para construir un futuro mejor, ni siquiera los de la transición ecológica europea, que en muchos casos ha supuesto una década quemando gas en países con las contingencias geopolíticas que eso supone al respecto ciertos potencias con las que hay conflictos a día de hoy, de los que somos realmente dependientes en dichas cuestiones.


Por supuesto, es difícil hacer algo dado que la perspectiva es la del consumidor en todas partes, que es cortoplacista a más no poder. Sin embargo, un político virtuoso debe pensar en términos de plazos de muchas décadas, quizás de 50 años, no de 5 años o 5 meses, algo que las democracias sufren especialmente al carecer de planes y programas a largo plazo por las propia dinámica interna de competencia por el poder.

La transición climática, en definitiva es un cambio de precios relativos; los alimentos y la energía se vuelven más caros (presumiblemente porque incorporan otras externalidades menos eficientes de alguna manera), por lo que aumenta el costo de vida.

El problema es que el coste de vida ya es terriblemente alto en algunas zonas de países desarrollados. Por eso, junto con …”obtener los precios correctos de la energía y los alimentos” debe ir acompañado de precios relativos más baratos para otros bienes: no celulares y automóviles, sino que vivienda, transporte, entre otros a precios más asequibles, para compensar el aumento en el coste de vida.

Eso significa que son necesarias algunas intervenciones en la economía (que de ninguna forma desde una perspectiva realista se deben desnaturalizar tal y como hacen los liberales). Lo que pasa es que las élites están tratando de forzarnos a esta transición haciéndonos asumir todos los costes: la vivienda si fuera más barata, no lo será a través de la redistribución; en su lugar viviremos en cubículos de 2×2 o compartiremos vivienda con desconocidos. No comeremos tantas veces carne, nos ducharemos menos veces, etc.

Así están nuestras élites evitando grados más grandes de necesidad mediante la redistribución de la estructura de costes por estos medios. La derecha, que en algún caso se opone a esto parcialmente (a las intervenciones «farmacológicas» en la sociedad» para aliviar o sanar problemas sociales), debería señalar que esto no es comunismo, ni específicamente de izquierda, es algo más complicado que su mentalidad de vivir en un combate de la Guerra Fría, mentalidad que no les deja entrever lo complejo del tema.

Aclarar, que cuando digo redistribución nos referimos a buscar grandes fondos indexados que impulsen el aumento del precio de la vivienda, por poner un ejemplo claro. Nada discriminación positiva, ni «reparaciones» a minorías discriminadas históricamente (narrativas para distraer de la realidad) ni nada de esa basura. Esto precisamente lo que significa para mí redistribución, algo que con unos cuantos cambios en el registro de propiedad y en las formas de adquisición de vivienda mejorarían mucho las condiciones de vida.

Conclusión y plan de máximos: No se puede obligar a la masa a cargar con todos los costes. Debemos reducir los costes de la vivienda, transporte y la educación superior, antes de imponer costes más altos de alimentos y energía a cualquier persona. Cualquier cosa menos que esto demuestra la naturaleza caprichosa de nuestras élites. Desmercantilizar la vivienda es uno de los puntos centrales a mi parecer, algo que me gustaría tratar en algún momento pero que plantearía como un desarrollo de la idea de Veblen que parte de la crítica a la idea de propietario ausente aplicado a este tema en concreto.

También existen cosas como la reindustrialización buscando trabajos más estables (limitando lo que podríamos llamar «trabajos basura»), menos economía falsa de servicios y ocio, frente a la propuesta industrial que genera industrias auxiliares que aumentan el valor asociado a una industria, etc.

Para acabar, decir que la gente piensa que la «redistribución» solo significa transferencias directas (los economistas en particular piensan que esto es así ), pero no va por ahí la cuestión, la mayor parte de estos problemas se podrían arreglar sin cambiar buena parte del sistema de recaudación y distribución centralizada de dinero por el Estado.

La distribución y las formas de socialización de riqueza en una sociedad se determinan muchas veces más por temas legales y como está configurado el sistema productivo a través de la ley (entendiendo la economía así como subsidiaria del Estado), que por el propio sistema fiscal, sin restar importancia de que este sea gravoso para algunas industrias/actividad económica deseable en un país desarrollado. Aunque esto sería ya, un tema para otra publicación, siendo tampoco mí intención alargarme más de lo necesario.

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