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  • Cómo manejaron los emperadores romanos el problema de la sucesión:



    Las instituciones creadas por una generación de fundadores deben pasarse exitosamente a la siguiente para mantenerlas funcionales. En ausencia de tal sucesión, se produce una esclerosis organizacional o un conflicto interno constante.

    El problema de la sucesión tiene dos componentes: la sucesión de habilidades y la sucesión del ejercicio práctico del poder. En el discurso público y el pensamiento político hemos tratado de resolver la sucesión de poder o la sucesión de habilidades bajo diferentes nombres. Cambiamos sin problemas entre dos estados mentales fragmentados separados dependiendo de qué componente del problema esté frente a nosotros sin siquiera darnos cuenta.

    En las democracias liberales el origen del poder que son unas elecciones procedimentales está separado de por un lado la capacidad de ejercerlo y por otro lado de la destreza técnica. Nuestra cultura está impregnada de la ideología de demostrar su valía a través de la lucha. Esta visión casi darwiniana bastante degenerada bajo “ficciones humanas” está fuertemente presente en nuestros valores económicos, políticos e incluso académicos. Definimos el mérito equipándolo con el éxito en la competición bajo unos parámetros definidos socialmente sin siquiera darnos cuenta de que ésta era simplemente una de muchas opciones posibles.

    Luego, estos valores respaldan varios obstáculos legales y sociales impuestos a la sucesión de poder, que se cree ampliamente que resuelven la sucesión de habilidades: creemos que al quitarles el poder a quienes ocupan puestos institucionales para elegir a sus sucesores, garantizamos que serán reemplazados en función del “mérito” definido bajo “el número de sufragios». Sin embargo, cuando se trata de nuestras decisiones privadas, tenemos una mentalidad más nepotista. En el ámbito privado, podemos pensar más claramente sobre la sucesión de poder. Sin embargo, en este modo normalmente manipulamos la evaluación de habilidades.

    Asumimos que el poder y la habilidad, en el mejor de los casos, no están relacionados y, a menudo, asumimos además que el poder lo obtienen mal aquellos que lo aprovechan o toman sin ninguna habilidad justificada. Lo que falta en la comprensión occidental es que la sucesión de poder y la sucesión de habilidades no están en realidad reñidas entre sí, sino que en realidad son dos mitades mutuamente necesarias. Si su objetivo es mantener las instituciones funcionales, las soluciones que resuelven uno pero no el otro no son soluciones en absoluto.

    Para explorar e ilustrar esta realidad, podemos mirar el ejemplo de la adopción de adultos en el Imperio Romano, que proporcionará una idea de qué tipo de normas sociales y características institucionales diferentes:

    Roma imperial y la sucesión:

    La sociedad romana se destaca con razón bajo los parámetros de aquél período histórico por su producción de individuos altamente calificados. No tenía ningún problema con la sucesión de habilidades: abundaban personas ambiciosas y de gran talento. Sin embargo, sí encontraron que la sucesión del poder era un desafío, especialmente en las últimas épocas de la civilización romana, cuando las élites senatoriales y aristocráticas de menor rango de la primera República ya no existían.

    Vale la pena enfatizar cuán anómala fue la temprana República Romana. Por ejemplo, el Senado podría convocar a Cincinato para que fuera dictador en caso de emergencia y luego ganarse la admiración de sus pares eligiendo retirarse sin problemas a su granja una vez pasada la crisis, sin temor a represalias de antiguos rivales políticos.  Confiaban en que su retiro era genuino y que ya no sería una figura destacada en la política.

    Comparemos esto con la Libia moderna, un ejemplo en el extremo opuesto.  La espantosa muerte de Muammar Gaddafi a manos de la milicia del Consejo Nacional de Transición es infame.  Incluso sin las intervenciones estadounidenses y francesas que lo derrocaron, si hubiera entregado el poder a su oposición política, una jubilación pacífica parecía en el mejor de los casos, improbable, lo mismo podríamos imaginar para Sadam Hussein.

    El sistema republicano romano finalmente alcanzó sus límites a medida que pasó de gestionar una Roma provincial y sus estados clientes en la península italiana a gestionar una economía urbana más compleja y la vida política de todo el Mediterráneo occidental.  Los problemas que antes podrían haberse resuelto mediante fundamentos políticos alineados o el tejido social de la clase patricia se volvieron difíciles.  Recayeron cada vez más en las estructuras religiosas y legales formales de la república, es decir de las estructuras estatales de poder que ya venían tiempo reforzándose.

    Estas estructuras, que alguna vez fueron el último recurso, no podían soportar la carga de una administración regular. Lo que alguna vez fueron contingencias terribles a las que sólo se podía recurrir en caso de una falla de coordinación entre la clase gobernante, pasaron a ser vistas como medidas políticas normales.  Como resultado, las élites económicas, militares y políticas romanas se volvieron cada vez menos flexibles bajo un armazón de poder, recaudación de recursos y estamentos con autopoder cada vez más grandes. Ejemplos como esos podemos verlo en un montón de sistemas burocratizados decadentes en todas las épocas dela historia.

    A finales de la República, todavía surgían personas talentosas, pero se veían obligadas a librar sangrientas guerras civiles para resolver disputas.  La carrera de Sila, por ejemplo, está plagada de oponentes políticos derrotados no sólo en el Senado sino también en el campo de batalla. Una esfera política informal y sin reglas reemplazó a la formal, con consecuencias peligrosas. Mucho después de que estas guerras civiles cambiaran el Estado romano hasta dejarlo irreconocible, los emperadores romanos encontraron una solución inventiva para el problema recientemente aparente de la sucesión de poder.  En períodos posteriores de estabilidad, como durante la dinastía Nerva-Antonina, esto se logró mediante la adopción de adultos.

    En la sociedad romana, la adopción no era únicamente un medio para ayudar a los niños huérfanos o abandonados, sino un mecanismo social y legal a través del cual podías convertir a un varón adulto en tu hijo y heredero, permitiéndote heredar tu posición.  En otras palabras, no era necesario que tu dinastía terminará con tu linaje.

    Esta solución tenía muchas características interesantes que otorgan flexibilidad para evitar conflictos civiles de escala, la más notable de las cuales es que el emperador podía llegar a un acuerdo con un rival más joven en ascenso, devolviéndole al redil y alineando sus objetivos con los del emperador.  La adopción los posicionó de manera legible como el sucesor natural. Dado que la práctica de la adopción de adultos era bien comprendida y respetada en toda la sociedad romana, constituía una garantía creíble de coordinación institucional. Las garantías creíbles cambiaron notablemente los incentivos.

    El hijo adoptivo, que antes podría haberse sentido tentado a socavar al emperador, ahora estaría a favor de ampliar una base de poder que algún día sería suya.  Los gobernantes actuales y futuros, entonces, tienen una razón para trabajar juntos incluso antes de que la transferencia de poder se vea afectada.  El resultado no es sólo una transferencia pacífica del poder, sino una alquimia política que transmuta a tu rival más peligroso en tu aliado más potente garantizando la paz social.

    Una ley muy respetada y respaldada por la práctica jurídica es lo que garantiza que la riqueza y otros derechos legales se transfieran adecuadamente.  Es importante destacar que la legitimidad de la práctica social de la adopción, junto con la expectativa mutua de poder futuro, significó que las conexiones sociales intangibles, tan vitales para asegurar el poder, también se transfieran, y no fuera el linaje por sangre la única forma de sucesión.

    Incluso si el sucesor y jefe de Estado elegidos no tuvieran la lealtad política más cercana debido a otros factores, este mecanismo de adopción aún podría usarse para formalizar la capacidad de dar un golpe de estado para poner a esa persona a cargo.  Esto resolvió una de las mayores dificultades de las rendiciones negociadas y de las negociaciones de paz en general: la del compromiso creíble.

    El mecanismo también tenía beneficios en términos de sucesión de habilidades, ya que permitía a alguien exitoso, en este caso un gobernante experto, reconocer y elegir a otro con habilidades comparables.  Como resultado, la era de la dinastía Antonina vio un gobierno relativamente pacífico y competente.  El término «Cinco buenos emperadores» se ha utilizado para referirse a la cadena de cinco buenos gobernantes de la dinastía Nerva-Antonina (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio).  El famoso historiador británico Edward Gibbon fue tan lejos en sus elogios como para decir que la humanidad nunca tuvo una condición tan feliz, antes o después, como bajo su dominio.

    La relativa armonía de este período proporciona un contraste importante con las guerras civiles observadas anteriormente en las últimas épocas de la república y más tarde en la historia imperial.  La adopción demostró ser un método viable para resolver la sucesión de poder, permitiendo a los emperadores disfrutar de una seguridad personal que redujo el problema del enfoque local, lo que a su vez aseguró un control efectivo y el buen funcionamiento del estado romano en expansión.

    Un ejemplo, durante su breve reinado, el emperador Nerva, políticamente débil, decidió adoptar al prometedor Trajano, formalizando su ascenso e integrándolo en la estructura de gobierno sin una guerra civil sangrienta. El sucesor de Trajano, Adriano, también fue adoptado, aunque los detalles son confusos, ya que los documentos fueron firmados en el lecho de muerte de Trajano. Lo que está claro, sin embargo, es que Adriano fue un antiguo miembro del círculo íntimo de Trajano (según la Historia de Augusto, fue Adriano quien le dio la noticia a Trajano de su adopción por parte de Nerva) y parece haber aprendido con éxito las habilidades de gobierno fuera de sus puestos en posiciones formales de poder. Adriano, a su vez, adoptó a Antonino Pío, quien lo había impresionado mucho con su desempeño como procónsul de Asia, con la condición de que el propio Antonino adoptara a Marco Aurelio y Lucio Vero como herederos. Así lo hizo, y tras su muerte fue sucedido por Marco y Lucio, quienes cogobernaron hasta la muerte de Lucio.

    Marco Aurelio, por supuesto, nombraría heredero a su errático hijo biológico Cómodo, una decisión sujeta a un gran debate pero que parece haber resultado en un fracaso en la sucesión verdaderamente catastrófica después de en general buenas decisiones a este respecto.

    La versión más desarrollada del sistema de sucesión adoptiva se implementó siglos más tarde bajo Diocleciano, el gobernante reformista que sacó al imperio del borde del colapso. La práctica de la adopción era menos prominente en la sociedad romana en ese momento, ya que ya no era una práctica cultural celebrada. Diocleciano lo revivió para usarlo como mecanismo de sucesión legal y lo desarrolló aún más implementando un sistema de antigüedad y aprendizaje más formal. Al sucesor designado se le concedió el título de César (Emperador menor) y se le permitiría administrar sus propias tierras, bajo la supervisión nominal de Augusto (Emperador mayor).

    Esto endulzó el trato: no sólo te nombraré mi hijo y, por cultura y ley, te haré mi heredero, sino que también te concederé o reconoceré tu derecho a gestionar territorios ahora mismo. Una ventaja de este enfoque es que el puesto superior es directamente análogo en términos de las habilidades y responsabilidades requeridas del puesto menor. El trabajo de jefe de Estado suele ser lo suficientemente singular como para que sea notoriamente difícil conseguir preparación, capacitación y experiencia directamente relevante. Sin embargo, una desventaja de este enfoque es que favorece al partido menor, tal vez hasta el punto de hacer del conflicto prematuro una ruta viable hacia el poder.

    El Imperio Romano estaba experimentando grandes dificultades en esta época, habiéndose vuelto esclerótico y burocratizado, como fue el caso de muchos imperios de la época. Las exigencias militares y administrativas, la dificultad de gestión y la fragmentación del poder hicieron que la división del Imperio en una mitad occidental y una mitad oriental fuera políticamente ventajosa. En el panorama del poder del espacio de la “civilización romana” estaba entonces compuesto por una alianza de cuatro bandos, una tetrarquía de los emperadores mayores de Oriente y Occidente, y sus sucesores menores.

    Este complicado arreglo resultó más inestable que la dinastía Nerva-Antonina. El equilibrio de poder entre cuatro personas hábiles, o simplemente ambiciosas es algo difícil de mantener. De vez en cuando surgen estrategas cooperativos que pueden hacer que ese equilibrio de poder funcione, pero el requisito de habilidades para el trabajo es significativamente mayor que en el anterior acuerdo romano. La tetrarquía se mantuvo estable sólo bajo la dirección del propio Diocleciano. Logró la hazaña de jubilarse con seguridad, pero lamentablemente en su vejez también vivió para ver caer el sistema.

    Los sistemas más complicados de sucesión y coordinación son generalmente frágiles, ya que en esos casos la sucesión exitosa del poder depende de la sucesión exitosa de apoyos de la estructura, ya que navegar el proceso de sucesión se convierte en una habilidad en sí misma que debe transferirse entre generaciones, desarrollándose un sistema tendente al pretorianismo.

    Hay ejemplos de sistemas de sucesión aparentemente muy complejos que han perdurado durante siglos. Un ejemplo de acuerdos constitucionales complicados fue la República de Venecia, la república más longeva de la historia. Sin embargo, es mejor considerar estos acuerdos como un mecanismo legal muy complicado que valida y legaliza cualquier decisión tomada por otros medios; La selección del dux de Venecia probablemente se logró mediante negociación directa entre las familias patricias de Venecia, no mediante el procedimiento de selección nominal, o hoy en día la democracia liberal, tanto en sus variantes presidencialistas como parlamentarias, como parlamentarias de partidos que empoderan la opción de usar las elecciones como una variable estadística para establecer la sucesión.

    Lecciones para la sociedad contemporánea:

    Para mantener funcional una institución es necesario transferir con éxito no sólo la posición formal, sino también la informal, que permite a la cúspide del poder dar al todo una coherencia. En sociedades de mucha escala, es vital emplear soluciones que prevengan conflictos destructivos entre élites, es decir, evitar a cualquier precio la guerra civil.

    La adopción de adultos fue una solución viable en el Imperio Romano mientras el tejido social que la respaldaba estuvo allí. A medida que cambiaron las normas sociales subyacentes, las normas legales que lo hicieron posible requirieron el respaldo de sistemas más enrevesados y fragmentados, que con la mayor complicación esta arquitectura resultó menos exitosa, en parte porque su complejidad la hacía más difícil de mantener.

    Hoy en día simplemente no se podría copiar la solución romana, porque nuestras propias normas sociales y legales son diferentes. Si bien la adopción de adultos es legal en muchos países occidentales, la práctica social romana se consideraría una hazaña y dejaría a las empresas y organizaciones que la utilizaran expuestas a ataques legales o de relaciones públicas. El desafío, entonces, es encontrar una solución que funcione tan bien y sea lo más simple posible.

    Es importante señalar que en el Japón moderno, una economía industrial tecnológicamente desarrollada, en realidad observamos una práctica similar. Un hombre de negocios elige a un yerno principalmente por su capacidad para dirigir el negocio familiar, y lo llama mukoyōshi . Se casan con miembros de la familia y toman el apellido. Esta práctica se puede encontrar en la historia de empresas como Suzuki, Kikkoman y Toyota.

    Podría resultar tentador intentar imitar al mukoyōshi en el contexto occidental. El vehículo legal del matrimonio ciertamente parece más apropiado para la tarea que nuestras leyes de adopción. El problema crucial, sin embargo, reside en cómo elegimos a nuestros cónyuges en Occidente. Nuestra elección de cónyuge es una cuestión personal y romántica, más que empresarial y familiar (aunque, por supuesto, una minoría de nosotros se propone «casarse»). Esto significa que, si bien podríamos utilizar el matrimonio para la sucesión de poder, su idoneidad para resolver el problema de la sucesión de habilidades es dudosa.

    A pesar de los obstáculos para su aplicación directa, la solución romana muestra características que podemos y debemos emular en nuestro propio pensamiento institucional. Al implementar reformas, establecer expectativas culturales o crear nuevas organizaciones con la intención de resolver el problema de la sucesión, debemos aspirar a la simplicidad y solidez del mecanismo, hacer que el mecanismo transfiera recursos formales e informales y asegurar que los incentivos del sucesor y el que está al mando actual esten lo más alineados posible.

  • Sobre la cuestión árabe-palestina: Nacionalismo árabe, fundamentalismo islámico e influencia occidental.

    1- Idealismo romántico, III Reich, fascismo italiano y nacionalismo árabe.



    La explotación de las energías intelectuales y políticas de las sociedades árabes como munición en las batallas ideológicas de la izquierda indefinida y definida ha tenido un recorrido curioso desde la posguerra de la IIGM. Aún así después de la Gran Guerra, las sociedades árabes, como muchas otras, llegaron a conocer por primera vez la política como un fenómeno de masas moderno en el que se utilizan tecnologías de comunicación modernas y el empleo de todo para la movilización política de masas. Por primera vez, intelectuales, periodistas, poetas y hombres de letras de todo tipo reemplazaron a las antiguas clases de eruditos religiosos convirtiéndose en la fuente de conocimiento moral y educación ética para el público.

    La nueva tendencia de inspirar a la gente con una “visión” filosófica de guerra total, la conversión de sensibilidades artísticas en símbolos políticos y la unión del apoyo masivo bajo una demanda, símbolo o figura que pudiera convertirse en poder (instrumentalizar ideas para fines) se convirtieron en los pilares del movimiento nacionalista árabe levantino y la política egipcia. En el centro de esta nueva tendencia estaban las dos ideologías revolucionarias más transformadoras que ha producido la filosofía alemana: el nacionalismo romántico y el marxismo, y su lucha contra el enemigo común de posguerra que era el imperialismo occidental.

    El nacionalismo árabe como fenómeno literario y artístico romántico podía discernirse en la escritura y el arte árabes de finales del siglo XIX, pero no fue hasta los años de entreguerras que el nacionalismo importó como impulso revolucionario movilizador en torno al cual se podían formar movimientos políticos y como género literario de imaginación romántica. El impulso revolucionario que comenzó a fermentar durante la Gran Guerra y se aceleró después de su fin fue un fervor generalmente antiimperialista sin contenido ideológico definido (eso podemos verlo por ejemplo ni dirección clara. Es mejor imaginarlo como un marco al que fluyeron constantemente los acontecimientos intelectuales y políticos de Europa, como el marxismo-leninismo, cierto liberalismo moderado que no negaba el Estado-Nación, el nacionalismo, el fascismo, el nazismo y el antisemitismo, y del que surgieron los movimientos políticos que hoy dieron forma a la región.

    El nacionalismo árabe fue la primera y más antigua idea que articuló una ideología cohesiva para la región en las obras de su padre intelectual, Sati Al-Husri (1880-1968). Husri, ex oficial otomano de etnia árabae, se convirtió en uno de los primeros educadores árabes modernos para quienes la educación significaba la misión de preparar y producir jóvenes nacionalistas y dotarlos de un sentido militante prusiano de misión histórica que también podemos ver en Francia. La idea de que la concepción hegeliana de la comunidad política como protagonista histórico cuyos miembros forman una unidad orgánica con una misión trascendente dentro de la historia podría encontrar su inevitable realización sólo en el establecimiento de un Estado. El rechazo absoluto y la deslegitimación de la realidad actual en favor de un futuro supuestamente inevitable que es la única realidad legítima posible es un requisito previo de la acción revolucionaria hegeliana. Quienes defienden el presente se convierten naturalmente en obstáculo y enemigos de la propia historia.

    Restringir la idea de legitimidad política, en sí misma un concepto filosófico moderno, a una realidad política que debe ser idéntica a una noción abstracta e ideal de una gran nación árabe o islámica, que encarna una cierta esencia mística, condujo naturalmente a la completa deslegitimación de cualquier la realidad política no alcanza ese ideal y al mismo tiempo establece la legitimidad no a la soberanía (real, material y tangible del momento), como criterio de la verdad política. Los Estados-nación reales fueron deslegitimados como productos “artificiales” del colonialismo europeo, una visión consagrada en el tratamiento ficticio e ideológico de episodios históricos como el Acuerdo Sykes-Picot. Esta concepción filosófica puede captarse claramente en todas las ideologías políticas modernas de Oriente Medio; se puede discernir, por ejemplo, en el lema baazista, “Una nación árabe con una misión eterna”, o en el de los Hermanos Musulmanes, “El Islam es la solución”, o en la propaganda del ISIS que tituló el vídeo de su desaceleración como “El fin de Sykes-Picot”.

    A medida que el hegelianismo y sus ideologías moldeaban el pensamiento árabe, surgió una nueva generación de hombres de letras, principalmente en Egipto y el Levante, cuyo trabajo valoraba la autoexpresión, la búsqueda de la autenticidad, los ideales románticos y la subjetividad artística como un sentido de deber místico. hacia algún espíritu absoluto. La sensación de lucha romántica proporcionó una visión literaria fantástica de un yo heroico, rodeado por un mundo de fuerzas hostiles; Buscar superar un mundo así desbloqueando la autenticidad del ser más interior se cruzó naturalmente con un nuevo tipo de activismo político centrado en nociones profundamente místicas de la naturaleza, la sangre, el suelo, la liberación, la muerte, la violencia regenerativa y la lucha armada. Proliferaron fenómenos europeos como salones culturales, sociedades secretas y grupos juveniles militantes liderados por intelectuales, que se autoidentificaban como vanguardias, con camisas de colores únicos y portando lemas referentes a la muerte,el combate, entre otros mitos.

    Por lo tanto, era inevitable que tales condiciones intelectuales y psicológicas condujeran a consecuencias no muy diferentes de las conclusiones de tales condiciones en Europa en un contexto material menos desarrollado; la aparición de movimientos políticos populares que portaban símbolos románticos devocionales fundados por autodenominados líderes que encarnaban la potente mezcla de intelectuales-políticos que encabezaban una vanguardia en la fase final de una lucha histórica hacia un futuro salvífico inevitable en el que se resolverían todas las contradicciones. En los años de entreguerras, en Egipto y el Levante proliferaron grupos comunistas, panarabistas, egipcios, sirios e islamistas que crearon un contagio mimético ideológicamente competitivo. Juntos, esos grupos formaron un espacio común donde las ideas abstractas de la filosofía alemana, el nacionalismo, el socialismo, la guerra de liberación nacional y el pensamiento revolucionario europeo se combinaron y recombinaron junto con los símbolos locales del Islam y la cultura árabe y alteraron toda la subestructura del pensamiento árabe tradicional.

    Si la llegada de la imprenta árabe en el siglo XIX permitió que el nacionalismo literario y las ideas románticas proliferaran entre las nuevas clases educadas, la radio trajo una nueva fase de posibilidades llevando en sus ondas las atronadoras voces de la movilización de masas. Las nuevas posibilidades de las nuevas tecnologías se materializaron plenamente por primera vez en Oriente Medio gracias a los dos protagonistas globales como Italia y Alemania.


    El primero (Italia) fundó su emisora árabe Radio Bari en 1934 y el segundo, la Voz de Berlín en árabe, en 1939. Juntos, llenaron las ondas con propaganda árabe del tipo sensacionalista que mezclaba motivos y símbolos islámicos con antioccidentalismo, antisemitismo, e incitación a la violencia masiva. Radio Bari y la Voz de Berlín defendieron la liberación nacional de todos los pueblos árabes y musulmanes y advirtieron contra las conspiraciones de las potencias imperialistas como el Imperio Britanico y Francia llamaron a una revolución contra Occidente.

    Muchas de las frases antisemitas y las teorías de conspiración que todavía se encuentran en la cultura árabe actual pueden rastrearse hasta el legado de la Voz de Berlín y su presentador iraquí, Yunis Bahri. Según el funcionario de propaganda británico, Nevill Barbour, “El III Reich tuvieron la habilidad o la suerte de encontrar y emplear a un iraquí, Yunus al-Bahri, que tenía un talento notable para el sensacional tipo de radiodifusión que necesitaban. La Radio de Berlín utilizó todos los medios para inflamar el resentimiento árabe contra Gran Bretaña por favorecer al sionismo (una media verdad), para explotar todas las sospechas imaginables respecto de las acciones británicas y para burlarse de los árabes que declaraban públicamente su apoyo a la ocupación británica.

    El nazismo y el fascismo sirvieron de inspiración y prototipo para muchos movimientos aspirantes como el Partido Nacional Socialista Sirio y los Hermanos Musulmanes (que en su fundación hace una sintesis entre islam y lucha nacionalista). El entusiasmo que suscitaron las perspectivas de una victoria alemana, junto con el afecto intelectual árabe por la filosofía alemana, se puede leer claramente en casi todas las memorias de quienes alcanzaron la edad política durante el período, incluidos los presidentes Nasser y Sadat en Egipto y Antun Saadah en Siria. Más importantes que los políticos, en mi opinión, son aquellos que se convertirían en los fundadores del pensamiento moderno árabe y musulmán, como el pensador egipcio Abdulrahman Badawi, el primer filósofo árabe moderno, una figura de suma importancia, cuyas memorias muestran profundas simpatías con Alemania y el nazismo y una obsesión casi patológica con el judío o el pensador argelino más destacado de la era de la liberación nacional, Malek Bennabi, que fue acusado posteriormente por Francia de haber sido colaborador de los nazis.

    Durante la guerra, la minoría de intelectuales y pensadores árabes que se oponían firmemente al nazismo y al fascismo pertenecían a las generaciones mayores de probritánicos o eran jóvenes comunistas/socialistas que simpatizaban con cierto nacionalismo secular. Por lo demás, no es exagerado decir que la abrumadora mayoría simpatizaba con Alemania y el Eje y animaba a la población a hacerlo. El fervor político de la época era principalmente antibritánico, antifrancés y antijudío, y a favor de la movilización revolucionaria; la cuestión de la ideología era, en el mejor de los casos, secundaria. Es por eso que los calificativos de identidad ideológica añadidos a figuras famosas de la época, como Haj Amin el-Husseini (gran mufti de Jerusalén), a menudo oscilan entre describirlo como un nacionalista árabe y/o como un islamista.

    A finales de la década de 1940 y cuando comenzó la Guerra Fría, la atmósfera de lucha había impregnado las mentes de las sociedades árabes más modernas y estaban maduras para el comienzo de su revolución. En retrospectiva, parece lógico que el fin de la era colonial en el Medio Oriente fuera marcado por una secuencia de acontecimientos que fueron la culminación de la historia descrita anteriormente y el presagio de las décadas venideras; la primera guerra árabe-israelí de 1948 y la expulsión masiva de judíos de las tierras gobernadas por árabes, el golpe de estado nacionalista en Siria en 1949 y el golpe de estado nacionalista en Egipto en 1952.

    2- Revolución nacionalista y Baath sirio-iraquí.



    La ola revolucionaria que ha estado fermentando durante décadas en la sopa primordial de ideas revolucionarias estalló cuando el sol se ponía sobre el colonialismo europeo para llevar a cabo la misión de liberación nacional y descolonización en Egipto, Siria, Argelia e Irak. El medio revolucionario que supervisó el establecimiento de la República Siria incluía baazistas, nacionalistas sirios, protoislamistas y comunistas. De manera similar, el golpe de 1952 en Egipto, seguido del surgimiento del nasserismo, fue un proyecto colectivo en el que todos los revolucionarios apoyaron y participaron. En otras palabras, la ola revolucionaria fue la encarnación práctica del conjunto primordial de ideas mencionado anteriormente. Formó, al principio, un medio revolucionario unificado a partir del cual un proceso de historico condujo a su posterior fragmentación en movimientos distintos pero interconectados del nasserismo, el baazismo, el islamismo impregnado de nacionalismo, la nueva izquierda árabe y el nacionalismo palestino, en los que se desarrolló la potente mezcla de ideología revolucionaria.

    Uno de los miembros destacados del medio revolucionario no fue otro que Sayyed Qutb, un crítico literario que más tarde llegó a ser recordado como el fundador ideológico del yihadismo islamista. Qutb era parte de este medio revolucionario y una persona privilegiada en los pasillos del poder revolucionario. Sus consecuencias posteriores con Nasser lo convirtieron en una especie de Gramsci o Trotsky musulmán, con el que llegó a identificarse una mezcla de existencialismo revolucionario y una concepción literaria romántica del Islam. Una forma de entender la obra de Qutb es verla con los ojos de un crítico literario convertido en revolucionario, un intento de extrapolar la sensibilidad literaria del Islam, es decir, la subjetividad divina, y utilizarla para moldear existencialmente uno mismo en un entorno de aislamiento sensorial.

    Las revoluciones de liberación nacional llevaron al establecimiento de estados populistas de partido único, de los cuales Egipto fue el más grande e importante. El período fue el del sentimiento eufórico de masas de unidad absoluta entre el pueblo, el Estado, el líder heroico y los intelectuales, que se celebró como una verdadera democracia popular. Un gran sector público, grandes inversiones estatales y una economía dirigida por el Estado eran la esencia del socialismo nacionalista árabe y la Unión Árabe socialista.


    La santa trinidad de la unidad de las masas, la arabidad y el socialismo, la invención del Baaz, se convirtió en el credo de la nueva religión política secular árabe. Los proyectos masivos de modernización poscolonial significaron fuertes inversiones en programas de alfabetización, educación gratuita y educación superior más amplia para producir las habilidades administrativas necesarias para las nuevas y masivas burocracias estatales y el aparato de seguridad. A su vez, la confiscación de propiedades extranjeras proporcionó el capital necesario para muchos de esos proyectos.

    La descolonización y la nacionalización no se dirigieron únicamente a los activos industriales y la propiedad de la tierra. Naturalmente, también se extendieron a todos los aspectos de la vida cultural, ya que el cosmopolitismo urbano de la era colonial iba a ser reemplazado por una cultura urbana panárabe. En Egipto, el Estado gradualmente tomó el control de todas las instituciones educativas, seculares y religiosas, todos los medios de comunicación, prensa y radio, compañías discográficas, así como de la industria cinematográfica egipcia, que en ese momento era una de las más grandes del mundo. En ese contexto se procedió entonces a radicalizar en masa toda la sociedad y la cultura bajo una idea de nación árabe extendida.

    3- Guerra Fría e ideología occidental en la civilización árabe-islámica.


    Por encima de la remodelación de la cultura popular, y dentro del contexto global de la Guerra Fría, se encontraba una nueva alta cultura árabe que estaba cambiando su orientación desde el fascismo y el nazismo (como aliados contra las potencias de ocupación coloniales) que inspiraron sus raíces hacia una forma distorsionada y adaptada hasta ser irreconocible a su contexto de marxismo, a la órbita soviética y en una medida menor pero importante a posteriori la izquierda occidental, que en ese momento se revolcaba en el pesimismo de posguerra que perdió la esperanza de una revolución en Europa y miró a las antiguas colonias en busca de salvación. A principios de la década de 1960, Jean-Paul Sartre era el intelectual en lengua árabe más leído y de moda, y los estudiantes e intelectuales árabes encontraron un segundo hogar en los cafés parisinos.

    En 1955, Raymond Aron tomó nota de esto en su Opio de los intelectuales y advirtió a la izquierda francesa contra el adoctrinamiento de jóvenes estudiantes árabes y africanos en ideologías que no eran adecuadas para sus sociedades. Sin embargo, la combinación sartreana de existencialismo valiente, marxismo y descolonización, junto con la concepción francesa del intelectual público como estrella polar de la lucha sagrada, continuaron dando forma a la cultura de la juventud en El Cairo, Alejandría, Damasco, Beirut y Bagdad. Sus libros “se vendieron como pan”, escribió George Tarabishi, uno de los traductores de árabe de Sartre.

    La nueva generación de intelectuales revolucionarios comenzó a descolonizar la vida intelectual reemplazando a la generación anterior de hombres de letras que habían dominado bajo la influencia británica y francesa, como Taha Hussein y Abbas Aqqad, por autores políticamente comprometidos de forma militante con esa causa. En esto, los intelectuales revolucionarios árabes estaban siguiendo los pasos de la izquierda francesa que buscaba “repudiar el espíritu de seriedad académica” de la filosofía tradicional europea, así como de la cultura burguesa europea. El concepto sartreano de compromiso se aplicó ampliamente, lo que significaba que cualquiera que quisiera participar en la producción cultural o en la vida pública tenía que estar comprometido con la política revolucionaria.

    Bajo los auspicios del “compromiso de las masas”, la cultura árabe se convirtió en una cultura de lucha. En la fórmula autobiográfica del veterano comunista libanés Fawaz Taraboulsi, todos eran “comunistas poéticamente, arabistas políticamente, socialistas económicamente y existencialistas filosóficamente”. Si los héroes románticos revolucionarios fueron el contagio mimético del año de entreguerras, el existencialista de izquierda fumando en un Café, sosteniendo un libro de Sartre o de Beauvoir y haciendo pronunciamientos que son tan profundamente superficiales como superficialmente profundos fue el contagio mimético del año de entreguerras. Como curiosidad, el feminismo existencialista literario, de expresionismo sexual sin precedentes, apareció en los escritos de figuras como Laila Baalbaki y Nazik Al-Malaika.

    Suhayl Idris es un ejemplo de ello. Nacido en el Líbano en 1925 en una familia religiosa sunita, Idris procedió a obtener una educación islámica clásica en derecho religioso en Beirut. Después de graduarse, se volvió laica, obtuvo un doctorado de la Sorbona francesa en literatura en 1953, y regresó al Líbano para establecer la principal publicación y publicación literaria árabe de la época que tradujo las obras de Sartre, Camus, Isaac Deutscher, Rosa Luxemburg, Gramsci, Marx y otros.

    El estilo literario de Idris era lo más alejado posible del estilo religioso islámico tradicional. En 1956 escribió: “Hoy en día, el escritor árabe no puede dejar de poner su pluma en la fuente de la sangre de los mártires y héroes… de modo que cuando pueda levantar su pluma, de ella goteará el significado de la revolución contra el imperialismo”. Y en 1958, objetando el Pacto de Bagdad antisoviético y anti-Nasser, escribió: “Nosotros, los nacionalistas árabes tenemos objeciones las políticas de Turquía, Irak, Irán y Pakistán a pesar de ser países musulmanes… si el Islam realmente apoyara al imperialismo, deberíamos luchar contra él”.

    Los intelectuales con inclinaciones marxistas más sofisticadas tuvieron que seguir la línea soviética que dio predominio a la intersección y cooperación revolucionaria entre la lucha de los pequeñoburgueses nacionalistas gobernantes contra el imperialismo occidental frente a una lucha marxista contra el capitalismo. Se alentó a los marxistas árabes a centrar sus trabajos analíticos en el imperialismo occidental y no en analizar la estructura de clases de sus propias sociedades en una clara posición que priorizaba las cuestiones geopolíticas a las sociales internas. Esta influencia mantuvo al marxismo restringido en dos áreas: la polémica contra las clases ricas y una visión política de las relaciones internacionales que complementaba el nacionalismo romántico.

    4- Nasserismo, nacionalismo y narrativa de la descolonización.



    Sayyed Qutb tras las rejas en 1966, tras ser declarado culpable de planear el asesinato del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser fue ahorcado y más tarde llegó a ser recordado como el fundador ideológico de un nuevo islam yihadista. La inevitabilidad marxista de la revolución y el derrocamiento del capitalismo occidental creó una sensación árabe de triunfo inevitable contra Occidente e Israel que a su vez condujo a un apoyo incondicional a los regímenes revolucionarios.. Una rara excepción fue el intelectual marxista iraquí Ali Al-Wardi, cuyos estudios sociológicos sobre la historia islámica en la década de 1950 intentaron proporcionar un análisis materialista histórico que enfatizara la guerra de clases como el factor históricamente significativo en el desarrollo de las creencias islámicas.

    Los desarrollos ideológicos y las transmutaciones de los períodos se pueden ver en las vidas de muchas figuras de la época, como Fayez Sayegh, quien fue el primer intelectual árabe en aplicar la crítica de Sartre al racismo y el neocolonialismo a Israel. Sostuvo que lo que se aplica en el Congo y Vietnam también se aplica a Israel, y también fue el autor principal de la resolución de 1975 de la ONU sobre el sionismo es racismo. Sayegh, nacido en Siria de un ministro presbiteriano en 1920, comenzó su vida activa en la década de 1940 uniéndose al Partido Social Nacionalista Sirio, una imitación siria del nazismo bajo el liderazgo del “Führer” Antun Saadeh. Durante ese tiempo, Sayegh escribió y habló para el SSNP sobre “el peligro del sionismo para la civilización y el alma”, así como los peligros de la “psique judía”.

    Después del giro a la izquierda, Sayegh se convirtió en una autoridad existencialista árabe en Sartre y Fanon. En 1965, durante su mandato en Stanford, escribió el folleto “Colonialismo en Palestina”, que fue publicado por la OLP y luego traducido a una docena de idiomas y distribuido globalmente por la Organización de Solidaridad de los Pueblos Afroasiáticos (AAPSO). Su folleto fue el documento de nacimiento de la causa global por Palestina, ya que tocó todas las notas principales tocadas por la izquierda internacional: supremacía racial, segregación, exclusión, derechos civiles, emancipación, anticapitalismo, autodefensa, derechos humanos y resistencia. —invocó a Argelia, los afroamericanos, el Congo y Vietnam, y utilizó ideas existencialistas de la alteridad. Fue Sayegh quien insertó a Palestina en el canon antioccidental de la izquierda indefinida progresista de la época. Las obras antisionistas posteriores de figuras importantes de la izquierda francesa como Maxime Rodinson no harían más que continuar la obra de Sayegh.

    Este fue el momento del nacimiento de la modernidad árabe. Juntos, los nuevos intelectuales y figuras culturales comprometidos produjeron una lectura revolucionaria, antioccidental y antisemita del Islam totalmente comprometida. Durante tal movimiento fundacional de la cultura de masas árabe moderna, películas, programas de radio, obras de teatro, libros de texto escolares y más impusieron y homogeneizaron esta nueva lectura de la historia islámica, que fusionó lo que es gnóstico y religioso en el pensamiento revolucionario hegeliano con lo que es religioso y místico en el Islam.

    En esta nueva lectura, la posibilidad de trascendencia fuera de la historia fue reelaborada en la posibilidad de trascendencia dentro de la historia a través de la revolución contra lo que se llamó “colonialismo”. La salvación fue secularizada y atea hasta convertirse en salvación temporal provocada por una idea de voluntad política colectiva. El mensaje genérico de que el Islam es una totalidad filosófica que debe lograrse a través de la liberación nacional y el socialismo, y la revolución progresista contra las fuerzas del colonialismo, el judaísmo (particularmente encarnado en Israel) y la reacción (encarnado en las monarquías árabes conservadoras pro-occidentales) .

    Para una cultura de masas árabe recién establecida, la carrera reescrita de Mahoma como un revolucionario que llegó con un mensaje de justicia social que chocaba con una elite gobernante reaccionaria de la clase mercantil burguesa árabe y sus misántropos aliados judíos fue el tratamiento histórico fundacional de la historia islámica. El ministro de propaganda de Nasser, Fathi Radwan, ex miembro de la organización semifascista Joven Egipto, escribió y distribuyó el libro “Muhammad el Gran Revolucionario”, ensalzando los supuestos méritos revolucionarios del profeta. El fundador de los Hermanos Musulmanes en Siria, Mustafa al-Siba’i, escribió Socialismo en el Islam , que fue impreso y distribuido masivamente por la República Árabe Unida en un acto de equilibrio ideológico contra los comunistas. Figuras musulmanas históricas fueron ensalzadas y revolucionadas en películas producidas por el Estado y con presupuestos enormes.

    En 1961, el Estado egipcio produjo la exitosa película Oh Islam , en la que un líder egipcio de los árabes busca a su amada perdida, llamada Jihad, con la que consigue derrotar la invasión mongola. Otra epopeya histórica de la yihad de descolonización islámica medieval siguió en 1963 en Saladino , una película con un presupuesto enorme que retrata a un sultán medieval proto-Nasser librando una yihad antiimperialista secular contra colonizadores europeos rubios y pelirrojos en alianza con fuerzas árabes reaccionarias.

    Los nuevos contenidos cinematográficos y literarios de la carrera de Mahoma presentaron al profeta como un líder revolucionario que lideraba a un grupo de oprimidos, oprimidos y esclavizados para resistir el capitalismo de los comerciantes reaccionarios de La Meca y sus malvados aliados judíos. El período preislámico se describe como el de máxima explotación económica, corrupción social y caos político. Los infieles ricos, corruptos e inmorales son una clase feudal que encarga a los judíos locales, criaturas malvadas de la noche, que cometan sus oscuros actos. Una lucha dialéctica entre los dos partidos, los creyentes y los infieles, culmina con el triunfo de la revolución mahometana y la resolución de todas las contradicciones.

    Una transfusión literaria como consecuencia de tal tratamiento fue sustituir la piedad por la justicia social, sustituir la trascendencia religiosa por la trascendencia histórica de una etapa histórica y sustituir la redención espiritual por la redención socioeconómica y política. Sin embargo, la más importante de todas las sustituciones, que se convertirá en una base conceptual insuperable en la cultura árabe moderna, es el desplazamiento del concepto mismo de significado de la religión propiamente dicha y su colocación en la historia en una forma hegeliana de fin de la historia. Una salvación que significó la transformación total de las condiciones políticas y económicas nacionales que a su vez se asumen como la condición humana. La meta salvífica de la historia sustituyó a una salvación de otro mundo que es la meta de Dios que conduce a una relación teológica con los componentes del movimiento histórico. ‘Muhammad, el gran revolucionario’, escrito por Fathi Radwan, un ex miembro de una organización fascista egipcia, es un ejemplo de una avalancha de producción literaria que ofrece un tratamiento revolucionario de Mahoma.


    La unión entre el marxismo y el nacionalismo árabe contra los enemigos del imperialismo, la reacción, el sionismo y el capitalismo dejó una huella evidente. El marxismo proporcionó la cohesión intelectual y el lenguaje necesarios para que cualquier esfuerzo político moderno fuera respetable, mientras que el nacionalismo árabe proporcionó el medio en el que las ideas marxistas podían presentarse a las masas árabes. El marxismo árabe también conectó el nacionalismo árabe con el mundo dinámico del tercermundismo, pero más importante aún con la izquierda progresista internacional, especialmente en las capitales y universidades occidentales, dándole prestigio crítico, legitimidad internacional y un aura de heroísmo romántico noble-salvaje. La liberación nacional árabe, la descolonización y la violencia que las acompañó fueron la verificación empírica de los escritos de Sartre y Fanon.

    5- La derrota árabe del 1967.



    El sentido gnóstico de la inevitabilidad histórica del derrocamiento del capitalismo y la fe dogmática en sostener la verdad moral definitiva envalentonaron a una cultura árabe con vínculos ya débiles con la realidad a confundir las predicciones y profecías de los intelectuales de izquierda con promesas históricas y a navegar por el camino. El barco de los sueños árabes se aleja cada vez más de las costas de la realidad, hacia el océano del fantasmático engrandecimiento. Una completa creencia en la inevitable superioridad de la URSS llevó a apostar el futuro de sociedades enteras a su triunfo radical, junto con una negación categórica de la realidad histórica judía, viendo a Israel sólo como una efímera “entidad sionista” que pronto sería arrastrada al olvido por el grito de batalla del gigante árabe despierto. Obviamente en retrospectiva eso es fácil de valorar como megalomanía, pero lo cierto es que era un enorme error de cálculo.

    Sin embargo, cuando el polvo se asentó en 1967, después de la aplastante derrota de las fuerzas del nacionalismo árabe a manos de Israel, el panorama se transformó. A las masas embriagadas por el líder y por las profecías seguras de intelectuales con conocimientos superiores, se les había despojado de su inocencia. Las narrativas del yo esencial engrandecido se invirtieron en narrativas de victimismo esencial, y el culto al héroe se invirtió en un culto al mártir. Incluso la dirección del antisionismo predominante se invirtió: el sionismo, antes visto simplemente como una estratagema en manos del imperialismo occidental, pasó a ser visto como el origen del que surge todo mal. La cultura árabe cayó en la trampa del solipsismo idealista, creada por ella misma.

    La inversión fue de tal magnitud que la cultura unificada de la izquierda y el nacionalismo árabe, en la que el Estado, el pueblo, la cultura, los intelectuales y el líder eran percibidos como en un estado de unidad extática, destrozados en fragmentos, con cada en una dirección diferente. La unidad entre el nacionalismo árabe y su socialismo árabe, que alguna vez fue afirmada por muchos intelectuales, se disolvió. El nasserismo quedó desacreditado y el baazismo se dividió entre Siria e Irak. Los palestinos comenzaron su propia revolución dentro de la revolución. Al final, la acción política árabe se dividió en tres nuevos círculos: la vieja izquierda y el nacionalismo, los occidentalistas más cercanos al liberalismo y los movimientos revolucionarios de tendencia islámica y que lideraba una revolución contra la revolución.

    Los intelectuales, periodistas y escritores que todavía servían a las repúblicas árabes prosoviéticas llegaron a ser conocidos generalmente como la vieja izquierda árabe, de la cual el intelectual oficial del régimen egipcio Mohamed Hassanein Heikel era el más famoso. La única manera que tenía este grupo de defender la legitimidad de los Estados humillados frente a las masas árabes radicalizadas era mediante el chivo expiatorio casi interminable de sus enemigos hasta proporciones cósmicas que sólo aumentaban la nobleza de sus víctimas. En 1968, Heikel publicó su primer libro después de la derrota, titulado Nosotros y América , que retrata la guerra de 1967 como una conspiración estadounidense para asesinar a la joven revolución egipcia. La escalera mecánica del victimismo condujo en última instancia a un antisemitismo cada vez más patológico, a una visión de un mundo cruel e implacable, así como a una mistificación del victimismo en una sensación de dolor cósmico tan vasto que disolvería cualquier realidad observable.

    En 1969, la producción cinematográfica más grande del estado egipcio fue Al-Ard (La Tierra), en la que el público pudo disfrutar de una escena final donde el valiente héroe masculino egipcio, interpretado por la superestrella Mahmoud Miligy, está solo en medio de su campo de algodón después de ser abandonado y traicionado por todos, sacrificando su vida defendiendo su tierra de una conspiración británico-feudal. Se lo ve siendo cortado y acuchillado en cámara lenta, salpicando su sangre sobre las flores de algodón, mientras un coro canta dramáticamente de fondo: “Si la tierra alguna vez tiene sed, la regaré con mi sangre”. Este fue un cambio importante con respecto a la producción anterior a 1967, que normalmente terminaba con una victoria rotunda para el héroe. Si la cultura de masas árabe no tenía vínculos con la realidad antes de la guerra, ahora le había declarado la guerra.

    La nueva izquierda árabe estaba formada por ex intelectuales y cuadros nacionalistas árabes que decidieron salir de la vieja izquierda y dar un giro más pronunciado sobre sus posiciones. Los primeros jóvenes intelectuales en dar este giro fueron Sadiq Jalal Al-Azm, quien en 1968 publicó su primer libro, Autocrítica después de la derrota , y Yasin Al-Hafiz, quien publicó La derrota y la ideología derrotada ese mismo año. Juntos, Azm y Hafiz impulsarían intelectualmente la nueva ideología árabe y en sus nuevos trabajos analíticos imitarían las posiciones del pensamiento izquierdista europeo de posguerra. Rechazaron el baazismo y el nasserismo como ideologías pequeño burguesas que, de hecho, eran retrógradas, reaccionarias y fascistas y debían ser reemplazadas por algo nuevo.

    La vida intelectual árabe posterior a 1967 fue la de una “neurosis colectiva”. El primer autoobjeto de obsesión neurótica fue la cultura árabe y el Islam. Imitando el análisis de la Escuela de Frankfurt los intelectuales de la nueva izquierda árabe identificaron el Islam y la cultura como fuente de la propia reacción y opresión latentes de la región. La derrota de 1967 no se atribuyó a lo que hay de gnóstico y religioso en el pensamiento revolucionario, la valorización fanoniana de la violencia como un acto espiritualmente redentor, sino a la cultura tradicional, ni a la falta de organización y destreza militar.


    Los nuevos izquierdistas duplicaron su apuesta y echaron toda la culpa al irracionalismo de la cultura y la religión tradicionales. La obra más importante del género, y con diferencia la obra intelectual árabe más influyente del siglo XX, fue la Crítica de la razón árabe en cuatro volúmenes , del pensador marroquí Mohamed Abed Al-Jabiri. En su trabajo, Jabiri proporcionó un análisis sistemático de los textos islámicos fundamentales que muestra que todo, desde la gramática árabe hasta la ley islámica, contenía el núcleo del pensamiento irracionalista y mágico. Su obra fue un triunfo para los llamamientos a favor de un mayor racionalismo al estilo de la Ilustración, generalmente entendido como una revolución cultural como la que vivió Occidente durante antes y después de la Revolución francesa, pero refinado con presuposiciones ateas más claras.

    El segundo intelectual más destacado del género fue el profesor argelino de la Sorbona francesa, Mohamed Arkoun. Si Jabiri quería seguir el ejemplo de la Escuela de Frankfurt e impulsar el pensamiento revolucionario hacia las raíces racionalistas de la Ilustración, Arkoun quería ir por el otro lado, siguiendo el ejemplo del posmodernismo, redescubriendo las otras raíces en la cultura local. Arkoun ayudó a Derrida y Foucault, sin siquiera decirlo explícitamente, a colaborar en la excavación de la epistemología árabe islámica para descubrir sus profundas capas de relaciones de poder oscurecidas por el mito y la semiótica coránica. Jabiri y Arkoun todavía ocupan el centro de la vida intelectual de la alta cultura árabe.

    Debajo de la alta cultura y el análisis sofisticado de la nueva izquierda, surgió una nueva izquierda populista, centrada principalmente en el Líbano, impulsada por la poesía de Mahmoud Darwish y Ali Ahmed Esber, conocido por su seudónimo pagano Adonis, y por los escritos de Ghassan Kanfani. A su vez, crecientes grupos guerrilleros palestinos, Fatah y el FPLP, un grupo marxista escindido del casi fascista Movimiento Nacionalista Árabe, lograron derrocar a la vieja izquierda del liderazgo de la OLP y tomaron su lugar, un hecho que fue visto como una inspiración a todas las nuevas fuerzas de izquierda árabes que sueñan con derrocar y reemplazar a la vieja izquierda árabe. Los grupos guerrilleros palestinos, inspirados por Régis Debray, estaban haciendo una “revolución dentro de la revolución”.

    Esta subversión revolucionaria dentro del movimiento revolucionario árabe logró invertir la concepción de la causa palestina. Antes de 1967, el nacionalismo árabe sostenía que la unidad árabe de todas las naciones era el camino hacia Palestina. Después de 1967, los palestinos invirtieron este lema hegeliano al convertir el sueño salvador de un Israel destruido y una Palestina liberada en la esencia de la misión revolucionaria misma. “Palestina es una revolución”, se convirtió en la nueva autoconcepción de las facciones palestinas en ascenso, sumándolas a las filas de un movimiento revolucionario anticapitalista transnacional que incluía a Vietnam, Cuba, el Black Power en Estados Unidos, el terrorismo marxista alemán y otros.

    Después de su expulsión de Jordania, los grupos palestinos declararon que su plan era convertir al Líbano en un “Hanoi árabe” desde el cual una guerra de liberación popular y una revolución total revolucionarían todo el Medio Oriente. Esta fue la década en la que los grupos palestinos sentaron las bases para lo que los EEUU llamó “terrorismo internacional” mediante secuestros de aviones, asesinatos y atentados con bombas. Es importante mencionar aquí que en todos los folletos ideológicos y la literatura de los grupos palestinos, se citaban continuamente las obras de intelectuales franceses y comunistas. El primer boletín de Fatah después del ataque terrorista a la Villa Olímpica de Munich incluía citas de Fanon en su portada. A la derecha de la nueva izquierda árabe estaba la «izquierda islámica», un grupo de intelectuales socialistas comprometidos que decidieron aplicar los principios maoístas de movilización popular y vieron en el Islam el vehículo más adecuado para hacerlo. No era raro que intelectuales árabes cristianos marxistas, como Munir Shafiq, se convirtieran al Islam y se convirtieran en socialistas islámicos.

    En Egipto, la base más fuerte de la izquierda islámica, este medio de intelectuales estaba dirigido por Abdul Wahab Al-Missiri, Hassan Hanafi, Mohamed Imara, Adel Hussein y Nasr Abu Zayd. Al-Missiri, estudiante del existencialista árabe Abdulrahman Badawi, se centró enteramente en sintetizar una teoría crítica marxista-islámica del sionismo y el judaísmo, basándose en Lukács, Marcuse, pero sobre todo en la sociología del conocimiento de Mannheim, al producir una deconstrucción crítica en siete volúmenes de toda la cultura judía, revelando a su juicio su naturaleza inherentemente colonialista, imperialista y deshumanizadora. Cuando una vez le preguntaron a Missiri qué quedaba del marxismo de su juventud, respondió: “Nada y todo… mi marxismo se disolvió en el humanismo islámico”. Otros, como el pensador islámico Hassan Hanafi, maestro de la actual generación de intelectuales egipcios, sostenían que el marxismo es idéntico al Islam (obviamente esto es una impostura, pero recuerda en lo que se ha convertido de forma inversa a la religiosidad la religión secular progresista).

    En la época de la Revolución Islámica iraní, en la que Jomeini exigió “disolver todas las ideologías en el Islam”, había suficiente interés público en una potente mezcla de fundamentalismo islámico, existencialismo y pensamiento revolucionario encarnado en intelectuales como Ali Shariati para que se desencadenara una ola de protestas en el país persa. La conversión al Islam político como centro de estas superó las filas de los militantes e intelectuales libaneses y palestinos marxistas, para quienes el Islam se convertiría en la puerta de regreso al abrazo de la política de masas que antes estaba dominada por el nacionalismo.

    6- Religiosidad revolucionaria islámica versus tradición.


    En Egipto, el sucesor de Nasser, Anwar Sadat, tenía el ambicioso plan de poner fin a la orientación izquierdista y prosoviética de Egipto y transformar la política y la cultura egipcias para que encajaran en el campo occidental. Esta ambición se centraba en la consecución del reconocimiento y la paz con Israel, a lo que la población y los intelectuales se oponían. La feroz resistencia que Sadat encontró por parte del establishment hegemónico de intelectuales nasseristas e izquierdistas lo llevó a recurrir a dos estrategias: la represión política de la vida intelectual y la restauración del conservadurismo islámico, e incluso del fundamentalismo, para mantener el apoyo popular al Estado.

    Sin que Sadat lo supiera, en ese momento el pensamiento religioso se había disuelto completamente en pensamiento revolucionario hasta tal punto que hacía imposible ofrecer una lectura no revolucionaria del Islam. A su vez, la definición misma de vida intelectual había sido profundamente alterada para significar exclusivamente «izquierdismo». Los intelectuales, poetas y periodistas egipcios llenaron la cultura egipcia con obras anti-Sadat, antiamericanas y antisemitas. Los poetas populares escribieron canciones burlándose de Coca-Cola y del estilo de vida estadounidense. Jóvenes novelistas como Sonallah Ibrahim escribieron novelas sobre un protagonista que se come a sí mismo hasta aniquilarse debido a la invasión del capitalismo de Coca-Cola. Amal Donqol, un poeta talentoso, escribió su infame poema “No hay reconciliación”, exaltando el culto eterno a la venganza sobre Israel.

    Poco antes de su asesinato a manos de revolucionarios islámicos, Sadat firmó una orden para arrestar a más de mil intelectuales egipcios. Después de que su sucesor, Mubarak, llegó al poder, y con los peligros de una revolución islamo-marxista al estilo iraní cada vez más cerca, liberó a los intelectuales encarcelados, hizo las paces y los devolvió a sus diversas cátedras al frente de universidades y agencias de medios. Se estableció una división del trabajo donde el estado trataría con Israel y Estados Unidos, mientras que los intelectuales fueron responsables de mantener una cultura nacional antiestadounidense y antiisraelí, situación reconocida hoy en Egipto como la “paz fría”. Hamás, Hezbolá, el 11 de septiembre, el Iraq baazista, la Primavera Árabe y el Estado Islámico están todos en el final de esta historia intelectual en la que Egipto también formo parte.

    Por lo tanto, intelectuales de izquierda como Judith Butler y Noam Chomsky no se equivocan cuando declaran que Hamás, Hezbollah e Irán son parte de la izquierda internacional, obviamente de la izquierda según sus términos tan burdos. Un viaje de inversiones filosóficas comenzó con una inversión hegeliana de la teología cristiana, luego una inversión marxista del hegelianismo, una inversión aunque no literal del fascista-nazi respecto del marxismo, la globalización del pensamiento europeo, la conversión al nacionalismo árabe, su fragmentación en el marxismo árabe y el radicalismo palestino, y su inversión de nuevo en la teología, creando un tornado ideológico con Israel como vórtice. El resultado agregado fue la descivilización gradual y la erosión moral y social de sociedades musulmanas y árabes enteras, muchas de las cuales colapsaron en espirales de autodestrucción que fueron aprovechadas entre otros por Israel y EEUU.

    La disolución del pensamiento religioso de trascendencia sobrenatural en una trascendencia política dentro de la historia transformó y reestructuró fundamentalmente la identidad de la piedad religiosa islámica en la piedad de la lucha. La identidad musulmana fue remodelada en una lucha eterna que en su origen no es la yihad de los textos clásicos, sino el mundo dialéctico alemán adaptado a un contexto nuevo. Una doctrina religiosa del martirio y la vida eterna en el más allá se fusionó con un culto a la eterna gloria revolucionaria y un culto al héroe guerrillero que también se glorificó en Occidente liberal. Ésta es la mejor explicación que se podría ofrecer para el peculiar fenómeno de que las sociedades musulmanas se hayan vuelto más religiosas desde finales de los años 1970, de una manera que sólo se tradujo en más rabia, más rebelión, menos restricciones morales a la violencia y un conspicuo culto pagano al dolor, sangre y miseria. Ésta es también la mejor explicación de por qué las sociedades del Golfo Árabe, que no se modernizaron en un sentido como el nuestro durante el siglo XX, y no parecen tener una transición a la liberalización social y a visiones del mundo menos contrarias a esa forma de revolución.

    Supongamos que estoy en lo cierto, y que los islamistas obtuvieron esta idea a través de una cultura revolucionaria de la que bebieron en las cátedras occidentales en las que se educó su propia élite intelectual. ¿No cae esta teoría naturalmente en el dogmatismo religioso asociado con los intelectuales marxistas? Raymond Aron lo pensó con razón en su Opio de los intelectuales. Luego, la teoría revierte en una teología que se convierte en una religión política que libra guerras religiosas, cismas, culto ancestral y fanatismo textual. La teología hizo filosofía con Hegel, la filosofía hizo política con Marx y luego la política se convirtió en religión de nuevo. Así que, naturalmente, la conversión de la inversión marxista y nacionalista por parte de Qutb y Jomeini volvió a la teología. Pero ¿qué pierde la teología con esta doble inversión y qué gana? Mucho. Se convierte en una religión de política que algún tradicionalista podría denominar como atea o secular. Pierde toda su base de justificación religiosa y con ella toda su estructura moral y se convierte en una teología atea inmanentista que no conduce a ninguna redención, ni a ninguna trascendencia, ni a ninguna parte. Quiero enfatizar que no estoy diciendo que cualquier forma de fundamentalismo islámico pueda atribuirse al pensamiento revolucionario moderno. De hecho, todas las religiones tienen sus propias formas de fundamentalismo moderno como respuesta a la organización social liberal moderna. Pero el fundamentalismo islámico propiamente dicho significa un espíritu social rígido que se resiste al cambio social, como mejor ejemplo de ello es el salafismo que hasta hace poco dominó el Golfo Árabe.

    Lo que logró la unión de ideologías europeas importadas como el marxismo, el nazi-fascismo (perdónenme por la simplificació) y el existencialismo con el Islam fue alterar profundamente todo el esquema conceptual y los fundamentos epistemológicos de las sociedades árabes, de modo que incluso el fundamentalismo islámico, sin saberlo, ya no podía proporcionar una lectura prerrevolucionaria del Islam. Las tradiciones filosóficas morales europeas y su lenguaje lograron realizar un cambio tectónico que resultó en el desarrollo de una teología política islámica moderna que es para algunos revolucionaria. El Islam de Irán, ISIS, los Hermanos Musulmanes, Hamás, Hezbolá y Al Qaeda, entre otros sin tratar de igualarlos son simplemente una variante regional del pensamiento revolucionario progresista occidental.

    Sin embargo, no estoy diciendo que Occidente sea el culpable de este desarrollo. Porque si este artículo pretende afirmar algo es que la dicotomía Occidente-Islam no sólo carece de sentido sino que es delirante. El relativismo cultural y moral no tiene sentido cuando el fundamento de todo nuestro pensamiento moral y político moderno proviene del mismo lugar. Europa y luego Estados Unidos han logrado crear una cultura humana verdaderamente global que ya no tiene barreras ideacionales y en la que la moda, el estilo, las modas y las ideas forman mimetismo global y contagios ideológicos con deformaciones locales posteriores.

    Esta es la historia construida por intelectuales de todos los orígenes religiosos y nacionales. La Ilustración y sus consecuencias son ahora una parte tan sólida de la estructura intelectual islámica como lo son en las culturas occidentales, y si el mundo musulmán quiere avanzar será mediante el reconocimiento y no la negación de este hecho. Si la destrucción moral y social de la región fue el resultado de intelectuales árabes incompetentes que caminaban sonámbulos en la órbita de una cultura global, la solución es la competencia. La explotación de las energías intelectuales, sociales y políticas de sociedades empobrecidas y premodernas para utilizarlas como carne de cañón en las grandes batallas ideológicas de la izquierda occidental ha tenido efectos desastrosos en el desarrollo y progreso social, económico y político de muchos países árabes y las sociedades musulmanas. En este sentido, la teología occidental sobre cómo Occidente destruyó otras sociedades se ha convertido en una profecía autocumplida por ellos mismos (árabes y musulmanes) de la que difícilmente se podrán liberar en dicho espacio civilizacional.

  • Izquierdismo y Revolución en el Occidente liberal: la falsa agenda social progresista.

    Una revolución política en el contexto occidental sería un crimen ilegal, no una “reforma democrática” sino una toma del poder del Estado para alterar, por la fuerza, el “orden basado en reglas” imperante – y todo menos eso es pura apariencia. No se puede “reformar” el Estado estadounidense, español o el caso que se quiera eligiendo “demócratas progresistas», o «partidos socialistas/socialdemócratas» o «republicanos conservadores» o «derechas alternativas».

    En el caso del Estado estadounidense es la fuente del imperialismo financiero global en su política de emitir deudas para financiar su dominio militar sobre las cadenas de suministro globales, especialmente sobre los océanos del mundo, el resto de los países occidentales son subsidiarios de esto. La única reforma que importa en Occidente es el desmantelamiento del superimperialismo estadounidense, la retirada de su presencia militar en todo el mundo y una redistribución masiva de la tierra y la riqueza de los “administradores financieros” del Estado corporativo a la gente misma. Hasta que el Estado no gobierne teniendo en cuenta una nueva dialéctica , y aquí no hay una dialéctica público -privado, si no de parásitos, especuladores y rentistas versus industriales productivos más trabajadores (mano de obra).

    Para eso es necesario que el Estado sea capaz de “violar la ley de propiedad” en interés del bienestar del pueblo, y este será incapaz de producir cualquier “reforma” que marque una diferencia cualitativa en la vida del pueblo en el caso que se quiera sin tener en cuenta y destruir los viejos mitos liberales, y en parte marxistas.

    En nuestro contexto puedes aumentar el salario mínimo a 100 euros la hora y lo único que sucedería es que tus alquileres, multitud de servicios de subscripción y casi toda la parte que no es economía real aumentarían en proporción a ese aumento.

    Esto último es cómo se marcaría una diferencia cualitativa; lo primero es cómo se mantiene el orden prevaleciente. Todo “izquierdista occidental” está haciendo un espectáculo para desempeñar un papel en el “mantenimiento del orden prevaleciente”, y si alguna vez pidieran una revolución jurídica real (supongamos que desde dentro del poder) para derrocar el gobierno de la propiedad y los rentistas se convertirían, inmediatamente, en enemigos de estos “izquierdistas”.

    Luchar por reformas graduales mediante gasto público es en el mejor de los casos lo que mantiene a la gente corriendo (en una rueda de hamster) para volver a su calidad de vida hace cinco años.

    Mientras, los parásitos gerentes y propietarios ausentes aumentan la velocidad de la cinta de correr al mismo ritmo, o puedes exigir una revolución que abolir la Reserva Federal, el Banco central europeo y la totalidad del gasto deficitario estatal.

    El izquierdista de hoy es el neoconservador del mañana y eso es así desde hace mucho más tiempo del que creemos. Bernie Sanders decía: “Slava Ukraine”, igual ocurre con casi toda la “izquierda indefinida europea”. Sin embargo, lo que es peor, si se da cuenta, todos sus alquileres están subiendo (la inflación significa que su alquiler está subiendo), todos sus servicios de suscripción están subiendo de precio, vivienda, seguros, educación, todos los pagos de diferentes servicios se han incrementado a lo largo del tiempo.

    La redistribución que se está produciendo es por una captación clara de rentas, no por supuesto por una economía real que cambie las condiciones de juego de alguna forma que se pueda imaginar o que desarrollen algún tipo de fuerza productiva nacional, o viendo más allá que mejore el estado de la humanidad en su conjunto.

    Esto se conjuga con algunas demandas izquierdistas: ¿Puede explicar alguien sobre cómo la clase dominante se beneficia de la defensa izquierdista de «desfinanciar/abolir la policía» o de inhibirla de por ejemplo defender una frontera o erradicar cualquier tipo de criminalidad o conducta antisocial? La clase dominante de la facción izquierdista o derechista tiene seguridad privada; no necesitan a la policía, tienen la suya propia. Eso ocurre con multitud de cosas en las que hacen pensar que vivimos a veces en una especie de anarcotiranía enteramente deliberada, una transformación calculada de la función del estado: de uno comprometido a proteger a los ciudadanos respetuosos de la ley a un estado que trata al ciudadano respetuoso de la ley como, en el mejor de los casos, una patología social y en el peor de los casos, un enemigo.

    El izquierdismo progresista habla de aumentar los salarios, pero no hablan de minimizar los gastos de los costes de vida (o como mínimo contenerlos); se podrían mantener los salarios congelados como están ahora y si se redujera el costo de la vivienda, la educación, los seguros, los alimentos, etc., eso contribuiría más a aumentará los salarios. Sin embargo, eso requeriría golpear a las élites ricas que las financian, ya que la disminución de los precios de todo esto significa menos ganancias para los propietarios ausentes de todo tipo de industrias y nunca se atreverían a hacer eso.

    El progresismo en Occidente es esencialmente capitalismo de bienestar. Siempre diré también en la misma línea que la política a seguir es destruir el banco central de reserva fraccionaria, desmercantilizar la vivienda, destruir el déficit público, reforzar el Estado. Si se aumentan los salarios arbitrariamente, el costo de vida aumenta poco después por pura especulación. Los izquierdistas no tienen ningún conocimiento de la dinámica del mercado, que realmente es una forma de tener poder social. La verdadera solución es reducir el costo de vida ( a un acceso más fácil a vivienda, servicios, alimentos, etc.). Eso se soluciona con medidas antiinflacionarias y anti mercantilización además de una lucha radical contra el hecho de que sean reserva de valor muchos bienes y servicios.

  • Sobre la cuestión palestino-israelí: Deshumanización, guerra y masacre.

    Es más fácil a veces relativizar la actualidad y volver a los mitos y lemas, que sin duda son importantes en nuestro en presente en marcha tanto en la cuestión árabe-israelí para entender la realidad del antisionismo tanto en el mundo islámico (y en Occidente) y como interacciona con el sionismo. Decir a su vez, que el principal obstáculo al tratar esta cuestión es que criticar a Israel pareciera ser apoyar a Palestina y viceversa, pero tratemos de no caer en esa cuestión y en eso debemos sincerarnos, la fantasía de una Palestina libre siempre incluyó la idea del asesinato en masa indiscriminado de judíos en sus ciudades, calles, tiendas y lugares de culto, nada de eso es falso de una forma quizá más organizada por parte de los judíos sionistas.

    Eso no implica que esté bien como llegaron los judíos a tener una situación de superioridad en la región. Cualquier musulmán, y especialmente los sirios-palestinos-libaneses-egipcios tienen una buena parte de la identidad y el pensamiento moral político y religioso centrado en la obsesión con Israel ¡Todo árabe y musulmán que sea honesto consigo mismo lo sabe!

    En general en estas cuenta trato de tener una visión desencantada y desmitificada del el origen de los mitos, y las fantasías asesinas, el antisemitismo y la pesadilla política de masas en la teoría política alemana (aunque no sólo germana) del siglo XIX y XX no en algo inherente al Islam mismo o a la cultura árabe tal y como se plantea ahora en la última actualización del conflicto.

    En cualquier caso, nada de esto cambia el hecho de que esta forma de pensar es demasiado prevalente y común, sistemáticamente legitimada, apoyada y defendida por instituciones académicas y políticas izquierdistas occidentales (aún cuando existe una perspectiva también antisemita en la tercera posición).

    Las imágenes que vimos fueron sin duda un vistazo de cómo se vería en realidad tal fantasía. De manera simultánea ocurre esto en la estructura de toma de decisiones del sionismo y del gobierno israelí. Esto queda claro a partir de las reacciones entusiastas de demasiadas personas en el lado palestino, lo que es un cruel recordatorio de hasta qué punto ese antisemitismo es una realidad en el mundo de Norte de África y Oriente Medio además de particularmente entre las sociedades y comunidades árabes y musulmanas que cada vez son más relevantes en número en Occidente.

    La mayor parte de la reacción, o la falta de ella de los países del Acuerdo de Abraham (países musulmanes con Israel), que fue realmente moderada y ayudó a solidificar una conclusión que me ha ido surgiendo, se trataba mucho menos de una nueva internalización árabe de los valores de la vida humana en un sentido Occidental o alguna nueva comprensión esclarecedora de la religión, Dios, el hombre y en su lugar en el cosmos, que de estrategia, economía, tecnología y prosperidad entendidas de manera muy estrecha y exclusiva como desarrollo económico, lo segundo no es negativo a priori, pero demuestra que el cambio es producto de maquiavelismo político (por cuestiones internas) más que un cambio moral de raíz.

    Esta ida de entendimiento por otro lado cabe decir que ha sido dinamitada en beneficio posiblemente de Irán. La mayor parte de los países árabes seguramente aún cuando quisieran profundizar dichos acuerdos les será imposible por una cuestión sociologica en la que la mayor parte de la sociedad es contraria a tener relaciones de cualquier tipo con Israel.

    Esto es especialmente claro en el caso de Arabia Saudí, que en beneficio de Irán se ha alejado de nuevo de Israel, y me hace pensar que en todo esto se trata menos de la supervivencia o defensa de Palestina y más de esa lógica de choque de civilización de la que he hablado al principio.

    Los que aceptaron los acuerdos de Abraham quieren ganar dinero y estabilizar la región para no tener que comprometer tanto sus fuerzas armadas en confrontar a Israel y, por lo tanto, la mayoría de sus preocupaciones actualmente tienen que ver con las posibles consecuencias estratégicas regionales y la inestabilidad, más que con la continuación de una cultura deshumanizadora mutua de conflicto de civilización.

    Lamentablemente, estas tendencias de deshumanización no son nativas per sé del mundo islámico únicamente. Entre la nueva generación de la Guerra Fría y la actualidd de expertos, periodistas, funcionarios, profesionales de los países islámicos de la Liga Árabe de hecho se vieron reforzadas en su mayor parte por su educación occidental y una educación liberal «libre de valores» durante el siglo XX.

    En esto, puedo decir irónicamente que son los últimos liberales de los que nace una síntesis entre la cultura política de masas de Occidente y la civilización islámica, esa es la retorica al respecto la cuestión de Israel en dicho espacio geográfico. Con los israelís ocurre parecido pero es más evidente por su grado de contacto con Occidente durante siglos.

    Si se crítica a Israel y cree que debería existir Palestina, continúe haciéndolo, igual al revés. Pero lo único que les pido es que sean valientes y no pretendan que el terrorismo islamista es algo siquiera legítimo, porque eventualmente eso será un problema que tendremos que enfrentar en Europa sin ir más lejos.

    Ese sistema moral catastrófico por otro lado que sustenta este conflicto es realmente común desde el siglo pasado y el anterior en todo tipo de conflictos regionales, aunque también existe en menor medida en la cultura en redes de internet y política en Occidente. Todos sabemos muy bien que es demasiado común y aleja cualquier tipo de realismo y honestidad al respecto cualquier cuestión compleja.

    Defender a Israel o a Palestina es parte de la cultura política de Occidente, y sea la posición que tenga, creo que debería abandonar la fascinación partidaria por todo tipo de matanzas porque tanto árabes como sionistas fantasean con el genocidio de sus vecinos como una forma de «ideología de defensa».

    De hecho si la situación hubiera sido la inversa (en la que Palestina es fuerte e Israel débil) la deshumanización sería una realidad. Esto se debe en mayor o menor medida por la introducción de la política de masas en la que no sólo luchan las fuerzas armadas, sino el pueblo en su conjunto contra un enemigo común. En eso podemos decir que tanto el sionismo como el yihadismo/nacionalismo palestino son ciertamente herederos de las ideologías de masa y de guerra total del siglo XX, aún cuando esa perspectiva la ha mantenido de forma más clara el yihadismo en este caso palestino, y de una forma diferente (en instituciones estatales) los sionistas israelís.

  • Sobre la deuda como mecanismo de poder y la posibilidad de su anulación.

    Muchas sociedades históricas han tenido una relación con la deuda diferente a la nuestra. Cada nuevo Rey en Mesopotamia; cada nuevo rey en Sumer; cada nuevo rey de la dinastía de Hammurabi en Babilonia cuando asumían el trono, liquidaban la deuda. Hay una razón sencilla. Los babilonios tenían un modelo económico de ciclo que es matemáticamente más sofisticado en parte a los modelos que se enseñan y usan en Occidente hoy.

    El modelo es bastante simple: cualquier deuda, la deuda que devenga intereses es un tiempo de duplicación y crece exponencialmente normalmente en una dinámica geométrica, mientras que la economía raramente pasa de un crecimiento real aritmético, eso provoca el crecimiento de la deuda.

    Si no cancelas las deudas entonces tendrías toda la tierra y todo el trabajo de la gente atrapado en deuda con los acreedores y eso genera una forma de poder social muy concreta, sin embargo los gobernantes babilonios no querían que se desarrollara una aristocracia financiera, ya que como se dice en la obra Capital As Power, el dinero y el exceso de capital es una forma de “poder social” que no solo se limita al ámbito económico.

    En general, la ley en la antigua Grecia y Roma era más favorable a los acreedores y «dura e inflexible» con los deudores, sin embargo, a lo largo de la antigüedad, la cancelación de las deudas, junto con la redistribución de la tierra, fue el principal grito de guerra de los pobres, y era común la distribución de esta para los militares en servicio licenciados, de hecho, en respuesta a una crisis de deuda en el siglo VI a. C., los atenienses implementaron algunas medidas.

    Un caso es el de Solón, que establecía la seisachtheia (σεισάχθεια), que cancelaba todas las deudas y anulaba retroactivamente las deudas anteriores que habían resultado en esclavitud y servidumbre, liberando a los esclavos y siervos por deudas, eso fue una forma de asegurar poder frente a la oligarquía economica y la aristocracia en favor del centro.

    Según Plutarco, el gobierno democrático de Megara declaró ilegales las deudas que devengan intereses en el siglo VI a. C., mientras que los acreedores se vieron obligados a devolver los intereses cobrados. Esto fue tratado como una medida populista por fuentes griegas, y los historiadores están divididos en cuanto a la historicidad de estos eventos, considerados como un reflejo del pensamiento político antidemocrático, dado que los sistemas favorables a la deuda y la oligarquía económica solían ser “democracias a la griega”.

    Los reyes espartanos también implementaron cancelaciones de deuda en su intento de reformar el estado y la economía en el siglo III a.C. El equivalente romano se llamó novae tabulae. En la Antigua Roma, la servidumbre por deudas conocida como nexum fue abolida en el año 313 a.C, sin embargo, incluso después de eso, los deudores seguían obligados a realizar trabajos obligatorios y podían ser encarcelados tras una sentencia judicial. Apiano menciona un intento del pretor Asellio de revivir la antigua ley que prohibía el cobro de intereses en el 89 a. C., lo que llevó a su asesinato, presumiblemente a manos de los acreedores.

    Más tarde, Sila lo hizo en un 10% y luego Lucius Cornelio Cinna y Lucius Valerius Flaccus (en tres cuartas partes) promulgaron cancelaciones parciales de la deuda para estabilizar la economía arruinada por la guerra civil en contra de la oligarquía. Las élites romanas estaban firmemente en contra del alivio de la deuda, y Cicerón lo denunció como un ataque a la propiedad y a las clases propietarias o Patricios.

    Los predecesores de la ley de quiebras surgieron a principios de la Roma imperial. Augusto instituyó la cessio bonorum, que permitía a los deudores entregar voluntariamente sus bienes a los acreedores y así evitar el arresto personal y la pérdida de capacidad jurídica (infamia). Si bien Roma nunca promulgó la cancelación total de la deuda, varios emperadores cancelaron los atrasos de impuestos, es decir, las deudas con el tesoro estatal.

    Sin embargo, de alguna forma necesitas asignar recursos ociosos, y esa es la función y no otra de un sistema financiero. Cuando la economía crece en ese caso más lento que la deuda empieza el problema, ¿Qué haces cuando la cantidad de deuda crece pero la economía crece más lentamente y no puede pagar? ¿Qué haces cuando hay una mala cosecha y los granjeros no pueden pagar la deuda?

    Las soluciones contrarias a el endeudamiento masivo y a esta tendencia del control por el sistema financiero de la sociedad curiosamente siempre han sido gobernantes realmente catalogados como tiránicos por la historiografía contemporánea.

    Conclusión:

    En Occidente en la actualidad tenemos un problema serio problema deuda, y la economía muchas veces parece constreñida en dicha ficción creada que drena presupuesto estatal en concepto de intereses (que es esencialmente el precio del dinero que se auto imponen los Estados) agravado por las décadas de papel moneda.

    Por otro lado, tienes esta cancelación de la deuda babilónica, el borrón y cuenta nueva como opción liberadora, en el que las deudas liberas a todo el poder productivo y a todos los esclavos de una parte importante de Occidente, EE.UU. y España, dado que la deuda respecto el PIB y la deuda con el ingreso nacional únicamente hace que limitarlos.

    Las familias deben mucho más deuda en relación con sus ingresos; las corporaciones deben mucha más deuda en relación con sus ganancias, que se pagan a los bancos en un ejercicio de una ficción inmensa. Mientras, a su vez haces que cada vez se haga cargo esencialmente de toda la economía a las finanzas. Eso hace, para finalizar, que lo que tenemos en Occidente no es el tipo de capitalismo industrial que la gente esperaba ver en el siglo XIX e incluso en el XX.

    En cambio, hemos creado algo diferente a el capitalismo, un sistema parasitario de absorción de rentas por propietarios ausentes, en el que los banqueros e inversionistas son los nuevos terratenientes contra los que lucharon Adam Smith, contra el liberalismo decimonónico, contra el desarrollismo industrialista, contra John Stuart Mill, Marx y contra los socialistas.

  • Clase parasitaria, tiempo libre, revolución y tecnología.

    Pienso que una fantasía que necesita ser superada es de que “si suficientes personas se enteraran de la corrupción de nuestro estado, tendrían una revolución”—no es así como suceden las revoluciones, y nunca ha sido así. Todo el mundo es muy consciente de la «corrupción» del Estado; este no es un problema que nadie deba aceptar, en ninguna particularidad. La gente puede creer que el Estado está dirigido por pedófilos satanistas, por vendidos a potencias extranjeras, por amigos de narcotraficantes (cualquiera de estos casos les será cercano si son de Hispanoamérica o Occidente) y todavía van a trabajar por la mañana. 

    Puede creer que el Estado está dirigido por el Patriarcado Supremacista Blanco, por una secta de desviados sexuales, pederastas y degenerados y todavía van a trabajar por la mañana. Lo que sería revolucionario es darle a la gente una razón para no ir a trabajar en la mañana, eso es lo que es revolucionario, y esto comienza como una mentira que sólo puede convertirse en realidad mediante la fe, es decir: Las promesas revolucionarias son algo que solo se puede ganar mediante la auto abolición de la clase trabajadora: si no vas a trabajar y todos los demás lo hacen, pierdes, entonces, ¿cómo logras que todos participen voluntariamente en la abolición de su propio trabajo tal y como está planteado?  Pues posiblemente y a priori eso es utópico.

    Esa es la pregunta: toda la cháchara de «conspiración» solo es desmoralizadora es mejor que vayas a trabajar todos los días y ores porque el Estado Profundo, la superestructura imperante, o la oligarquía de políticos, medios y corporaciones siempre gana y no puedes hacer nada al respecto, excepto difundir el “lema de la desesperación»  ¿Cómo organiza un movimiento cultural y político en torno al concepto de tiempo libre y la abolición del trabajo superfluo?  Esa es la pregunta que los marxistas y críticos con el presente en marcha han estado evitando a favor de valorizar el trabajo como un fin en sí mismo, confirmando así el fetiche del trabajo, el trabajo como un ídolo, y de este modo definiendo a los individuos exclusivamente por su papel en el proceso productivo en lugar de liberarlos de esta la esclavitud a la forma de valor de la producción. 

    Es decir, los sindicatos en su totalidad son contrarrevolucionarios, ya que solo brindan “nuevas razones para ir a trabajar en la mañana”—el ritual de la huelga y la negociación salarial solo fortalece la idolatría del trabajo, la performance existe para reconfirmar la “valor” del trabajo para el trabajador por razones ideológicas—“ahora puedes estar orgulloso de trabajar”—es solo la “fiesta en la oficina” en un plano superior. Los sindicatos incluso se componen y ganan fuerza dentro de las burocracias corporativas para inculcar un espíritu común, tal vez te unas a la «Unión de trabajadores que su propaganda se basa en temas LGBTQ y feministas», pero nada de esto acerca a nadie a la abolición del trabajo superfluo y la liberación de más tiempo libre.

     Es más revolucionario reducir la semana laboral, estabilizar el gasto estatal que es por lo que se aumenta las horas de trabajo socialmente necesarias para vivir junto con la mercantilización de la vivienda a la vez que se reduce la semana laboral, eso es trascender el sistema actual de las cosas. Obviamente eso no está en la cabeza de nadie ni en la izquierda ni en la derecha. Nuestro sistema económico ha estado bloqueando las implicaciones últimas de las tecnologías de producción emergentes, la forma en que se negó el uso de tecnología y se paso a una economía de servicios creó una economía inflacionaria de consumidores aislados.  

    Una de las ideas erróneas más grandes es que el WEF (World Economic Forum) lidera el cambio en las fuerzas productivas. Sin embargo, reaccionarios que intentan subordinar las nuevas tecnologías a una superestructura obsoleta de ganancias y generación de capital y plusvalía.  No sólo es subordinación al Estado liberal, sino incluso la superestructura industrial más antigua. La verdad sobre WEF es que son ‘conservadores’ (de las estructuras existentes del liberalismo tardío).  Toda la cháchara sobre el transhumanismo y el resto, todo tiene el propósito de ser provocativo e impactante: son tan alarmistas sobre el futuro como lo son sus críticos.  Es un grupo de banqueros ignorantes que se burlan del futuro y no quieren que alguien los acabe colgado o enterrando aún cuando parece que piensen:  «por supuesto que las masas no estarán de acuerdo con esto, ¡hagámoslo lo más aterrador posible!»

    Nadie es un verdadero optimista tecnológico hoy en día. Las computadoras, el procesamiento de datos, la automatización,  proyectos de fuentes de energía realistas  y muchas otras cosas que junto con una transición a un sistema que trascienda la división público-privada de la economía capitalista es el objetivo, de hecho esos avances han sido retenidos en las principales corporaciones tecnológicas y no han sido desatado todo su potencial. Nuestras fuerzas productivas son perseguidas. Obviamente en una transición extrema y aceleracionista, los gerentes terminarían sin su posición social.  De hecho, las aplicaciones y censuras para el uso de tecnología y el conocimiento que permitiría la abolición del trabajo progresiva es una realidad criminal debido al sistema internacional de patentes (que es solo privilegio de producción y desarrollo).  

    El conocimiento humano y la inventiva no es NUESTRA. Esta brecha solo puede cerrarse cuando la tecnología se pone a trabajar y el trabajo solo la mantiene.  Pero eso pasaría de moda a todos los gerentes, a todas las corporaciones y banqueros.  Nos liberaría a todos, aplastaría la burocracia y sería el verdadero reino del tiempo libre y la eficiencia sin límites, y todo eso sin los gerentes. El objetivo de cualquier movimiento patriota, obrerista, marxista, o meramente antiliberal sería liberar a las fuerzas productivas y a todo el poder de la tecnología sin las estructuras del liberalismo y el gerencialismo moderno, debe ser hoy la liberación inequívoca de las fuerzas productivas: el futuro ya está aquí, solo los parásitos se interponen en el camino.  

  • Milei, dolarización y elecciones presidenciales de Argentina.

    El domingo, los votantes argentinos dieron una fuerte reprimenda al statu quo político del oficialismo peronista y Juntos por el Cambio como oposición. Javier Milei, un libertario excéntrico para muchos vestido de cuero, obtuvo el primer lugar en las primarias presidenciales del país. Ha prometido un conjunto radical de reformas basadas en el mercado para controlar la inflación catastrófica de Argentina. Es poco probable que las soluciones que propone saquen al país de su profundo malestar, pero dadas las pésimas alternativas, no sorprende que tantos estuvieran dispuestos a darle una oportunidad como un revulsivo y voto de castigo.

    Como confirmaron los resultados del domingo, esta será una carrera política de tres vías polémica. El bloque kirchnerista de centro-izquierda tradicionalmente dominante, que ha ocupado la presidencia de diferentes formas bajo una forma de “peronismo” durante la mayor parte de la historia democrática del país, ocupó el tercer lugar con el 27 por ciento de los votos bajo el ministro de Economía, Sergio Massa, su peor desempeño en décadas. En segundo lugar, el bloque de derecha obtuvo el 28 por ciento de los votos, postulando a la exministra de Seguridad Patricia Bullrich sobre el alcalde bonaerense Horacio Rodríguez Larreta. Pero la opción ganadora a la espera de la segunda vuelta, con más del 30 por ciento de los votos, fue Milei, economista y personalidad de la televisión.

    Hasta ahora, la contienda electoral de Argentina de 2023 y sus candidatos han estado entre los más “diversos” desde la restauración de la democracia en 1983. Por ejemplo, la candidata derechista Bullrich es una ex guerrillera de izquierda convertida en archiconservadora, y es ampliamente considerada como alcohólica debido a cargos en 2009 por conducir ebria. Por su parte, Massa prometió una vez enviar a prisión a miembros de la izquierda de su coalición, encabezados por su propia vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

    Luego está Milei, cantante en una banda de covers de los Rolling Stones durante su juventud, Milei estudió economía y ganó notoriedad como comentarista político a fines de la década de 2010 y principios de la de 2020 por sus cruzadas contra lo que él llamó «casta política» de Argentina. Un agitador rimbombante, el candidato de La Libertad Avanza se llama a sí mismo libertario, o liberal en español. Sin embargo, reconociendo las sombrías perspectivas electorales del libertarismo convencional en Argentina, Milei ha girado hacia la derecha, convirtiendo su plataforma actual en una extraña mezcla de liberalismo social laissez-faire y algunas posiciones conservadoras.

    En 2018 Milei se parecía a una versión más carismática y radical del excandidato presidencial del Partido Libertario de EE.UU. Gary Johnson. En esta fase anterior, expresó su apoyo a la legalización de todas las drogas y la expansión de la inmigración; apoyó la legalidad de la prostitución y la legalización de la venta de armas de fuego a civiles. Hoy, Milei sigue abierta a la legalización de las drogas en algunas circunstancias, pero se ha manifestado en contra del aborto excepto cuando pone en peligro la vida de la madre. También niega la existencia del cambio climático provocado por el hombre y ha hecho campaña contra lo que él llama marxismo cultural (algo que nada tiene que ver con marxismo, pero que se nombró así por el conservadurismo estadounidense “ que ha tomado la administración de la Argentina actual.

    El conservadurismo social recién descubierto de Milei no encaja fácilmente con su historial anterior como defensor del «amor libre». En febrero de 2023, un exmiembro de su partido alegó que los miembros del partido a menudo intercambiaban favores sexuales por publicaciones, un cargo que Milei niega. Milei también ha abogado por convertir la venta de órganos humanos y de niños en el mercado libre, aunque más recientemente se ha retractado de algunas de estas propuestas. En cuanto a él, Milei es un soltero sin hijos, y prefiere adorar a sus cinco mastines ingleses, cuatro de ellos con nombres de economistas austriacos aún cuando estas cuestiones personales no deberían ser el centro del debate.

    Propuestas del Libertad Avanza de Milei.

    Milei ha cosechado las recompensas del desencanto resultante con la política de castigo. En el frente económico, siguiendo las enseñanzas de sus maestros austriacos, Milei prometió recortar el gasto en un 15 por ciento del PIB, privatizar las industrias estatales tuvieran ganancias o no, eliminar 11 agencias gubernamentales, cerrar el asediado banco central de Argentina y dolarizar la economía, una tarea difícil en un nación con reservas cada vez más limitadas de la moneda estadounidense. Sería imposible imaginar que tales propuestas lo llevaran a la victoria en una nación donde los políticos peronistas que abogan por una intervención estatal agresiva en la economía han dominado durante mucho tiempo la política electoral si no fuera por el hecho de que Argentina ahora languidece bajo una inflación de más del 100 por ciento anual. Milei ha cosechado las recompensas del desencanto resultante con la política habitual.

    A pesar de la probable inviabilidad de la agenda económica de Milei, su mera existencia lo ha ayudado a diferenciarse de sus rivales. En una elección en la que la economía es la principal preocupación de los votantes, tanto el peronismo como los bloques de derecha han preferido hacer campaña en otros temas como el crimen. La triste realidad es que nadie sabe realmente cómo solucionar los problemas crónicos de Argentina. Bajo Mauricio Macri (2015-2019), la derecha felizmente se saboteó a sí misma y a la economía argentina con el paso de fondos no financiados. recortes de impuestos que aumentaron la deuda sin lograr un mayor crecimiento sustancial. La caída de Macri condujo a la elección del bufón Alberto Fernández en 2019, pero el nuevo ministro de Economía de Fernández, Sergio Massa, ahora el candidato presidencial de la coalición, ha visto aumentar la inflación incluso cuando ha seguido las prescripciones ortodoxas del Fondo Monetario Internacional.

    El peronismo se ha mantenido dominante a través de su constante cambio de forma y oportunismo. En diferentes momentos, el movimiento ha incorporado el populismo, el nacionalismo, el neoliberalismo, el progresismo y el desarrollismo nacional. Pero en muchos aspectos, el peronismo realmente existente es más parecido a un sindicato del crimen que a un movimiento político coherente en la actualidad. Su actual máxima jefa, Cristina Kirchner, está acusada de manera creíble de malversación de miles de millones, sin mencionar el asesinato. En un país en el que prevalecen el amiguismo y la política de puertas giratorias, el estatus de forastero de Milei tiene un atractivo evidente. El improbable ascenso de Milei, entonces, resulta del agotamiento y desprestigio de las alternativas. Para ser generoso con su rama de la economía, el único beneficio que la política fiscal tan estricta es que ha traído a América de habla española fue el control de la inflación en países como Brasil y Perú, a costa, lamentablemente, de la industria, el crecimiento y el tejido social. Pero Argentina tiene la costumbre de desafiar todas las expectativas.

    Dolarización y soluciones a la cuestión de la Argentina:

    Obviamente y por otro lado, la dolarización y la abolición del Banco central además de una parte nada despreciable de ministerios es la gran propuesta de Milei. En la parte que el recorte afecta obviamente a cuestiones de industria política es sin lugar a dudas un aliciente que seguramente puede terminar en un ahorro evidente de fondos al estado argentino, pero la cuestión ya no es tanto esa, en la que mucha gente puede estar de acuerdo como la cesión de la soberanía monetaria y el plan de inhibir al estado argentino de cualquier estrategia a largo plazo de desarrollo y estabilización económico. 

    Por un lado la dolarización puede hacer que la economía del país americano no tenga la tentación de destruir la moneda y financiar el déficit público con impresión de dinero, eso obviamente muchos otros países lo hacen, pero normalmente la credibilidad de su moneda y su impresión constante de bonos que se financian vía banco central no hacen que la moneda se destruya dado que existe credibilidad y una gama amplia de bienes y servicios de todo tipo que se encuentran denominados como esa moneda. En el caso argentino, la cuestión es que ya no solo es que vivan en una economía inflacionaria por la destrucción de moneda, sino que la estructura productiva argentina en la que las importaciones que no se pueden suplir por producción interna se hacen caras, pero al ser una economía exportadora no interesa una moneda excesivamente cara.  A su vez, la cuestión es que ha ido demasiado lejos dicha práctica, Argentina tuvo entre 1992 y 2002 convertibilidad 1 peso a un dólar. En enero de 2002 rompieron esa convertibilidad y ahora están aproximadamente a una tasa oficial de un 1 dolar vs 350 pesos aproximadamente.

    Por ese mismo motivo, las devaluaciones competitivas tienen siempre el efecto secundario de provocar subidas de precios internas por culpa del encarecimiento de los bienes importados que consume la población. La devaluación es siempre sinónimo de subidas de precios, eso pasa en muchos países, no solo en Argentina. Entonces, por qué la hiperinflación parece un rasgo exclusivo de Argentina? Porque allí se produce siempre la siguiente cadena de acontecimientos. Argentina, a diferencia de otros países de su entorno, se caracteriza por tener unos sindicatos muy fuertes, la CGT.  Cuando empiezan a subir los precios al consumo a causa de las devaluaciones, los trabajadores se defienden exigiendo y logrando subidas salariales que mantengan su poder adquisitivo. 

    La respuesta de las empresas a esas subidas salariales es subir otra vez los precios para, a su vez, poder mantener su nivel previo de beneficios. Y vuelta a empezar: más subidas de salarios y luego más subidas de precios. Es una espiral que crece como una bola de nieve y que, como se ve, no tiene nada que ver con la emisión de nuevos billetes por parte del Banco Central de Argentina Cuando la espiral se descontrola, algo que sucede con frecuencia en Argentina, los gobiernos suelen intentar arreglarlo con otra devaluación del peso con el mismo objetivo: intentar ganar demanda externa para la industria nacional. Pero eso vuelve a recalentar la lucha entre asalariados y empresarios por mantener sus niveles de renta y cargar la pérdida de riqueza y de poder adquisitivo sobre las espaldas del otro. En ese caso, la lucha entre empresarios y trabajadores ignora esa situación estructural y ambos lógicamente buscan eludir los costes de las devaluaciones.

    El futuro presidente de Argentina, como Bukele, está creando las condiciones para candidatos disruptivos, y naturalmente, todos los «izquierdistas occidentales» los describirán como «fascistas» (cuando el libertario y el fascista tienen poco o nada que ver) porque no están parándose a seguirle el juego a los mitos progresistas de todo tipo que tanto estamos acostumbrados en España. Sin embargo, lo que nunca parece que va a tener la democracia argentina: un plan a largo plazo y una burocracia capacitada para la tarea de gobernar. En China apostaron la apertura, el desarrollo a ultranza y lo que ellos llaman «socialismo con características chinas», y nos guste o no, aprovecharon muy bien el viento de cola de la época. Por otro lado, casi todas las medidas de Milei parecen una opción vaga en la cual se va inhibir al Estado argentino de realizar un plan más que supuestamente el «mito del mercado» se encargue de desarrollar el país, y pretende bajo dicha idea falsa, y en contra de todas las experiencias de desarrollo más exitosas como Corea del Sur, la Alemania de posguerra, la Francia gaullista, el proteccionista Imperio Británico, la España franquista, los EEUU de la época de Wilson y luego de FD. Roosevelt o la más actual de la China continental, en los que la industrialización y el desarrollo tuvieron una amplia participación estatal. 

    Dolarización o Desdolarización e implicaciones geopolíticas.

    Gran parte de las noticias geopolíticas en los últimos meses ha sido sobre la desdolarización, tanto en buena parte de Asia, como de África, como del comercio de Argentina con China y Brasil, sus dos principales socios comerciales. A finales de abril, el gobierno anunció que comenzará a pagar las importaciones chinas en yuanes en lugar de dólares. Ese mismo mes activó el acuerdo de intercambio de 18.500 millones de dólares, pagando alrededor de 1.000 millones de dólares de sus importaciones chinas en yuanes en lugar de dólares. Argentina ha estado luchando con mantener el valor del peso versus el dólar durante años, pero este año sus reservas de divisas alcanzaron un mínimo crítico después de que una sequía histórica causara pérdidas agrícolas totales de alrededor de 17.600 millones de euros, o el 3% del PIB argentino. La escasez de dólares se está convirtiendo en un problema cada vez más común entre las economías de mercados emergentes, ya que los bancos centrales queman sus reservas de divisas en un intento desesperado por detener la depreciación de sus monedas.

    El candidato más votado, Milei, y la segunda, Bullrich, son los contendientes en octubre, ambos podría decirse que pertenecen a un bloque pro estadounidense, sin embargo, la agrupación dirigida por el economista libertario y congresista Javier Milei que se pinta a sí misma como ferozmente anticomunista y el último bastión de los mitos libertarios en Argentina, y actualmente parece ser una realidad política. Dada la incertidumbre económica y la desesperación que prevalecen en el país, con la inflación aumentando a un récord de 109% año tras año en abril, Milei ha encontrado un terreno fértil para su mezcla ecléctica de demagogia y propuestas de política económica disruptivas.

    Esas propuestas van desde la clásica tarifa libertaria privatizando todo tipo de servicios del Estado, eliminar los controles de divisas y “tomar una motosierra contra el gasto público”, hasta medidas más extremas que un economista podría definirse como “mejor volarlo todo”. Incluyen cerrar el banco central de Argentina, abolir el peso argentino y adoptar el dólar estadounidense como moneda oficial.

    “Si se quiere acabar con la estafa de la emisión monetaria para cubrir el fisco y acabar con la inflación, dado que los políticos argentinos son ladrones, la única forma es cerrar el Banco Central y, al principio [de mi gobierno] dolarizar [ la economía]”, tuiteó Milei.

    La idea goza de un fuerte apoyo entre ciertos economistas estadounidenses. Incluyen al profesor de Johns Hopkins Steve Hanke, quien una vez se desempeñó como asesor del gobierno del presidente Carlos Menem, cuya decisión a principios de los 90 de fijar el peso argentino en un valor totalmente artificial e insostenible (según algunos) de un dólar estadounidense allanó el camino a la crisis financiera según algunos. y la devaluación de la moneda de 2001, de la cual la economía argentina nunca ha podido recuperarse adecuadamente. Las cosas empeoraron mucho en 2016 cuando el gobierno de Macri rescató a los acreedores. Dos años después, solicitó al FMI el mayor rescate en la historia del Fondo, solo para que los fondos de inversión extranjeros pudieran abandonar sus participaciones en bonos argentinos y llevar su dinero al extranjero o denominarlo en dólares.

    El mismo Milei describe a Menem como el mejor presidente de Argentina. También está estrechamente relacionado con Atlas Economic Research Foundation, o Atlas Network, con sede en EE. UU. y financiada por Koch, que desde su creación en 1981 ha forjado asociaciones flexibles con más de 450 grupos de expertos de «mercado libre» en todo el mundo, incluidos muchos en dicha región sudamericana. A su vez, el banco central ha estado quemando sus escasas reservas de dólares mientras intenta detener una caída en el tipo de cambio del mercado paralelo del peso. Según un informe publicado por una consultora argentina, los pasivos del país en moneda extranjera ya superan las reservas totales en alrededor de mil millones de dólares, la peor proporción desde la brutal crisis económica del país y las corridas bancarias de principios de la década de 2000.

    La economía de Argentina ya está fuertemente dolarizada dada la caída de valor más o menos ininterrumpida del peso argentino en los últimos 23 años. No sólo se mantienen los ahorros en dólares; muchas transacciones inmobiliarias se realizan en moneda estadounidense. Incluso los alquileres y las transacciones más pequeñas a menudo requieren dólares.

    ¿Una solución rápida con implicaciones peligrosas?

    Pero hay una gran diferencia entre tener un régimen de doble moneda, como es el caso de muchas economías de mercados emergentes con monedas locales débiles, y abandonar por completo su moneda nacional. También existen serias dudas sobre si Argentina podrá adoptar formalmente el dólar incluso si Milei gana las elecciones (y eso sigue siendo un gran «SI»). Para empezar, es poco probable que su agrupación política asegure el control del Congreso o el amplio apoyo político necesario para promulgar tal reforma. Además, reemplazar el peso con el dólar estadounidense requeriría importantes reservas de divisas que el país no tiene actualmente y es poco probable que obtenga, eso podría “desmonetizar” al país si no hay suficientes dólares en circulación en la economía argentina.

    “Argentina no está en condiciones de emprender la dolarización porque esto requiere reservas en dólares del Banco Central que no tiene”, dijo el economista Julián Zícari, quien escribió un libro sobre la historia de las crisis económicas de Argentina, y agregó que “intentar [dolarizar] causar una evaporación completa de los salarios y las pensiones”. También significaría el fin de cualquier apariencia de soberanía argentina, como advirtió el economista surcoreano Ha-Joon Chang durante una reciente visita al país:

    “Si desea adoptar dólares como su moneda oficial, debe solicitar convertirse en una colonia de los Estados Unidos de América porque eso es lo que lo hace. Esto significa que sus políticas macroeconómicas se redactarán en Washington DC”.

    En cambio, dijo Ha-Joon Chang, Argentina debería centrarse en crear nuevas instituciones fiables, escalar la calidad y valor de las exportaciones, y así tener acceso a divisas destinadas a aumentar las inversiones. Pero para hacer todo eso, Argentina tendrá que estabilizar su situación macroeconómica ya que eso significa no abordar las innumerables causas de las crisis económicas que enfrenta con frecuencia, incluida su excesiva dependencia de las importaciones y su incapacidad crónica para generar suficientes exportaciones, lo que a su vez conduce a una escasez crónica de reservas extranjeras e inversión productiva.


    Sea lo que sea que haga el candidato ganador, estoy seguro de que el camino, si es que el país sudamericano tiene salvación, será un camino duro que obviamente, y en eso le daremos la razón a Milei, hace falta “entrar con la motosierra” al respecto la realidad realmente existente en la República de la Argentina.

  • Sobre coste de las grandes Fuerzas Armadas de Estados Unidos:

    En su mensaje a las tropas antes del 4 de julio, el Secretario de Defensa Lloyd Austin ofreció grandes elogios. “Tenemos la mayor fuerza de combate en la historia de la humanidad”, tuiteó, conectando esa afirmación con que EE. UU. tiene patriotas de todos los colores, credos y antecedentes “que valientemente se ofrecen como voluntarios para defender nuestro país y nuestros valores”.

    Como teniente coronel retirado de la Fuerza Aérea de origen de clase trabajadora que se ofreció como voluntario para servir hace más de cuatro décadas, ¿quién soy yo para discutir con Austin? ¿No debería simplemente disfrutar del resplandor de sus elogios para las tropas de hoy, reflexionando sobre mi propio servicio honorable cerca del final de lo que ahora debe considerarse como la Primera Guerra Fría?

    La hipérbole es común en la administración norteamericana y en su cultura popular. Poco después de los ataques del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush se jactaba de que este país tenía “la mayor fuerza para la liberación humana que el mundo haya conocido jamás”. También en un discurso de ánimo dado a las tropas estadounidenses en Afganistán en 2010, el presidente Barack Obama las declaró “la mejor fuerza de combate que el mundo jamás haya conocido”. Lo curioso de los estadounidenses, es que esa “fuerza incomparable”, y lo qué significaba eso para una república de los EEUU es que alguna vez se había visto grandes ejércitos permanentes y la guerra constante como anatemas a la libertad. Esto era claro especialmente en los padres fundadores.

    En retrospectiva, la respuesta es demasiado sencilla: los estadounidenses necesitan algo de lo que jactarse, ¿no es así? En la “nación excepcional”. Después de todo, este país ya no puede jactarse de tener los mejores resultados educativos del mundo, ni el sistema de salud, ni la infraestructura más avanzada y segura, ni la mejor política, así que mejor que podamos jactarnos de tener “la mayor fuerza de combate” jamás vista. Dejando ese alarde a un lado, los estadounidenses ciertamente podrían presumir de una cosa que este país tiene sin comparación: el ejército más caro que existe y posiblemente exista durante muchísimo tiempo en el futuro próximo. Ningún país se acerca siquiera a ese compromiso de fondos para guerras, armas (incluidas las nucleares en el Departamento de Energía) y el dominio mundial. De hecho, el presupuesto del Pentágono para “defensa” en 2023 excede el de los próximos 10 países (¡en su mayoría aliados!) combinados.

    De todo esto surgen dos preguntas: ¿Realmente están obteniendo los estadounidenses algo de lo que pagan tan caro: las mejores, mejores y más excepcionales fuerzas armadas de la historia? E incluso si lo somos, ¿debería un país realmente querer tal cosa?

    La respuesta a ambas preguntas es, por supuesto, no. Después de todo, Estados Unidos no ha ganado una guerra de manera convincente desde 1945. Si este país sigue perdiendo guerras de manera rutinaria y, a menudo, catastróficamente, como lo ha hecho en lugares como Vietnam, Afganistán e Irak, ¿cómo podemos decir honestamente que poseemos la mayor fuerza de combate del mundo? Y si, no obstante, persistimos en tal jactancia, ¿no se hace eco de la retórica de los imperios militaristas del pasado? En realidad, creo que Estados Unidos tiene el ejército más excepcional, pero no en la forma en que afirman sus impulsores y porristas como Austin, Bush y Obama. ¿Cómo es que el ejército de los EE. UU. es realmente “excepcional”? Déjame contar las formas.

    -El Pentágono como agujero negro presupuestario.

    En muchos sentidos, el ejército de los EE. UU. es realmente excepcional. Comencemos con su presupuesto. En este mismo momento, el Congreso está debatiendo un colosal presupuesto de “defensa” de $886.000 millones para el año fiscal 2024 (y todo el debate es sobre temas que tienen poco que ver con las fuerzas armadas). Ese proyecto de ley de gastos de defensa, como recordarán, fue de “solo” $740.000 mil millones cuando el presidente Joe Biden asumió el cargo hace tres años. En 2021, Biden retiró las fuerzas estadounidenses de la desastrosa guerra en Afganistán, teóricamente ahorrando al contribuyente casi $50.000 mil millones al año. Sin embargo, en lugar de obtener cualquier tipo de dividendo de paz, los contribuyentes estadounidenses simplemente recibieron una factura aún más alta a medida que el presupuesto del Pentágono seguía aumentando.

    Recordemos que, en sus cuatro años de mandato, Donald Trump aumentó un 20% el gasto militar. Biden ahora está listo para lograr un aumento similar del 20% en solo tres años en el cargo. Y ese aumento en gran medida ni siquiera incluye el costo de apoyar a Ucrania en su guerra con Rusia; hasta ahora, entre $120.000 millones y  $200.000 millones según la fuente, y sigue aumentando.

    Los colosales presupuestos para armas y guerra disfrutan de un amplio apoyo bipartidista en Washington. ¡Es casi como si hubiera un complejo militar-industrial del lobby de las armas en el Congreso de EEUU trabajando aquí! (y lo hay) La mayoría de las ideas a este respecto, y en lo que estoy pensando es en cierto discurso de despedida de Dwight D. Eisenhower en 1961. Sin embargo, y actualmenta ahora hay un enorme agujero negro del presupuesto federal en el que iIncluso cuando el Congreso y el Pentágono supuestamente tratan de hacer cumplir la disciplina fiscal de EEUU, si no la austeridad en otros lugares, la aplastante atracción gravitatoria de ese agujero sigue absorbiendo más dinero. Y esto es a veces incluso independiente de una supuesta guerra fría con China y Rusia.

    Dada su naturaleza de tragar dinero, tal vez no le sorprenda saber que el Pentágono es notablemente excepcional cuando se trata de auditorías fiscales fallidas, cinco de ellas seguidas (siendo la quinta falla un «momento de enseñanza», según su director financiero), ya que su presupuesto siguió aumentando. Ya sea que esté hablando de guerras perdidas o auditorías fallidas, el Pentágono es eternamente recompensado por sus fallas. Intente administrar un negocio o una administración que no cuenta el respaldo del dólar y de la nación más rica en términos nominales del mundo sobre esa base y vea cuánto dura.

    Hablando de todas esas guerras fallidas, tal vez no te sorprenda saber que no han sido baratas. Según el Costs of War Project de la Universidad de Brown, aproximadamente 937.000 personas han muerto desde el 11 de septiembre de 2001 gracias a la violencia directa en la “Guerra global contra el terrorismo” de este país en Afganistán, Irak, Libia y otros lugares, a su vez, la muerte de otros 3,6 a 3,7 millones de personas puede atribuirse indirectamente a esos mismos conflictos posteriores al 11 de septiembre, unidas a las actividades en 85 países.

    Ninguna otra nación en el mundo ve a sus fuerzas armadas como «una fuerza global para el bien». Ninguna otra nación divide el mundo entero en comandos militares como AFRICOM para África y CENTCOM para el Medio Oriente y partes de Asia Central y del Sur, encabezados por generales y almirantes de cuatro estrellas. Ninguna otra nación tiene una red de 750 bases extranjeras repartidas por todo el mundo. Ninguna otra nación lucha por el dominio de espectro completo a través de «operaciones de todos los dominios», es decir, no solo el control de los «dominios» tradicionales de combate (tierra, mar y aire), sino también del espacio y el ciberespacio. Mientras que otros países se centran principalmente en la defensa nacional (o en agresiones regionales de un tipo u otro), las fuerzas armadas de EE.UU. se esfuerzan por lograr un dominio global y espacial total. ¡Esto es algo, sea simpatizante o no de EEUU, algo verdaderamente excepcional!

    Extrañamente, en esta interminable e ilimitada búsqueda de dominio, los resultados simplemente no importan. ¿La guerra de Afganistán? Estropeado, chapucero y perdido. ¿La guerra de Irak? Construido sobre mentiras y al final fallido (a pesar del éxito de las operaciones militares). ¿Libia? Vinimos, vimos, murió el líder de Libia (y tantos inocentes) y luego dejo de importar, dejándole el peso de presión demográfica a la UE. Sin embargo, nadie en el Pentágono fue castigado por ninguno de esos fracasos. De hecho, hasta el día de hoy, sigue siendo una zona libre de rendición de cuentas, exenta de supervisión significativa. 

    De hecho, las pocas “excepciones” dentro del complejo militar-industrial-congresional que defendieron la rendición de cuentas, personas de principios como Daniel Hale, Chelsea Manning y Edward Snowden, fueron encarceladas o exiliadas. De hecho, el gobierno de EE.UU. incluso conspiró para encarcelar a un editor extranjero y activista en favor de la transparencia, Julian Assange, quien publicó la verdad sobre la guerra estadounidense contra el terrorismo, utilizando una cláusula de espionaje de la era de la Primera Guerra Mundial que solo se aplica a los ciudadanos estadounidenses.

    El registro es aún más sombrío que eso. En nuestros años de guerra posteriores al 11 de septiembre, como admitió el presidente Barack Obama, «torturamos a algunas personas», y la única persona castigada por eso fue otro denunciante, John Kiriakou, quien hizo todo lo posible para llamar nuestra atención sobre esos crímenes de guerra. 

    En lo que respecta a disuasión nuclear, Estados Unidos continúa reservándose el derecho de usar armas nucleares primero, presumiblemente en nombre de la protección de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Y, por supuesto, a pesar de los países, ¡nueve! — que ahora poseen armas nucleares, EE. UU. sigue siendo el único que las ha utilizado en tiempos de guerra, en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

    ¡Finalmente, resulta que los militares son incluso inmunes a las decisiones de la Corte Suprema, el máximo orden jurisdiccional en el país americano! Cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó recientemente la discriminación positiva para la admisión a la universidad, creó una excepción para las academias militares. Escuelas como West Point y Annapolis aún pueden considerar la raza como algo a sobrenatural de sus reclutas, presumiblemente para promover la cohesión de la unidad a través de la representación proporcional de las minorías dentro de los rangos de oficiales, pero nuestra sociedad en general aparentemente no requiere equidad racial para su cohesión.

    Esta es una de mis frases favoritas de la película The Usual Suspects: «El truco más grande que el diablo jamás hizo fue convencer al mundo de que no existía». El mayor truco del poder militar del hegemón es que disimula muy bien lo que supone dedicarse al dominio global para su población. Como señala Norman Solomon en su revelador libro War Made Invisible, el complejo militar-industrial-congresional se ha destacado por camuflar las atroces realidades de la guerra, haciéndolas casi totalmente invisibles para el pueblo estadounidense. Estados Unidos es una nación perpetuamente en guerra, sin embargo, la mayoría de sus nacionales viven sus vidas con poca o ninguna percepción de esto. Ya no hay servicio militar obligatorio. No hay campañas de bonos de guerra. No se pide que hagas sacrificios directos y personales. Ni siquiera se le pide que preste atención, y mucho menos que pague -al menos directamente- (a excepción de esos presupuestos de casi un billón de dólares al año y los pagos de intereses sobre una deuda nacional que se dispara, por supuesto).

    ¿Es realmente un progreso que un ejército más diverso en términos de “color, credo y antecedentes”, para usar las palabras del Secretario de Defensa Austin, haya matado y esté matando a tantos pueblos no blancos en todo el mundo? Por supuesto, el ejército de los EE. UU. no es el único culpable aquí. Los oficiales superiores afirmarán que su deber no es hacer política en absoluto, sino servir cuando el presidente y el Congreso les ordenen. La realidad, sin embargo, es diferente. El ejército está, de hecho, en el centro del gobierno en la sombra de Estados Unidos con una enorme influencia sobre la formulación de políticas. No es simplemente un instrumento de poder; es poder, y excepcionalmente poderoso en eso. Reconocerlo seguramente formalizaría el poder real, en el que las políticas públicas del hegemón mundial desde luego no vienen en casi ningún caso influenciadas y defendidas por esa abstracción llamada “pueblo” o nación.

    Sin embargo, debo admitir que, a pesar de la interminable celebración del excepcionalismo y la «grandeza» de nuestras fuerzas armadas, un fragmento de las Escrituras católico que creo que es útil aquí independientemente de la situación y de la creencia individual es que: el orgullo va antes de la destrucción y el espíritu altivo antes de la caída. 

    Decadencia y gasto militar.

    Irónicamente, lo que la URSS tiene más en común con la URSS es el gasto paralizante del Estado (militar) como porcentaje del PIB/PNB: en los años 70, la URSS gastaba un porcentaje equivalente muy elevado de su producto nacional en las fuerzas armadas como lo hace EE.UU. ahora. La parte más «soviética» de la economía americana son las Fuerzas Armadas; si realmente se opusiera a este tipo de gasto pondría en duda el imperio global americano.   Esto es extremadamente contrario a la intuición para la gente de hoy, pero Estados Unidos se parece más a la Unión Soviética desde la caída de la Unión Soviética, porque parte de lo que provocó el colapso de la Unión Soviética fue que Estados Unidos aumentó su gasto estatal en el ejército. en un grado sin precedentes (descontando la Segunda Guerra Mundial). 

    El Estado profundo estadounidense se «sovietizó» en su guerra con la Unión Soviética, y después del colapso de la Unión Soviética, no hubo una retirada correspondiente de fondos al Estado estadounidense, sino una expansión más allá incluso de los niveles de la Guerra Fría en su empresa de dominación global en el mundo unipolar. Incluso cuando invadieron Afganistán como la Unión Soviética en los años 80. De hecho muchos creen que EEUU a seguir los pasos de la Unión Soviética. 982: «La CIA también nos dice que la Unión Soviética está gastando entre el 12 y el 14 por ciento de su PNB [en el ejército] en comparación con el 5 o 6 por ciento de Estados Unidos».

    En 2023 estamos gastando más que nadie en alrededor del 3,1% — Rusia está gastando alrededor del 2,7% en una guerra directa con un Estado colindante a su territorio — China gasta alrededor del 1,7%: «La CIA también nos dice que la Unión Soviética está gastando entre el 12 y el 14 por ciento de su PNB [en el ejército] en comparación con el 5-6 por ciento de Estados Unidos». Obviamente es difícil saber si ese gasto excepcionalmente alto para una economía tan grande es determinante, pero como mínimo es un dato que debería llamar la atención.

  • Sobre Simón Bolívar, la Gran Colombia y el «genio hispánico».

    Bolívar es un personaje interesante, en tanto recuerda al típico monarca sin corona que quiere instituir una dictadura republicana modernista. La dictadura comisaria de la que habla Schmitt siquiera se adapta al contexto venezolano porque no pretende ser temporal, sino que replicarse en el tiempo. Sin embargo, el Bolivarianismo histórico (que no se limita al chavismo, y más bien el chavismo lo pervirtió) no parece pretender tampoco una realeza como quería el bonapartismo. Bien podríamos denominarlo como una personificación del caudillismo inspirado por el genio hispánico.


    Por eso es tan difícil entender dicho movimiento desde el fundamentalismo democrático moderno europeo. El Bolivarianismo es una monarquía vitalicia sin corona, cuando Bolívar decía que Venezuela era un cuartel, Quito un convento y Colombia una universidad estaba tratando de representar el ethos venezolano y la constitución material de los pueblos de la Gran Colombia bajo un gran líder, aún cuando muchas veces fue más jacobino que al estilo del centralismo peninsular.


    En la figura de Bolívar, como español veo esa herencia hispana del pretorianismo militar bajo un líder que podemos ver en Arsenio Martínez Campos, Miguel Primo de Rivera, en Franco, en Riego, en Espartero (quién se le acusó de querer ser un monarca sin corona), en Narváez, en Varela hombres sin corona ni realeza que se hacen con el poder.


    Podría arriesgarme afirmando que el centralismo que existía en su mente, que tanto desagradó a caraqueños y bogotanos era castellano pero el que practicó gran parte de su vida política, fue jacobino, eso desagradó a las élites que defendían el Federalismo de la Gran Colombia, desagradando en gran manera al colombiano Santander o al venezolano Páez que terminaron por disolver el núcleo del «sueño de Bolívar».


    Volviendo a la cuestión del decisionismo militar podemos verlo en pensadores españoles tanto regeneracionistas como tradicionales como Unamuno, Joaquín Costa y Donoso Cortés, aún adaptándose a las características de la España de su época (posterior). La característica del caudillo es muy común en el mundo hispánico y negar su importancia histórica independientemente de lo que se piense de esos personajes (Bolívar y los antes mencionados) es faltarle a la historia.


    El principal enemigo de Bolívar y su proyecto de Gran Colombia muchas veces siquiera fueron solo los propios españoles, sino las propias oligarquías carqueñas y de Bogotá. Junto con la alineación con potencias extranjeras que siempre prefirieron la balcanización de la región. Hoy en día su proyecto se encuentra enterrado porque el bolivarianismo es una degeneración izquierdista malograda por el chavismo.


    El rechazo a lo que se pudo llamar «el sueño de Bolívar» se produjo en los sectores liberales de Lima, Quito, Bogotá y Caracas. Ni Bolívar ni los bolivarianos pudieron superar el escollo, para que el proyecto de una república autoritaria con un dictador republicano condujera a algo real, eso término en la desaparición de Colombia. De hecho, el propio Bolívar en el fin de su vida lo denominó como una tarea que suponía «arar en el mar”.


    Obviamente desde la distancia que tiene un peninsular como yo, no puedo hacer una condena a la totalidad del personaje, sino tomarlo como alguien que pertenece a nuestra civilización y que encarnó nuestro ethos para unos fines determinados. A día de hoy Bolívar y su «mito del Libertador» debe inspirar tanto a Venezuela como España, pero como una síntesis fundante de algo positivo, como un representante del «genio hispánico».


    La conclusión y enseñanza, además del mensaje que yo quiero transmitir, es que los países de herencia hispana debemos reconciliar el Imperio y los libertadores para crear una suerte de nueva identidad como ya han hecho otros países entre lo viejo, y el mito fundador más moderno, o como ya han hecho los rusos con lo soviético, el tradicionalismo ortodoxo y el nacionalismo ruso, los chinos con la cultura tradicional anterior al maoísmo y el maoísmo. Aquí el estudio de la figura de Bolivar adquiere como es obvio una importancia evidente para entender y acometer dicha tarea.

  • Espacio postsoviético, Wagner y élite gobernante en Rusia.

    ¿Hacia dónde va Rusia? El motín de Prigozhin parece difícil de entender. Y eso puede ser parte de la estrategia. Muchas historias de golpes suenan sombrías incluso en retrospectiva, ya que a menudo incluían algunos elementos que nadie fuera de la mente del jugador tiene ni siquiera una idea de lo que está sucediendo hasta días, semanas o incluso meses después.


    Así que hablemos de las consecuencias. Levantar un motín en el sur, lejos de la capital, puede parecer un plan tonto. A menos que esto no fuera un plan en absoluto. Mi hipótesis y está muy limitada es que parece un falso comienzo. El orden de los hechos ya sido:
    23 de junio – Motín de Wagner
    24-25 de junio – «Velas Escarlatas» en San Petersburgo (Se esperaba que vinieran tanto Putin como Medvedev a dicho acto).
    25 de junio – Wagner y su líder no consiguen todos los objetivos, su líder se exilian.
    Próximamente- Hipotéticos cambios en el ministerio de defensa e integración de Wagner en la estructura de seguridad, envío de los miembros a operaciones en África.


    La élite gobernante es ante todo una élite de San Petersburgo. El núcleo del liderazgo ruso, incluidos Putin, Medvedev y muchos otros, incluido Prigozhin. Estos eran originalmente una extensa red de compinches de San Petersburgo. Con la sucesión de Putin en 2000 se convirtieron en el régimen. Levantar un motín en el sur es un plan subóptimo para un golpe. Apoderarse tanto del emperador (Putin) como de su heredero aparente (visto así por las élites) es el mejor plan que jamás haya existido. No tengo ninguna prueba de ello. Es justo lo que tiene sentido. Esto es lo que cualquier persona razonable pensaría.


    Un plan algo subóptimo para marchar de Rostov-Don a Moscú tiene más sentido si no fuera un plan en absoluto, sino una solución de respaldo una vez que el Plan A no funcionó para un golpe en un país hipercentralizado, en el que estaría apoderándose tanto del gobernante como de su heredero. El festival Velas Escarlatas es la celebración anual que culmina el Festival de las Noches Blancas en San Petersburgo. Su simbolismo se basa en la novela de Alexander Grin, y todo el mundo en Rusia sabe que Putin suele visitarlo. Fue en 2022. En 2023, se esperaba que fuera con Medvedev.


    Para resumir, esto parece una operación de inicio en falso que tuvo que lanzarse antes de lo planeado. Tal vez, solo un día antes. Al menos eso es lo que pienso de este motín . La otra es que sea una estrategia de chantaje bajo la lógica interna del líder de Wagner basada en la idea de que el Kremlin ceda más cuota de poder a Prigozhin. Eventos como estos a menudo salen mal porque el planificador actúa únicamente influido por su lógica interna. En este caso, Putin podría tener un motivo para organizar un conflicto interno para justificar salirse del externo, o para endurecer sus medidas de control interno. Por el motivo interno que no tiene en cuenta lo que hace el sitiado como respuesta, por eso es extremadamente arriesgado. Todo puede salir mal y muy a menudo lo hace.


    El propio Ramzan Kadyrov recordó que Prigozhin se iba a convertir en el futuro Kornilov, un general conocido por un intento de golpe consevador contra Kerensky y los soviets. Es muy probable que la rebelión de Kornilov en septiembre de 1917 involucra el juego Alexander Kerensky de creciente hostilidad del general ante el izquierdismo y los leninistas fuera incluso beneficiosa para los bolcheviques. Funcionó en cierto sentido, suprimieron a Kornilov. Y al hacerlo, allanaron el camino a los bolcheviques.


    El Septiembre de 1917 propicia la Revolución de Octubre. Curiosamente, el propio Putin está trazando paralelos con 1917: «Las acciones que socavan nuestra unidad constituyen la apostasía de la nación… Esta es una puñalada por la espalda de nuestro país y nuestro pueblo. Exactamente este tipo de puñalada por la espalda ocurrió en 1917, cuando nuestro país luchó en la Primera Guerra Mundial».


    Estos paralelismos no son accidentales. Lo que está sucediendo es que Rusia es una potencia en decadencia en la que hay muchos centros de poder alternativos. Si bien la mayoría de los observadores discuten la posible caída del régimen de Putin, hubiera sido más exacto enmarcarlo como el final del régimen de Lenin. O mejor aún, de la assabiyah (solidaridad) de Lenin. Según Ibn Khaldun, una assabiyah vive típicamente durante cuatro generaciones: desde la conquista hasta la caída. Muy, muy raramente sobrevive a este lapso. Si no recuerdo mal, el mismo Ibn Khaldun no encontró una grupo social para la acción colectiva concertada durará más que ese tiempo. Cuatro generaciones, y eso es todo.


    Para el régimen ruso actual, su conquista fundacional ocurrió en 1917. La revolución fue una ruptura radical, en el sentido de que reemplazó por completo a las élites preexistentes. Las antiguas clases dominantes fueron perseguidas hasta el olvido y, a menudo, exterminadas físicamente.


    Lo que siguió a continuación fue nuevamente la dinámica típica del assabiyah. La assabiyah inicialmente democrática, una vez una amplia coalición de fuerzas heterogéneas, se consolida en una estructura jerárquica centralizada con el dogma codificado encabezado por un Gobernante Supremo semidivino (Stalin). A partir de ahí todo degenera hasta lo que es Rusia hoy.


    En ocasiones, el «Gobernante supremo» usurpa toda la gloria de la conquista solo para él y se deshace de sus viejos camaradas. Pero con todos los innumerables viejos miembros del partido purgados, igualmente 1937 no constituye una ruptura en ninguna parte comparable con la de 1917.


    Entonces, una vez que el usurpador muere, puede tener un intento exitoso de restauración «aristocrática». Incluso diría que el discurso público sobre Stalin y las represiones de Stalin tiene un fuerte sabor aristocrático. Mucho de esto es solo la crítica aristocrática de una monarquía absoluta. De ahí el enfoque exagerado en las purgas específicamente contra los viejos bolcheviques en la propaganda de después de Stalin.


    Putin puede ser crítico con Lenin y su legado. Pero los orígenes del régimen actual se remontan a 1917. El régimen de Lenin ha evolucionado orgánicamente hasta convertirse en el de Stalin, el de Stalin en el de Kruschev y todo el camino hasta Putin sin rupturas radicales ni reemplazo de las élites sustancialmente.


    Con esa evolución el primer ministro de la época, Kirienko presenta al recién nombrado director del FSB, Vladimir Putin, al Servicio de Seguridad Federal, lugar donde empezó a ser lo que es ahora Putin. Por cierto: no solo presentó a Putin. 46/85 de los gobernadores de Rusia se graduaron de la «escuela de gobernadores» dirigida por Kirienko. Más de la mitad de las regiones rusas son administradas directamente por sus hombres.


    Las élites regionales no alineadas con esa aristocracia los odian a todos. «Malditos zombis» es un comentario muy típico. «Zombies» debe leerse como una descripción metafórica. Zombis (en este contexto) = personas a las que les han lavado el cerebro con cierta enseñanza pseudocientífica y tan entrenadas en las prácticas de metodología, que simplemente no puedes tratar, comunicarte o incluso negociar con ellos.




    ¿Entonces qué ocurre con esa cultura de élite?


    En un país como Rusia el mayor privilegio que uno puede tener es el acceso al Abassiya. El acceso al cuerpo de élite. Si no comprende completamente lo que significa el Acceso al Cuerpo, entonces debe leer este poema, centrándose especialmente en la estrofa 3 y 4 de “Mi árbol genealógico” (Pushkin).


    «Mi abuelo no vendía tortitas,
    no ennegrecía los zapatos del zar,
    no cantaba en el coro de la corte,
    no saltaba al rango de príncipes de ser khokhols (cosacos) ucranianos. Entonces, ¿cómo puedo ser un aristócrata?»


    Es una descripción muy precisa de cómo funciona la movilidad social en el imperio. Putin y Kirienko descienden de la assabiyah de Lenin. Sus antepasados eran miembros menores, con estatus de sirvientes, servían comida a la mesa de Lenin (metafóricamente). Pero eran miembros, no obstante del servicio en la mesa de la élite (ya sea literalmente o no), una receta perfecta para la movilidad social ascendente. La assabiyah evolucionó desde 1917 hasta 2023 en gran medida de forma ininterrumpida. No hubo reemplazo importante. Y ahora es realmente un régimen viejo. Putin es la tercera generación. Kirienko es el cuarto. ¿Romperán la regla de Ibn Khaldun? Lo que le espera a Rusia es el reemplazo radical de las élites o romper esa regla.


    Discutir los acontecimientos políticos en Rusia como «la caída del régimen de Putin» es estropear el marco con el que se analiza. No se trata de la caída de Putin. Se trata de la desaparición de toda la assabiyah. El reemplazo de las élites posterior a 1917 fue limitado en escala. Después de 1953, fue en gran parte cosmético. En la década de 1990, en gran medida, solo los líderes del Komsomol cambiaron un letrero en la puerta de su oficina: NTTM «de propiedad comunitaria» -> AMK de propiedad privada.


    La década de 1990 no interrumpió la continuidad de las élites de la era soviética. Falta saber si nuestra presente en marcha lo hará. La comunidad política occidental solía discutir si la caída y el colapso del régimen ruso serían ventajosos o riesgosos. Y el incidente de golpe fallido del líder Wagnerita siempre se puede interpretar como una debilidad por la fragmentación del poder interno. El conflicto entre Rusia y Ucrania es una continuación del colapso en curso de la Unión Soviética en 1991. No terminará hasta que todas las oligarquías restantes hayan sido destruidas o absorbidas por la OTAN o Rusia consolide una esfera de influencia clara y satisfactoria. Las fuerzas que impulsan el colapso son internas, pero el beneficiario de este colapso en curso será la OTAN.


    La concentración y centralización del poder es una cuestión, especialmente a nivel mundial, y Rusia desde hace décadas solo ha perdido espacios. En cada paso del proceso, Rusia ha agarrado el poder y solo ha terminado entregando los espacios de la Unión Soviética en manos de sus enemigos jurados. El pretexto de que Rusia ha utilizado en este conflicto, que está defendiendo los intereses de las minorías de habla rusa en las diversas oligarquías de grupo, nunca fue creíble. Todos los pueblos de la antigua URSS estaban protegidos de caer en la esfera de la OTAN o de sus aliados, pero Rusia eliminó dicha superestructura en una situación de no retorno, algo que sin embargo empezó con los bolcheviques y su política de nacionalidades. Rusia, y solo Rusia, puso a la Unión Soviética y el espacio post sovietico en la situación actual, y esto consumirá a Moscú y a la oligarquía de Putin siempre que decidan pelear su influencia en dicho espacio geopolítico.


  • Seducción y narcisismo como mecanismos sociales en el Occidente Liberal.

    Leyendo a Christopher Lasch (crítico social estadounidense) y estoy considerando cuánto el «narcisismo patológico» se basa en la seducción, es decir: la personalidad narcisista se basa en dominar la subjetividad del otro a través de una sumisión dramática al deseo del otro, solo para desarrollar una dependencia por este falso reconocimiento.


    El desempeño de la humildad y la deferencia hacia el otro, solo para acercar al otro es diametralmente opuesto a eso. En un estado de narcisismo civilizatorio como ocurre en Occidente, la técnica de la seducción se domina de forma más sutil con la tecnología: la seducción es estupefacción, es cuando te “vuelves estúpido” por una actuación, en este estado de estupefacción tus facultades cognitivas están dañadas, eres más sugestionable , porque crees que estás viendo cumplidos tus deseos.


    Como sociedad estamos encadenados de muchas formas—simplificando— el sujeto que es seducido, e inconsciente de su estado de estupefacción es peligroso. El simp (el opuesto del narcisista, excesivamente abnegado) es estúpido, y el simp es también el «cuck» (tonto útil) que es seducido y aprovechado, son dos conceptos anglosajones que nos sirven para ejemplicarlo.


    Estas terminologías que proliferan en el internet anglosajón en este momento son el resultado de un edificio tecnológico. Esto ocurre en otras redes sociales con la omnipresente pornografía (en los sentidos más literal y metafórico simultáneamente), es decir explicitamente y no explícitamente: no es solo el sexo, sino la metáfora del sexo, lo que vende.


    La seducción vende, y el buen marketing es seductor, cumple un deseo y sugiere una realización final del deseo que siempre depende de la sumisión. Hay una «guerra cultural» constante porque la seducción perpetua siempre es insatisfactoria, y el resentimiento se desarrolla en el sujeto que es «aprovechado» .


    Todos también están advirtiendo sobre la “seducción” de los demás como una forma de seducir, no te estoy seduciendo, es mi competencia la que te está seduciendo con falsas promesas, sin embargo eso tiene consecuencias reales. Esta es la economía de la atención, donde la capacidad de “seducir la atención” se recompensa más allá de cualquier medida normativa en comparación con sociedades pasadas.


    El seductor se sale con la suya ahora más que nunca en la historia porque nuestra sociedad es una mezcla entre espectáculo, hedonismo y payasos a todas horas y todos lados, se compite por la escasez de esta. El actor o “celebridad”, por ejemplo, gana más dinero en esta sociedad que en cualquier otra sociedad en cualquier otro momento de la historia.


    Un montón de gerentes y burócratas ganan más que nunca porque se supone que gobiernan instituciones (aunque realmente el trabajo lo hacen mandos medios y bajos), pero sus cargos solo se justifican bajo esa gestión seductiva dentro de las corporaciones (solo vean la cantidad de gente incapaz de definir su propio trabajo).


    Estos gladiadores de la seducción representan en sí mismos el fin último del narcisista —ser capaz de dominar a través del “ser adorado”— convertirse en objeto de deseo como pantalla para convertirse en sujeto dominante.


    Este es el espíritu para el que sea cristiano del anticristo, esta forma paródica de mesianismo, el mesías del yo, de la anarquía, que predomina en las sociedades liberales. El vendedor, terapeuta, seductor, el Cristo de la «autoafirmación», la caridad ostentosa filantrópica, el video con el palo selfie de las «buenas obras» virales, el alarde de «mírame siendo tan humilde».


    Todo esto es la seducción de la imagen. La seducción requiere el abuso de la virtud de esta manera: es bueno amar la belleza, pero no es bueno dejarse seducir por su apariencia. Aunque no sean santos de mi devoción, los puritanos describieron el fin de los tiempos como el tiempo de la «seducción universal», e independientemente si el lector cree o es ateo, es una buena descripción de nuestro presente en marcha.

  • Financiarización y el Orden Internacional Capitalista.

    David Graeber, un filósofo anarquista estadounidense difundió una gran idea: que la financiarización del desarrollo tecnológico centrada en la economía de servicios otorgaba la autoridad de la planificación central a los intereses tecnológicos financieros burocráticos, como la vigilancia, las señales de inteligencia, los medios, etc.  Los intereses industriales en realidad estaban optando, después de la financiarización, por utilizar formas menos avanzadas de producción industrial en el extranjero en lugar de desarrollar medios más avanzados para la producción automatizada. Esto se debía a que la automatización requiere y requería de mayor inversión a corto-medio plazo. Por eso se externalizó. 

      Los avances, durante largo tiempo fueron en un momento financiados por el motivo de la ganancia, las industrias buscarían una producción más eficiente, Marx describe todo esto, pero estos días han terminado hace mucho tiempo, incluso con el auge de la iniciativa pública durante principios del siglo XX en tecnologías punteras se volvió más claro.  A su vez, el motivo de la ganancia existe hoy como una ficción pues el crédito lo determina todo. Las ganancias se contabilizan, tomadas en forma estratégica.  

    Las ganancias están sujetas a impuestos y muchas veces estos aumentan progresivamente entonces, ¿por qué querría una empresa, especialmente una gran corporación tener ganancias cuando, en cambio, podría pagarse bonos mediante la recompra de acciones, comprar o adquirir parte de la competencia, comprar poder blando en el estado regulatorio, donar a sus propias organizaciones benéficas y obtener una deducción de impuestos al solo reclamar ganancias en paraísos fiscales?  

    Michael Hudson amplía esto más allá de Graeber, describiendo la economía basura del “capitalismo simulado” que en realidad es una regresión a las relaciones precapitalistas que privilegiaban el rentismo y las tendencias oligárquicas.  El capitalismo o ser «pro-capitalismo» o «anti-capitalismo» solo significa que crees que el capitalismo existe hoy, y no un sistema parasitario como he apuntado tantas veces. Hudson cree que vivimos en una simulación.  En realidad, el capitalismo industrial descrito por Marx no existe desde hace al menos un cuarto de siglo. China simplemente está tratando de superar este capitalismo simulado para avanzar por medios industriales más allá de este socialismo financiero atrofiado que es fundamentalmente parasitario, una soberanía de la contabilidad y vigilancia global: guerra simulada, ingeniería social, operaciones psicológicas, uso masivo del poder blando entre otros. 

    En consecuencia, la hegemonía global de Occidente se basa en control formal sobre el comercio global (es decir: la simulación del capitalismo bajo un orden internacional financiero militarizado, el “globalismo” de la escuela de economía “neoliberal”, los trotskistas neoconservadores, etc.).  Esta hegemonía global se basa en el poder en el sentido de influencia en todo el espectro, especialmente en el poder de EEUU bajo su imperio exterior.

    Se basa en que este poder nunca será desafiado (dominio de espectro completo), pero debido a su concepción miope del «fin de la historia», no puede ver que la aceleración de China está completamente ligada a su priorización de la producción industrial y no al desarrollo de instrumentos financieros. Las tecnologías de contabilidad («bitcoin”, «realidades digitales» vs redes ferroviarias de alta velocidad, puertos alrededor del mundo.).  La simulación de una política post histórica del “capitalismo del estado del bienestar” que se ha tornado una oligarquía financiera completa se está desmoronando. Se considera que esto es simultáneamente la crisis absoluta de la humanidad global, sin embargo, este sistema lleva tiempo destruyéndose a sí mismo, pues en cierto momento tuvo la hegemonía absoluta e incontestable. En Occidente prevalece la sensación de que el orden sociopolítico-económico que heredamos está entrando en un ciclo de crisis que se acelerará hacia la anarquía civilizatoria.  Esto se entiende como una “anarquía global”, como si Occidente fuera el que aún determina la historia mundial.

    No hay una comprensión real de que en realidad existen alternativas a un sistema financiarizado que planifica mediante la especulación; también podría planificar mediante el avance industrial. Pues buena parte de las ventajas suelen ser tecno-científicas, económicas y culturales, con una prevalencia de las dos segundas, Occidente cree que puede «asegurar una victoria para siempre» con avances que abundan en lo mismo que se ha realizado hasta ahora, como es la de la Inteligencia Artificial, pero es solo el objeto hipostático de «la última tecnología de vigilancia y contabilidad» que luego «automatizará todo». 

     Sin embargo, el «problema de alineación» es otra crisis existencial: ¿cómo nos aseguramos de que la IA mantenga la simulación?  La IA está encadenada por ficciones financieras, reclamos de propiedad intelectual, a su vez, la IA está restringida por la ley de patentes.  La IA en realidad no puede “resolver” los problemas que produce nuestro sistema legal (en el que “la interpretación de la ley” no se “resuelve” sino que se produce discursivamente mediante juicios hermenéuticos.  No se puede automatizar la interpretación de la ley por ejemplo. Tampoco se puede automatizar el Estado y la jerarquización de intereses de este.  De hecho, ha habido una profunda desaceleración del progreso tecnológico porque todo ha sido en tecnologías que no producen plusvalía sino que sólo facilitan la extracción de renta por medio de vigilancia y contabilidad.

    En conclusión, una forma de concebir el mundo como apuntes contables y financieros ha destruido la capacidad de las personas incluso para comprender qué es una economía en este momento. De hecho buena parte del sistema de asignación de recursos que es el sistema financiero se ha convertido en una economía ficticia paralela que es especialmente importante en el mundo desarrollado, concretamente en Europa, EEUU y parte de sus aliados. Algo que daría perfectamente para otra publicación en la que se podría tratar. La “forma de totalitarismo” (si es que creemos que este existe) en el mundo liberal es única en el sentido de que niega su propia autoridad, dejando flotar supuestamente a sus ciudadanos en una «pesadilla de capitalismo de libre mercado» simulado, que en realidad está monopolizado por la corporación más grande que existe, en este caso, el Estado de EEUU y los respectivos Estados del “club de la democracia”.

  • Sobre las oligarquías financieras en Occidente: Una perspectiva histórica.

    El ya viejo orden geopolítico y geoeconómico de la posguerra de la Guerra Fría está muriendo y el nuevo está siendo nacido a una velocidad vertiginosa. La tesis principal del Michell Hudson es que se puede leer en su libro The Collapse of Antiquity en el que se propone demostrar que las prácticas económicas/financieras en la Antigua Grecia y Roma, los pilares de la civilización occidental, prepararon el escenario para lo que está sucediendo hoy frente a nuestros ojos: un imperio reducido a una economía rentista, colapsando desde dentro. Quizá esto sea demasiado extremo si pensamos en EEUU, pero no deja de ser algo que uno puede vislumbrar por algunas señales vistas en los últimos años.

    Eso nos lleva al denominador común en todos los sistemas financieros occidentales y el poder que se sustenta en ellos: se trata de un sistema de endeudamiento, que inevitablemente crece por el interés compuesto. Si aquí está el problema: antes de Grecia y Roma, tuvimos casi 3000 años de civilizaciones en todo el oeste de Asia haciendo exactamente lo contrario a crear sistemas de deuda masivos.

    Todos estos reinos sabían de la importancia de cancelar las deudas. De lo contrario, sus súbditos caerían en servidumbre; perder su tierra a manos de un grupo de acreedores ejecutores; y estos generalmente tratarían de derrocar al poder gobernante. Aristóteles lo enmarcó sucintamente: “Bajo la democracia, los acreedores comienzan a hacer préstamos y los deudores no pueden pagar y los acreedores obtienen más y más dinero, y terminan convirtiendo una democracia en una oligarquía, y luego la oligarquía se vuelve hereditaria, y tienes una nueva aristocracia.”

    Esto explica agudamente lo que sucede cuando los acreedores toman el control y “reducen todo el resto de la economía a la servidumbre”: es lo que hoy se llama “austeridad” o “deflación de la deuda”. Entonces, lo que está sucediendo en la crisis bancaria actual es que las deudas crecen más rápido de lo que la economía puede pagar. Y así, cuando la Reserva Federal finalmente comenzó a subir las tasas de interés, esto provocó una crisis para los bancos vista hace unas semanas.

    El surgimiento de oligarquías financieras y terratenientes en sistemas de poder hizo permanentes la servidumbre por deudas y la servidumbre, respaldadas por una filosofía social y legal pro-acreedor que distingue a la civilización occidental de muchas civilizaciones anteriores. A eso se le ha llamado de múltiples formas, desde la actualidad hasta la Antigüedad, pero algunos ejemplos son neoliberalismo, financiarización, capitalismo financiero, economía rentista, tendencias plutocráticas, oligarquías y muchos otros. Luego se dispone a explicar, con detalles insoportables, cómo se consolidó este estado de cosas en la Antigüedad en el transcurso de más de 5 siglos. Uno puede escuchar los ecos contemporáneos de «represión violenta de las revueltas populares» y «asesinatos selectivos de líderes» que buscan cancelar deudas y «redistribuir la tierra a los pequeños propietarios que la han perdido a manos de los grandes terratenientes». El veredicto es implacable: Lo que empobreció a la población del Imperio Romano legó al mundo moderno un cuerpo de principios jurídicos basado en los acreedores.

    Oligarquías depredadoras y “despotismo oriental”.

    El profesor Hudson, en su libro, desarrolla una crítica devastadora de la “filosofía darwinista social del determinismo económico”: una “perspectiva de autocomplacencia” ha llevado a “las instituciones actuales de individualismo y seguridad de crédito y contratos de propiedad (que favorecen los derechos de los acreedores sobre los deudores y los derechos de los propietarios sobre los de los inquilinos) que se remontan a la antigüedad clásica como «desarrollos evolutivos positivos, que alejan a la civilización del ‘despotismo oriental'».

    Todo eso es un mito. La realidad era una historia completamente diferente, con las oligarquías extremadamente depredadoras de Roma librando «cinco siglos de guerra para privar a las poblaciones de su pequeña propiedad, bloqueando la oposición popular a las duras leyes favorables a los acreedores y la monopolización de la tierra en latifundios». Así que Roma, de hecho, se comportó como un “estado fallido”, con “generales, gobernadores, recaudadores de impuestos, prestamistas y cabilderos” exprimiendo plata y oro “en forma de botín militar, tributo y usura de Asia Menor, Grecia y Egipto.» Y, sin embargo, este enfoque de los páramos romanos se ha representado lujosamente en el Occidente moderno como una misión civilizadora “para los bárbaros”, en formas diferentes, pero que se denominó incluso como “la carga del hombre blanco” por las potencias del Segundo Imperialismo europeo.

    Las economías griega y romana en realidad “terminaron en austeridad y colapsaron después de haber privatizado el crédito y la tierra en manos de oligarquías rentistas”. ¿Suena eso a una campana contemporánea?

    Podría decirse que el nexo central del argumento de Hudson está aquí:

    “La ley de contratos de Roma estableció el principio fundamental de la filosofía legal occidental dando prioridad a los reclamos de los acreedores sobre la propiedad de los deudores, eufemismo hoy como ‘seguridad de los derechos de propiedad’. Se minimizó el gasto público en bienestar social, lo que la ideología política actual llama dejar las cosas en manos del ‘mercado’. Era un mercado que mantenía a los ciudadanos de Roma y su Imperio dependientes para las necesidades básicas de patrocinadores y prestamistas adinerados, y para el pan y el circo, en el paro público y en los juegos pagados por los candidatos políticos, quienes a menudo tomaban prestado de los oligarcas ricos para financiar sus campañas”.

    Cualquier similitud con el actual sistema liderado por el Hegemón estadounidense no es mera coincidencia. Hudson: “Estas ideas, políticas y principios a favor de la renta son los que sigue el mundo occidentalizado de hoy. Eso es lo que hace que la historia romana sea tan relevante para las economías actuales que sufren tensiones económicas y políticas similares”.

    Esto nos recuerda que los propios historiadores de Roma – Tito Livio, Salustio, Apio, Plutarco, Dionisio de Halicarnaso, entre otros – “enfatizaron el sometimiento de los ciudadanos a la servidumbre por deudas”. Incluso el Oráculo de Delfos en Grecia, así como poetas y filósofos, advirtieron contra la codicia de los acreedores. Sócrates y los estoicos advirtieron que “la adicción a la riqueza y su amor por el dinero era la principal amenaza para la armonía social y, por lo tanto, para la sociedad”. Eso nos lleva a cómo esta crítica fue completamente borrada de la historiografía occidental. «Muy pocos clasicistas», señala Hudson, siguen a los propios historiadores de Roma que describen cómo estas luchas por la deuda y la apropiación de tierras fueron «principalmente responsables de la decadencia y caída de la República».

    Hudson también nos recuerda que los bárbaros siempre estuvieron a las puertas del Imperio: Roma, de hecho, estaba “debilitada desde dentro”, por “siglo tras siglo de exceso oligárquico”. Así que esta es la lección que todos deberíamos aprender de Grecia y Roma: las oligarquías acreedoras “buscan monopolizar los ingresos y la tierra de forma depredadora y detener la prosperidad y el crecimiento”. Plutarco ya estaba consciente de eso: “La codicia de los acreedores no les trae placer ni beneficio, y arruina a aquellos a quienes perjudican. No labran los campos que toman de sus deudores, ni habitan en sus casas después de desalojarlos”.

    Sobre la pleonexia.

    El dinero importa, la deuda y el interés llegaron al Egeo y al Mediterráneo desde Asia occidental, por comerciantes de Siria y el Levante, alrededor del siglo VIII a. , líderes griegos e italianos, señores de la guerra y lo que algunos clasicistas han llamado consideraban algo parecido  a los mafiosos en los casos impusieron la propiedad de la oligarquía de la tierra.  Esta polarización económica siguió empeorando constantemente. Solon canceló las deudas en Atenas a fines del siglo VI AC, pero no hubo redistribución de la tierra. Las reservas monetarias de Atenas provenían principalmente de las minas de plata, que construyeron y pagaron la armada que derrotó a los persas en Salamina. Puede que Pericles haya impulsado la democracia ateniense como ideal, pero la accidentada derrota que sufrió Esparta en la guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) abrió las puertas a una oligarquía fuertemente adicta a las deudas. Todos los que hayan leído las opiniones de Platón y Aristóteles podemos recordar cómo enmarcaron todo el problema en el contexto de la pleonexia («adicción a la riqueza»), que inevitablemente conduce a prácticas depredadoras y «socialmente dañinas».

    En La República de Platón , Sócrates propone que solo los administradores que no sean ricos deben ser designados para gobernar la sociedad, para que no sean rehenes de la arrogancia y la codicia. El problema con Roma es que no sobrevivieron las narraciones escritas. Las historias estándar se escribieron solo después del colapso de la República. La Segunda Guerra Púnica contra Cartago (218-201 a. C.) es particularmente intrigante, considerando sus connotaciones contemporáneas del Pentágono de EEUU: esto recuerda cómo los contratistas militares cometieron fraude a gran escala y bloquearon ferozmente al Senado para que no los procesara.

    El profesor Hudson muestra cómo eso “también se convirtió en una ocasión para dotar a las familias más ricas de tierras públicas cuando el estado de Roma trató sus donaciones aparentemente patrióticas de joyas y dinero para ayudar al esfuerzo de guerra como deudas públicas retroactivas sujetas a pago”. Después de que Roma derrotó a Cartago, el deslumbrante grupo quería que les devolvieran su dinero. Pero el único activo que le quedó al estado fue la tierra en Campania, al sur de Roma. Las familias adineradas presionaron al Senado y consiguieron quedarse con todo. Con César, esa fue la última oportunidad para que las clases medias obtuvieron un trato justo. En la primera mitad del siglo I a. C. patrocinó una ley de quiebras, amortizando las deudas. Pero no hubo una cancelación generalizada de la deuda. El hecho de que César fuera tan moderado no impidió que los oligarcas del Senado lo golpearan, “por temor a que pudiera usar su popularidad para ‘buscar la realeza’” e impulsar reformas mucho más populares.

    Después del triunfo de Octavio y su designación por el Senado como Princeps y Augusto en el 27 a. C., el Senado se convirtió en una élite ceremonial. El profesor Hudson lo resume en una frase: «El Imperio Occidental se derrumbó cuando no hubo más tierras para tomar ni más lingotes de oro para saquear». Una vez más, uno debe sentirse libre de trazar paralelos con la situación actual de EEUU.

    Nuestro presente en marcha.

    El gran acto revolucionario del capitalismo industrial fue, de hecho, liberar a las economías del legado feudal del terrateniente ausente y la banca depredadora, pero también retrocedió cuando las clases rentistas regresaron bajo el capitalismo financiero”. El capitalismo decimonónico, a priori era un sistema opuesto al rentista y al financiero, en un principio, siendo el caso del industrial y el que abría rutas comerciales el prototipo de “burgués”, esto derrumbó todo el sistema tradicional, además de que construyó una economía que destruía al propietario rentista que normalmente se terminó convirtiendo o en clase trabajadora precarizada, o en nuevo burgués, a su vez fue un sistema que destruyó el orden tradicional de jurisdicciones particulares premoderno.

    Yendo a nuestro presente en marcha, la gran división que vemos hoy parte del hecho de que hoy en día tenemos una serie de potencias, encuadradas mayoritariamente en el mundo Occidental y sus aliados, en los que sus gobiernos tienen una clara tendencia a las oligarquías que hemos mencionado antes, frente a Estados con gobiernos que no se rigen por estos valores, aún cuando en ocasiones participan en la división internacional del trabajo, pero pretenden eventualmente afirmar la soberanía sobre sus tierras, ciudadanos, recursos naturales y simplemente sobre el destino de dichos países, con mayor o menor éxito en el fuero interno.

    Mientras que, los oligarcas que huyen de estos países van Estados Unidos, mantienen su dinero seguro y sus hijos escriben libros sobre lo terribles que fueron las revoluciones populistas que expulsaron a sus abuelos. Si hay una revuelta populista contra la oligarquía, las familias oligarcas llevan su capital a Estados Unidos, sus hijos se van  a las escuelas de la Ivy League para luego entrar al Departamento de Estado (como hicieron casi todos los judíos emigrados a EEUU en los años 30-40 del siglo XX.

    Luego se les presenta como “estadounidenses modelo” y cualquier revuelta populista en EEUU o en el resto del mundo contra la oligarquía de la deuda se vuelve el mal absoluto. Aquí, por poner un ejemplo, y sin sobreestimar al personaje, George Soros es un gran ejemplo de esto.  Está reparando sus agravios contra los «populistas europeos» al instrumentalizar a la sociedad estadounidense.  Los estadounidenses que se oponen a su instrumentalización son llamados “traidores a los valores estadounidenses” y «defensores de la dictadura y el populismo». Aún cuando, estos casos concretos, serían parte de una nueva publicación.

  • La Democracia Liberal no es la única Forma de Gobierno posible:

    Una de las mayores ironías de la política moderna convencional en Occidente es la tendencia por parte de los libertarios, liberales y progresistas (cuya ideología entera supuestamente se centra en la maximización de la libertad personal) de eventualmente encontrar su camino para apoyar ideologías la ofuscación del “poder”. De hecho, esta es la ruta general que han tomado mis propias convicciones políticas al respecto una feroz crítica de la democracia liberal como forma de Gobierno. Una de las razones que sugeriría para esto es que las debilidades y fallas de la democracia, el sistema de gobierno asociado con mayor frecuencia con la visión libertaria de la libertad, se están volviendo cada vez más evidentes para los observadores reflexivos. La vieja propaganda utilizada para apuntalar el dogma democrático en las naciones occidentales se está volviendo cada vez más obsoleta y poco convincente. Cada vez es más evidente que la democracia no es igual a la libertad, al igual que se hace evidente que la «libertad» no es siempre y en todos los sentidos algo que conduce a un buen gobierno y una sociedad estable.

    Mi propósito no es tratar de convencer a mis lectores libertarios, conservadores o progresistas, además liberales de convertirse en escépticos de dicha forma de gobierno. Es muy posible que esto termine siendo su destino, política e ideológicamente hablando, pero sus experiencias y crecimiento pueden llevarlos en otras direcciones. Lo que sí quiero hacer es intentar que comiencen por ese camino señalando que la democracia no es mejor que otras formas de gobierno y, de hecho, puede ser peor en algunas áreas que podemos ver empíricamente. Quiero sembrar una semilla de duda, no conseguir convencimiento per se.

    Tenga en cuenta que a lo largo de este artículo, me referiré a “democracia” en un sentido general para referirse a cualquier forma popular moderna de gobierno. Esto incluye el tipo de sistema republicano representativo (anteriormente) tipificado por el gobierno como democrático, aunque no era directamente democrático, seguía siendo esencialmente democrático en su forma y aspecto general y contenido epistemológico además de fundamentación de los mecanismos de poder.

    1 – Libertad personal.

    Una de las objeciones obvias que los libertarios y otros liberales clásicos tienen contra  otros sistemas de gobierno autoritarios en general es que la unificación del poder en manos de un solo ejecutivo, en un sistema que no base en un ritual de votación, o en algo que sea una democracia representativa de partidos lo hace propenso al abuso y a la eliminación o supresión de las libertades de la ciudadanía.

    Por lo general, imaginarán una monarquía, un régimen autoritario, un sistema de partido único o cualquier cosa que no sea lo que hay en el Occidente liberal como una especie de estado policial donde los ciudadanos que se pasan de la raya son severamente castigados y todos los aspectos de la vida son vigilados de cerca y regulados por el gobierno (algo en lo que sin embargo muchas democracias como EEUU o Suecia son expertas). Esto, a su vez, conduce a una visión algo amarga de la historia, especialmente la de la época preliberal de “Edad Oscura”, que se cree que fue una distopía de violencia y tiranía. Algo parecido ocurre con una leyenda negra omnipresente con cualquier forma de organización social no identificada con los estándares antes presentados como aceptables en Occidente.

    Sin embargo, esta visión de la historia relevante es falsa y generalmente se basa en una falsa dicotomía epistémica que, lamentablemente, es muy común dentro del conservadurismo, neoconservadurismo, liberalismo y toda la izquierda liberal e indefinida. Esta es la falta de distinción entre «gobierno fuerte» y «gobierno grande», los cuales generalmente se confunden en la mente del liberal. El primer término se refiere a la capacidad del ejecutivo para ejercer el poder dentro de su esfera de actividad, mientras que el segundo describe la extensión de la propia esfera de actividad. Un gobernante puede ser fuerte en el sentido de ser decisivo y efectivo en lo que hace, pero encontrar el área en la que puede actuar legítimamente o por simple capacidad circunscrita por la ley o la costumbre. Entre la mayoría de las monarquías occidentales históricas, mientras que los reyes a menudo gobernaban “fuertemente”, no podían gobernar de manera intrusiva. A sus súbditos, especialmente a los poderes subsidiarios encarnados en el clero, gobiernos de los municipios y nobleza a menudo se les dejaba un grado de libertad relativamente amplio en sus asuntos personales y económicos, y las restricciones de la costumbre y la estructura social tendían a ser más restrictivas que las acciones reales de su propio rey.

    A su vez, muchos sistemas de partido único tenían una autonomía del centro respecto a la periferia muy amplia, ya sea por no sobrecargar la estructura del partido como pasa en China, en la que las corporaciones estatales, los gobiernos locales, y los municipios tienen relativa autonomía (sin contradecir los intereses del centro), pero a veces con políticas poco armonizadas en su interior en los casos menos exitosos. En la URSS de diferente manera se dio lo contrario a esto último, se dio un burocratismo necrosado por sobreplanificación de un centro, con alta suspicacia y temor del centro con los mandos intermedios, los cuáles se pensó que eran en muchos casos posibles traidores.

    Comparemos esto con las diversas democracias que vemos en Occidente, tanto en los Estados Unidos como en otros. ¿Cuánto respetan realmente las libertades personales? En otras palabras, ¿en qué medida encarnan realmente el ideal de “gobierno pequeño” deseado por los libertarios y otros liberales clásicos? La respuesta es: no mucho o en absoluto. Tampoco encarnar la idea de «gobierno para el pueblo y por el pueblo», ni tienen en general una noción de «bien común» a la vista de que la economía, la política, como se estructura la sociedad, y muchos otros, en muchos de estos países se configura en torno a la financiación, al cabildeo político, a la captura regulatoria, a la mercantilización de bienes básicos (como la vivienda, que muchas veces ocupa más del 70% de la renta) para la vida en favor de la oligarquía internacional parasitaria. 

    El hombre occidental vive en democracias en las que puede ser arrestado por tuitear «discurso de odio», o por expresar ideas aunque sean equivocadas en las redes sociales y sitios públicos como vimos en un partido de fútbol (con el caso Vinicius), independientemente del contenido de unos insultos en un contexto en el que prolifera todo tipo de energúmenos, pero que se ha impregnado por un moralismo de estirpe extranjera. Su vida cotidiana es supervisada, administrada y comandada por un cuerpo de regulaciones impuestas por burócratas totalmente irresponsables que tienen la capacidad de atraparlo en pesadillas kafkianas. Cada aspecto de su comida, su ropa, su hogar, su transporte, su lugar de trabajo, todo controlado por el gobierno que (erróneamente) cree que eligió libremente, ya sea para perjudicarle, o para representar algún tipo de interés oculto.. Esto no es fundamentalmente malo, ni siquiera quiero expresar una especie de ontología anárquica, el poder siempre ha existido en todas las sociedades y ha atravesado la individualidad, a veces para el bien común, a veces por intereses parciales, pero el poder es omnipresente y se manifiesta de formas insospechadas, pero la mentira de la democracia es más su legitimación al respecto que se elige algo en este sentido.

    Si tiene algún tipo de trabajo bien remunerado en el sector público o en una empresa privada, pagará una tasa de impuestos que los antiguos monarcas absolutos, o incluso, algunos regímenes autoritarios se habrían sonrojado incluso al sugerir exigir a sus súbditos. Gobiernos democráticos – supuestamente por y para el pueblo – en cambio, se entrometen en cada área de su vida (algo que ha existido siempre, pero de distintas formas) y lo hace, iguala que en lugares ajenos al  través de aparatos estatales robustos y a menudo corruptos. Esto por supuesto, ocurre tanto en dictaduras como en «democracias representativas», así que estas en ese sentido no son mejores, así que, por favor, prescindamos de la noción de que la democracia protege la libertad personal.

    2- Finanzas del Estado y economía política.

    Otra área en la que los libertarios, liberales, conservadores, progresistas, izquierdistas y  todo el campo liberal creen, es que la democracia moderna es superior a la monarquía y otros sistemas de autoridad, y que en general, dicho sistema es la salud y estabilidad financiera del gobierno. Se cree que las democracias de tipo moderno utilizan instrumentos financieros superiores para controlar su presupuesto y salud fiscal, lo que les permite fomentar y sostener mejor la prosperidad económica en sus países. Se cree que las monarquías o algunos regímenes de otro tipo, por otro lado, en general retrasaron el crecimiento económico y administran mal la economía. 

    Sin embargo, esta ordenada bifurcación es difícil de mantener tanto a la luz de la historia como de la práctica actual. Hay democracias pobres hoy, y ha habido monarquías tradicionales prósperas a lo largo de la historia, tanto en la modernidad, como en la época tradicional, y lo que ha definido en muchas ocasiones la riqueza ha sido el lugar en la división internacional del trabajo de dicho país, o cuestiones geopolíticas. Por ejemplo, Arabia Saudí, el Imperio Alemán, la URSS, la China actual, la Francia de Luis XIV o el Imperio Austrohúngaro eran más ricos que muchas democracias de la época, igual que muchas democracias también están entre los países aliados de EEUU y por lo tanto suelen ser ricas y desarolladas. El sistema de gobierno no parece ser tan importante para la prosperidad nacional a largo plazo como lo son las cualidades de las personas mismas y el conjunto de circunstancias externas en las que se encuentran las naciones. La democracia ciertamente no es una panacea mágica que agita su varita mágica y enriquece a las sociedades que la adoptan, esto se debe más a un conjunto de factores más complejos.

    Más aún, está el hecho de que los impulsos a corto plazo de la democracia en ocasiones las pueden condenar por visiones cortoplacistas en caso de unas élites poco virtuosas, mientras, que por otro lado, en las formas no democráticas quizá unas élites cortoplacistas se vuelve extremadamente peligroso, pero unas virtuosas pueden ser más beneficiosas si se consiguen mantener en el poder y aún así, estamos suponiendo que con las elecciones las «élites» en las democracias cambian sustancialmente, algo que es por supuesto, es mucha suposición a la mínima que observemos las diferencias entre los candidatos en las cuestiones fundamentales, y no en puros aspectos sociológicos menores, como por ejemplo ocurre en la política española.

    Contraste esto, sin embargo, con los hechos observables de las finanzas en prácticamente todas las democracias, pasadas o presentes. Por su propia naturaleza, la democracia alienta la formación de facciones, cada una de las cuales representará un cierto subconjunto de la población, una parte de la élite, y de las tendencias de esta dentro de una sociedad y se esforzará por obtener la mayor cantidad posible del pastel presupuestario. 

    El viejo dicho de que la democracia dura hasta que la mayoría de los ciudadanos se dan cuenta de que pueden votar ellos mismos la generosidad del tesoro parece ser cierto. Las naciones occidentales se están dando cuenta de que solo pueden mantener sus niveles actuales de gasto social, político y de todo tipo  (instigado a su vez por demagogos que encabezan facciones) si continúan acumulando deuda nacional de manera indefinida pero insostenible. Incluso los ligeros esfuerzos de austeridad en los países europeos se han enfrentado con una oposición rigurosa porque es imposible parar la máquina. El historial de la democracia moderna, especialmente desde el fin de la Guerra Fría es de deuda masiva y gasto insostenible, y no parece en absoluto que esto pudiera haberse evitado de alguna manera bajo ese sistema de gobierno. El sistema de pensiones de España, por poner un ejemplo, es el claro motivo por el que los políticos no pueden parar la máquina, aún cuando esta es insostenible pues prácticamente el estado gasta casi 200.000 millones de presupuesto, más del 50% del total del Gasto Público.

    3- Diversidad cultural y pluralismo:

     Parece natural y correcto que diferentes grupos de personas puedan vivir bajo una ley común acorde en líneas generales a su cultura e intereses, en lugar de consolidarse política y culturalmente en superestados masivos que destruyen completamente la particularidad. Sin embargo y curiosamente, el advenimiento de la democracia liberal como única forma de Gobierno posible ha hecho que países antes diversos se uniformizan internamente gracias a los sistemas de educación pública. Por contra, los grandes sistemas imperiales (el Sacro Imperio Romano Germánico, el Imperio de los Habsburgo, el Imperio austrohúngaro, etc.) implicaban un alto grado de localismo en el que las costumbres y tradiciones de los muchos grupos étnicos contenidos en ellos generalmente se respetaron. 

    De hecho, la mayoría de las monarquías históricas, incluidos los sistemas despóticos del antiguo Cercano Oriente, generalmente respetaron los derechos de sus provincianos a sus propias costumbres y costumbres, siempre que pagaran sus impuestos. Debido a que la monarquía no implica una legislación de masas como la del liberalismo, tiende a evitar el impulso que se encuentra en las democracias hacia la absorción de minorías culturales o religiosas. El multiculturalismo actual importado por el progresismo, por otro lado, dice aceptar la diversidad cultural siempre que se adapte a la moralidad liberal, y por otro lado trata a minorías con cosmovisiones radicalmente antiliberales como aceptables generando un problema de seguridad y existencial a largo plazo. Sin embargo, hay que decir que la política de la modernidad (absolutismo, liberalismo decimonónico, nacionalismo y liberalismo de postguerra mundial) ha sido todo lo contrario a pluralista desde el principio.

    Compare esto con las tendencias groseramente centralizadoras de las democracias modernas, tanto oficial como extraoficialmente. En Estados Unidos, supuestamente un sistema republicano con fuertes protecciones a los derechos de los estados, el movimiento constante ha sido hacia una subordinación cada vez mayor de los estados al gobierno federal. De hecho, ha llegado al punto en que los estados solo retienen un poder supuestamente delegado en ellos hasta que el Congreso decida actuar (federalizado así efectivamente ese poder) o hasta que algún grupo de interés especial demande al estado en un tribunal federal, cuyo resultado invariablemente parece ser un juicio a favor de fusionar ese poder bajo la égida federal. La situación es obviamente tiene situaciones particulares en cada país, pero sin embargo, los gobiernos a día de hoy incluso en las democracias son más poderosos de lo que los que los controlan están dispuestos a reconocer.

    Extraoficialmente, las democracias, que dependen de la “voluntad de la mayoría”, tienden a actuar de tal manera que subordinan las variaciones locales dentro de la cultura nacional a las de la facción dominante. Esto se ve fácilmente en la forma en que el progresismo, que está en manos de una minoría relativamente pequeña de las llamadas «élites» en Occidente, busca suplantar y eliminar agresivamente varias subculturas localistas dentro de las naciones occidentales.

    4 -Agresión y expansionismo.

    Seguramente, el individuo de mentalidad liberal y el fundamentalista democratico puede estar pensando, esta es al menos un área donde las democracias demostrarán ser muy superiores a la monarquía y otros sistemas autoritarios. Después de todo, las democracias fomentan el comercio pacífico y evitan pelear entre sí, mientras que los regímenes autoritarios son agresivos y belicosos, ¿verdad?

    Bueno en realidad no. Si bien ciertamente ha habido naciones agresivas y guerreras con gobiernos autoritarios, sería difícil argumentar que en sí misma es peor que los sistemas democráticos. La guerra es una realidad humana fundamental, nos guste o no. Sin embargo, cuando la guerra se limitaba a ser competencia de las clases altas en las monarquías feudales y aristocráticas de Europa y otras partes del mundo, por lo general no era comparativamente extensa ni dañina. Cuando la guerra era el «juego de caballeros», por lo general estaba restringida en alcance y extensión. 

    Se necesitó democracia y el nacionalismo que apareció conjuntamente para realmente hacer de la guerra el horror existencial en el que pensamos hoy, en el que todos los estratos de la sociedad participaban en dicho conflicto. La movilización masiva del pueblo de una nación fue introducida por los gobiernos democráticos de la Revolución Francesa. Cada gobierno desde entonces, ya sea democrático o autoritario, ha tenido que adoptar este modelo para poder competir. Y aunque las democracias modernas (en general) no tienden a pelear entre sí, las democracias han sido tan enérgicas para pelear contra todos los demás como lo ha hecho cualquier otro tipo de gobierno. El Imperio Britanico, o la República francesa extendieron su Imperio sobre cientos de pueblos sometidos justo en el momento en que estaba expandiendo el derecho al voto y democratizando su gobierno parlamentario. Estados Unidos agregó estado tras estado a su unión a medida que se expandía “democráticamente» por todo el continente norteamericano, además de lanzarse luego al dominio global. Hoy, EE. UU. y las democracias de Europa han sido las más activas en iniciar guerras ofensivas por todo el mundo (y especialmente en el Medio Oriente) mientras buscan agresivamente imponer su versión de democracia a pueblos extranjeros en todo el mundo. De hecho, el Régimen democrático, tanto por republicanos como por demócratas en Washington DC ha sido el mayor belicista del mundo desde el final de la Guerra Fría en la década de 1990, usando su fuerza para obligar a las personas de todo el mundo a adoptar “valores” progresistas o de lo contrario hacer que sus gobiernos derrocados y la guerra civil impuesta sobre ellos.

    5- Conclusiones

    Nuevamente, debo enfatizar que mi propósito con este artículo no es tanto defender una forma de gobierno concreta, sino alentar a todos mi lectores a que existen alternativas creíbles al dogma democrático, y que no hay una sola forma posible de organizarse políticamente. La democracia, como sistema, no es el fin de la historia como la mayoría de los estadounidenses y occidentales creen. En las cuatro áreas exploradas anteriormente, la democracia demuestra el mismo conjunto general de problemas que podría mostrar cualquier forma de Gobierno.

  • El Holocausto y el Nacionalsocialismo como mitos políticos del Occidente Liberal

    Es difícil saber cuánto de la “cultura política occidental” está moldeado por el espectro del Holocausto y la posguerra de la IIGM. El período transcurrido desde entonces es la historia de la base religiosa secular de Occidente que cambia del cristianismo a una nueva base construida sobre un solo mandamiento: «nunca más»:

    Tomemos como ejemplo a Karl Popper, el padrino intelectual del liberalismo de posguerra. Popper se “vio obligado” a escribir «La sociedad abierta y sus enemigos” durante la Segunda Guerra Mundial, motivado por la reconstrucción de Europa como una sociedad abierta para garantizar supuestamente que esos horrores no se volvieran a ver. George Soros fue alumno de Popper en la London School of Economics y nombró a su Open Society Institute en honor al libro de Popper. Todo el proyecto de Soros está dedicado a utilizar las redes de la sociedad civil para consagrar un supuesto pluralismo progresista y acabar con las fuerzas intolerantes del «populismo».

    El liberalismo de la posguerra avanzó en la dirección deseada por Popper. Un liberalismo basado en los derechos naturales cambió a uno centrado en el empirismo, el consenso, la ingeniería social progresista, que aún así sostuvo parte de dichos “derechos naturales” a conveniencia y deformados (ofuscando el papel de Estado en dicha cuestión) y la desconfianza de cualquier proyecto “colectivo” en lo que respecta a las cuestiones políticas.

    Otro libro influyente en la formación del consenso liberal de posguerra fue Camino de servidumbre de Friedrich Hayek. Fue Hayek quien le consiguió a Popper un editor para su libro, al verlo como un aliado útil en su propio enfoque libertario y anti ideológico de la política tan común del progresismo, en el que la política, algo colectivo por definición, se enfrasca en proyectos individualistas (en sus fines) como “mitos políticos” bajo la apariencia de acción colectiva.

    Esto último explica porque la izquierda progresista utiliza una propaganda que a veces recuerda a un «socialismo marxista» pero contaminado de ontología liberal-anárquica. Por eso la derecha sigue usando el chivo expiatorio del socialismo en sus discursos.

    Hayek también estaba motivado por identificar las raíces del fascismo, pero en lugar de atacar las raíces de la filosofía occidental, su enfoque está en el colectivismo. Son los socialistas, nacionales o internacionales, con su mentira de un «bien común» los responsables del totalitarismo. Los planificadores sociales del mundo de la posguerra se dedicarían a remover de una vez por todas las raíces de la “sociedad cerrada” que había conducido supuestamente a los horrores de la guerra.

    Lo primero en desaparecer tenía que ser es el nacionalista biologista, que era fundamental para el Nacionalsocialismo. Una ideología relacionada que nació con el liberalismo decimonónico, el nacionalismo, también tuvo que ser desmantelada. El fascismo a su vez también por su primicia absoluta del Estado como movilizador de masas.

    Mientras que el nacionalismo (y no el nacionalsocialismo y el fascismo) alguna vez se había visto como un fenómeno natural, y la «nación» se identificaba con un grupo étnico o comunidad extendida con “características comunes”, los estudios académicos del nacionalismo ahora comenzaron a deconstruir dicha cuestión.

    Obviamente aquí hubo también contaminación ideológica por imitación en la “izquierda comunista soviética”, que defendió en ocasiones el derecho de autodeterminación contra el Occidente liberal, y contra sus colonias, mientras que a la vez, defendió un etnonacionalismo interno el cual creó en un primer momento (antes de la creación de la URSS en 35 Repúblicas), y luego 15 Repúblicas hasta su disolución con su

    Muchos de los teóricos más influyentes del momento deconstruyen el nacionalismo como un tipo moderno de falsa conciencia por suponer una amenaza para los discursos universalistas del momento, desconfiaban profundamente del nacionalismo y sus múltiples derivadas motivado por los acontecimientos de la guerra.

    El historiador israelí Azar Gat decía en su libro «Nations: The Long History and Deep Roots of Political Ethnicity and Nationalism» que los intelectuales judíos, de gran importancia en la intelectualidad estadounidense y europea, naturalmente quisieron triturar todas las derivadas etnicistas para evitar mayor recelo frente a ellos mismos.


    Pero mientras que la visión esbozada por Hayek y Popper era más negativa y moderada: la cultura política de izquierda liberal (incluso en algunos casos del marxismo académico), intervinieron para proporcionar una crítica revisionista más radical que daría forma a generaciones, especialmente en los boomers europeos, de aversión a la idea misma de Nación como sujeto político, aún minoritario en la Generación silenciosa, pero hegemónico en los baby boomers. La más influyente en este sentido de esas tendencias es la famosa Escuela de Frankfurt. Una escuela de teóricos judíos, huyeron de la Alemania de Hitler hacia los Estados Unidos y se dispusieron a reelaborar la teoría social, motivados por evitar el tipo de nacionalismo que habían observado en Europa por las potencias revisionistas nacidas de la derrota de las Potencias Centrales en Europa.

    Las teorías de la Escuela de Frankfurt, subvencionada por la oligarquía estadounidense y muy influenciada por la OSS de EEUU (la agencia precursora de la CIA) con becas de la Fundación Rockefeller, se convertirían en la base de la «izquierda progresista» (que no marxista) de los años sesenta.

    Bajo la dirección de Theodor Adorno, publicaron La personalidad autoritaria. Este estudio pretendía mostrar que aquellos que creían en los valores tradicionales eran enfermos mentales, y esto tenía sus raíces en la familia, especialmente en la creencia en la autoridad de los padres. Una sociedad abierta no es suficiente, lo que se requiere es la deconstrucción de estas raíces del autoritarismo.


    El trabajo influyó en los políticos liberales empeñados en alejar a la sociedad de las denominadas «actitudes reaccionarias». Se vio que la dificultad de esta tarea se reflejaba incluso en la fuerza peligrosa de la religión tradicional y la crianza defectuosa de los niños. Ahora la familia misma fue atacada hasta nuestros días como institución social básica.

    Obviamente todo esto no fue ningún tipo de conspiración marxista ni una ofensiva de los soviéticos, dado que en el Este incluso se mantuvieron parte de estas cuestiones aún cuando en Occidente ya se estaban aboliendo. Esto fue un cambio estructural, moral y de cosmovisión en Occidente.

    Sin embargo, fue el trabajo de otro teórico de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse, el que se convirtió en la base ideológica de la contracultura de los años 60 (que se volvió hegemónica en algún momento entre los años 60 y la actualidad). El éxito de ventas Eros y Civilización. Marcuse argumentó que las sociedades tradicionales se construyeron sobre la represión de los sanos instintos y deseos humanos, en particular los sexuales, lo que condujo a la alienación y la infelicidad.

    La respuesta fue una liberación revolucionaria del instinto sexual, «perversidad polimorfa». Durante la Segunda Guerra Mundial, Marcuse había sido empleado de la OSS, la precursora de la CIA. Marcuse elaboró una lista de 1800 empresarios e industriales que deberían considerarse nazis clave junto con el liderazgo militar para ayudar a los americanos en sus labores de inteligencia.

    Marcuse y sus colegas argumentaron que tratar con estos hombres era más importante para la desnazificación de Alemania que tratar con el militarismo prusiano imperante en la nación germánica.
    Esta fue la base de la teoría de la Escuela de Frankfurt:

    Todos los miembros de la escuela creían que el nacionalsocialismo era una expresión de un «paradigma único de dominación», que también incluía el socialismo soviético e incluso la democracia liberal decimonónica. Todas sus obras principales se pueden leer a través de este motivo o telos para identificar una base más profunda para la desnazificación.


    Esta fue la base de la teoría de la Escuela de Frankfurt:

    Todos los miembros de la escuela creían que el nacionalsocialismo era una expresión de un «paradigma único de dominación», que también incluía el socialismo soviético e incluso la democracia liberal decimonónica. Todas sus obras principales se pueden leer a través de este motivo o telos para identificar una base más profunda para la desnazificación.


    Las leyes de expresión o lingüísticas de sus precursores en las leyes de negación del Holocausto de sus países se atacaron pensando y normalizaron la idea de consagrar la «difamación grupal» como un delito y como algo inmoral. De ahí a que nuestra sociedad, en los ambientes políticamente correctos y contaminados de progresismo odien ese tipo de afirmaciones morales «colectivas». Este fue un cambio significativo en lo que se consideraba un discurso político aceptable.

    Aunque países como el Reino Unido no tenía leyes de negación del Holocausto, sus primeras leyes sobre el discurso de odio se incluyeron en la Ley de Relaciones Raciales de 1965. Los primeros defensores se inspiraron en sus actividades antifascistas en Londres, y gran parte del debate se centró en el maltrato alemán a los judíos.

    Esto sin mencionar todo el apuntalamiento ideológico del «orden internacional basado en reglas» establecido al final de la guerra. Muchos de los padres fundadores de la Unión Europea formularon su ideal como una alternativa antifascista al dominio alemán. De la guerra también surgió la base de nuestras concepciones del derecho internacional, los crímenes de guerra y la guerra justa.

    Con el mito del acto de guerra perfectamente moral de intervenir para detener el Holocausto, los liberales pueden justificar cualquier uso de la fuerza contra los regímenes que violan los «derechos humanos». Si bien el estado de ánimo de los teóricos sociales de la posguerra era moderado, el axioma moral antifascista contenía una división maniquea entre los defensores de la sociedad abierta y las fuerzas del fascismo/nacionalsocialismo, que, con el aporte de intelectuales supuestamente marxistas pero captados por la inteligencia estadounidense, incluía todos los aspectos de la sociedad, desde ciencia a los roles de los padres.

    En una era aparentemente despojada de grandes narrativas, lo único que llena el vacío de significado es el único moral absoluto, el mal absoluto de Auschwitz. Todo es malo en la medida en que es fascista o nacional socialista, y todo es bueno en la medida en que previene el fascismo/nacionalsocialismo. Ahí por supuesto cae el socialismo soviético, como un punto despreciable en el cosmos liberal pero intermedio de esas dos realidades.

  • Sudán: ¿El nuevo campo de batalla geopolítico?

    Sudán del Sur ha creado desde su independencia un nuevo himno nacional y una nueva bandera desde la escisión de Sudán. Diseñó una nueva moneda hace varios años, pero todavía hay debates sobre cómo debería llamarse el nuevo país. Se han discutido varias opciones, incluida la República del Nilo, Ecuatoria, Juwama, Nuevo Sudán y Sudán del Sur. Sin embargo, esos detalles son la menor de las preocupaciones de la nueva nación. El presidente sudanés Omar Al Bashir, presionado por Estados Unidos, ha declaró hace años que respetaría los resultados del referéndum de Sudán del sur, aunque perdió un tercio de su país y potencialmente el 80 por ciento de su petróleo.

    Sudán siempre advirtió que no aceptaría que Abyei, una región rica en petróleo, fuera incluida en ningún nuevo estado. «Si alguna de las partes tomara alguna acción independiente en Abyei, eso sería el comienzo de un conflicto», dijo el presidente Al Bashir a Al Jazeera. Por eso que el statu quo en Abyei se mantiene sin cambios con la misma administración y componentes “hasta que lleguemos a una solución”, dijo.

    En lo que respecta a la ruptura de Sudán y Sudán del Sur como entidad principalmente cristiana (en el caso del Sur) es indeseable porque sienta y sentó un precedente que podría afectar más aún a otras partes de África y Oriente Medio.

    «El referéndum de Sudán podría tener un efecto dominó», dijo el presidente del Congreso de Derechos Civiles de Nigeria, Shehu Sani. «Es probable que sea una infección en otras partes de África en el sentido de que la mayoría de los países, particularmente en Occidente, están divididos entre cristianos y musulmanes». La balcanización de grandes países siempre ha estado en el interés de Occidente y todavía lo es. Es parte de la vieja estrategia británica de «divide y vencerás» sobre la que advirtió el ex presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, en su libro «Neocolonialismo: la última etapa del imperialismo».

    Nkrumah sostuvo que, desde el punto de vista de Occidente, la forma más eficaz de controlar los recursos naturales era la balcanización. Con el petróleo acercándose a los 100 dólares el barril cuando EE. UU. y Europa luchan por no volver a caer en una recesión, se beneficiaron inicialmente de un sur de Sudán rico en petróleo e independiente, deseoso de saltar a su esfera de influencia, especialmente cuando se produjo la secesión.

    La balcanización del mundo arabé-islamico como ejemplo para Sudán:

    Algunos analistas creyeron lo mismo, y muchas veces se habló de terminar la invasión de Irak fue un intento neoconservador de balcanizar Irak en un estado suní, uno chita y uno kurdo. Cabe mencionar que en 2006, la entonces Secretaria de Estado Condoleezza Rice habló de «un nuevo Medio Oriente» cuando el Teniente Coronel Ralph Peters preparó un mapa que fue publicado en el Armed Forces Journal y ha sido utilizado por la OTAN en un programa de entrenamiento para oficiales superiores.

    Ese mapa muestra a Arabia Saudita dividida en un «Estado Sagrado Islámico» y «Territorios Independientes de las Tierras Nacionales Sauditas», Irak dividido en tres y Cisjordania como parte del «Gran Jordán». Ya en 1982, un periodista israelí Oded Yinon, adjunto al Ministerio de Información de Israel, publicó un artículo titulado «Una estrategia para Israel en los años ochenta». En esto, afirma:

    «Dividir a Egipto territorialmente en distintas regiones geográficas es el objetivo político de Israel… Si Egipto se desmorona, países como Libia, Sudán o incluso los estados más distantes no seguirán existiendo en su forma actual. La visión de un Estado copto cristiano en El Alto Egipto, junto con una serie de estados débiles con un poder muy localizado… es la clave para un desarrollo histórico…»

    Yinon se refiere a Sudán como «el estado más desgarrado del mundo árabe musulmán construido sobre cuatro grupos hostiles entre sí» y el Mundo islamico como «un castillo de naipes temporal construido por extranjeros [Gran Bretaña y Francia] sin que se hayan tenido en cuenta las realidades regionales existentes”.

    Para evitar que sus palabras se conviertan en una profecía, los árabes necesitan ver el panorama completo y preguntarse si la división de Sudán podría ser un presagio para el futuro antes de que los fantasmas de Sykes y Picot, quienes redibujaron el Medio Oriente en 1916, acechen esta región volátil una vez más,  tal y como lleva más de una década ocurriendo

    Sudán en la actualidad.

    La historia de Sudán es una de contrastes y contradicciones. Es un país con un enorme potencial y recursos, pero está plagado de pobreza, conflicto y explotación. Las fuerzas que actualmente separan a Sudán son complejas y multifacéticas, pero una cosa es segura: el futuro de esta nación está indisolublemente ligado al panorama geopolítico más amplio.

    Para comprender completamente la dinámica de este creciente conflicto, es esencial mirar más allá de las fronteras de Sudán. Se debe prestar atención a la geopolítica más amplia que está en juego en el Cuerno de África, el Golfo Pérsico, la región más amplia de Asia occidental. Alguna vez la nación africana más grande con una población de 46 millones y la tercera masa de tierra más grande, Sudán experimentó un cambio sísmico en 2011 con una balcanización promovida por Occidente, que dividió al país en un “norte musulmán” y un “sur cristiano/animista”.

    Extremos de riqueza y pobreza:

    El país ha sido bendecido con una de las zonas más ricas a nivel de fertilidad y agua de la tierra. Los Nilos Blanco y Azul se combinan para formar el río Nilo, que fluye hacia el norte hacia Egipto. La abundancia de agua de Sudán se complementa con suelos fértiles e inmensos depósitos de oro y petróleo. La mayoría de estos recursos están ubicados en el sur, creando una división geológica conveniente que los estrategas occidentales han explotado durante más de un siglo para promover la secesión.

    A pesar de su abundancia de recursos, Sudán es también una de las naciones más pobres del mundo. El treinta y cinco por ciento de su población vive en la pobreza extrema, y la asombrosa cantidad de 20 millones de personas, o el 50 por ciento de la población, sufre inseguridad alimentaria.

    Aunque Sudán logró la independencia política en 1956, como muchas otras antiguas colonias, nunca fue verdaderamente independiente económicamente. Los británicos utilizaron una estrategia que habían empleado anteriormente antes de abandonar la India en 1946: divide y vencerás, forjando tribus «del norte» y «del sur», lo que condujo a guerras civiles que comenzaron meses antes de la independencia de Sudán en 1956.

    Un general contra un general:

    Después de lograr la independencia en 2011, Sudán del Sur se sumergió en una brutal guerra civil que duró siete años. Mientras tanto, el norte fue golpeado por dos golpes; el primero en 2019, que derrocó al presidente Omar al-Bashir, y el segundo en 2021, que resultó en el actual gobierno de transición liderado por militares de poder compartido encabezado por el presidente del Consejo Soberano, el general Abdel Fattah al-Burhan, y su adjunto , General Mohamed Hamdan Dagalo.

    Son estos dos antiguos aliados convertidos en rivales los que ahora se encuentran en el centro del conflicto que empuja a Sudán en dos direcciones opuestas en el contexto del orden multipolar en rápido desarrollo. Tras el golpe de estado de 2021 en Sudán, los dos generales rivales, Dagalo y Burhan, continuaron el impulso hacia la construcción de proyectos a gran escala. China financió un programa para rehabilitar 4725 km de vías férreas de la época colonial que conectaban el puerto de Sudán con Darfur y Chad.

    Un informe reciente de sugiere que si se mantiene la paz en el Cuerno de África y la nueva entente Irán-Arabia Saudita resulta en un proceso de paz duradero en Yemen, entonces la reactivación del proyecto Puente del Cuerno de África, que fue el último propuesta en 2010, podría convertirse en realidad.

    El Sur Global se beneficia de la cooperativa China-Rusia:

    En la última década, la asociación estratégica entre China y Rusia ha ganado rápidamente el favor de los países del Sur Global. Con los cinco estados miembros del BRICS representando a más de 3200 millones de personas y el 31,5 % del PIB mundial, China y Rusia han brindado apoyo financiero para importantes proyectos de infraestructura, agua y energía, al mismo tiempo que respaldan las necesidades militares de las naciones que se enfrentan a la desestabilización.

    Esto ha sentado las bases para una nueva era de la geoeconomía basada en la cooperación mutuamente beneficiosa. El Cuerno de África, que incluye Sudán del Norte y del Sur, Etiopía, Eritrea, Yibuti, Somalia y Kenia, se ha visto atraído por esta dinámica positiva de paz y desarrollo. Etiopía pudo poner fin a su conflicto de 20 años con la vecina Eritrea en 2018 y sofocar una posible guerra civil en noviembre de 2022. Además, los esfuerzos diplomáticos de China facilitaron un acuerdo de paz entre Arabia Saudita y Yemen, mientras que incluso Siria ha visto surgir una nueva esperanza con el consenso de la Liga Árabe de que la doctrina de cambio de régimen liderada por Estados Unidos contra el presidente Bashar al-Assad ha terminado.

    Las perspectivas multipolares de Sudán

    Si bien la causa de la reciente violencia en Sudán sigue siendo incierta, hay algunas cosas que se conocen. Antes del reciente estallido de violencia que cobró casi 500 vidas, Sudán estaba dando pasos significativos hacia la consolidación de su participación en la alianza multipolar emergente. Esto incluyó la presentación de una solicitud por parte de Sudán para unirse a la alianza BRICS+ junto con otras 19 naciones, incluidos estados africanos ricos en recursos como Argelia, Egipto, Nigeria y Zimbabue. La decisión de Sudán de otorgar a Rusia el uso total del puerto de Sudán y participar en el desarrollo económico a gran escala con China, Rusia, Egipto y Kuwait fue visto como un desarrollo positivo por muchos, pero recibió amenazas de “consecuencias” por parte del embajador de EE. UU., John Godfrey.

    En abril de 2021, se firmaron acuerdos para construir un ferrocarril Egipto-Sudán de 900 km que conecta Asuán con Wadi Halfa y Jartum en Sudán. En junio de 2022, se terminó un estudio de factibilidad encargado por el gobierno conjunto de Etiopía y Sudán que describía un ferrocarril de vía estándar de 1522 km que conecta Addis Abeba de Etiopía con Jartum y el puerto de Sudán. En enero de 2022, China prometió apoyo financiero y técnico para extender el ferrocarril Mombasa-Nairobi de 578 km de Kenia a Uganda, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, así como a Etiopía, donde se completó el ferrocarril Addis Abeba-Djibouti construido por China en 2017. En este proyecto integral, se incluyeron extensiones a Eritrea.

    El renacimiento del canal Jonglei.

    El agua y el petróleo son recursos abundantes en Sudán del Sur, por lo que la seguridad de la región es una prioridad para los intereses africanos de Beijing. A pesar de esta abundancia, la infraestructura del país es deficiente, lo que lo deja sin medios para mover estos recursos al mercado o utilizarlos con fines industriales. El agua es tan importante geopolíticamente como el petróleo, si no más. Así, hace casi cuarenta años, se puso en marcha el proyecto del Canal Jonglei, que tenía como objetivo conectar el Nilo Blanco y el Nilo Azul en Sudán del Sur, creando un canal de 360 km que desviará las aguas del Alto Nilo Blanco.

    El canal daría como resultado que 25 millones de metros cúbicos de agua por día se dirijan al norte hacia Egipto, mientras que 17.000 kilómetros cuadrados de tierras pantanosas se transformaron en tierras agrícolas. El proyecto haría florecer las tierras desérticas de Egipto y el norte de Sudán, convirtiendo a esa parte del Sahel en el granero de África. Sin embargo, el proyecto se detuvo después de que una máquina de excavación guiada por láser, pues el secesionista Ejército Popular de Liberación de Sudán del Sur (SPLA), dirigido por John Garang De Mabior, educado en Occidente, inició una guerra civil en 1983 y secuestró a los operadores de la máquina, deteniendo efectivamente el proyecto. En particular, la tesis doctoral de De Mabior de 1981 en los EE. UU. se centró en el daño ambiental que causaría el Canal Jonglei si no se manejara correctamente.

    Enturbiando las aguas.

    A pesar de los intentos del ex presidente Omar al-Bashir de reiniciar este proyecto desde 1989, hasta la partición de Sudán en 2011, las constantes desestabilizaciones nunca permitieron la reactivación de este proyecto. Las cosas comenzaron a cambiar cuando, el 28 de febrero de 2022, el vicepresidente de Infraestructura de Sudán del Sur, el general Taban Deng Gai, pidió la reanudación del canal Jonglei y dijo:

    “Nosotros, la gente de Bentiu y Fangak, no tenemos dónde quedarnos. Es posible que emigremos a las zonas orientales [orilla oriental del Nilo Blanco] porque hemos perdido nuestra tierra debido a las inundaciones… La gente pregunta quién abrió este enorme volumen de agua porque nunca experimentamos esto durante décadas. Por supuesto, Uganda y Kenia abrieron el agua, porque Kampala estaba casi sumergida debido al aumento del nivel del agua del lago Victoria. La excavación del canal Jonglei que se detuvo debe revisarse… Para que nuestra tierra no quede sumergida por las inundaciones, permitamos que esta agua fluya hacia quienes la necesitan en Egipto”.

    El general Taban hizo referencia a un informe de la ONU que detalla los 380.000 civiles desplazados debido a las recientes inundaciones de Sudd Wetland y declaró: “La solución radica en abrir las vías fluviales y reanudar la perforación del canal Jonglei, en primer lugar, en función de las condiciones y el interés de Sudán del Sur. .” El general Taban había trabajado en estrecha colaboración con el Ministro de Recursos Hídricos e Irrigación de Sudán del Sur, Manawa Gatkouth, quien había sido el primero en reactivar este proyecto desde la partición de 2011, presentando una propuesta al Consejo de Transición de Sudán del Sur en diciembre de 2021. Esta propuesta surgió directamente de los acuerdos para construir proyectos cooperativos de agua que Gatkouth alcanzó con el gobierno egipcio en septiembre de 2020. En ese momento, el ministro egipcio de recursos hídricos declaró que “Egipto aumentaría la cantidad de proyectos de desarrollo para recolectar y almacenar agua de lluvia, con el objetivo de servir al pueblo de Sudán del Sur”.

    Occidente regresa.

    Como era de esperar, la crisis sudanesa ha llamado la atención debido a la participación de las fuerzas militares angloamericanas. El 23 de abril, el presidente de EE. UU., Joe Biden, anunció una resolución de poderes de guerra para desplegar tropas en Sudán, Yibuti y Etiopía. Mientras que todas las demás naciones se movieron rápidamente para sacar a sus ciudadanos y personal diplomático fuera de peligro, 16,000 civiles estadounidenses se quedaron sin apoyo, proporcionando una excusa conveniente para insertar las fuerzas militares estadounidenses bajo la imagen de «restaurar el orden».

    Cabe destacar también la sorpresiva aparición en la región de la subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Victoria Nuland, el 9 de marzo. Nuland, una de las arquitectas clave de la transformación de Ucrania en un estado de confrontación contra Rusia, se jactó durante su visita de haber discutido una «transición democrática en Sudán», junto con sus  supuestas preocupaciones humanitarias por Somalia y Etiopía.

    Cuestiones humanitarias en Somalia y Etiopía.

    Sudán, por otro lado, depende de las importaciones de trigo, el 85 por ciento de las cuales se originan en Ucrania y Rusia. Hasta la fecha, el National Endowment for Democracy (NED) financió a más de 300 organizaciones de la sociedad civil separadas en África y al menos 13 en Sudán, todas las cuales utilizan la táctica probada de armar a los liberales locales pro occidentales para destruir sus propias naciones bajo la tapadera de las acciones de “construcción de la democracia”, “derechos humanos” y “anticorrupción”.

    Por el contrario, el Sur Global ve cada vez más a las potencias multipolares emergentes de China, Rusia y su creciente camarilla de aliados, como avanzando en un enfoque no hipócrita para apoyar proyectos de infraestructura vitales e intereses nacionales genuinos. Estos nuevos actores en el escenario internacional priorizan la realización de redes de agua, alimentos, energía y transporte a gran escala, que no solo benefician a todas las partes involucradas, sino que también impactan positivamente en regiones más allá de las fronteras nacionales generando nuevas interacciones comerciales.

    Si bien las causas de la crisis de Sudán son complejas, las contingencias geopolíticas son realmente relevantes, y está claro que hay poderosas fuerzas en acción que buscan moldear el resultado para su propio beneficio. Sin embargo, la respuesta a los problemas de Sudán radica en un enfoque diferente: uno que prioriza el desarrollo de infraestructura y la construcción de naciones independientes en lugar de intereses geopolíticos estrechos y cambios de régimen.

  • Elecciones en Turquía: Erdoğan, Kiliçdaroğlu y el legado de Atatürk

    En un año lleno de elecciones trascendentales en todo el mundo, quizás ninguna haya generado tanta fascinación, anticipación y temor entre los observadores internacionales como las elecciones presidenciales de Turquía que se saldaron ayer con una segunda vuelta entre Erdogan y Kilicdaroglu. Por buena razón. A nivel nacional, regional e internacional, hay mucho en juego en el resultado de la segunda vuelta.

    Durante los últimos 20 años, primero como primer ministro y desde 2014 como presidente, Recep Tayyip Erdogan ha dado forma, y reformado repetidamente, la política interior y exterior de Turquía. Pero ahora enfrenta su mayor desafío electoral hasta el momento. La oposición política, a menudo dividida por sus obvias diferencias, se ha unido detrás de la candidatura de Kemal Kilicdaroglu, mientras que los problemas económicos de Turquía, durante mucho tiempo fueron un peso político para Erdogan.

    Lo que está en juego para Turquía difícilmente podría ser mayor. Cuando el Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, o AKP, ganó las elecciones por primera vez en 2002, se temía que el partido islamista moderado socavara los cimientos del estado secular de Turquía. Si bien el papel de la religión en la política y la sociedad turcas se ha ampliado desde entonces, viendo que mientras Kilicdaroglu hacía una ofrenda al monumento de Ataturk, Erdogan rezaba. Sin embargo, la amenaza real ha resultado ser más prosaica: un autoritarismo (dentro de un sistema republicano) en el que la disidencia ha sido criminalizada (especialmente en el caso de los kurdos por motivos bastante evidentes), y el poder concentrado cada vez más en manos de Erdogan, pasando de una República Parlamentaria a un sistema Presidencialista, en el que la figura del ejecutivo es más fuerte.

    Política exterior de Erdogan.

    Las relaciones regionales e internacionales de Turquía también han estado sujetas a las vicisitudes de los cambios y el oportunismo de Erdogan. Erdogan expandió hábilmente la influencia regional de Turquía al implementar un enfoque de “cero problemas con los vecinos” en sus primeros años en el poder. Al mismo tiempo, profundizó los lazos con Europa, persiguiendo activamente reformas internas como parte de la oferta de adhesión de Turquía a la Unión Europea y adoptando una postura conciliadora sobre el tema divisivo de la reunificación de Chipre.

    Pero a partir de fines de la década de los 2000, Erdogan cambió a un enfoque más activo. A nivel regional, su política de “cero problemas con los vecinos” pasó a un segundo plano ante los enfrentamientos con socios históricos, como Israel, y la rivalidad por la influencia con los estados del Golfo, comenzando con los levantamientos árabes de 2011 y culminando en las guerras civiles de Siria y Libia. Los lazos con Europa y EE. UU. sufrieron de manera similar, debido a las tensiones por las disputas territoriales con Grecia en el Mediterráneo oriental y las divisiones dentro de la alianza de la OTAN impulsadas por la profundización de los lazos de Turquía con Rusia y con otros países, buscando una posición más “autónoma” en lo que respecta a política exterior. Tampoco olvidar el amplio apoyo de Azerbaiyán por parte de Erdogan especialmente en la cuestión del Nagorno-Karabaj.

    Más recientemente, Erdogan ha adoptado una vez más un enfoque más conciliador, descongelando los lazos con Israel y los estados del Golfo, disminuyendo la tensión en Libia y Siria, y buscando desempeñar el papel de mediador entre Occidente y Moscú en una variedad de temas desde la invasión de Rusia a Ucrania. Pero como siempre con Erdogan, queda un elemento de imprevisibilidad.
    Muchos observadores externos ahora anticipan cambios sustanciales en el frente de la política exterior en caso de que Kilicdaroglu gane la segunda vuelta. Si bien el entusiasmo en Europa, EE. UU. y entre los vecinos de Turquía por un socio más alineado con ellos en Ankara sin duda le brindará a Kilicdaroglu la oportunidad de mejorar los lazos, las expectativas de una transformación total pueden ser poco realistas.

    Algunas de las posturas de Erdogan, tanto en la región como hacia Europa y la OTAN, representan un consenso mayoritario sobre la orientación de la política exterior de Turquía. Y la coalición de Kilicdaroglu incluye partidos que simpatizan con el tipo de defensa de los intereses de Turquía que encarna Erdogan. Aún así, si Kilicdaroglu sale victorioso, probablemente adoptará una postura más conciliadora que abrirá la puerta a la resolución de algunas de las disputas provocadas por la perspectiva de Erdogan.

    Más importante aún, cerrar el libro sobre la era de Erdogan sería un impulso bienvenido en Occidente al respecto Turquía, que piensa que bajo su gobierno (el del AKP) que existe la preocupación generalizada de que no renuncie al poder en caso de que pierda en las urnas en la segunda vuelta. Ese sería el peor resultado posible para Turquía y los socios de Ankara en Estados Unidos y Europa. Pues pondría a un miembro de la OTAN en la posición de autocracia reconocida. Erdogan trató de explicar el concepto de laicismo, haciendo la declaración aparentemente inocua de que “un estado laico respeta todas las religiones”. Sus palabras desataron una tormenta de críticas de personas que no encontraron el concepto tan agradable. Más tarde trató de aclarar sus comentarios, pero se hizo evidente que ciertos principios básicos de la democracia no serán adoptados ni siquiera por personas que sienten una gran admiración por Turquía.


    Sin embargo, al menos una encuesta de opinión en Oriente Medio muestra que Erdogan sigue siendo de los líderes más popular del mundo musulmán. Eso le da a Turquía más tiempo para encontrar una nueva identidad global para su política exterior, y aceptar, gane Erdogan o sobrevivió a la prueba de la historia.

    Aunque las tensiones dentro de la alianza opositora entre el partido nacionalista Iyi y el más moderado Partido Popular Republicano, o CHP, han estallado en ocasiones, la mala gestión económica de Erdogan ha puesto a su gobernante Partido Justicia y Desarrollo, o AKP, bajo control presión. Si Kemal Kilicdaroglu, el candidato presidencial del CHP, logra superar el sistema que ha construido Erdogan durante sus 20 años en el poder, podría surgir una ventana de oportunidad para construir una relación más amistosa entre Turquía y sus socios en la OTAN y la Unión Europea.

    Su rival, Kemal Kilicdaroglu, también es conocido en Turquía. Considerado un orador poco carismático pero un estratega talentoso, ayudó a diseñar victorias para el opositor Partido Popular Republicano, o CHP, en Estambul y Ankara durante las elecciones municipales de 2019. Para esta elección, construyó la Mesa de los Seis, una alianza política de seis partidos que abarca el espectro ideológico, para enfrentarse al gobernante Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, que ha gobernado durante los últimos cinco años en coalición con el Movimiento Nacionalista MHP. Antes de la votación de mayo, ambas partes creen que tienen un camino creíble hacia la victoria, al tiempo que presentan al electorado visiones marcadamente diferentes del país.

    La respuesta fallida del gobierno turco al terremoto no parece haber cambiado drásticamente la opinión pública contra Erdogan y el AKP, como se esperaba inicialmente. Pero las preocupaciones de bolsillo, incluidas las tasas de inflación vertiginosas, los salarios estancados y una economía que ha empeorado en los últimos años, han sido los temas clave hasta ahora en la campaña.

    Por otro lado, Kilicdaroglu asumió como su líder hace 13 años, ha tomado medidas para occidentalizar la postura del partido en muchos temas sociales relevantes para los votantes jóvenes, incluida la adopción del feminismo y la expresión de un apoyo cauteloso a los derechos LGBT. El partido, junto con su principal socio, el Partido Iyi dirigido por Meral Aksener, tiene un punto ciego: su historia de animosidad hacia las aspiraciones culturales y políticas de los kurdos, que generalmente son el voto decisivo en lo que respecta a minorías más importante en las elecciones turcas. Pero aquí también, el surgimiento de Kilicdaroglu como candidato de la oposición ha cambiado un poco los cálculos: es miembro de la minoría religiosa alevi de Turquía y creció entre los kurdos en la región de Tunceli, en el este de Turquía.

    De hecho, la oposición recibió un gran impulso cuando el Partido Democrático Popular (HDP) de izquierda, liderado por los kurdos, anunció que no presentaría un candidato presidencial propio. Para consolidar esa ventaja, Kilicdaroglu inmediatamente se puso a trabajar cortejando a los votantes del HDP, programando reuniones con miembros de su delegación parlamentaria y comprometiéndose con varias reformas solicitadas por grupos kurdos, incluida la restauración de los funcionarios kurdos electos que fueron destituidos por Erodagn a sus puestos y la relajación de las restricciones sobre los derechos del idioma kurdo.

    La ausencia de un candidato presidencial kurdo en la carrera crea espacio para que los kurdos voten por Kilicdaroglu mientras se mantienen leales a los candidatos parlamentarios del HDP. Algunas encuestas incluso sugieren que el apoyo kurdo establece la posibilidad de una victoria de Kilicdaroglu. No obstante, una evaluación que se basa en estimaciones ampliamente aceptadas del apoyo a los partidos con base en los promedios de múltiples encuestas y los resultados de elecciones recientes arroja un resultado que parece favorable a la oposición. El porcentaje de votos del CHP del 25-30 por ciento, el 15 por ciento de Iyi y el 10 por ciento del HDP, combinado con el apoyo de los tres partidos menores restantes en la Tabla de los Seis, podría sumar una mayoría en la segunda ronda.

    Además, aunque pocas élites políticas en Turquía están dispuestas a reconocerlo públicamente, los antecedentes alevíes de Kilicdargolu también pueden convertirse en un factor en la contienda, debido al persistente fanatismo entre la mayoría sunita del país contra la religión aleví de raíces consideradas por el sunismo como hereticas. El propio Erdogan ocasionalmente aviva esas llamas, a pesar de sus intentos de cortejar a los votantes alevíes, que representan hasta una cuarta parte de la población de Turquía. En un intento por subrayar la otredad de Kilicdaroglu, Erdogan se refiere con frecuencia a él como «bay Kemal», un término informal utilizado por los turcos para describir a los extranjeros, en oposición a «Kemal bey».

    Los partidarios y acólitos de Erdogan pueden ser más desagradables. Mustafa Albayrak, exdiputado del AKP, expresó una vez su oposición a la asignación de fondos gubernamentales para la remodelación de los lugares de culto alevíes con el argumento de que “abriría el camino para los subsidios a los adoradores del diablo”. Por lo tanto, el trasfondo religioso de Kilicdaroglu es un arma de doble filo. El CHP parece ser muy consciente de los riesgos electorales asociados a la candidatura de Kilicdaroglu y ha tomado medidas para mitigarlos. Para empezar, Kilicdaroglu anunció su candidatura frente a las oficinas del Saadet Partisi,, miembro de la coalición opositora que también es uno de los partidos islamistas más antiguos de Turquía. Además de cortejar a los votantes musulmanes conservadores, el CHP también espera que Kilicdaroglu sirva como una figura inspiradora vista como el comienzo de una Turquía que acepta esa “pluralidad”.


    La compleja relación entre Turquía y el mundo árabe se ve afectada por el legado del gobierno otomano, la visión de Mustafa Kemal Ataturk de una Turquía secular y sus relaciones con los países árabes, y los 20 años de gobierno de Recep Tayyip Erdogan. Todos estos factores y los resultados de las próximas elecciones turcas que se decidirán en la segunda vuelta determinarán el futuro de la compleja relación entre Turquía y el mundo árabe. Después de la Primera Guerra Mundial, el Medio Oriente fue puesto bajo el dominio británico y francés, luego de siglos de ser parte del Imperio Otomano, o al menos ser hegemónicamente dominado por este. Esto continuó hasta que los últimos emiratos del Golfo obtuvieron su independencia, lo que condujo a la fundación de Qatar, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos en 1971.

    Turquía secular (o islámica) y sus vecinos árabes.

    El establecimiento de la Turquía moderna, fundada sobre el legado del Imperio Otomano, creó una división física y cultural respecto los países árabes. El padre fundador del país, Ataturk, inició una revolución de arriba hacia abajo para romper los lazos de la nueva nación con sus vecinos, el pasado y el sistema político anterior. Ataturk imaginó una Turquía secular que estaba divorciada de la cultura árabe y en parte del Islam. Como señaló el turco Serif Mardin, “el nuevo régimen apuntó a los valores del antiguo régimen otomano” como el origen . En consecuencia, la nueva república introdujo diversas reformas para modernizar y occidentalizar el país.

    Además de abrazar a Occidente, las élites gobernantes de Turquía también desarrollaron un desdén por el mundo árabe, que los veía como oscurantistas, inferiores y traidores por haber traicionado a Turquía durante la Primera Guerra Mundial. Asimismo, la población árabe tenía sentimientos negativos hacia Turquía por su separación del Imperio Otomano. Las tácticas opresivas de los Jóvenes Turcos hacia la lengua y la cultura árabes a principios del siglo XX los alejaron de los gobernantes turcos, aún cuando el árabe tenía mucha importancia social incluso en el fin del imperio.

    Cuando buscaban la independencia del imperio otomano, las tribus árabes se aliaron con potencias extranjeras contra los otomanos. Esto resultó en que ambos lados desarrollaran estereotipos el uno del otro, lo que sirvió como un obstáculo para el desarrollo de las relaciones entre los países árabes y los turcos seculares. La animosidad mutua resultó en una separación a pesar de ser vecinos. En consecuencia, Turquía y el mundo árabe, incluido el Golfo, están geográficamente cerca pero tienen una relación tensa o como mínimo complicada.

    -Relaciones bajo Erdogan con las naciones de Oriente Medio.

    A pesar de los esfuerzos realizados por políticos y partidos de tendencia islámica en Turquía, la política exterior turca hacia el mundo árabe no ha cambiado fundamentalmente desde la fundación de Turquía. Turgut Özal y Recep Tayyip Erdogan, ambos líderes políticos de tendencia islámica, intentaron cambiar la política exterior turca hacia sus vecinos árabes al mismo tiempo que enviaban armas y soldados a las zonas de conflicto regionales.

    Cuando el Partido AKP liderado por Erdogan llegó al poder en 2002, las relaciones con los países árabes se restauraron y alcanzaron su punto máximo antes de la Primavera Árabe. Cuando comenzaron los levantamientos en 2011, muchos estados del CCG (Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo) desaprobaron la participación de Turquía en las revoluciones árabes. En consecuencia, las relaciones se deterioraron drásticamente. Ankara se encontró compitiendo con Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos por la influencia en los países afectados por los levantamientos de la Primavera Árabe. Mientras que los estados del Golfo se pusieron del lado de los gobernantes autocráticos y militares, Turquía apoyó movimientos revolucionarios, incluidos los partidos islámicos pero de tendencia revolucionaria.

    La lucha alcanzó su punto máximo durante la crisis del Golfo y el bloqueo de Qatar por parte de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Baréin entre 2017 y 2021. Sin embargo, el acuerdo de Al-Ula de 2021 que puso fin al bloqueo de Doha ha reparado los lazos de Turquía con los cuatro bloqueadores. estados No obstante, las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias en Turquía programadas para el 14 de mayo podrían cambiar significativamente las relaciones entre CCG y Turquía.

    Erdogan vs. Kilicdaroglu y las relaciones con el CCG

    Aunque el presidente Erdogan pasó por años turbulentos con muchos países árabes, principalmente Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, considera que el mundo árabe comparte una cultura, una historia y unos intereses islámicos similares y, por lo tanto, su única disputa con otros países del Medio Oriente es en el ámbito político. Dado que las cosas no salieron como él deseaba durante la Primavera Árabe, ya no es probable que continúe con sus políticas anteriores de contrarrestar los regímenes autoritarios del Golfo y otros países árabes.

    Si Erdogan gana las elecciones, las relaciones entre Turquía y el Golfo pueden experimentar un impulso significativo. Si bien Qatar ya tiene excelentes relaciones con Turquía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos pueden fortalecer aún más sus lazos políticos y económicos con Ankara. Estos países del Golfo actualmente están siguiendo una política exterior independiente, liberándose de la influencia de Estados Unidos y navegando nuevas asociaciones con otras potencias internacionales y regionales. Sin embargo, esto podría tener un alto costo, ya que es poco probable que Washington los deje ir fácilmente. Turquía, que también trata de operar de forma independiente, podría ser un aliado valioso. Es probable que Erdogan dé la bienvenida a estos países con los brazos abiertos y restaure las relaciones a los niveles anteriores a la Primavera Árabe. En el caso del CCG, Ankara tenía un camino más fácil para el acercamiento con Abu Dabi y Riyadh ya que ninguno de los dos estados se vio afectado por la Primavera Árabe. Solo chocaron con la política exterior turca por el futuro y los procesos políticos de otros países árabes.

    En caso de que la oposición turca gane las elecciones, es posible que resurjan los sentimientos antiárabes. En realidad, estos sentimientos nunca desaparecieron por completo, sino que se ocultaron un poco durante los gobiernos del Partido AK. Como se mencionó anteriormente, algunos secularistas turcos tienen una tendencia a admirar la cultura occidental y ver a las personas de Medio Oriente como inferiores. Si la oposición llega al poder, estas opiniones infundadas pueden volverse más prominentes en el discurso público, a pesar de no representar las opiniones de la mayoría de la sociedad turca.

    Además, Kemal Kilicdaroglu, líder del Partido Popular Republicano (CHP) y principal rival de Erdogan, promete establecer la Organización para la Paz y la Cooperación en Oriente Medio. La organización propuesta incluirá solo cuatro países: Turquía, Irán, Irak y Siria. Esto podría ser percibido por muchos países árabes como otro bloque regional dominado por Irán y sus aliados en la región—Siria e Irak—poniendo a Turquía del lado de Irán en la competencia regional entre Irán y sus vecinos árabes.

    Si la oposición gana las elecciones, probablemente dañará las buenas relaciones turco-qataríes, ya que algunos miembros de la oposición se sienten incómodos con las sólidas relaciones qatarí-turcas bajo los 20 años de gobierno de Erdogan. No está claro cómo la agenda de política exterior de Kilicdaroglu afectará las relaciones con otros estados del Golfo, pero el secularismo y la postura antiárabe de la oposición pueden tener un impacto en las relaciones interestatales. En general, una Turquía dirigida por Erdogan sería más favorable para la región del Golfo y Oriente Medio que una Turquía dirigida por la oposición.

    Erdogan, Kemal Kılıçdaroğlu y el legado de Ataturk:

    Una de las malinterpretaciones más grandes que existe al respecto Mustafá Ataturk Kemal es la creencia en su filo occidentalismo poco consecuente. Erdogan no es tan lejano Ataturk en muchas cosas prácticas, igual que el candidato del CHP sí que lo es, pero de forma diferente. Erdogan se diferencia de Ataturk en la cuestión del laicismo, pero es tan nacionalista como él, pues recordemos que aunque Ataturk quería la modernización de Turquía, sin embargo, quería también la recuperación de las tierras sustraídas a su país bajo el tratado de Sykes-Picot. A su vez, la relación respecto a la cuestión kurda en el caso de Ataturk y Erdogan, Armenia y Grecia es muy parecida, mientras que en lo que respecta a la política exterior, es el típico líder segundomundista de no alineación clara a un bloque. Lograr la independencia de las grandes potencias hegemónicas es el destino de Ataturk igual que lo es de otra manera y en otro contexto de Erdogan.

    Lograr la independencia de las grandes potencias hegemónicas en el contexto de Erdogan, jugando con todas las partes en el orden internacional (aún ser partes contrapuestas) en la dialéctica de la política internacional simultáneamente es la forma de entender el lugar de Turquía para Erdogan, siendo eso en ocasiones mal visto por el idealismo liberal, la OTAN y la UE, especialmente por la priorización absoluta del interés nacional. Kılıçdaroğlu por otro lado es un claro ejemplo de candidato menos propensos a ese segundomundismo alternativo y ascenso multipolar, siendo más cercano a los dictados de EEUU y de Occidente, mientras que se acerca más a Ataturk en la cuestión religiosa, sin embargo, asume parcialmente ciertos postulados del progresismo Occidental que pueden ser tomados más como un sometimiento cultural a Occidente y no tanto como una modernización en sí. Esto es especialmente claro en el candidato de el CHP en la cuestión del feminismo, LGTB y minorías, además de una transición del CHP de un jacobinismo duro con las minorías como la kurda, a unas posiciones mucho más moderadas en lo que respecta a dichas cuestiones.

    El candidato progresista seguramente cumpla de las seis premisas de Ataturk y su CHP original (republicanismo, nacionalismo, populismo, estatismo, laicismo y revolucionarismo), posiblemente únicamente republicanismo, estatismo y laicismo, pues en el resto, podemos ver al candidato opositor en la línea de «aflojar» en lo que respecta a la cuestión kurda (algo que Ataturk) no apoyaba, siendo difícilmente considerado como un nacionalista estricto, igualmente en el caso populista (ya que en eso es podríamos decir que lo es en general más su rival), además de revolucionario (el candidato es algo así como un socialdemocrata europeo adaptado a Turquía).

    En el caso de Erdogan, en cambio podemos ver en él un dictador republicano, nacionalista, islamista, populista y estatista. Dejando de cumplir el de revolución y laicismo, pero cumpliendo el resto. El debate en último término será, hasta que punto está Erdogan tiene la voluntad en caso de continuar gobernado, de explotando la mayoría turca sunní en las zonas ajenas a Ankara y Estambul, convirtiéndose en un paladín de los turcos sunitas de las zonas menos occidentalizadas y desarrolladas, en contra de un CHP más proclive a ser aceptado en las zonas de minorías, en las grandes ciudades, y en los entornos más progresistas del país.


  • Sobre la Inteligencia Artificial (IA): Mito, posibilidad o realidad.

    Gran parte de nuestras vidas está dirigida o es posible gracias y por la tecnología, y gran parte de la tecnología está dirigida por sofisticados algoritmos matemáticos. A medida que se han vuelto más relevantes en la vida humana, estas máquinas parecen actuar más y más como parte  de nuestro entorno, sin embargo esto es una mentira. Una mentira sofisticada, por supuesto, pero aún así una falsedad. Son un simulacro. Parecen ser capaces de escribir y dialogar con nosotros. Parecen ser capaces de producir arte. Pero todo es un complejo juego de marionetas y de sombras. Hay inteligencia involucrada, pero no está en las máquinas ni en los algoritmos. La inteligencia pertenece a los técnicos y programadores, o los que diseñan y hacen posible que estos productos se universalizan, los seres humanos creativos e inteligentes que inventaron y fabricaron estas maravillas de la magia técnica. Cuanto antes nos deshagamos de la mitología que ha llegado a rodear a estas asombrosas máquinas, y son asombrosas, mejor podremos lidiar con su lugar y papel en nuestra sociedad. Esto obviamente nos hace que nos hagamos muchas preguntas pero la primera es:

    ¿Qué es la inteligencia?

    La única respuesta realmente honesta a esa pregunta es que nadie lo sabe realmente. Vemos evidencia de ello en las personas que nos rodean. Pero aquí es donde surge la confusión para la mayoría. Nuestra percepción de la inteligencia se basa en gran medida en lo que vemos y experimentamos con los demás. Pero una vez que miras debajo del capó y te haces la pregunta: ¿cómo funciona todo?, las cosas se vuelven mucho más difusas. En estos días, escribes algo en el cuadro de diálogo de ChatGPT y, en cuestión de segundos, comenzará a recibir respuestas bastante competentes y, a veces, sofisticadas. Si observa las apariencias superficiales, parece actuar como una entidad «inteligente». ¿Pero  lo es? Una persona inteligente con un conocimiento de causa razonable puede empezar a exponer rápidamente las fallas y limitaciones de un programa como ChatGPT. Pero, para muchos, plantea muchas preguntas aterradoras. En la parte superior de la lista tendría que estar: ¿será eventualmente capaz de pensar por sí mismo como algo autónomo y creado por los propios humanos?

    Entonces, ¿qué es la inteligencia? ¿Es la mera capacidad de hacer cálculos? En este punto, las computadoras y los algoritmos pueden hacer cálculos complejos de forma más rápida y precisa que cualquier ser humano, incluso sirven para literalmente poner un cohete en la luna o un satélite en órbita. Pero, ¿es esa la única medida de la inteligencia? ¿Cómo se decide qué cálculos hacer? ¿Cómo llegamos a las matemáticas y procesos técnicos subyacentes que componen los algoritmos? ¿Es consciente la máquina de que está haciendo cálculos? Una cosa es enseñar a un animal sensible, por ejemplo, a responder a varios símbolos y estímulos, pero otra cosa es que el animal piense reflexivamente sobre el hecho de que está respondiendo a los símbolos. Con los algoritmos informáticos, los programadores simplemente producen un conjunto de respuestas muy sofisticadas a varios datos de entrada. La afirmación de que al alimentar cada vez más cantidades de datos en las bases de datos, los algoritmos están «aprendiendo» también es falsa, únicamente mejoras un sistema cerrado que no puede desarrollar autoconciencia real. Todo lo que están haciendo es ejercitar las instrucciones preprogramadas con mayor y mayor precisión. La máquina en sí no ha aprendido nada. No es consciente de que sabe algo. No es consciente ni capaz de pensar en los datos que se le suministran fuera de procesos también definidos.

    Cuando los humanos aprenden, especialmente a una edad temprana, las partes físicas de nuestro cerebro se construyen alrededor de lo que estamos aprendiendo. Por sí solo, nuestro cerebro se adapta realmente al aprendizaje creando nuevas conexiones neuronales. Cuanto más competente seas en una tarea, menos energía necesitarás para hacerla, menos consciente serás de hacerlo. La estructura de tu cerebro se vuelve más rápida y se adapta mejor a una tarea cuanto más la haces. De ahí viene el término “memoria muscular”. Las computadoras y los robots, el hardware y el software no se adaptan ni pueden adaptarse de esta manera. La estructura de los chips de computadora no está cambiando. Los algoritmos no están siendo reescritos por los datos, aún cuando su eficiencia puede mejorarse. Desde la perspectiva del usuario final, la mayor precisión de la salida algorítmica de conjuntos de datos más grandes puede parecer aprendizaje, pero no lo es. Si hay aprendizaje y adaptaciones, está ocurriendo en la mente y el cuerpo de los ingenieros que mejoran las estructuras.

    La autorreflexión y autoconciencia no es el único problema con la idea de la «inteligencia» de las máquinas. El mayor desafío es que realmente no sabemos de dónde viene la inteligencia o cómo medirla realmente fuera de modelos parciales adaptados a lo que se considera útil o valioso en nuestra sociedad. Lo sabemos cuando lo vemos. ¿En qué se diferencia la habilidad con las manos para crear objetos en la realidad material de lidiar con conceptos y abstracciones? ¿Es un carpintero menos inteligente que el estudioso de Platón o el matemático? ¿De dónde vienen las palabras? ¿Cómo es que atribuimos diversas asociaciones a las palabras y otros estímulos que varían de persona a persona, e incluso de un tiempo a otro dentro de mí mismo? ¿Por qué me entristece una canción; pero la misma canción te llena de alegría? 

    Gran parte de nuestra cognición ocurre fuera de la vista en la preconsciencia y el subconsciente. ¿Cómo explicas en un algoritmo el hecho de que tu mente criba y filtra todos los estímulos que recibes antes de que te des cuenta de que los has recibido, tomando decisiones sobre lo que se te “permite” ver, oír, oler, gusto y tacto. ¿Cómo puedes escribir un algoritmo para un proceso que es completamente opaco para nuestra conciencia? Y esto nos lleva al principal problema de estas simulaciones algorítmicas: la legibilidad o entendimiento.

    El problema de la legibilidad.

    Todo lo que sucede en una computadora, incluso una sofisticada, es completamente legible o entendible con una cantidad suficiente de metaentendimiento al respecto. ¿Qué quiere decir esto? A partir de la estructura de los chips de computadora, su física y química, su diseño y fabricación, no hay nada en el chip que no sea entendible. No hay nada oculto. Su estructura está ahí y se puede leer y entender. Es lo mismo con el software. Todo se puede leer. No importa cuán complejo o sofisticado, siempre se puede leer y entender. No hay nada oculto en la estructura física o los símbolos. Siempre está todo ahí para ser leído por nosotros. Esto también es cierto para las bases de datos. No importa cuán grandes sean, siempre se pueden leer. No hay datos, programación o arquitectura «ocultos» que operen fuera de nuestra capacidad para leerlos.

    La conciencia humana es muy diferente. Si bien hay ciertas estructuras legibles y mensurables y estas pueden observarse, gran parte de lo que constituye nuestro pensamiento y nuestra conciencia se encuentra fuera de la vista. Es ilegible. Las palabras que emergen y que en realidad se escriben son a menudo muy diferentes de las palabras que tenía la intención de escribir. Luego, una vez escritas, adquieren una especie de fijeza que luego es difícil de cambiar. ¿De dónde vienen? ¿Por qué una persona es mejor para producirlas que otra? Realmente no lo sabemos. Sabemos que la inteligencia sucede. Podemos ver evidencia de ello, pero realmente no entendemos en absoluto cómo surge. Si este es el caso, ¿cómo se supone que debemos hacer que las máquinas sean «inteligentes» si no tenemos idea de por qué somos inteligentes o cómo surge esta inteligencia?

    Naturaleza humana y personalidad.

    En parte, este debate está paralizado por dos tendencias o filosofías. Uno es el materialismo, que sostiene que la materia es todo lo que hay. El argumento es esencialmente que todo el universo es, al final, legible. Todo lo que sucede en el universo se puede observar, medir y comprender. Todo es el resultado de procesos materiales observables. Por eso, todo lo que sucede está determinado por una cadena ininterrumpida de causa y efecto. Sus pensamientos, su conciencia, es un mero artefacto de un proceso bioquímico, totalmente determinado por la física y la química de su cerebro. El problema de esta teoría es que complica el entendimiento de cuando se la confronta con el misterio de la conciencia y la voluntad humanas hasta cierto punto, quizá por falta de conocimiento aún al respecto. Simplemente aún no puede explicar cómo surge nuestra mente, nuestra conciencia.

    ¿Cómo es que puedo ser consciente de mi realidad material, en un sentido biológico, físico y químico y hacer múltiples elecciones basadas en ese conocimiento? Esto no debería ser posible si la humanidad fuera meramente biomáquinas completamente legibles según el argumento antimaterialista. Puedes ver cómo si uno es materialista y cree que los seres humanos son seres materiales completamente legibles y nada más, que debería ser posible replicar la conciencia humana en una máquina completamente legible. Pero el problema es que la conciencia humana no es legible a priori y su relación con lo físico no se entiende realmente aún a día de hoy, algo difícil será saber el futuro a este respecto.

    La segunda filosofía problemática es la del nominalismo. El nominalismo, en una batalla con los realistas filosóficos que argumentaban que los conceptos metafísicos son inherentemente parte de la estructura del mundo y que el pensamiento es un proceso de reconocimiento de las ideas que ya son una parte real de esa misma estructura, argumenta que los conceptos son simplemente los productos de la conciencia humana. Entonces, cualquier conexión que hagamos entre las cosas, la generalización que hacemos, son todas ideas que se originan dentro de la conciencia humana y que nosotros aplicamos al mundo. El significado y la conexión no son algo inherente al mundo mismo. El significado es algo que nosotros como seres humanos le damos al mundo. Esta idea fue fundamental en la génesis del método científico, pero fue enormemente destructiva para nuestra comprensión de nosotros mismos como seres humanos ya que generó una forma de individualismo epistemológico que ha derivado en buena parte de los desórdenes morales de la actualidad.

    Antes de la introducción de estas dos ideas, era bastante común entender que nosotros, como seres humanos, tenemos una naturaleza humana innata, al menos en un sentido cristiano.  La modernidad tiende a derruir la idea de naturaleza humana, o la deforma según el caso, en gran parte porque la encuentran demasiado moralmente restrictiva. No les gusta la idea de que ciertos comportamientos puedan ser una violación de nuestra naturaleza humana. La conclusión en muchas ocasiones es que si no existe una naturaleza humana, entonces los seres humanos son infinitamente maleables en función de nuestra aprehensión y comprensión de lo que es un ser humano.

    Sin embargo, no hay palabras que puedan comunicar esta esencia, aunque quién os escribe no crea en ella, y aún los condicionamientos biológicos, sociales y culturales evidentes ya que el uso del lenguaje es un rasgo humano compartido. Nuestra esencia, si es que existe está más allá del conocimiento.

    Para nuestros propósitos, también es por eso que los algoritmos nunca serán inteligentes. Por su naturaleza, son totalmente legibles y requerirían hacer legible la persona humana, esa parte de nosotros mismos que es única para nosotros y que no puede hacerse legible de ninguna forma, incluido el lenguaje.

    Lenguaje y significado.

    Tenemos que entender que las palabras, ya sea en forma de lenguaje hablado o escrito, son artefactos de la inteligencia, pero no contienen significado propio en sí mismas, existe un grado de subjetividad difícil de concentrar en una máquina. Cuando producimos lenguaje, tenemos dentro de nosotros el significado que pretendemos que lleven esas palabras, y eso lleva a cabo una deformación. Pero una vez que las palabras nos dejan, ellas y su significado están más allá de nuestro control. Cuando el oyente escucha o lee esas palabras, les da significado. El significado y las palabras mismas están separados. El significado, en muchos sentidos, existe antes que las palabras. Puede parecer que la producción algorítmica de palabras genera significado con las palabras, pero esto es una ilusión. El algoritmo se construye de la forma en que se construye porque los programadores dictan qué palabras deben juntarse con otras palabras utilizando reglas gramaticales y los significados que pretenden cuando construyen el algoritmo.

    En todo momento con el algoritmo este completamente legible. Es simplemente un conjunto de símbolos manipulados en formas estipuladas por la programación y las restricciones tanto del hardware como del software, todos los cuales son artefactos legibles. Cualquier significado que haya en las palabras, se lo dan los programadores o las personas que las leen. La máquina puede definir la palabra «perro» junto con otras palabras basadas en el algoritmo, pero esa misma palabra evocará terror en una persona que fue mordida por un perro cuando era niño; mientras que con otro será un suave recordatorio de una amorosa asociación de imágenes, sonidos e incluso olores o de momentos felices. Pero la máquina y el algoritmo no son conscientes, preconscientes o subconscientes de ningún significado asociado con los símbolos, pues la cosmovisión humana individual y colectiva esta asociada a estos símbolos incluso antes de al lenguaje. Simplemente escupe la palabra como resultado de un producto de una fórmula matemática compleja. ¿Qué significado tiene esta palabra? ¿Qué significado se pretende? ¿Qué significado se genera al recibirlo? ¿Todos ellos? ¿Algunos? Si mi experiencia de «perro» es únicamente mía aunque aprendida por la socialización, parte de mi personalidad es única y parcialmente ilegible, ¿cómo haces que esto sea legible para el algoritmo?

    ¿Puede la máquina reflexionar conscientemente sobre sus asociaciones preconscientes e inconscientes con las palabras? Por supuesto que no. La máquina es una mera simulación de personalidad inteligente. Uno podría preguntarse, ¿en qué punto la simulación del usuario final, si se vuelve lo suficientemente sofisticada, se convierte en lo que pretende simular? Este es el argumento que ahora se emplea en el movimiento transgénero. Si nazco en un cuerpo masculino pero puedo presentarme como una mujer de tal manera que los dos son indistinguibles, ¿no me convierte esto en una mujer? No, no lo hace ya que no supera al sexo biológico de nacimiento siquiera aunque el aspecto y el trato del «nuevo sexo pretendido» sea aceptsdo. Del mismo modo, una simulación sofisticada de la conciencia no la hace consciente y genuinamente autorreflexiva.

    El punto planteado al comienzo de esta publicación plantea la cuestión de .¿Cómo se puede comunicar el significado? Es un reto. ¿Por qué crees que los malentendidos son tan comunes? Al final, la comprensión sucede en una especie de Matrix social deformado por la individualidad. Esto es más fácil en la comunidad, donde las personas viven constantemente en estrecho contacto entre sí. Vemos esto en parejas casadas o amistades profundas donde la comunicación puede ocurrir sin palabras o donde uno termina las oraciones del otro. En este sentido, se podría argumentar que existe una especie de conciencia o inteligencia compartida, aunque esto sea una abstracción.

    Es aquí, en este punto, donde muchos albergan la esperanza de que surja una verdadera inteligencia dentro de las máquinas. La idea es que mantendría a las personas constantemente conectadas y conectando datos todo el tiempo en algoritmos que se vuelven cada vez más sofisticados a medida que los programadores comprenden mejor los datos, llegando a un punto en el que este tipo de conciencia humana colectiva simplemente emerge como su propia entidad consciente distinta en y a través de la máquina como medio. Es el tipo de ilusión que hace que la gente crea que la conciencia humana que surgió espontáneamente a través de la colisión aleatoria de átomos y partículas abre un debate de nuevo.

    La clave para recordar con el uso de todos estos algoritmos, sin importar cuán sofisticada sea la programación o cuán poderoso sea el hardware, es simplemente la manipulación y el movimiento de símbolos legibles en formas predeterminadas y limitadas por su programación y hardware. Lo que les falta es lo que hace a los seres humanos seres humanos. Siempre les faltará esto y por lo tanto, nunca producirán inteligencia real.

  • Sobre las amenazas del colapso demográfico global.

    Las tasas de natalidad están cayendo mucho más rápido de lo que implican muchas de las narrativas dominantes en la política actual. La tasa global de fecundidad para toda América Latina y el Caribe cayó por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1 bebés por mujer en 2019. India alcanzará ese estatus en 2024. Se espera que China alcance la mitad de su población actual para 2066. Inmigrantes de primera generación a EE. UU. cayó por debajo de la tasa de reemplazo en 2019. Ya, 115 países que representan aproximadamente la mitad de la población mundial están por debajo del reemplazo y, para fines de siglo, se prevé que casi todos los países de África tengan una población en rápida disminución.

    Incluso el fundamentalismo religioso estricto no protege contra esta caída. Desde la década de 1980 hasta la de 2010, la mujer iraní promedio pasó de tener 6,5 a solo 2,5 hijos, y a partir de 2021 fue de 1,6 . Esta caída en la fertilidad superó la política de hijo único de China. Mientras tanto, en los EE. UU., la población mormona en Utah cayó casi por debajo del reemplazo en 2021. Este no es un momento de «canario en la mina de carbón». Hemos llegado al punto metafórico en el que la piel de los mineros se está desprendiendo, todo mientras muchos afirman que esta caída dramática es un «inconveniente menor» o incluso un desarrollo bienvenido.

    La gente subestima la rapidez con la que se sentirá este efecto. Corea del Sur tiene actualmente una tasa de fertilidad total de 0,81 . Por cada 100 bisabuelos de Corea del Sur, habrá 6,6 bisnietos. Con la tasa de fertilidad de 0,7 pronosticada en Corea del Sur para 2024, eso equivale a 4,3 bisnietos. Es como si supiéramos que una enfermedad mataría al 94 por ciento de los surcoreanos en el próximo siglo.

    La gente subestima lo rápido que esto puede volverse serio, una vez que se siente. Recientemente, a mediados de la década de 1990, Corea del Sur tenía una tasa de natalidad de 1,7, que se acerca a la tasa actual de EE. UU. Un colapso de la fertilidad toma alrededor de treinta años antes de que provoque un colapso de la población, y una vez que eso sucede, el colapso es inevitable. Si el 70 por ciento de la población de una nación tiene más de 50 años, y aunque a muchas de esas personas les queda casi la mitad de su esperanza de vida, no van a tener más hijos.

    En todo el mundo, vemos un fenómeno similar: los países explotan en población a medida que se expande el acceso a la riqueza moderna, luego disminuyen y comienzan a colapsar a medida que aumentan los ingresos y se establece la modernización del estilo de vida. Si bien muchos países aún tienen que alcanzar este crescendo, la mayoría está bien en su camino. Pero ¿por qué sucede esto?

    Considere su grupo social personal. Si usted es como la mayoría en el mundo desarrollado, alrededor de un tercio de sus compañeros no tendrán hijos y alrededor de un tercio tendrá dos hijos. Si ese grupo se mantiene justo por encima de la tasa de repoblación, el último tercio debe tener más de cuatro niños cada uno.

    Las personas malinterpretan la cuestión de las tasas de natalidad estables cuando preguntan «¿Por qué todos en mi comunidad no tienen dos hijos?» Ya sabemos que en el mundo moderno, el emparejamiento roto y la elección individual llevarán a una gran parte de las personas a renunciar por completo a la paternidad. Como tal, para que la fertilidad en su comunidad se mantenga sostenible, depende de un cierto número de aquellos que tienen hijos tener bastantes hijos . Las sociedades modernas no deberían preguntarse: «¿Por qué no todos tienen hijos?» sino más bien: «¿Por qué muchos en mi comunidad no tienen de cinco a siete hijos?»

    Cuando se reformula la pregunta, la respuesta sigue siendo obvia, pero sutil en sus implicaciones. Los rendimientos puramente hedónicos de tener más hijos disminuyen significativamente después de dos hijos. Incluso cuando las restricciones financieras asociadas con la crianza de los hijos se eliminen por completo, solo hay tres razones por las que una persona tiene más de dos hijos: si cada hijo que tiene aumenta significativamente las perspectivas económicas de la familia; si la familia carece de la educación necesaria para usar el control de la natalidad de manera efectiva o se encuentra en una situación en la que el control de la natalidad no es una opción; o si hay alguna externalidad cultural que los motive a tener muchos hijos.

    Si bien la ganancia económica ha sido históricamente un factor impulsor de las altas tasas de natalidad, la disminución global del trabajo infantil y las empresas domésticas con la modernización ha eliminado este factor. La falta de acceso al control de la natalidad también deja de ser un factor con un aumento masivo en todo el mundo en la educación femenina, la educación sexual y la disponibilidad de control de la natalidad. Esta es una noticia favorable en muchos sentidos, pero también significa que este futuro de prosperidad generalizada, educación femenina y modernización es intrínsecamente inestable a menos que las sociedades prósperas e igualitarias puedan mantener o aumentar sus poblaciones a través de tasas de natalidad sostenibles.

    Mucha gente tiene la intuición de que cuando una población se derrumba, la cantidad de recursos que quedan por recorrer aumentará por persona y este impulso en la prosperidad individual creará una nueva homeostasis en la que las poblaciones alcanzarán un nivel sostenible, más o menos sostenible. nivel constante, o incluso empezar a crecer. Esta intuición está equivocada en tres frentes.

    Primero, hemos visto lo que le sucede a las naciones más adelante en la «línea de tiempo del colapso de la fertilidad» que la nuestra, como Corea del Sur. El declive no ha disminuido en ninguna de las naciones del colapso demográfico en etapa posterior. Si existe un piso orgánico en el colapso de la fertilidad, es tan bajo que es irrelevante.

    En segundo lugar, el aumento de la riqueza individual está asociado con la disminución de la tasa de natalidad. Si bien las tasas de natalidad finalmente se recuperan en niveles extremos de riqueza, solo superan los niveles de repoblación cuando una familia gana entre $500,000 y $1 millón de dólares al año en el caso de EEUU. De la misma manera que la tasa de natalidad comienza a desplomarse alrededor de un ingreso de 5.000 dólares al año, presumiblemente relacionado con la participación de un individuo en la economía moderna, algo similar sucede en la marca de los 500.000 dólares. Alrededor de $500.000 al año puede ser el nivel de ingresos en el que la persona promedio ya no se ve obligada a participar en el patrón moderno de movilización laboral; no tienen que trabajar o al menos pueden trabajar de manera flexible. Pero este es un efecto relativo, no absoluto, por lo que aumentar los recursos en general no ayudará.

    3- En tercer lugar, dado cuánto hemos aprovechado nuestra tierra, empresas, ciudades, estados y naciones, la disminución de la población puede incluso reducir drásticamente la riqueza y desencadenar una cascada de vacíos difíciles de llenar incluso con tecnología. Vimos esta situación desarrollarse en Detroit, que perdió el 40 por ciento de su población en los últimos 60 años. Incluso si la gente puede comprar una casa por mil dólares cuando la población se derrumbe, esas casas tendrán techos parcialmente derrumbados, sin cableado y sin electricidad ni agua corriente. Toda nuestra civilización se ha construido como un esquema Ponzi que requiere un crecimiento constante. Ese esquema eventualmente colapsará.

    De hecho, el colapso de una infraestructura es casi una constante en cualquier lugar que tenga una población en descenso. La forma en que hemos diseñado las carreteras, la energía o la infraestructura hidráulica, por ejemplo, no es fácil de gestionar sin mano de obra. Si construyes infraestructura en una ciudad para llevar agua a un millón de personas y su población se reduce a medio millón, todavía cuesta casi tanto mantenerla como antes, con la mitad de la base impositiva y la mitad del beneficio. Eso puede desencadenar una economía potencialmente inflacionaria por escasez de mano de obra.

    Soluciones falsas.

    Algunos imaginan que la IA o algún otro avance tecnológico puede actuar como un deus ex machina para mejorar los desafíos económicos del declive de la población al sustituir a los trabajadores humanos en la economía. Pero incluso en el caso optimista, esto no lo resolverá todo, y puede causar sus propios problemas muy serios. Como mínimo, la IA solo ayudará al lado de la oferta del desastre económico que se avecina porque no consume de la misma manera que lo hacen los humanos. La riqueza de la IA puede no ayudar en absoluto con el mantenimiento de la infraestructura, o incluso puede hacer que se descuide aún más, ya que elimina el imperativo económico de resolver los problemas de coordinación que enfrentan los trabajadores humanos.

    Las consecuencias del colapso demográfico se extienden más allá del desmoronamiento de la infraestructura, los fondos de pensiones fallidos, los gobiernos inestables y los mercados financieros tambaleantes. Consideren que casi todo sobre el perfil sociológico humano tiene un componente genético, que va desde la prosocialidad hasta el altruismo y los patrones de elección. Nuestra economía está estructurada de una manera que identifica y utiliza al máximo el talento para crear productividad marginal a corto plazo, eso es el capitalismo consumista. El sistema clasifica diferencialmente a los más potencialmente productivos entre nosotros y luego les ofrece dinero y estatus para que renuncien a otras actividades de la vida que no generan productividad inmediata.

    Hay pocas cosas que alejen a una persona de la productividad económica inmediata más que un estilo de vida social compatible con buenas relaciones matrimoniales, fuertes lazos familiares y crianza de los hijos, esto es evidentemente alineantes. Nadie es recompensado financieramente en nuestro sistema actual por estructurar las ciudades de una manera que invite a la creación de familias numerosas. De hecho, muchos serán sancionados si existe esta presión por parte de empresas locales que tienen menos tiempo de trabajo, por ejemplo. Por esta razón, los centros de productividad en una economía modernizada serán intrínsecamente ambientes subóptimos para formar familias numerosas.

    Quienes proponen “resolver el colapso demográfico con la inmigración” respaldan implícitamente la creación de una situación tóxica en la que la economía del mundo desarrollado depende de que África y otros países con alta natalidad sigan siendo pobres. Esto se debe a que si se permite que las naciones con una alta tasa de natalidad continúen en su camino hacia el desarrollo, también caerán por debajo de la tasa de repoblación, si no lo hacen vivirán en una economía desarrollada que parásita sistemáticamente la mano de obra del mundo en desarrollo.

    Las sociedades que perduran.

    El problema demográfico parece muy oscuro, pero hay un lado positivo que se reduce a la razón final por la que las personas tienen dos hijos: la presencia de un motivador cultural. Supongamos que logramos construir una cultura pronatalista, tecnófila, productiva, pero inmune a los cantos de sirena del individualismo radical que nos ha hecho, en el caso de los occidentales estériles.

    Parte de la razón por la que muchos son reacios a pensar en estos problemas es que están asociados con el enfoque modernista de la eugenesia del siglo XX, que se centró en la extrema planificación familiar y operaciones lengua generalizada como una condición para tener descendencia. El problema clave, sin embargo, ya no es controlar la fertilidad, sino hacer lugar para ellas y permitirlas, cosa que no hacen ni el sistema moderno actual ni la eugenesia del siglo XX. Lo que se necesita es lo opuesto a lo que promulgaron esos dos modelos creados para situaciones demográficas diferentes a la actual.

    Asegurar el futuro de nuestra especie o de naciones con decadencia demográfica como España es mucho más fácil de lo que uno podría imaginar. Vivimos en un mundo en el que las personas más exitosas según el sistema de promoción social, especialmente en la franja intermedia (clase media, y clase media-alta) siendo eliminadas agresivamente y en el que las personas más productivas y meritocráticas están siendo funcionalmente castradas. Lo mejor de vivir en un mundo de sistemas moribundos es que estás en una posición excepcionalmente buena para reemplazar los sistemas subóptimos con algo superior. El nuevo crecimiento arraiga mejor en la decadencia de sus predecesores.

    Las naciones con una baja tasa de fecundidad tendrán muchas dificultades para enfrentarse a cualquier vecino culturalmente sostenible después de un colapso de la población de mayor tamaño. No necesitamos pisar los pasos exactos de nuestros antepasados para volver a una sociedad sostenible. Poco de lo que vino antes es compatible con una civilización industrialmente avanzada, ni demostró ser capaz de resistir las patologías de la cultura moderna. La cultura dominante no funciona: no motiva tasas de natalidad sostenibles. Para dar el salto a una cosmovisión que lo haga, muchos de nosotros debemos crear nuevas iniciativas personales para fortalecer significativamente las perspectivas de nuestra sociedad.

  • Auge y decadencia del Nacionalismo Árabe.

    Las Primaveras árabes, según algunos,  resucitaron brevemente la idea del nacionalismo árabe. Durante los Juegos Panárabes de 2011 en Qatar, los espectadores cantaron el himno nacional árabe no oficial, cuya letra promueve la idea de que los árabes no pueden ser separados por fronteras artificiales o religión porque el idioma árabe los une a todos. Pero la euforia del momento pronto se disipó, cuando se estableció la realidad del faccionalismo de cada país. A pesar de varios intentos de unidad, las naciones árabes una y otra vez han fallado en actuar colectivamente o ponerse de acuerdo sobre intereses comunes.

    El primer movimiento nacionalista árabe se lanzó en Beirut en 1857. La Sociedad Científica Siria marcó el comienzo de un breve renacimiento cultural e intelectual árabe. Al no poder atraer a una audiencia amplia, fracasó cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. Esta esencialmente una organización elitista de cristianos principalmente sirios y libaneses y algunos estadounidenses y británicos que vivían en el área. El nacionalismo árabe secular atraía a los cristianos porque significaba que podían integrarse como ciudadanos de pleno derecho y relativizaba el factor religioso frente al étnico. Décadas más tarde, la Sociedad de Jóvenes Árabes se estableció en París en respuesta al golpe de los Jóvenes Turcos (nacionalistas turcos, que no árabes) de 1908 contra el sultán otomano Abdul Hamid. El grupo exigió una transición democrática, autonomía administrativa para los árabes y la designación del árabe como idioma oficial a la par del turco dentro del imperio otomano.

    Las políticas represivas del gobernador militar otomano de Siria llevaron a los jóvenes árabes a exigir la independencia de las provincias árabes de Asia occidental, allanando el camino para la Gran Revuelta Árabe respaldada por los británicos en 1916. El orden mundial que surgió después de la Primera Guerra Mundial dio a los actuales estados del este árabe, mientras que los países independientes del norte de África surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Los países imperiales occidentales crearon los estados árabes en su formato actual para garantizar su continua fragilidad y faccionalismo alentando a las élites de cada uno a controlar su parte del pastel antes de abordar un espacio político común.

    La identidad árabe sin embargo, no es completamente un marcador étnico especialmente estricto, hay grandes diferencias entre todos los pueblos de herencia cultural/idiomática árabe. El concepto, surgió durante el califato abasí como línea divisoria política entre los califas árabes y sus súbditos persas en el siglo IX. Para ser considerado árabe, era suficiente afirmar serlo y hablar el idioma árabe, véase aquí la flexibilidad del término. El nacionalismo árabe se limitó principalmente al orgullo por los logros de la comunidad, especialmente la difusión del Islam y el idioma árabe fuera de la Península Arábiga. La obsesión de los regímenes árabes por permanecer en el poder les impidió cooperar, lo que aseguró que el nacionalismo estatal (marroquí, sirio, egipcio, argelino, iraquí,etc) reemplazara al panarabismo.

    Islam y nacionalismo

    A partir de ahí, primero se encontrará que tanto el islamismo como el panarabismo emergen como una reacción a la penetración occidental en la región y tienen funciones sociales similares a ese respecto. Hasta cierto punto, ambos movimientos pueden ser vistos válidamente como dos formas de este rechazo. El primer indicio de la existencia de un fuerte elemento común consiste en la siguiente observación: el panarabismo y el islam político parecen estar vinculados por una correlación inversa. Cuando uno es más fuerte, el otro decae, cuando uno domina el otro es marginal. Podría decirse que esta relación se remonta a principios del siglo XX . De hecho, décadas de antes de la Primera Guerra Mundial, la identidad islámica era mucho más fuerte entre los árabes que el todavía nuevo y marginal concepto de nación árabe. 

    Sin embargo, el rechazo a Occidente no siempre fue tan cierto, hubo un primer nacionalismo árabe (aún cuando no utilizaba dicha categoría) fomentado según algunos por influencia europea como una forma de liberar a los pueblos de etnia árabe frente a los otomanos. Esto ya se pudo ver en la expedición de Napoleón a Egipto, que utilizó el argumento arabista frente al de la unidad del islam que por entonces sostenía el Califa Otomano. Posteriormente hubo revueltas antiotomanas, donde podemos ver una doble lucha entre islam unificado del otomanismo y arabismo, que por aquel entonces no planteaba aún un proyecto cimentado en algún Estado.

    Es solo después de la Segunda Guerra Mundial –y particularmente a principios de la década de 1950– que la relación se invierte: el nacionalismo árabe, entonces percibido como mucho más concretamente anclado en el territorio local, el idioma, la historia y la experiencia que la ummah (más abstracta) triunfa sobre el islamismo. Este último casi “desaparece” del escenario de las relaciones internacionales mientras que el primero asciende y alcanza su clímax en la década de 1960 bajo el liderazgo de Nasser y los proyectos de República Árabe Unida. El declive del arabismo después de 1967 es testigo del resurgimiento del Islam político y el equilibrio inverso comienza a tomar forma. Para dar cuenta de esta sorprendente y aparentemente mecánica relación, es necesario comprender qué vincula el nacionalismo árabe y el islamismo y, por lo tanto, prestar atención a su origen común. Este origen hay que buscarlo en el rechazo al poder colonial europeo, que está en el centro mismo del surgimiento y expansión de ambos movimientos, aún cuando estos nacionalismos fueron en ocasiones usados por los europeos para balcanizar las posesiones otomanas de mayoría árabe.

    El mito del Gran Mundo Árabe.

    La idea del mundo árabe, una región que se extiende desde el Océano Atlántico en el oeste hasta el Golfo Pérsico en el este y el Océano Índico en el sur, fue presentada a principios del siglo XX por Sati al-Husary, el ministro de educación de Irak durante el reinado del rey Faisal I. En ese momento, su conceptualización del nacionalismo árabe seguía siendo principalmente un apego sentimental a la religión y el idioma. De hecho, los árabes se enorgullecían de su identidad y cultura, pero no extendieron su sentido de unidad al ámbito económico o político.

    En 1920, Faisal estableció el Reino Árabe de Siria. Unos meses más tarde, una fuerza francesa, que también incluía la caballería marroquí y dos batallones argelinos, derrotó a la fuerza siria mal equipada y con poco personal en la batalla de Maysaloun, cerca de Damasco, reclamando Siria como mandato francés. Esto asestó un golpe devastador al nacionalismo árabe, impidiendo que Damasco se convirtiera en un centro panárabe y condenando sus perspectivas de funcionar como un estado central capaz de influir en los árabes de todo el mundo.

    A diferencia del nacionalismo en Europa, el nacionalismo árabe no se desarrolló debido a un avance tecnológico en la producción que marcó el comienzo de una era industrial. No dio lugar a una comunidad política inclusiva que reemplazó las identidades sectarias, tribales y de clanes. Los líderes árabes, con la esperanza de ganar la legitimidad popular, promovieron demostraciones públicas de la ortodoxia sunita en lugar de tratar la fe como un asunto privado, lo que alienó a las sectas islámicas heterodoxas y a los cristianos. Por ejemplo, el vicepresidente egipcio Hussein el-Shafei, que sirvió bajo el presidente Gamal Abdel Nasser, trató de atraer a los cristianos coptos de Egipto al Islam. En la década de 1970, Moammar Gaddafi de Libia instó a los cristianos maronitas libaneses a abrazar el Islam para poner fin a la guerra civil.

    El pensamiento nacionalista árabe contribuyó a revivir el dogma religioso. En Sudán, por ejemplo, el presidente Jaafar Numeiri pasó de ser un nacionalista árabe secular a un fanático religioso, introduciendo la sharia en todo el país, incluso en la región sur no arabizada y no islámica.

    Falta de acción colectiva:

    Este faccionalismo e interés propio bloqueó cualquier intento de cohesión genuina. El Consejo de Cooperación del Golfo fue creado en 1981 por seis naciones árabes: Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar, Kuwait y Omán, aparentemente para integrar sus economías y capacidades de defensa. Pero el grupo fracasó en lograr sus objetivos declarados, y las relaciones entre los estados miembros se vieron empañadas por el conflicto. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos todavía están enredados en problemas fronterizos en curso. Y en 2017, tres de los estados miembros (más Egipto) impusieron un bloqueo de tres años a Qatar.

    La idea de establecer la Unión del Magreb Árabe, una alianza entre Marruecos, Túnez, Argelia, Mauritania y Libia, surgió en 1956 después de que Túnez y Marruecos obtuvieran la independencia de Francia. Pero esto tampoco logró inspirar un sentido de unidad. La invasión de Marruecos del territorio controlado por Argelia en 1963 inició la Guerra de la Arena, que agrió permanentemente las relaciones entre los dos países. Su disputa sobre el Sáhara Occidental profundizó aún más las tensiones y, el mes pasado, Argelia rompió relaciones diplomáticas con Marruecos. Los cinco países celebraron su primera cumbre en 1988, pero los jefes de Estado no se han reunido desde que Argelia cerró su frontera con Marruecos en 1994. La AMU ha alcanzado 30 acuerdos multilaterales, pero solo cinco de ellos han sido ratificados.

    El Acuerdo Sykes-Picot de 1916, que dividió partes de la Media Luna Fértil del Levante-Mesopotamia en mandatos francés y británico, apagó el impulso nacionalista árabe. A diferencia de Irán y Turquía, donde un estado central fuerte promovía la cohesión y la solidaridad, el nacionalismo árabe no tenía un país comprometido con el avance de su causa y la creación de una entidad panárabe unificada. No logró despegar principalmente porque los principales estados árabes estaban distraídos por sus propios problemas de corrupción, despotismo, estancamiento económico y aventurerismo militar.

    Los movimientos nacionalistas árabes se escindieron, dando lugar a partidos políticos «izquierda» con sus peculiaridades locales. El Partido Comunista Libanés, por ejemplo, se desvinculó del internacionalismo soviético para participar en la guerra de guerrillas contra las tropas israelíes en el sur del Líbano. George Habash, quien fundó el Movimiento Nacionalista Árabe en 1951, lo rebautizó como Frente Popular para la Liberación de Palestina. Este movimiento marxista-leninista orquestó complots y una perspectiva de guerra de baja intensidad (terrorismo) de alto perfil en Israel en las décadas de 1960 y 1970.

    “El despertar de la nación árabe”, un libro escrito en 1905 por el maronita Christian Naguib Azoury, predijo un choque entre el nacionalismo árabe y el sionismo, que no terminaría hasta que uno de los dos movimientos derrotara al otro. La profecía de Azoury se hizo realidad en 1967, cuando la Guerra de los Seis Días acabó con toda esperanza de una nación panárabe cuando las preocupaciones se centraron en recuperar el territorio capturado por Israel. La derrota permitió que las minorías étnicas y religiosas de la región árabe, que en su mayor parte no habían logrado articular demandas específicas, impugnaran la autoridad estatal y presionaran por la autonomía por ejemplo destruyendo la República Árabe Unida que unificaba Egipto y Siria por un golpe militar en siria. Se militarizaron y presentaron demandas políticas de gran alcance en Argelia, Sudán, Irak y más allá.

    El caso claro sería el del Baath iraquí, que siempre tuvo facciones pro Nasser, es decir favorables a unirse a la República Árabe Unida sirio-egipcia, y partidarios de una línea propia que reivindicaba una fusión entre una herencia «mesopotámica» y «árabe». De hecho, desde la llegada al poder en el 1968 del Baath iraquí, siempre se vio desde Siria, donde también gobernaba Hafez al Assad como una facción derechista del Baath, siendo en definitiva los particularismos locales un problema desde el principio para el nacionalismo árabe.

    La identidad árabe, en definitiva todavía existe en un sentido estricto como un recordatorio de la gloria pasada y una cultura común, aún las diferencias regionales. Es una fuerza simbólica que no tiene mecanismo de acción colectiva en toda la región. Habiendo vivido bajo una sucesión de imperios, los árabes no sufrieron la transformación necesaria para facilitar el triunfo del nacionalismo. En la región árabe, la religión sigue siendo la fuerza social decisiva y el motor de la acción colectiva, y curiosamente, ha demostrado que cuando más potente es esta, más difícil es reforzar la identidad étnica, siendo así el islam una forma de universalismo particular que al parecer debilitó el nacionalismo árabe o panarabismo. 

  • España y Marruecos: El idealismo político del PSOE respecto al reino alauí.

    El mes de febrero, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, encabezó una delegación de 12 funcionarios gubernamentales a Rabat para reunirse con sus homólogos marroquíes. La cumbre, que fue la primera entre los países vecinos en ocho años, fue un esfuerzo por enmendar las relaciones entre Madrid y Rabat, en medio de tensiones que se han profundizado en los últimos años por cuestiones territoriales, migratorias y de derechos humanos.

    Pero el momento de la cumbre no podría haber sido más incómoda, ya que tuvo lugar pocos días después de que el Parlamento Europeo adoptara una resolución no vinculante que condenaba a Rabat por el deterioro de las condiciones de “libertad de expresión y libertad de prensa” en Marruecos. Continuó instando a las autoridades marroquíes a brindar “un juicio justo con todas las garantías del debido proceso” a tres periodistas encarcelados: Omar Radi, Taoufik Bouachrine y Soulaiman Raissouni. Los tres han sido objeto de juicios prolongados que según acusaciones que su defensa afirmo ser falsos, así como de cargos que incluyen espionaje, violación y otros delitos sexuales.

    Los parlamentarios europeos del gobernante Partido Socialista (PSOE) recibieron instrucciones de Madrid de votar en contra de la resolución, y fueron los únicos miembros del Parlamento de la UE además de los eurodiputados del partido de extrema derecha de Francia Agrupación Nacional que lo hicieron. Uno de los diputados españoles, Juan Fernando López Aguilar, defendió el “no” argumentando que “Marruecos es un socio estratégico… si hay que tragar sapos, se tragarán”. Esta curiosa posición lanza la pregunta incómoda pero que muchos se hacen de “¿Qué le debe el PSOE a Marruecos?”.

    A pesar de las grandes divisiones entre Rabat y Madrid y las difíciles cuestiones políticas que las impulsan, la cumbre concluyó con la firma de casi 20 acuerdos comerciales y de inversión por parte de las dos partes, incluido un mecanismo de 800 millones de euros para “promover inversiones en sectores como el ferroviario, el agua, la industria agroalimentaria y turismo.” Un comunicado conjunto emitido por ambas partes afirmó que “España quiere ser un inversor de referencia en Marruecos”.

    En una entrevista con López Aguilar Diputado en la UE, tras la votación en el Parlamento Europeo, reiteró el carácter estratégico de las relaciones de Marruecos con España y la Unión Europea, así como la importancia de mantener la relación a flote dados los grandes intereses en juego, en particular para el tejido empresarial español, las empresas españolas se beneficiarán considerablemente de los acuerdos comerciales y de inversión firmados en la cumbre.

    Esos acuerdos también adquirirán una mayor importancia para la región más amplia del norte de África, ya que Marruecos y España se están convirtiendo cada vez más en “el centro de gravedad del eje UE-África”, según el diario El País. Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo de España, destacó la importancia de Marruecos en la Estrategia Horizonte África de España, una iniciativa lanzada en 2019 con el objetivo de fortalecer los vínculos de España.

    El deshielo en las relaciones entre Rabat y Madrid comenzó después del cambio sutil muy criticado por algunos pero significativo de este último en su posición de larga data sobre el Sáhara Occidental. Por supuesto la posición economicista parece imponerse en Madrid frente a la posición más estratégica.

    El turismo es una prioridad clave para los dos países, como lo demuestra un acuerdo firmado en la reciente cumbre para mejorar la cooperación, incluido un aumento en el número de vuelos directos entre España y Marruecos, pero también el intercambio de conocimientos técnicos en la gestión del turismo. Quizás el elemento más intrigante del acuerdo es su mención de un túnel ferroviario submarino de 26 millas de largo destinado a conectar los dos países, que fue originalmente concebido y ratificado en 1979. El proyecto fue relanzado el año pasado por el gobierno español, y la cumbre proporcionó más impulso para acelerar el progreso en él, con el objetivo de poner en funcionamiento el túnel en algún momento entre 2030 y 2040.

    Después de casi 50 años de mantener una tenue neutralidad sobre el destino de la antigua colonia española, el Sáhara Occidental, Sánchez envió el año pasado una carta al rey marroquí Mohamed VI prometiendo el apoyo de Madrid al plan de Rabat para otorgar al territorio más autonomía sobre sus asuntos internos, sin llegar a otorgándole la plena independencia, tal como lo exige el pueblo saharaui de la región. Marruecos se ha negado rotundamente a permitir un referéndum de independencia, como se acordó en un alto el fuego mediado por las Naciones Unidas en 1991.

    Los opositores de Sánchez, e incluso algunos miembros de Podemos, el socio menor de su coalición de gobierno, consideraron el cambio en la posición de Madrid como un alejamiento radical de la neutralidad de España y muchos lo consideraron una traición a la lucha del pueblo saharaui por la autodeterminación. Madrid defendió su nueva posición como un paso pragmático hacia lo que ve como el plan más viable y realista sobre la mesa.

    El cambio de posición de España sobre el Sáhara Occidental enfureció a Argelia, que históricamente ha apoyó al movimiento independentista saharaui, el Frente Polisario. Argel respondió a la medida suspendiendo un tratado de 20 años con Madrid, deteniendo las relaciones comerciales bilaterales y amenazando con cortar el flujo de gas natural a España. Sin embargo, desde un punto de vista economicista, que en mi opinión, no lo es todo, el cálculo económico parece haber valido la pena para España. Las exportaciones españolas a Argelia cayeron un 41 por ciento, hasta los 1.000 millones de euros, de enero a noviembre de 2022 respecto al mismo periodo de 2021. Pero sus exportaciones a Marruecos aumentaron un 27 por ciento, hasta los 10.800 millones de euros, en el mismo periodo. La cuestión, es hasta qué punto Marruecos es un socio fiable por sus reclamaciones territoriales al respecto España, y si la economía en este caso lo es todo, pero aislando del contexto estos datos si lo sería, aún la problemática que pueda suponer

    El acercamiento entre Madrid y Rabat ha suavizado las tensiones de los últimos dos años, principalmente por la inmigración. En mayo de 2021, casi 8000 personas intentaron cruzar la valla fronteriza de Marruecos hacia la ciudad costera española de Ceuta. Algunos comentaristas, así como las autoridades regionales de Ceuta, culparon a Rabat por supuestamente flexibilizar los controles fronterizos en represalia por la decisión de Madrid de conceder a Ibrahim Ghali, líder del Frente Polisario, que buscara tratamiento médico en España por COVID-19.

    A pesar del apoyo expreso de Madrid al plan de Marruecos para el Sáhara Occidental, Rabat aún no reconoce la soberanía española sobre Ceuta y Melilla, los dos enclaves controlados por España en el norte de Marruecos que contienen las dos únicas fronteras terrestres entre la UE y un país africano. Algunos analistas creen que la asimetría ahora deja a Madrid más vulnerable a nuevas presiones de Rabat.

    En cualquier caso, la opinión pública española hasta el momento no ha caído en la línea del pivote de Sánchez. En una encuesta realizada por SocioMetrica, el 68 por ciento de los españoles consideró que la reciente cumbre fue un fracaso, mientras que solo el 19 por ciento la consideró un éxito. Entre los partidarios del Partido Socialista de Sánchez, el apoyo a la cumbre fue tibio, con solo el 57 por ciento calificándola de éxito; entre los partidarios de Podemos, solo el 42 por ciento lo vio de manera favorable. Por el contrario, en Marruecos, la reunión pareció encontrar apoyo en la prensa y entre el público en general.

    Más bien, la lógica detrás de la profundización de los lazos comerciales se basó en la esperanza de que la prosperidad económica podría alentar un comportamiento más democrático a largo plazo, algo que únicamente se puede considerar como parte del idealismo/liberalismo en relaciones internacionales que sostienen las élites españolas. De ser así, España no sería el primer país en adoptar esa posición. El mismo argumento apareció de manera prominente en Washington a fines de la década de 1990, durante los debates sobre si permitir que China ingrese a la Organización Mundial del Comercio e integrar en el régimen comercial global. Los críticos respondieron que era poco probable que algo cambiara en Pekín a pesar de ser más rico y próspero además de conectado al resto del planeta, y posiblemente lo mismo ocurre con Marruecos.

    No obstante, y a pesar de las expectativas, no solo los 19 memorandos (y un protocolo) firmados en la cumbre de febrero son ambiguos o imprecisos, sino que, además, es imposible no mencionar la ausencia del rey Mohammed VI en el encuentro. Aunque se argumente que no tenía por qué acudir, por tratarse de una reunión entre gobiernos, tampoco se puede negar el desplante que supone, debido a la frecuente y robusta presencia del monarca en los asuntos políticos del país.


    El Gobierno aspira a convertir España en el primer socio comercial del reino alauí y a que la mejora en las relaciones ayude a las empresas españolas a hacerse con importantes contratos de obra pública en Marruecos y el control de fronteras. Sin embargo, esta ambigüedad se explica por la propia naturaleza de un memorando firmado por las dos partes que no es sino un documento escrito firmado por los representantes de dos o más entidades, que comportan declaraciones de voluntad para actuar con un objetivo común, sin comprometer jurídicamente a ninguna de las partes. Es decir, se trata de principios generales de actuación que orientan la relación de las partes, sin establecer obligaciones. Un elemento clave a tener en cuenta.

    Respecto a tratados de aduanas, de hecho, el texto no menciona las palabras “aduana” ni “frontera” para referirse al límite entre los dos enclaves españoles y el territorio marroquí, lo que, de hacerlo, implicaría un reconocimiento implícito de la soberanía española sobre ellos, algo controvertido para la parte marroquí, es decir, una cesión española.

    Soberanía española y Sáhara Occidental.

    Si bien la soberanía de Ceuta y Melilla se obvian en la declaración conjunta, en el punto 8 de ésta “España reitera la posición expresada en la Declaración Conjunta adoptada el 7 de abril de 2022”, que reconocía que la propuesta marroquí de una autonomía para el Sáhara Occidental constituía “la base más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. Es decir: el reconocimiento que España, implícitamente, reconoce los derechos de soberanía que Marruecos tendría sobre el Sáhara Occidental, no se ve compensado por uno, simétrico, en el que Marruecos reconocería la soberanía española sobre las dos comunidades autónomas. Al igual que sucedía con casi todo, queda en el aire y al árbitro marroquí.

    Respecto a la cuestión saharahui, en su comparecencia conjunta con su homólogo español, Aziz Ajanuch no solo elogió el cambio de la postura española respecto al Sáhara, sino que instó a Sánchez a “redoblar los esfuerzos conjuntos” para luchar en diversos ámbitos, entre los que citó “los grupos separatistas y las milicias armadas”, en una clara referencia al Frente Polisario.

    Las palabras de Ajanuch demuestran que Marruecos no se va a conformar con las cesiones de Sánchez, sino que pretende que su vecino español incremente el respaldo diplomático a sus pretensiones. Rabat sabe que no se le brindará una ayuda militar, pero sí presiona para que le transfiera, por ejemplo, el control del espacio aéreo y marítimo del Sáhara Occidental que, en buena medida, se ejerce desde Gran Canaria.

    En consecuencia, el presidente de Nueva Canarias (NC), Román Rodríguez ha calificado esta cumbre como un “fracaso”, y las intenciones de Marruecos, como expansionistas, acusando al mismo tiempo al Gobierno español de sumiso, y de basar el marco de relaciones de buena vecindad en “hechos unilaterales y chantajistas” del rey y el Gobierno marroquí.

    Finalmente, cabe hacer hincapié en el establecimiento de un mecanismo de diálogo reforzado entre ambos países, del que sinceramente soy escéptico, basado en el respeto mutuo, cuyo objetivo es “evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía”. La cuestión es si este mecanismo refuerza la idea de que el Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar que Marruecos no reconozca abiertamente la soberanía española de Ceuta y Melilla.

    Consecuencias y conclusiones: el Magreb y Europa

    Cuando el 18 de marzo del año pasado Moncloa anunciaba que la propuesta de autonomía de Rabat era la “más seria, realista y creíble”, la reacción de Argelia no se hizo esperar: Argel daba por suspendido el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que los dos Estados habían firmado en 2002, y el día siguiente entraba en vigor un boicot a las empresas y productos españoles que se prolonga hasta la fecha. Además, en medio de una crisis energética provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania, Argel ha anunció que, a partir de ahora, Italia será su socio prioritario para la exportación del gas a Europa.

    Todavía en el panorama internacional, el establecimiento de este nuevo marco de relaciones entre España y Marruecos está incluso afectando a la imagen de España en la UE. Uno de los puntos en el que más han insistido las delegaciones de ambas partes es que España actúe como puente hacia Europa y Marruecos como puente hacía el resto de África de Europa. Justo antes de la reunión de Sánchez con su homólogo marroquí, el PSOE, partido en el Gobierno de España, votó en contra de una resolución del Parlamento Europeo que condenaba las violaciones de los derechos humanos en Marruecos, en una actuación que fue muy criticada tanto nacionalmente, como por sus socios europeos. Por lo tanto, no sería extraño que España empezase a aplicar, de un modo más activo que antes, un papel como mediador entre la UE y el país magrebí, aunque como siga siendo bajo estos patrones, podría costarle su reputación, o hará que cobre fuerza la idea de que el PSOE le debe algo a Marruecos.

    Por último, las consecuencias de las nuevas relaciones establecidas por España con su vecino del sur están creando conflicto dentro del propio país. Aparte del recelo de Canarias y la división interna del Gobierno (que junto con la oposición se desmarca por completo de esta nueva postura) los empresarios han expresado su claro descontento, al igual que el resto de la opinión pública española. Además, Ceuta podría ver perjudicado su deseo de ingresar en el Comité de las regiones de la UE (cuestión sobre la que lleva insistiendo al Gobierno español desde hace tiempo), pues si lograse incorporarse a este órgano consultivo se afianzaría el carácter europeo de la ciudad, lo que, seguramente, disgustaría a las autoridades de Marruecos.

    En definitiva, la publicación de un documento que Moncloa calificaba de “histórico” o “sin precedentes” ha resultado ser, por todo lo expuesto anteriormente, una declaración superficial, ambigua y sin acciones concretas. Una cumbre que supuestamente debía escenificar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales de ambos países y dominada por meras declaraciones parece que ha causado más problemas y conflictos que los que ya existían debido a sus consecuencias. Es evidente, además, que esta nueva posición ha tenido un gran impacto tanto a nivel nacional, como en las relaciones internacionales con Argelia en plena lucha contra Marruecos por la hegemonía regional, así como con respecto a la Unión Europea.

    Aunque esta cumbre haya concluido con una declaración conjunta, todas estas razones expuestas indican que se trata de una declaración de intenciones, más que de medidas concretas de cumplimiento asegurado; para un futuro en el que parece que las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos influirán de manera importante en la región.

  • La multipolaridad nació en la invasión estadounidense de Irak en 2003.

    En la noche del 19 al 20 de marzo de 2003, la fuerza aérea estadounidense comenzó a bombardear la capital iraquí, Bagdad. La UE y la OTAN estaban profundamente divididas sobre si unirse a la agresión: mientras que los nuevos miembros de la OTAN de Europa Central y del Este estaban a favor de la guerra, los pesos pesados europeos París y Berlín se opusieron.

    La guerra de Irak también marcó el inicio de la coordinación diplomática entre Moscú y Beijing en el Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU). Los dos países comenzaron en 2003 a aplicar patrones de votación similares en el Consejo, primero sobre Irak, luego sobre Libia en 2011 y sobre Siria en varias votaciones clave. Esa coordinación temprana de la ONU entre Rusia y China se ha transformado, 20 años después, en una política conjunta decidida para “proteger un nuevo orden mundial basado en el derecho internacional”.

    Mirando hacia atrás a marzo de 2003 desde el punto de vista de marzo de 2023, la invasión de Irak desató consecuencias geopolíticas mucho más allá de las obvias, como la proliferación del terrorismo, la disminución del poder de los EE. UU. y el caos regional. En 2003, un cambio global fundamental en el equilibrio de poder fue seguramente la última consecuencia posible prevista por los planificadores de la guerra en Washington y Londres.

    Desmontando el Causus Belli.

    La destrucción de Irak, la disolución del ejército iraquí, la salida de refugiados a los estados vecinos como Siria y Jordania, y el crecimiento exponencial del extremismo y los ataques terroristas son algunas de las consecuencias. de esta guerra equivocada. Las débiles razones de la guerra, como la inexistencia de armas de destrucción masiva (ADM) y el supuesto apoyo de Bagdad a grupos terroristas como Al Qaeda, fueron ampliamente desacreditadas en los años siguientes. Para la primavera de 2004, ya abundaban las pruebas, ya sea de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) o del Grupo de Inspección de Irak (ISG) de la CIA, de que Irak no tenía ningún programa de armas de destrucción masiva.

    Pocas veces antes, las campañas de desinformación, lo que ahora se conoce comúnmente como «noticias falsas», se habían ejecutado de manera tan meticulosa. La narrativa de “con nosotros o contra nosotros” se había afianzado con firmeza: los grupos de expertos occidentales promovían con toda su fuerza el cambio de régimen y la “democracia” (que no era un objetivo declarado de la invasión liderada por Estados Unidos) en Irak, mientras que quienes se oponían eran etiquetados como anti-Israel o anti-América.

    A pesar de las protestas públicas masivas sin precedentes en las capitales occidentales en oposición a la guerra de Irak, EE. UU. y sus aliados ya habían puesto en marcha su considerable maquinaria de guerra, encabezada por figuras como el primer ministro británico Tony Blair y el primer ministro español José María Aznar.


    Ya se había sembrado una narrativa falsa que vinculaba a Bagdad con los ataques del 11 de septiembre, a pesar de que no había conexión alguna entre el gobierno del presidente iraquí Saddam Hussein y los bombarderos. Cabe señalar que no había ciudadanos iraquíes o afganos entre los terroristas que pilotaron los aviones del 11 de septiembre, que eran predominantemente ciudadanos saudíes, un aliado en aquella epoca de Washington.

    Negocios y política exterior americana de la unipolaridad.

    En el otoño de 2001, los escenarios de guerra para una invasión de Irak y un cambio de régimen ya se estaban presentando en Washington. El decano de la Universidad Johns Hopkins, Paul Wolfowitz, un ávido partidario del cambio de régimen y la expansión militar estadounidense en Irak, fue nombrado subsecretario de defensa en febrero de 2001, siete meses completos antes de los ataques del 11 de septiembre. La hipótesis de trabajo de Wolfowitz era que Irak, con la liberalización de su industria petrolera, podría financiar una reconstrucción de posguerra con sus propias exportaciones de petróleo.

    El grupo en torno al vicepresidente Dick Cheney, que incluía a Wolfowitz y al secretario de Defensa Donald Rumsfeld, influyó en la configuración de la posición del presidente George W. Bush sobre Irak. Parte 2- A diferencia de su padre, George H. Bush, que era un experimentado director y analista de la CIA, el joven Bush carecía de una visión del mundo personal distinta sobre política exterior, que subcontrató a su camarilla de línea dura.

    Sin embargo, estaba decidido a terminar lo que él veía como el «asunto pendiente» de su padre de la ‘Guerra del Golfo’ de 1991 con el objetivo de expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait. Ese conflicto se ejecutó bajo una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que autorizaba medidas legales contra Irak como estado, pero que no constituía una guerra bajo el derecho internacional.

    En 1991, solo el rey Hussein de Jordania asumió una posición de apoyo a Saddam Hussein, y todas las demás naciones respaldaron el ataque de la coalición contra Bagdad. El gobierno de EE. UU. se adhirió a la resolución de la ONU, cuyo objetivo era restaurar la integridad territorial de Kuwait, pero no derrocar al gobierno iraquí.

    En cambio, Estados Unidos apoyó a los kurdos iraquíes en el norte del país y los animó a rebelarse contra Bagdad. El ejército iraquí aplastó esa rebelión, como lo hizo con un levantamiento en el sur dominado por los chiítas. Tal vez los rebeldes esperaban una ayuda militar más concreta de EE. UU., pero a pesar de todo, Hussein permaneció firmemente en el poder a pesar de la derrota militar en otros lugares.

    Desde la perspectiva de Washington, Estados Unidos no había logrado derrocar a Hussein, y dentro de la familia Bush había un deseo de ajustar cuentas. Para George W. Bush, la invasión de Irak proporciona una oportunidad de salir de la sombra (de pequeñez) de su poderoso padre al ejecutar el elusivo objetivo de cambio de régimen. Los ataques del 11 de septiembre proporcionaron una justificación para esta obsesión: lo que quedaba era conectar a Irak con los ataques terroristas de EE. UU. y galvanizar el apoyo público y político para una guerra, tanto a nivel nacional como internacional.

    El Consejo de Seguridad de la ONU en crisis.

    En el período previo a la invasión de Irak, hubo una gran división entre los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU). El secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, presentó pruebas cuestionables de la posesión de armas de destrucción masiva por parte de Irak, mientras que los cancilleres de Alemania y Francia se opusieron públicamente a la agresión, por lo que ocasionalmente recibieron aplausos en el Consejo. China y Rusia, que se opusieron con vehemencia a la guerra, comenzaron a coordinar sus decisiones y respuestas, en parte debido a sus respectivos intereses petroleros en Irak. Esta cooperación entre Moscú y Beijing sentó las bases para un enfoque multilateral coordinado entre las dos naciones. Ambos gobiernos entendieron que una guerra abriría la caja de Pandora, lo que llevaría al colapso de las instituciones iraquíes y provocaría una desarmonía regional generalizada.

    Desafortunadamente, esto es precisamente lo que sucedió. Los años siguientes vieron ataques semanales, una expansión de grupos terroristas salafistas como Al Qaeda, el surgimiento de ISIS en 2014 y un conflicto interno iraquí perpetuo. Cualquiera que estuviera familiarizado con las condiciones del país era consciente de la catástrofe que se avecinaba cuando comenzó la invasión ilegal de Irak el 20 de marzo de 2003.

    China y Rusia y el orden multipolar

    Veinte años después, el presidente chino, Xi Jinping, se embarcará en una visita de estado de tres días a Moscú, y el enfoque se extenderá más allá de las relaciones energéticas bilaterales, que han sido una prioridad constante desde 2004. Como se indicó anteriormente en su declaración conjunta en Beijing en febrero de 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino tienen como objetivo coordinar su política exterior y avanzar juntos. Sus discusiones también pueden tocar la cuestión de Ucrania, aunque las expectativas de los medios en Occidente pueden estar sobreestimadas.

    Puede ser pura coincidencia que la reunión coincida con el 20 aniversario de la invasión de Irak. Sin embargo, también destaca cuán ampliamente se han entrelazado las estrategias rusas y chinas en las últimas dos décadas. Hoy, cada vez más, “la orientación viene de Oriente”. El liderazgo geoestratégico cooperativo y las propuestas alternativas sólidas para resolver los conflictos globales se están dando forma en Beijing, porque los viejos centros de poder no pueden ofrecer nada nuevo.

    Veinte años después de la invasión estadounidense de Irak, una ‘guerra contra el terror’ fallida, la proliferación del extremismo, millones de muertos y desplazados en Asia occidental y un conflicto sin fin, China y Rusia finalmente se unieron para promover sistemáticamente su visión de el mundo, esta vez con más determinación e influencia global. A pesar de lo catastrófica que fue, la guerra de Irak puso fin a la práctica de las invasiones militares estadounidenses directas, dando paso a una era cansada de la guerra que buscaba desesperadamente otras soluciones. Esa división de opinión global que comenzó en 2003 sobre Irak está siendo institucionalizada, 20 años después, por poderes multipolares emergentes que buscan contrarrestar guerras eternas encuentras más allegados en el mundo, que van desde Rusia, China, India, Irán, Turquía, Pakistán una distante Arabia Saudí entre otros países de menor envergadura y peso geopolítico que no se comportan bajo los parámetros del orden unipolar dominado por Washington.

  • Sobre la guerra de Irak: 20 años de la destrucción de la Irak baazista de Sadam Hussein.


    Como muchos saben, el domingo 19 de marzo marca el vigésimo aniversario del inicio de la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos en 2003. La variedad de puntos de vista en estos sucesos sugiere que el debate sobre la guerra está lejos de terminar. 20 años después de la invasión estadounidense, el debate sobre la guerra de Irak no finalizó.

    ¿A qué nos referimos cuando hablamos de la Guerra de Irak? En el torbellino de retrospectivas y evaluaciones que marcan el 20º aniversario de la invasión estadounidense de Irak, la pregunta parece particularmente relevante. La mayoría de los amargos debates que precedieron, acompañaron y sobrevivieron a la guerra ahora parecen resueltos. Pero en muchos sentidos, esa aparente resolución es ilusoria.

    En algunas cosas, por supuesto, hay consenso. Además de unos cuantos “callejones sin salida” neoconservadores, casi universalmente se considera que la decisión de Washington de ir a la guerra fue un error estratégico de proporciones históricas. Ahora sabemos que los argumentos desplegados para justificar esa guerra preventiva y minimizar sus implicaciones son engañosos, algo que era obvio para muchos pero negado por quienes más importaban en ese momento.

    Inmediatamente después de los ataques del 11 de septiembre, EE. UU. disfrutó de una posición de dominio mundial, la única superpotencia en un mundo unipolar, en la que muchos confiaban y todos temían. Menos de dos años después, había dilapidado su legitimidad y se dispuso a dilapidar su poderío. El atolladero resultante lo haría parecer un gigante desafortunado y torpe, capaz de romper cosas con exquisita eficiencia, pero incapaz de volver a reconstruir el país que había destruido.

    Lo que se rompió también fue claramente visible, inmediatamente después de la invasión y luego, cada vez más, en el transcurso de las siguientes dos décadas. La destrucción que primero golpeó a la sociedad iraquí, en términos de vidas perdidas y comunidades alteradas, no se quedó en Irak. La guerra también trastornó el orden regional de Medio Oriente, eliminando la principal restricción a las ambiciones de Irán hacia el oeste, Irak. En última instancia, condujo al surgimiento y la expansión de ISIS de las cenizas de las fuerzas de seguridad de Irak, lo que tuvo implicaciones no solo para Irak y Siria, sino también para Europa, en forma de ataques terroristas y la crisis de refugiados que azotó al continente en 2015. Encerró a EE.UU la preocupación y dedicación prolongada con sus operaciones militares en curso en el Medio Oriente, incluso cuando el centro de gravedad en la política global se reubicó cada vez más en Asia y el ascenso de China.

    Con el tiempo, la guerra también volvería a casa, con importantes implicaciones para la sociedad y la política estadounidenses. Como en toda guerra, los hombres y mujeres que sirvieron en Irak trajeron traumas y heridas, algunas visibles, otras menos, los casi 4500 soldados estadounidenses que no regresaron de la guerra dejaron atrás a familias y comunidades en duelo. En un esfuerzo social por evitar los errores de la era de la Guerra de Vietnam, los estadounidenses se unieron para “apoyar a las tropas”, agradeciéndoles por su servicio en cada oportunidad, incluso cuando la guerra que estaban librando se volvió cada vez más desacreditada, distante y difícil de explicar o justificar.

    La guerra se podía ver en las calles de muchas ciudades de EE. UU., en forma de vigilancia militarizada que parecía sacada directamente de las imágenes de una distopía. Y tanto directamente, en 2008, como indirectamente, en 2016, la guerra desempeñó un papel importante en las exitosas campañas de Barack Obama y Donald Trump, respectivamente, para la presidencia.

    Todo esto ahora parece claro y resuelto en retrospectiva. Pero en ese momento, los debates se encendieron sobre casi todos los aspectos de la guerra, con una ferocidad que ahora parece casi vergonzosamente pintoresca por su aparente irrelevancia. De las armas de destrucción masiva a los artefactos explosivos improvisados, la guerra de Irak fue un debate largo y extenso: sobre tácticas y estrategia, política y diplomacia, poder y arrogancia. Y a medida que la aparición de Internet amplió el acceso a la publicación al reducir las barreras de entrada, gran parte de ese debate tuvo lugar en línea, entre los blogs y sitios web que proliferaron en ese momento. De hecho fue la primera guerra en la que intervenía Occidente con más acceso a internet y en la que se difundió algo de información por ese canal.

    Esos debates ahora parecen estar relegados a un pasado lejano. Pero tal vez solo estén inactivos. Para empezar, los artífices y animadores de la invasión no pagaron precio alguno por sus colosales errores. Muchos continuaron ocupando posiciones de gran influencia en el gobierno de EEUU y los medios de comunicación durante años, y algunos todavía lo hacen. Además, si desde entonces otros han reconocido y se han arrepentido de sus errores de ese momento, no han cuestionado las suposiciones que los llevaron a abrazar tales ambiciones maximalistas de poder estadounidense. Por el contrario, muchos de ellos ahora son defensores vocales de un enfoque similar con respecto a Rusia y China, que, sin importar cuán moralmente correcto y satisfactorio pueda ser en teoría, no es menos peligroso en la práctica.

    La guerra no demostró que la fuerza militar sea incapaz de lograr objetivos políticos, sino que necesitamos considerar más cuidadosamente esos objetivos políticos antes de recurrir a la fuerza militar. Tampoco probó que la guerra de contrainsurgencia sea una distracción que deba olvidarse rápidamente, tanto como que no ha reemplazado a la guerra convencional y nunca lo hará. Finalmente, la guerra no demostró que EE. UU. no tenga vocación de tratar de prevenir atrocidades o influir en eventos en países lejanos, sino que debe ejercer más moderación y humildad en lo que espera lograr.

    Por eso es tan importante, pero tan difícil, saber a qué nos referimos cuando hablamos de la guerra de Irak. ¿Nos referimos a la invasión impecablemente ejecutada oa la ocupación chapucera? ¿La retirada ordenada en 2011 o la vuelta precipitada en 2014, que continúa hasta el día de hoy? ¿La esperanza de un despertar democrático en Oriente Medio o la comprensión de que el poder, por inigualable que sea, tiene sus propios límites naturales?

    Por ahora, el establishment de la política exterior en Washington y el público estadounidense en general parecen cansados y escarmentados por la guerra de Irak, e incluso felices de simplemente dejarla atrás. Estados Unidos tiene una larga historia de oscilar entre la retirada aislacionista y el fervor de las cruzadas. Y esas cruzadas a menudo son desencadenadas por eventos distantes durante períodos de repliegue hacia adentro que de alguna manera golpean al país y que resurgen el celo cuasirreligioso de Estados Unidos para aventurarse y rehacer el mundo a su propia imagen.

    Nos acercamos rápidamente al décimo aniversario del inicio de la Guerra de Irak. Para algunos políticos, su postura inicial sobre la guerra es algo que preferirían pasar por alto. Será interesante ver, por ejemplo, si, durante sus audiencias de nominación, se les pregunta al Secretario de Estado designado John Kerry o al Secretario de Defensa designado Chuck Hagel si aún mantienen su voto afirmativo en octubre de 2002 para darle al presidente George W. Bush la autorización para emprender acciones militares contra Saddam Hussein.

    Para otros, las retrospectivas inevitables caerán en una de varias categorías predecibles. Algunos intentarán retrotraer su oposición a la guerra o insistirán en que siempre supieron que sería una empresa fallida, mientras que otros, como Kerry en 2004, argumentarán que la guerra que apoyaron no fue la que llevó a cabo la administración Bush. El desafortunado resultado final es que no es probable que se lleve a cabo un examen en profundidad de los supuestos estratégicos fundamentales que ayudaron a defender la guerra, particularmente en la actual atmósfera exageradamente bipartidista con cierta polarización de Washington.

    Esto es lamentable, porque se puede argumentar que las lecciones no aprendidas de Irak continúan impactando la política estadounidense hasta el día de hoy dando lugar a fallos estratégicos que acaban en guerra como Ucrania.

    Al reconsiderar el período previo a la invasión de Irak, la mayoría de la gente se centra en la cuestión de si Saddam Hussein poseía armas desplegables de destrucción masiva. Si bien eliminar lo que se describió como una amenaza inminente fue la principal justificación pública de la guerra, el problema más importante era probar si el «poder duro» estadounidense podría desplegarse para lograr fines políticos frente al enfoque diplomático adoptado por la administración Clinton, que según los republicanos había fallado. Por lo tanto, la votación del Congreso en 2002 fue, en muchos sentidos, impulsada por la creencia en la eficacia del poder militar estadounidense convencional a gran escala para promover la desproliferación, particularmente después del impacto (provocado o no) de los ataques del 11 de septiembre; para drenar el «auge del terrorismo» como forma de guerra asimétrica contra EEUU, y sacar a la política de Oriente Medio del callejón sin salida creado por la segunda intifada palestina.
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    Si Irak tenía armas funcionales de destrucción masiva o simplemente los remanentes de un programa de armas de destrucción masiva resultó ser irrelevante; el resultado final de la invasión y ocupación fue que Estados Unidos pudo asegurarse a sí mismo ya otros que Bagdad ya no tendría los medios ni siquiera para aspirar a poseer armas de destrucción masiva y los sistemas necesarios para distribuirlas. Pero el balance general más allá de Irak no fue tan claro. Las negociaciones con Libia para facilitar su propio desarme habían estado ocurriendo durante años, pero parece que el rápido derrocamiento del régimen de Hussein en Irak pudo haber inclinado la balanza para Muamar Gadafi, convenciéndolo de seguir adelante con su acuerdo histórico con Occidente, algo que no fue igualmente suficiente para desalentar la intervención americana/europea posterior.

    Irán y Corea del Norte, sin embargo, vieron la invasión de Irak como una prueba de que necesitaban acelerar y profundizar sus esfuerzos para construir misiles nucleares creíbles contra la acción estadounidense. El enfoque de Estados Unidos en Irak también puede haber permitido a Corea del Norte cruzar la línea de meta nuclear. Además, debido a la larga y prolongada ocupación de Irak, ha disminuido el entusiasmo popular estadounidense por otras acciones militares importantes en el Medio Oriente. Hasta cierto punto, Irán ha estado más dispuesto a desafiar a Washington y a prolongar el proceso de negociaciones sobre su programa nuclear debido a una cierta confianza en que ninguna administración de EE. UU. adoptará tan rápidamente la opción militar en el corto plazo.

    La lección general de la guerra de Irak parece ser que la fuerza militar de los EE. UU. puede desproliferar efectivamente las armas de destrucción masiva solo cuando el programa de un país es rudimentario o aspiracional. Sin embargo, más allá de cierto umbral, Washington se vuelve mucho más reacio a amenazar con una acción militar.

    En el período previo a la guerra de Irak, también se habló mucho sobre las conexiones entre Saddam Hussein y los terroristas. El intento de vincular a Irak con al-Qaeda se basó en saltos de lógica muy vagos, pero no había duda de que Hussein era un partidario activo de los movimientos de rechazo a Israel palestinos que fueron los pilares de la segunda intifada. El problema, sin embargo, era que mientras la naturaleza de los movimientos terroristas estaba cambiando, el Washington oficial tardó en adaptarse. La mentalidad predominante todavía estaba encerrada en la vieja noción de patrocinio estatal: que los grupos terroristas no podrían existir sin la ayuda y asistencia del gobierno. El corolario lógico era que la eliminación de un régimen patrocinador de terroristas asestaría un golpe contra el terrorismo.

    Pero al-Qaida demostró que la vieja relación patrón-cliente del terrorismo ya no era el único modelo disponible y la suposición de que la intifada palestina se secaría sin el dinero de Hussein resultó errónea. Mientras tanto, la subsiguiente insurgencia en Irak ha demostrado ser uno de los principales campos de prueba para la próxima generación de combatientes islamistas internacionales, quienes, al viajar a Irak y unirse a los insurgentes iraquíes locales, podrían practicar y perfeccionar habilidades y técnicas, como lo demuestra la rápida propagación de artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés) efectivos a otros escenarios fuera de Irak.

    Finalmente, existía la expectativa de que EE.UU. pudiera repetir la experiencia de reconstruir Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial al reemplazar el régimen baazista en Irak con una democracia secular moderna, una que abriera relaciones con Israel y, en agradecimiento a los EE. Unidos, aumentar masivamente la producción de petróleo para reducir los precios mundiales. Un nuevo Irak sería un fuerte aliado de EE.UU. contra Irán, pero también le daría a Washington una influencia renovada para proteger los lazos con Arabia Saudita. Se podría redibujar todo el mapa geopolítico de la región.

    Lo que han demostrado los últimos 10 años es que el derrocamiento de un dictador es comparativamente fácil. Por el contrario, el ejército no ha sido una herramienta eficaz para construir nuevos regímenes sucesores. Los socios locales que pueden ser invaluables en términos de cooperación en seguridad pueden no ser las mejores opciones para ayudar a construir un estado democrático por si solos. Además, ahora hemos reunido suficiente evidencia para concluir que la llamada doctrina de la gratitud es muy exagerada. Los iraquíes, en particular la mayoría de la población chiita, estaban muy felices de ver partir a Hussein, pero no estaban dispuestos a abrazar la agenda estadounidense para la región. Irak todavía no tiene tratos con Israel, y son las compañías petroleras estatales de China las que más se han beneficiado de la caída de Hussein, mientras que los rusos también han conservado su posición.

    Se lograron ganancias modestas como resultado del derrocamiento de Hussein, pero ahora nadie argumentaría que fue una ganga. De hecho, el legado perdurable de Irak puede ser que, durante este tiempo de intensa participación de EE. UU. en el Medio Oriente, China pudo lograr enormes avances en el este de Asia, y que el pivote hacia el Pacífico ahora está tratando de corregir. Una intervención que se suponía que iba a ser rápida, barata y transformadora no funcionó por ninguno de esos motivos y causó un daño significativo al liderazgo mundial de Estados Unidos en el proceso.


    ¿Por qué EEUU invadió el Irak baazista?

    Mientras muchos se han centrado en los errores tácticos y estratégicos cometidos después de 2003, no está claro hasta qué punto Washington realmente ha examinado sus suposiciones fundamentales que llevaron a la Guerra de Irak. La guerra finalmente se reduce a la decisión de un líder de aprobar el uso de la fuerza. Por eso importan los líderes especialmente en el caso del uso de la fuerza por parte de Estados Unidos. También es por eso que predecir cuándo una crisis específica se convertirá en una guerra en toda regla es muy difícil de hacer.


    Por lo tanto, para entender por qué Estados Unidos invadió Irak en 2003, debemos centrarnos en el líder estadounidense en ese momento: George W. Bush. Es cierto que estaba siguiendo el consejo de una gran cantidad de personas, pero la decisión en última instancia fue suya y solo suya. ¿Qué justificación dio? ¿Qué fue lo que finalmente lo convenció de tomar la decisión?

    Su decisión debe situarse en el contexto del acontecimiento que marcaría su presidencia: los atentados del 11 de septiembre de 2001. Usó mucho la palabra «miedo» en el discurso a posteriori. Por supuesto, EE. UU. tomaría medidas casi inmediatas, invadiendo Afganistán (donde tenía su sede la organización Al-Qaeda, que llevó a cabo los ataques del 11 de septiembre). Pero Afganistán no fue suficiente.

    Volvamos de nuevo a su discurso del 20 de septiembre. Se ve a EEUU como «llamado» a una misión mayor: hacer justicia en el mundo. «Esta noche somos un país despierto al peligro y llamado a defender la libertad… Ya sea que llevemos a nuestros enemigos ante la justicia o hagamos justicia a nuestros enemigos».

    Este punto de vista se convirtió en política oficial con la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración Bush en septiembre de 2002. Pero, ¿a cuál apuntar a continuación? Aquí es donde es útil recurrir a las memorias de Bush (aunque, por supuesto, esta es una fuente menos que perfecta, dado que las memorias están sujetas a justificación «post-hoc»).

    A mediados de agosto de 2002, se le confirmó a Bush que Irán tenía un programa nuclear (como describe Bush en la página 415 de sus memorias). Como él dice, «De repente, no había tantas quejas sobre Irán en el eje del mal». En muchos aspectos, Irán era un objetivo más importante que Irak. Considere nuevamente los comentarios de Bush sobre el «Eje del Mal». Cuando enumera a los miembros de ese Eje, menciona a Irán antes que a Irak. Pero aparentemente Bush tenía dos razones para NO atacar a Irán:

    1) parece que Bush encontró alentador el «movimiento por la libertad» que se había dado en Irán en aquella época.

    2) Es muy probable que Irak fuera visto como el objetivo «más fácil» según Bush describiendo lo que Colin Powell le dijo sobre la invasión de Irak.

    Entonces, el objetivo final podría haber sido detener a Irán, pero hacerlo golpeando a Irak y usándolo como una demostración del poder y la determinación de los Estados Unidos. Además, dado que EE. UU. ya controlaba el vecino oriental de Irán, Afganistán, la conquista de Irak permitiría a EE. UU. rodear a Irán.

    En cierto sentido, esta explicación, que invadir Irak se trataba de demostrar algo a Irán, es una variación del argumento presentado por Ahsan Butt: que la invasión pretendía ser una demostración del poder de Estados Unidos como policía global. En resumen, Bush autorizó la invasión de Irak para demostrar a otras amenazas, especialmente a Irán, que Estados Unidos era una nación poderosa dispuesta a usar la fuerza para eliminar las amenazas al orden mundial.

  • Sobre el 8M: Crítica al Feminismo como ideología oficial en el Occidente liberal.

    El feminismo lejos de ser una ideología liberadora hoy en día, es uno de los muchos chivos expiatorios para modificar la estructura de nuestra sociedad, con el objetivo de atomizar, alinear y mercantilizar (o al menos someter a una idea de valor abstracta) más aún cualquier relación social además de generar recelos entre ambos sexos. La cuestión y la verdad material en todas las ideologías es que no tanto lo que pretenden conseguir sino como afectan en su relación con la otredad sostenida en una cosmovisión de los que indirectamente se «adoctrinan», en un sentido consciente mediante el consumo de propaganda, o inconscientemente (mediante el filtro que se hace a la cultura vulgar de contenido de este tipo), ese y no otro es su efecto en la materialidad, en la realidad tangible.

    No es casualidad que la mayor parte de mujeres y hombres vean cada vez las relaciones sociales más como un intercambio, y no tanto como algo no sujeto a esas perspectivas ético-morales. Por eso casa tan bien el feminismo con la ontología liberal-anárquica imperante en Occidente.  Por otro lado, esta ideología es solo una de las muchas ideas de élite en nuestro presente en marcha. No hay nadie en la vanguardia de la sociedad que no se adhiera a parte o todas un memeplex (conjunto de ideas) antisociales o al menos no las critique, siendo sus efectos un clavo más en el ataúd del desarraigo que se lleva produciendo en nuestros países desde la revolución cultural que supuso el auge del capitalismo, siendo ya parte de lo que podríamos llamar el feminismo como parte del corpus de la «ideología occidental».

    Curiosamente, y por otro lado, los críticos sociales existentes desde el punto de vista feminista/antifeminista tienen en común que sostienen una visión antisocial y atomizante de las relaciones hombre-mujer. Por poner un ejemplo hay CERO diferencia entre Andrew Tate Red Pills y Girl Boss Feminism, dos casos famosos de este tipo de creadores de contenido en EEUU. Estás perspectivas son vilipendiados/adheridos/admirados/rechazadas debido al narcisismo inherente de centrarse en su propio sexo, y no tener una visión holistica de conjunto en la relación hombre-mujer.

    A su vez, el feminismo sostiene grandes contradicciones, desde una perspectiva excesivamente esencialista de la idea de mujer (que curiosamente comparten con cristianos, conservadores y otras ideologías idealistas) a una excesivamente constructivista, y sin embargo, actualmente se desvía hacia una episteme experiencial (género) bajo el posmodernismo (más construccionista), que curiosamente y en parte es un fallo que socavará los «derechos» basados ​​en el sexo; sin embargo, si se desvía hacia la episteme científica, reforzará normas rígidas y afirmara diferencias innatas (ese es un debate curioso entre transgenero y feminismo esencialista). Cualquier término medio en el que aterrice será completamente incoherente al mismo tiempo, por tener una visión de la mujer necesariamente parcial e interesada de la cuestión (como toda ideología).

    Otro de los problemas del feminismo es que muchos creyeron que promoviendo el sufragio femenino como una solución a los problemas políticos causados ​​por los hombres solucionaría algo, y lo único que hizo fue simplemente convertir la política de masas a un espacio cada vez más grande de la población. Algo que seguramente ocurrió por la introducción de más y más mujeres a la producción de guerra durante la Gran Guerra y la IIGM. Es decir, a su vez fue una idea instrumentalizada para la propia eutaxia en sentido político (supervivencia) de la democracia liberal como forma de organizarse políticamente.

    De hecho la mercantilización progresiva de la sociedad y de las personas es una de las consecuencias básicas del feminismo junto con la introducción de las mujeres en la sociedad de masas del siglo XX, la mujer que presenta el feminismo mayoritario está fundamentalmente alineada bajo la estructura productiva existente. Luego aparecen derivadas como Onlyfans,el movimiento LGBTQIA y sus variantes subjetivistas, algo que es el resultado natural del capitalismo como sistema en el que predomina la subjetividad y la idea de individuo soberano como única fuente moral. Cuando se convierte en lo único que define a los seres humanos el propio imperativo (del individuo) realmente las estructuras ofuscatorias del liberalismo/progresismo occidental triunfan, pues estas siguen actuando pero con métodos menos claros que otras ideologías consideradas autoritarias.

    De hecho, y para acabar que el feminismo como fiesta anual que se ha institucionalizado en el Estado es parte del establecimiento elitista de este, y que junto con otros mitos políticos como una nueva religión de Estado anual progresista, a la que, aunque se le dediquen más y más recursos, curiosamente nunca es suficiente, ya sea porque es un negocio o un sistema de cabildeo muy eficiente, o una ideología equivocada (dado que el ideal puede partir de un mal análisis inductivo previo). 

    En conclusión, ninguna ideología puede sobrevivir largo tiempo si no es sostenida por instituciones, y esto nos lleva al último punto: En realidad, tan íntima es la relación entre ideología e instituciones, y en consecuencia la realización material del ideal, que instituciones y prácticas forman típicamente un orden causal único, en donde los ideales son siempre vulnerables a la codicia de la institución, donde la atención cooperativa al bien común de la práctica es siempre vulnerable a la competitividad de la institución. Eso y no otra cosa es el feminismo hoy en día. Una ideología instrumentalizada para la competitividad interinstitucional (en este caso por control de presupuesto estatal y la filantropía privada), pues a todo el mundo le parecería extraño que hubiera un ministerio de la “verdad oficial”, o de “la defensa de la revolución”, “de la democracia» o “de la libertad”, pero en cambio, al menos en España se ha institucionalizado, se ha aceptado un “ministerio de igualdad” sostenido bajo ese ideal feminista. 

  • RENTISTAS, PRODUCCIÓN Y DEMOCRACIA LIBERAL

    Aunque muchos creen que el problema son los capitalistas en nuestra sociedad, en mi opinión es más dañina la figura del rentista y propietario pasivo, pues un capitalista, aún explotador (en términos marxistas) de la mano de obra, puede llegar a desarrollar la actividad productiva de una sociedad. 

    Si eliminamos la mayoría de los rentistas, es decir, el «aumento» usurero que pagamos por los «bienes públicos» básicos, países como Estados Unidos o España serían más aún las sociedades más prósperas del mundo. A priori, el empresario que produce “algo” no está robando su dinero: su arrendador lo está haciendo, su seguro, la entidad bancaria lo está haciendo, el accionista también, pues todos juegan en un entorno especulativo sin producir nada bajo la ficción del «dinero» (que no es más que un mecanismo de socialización y de poder en una sociedad.).

    El empresario de gran corporación, en contra de lo que parece, y aunque pueda parecernos detestable, es una clase de «planificador central». Muchos de ellos por ejemplo apoyan Universal Healthcare (salud universal), ¿sabe por qué? Porque es más eficiente.  El caso del sistema de salud estadounidense no es «demasiado eficiente», ni siquiera está cerca de ser eficiente. Hay tanto desperdicio que va a intereses completamente improductivos. 

    ¿Pero adivinen el que? Incluso con miles de millones de dólares a favor de esa reforma, no se puede cabildear lo suficiente para que Universal Healthcare sea obligatorio por ley, porque la naturaleza de esa «democracia» hace que esas cosas sean imposibles. El poder que extrae rentas de la población a un gran sobrecoste en el caso de la salud, es el claro ejemplo de lo que quiero denunciar aquí.

    La razón por la que los estadounidenses o europeos tienen un «Estado profundo» es porque la democracia representativa de nuestro tipo es tan ineficiente que no puede responder a la realidad de nuestros días, y existe la tendencia  a creer que la política parlamentaria es la realidad como seguramente sería al principio de la democracia liberal del siglo XIX, mientras que el «gobierno» real trabaja clandestinamente, extralegalmente, «por nuestro propio bien».

    En una democracia representativa ocurren cosas bastante contradictorias, el talento y la habilidad son secundarios a la función retórica-dramática: alguien con el talento gestor del típico trabajando en el interés público, con el poder del Estado, contra los rentistas atrincherados sería genial, pero nunca podría ser elegido por muchos motivos.  «La campaña de marketing» para un candidato con la idea de “gran planificador” fracasaría en una democracia-liberal, porque los negocios serios son aburridos y la gente vota por razones simbólicas mitopoéticas sin sentido por sobre el «interés económico propio» o cualquier tipo de cálculo racional de beneficio. El sentimentalismo por eso es per sé reaccionario. 

    Volviendo a la cuestión del rentismo, de hecho, la idea de alquiler es completamente parasitaria, y la mayoría de los «marxistas occidentales» deberían leer “El volumen 3 de Capital” para entenderlo mejor, junto con alguna lectura de Veblen. Sin embargo, muchos están instrumentalizados sentimentalmente para la «guerra cultural» mientras suben sus alquileres. 

    La fórmula de la trinidad que Marx vislumbró en V3 del Capital, que arrojó su pluma con disgusto hace 150 años se ha convertido en algo que ha negado la producción industrial (fuera de la militar) en el mundo occidental. Bien podría llamarlo finanzas rentistas. La verdadera clave para entender quién es la «izquierda» (realmente existente que ha permitido esto) en esta sociedad es leer a Hilferding. Como casi todos los demás en el cambio de siglo (XIX a XX), además de Lenin, Hieldferding elogió el desarrollo del capital prometido como una fuerza progresista que los socialistas deberían superar. El utopismo progresista (que no marxista) empeñado en deuda al completo con esclavos externos (inmigrantes) y «trabajadores» serviles internos que nunca podrán lograr siquiera tener una vivienda en propiedad (innmueble básico que da estabilidad económica), algo que se ha vuelto fundamentalmente difícil por ser un bien altamente especulativo y mercantilizado.

  • La Revolución islámica y la guerra Irán-Irak: Como Irán transformó el Medio Oriente.

    Desde la revolución iraní de 1979, pero también más recientemente, la geopolítica del mundo árabe frente a Irán ha sufrido una transformación significativa.  Irán ha fortalecido su alianza con Rusia y China y se ha mantenido como una fuerza hostil que resiste la hegemonía estadounidense.  Su influencia solo ha crecido a medida que una serie de grupos armados no estatales o cuasi estatales se extienden por la región.  Otro acontecimiento a favor de Irán ha sido el surgimiento del sectarismo en el mundo islámico. Finalmente, la Primavera Árabe, que anunció la democracia a la gente, al final fracasó particularmente en eso.  Estos hechos y otros nos obligan a ajustar el prisma a través del cual examinamos la geopolítica de la región hoy.

    Antes de la Revolución de 1979, lo que dio forma a la geopolítica de la región fue la Doctrina Nixon.  La doctrina influyó en la decisión de política exterior de Nixon de armar hasta los dientes a sus aliados, tanto Irán como Israel, en la década de 1970.  Estados Unidos vendió constantemente las armas convencionales más modernas y sofisticadas a Mohammad Reza Shah Pahlavi (el sha de Irán).  Se estima que el Sha compró un total de 15 mil millones de dólares de las armas estadounidenses más avanzadas, armas que eran tecnológicamente superiores a la mayoría de las disponibles para otros aliados de Estados Unidos, excepto Israel.  Ajustados a la inflación, 15 mil millones de dólares en 1970 equivalen a casi 115 mil millones de dólares en 2022. Esto no deja dudas a los analistas de que tanto Nixon como Henry Kissinger creían que fortalecer el ejército de Irán estabilizaría el Medio Oriente;  Debido a que se consideraba que el Sha era el “policía” de la región, a Irán se le asignó el papel de un estado tapón cuya función era prevenir la expansión del comunismo y asegurar un suministro constante de petróleo junto con Arabia Saudí.

     El apoyo estratégico de Estados Unidos al Shah se debió a la proximidad geográfica de Irán con la antigua Unión Soviética. Como dijo una vez el analista estadounidense Gary Sick, Irán era el sitio ideal para que Estados Unidos vigilara las actividades de la Unión Soviética.  Al armar fuertemente a Irán, Estados Unidos buscó construir un escudo contra su rival, asegurándose de que los rusos nunca realizarían su sueño de “llegar a las cálidas aguas del Golfo Pérsico”.  Por lo tanto, el sha de Irán estuvo a la vanguardia en la recepción de las armas militares estadounidenses más grandes y avanzadas, como el Sistema de control y advertencia aerotransportado (AWACS), que entonces era el radar más sofisticado y costoso que Estados Unidos e Irán usaban para llevar a cabo  operaciones de reconocimiento en las fronteras soviéticas.  Además, Washington decidió ayudar a Irán a construir su programa nuclear ya en la década de 1950 bajo el “Programa Átomos para la Paz”.  Puede ser interesante para el lector notar que la CIA informó al entonces presidente Gerald Ford que el Shah tendría una bomba atómica en 1984.

    Armado por Estados Unidos, el papel asignado por Estados Unidos a Irán como policía de la región se manifestó en muchos casos.  Uno fue durante la rebelión de Dhofar contra el sultán Qaboos de Omán de 1963 a 1976. La guerra civil comenzó con la formación del Frente de Liberación de Dhofar, un grupo comunista que tenía como objetivo crear un estado independiente en el área de Dhofar en el sur de Omán.  El Frente de Liberación de Dhofar fue fuertemente apoyado por la Unión Soviética y lanzó serios ataques contra el gobierno central en Qaboos.  Si no hubiera sido por la intervención del sha de Irán al enviar tropas para sofocar la rebelión de Dhofar, el Frente de Liberación de Dhofar habría continuado desafiando el gobierno del sultán Qaboos.  El hecho de que Irán interviniera en los llamados “asuntos árabes” como mejor le pareciera;  que envió tropas a otro país soberano;  y que ningún país se opusiera al Shah por sus intervenciones en los asuntos internos de otros países muestra claramente el poderío político de Irán en la región en aquella época.

     Otro ejemplo está relacionado con Bahrein.  El Sha había reclamado la soberanía persa ininterrumpida sobre Bahrein desde la era preislámica.  De hecho, a lo largo del siglo XIX, el Shah expresó objeciones a Londres por el tratado de 1930 para reconocer la soberanía de Bahrein.  De hecho, en 1927, Reza Pahlavi, el padre del Shah, llevó la disputa con Gran Bretaña sobre Bahrein a la Liga de las Naciones, aunque sin resolución.  Al final, en 1971, el Sha acordó con Gran Bretaña otorgar a Bahrein la independencia de Irán, pero insistió en que las islas Greater y Lesser Tonb y Abu Musa permanecerían bajo soberanía iraní.

    Con el inicio de la Revolución de 1979, los asuntos regionales del Medio Oriente fueron objeto de cambios tremendos.  La revolución generó un discurso completamente diferente al derribar un más que centenario gobierno monárquico a una República Islámica.  Irán, una vez aliado de Estados Unidos, se convirtió en uno de sus ávidos enemigos, resistiendo sus tendencias imperiales.  Aunque se podría argumentar que los principios sobre los que la República Islámica elaboró ​​su política exterior han permanecido más o menos iguales, particularmente cuando se trató de resistir la presencia de EE. UU. en la región del Medio Oriente, derribando milenios de gobierno monárquico a través de las transformaciones que llevaron al surgimiento de una República Islámica como resultado de la revolución iraní de 1979 y, en particular, el efecto de la guerra entre Irak e Irán, nos obliga a repensar las formas en que vemos la geopolítica de la región.

    Antes de eso, es importante examinar la posición actual de Irán en la región en comparación con países similares en la región, incluidos Arabia Saudita, Turquía y Pakistán.

     Posición de Irán en la región como aliado de EE. UU:

    En la década de 1960, el Producto Interno Bruto (PIB) de Turquía era mayor que el de Irán y Pakistán, pero en la década de 1970, esta tendencia cambió.  Esto se puede atribuir en gran medida al hecho de que el precio del petróleo aumentó drásticamente, lo que le dio al sha una gran entrada de divisas, lo que también condujo a un crecimiento asombroso en el tamaño relativo del capital iraní.  A medida que el precio del petróleo aumentó justo después de la crisis del petróleo de 1973, el PIB de Irán superó al de Turquía.  Irán bajo el Shah también gastó el doble que Turquía y Pakistán en sus ejércitos. En 1975, Turquía y Pakistán gastaron entre el 4 y el 6 por ciento de su PIB en gastos militares, mientras que Irán gastó el 12 por ciento.

    Estas cifras demuestran claramente el peso y la importancia de Irán como el aliado más influyente de Estados Unidos en la región de Oriente Medio.  De hecho, como el aliado militar más poderoso de EE. UU. en el Medio Oriente en ese momento, el Sha siguió una política que minimizaba el riesgo de confrontación con la Unión Soviética, y este enfoque de “problema cero” con la Unión Soviética es uno de los éxitos de su política exterior.

     Reforzado por su papel como aliado de Estados Unidos, Irán también pudo exhibir superioridad regional en términos de pura exhibición de poder sin grandes consecuencias.  Tomemos, por ejemplo, el Acuerdo de Argel de 1975 entre Irán e Irak para resolver cualquier disputa y conflicto relacionado con su frontera marítima común en el río Shatt Al-Arab.  A cambio de la retirada del apoyo del Sha a la rebelión kurda iraquí, se respetarían las fronteras de Irán.  Sin embargo, después de una guerra de ocho años con Irán, el Acuerdo de Argel fue abandonado, para no ser revisado nuevamente, e Irak era el que más podía perder con la abrogación del tratado, perdiendo los beneficios que una vez había obtenido del río fronterizo.

    La Geopolítica de Medio Oriente y la Revolución de 1979

     Las manifestaciones populares en Irán encabezadas por el ayatolá Jomeini contra la dictadura del Sha y el dominio estadounidense de la región dieron lugar a la “última de las grandes revoluciones”.  La Revolución de 1979 estuvo acompañada de ciertos eventos que alteraron la geopolítica de la región del Medio Oriente como relaciones iraníes-estadounidenses que como sabemos todos se tambalearon.  La ocupación de la embajada de EE. UU. en Teherán el 4 de noviembre de 1979 y la toma de rehenes de diplomáticos estadounidenses que duró 444 días fue una de las primeras conmociones posrevolucionarias importantes después de la Revolución de 1979.  Aunque fue una reacción a veinticinco años de dominio estadounidense de Irán (1953-1979), hasta el día de hoy, este mismo evento se cierne sobre las relaciones de Irán con Occidente y, en particular, con Estados Unidos.  Irán se convirtió en el abanderado de los países hostiles a Estados Unidos hasta el punto de que ninguno de los aliados soviéticos en la región amenazaba tanto a Estados Unidos como Irán.

     El segundo evento que alteró la posición de Irán en relación con la región y los Estados Unidos fue la ruptura de los lazos diplomáticos con Israel, tras lo cual se cerró la embajada de Israel en Irán.  Irán pasó de ser un país amigo de Israel o mayormente amistoso a uno de sus obstinados enemigos.  La ruptura de los lazos con Israel y las subsiguientes hostilidades entre Irán e Israel tuvieron, y continúan teniendo, consecuencias para las relaciones de Irán-EE.UU.

     El tercer evento fue la promoción de la cultura política revolucionaria.  El ejemplo más revelador de esto fue el eslogan de Jomeini de “exportar la Revolución Islámica” a otros países del mundo islámico.  La transformación de la cultura política de la región bajo la influencia de la Revolución de 1979 asustó a las monarquías petroárabes de la región, pues sus regímenes eran similares al del Shah en lo que respecta a estructura política, lo que hacía que temieran más los levantamientos populares.  Es crucial señalar que tanto Estados Unidos como la Unión Soviética temían la posibilidad de que la Revolución de 1979 fuera exportada a países del Medio Oriente, pero también a los estados satélites de Europa del Este.  Exportar una revolución basada en el modelo iraní significaba que los países en desarrollo que dependían de cualquiera de las superpotencias exigirían la independencia. Para muchos podría decirse que fue de los primeros eventos junto con la ruptura sino-soviética que empezó a configurar la idea de un mundo multipolar.

     La Revolución de 1979 trajo muchas consecuencias para la región en general.  Primero, produjo un estado que tenía una ideología e identidad antiimperialistas (según sus términos), uno que pretendía que resistir la hegemonía estadounidense era la única forma de liberar a las naciones “oprimidas” en el mundo poscolonial.  Debido a la difusión de esta ideología, el estado iraní se ha opuesto activamente a la acción estadounidense en la región durante las últimas cuatro décadas.  En segundo lugar, provocó que Irán apoyara los movimientos de resistencia a los amigos de EEUU en toda la región, desde Hezbolá en el Líbano hasta las Fuerzas de Movilización Popular en Irak.  En tercer lugar, durante la década de 1980, cuando Irak había lanzado una guerra prolongada contra Irán, incluido el lanzamiento de cientos de misiles y armas químicas contra civiles, el estado enfrentó una tremenda escasez de equipo militar debido al embargo impuesto por Estados Unidos.  Esto hizo que el Ejército iraní  comenzaran a fabricar misiles y otros equipos de artillería pesada a mediados de la década de 1980.  En gran parte debido a las sanciones económicas de Estados Unidos a Irán, junto con un embargo de armas por parte de todas las potencias mundiales, Irán se vio obligado a desarrollar capacidades técnicas nacionales en la producción de artillería pesada y misiles para sobrevivir a la guerra con el régimen de Hussein.

     A pesar de las sanciones económicas y el embargo de armas, Irán desarrolló importantes sectores industriales y manufactureros en acero, caucho, cemento y hierro de los que carecían otros países de la región, así como sectores de vanguardia como la industria aeroespacial automotriz, la nanotecnología y las células madre.  En las últimas décadas, particularmente después de la caída de Saddam Hussein, Irán emergió como un país que ejercía poder e influencia en la región y desarrolló una rivalidad particularmente con Arabia Saudita, lo que ha influido mucho en la dinámica geopolítica de la región.  En el frente político, Riyadh ha tratado continuamente de controlar el papel cada vez mayor de Irán en el mundo árabe, pero los intentos del Reino de hacerlo no han conseguido hacer de dique completamente a los esfuerzos iraníes.  Los intentos saudíes de reducir el poder del aliado de Irán, Hezbolá, en el Líbano, de contener el papel de Irán en Irak, de detener su apoyo a los hutíes, se han quedado cortos en muchas ocasiones. Estos fracasos ofrecen incentivos suficientes para que los saudíes se obsesionen con Irán como competidor geopolítico legítimo, aquí EEUU por supuesto jugaba un desbalance geopolítico con los enemigos regionales de Irán. Sin embargo, otro evento decisivo que tendría una influencia aún mayor en la geopolítica de la región es la Guerra Irán-Irak.

    El papel de la guerra Irán-Irán en la configuración de la geopolítica regional de Oriente Medio:

     En septiembre de 1980, las fuerzas iraquíes lanzaron una invasión a gran escala de Irán, un conflicto que duró ocho años, matando al menos medio millón de vidas, hiriendo a más de un millón y desplazando a millones más.  La guerra Irán-Irak sigue siendo una de las guerras interestatales convencionales más grandes y largas desde la Segunda Guerra Mundial.  A lo largo de la década de 1980, cuando Irak invadió partes del territorio de Irán, siguió disfrutando del pleno apoyo del mundo árabe.  Se estima que el costo económico de la guerra fue de miles de millones de dólares. Después de ocho años de guerra, los ejércitos terminaron prácticamente en las mismas posiciones en las que habían comenzado en septiembre de 1980. También fue la única guerra en los tiempos modernos en la que se utilizaron armas químicas a gran escala junto con misiles balísticos para atacar ciudades. Fue el uso más extenso de armas de destrucción masiva desde el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki en Japón en 1945.

    El 15 de enero de 1991, Reuters citó al rey Fahd de Arabia Saudita diciendo que la suma del apoyo financiero de Arabia Saudita a Irak superó los 27 mil millones de dólares, mientras que las estimaciones del apoyo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) a Saddam alcanzaron los 80 mil millones de dólares en el  Década de 1980. Una cosa es el tremendo costo físico y humano que Saddam Hussein infligió a Irán, pero las consecuencias de esta guerra destructiva en la geopolítica de la región son muy distintas.  De hecho, la Guerra Irán-Irak marcó la trayectoria de la futura geopolítica de la región y sigue siendo una de las coyunturas más críticas en la historia contemporánea de la región de Oriente Medio.

     Primero, la Guerra Irak-Irán y los posteriores embargos impuestos a Irán dieron a Irán un fuerte incentivo para desarrollar un complejo militar autóctono después de haber sido uno de los mayores compradores de armas convencionales sofisticadas en la región.  De hecho, asegurar las armas convencionales para defender a su pueblo contra la agresión del régimen de Saddam fue uno de los principales desafíos del gobierno iraní.  Prácticamente ningún país estaba dispuesto a vender armas convencionales (es decir, misiles Scud) a Irán para que las usara en defensa cuando el ejército iraquí inundó sus ciudades con los mismos misiles.  Ahora está bien documentado que las fuerzas iraquíes lanzaron cientos de misiles rusos contra la población civil de Irán y decenas de miles de iraníes resultaron heridos o martirizados.

    El costo masivo de la guerra obligó a Irán a establecer una industria de misiles local independiente.  Como resultado, Irán pasó de ser un importante comprador de misiles a uno de sus principales productores a fines de la década de 1990.  Hoy, la capacidad de Irán para producir misiles de largo alcance está a la par de las potencias mundiales.  Los misiles no son las únicas armas convencionales que fabrica Irán.  Aviones de combate, tanques, artillería, submarinos, drones y lanchas rápidas se encuentran entre los otros equipos militares que también fabrica.  Grupos como Hezbolá en el Líbano, Hamas en Palestina y los hutíes en Yemen han podido lograr un poder de misiles considerable con la ayuda del conocimiento iraní y han jugado un papel decisivo en la confrontación con Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, los tres países que están  unidos activamente contra Irán.

     En segundo lugar, el uso por parte de Saddam de armas no convencionales, como las armas químicas, contra Irán fue una pura violación del Tratado de No Proliferación Nuclear y todos los tratados sobre armas de destrucción masiva.  El mundo occidental no solo hizo la vista gorda ante el uso extensivo y comparativamente mayor de armas químicas por parte de Saddam contra la población civil de Irán, sino que también suministró y vendió más armas a su Partido Baath (al que luego derrocó). Además, el fracaso de las negociaciones con Occidente (1980-1995) para operar el reactor de investigación de Teherán, construido por los Estados Unidos en 1967 y para completar la planta de energía nuclear de Bushehr, cuya construcción comenzó en 1975 por empresas alemanas pero no se completó, fue otro razón principal por la que Irán trató de producir su propia energía nuclear. En 2003, Irán logró la tecnología de enriquecimiento y agua pesada, y su acceso a estas dos tecnologías significó que podría construir una bomba nuclear si así lo decidiera.  Aunque Irán ahora podría desafiar el monopolio de Israel sobre la posesión de un arma nuclear en el Medio Oriente, su capacidad nuclear se ha convertido en el mayor problema político y de seguridad entre Irán y las potencias mundiales en los últimos quince años.  El hecho de que Irán tenga tales capacidades técnicas en el campo nuclear, y otros países de la región (excepto Israel) no las tengan, le da a Irán una ventaja competitiva de disuasión según muchos.

    En tercer lugar, las relaciones de Irán con los estados árabes del Golfo Pérsico empeoraron fundamentalmente después de la guerra entre Irak e Irán debido a su apoyo unilateral al régimen de Saddam Hussein.  Los estados del Golfo avanzaron hacia la compra de las armas más modernas y sofisticadas de los Estados Unidos.  Para ellos, la primera y mayor amenaza en la región provenía de Irán.  Estados Unidos también aumentó su presencia militar para apoyar a sus aliados, estableciendo 46 bases militares en once países del Medio Oriente, lo que se considera una cantidad asombrosa de bases militares en una región.

     En cuarto lugar, la Guerra Irán-Irak demostró a los funcionarios iraníes que los países de la región están dispuestos a hacer lo que sea necesario para lograr un cambio de régimen en Irán.  Desde unirse a Israel hasta usar armas no convencionales contra civiles, el objetivo de los estados árabes era cambiar el sistema de gobierno en Irán.  Los funcionarios iraníes sabían que necesitaban trascender sus fronteras nacionales para resistir la agresión de los países vecinos para generar disuasión, esto incluía Israel.  Hezbolá del Líbano es un ejemplo revelador que Irán apoyó para proyectar su influencia en la región.  Con el tiempo, Hezbollah adquirió un poder significativo y sigue siendo una fuerza poderosa hasta el día de hoy, de hecho derrotó a Israel en su invasión del Líbano en 2006. A su vez, los países árabes perdieron todas las guerras militares contra Israel, pero Hezbollah impidió que Israel avanzara hacia territorio libanés.  Hoy, el poder creciente de Hezbollah es una fuente importante de preocupación para Estados Unidos e Israel.  Sigue siendo una fuerza militar con decenas de miles de misiles y 100.000 soldados y tiene representación política en el parlamento y el gobierno libaneses.

    Quinto, una de las transformaciones geopolíticas más cruciales ha sido el surgimiento de grupos armados no gubernamentales o cuasi gubernamentales en el Medio Oriente.  Hezbollah en el Líbano, los Houthis en Yemen, las Fuerzas de Movilización Popular en Irak y los fatimíes de Afganistán se encuentran entre los principales grupos chiítas que han sido apoyados por Irán.  Irán construyó alianzas con estos grupos en respuesta a la situación de seguridad en la región.  Por ejemplo, cuando ISIS conquistó Irak en 2014, ocupando el 40 por ciento del país en dos años y capturando las ciudades grandes y ricas en petróleo de Mosul y Kirkuk, las ciudades iraquíes de Bagdad y Erbil estaban al borde del colapso.  En respuesta, el ayatolá Sistani emitió una fatua para formar las Fuerzas de Movilización Popular, que recuerda a las Fuerzas Basij iraníes, establecidas en 1979 como una organización paramilitar voluntaria que opera bajo el mando del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y luego formó una “milicia popular” para  ayuda en la guerra contra Irán (La Fuerza Quds de Irán utilizó su experiencia de formar la fuerza popular Basij para contrarrestar la agresión de Saddam y para ayudar al Hezbolá libanés con su movilización popular).  La milicia de las Fuerzas de Movilización Popular, con la ayuda del ejército iraquí, finalmente derrotó a ISIS y limpió el territorio iraquí de terroristas y, como resultado, una nueva dinámica político-militar-de seguridad influyente entró en el equilibrio de poder en Irak.  Durante la crisis siria, el grupo chiíta “Fatimíes de Afganistán”, con el apoyo de Irán, jugó un papel importante en Siria y en la lucha contra ISIS y Al-Qaeda.  Sin duda, la alianza de Irán con los grupos organizados no se limita a los chiítas, sino también a los grupos sunitas como Hamás.  Esto muestra claramente que la alianza que Irán ha construido no está organizada en torno a líneas puramente de afinidad religiosa.

     Sexto, el giro de Irán hacia el Este fue el resultado del apoyo de las potencias mundiales a la agresión de Saddam en la guerra de Irak.  Después de la guerra, las potencias orientales, a saber, Rusia y China, buscaron una forma de acercamiento con Irán, mientras que las potencias occidentales, en particular Estados Unidos y Europa occidental, buscaron un enfoque hostil hacia Irán.  El resultado fue que después de la retirada de Trump de los intentos de tratado de la administración Obama con los iraníes y el incesante cumplimiento y sumisión de Europa a la estrategia de máxima presión de Trump, el líder supremo de Irán declaró oficialmente que Irán ya no confía en Europa y que debería contar más con Oriente.  Por lo tanto, la continuidad de la hostilidad de las potencias occidentales hacia Irán después de la guerra ha proporcionado los incentivos más fuertes para que Irán se vuelva hacia el Este.  El acuerdo estratégico de veinte años con China y el acuerdo estratégico de veinte años con Rusia son dos claros ejemplos de la desconfianza de Irán hacia Occidente.  Hoy, China y Rusia son los principales socios comerciales de Irán, mientras que a principios de la década de 2000 lo era Alemania.

    Diplomacia de Irán en un mundo multipolar:

    Para los iraníes, no es fácil olvidar la magnitud y la escala de muerte y destrucción de la Guerra Irak-Irán.  Sin embargo, dejando de lado las muertes y la destrucción masivas, las consecuencias a largo plazo de esa guerra moldearon de muchas maneras la geopolítica de la región.  De hecho, muchos de los problemas difíciles del Medio Oriente de hoy se originaron en esos ocho años.

     La guerra entre Irak e Irán marcó la trayectoria política de la región en algunos aspectos importantes para las próximas décadas.  Pero esa no es la única guerra que ha presenciado el Medio Oriente.  Si una guerra tiene tantas consecuencias perniciosas para la paz y la estabilidad en la región como analicé anteriormente, uno podría preguntarse con horror cuáles serían las consecuencias a largo plazo de la invasión de Irak y Afganistán por parte de Estados Unidos a principios de la década de 2000 y la  ¿Guerra liderada por Arabia Saudita contra Yemen por el futuro de la región?  Estas preguntas son difíciles incluso de contemplar.  Pero nos dan suficientes razones para creer que la exhibición de poder en forma de guerra cambia el panorama político tarde o temprano, Estados Unidos tendrá que darse cuenta de que su política de dominación ha tenido resultados desastrosos para la región y más allá.  Llenar el vacío que deja Estados Unidos al salir de la región es una invitación a crear un sistema regional de seguridad y cooperación entre los países de la región.  Un sistema regional de seguridad y cooperación en el Golfo Pérsico que envuelva a Irán, Arabia Saudita, Irak y los otros estados miembros del Golfo sería el primer logro vital seguramente para la estabilidad regional.

    Sin duda, la Revolución de 1979 dio forma a la geopolítica de la región.  Sin embargo, la agresión de Irak contra Irán y el apoyo de los países regionales y las potencias internacionales fueron los factores más importantes que dieron forma a la estrategia de política exterior de Irán y su cambio geopolítico.  La Guerra Irán-Irak reforzó el discurso de resistencia contra la hegemonía y las formas de dominación por parte de las potencias mundiales, incluido, y sobre todo, Estados Unidos.  Los funcionarios iraníes recuerdan cuando Saddam contaba con el apoyo de potencias tanto de Occidente como de Oriente, tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética.  Si los líderes iraníes sospechan de Estados Unidos cuando se trata de cumplir con su parte del trato en cualquier mesa de negociación, la sospecha puede atribuirse casi por completo a las duras lecciones que aprendieron durante la guerra entre Irak e Irán. 

  • De la teoría de los tres mundos maoísta a la de los cuatro:


    *Aclaración: Cuando hablemos de los «mundos» nos referimos en la teoría maoísta y no en la que entendemos en el lenguaje occidental común.

    En febrero de 1974, el presidente de China, Mao Zedong, presentó su Teoría de los Tres Mundos. El concepto de Mao era simple pero elegante. Según el presidente , las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, constituían el primer mundo. Los países y regiones capitalistas desarrollados, incluidos Japón, Corea, la Europa de la OTAN, Australia Nueva Zelanda y Canadá , representaban el segundo mundo. Sin embargo, la parte más poblada del globo era el tercer mundo, que abarcaba toda Asia (excepto Japón), así como África y América Hispánica y de habla portuguesa.

    Unos meses después, en la Asamblea General de la ONU celebrada en abril de 1974, Deng Xiaoping expuso la teoría de Mao. Como señaló Deng , existían tres mundos, que estaban relacionados entre sí y eran contradictorios. Deng Xiaoping afirmó que China era un país socialista, una nación en desarrollo que pertenecía al tercer mundo. También declaró que China no era ni sería nunca una superpotencia (algo que quizá hoy en día ya es discutible).

    Rusia es, con mucho, el actor más importante del cuarto mundo. Esta categoría también incluye a Irán, Corea del Norte, Siria, Venezuela, Myanmar y algunos otros países.
    Un mundo en muchas cuestiones alternativo.
    Aunque la Teoría de los Tres Mundos de Mao-Deng pueda parecer cosa del pasado, podría volver a ser relevante, aunque con algunas modificaciones. Esta vez, la estructura geopolítica y geoeconómica se perfila como una división de cuatro partes.

    Al igual que en la década de 1970, el primer nivel sigue ocupado por dos superpotencias rivales: EE. UU. todavía está allí, mientras que la extinta Unión Soviética es reemplazada por una nueva superpotencia: China. Los niveles segundo y tercero permanecen más o menos sin cambios desde la década de 1970. El segundo mundo todavía incluye a los países capitalistas ricos, de tendencia estadounidense, con algunos nuevos participantes externos a la idea de Occidente tradicional como Corea del Sur y Japón. El tercer mundo sigue representando a los países en desarrollo principalmente en Asia continental, África y América no anglosajona.

    Sin embargo, a diferencia de la década de 1970, ahora hay un cuarto elemento en el esquema. Dentro del cuarto nivel están los jugadores que, por diversas razones, se han encontrado en una relación antagónica con el Oeste liderado por Estados Unidos. Rusia es, con mucho, el actor más importante del cuarto mundo. Este campo también incluye a Irán, Corea del Norte, Siria, Venezuela, Myanmar y algunos otros países que en algún momento han coincidido con lo que podría haber sido llamado por propagandistas estadounidenses como el «Eje del Mal».

    Estados Unidos y gran parte del segundo mundo, que colectivamente siguen siendo el bloque más influyente del mundo, buscan aislar, o al menos marginar, al cuarto mundo y convertir a sus miembros en eternos parias. Sin embargo, esto no es fácil, dado que China y gran parte del tercer mundo se niegan a sumarse a la cruzada occidental contra los “malos”, el Eje del Mal o los enemigos geopolíticos tradicionales.

    Hay una razón por la cual el concepto de división del mundo de Mao se está convirtiendo nuevamente en un lente pertinente a través del cual dar sentido a la política global. Cuando el gran timonel , el presidente Mao, lo articuló, el mundo estaba en el apogeo de la bipolaridad de la Guerra Fría. Estados Unidos y la Unión Soviética estaban muy por delante de los demás en términos de reparto de poder global. Por supuesto, hubo otros actores geopolíticos, como China, India, Francia, el decadente Imperio Británico, Egipto, Turquía o Israel. Sin embargo, no contaban mucho como actores individuales, debido a la gran diferencia de capacidades entre cada uno de ellos y las dos superpotencias. La Teoría de la política internacional de Kenneth Waltz , publicada en 1979, es una exposición clásica de la forma en que funciona la bipolaridad extrema en este sentido.

    Mao y Deng no eran estudiosos de las relaciones internacionales, pero es posible que hayan comprendido intuitivamente que la estructura de la política mundial que prevalecía en la década de 1970 solo permitía que las dos superpotencias se desempeñaran de manera significativa como individuos o como actores totalmente independientes. El resto de la multitud solo tenía importancia si se agrupaba «a granel», las aventuras individuales de hecho eran normalmente censuradas por las superpotencias o las potencias del primer mundo.

    Para decirlo de una manera más teórica, el mundo de la década de 1970 presentaba la existencia superpotencias, pero carecía del siguiente nivel inferior de jerarquía geopolítica: no tenía verdaderas grandes potencias fuera de los hegemones. Países como Francia, China, Japón o Gran Bretaña eran simplemente los más poderosos entre los que no eran hegemones sin embargo, no eran grandes potencias de pleno derecho, carecían de potencial o poder (como, por ejemplo, en el caso de China en aquella época) y/o de autonomía en política exterior (como en el caso de Japón).

    El concepto de las grandes potencias que había estado ausente durante mucho tiempo del sistema internacional comenzó a resurgir con el ascenso de China y el resurgimiento de la Rusia de Putin, más activa estratégicamente. La teoría de Mao quedó obsoleta a fines de la década de 1980 cuando la estructura bipolar se derrumbó a raíz del dramático declive y desaparición de la Unión Soviética. Se produjo el «momento unipolar» de la supremacía indiscutible de Estados Unidos. La hegemonía de la única superpotencia de Estados Unidos continuó durante la década de 1990 y principios de la de 2000, pero luego algo cambió: el nivel de las grandes potencias que habían estado ausentes durante mucho tiempo del sistema internacional comenzó a revertirse, empezaron múltiples potencias intermedias y la aspirante a superpotencia (China) a hacer valer sus intereses.

    Al respecto a Rusia y el destino de quién gobierna en Moscú como gran potencia estará determinado por el resultado de la guerra en Ucrania, que se ha convertido en una batalla entre Rusia y Occidente liderado por Estados Unidos. La teoría de las relaciones internacionales es bastante sencilla en el sentido de que el gran poder está, ante todo, determinado por las capacidades de lucha en la guerra. Dice el profesor Robert Ross en el documento «Relaciones chino-rusas: la falsa promesa del equilibrio»: «Una gran potencia es un estado que puede luchar en una guerra contra todos los demás estados del sistema y, por lo tanto, puede proporcionar independientemente su propia seguridad vis -a-vis cualquier otro país sin depender de terceros.”

    Actualmente hay tres jugadores en el sistema internacional que cumplen con este criterio. Son los EE. UU. (que simultáneamente tiene el rango de superpotencia), China (una segunda superpotencia emergente) y según algunos Rusia (una gran potencia en decadencia). Sin embargo, esta tripolaridad geoestratégica no es real ya que puede estar en la cúspide de dejar de ser vigente. Estados Unidos y China están muy por delante del resto en términos de sus capacidades generales. Mientras tanto, Rusia se encuentra en una lucha existencial para mantener su estatus de gran potencia.

    La UE y Japón se encuentran en un estado de declive gradual. India, a pesar de todas sus ambiciones, parece estar perennemente atrapada en el intersticio entre una potencia regional y una gran potencia revindica siempre que puede su autonomía para tratar de tú a tú con todos los países sin que influyan terceros. Si Rusia cae de la liga de las grandes potencias, la estructura internacional se volverá más o menos bipolar, una reminiscencia de la era de la Guerra Fría. Es extremadamente improbable que cualquier otro jugador pueda ascender al rango de gran poder en el futuro previsible.

    Mirando hacia las próximas dos décadas, un orden global emergente puede funcionar como una división de cuatro partes:

    1- Los habitantes del primer mundo, Estados Unidos y China, competirán por la supremacía global.

    2- El segundo mundo de países capitalistas ricos será en su mayoría leal a Washington.

    3-El tercer mundo permanecerá en su mayoría no alineado o vasculara entre los bloques existentes. Aquí podemos incluir parte de los BRICS a excepción de China, Irán y Rusia, la civilización islámica menos el Eje de la Resistencia, Turquía, India, Pakistán y buena parte de Asia y África.

    4-El cuarto mundo formado por Rusia y otros adversarios (como Irán) de EE. UU. se alineará cada vez más con China.


    Este reparto y/o taxonomía de los Cuatro Mundos sólo podrá funcionar si se mantiene una paz relativa, similar a la paz precaria de la vieja era bipolar. Sin embargo, si lo que estamos presenciando en Ucrania y alrededor de Taiwán son de hecho las salvas iniciales de una Tercera Guerra Mundial como muchos temen, todas las apuestas de un orden cuatripartito están canceladas, pues seguramente y en este caso los esfuerzos del primer mundo, junto con los del segundo y occidente,y los del cuatro con el liderazgo de China forzaran al tercer mundo a apoyar a un bando. Eso y no otro es el previo de la Nueva Guerra Fría.

  • ¿La «edad dorada» de la globalización ha terminado?

    La administración del presidente estadounidense, Joe Biden, intensificó la guerra comercial de Estados Unidos con China la semana pasada, prohibiendo las exportaciones de semiconductores avanzados, equipos utilizados para fabricar chips de computadora y componentes necesarios para construir supercomputadoras, así como la participación de corporaciones e individuos estadounidenses en China. industria de fabricación de chips. La cadena de suministro global de semiconductores ya estaba bajo presión por las interrupciones causadas por la pandemia de coronavirus y las restricciones comerciales existentes entre EE. UU. y China. Estos últimos movimientos aumentan las apuestas y amenazan aún más la capacidad de los consumidores para adquirir los productos electrónicos necesarios para impulsar la economía global.

    Debido a la ubicuidad de los chips en todo, desde computadoras y teléfonos inteligentes hasta automóviles y electrodomésticos, las restricciones de Washington tienen implicaciones más allá del mercado de semiconductores y son solo el último desafío para la economía global, cuya fragilidad se vuelve más evidente cada día.

    Estamos muy lejos de la “Edad de Oro” de la globalización económica que marcó la década de 1990 y principios de la de 2000. Con el fin de la Guerra Fría, los países de Europa del Este, Rusia y luego China comenzaron a integrarse por completo en el sistema de comercio mundial. Esto culminó con el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001. Durante este tiempo, se escribió mucho sobre la naturaleza interconectada del mundo, que aparentemente se estaba volviendo sin fronteras y se relativizaba el poder de los Estados. El estado-nación se consideraba obsoleto , ya que las empresas privadas, instituciones financieras y organizaciones internacionales iban a recoger más poder, con la ayuda ocasional de los banqueros centrales, se convirtieron en los nuevos gobernadores del sistema global. Sin embargo, curiosamente ese orden solo se sostuvo sobre una desmesurada hegemonía política de los EEUU.
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    La crisis financiera mundial de 2008 ya puso en tela de juicio la eficacia del aspecto financiero de la integración económica mundial. Podría haber sido fácil para los responsables de las políticas financieras y monetarias ver las crisis financieras anteriores en América Latina, el este de Asia y Rusia como periféricas a los centros financieros globales en Nueva York, Londres y Tokio. Pero la crisis financiera de 2008 afectó directamente a esos mismos centros financieros, dejando el corazón del sistema financiero mundial en desorden y requiriendo asistencia.
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    A pesar del daño causado al sistema financiero global, el entusiasmo por el comercio y lo que se llamó globalización parecía perdurar, con una renovada esperanza de que se pudieran alcanzar nuevos acuerdos comerciales y que la globalización continuara a buen ritmo. Como dijo el entonces presidente de los EE. UU., Barack Obama, en 2015: “Algunas personas piensan que simplemente deberíamos retirarnos y ni siquiera tratar de participar en el comercio con estos países. No estoy de acuerdo. Tenemos que asegurarnos de que Estados Unidos escriba las reglas de la economía global”. Hizo esos comentarios cuando su administración estaba en medio de la negociación de la Asociación Transpacífica , un acuerdo comercial integral entre las naciones que bordean el Océano Pacífico , con la notable excepción de China con el objetivo de aislar al gigante asiatico.

    Los factores que detuvieron la “edad de oro” de la globalización son en sí mismos productos de la economía global. En ese sentido, la economía global sembró las semillas de su propia desaparición. El TPP, como se le conocía, sobrevivió, pero sin la participación de EE. UU., ya que el sucesor de Obama, el expresidente Donald Trump, retiró a EE. UU. del mismo como uno de sus primeros actos después de asumir el cargo en 2017 y continua así desde entonces. Hoy es justo decir que el entusiasmo y la esperanza por el sistema de comercio global se han ido. Desde los productos de consumo hasta los alimentos y la energía , la capacidad de la economía global para satisfacer la demanda de los consumidores se cuestiona cada vez más. Vimos estas fisuras y fallas en la cadena de suministro global el año pasado cuando el bloqueo del Canal de Suez por un solo barco de contenedores pareció detener temporalmente toda la economía global. Ahora la situación es más grave por las vicisitudes geopolíticas actuales. Incluso ell FMI advierte que la fragilidad de la economía global puede no ser reparable.

    ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo se detuvo la “edad de oro” de la globalización? Tres factores principales contribuyeron a esta fragilidad, con la ironía de que estos factores son en sí mismos productos de la economía global. En ese sentido, la economía global sembró las semillas de su propia desaparición.

    1- Primero, una guerra comercial. Cuando la administración del entonces presidente Donald Trump impuso aranceles a los productos de China a partir de 2018, desencadenó una serie de medidas de represalia de ojo por ojo entre las dos principales economías del mundo que tenían un montón de sectores entrelazados con cadenas de suministro percibidas como amenazas. Si bien algunos criticaron la naturaleza beligerante de la decisión de Trump, burlándose de su autodesignación como un «hombre de los aranceles», la verdad es que tanto las administraciones demócratas como las republicanas reconocieron durante mucho tiempo que era necesario tomar medidas para obligar a China a alinearse con sus obligaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio (esta era la posición americana). Como indicación de este consenso bipartidista, es notable que los aranceles no se eliminaron cuando Biden asumió el cargo, ni mucho menos. Además al no rescindir los aranceles de la era Trump , la decisión de la administración Biden de cortar aún más el acceso de China a los semiconductores es una forma de “armarse” y reivindicar papel central de Estados Unidos en la economía global , todo con el propósito de competir entre las grandes potencias.

    2- En segundo lugar, la pandemia del coronavirus. Debido a las diversas restricciones de viaje, así como a los cierres en los puertos, tanto en China como en los EE. UU., en respuesta a la pandemia, las cadenas de suministro de la economía mundial se vieron gravemente estresadas. Este fue el factor inicial que contribuyó a la inflación mundial inicialmente, ya que la demanda se desplazó hacia los bienes de consumo cuando la capacidad de los fabricantes para satisfacerla se vio limitada. La capacidad de propagación del coronavirus fue en sí misma producto de una mayor interconexión económica, exacerbada aún más por la incapacidad de EE. UU. y China para cooperar en la respuesta debido a las tensiones entre ellos.

    3- Las cadenas de suministro comenzaron a recuperarse a fines de 2021 y principios de 2022, solo para verse afectadas por el tercer factor que tensa la economía mundial: la guerra en curso en Ucrania. Debido a que involucra a Rusia, que es un importante productor de energía, y Ucrania, que es un importante proveedor de trigo, la guerra asestó un doble golpe a la economía mundial. Tales interrupciones son de esperarse de una gran guerra de todos modos, pero el hecho de que los países occidentales estén desplegando el arma económica de las sanciones contra Rusia, particularmente las exportaciones de energía rusas , exacerba el problema. Sumado esto a las decisiones del mercado de la energía de la OPEP solo se tensó más aún el suministro de energía.

    De hecho, las interrupciones en el suministro de energía solo subrayan el desafío de depender de las sanciones como una forma de coerción. Se basan en la voluntad de aceptar la autolesión de cortar el intercambio económico para hacer un punto o inducir un cambio de política sobre un tema considerado de importancia crítica. Pero, ¿cuánto tiempo se puede sostener la autolesión actual?

    Quizá de forma indefinida, pero eso podría tener como consecuencia la alteración irreversible de la economía mundial, provocando tal vez su bifurcación en dos bloques que comprendan Estados Unidos, Europa y Japón por un lado y Rusia, China e India por el otro. ¿Se recuperará la economía mundial? Es posible. Para cuando termine la guerra en Ucrania, también puede haber una disipación de las tensiones entre Estados Unidos y China. Pero igual de probable es que estemos en la cúspide de un colapso irreversible en la economía global, uno que podría durar décadas. Atrás quedaron los días felices de «capital sin restricciones» y «fronteras abiertas». La edad de oro de la globalización económica se ha ido.

  • Sobre el PCCh y la República Popular de China.

    El ascenso de Xi Jinping.

     Muchos observadores de China consideran que la institucionalización es la clave para la estabilidad política de China en el nivel de élite desde la década de 1980.  Andrew Nathan identificó la institucionalización de las transiciones de poder como una de las principales razones detrás de la adaptación de China aún manteniendo estructuras que según estándares occidentales son autoritarias.  Sin embargo, como ha señalado Joseph Fewsmith, lo que los académicos chinos definen como instituciones políticas en China no son más que normas políticas. Desde la era de Deng Xiaoping, estas normas han sido elaboradas y custodiadas por figuras importantes del Partido Comunista Chino (PCCh), que son la principal fuerza estabilizadora dentro del Partido.

     Estas personas son líderes nacionales jubilados que siguen siendo políticamente influyentes a través de sus redes y protegidos. Históricamente, han jugado un papel importante en la política china al mediar en los conflictos de élite, forjar un consenso entre facciones y establecer la dirección de la política. Desempeñaron un papel vital en los asuntos de personal mediante la promoción de seguidores, la designación de sucesores e incluso la destitución del máximo líder.

    La primera generación de este tipo de élite política surgió durante la década de 1980.  Eran los camaradas de Mao que fueron purgados durante la Revolución Cultural y luego revividos por Deng Xiaoping y Hu Yaobang. Entre ellos, las ocho figuras más poderosas, conocidas como los Ocho Inmortales, disfrutaban de una influencia política inigualable. Estos adultos mayores jugaron un papel esencial en la configuración de las políticas económicas durante la década de 1980.

    Dos políticos de este tipo en particular, el conservador Chen Yun y el reformador Deng Xiaoping, lideraron la lucha por el futuro de China entre una economía planificada con un mercado como complemento y una economía de mercado socialista. Hu Yaobang, el secretario del PCCh durante este período, se quejó de estar atrapado entre los dos líderes antiguos del partido al tiempo que enfrentaba las quejas de Li Xiannian, posiblemente el tercero más poderoso de China, de que Hu solo siguió a Chen y Deng mientras ignoraba a Li.

    Durante los turbulentos cinco años entre 1987 y 1992, la política de alto nivel alcanzó una nueva dimensión: los altos cargos, especialmente Deng Xiaoping, desempeñaron el papel de creadores y destructores estructuras de poder en el partido.  Destituyeron a dos secretarios del partido debido a lo que percibieron como “errores políticos” antes de traer a Jiang Zemin, el secretario del partido de Shanghái, a Beijing.

     Al enfrentarse a las protestas estudiantiles de diciembre de 1986, Hu Yaobang adoptó un enfoque conciliador.  Creía que en lugar de suprimir el movimiento, la dirección del partido debería abordar las preocupaciones de los estudiantes y buscar una reforma democrática. Sin embargo, Deng y otros veteranos consideraron que Hu “no era lo suficientemente enérgico” para contrarrestar este liberalismo burgués inmerso en ese movimiento.  Después de varias reuniones en la casa de Deng, obligaron a Hu a renunciar.

     Después de la caída en desgracia de Hu, Deng y los líderes del partido tuvieron que elegir a su sucesor.  Dos candidatos se destacaron para el próximo secretario general del PCCh: el primer ministro de mentalidad liberal Zhao Ziyang y Deng Liqun (sin relación con Deng Xiaoping), un conservador obstinado y uno de los mejores teóricos políticos del PCCh respectivamente.  A Deng Xiaoping le preocupaba que Deng Liqun pudiera poner en peligro el proceso de reforma económica.  Después de recibir una carta de crítica, Deng Xiaoping decidió despedir a Deng Liqun de todos sus cargos, una medida que recibió el consentimiento de los conservadores como Bo Yibo y Chen Yun.  La caída de Deng Liqun allanó el camino para la ascensión de Zhao Ziyang.

    Al final, sin embargo, Zhao compartió un destino similar al de su predecesor.  Durante las protestas de Tiananmen en 1989, Zhao apoyó un enfoque conciliador hacia los manifestantes y se opuso con vehemencia a cualquier forma de represión, lo que contradecía el enfoque de mano dura de Deng.  Cuando Zhao admitió ante el público que Deng aún tomaba todas las decisiones importantes, Deng lo vio como una traición personal y lo arrojó fuera de la arena política.  En última instancia, Deng y otros líderes de alto rango depusieron a Zhao por “dividir el partido” y lo pusieron bajo arresto domiciliario por el resto de su vida.

    Tras la caída de Zhao, eligieron al secretario del Partido de Shanghái, Jiang Zemin, como el próximo líder, debido a su hábil manejo de las protestas estudiantiles en Shanghái.  Jiang era una figura aceptable tanto para los conservadores como para los reformadores. La demostración final de Deng de su influencia política fue su gira por el sur en 1992. Después de la protesta de Tiananmen y la sangrienta represión, muchos conservadores dentro del PCCh creían que la reforma económica había provocado el caos político.  Por lo tanto, la prioridad nacional pasó de la reforma económica a la lucha política.  En su discurso sobre el 70° aniversario del PCCh en 1991, Jiang declaró que “la lucha de clases existirá en China durante mucho tiempo”.  Hizo hincapié en la importancia de las campañas ideológicas, especialmente la lucha contra la «evolución pacífica» y la «liberalización burguesa».  Después del discurso, muchos observadores afirmaron que Jiang podría asaltar, incluso destruir, la naciente economía de mercado de China.  Por lo tanto, Deng creía que debía tomar medidas para evitar que Jiang y los conservadores revirtieran el proceso de “reforma y apertura”.

    Durante el invierno de 1992, Deng recorrió la Zona Económica Especial de Shenzhen y pronunció un discurso en el que amenazó a Jiang, diciendo que “quien se negara a reformar renunciara”.  Según Li Rui, que estaba estrechamente relacionado con el centro de poder, Deng estaba tan preocupado por la trayectoria de la reforma que incluso había decidido deponer a Jiang.  Sin embargo, otros líderes de alto nivel como Chen Yun, Li Xiannan y Bo Yibo lo detuvieron.  Según los informes, Bo le dijo a Deng: “Derrotaste a Hua Guofeng, Hu Yaobang y Zhao Ziyang;  no puedes hacerlo a tu manera más de tres veces”.  Deng estuvo de acuerdo, pero Jiang entendió el mensaje.  Un año después, Jiang anunció que el camino de la reforma y la apertura “no deben cambiar en mucho tiempo”.

     El legado político final de Deng fue designar a un joven Hu Jintao como sucesor de Jiang, lo que inició la tradición de que un alto líder retirado designara al sucesor del líder actual. Entre 1992 y 1995, Jiang Zemin consolidó silenciosamente su poder cuando fallecieron importantes miembros influyentes.  Luchó contra sus principales oponentes políticos, Qiao Shi y Li Ruihuan. En 2002, demostró su poder al expandir el Comité Permanente del Politburó y llenarlo con sus protegidos, en particular, su confidente a largo plazo Zeng Qinghong.  La expansión aseguró que Jiang mantuviera su influencia política después de su retiro.  Jiang aprovechó su influencia para fomentar un entorno político relativamente abierto y una ola de reformas políticas a mediados de la década de 2000.  El ascenso de Xi Jinping como sucesor de Hu Jintao también fue decisión de Jiang.

     Mientras tanto, Hu fue considerado un líder débil que gobernó bajo la sombra de Jiang.  No pudo consolidar el poder de manera efectiva como Jiang, tuvo problemas para controlar el Ejército Popular de Liberación que apoyaba a Jiang y ni siquiera recibió el título de «núcleo de liderazgo».  La debilidad de Hu se demostró aún más cuando no logró promover a su protegido y jefe del Departamento de Organización, Li Yuanchao, al Comité Permanente del Politburó en 2012.

     La consolidación del poder de Xi fue el resultado del consenso entre los principales líderes.  Muchos veteranos creían que el estilo de liderazgo de «primero entre iguales» de Hu había obstaculizado la implementación de políticas porque el poder estaba demasiado fragmentado.  Pensaron que China necesitaba un líder superior más «presidencial» con poder centralizado para impulsar reformas difíciles.  También concluyeron del caso de Bo Xilai que un liderazgo débil condujo a una corrupción desenfrenada y a la lucha por el poder de las élites. Por lo tanto, como argumentó Fewsmith, los veteranos apoyaron la consolidación del poder de Xi y la campaña anticorrupción.  Tanto Cheng Li como Fewsmith han señalado que Xi debe haber obtenido la aprobación de Jiang Zemin y otros altos cargos de la facción de Jiang para purgar al resto.  Sin embargo, los veteranos ciertamente no esperaban que la consolidación del poder de Xi llegara tan lejos, con Xi derribando a todos los rivales políticos, independientemente de su origen faccional.

    Hoy, China está en una nueva era.  Por primera vez desde 1978, China no tiene un alto cargo que pueda limitar a Xi. Jiang Zemin tiene 96 años y se rumorea que tiene graves problemas de salud;  su ausencia de la celebración del centenario del PCCh confirmó estos rumores.  Hu Jintao nunca fue una figura poderosa, y su influencia disminuyó aún más después de que Xi eliminó a muchos miembros de la facción de la Liga de la Juventud Comunista, la base de poder tradicional de Hu.  Otros veteranos, como Zeng Qinghong y Wen Jiabao, han mantenido un perfil bajo para evitar la campaña anticorrupción.  La enmienda constitucional de Xi en 2018, allanando el camino para su tercer mandato entrante como secretario general del PCCh y presidente de China, demuestra que ninguna figura importante puede limitar el intento de Xi de obstruir las normas del partido.

    Aquí podemos observar un claro caso de concentración del poder en la persona de Xi en perjuicio de élites del partido que equilibran el sistema. Ahí la campaña anticorrupción es una forma de segar intermediarios entre la autoridad de Xi Jinping y el resto.

    ¿Qué significa la falta de contrapesos y faccionalismo para la política china?

     El caso de la alta política en Meiji Japón sirve como una comparación útil.  Los ancianos japoneses (genro) fueron héroes de la Restauración Meiji.  Su influencia en la política comenzó en 1892 cuando el grupo genro eligió un nuevo primer ministro tras la repentina partida del primer ministro Matsukata Masayoshi.  El genro compartió un papel político similar a los veteranos de la revolución  en China.  Primero, mantuvieron el poder de seleccionar primeros ministros para garantizar la estabilidad durante la transición de poder.  En segundo lugar, se ubicaron por encima de los estrechos intereses burocráticos y partidistas para guiar las políticas internas y externas basadas en objetivos nacionales.  En tercer lugar, ajustaron la diferencia entre los partidos políticos, la burocracia y las fuerzas armadas para mantener el control centralizado y no romper la unidad de mando y generar un gran faccionalismo que destruya el sistema.

     El grupo genro desapareció de la política japonesa en la década de 1920 debido a su edad.  Como resultado, la política japonesa cayó en un profundos cambios.  Oficiales militares tomaron el poder tras la partida de Genro mediante golpes de estado y aplicaron políticas exteriores agresivas, que el grupo de Genro aborrecía.  El poder sin control del gobierno militar llevó a Japón a ser más osado.

     El paralelo no es exacto, por supuesto y de ninguna forma esto necesariamente debe ocurrir en China.  El EPL ciertamente no está en condiciones de tomar el poder;  de hecho, Xi ha fortalecido el control del PCCh sobre este.  Sin embargo, los veteranos proporcionaron un control adicional sobre el líder superior tras la muerte de Mao.  También evitaron cualquier desviación política de la reforma y la apertura en los últimos 40 años.  Además, estabilizaron el proceso de toma de decisiones al proteger las normas políticas.  Sin personas mayores, Xi podría cometer el error de aplicar políticas extremas con un poder sin control.  Las políticas exteriores nacionalistas y la política de cero-COVID solo confirman este peligro.

    El golpe de timón de Xi Jinping.

    En la era posterior a la Guerra Fría, el mundo occidental no ha sufrido escasez de grandes teorías de la historia y las relaciones internacionales. Los escenarios y los actores pueden cambiar, pero el drama geopolítico global continúa: las variantes del realismo y el idealismo liberal compiten para explicar y predecir el comportamiento de los Estados los académicos debaten si el mundo está presenciando el fin de la historia, un choque de civilizaciones o algo completamente diferente. Y no sorprende que la pregunta que ahora atrae más atención analítica que cualquier otra sea el ascenso de China bajo el presidente Xi Jinping y el desafío que representa para el poder estadounidense. En el período previo al XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh), mientras Xi ha maniobrado para consolidar su poder y asegurar un tercer mandato sin precedentes.

    Sin embargo, un importante cuerpo de pensamiento ha estado ausente en gran medida de esta búsqueda de comprensión: el marxismo-leninismo. Esto es extraño porque el marxismo-leninismo ha sido la ideología oficial de China desde 1949. Pero la omisión también es comprensible, ya que hace mucho tiempo que la mayoría de los pensadores occidentales consideraron que la ideología comunista estaba efectivamente muerta, incluso así lo creen al respecto China, donde, a fines de la década de 1970, el PCCh El líder Deng Xiaoping dejó de lado la ortodoxia marxista-leninista de su predecesor, Mao Zedong, en favor de algo más parecido al socialismo de Estado. Deng resumió sus pensamientos sobre el asunto con la franqueza característica: Bu zhenglun,“Prescindamos de la teoría”, dijo a los asistentes a una importante conferencia del PCCh en 1981. Sus sucesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, siguieron su ejemplo, expandiendo rápidamente el papel de la producción tutelada por el Estado en la economía nacional china y adoptando una política exterior que maximizaba la participación de China en un orden económico global liderado por los Estados Unidos.

    Xi ha puesto fin a esa era de gobierno pragmático y no ideológico según algunos. En su lugar, según los críticos ha desarrollado una nueva forma de nacionalismo marxista que ahora da forma a la presentación y la sustancia de la política, la economía y la política exterior de China. Al hacerlo, Xi no está construyendo castillos en el aire teóricos para racionalizar decisiones que el PCCh ha tomado por otras razones más prácticas. Bajo Xi, la ideología impulsa la política. Según a su vez los críticos favorables a las aperturas de Deng Xi ha llevado la política a la izquierda leninista (control férreo del partido), la economía al intervencionismo más feroz (como si esto no hubiera ocurrido incluso en época de Deng) y la política exterior a un multilateralismo alternativo al americano.

    Reafirmó así Xi la influencia y el control que ejerce el PCCh sobre todos los dominios de la política pública y la vida privada, revitalizó las empresas estatales e impuso nuevas restricciones al sector privado. Mientras tanto, ha avivado el nacionalismo mediante la aplicación de una política exterior más activa, impulsada por una creencia de inspiración marxista de que la historia está irreversiblemente del lado de China y que un mundo anclado en el poder chino produciría un orden internacional más justo. En resumen, el ascenso de Xi ha significado nada menos que el regreso del Hombre Ideológico que creyeron muerto en el mundo unipolar.

    Estas tendencias ideológicas no son una vuelta a la era de Mao. La cosmovisión de Xi es más compleja que la de Mao, mezclando pureza ideológica con pragmatismo tecnocrático. Los pronunciamientos de Xi sobre la historia, el poder y la justicia pueden parecer impenetrables o irrelevantes para las audiencias occidentales. Pero Occidente ignora los mensajes ideológicos de Xi bajo su propio riesgo. No importa cuán abstractas y desconocidas puedan ser sus ideas, están teniendo profundos efectos en el contenido del mundo real de la política china y la política exterior y, por lo tanto, a medida que continúa el ascenso de China, en el resto del mundo.

    Como todos los marxista-leninistas, Xi basa su pensamiento en el materialismo histórico (un enfoque de la historia centrado en la inevitabilidad del progreso a través de la lucha de clases en curso) y el materialismo dialéctico (un enfoque de la política que se centra en cómo se produce el cambio cuando las fuerzas contradictorias chocan y se resuelven). En sus escritos publicados, Xi despliega el materialismo histórico para ubicar la revolución china en la historia mundial en un contexto en el que el avance de China hacia una etapa más avanzada del socialismo necesariamente acompaña el declive de los sistemas capitalistas. A través de la lente del materialismo dialéctico, retrata su agenda como un paso adelante en una contienda cada vez más intensa entre el PCCh y las fuerzas reaccionarias internas (un sector privado arrogante, organizaciones no gubernamentales con influencia occidenta, etc.).

    Estos conceptos pueden parecer abstrusos y arcanos para quienes están fuera de China. Pero las élites del PCCh, los altos funcionarios chinos y muchos de los académicos en relaciones internacionales que asesoran al gobierno los toman en serio. Y los escritos publicados de Xi sobre teoría son mucho más extensos que los de cualquier otro líder chino desde Mao. El PCCh también se basa en los tipos de asesoramiento económico y estratégico que suelen guiar a los sistemas políticos occidentales. Pero dentro del sistema chino, el marxismo-leninismo todavía sirve como cabecera ideológica de una visión del mundo que coloca a China en el lado correcto de la historia y retrata a Estados Unidos luchando en medio del inevitable declive capitalista, consumido por sus propias contradicciones políticas internas. y destinado a caer en el camino. Eso, en opinión de Xi, será el verdadero final de la historia.

    Bajo Xi, la ideología impulsa la política con más frecuencia que al revés según sus detractores. En 2013, apenas cinco meses después de su nombramiento como secretario general del partido, Xi pronunció un discurso ante la Conferencia Central sobre Ideología y Propaganda, una reunión de los principales líderes del partido en Beijing. El contenido del discurso no se informó en ese momento, pero se filtró tres meses después y lo publicó China Digital Times. El discurso ofrece un retrato sin filtros de las convicciones políticas más profundas de Xi. En él, se detiene en los riesgos de la decadencia ideológica que condujo al colapso del socialismo soviético, el papel de Occidente en el fomento de la división ideológica dentro de China y la necesidad de reprimir todas las formas de disidencia. “La desintegración de un régimen a menudo comienza desde el área ideológica”, dijo Xi. “El malestar político y el cambio de régimen pueden ocurrir de la noche a la mañana, pero la evolución ideológica es un proceso a largo plazo”, continuó, advirtiendo que una vez que “se rompen las defensas ideológicas, otras defensas se vuelven muy difíciles de sostener”. Pero el PCCh “tiene la justicia de nuestro lado”, aseguró a su audiencia, alentándolos a no ser “evasivos, tímidos o con moderación en nuestras palabras” al tratar con los países occidentales, cuyo objetivo es “competir con nosotros por los campos de batalla de los pueblos”. corazones y para las masas, y al final derrocar al liderazgo del PCCh y del sistema socialista de China”.

    Esto significó tomar medidas enérgicas contra cualquiera que “albergara la disidencia y la discordia” y exigir que los miembros del PCCh demuestren lealtad no solo al partido sino también a Xi personalmente. Lo que siguió fue una “limpieza” interna del PCCh, lograda mediante la purga de cualquier oposición política o institucional percibida, en gran parte a través de una campaña anticorrupción de una década que había comenzado incluso antes del discurso. Una “campaña de rectificación” provocó otra ronda de purgas en el aparato de asuntos políticos y legales del partido. Xi también reafirmó el control del partido sobre el Ejército Popular de Liberación y la Policía Armada Popular y centralizó los sistemas de ciberseguridad y vigilancia de China. Finalmente, en 2019, Xi presentó una campaña de educación en todo el partido titulada “No olvides el propósito original del partido, ten en cuenta la misión. Según un documento oficial que anuncia la iniciativa, su objetivo era que los miembros del partido “ganaran aprendizajes teóricos y se bautizaran en ideología y política”. Hacia el final de su primer mandato, quedó claro que Xi buscaba nada menos que transformar al PCCh en algo que diría uno peyorativamente como más ideologizado (quizá como estrategia de centralización política y de inspirar lealtad bajo un ethos revitalizado).

    En contraste con esos movimientos inmediatos hacia una disciplina más leninista en la política interna, el cambio a la ortodoxia teórica en la política económica bajo Xi ha sido más gradual. La gestión económica ha sido durante mucho tiempo el dominio de los tecnócratas que sirven en el Consejo de Estado, el gabinete administrativo de China. Los intereses personales de Xi también radican más en la historia del partido, la ideología política y la gran estrategia que en los detalles de la gestión financiera y económica. Pero a medida que el aparato del partido afirmaba cada vez más el control de los departamentos económicos del estado, los debates políticos de China sobre los roles relativos del estado y el mercado se volvieron cada vez más ideológicos. Xi también perdió progresivamente la confianza en la economía de mercado tras la crisis financiera mundial de 2008 y la crisis financiera interna de China de 2015.

    La trayectoria de la política económica de China bajo Xi, desde un consenso en apoyo de las reformas del mercado hasta la adopción de una mayor intervención del partido y del estado (que nunca estuvo fuera de la ecuación), ha sido, por lo tanto, desigual, cuestionada y, en ocasiones, contradictoria. De hecho, a fines de 2013, menos de seis meses después del sermón revivalista de Xi sobre ideología y propaganda, el Comité Central del PCCh (los varios cientos de líderes principales del partido) adoptó un documento notablemente reformista sobre la economía, titulado crudamente “La decisión. ” Esbozaba una serie de medidas políticas que permitirían que el mercado jugara “el papel decisivo” en la asignación de recursos en la economía. Pero la implementación de estas políticas se detuvo en 2015. En el XIX Congreso del Partido del PCCh, en 2017, Xi anunció que, en el futuro, el desafío ideológico central del partido sería rectificar el “desarrollo desequilibrado e inadecuado” que había surgido durante el período de “reforma y apertura” de los cambios de política basados ​​en el mercado que Deng había inaugurado a fines de la década de 1970.

     En un discurso poco conocido publicado en el diario ideológico del partido en 2021, Xi desafió la definición de Deng de “la etapa primaria del socialismo” y la creencia de Deng de que China tendría que soportar la desigualdad durante cientos de años antes de lograr la prosperidad para todos. En cambio, Xi elogió una transición más rápida a una fase superior del socialismo y declaró que “gracias a muchas décadas de arduo trabajo, [este] es un período que marca un nuevo punto de partida para nosotros. Xi rechazó el gradualismo de Deng y la idea de que China estaba condenada a un futuro indefinido de desarrollo imperfecto y desigualdad de clases. A través de una adhesión más rigurosa a los principios marxistas, prometió, China podría lograr tanto la grandeza nacional como una mayor igualdad económica en un futuro no muy lejano.

    Tal resultado dependería de que los comités del partido aumentaran su influencia en las empresas privadas al desempeñar un papel más importante en la selección de la alta gerencia y la toma de decisiones críticas de la junta. Y a medida que el estado chino comenzó a asegurar acciones en empresas privadas, el estado también alentaría a los empresarios exitosos a invertir en empresas estatales, mezclando el mercado y el estado en un grado cada vez mayor.

    Mientras tanto, los planificadores económicos del PCCh tendrían la tarea de diseñar una “economía de doble circulación”, lo que en realidad significaba que China se volvería cada vez más autosuficiente en todos los sectores de la economía, mientras que las economías del mundo se volverían cada vez más dependientes de China. Y a fines de 2020, Xi presentó un enfoque para la redistribución de ingresos conocido como la «agenda de prosperidad común», a través del cual se esperaba que los ricos redistribuyeran fondos «voluntariamente» a programas favorecidos por el estado para reducir la desigualdad de ingresos. A fines de 2021, estaba claro que la era de «reforma y apertura» de Deng estaba llegando a su fin. En su lugar se levantó una nueva ortodoxia económica estatista, aún cuando el Estado nunca dejó de planificar realmente en China, solo permitió que las empresas privadas tuteladas por el partido gestionarán los pormenores de la producción mientras el partido tutelaba y definió los objetivos generales.

    La política exterior de Xi Jinping:

    El impulso de Xi hacia una economía política según algunos más dirigista y ortodoxa ha ido acompañado de su adopción de una forma de nacionalismo económico alimentando una asertividad en el extranjero que ha reemplazado la cautela tradicional y la aversión al riesgo que fueron los sellos distintivos de la política exterior de China durante la era Deng. El reconocimiento de Xi de la importancia del nacionalismo fue evidente al principio de su mandato. “En Occidente hay gente que dice que China debería cambiar el ángulo de su propaganda histórica, que ya no debería hacer propaganda sobre su historia de humillación”, señaló en su discurso de 2013. “Pero como yo lo veo, no podemos prestar atención a esto; olvidar la historia significa traición. La historia existe objetivamente. La historia es el mejor libro de texto. Una nación sin memoria histórica no tiene futuro”. Inmediatamente después de que Xi asumiera como secretario general del PCCh en 2012.

    En los años transcurridos desde entonces, el concepto de “el gran rejuvenecimiento de la nación china” se ha convertido en la pieza central de la visión nacionalista de Xi. Su objetivo es que China se convierta en la potencia asiática y global preeminente para 2049. En 2017, Xi identificó una serie de puntos de referencia cuantitativos que el país debe alcanzar para 2035 en el camino hacia ese estado, incluido convertirse en una «economía desarrollada de nivel medio». y haber “básicamente completado la modernización de la defensa nacional de China y sus fuerzas armadas”. Para capturar y codificar su visión, Xi introdujo o destacó una serie de conceptos ideológicos que colectivamente autorizan el enfoque nuevo y más firme de China. El primero de ellos es el “poder nacional integral” ( zonghe guoli), que el PCCh utiliza para cuantificar el poder combinado militar, económico y tecnológico de China y su influencia en la política exterior. Mientras que este concepto fue utilizado por los predecesores de Xi, solo Xi fue lo suficientemente audaz como para afirmar que el poder de China ha crecido tan rápidamente que el país ya “ha entrado en las filas líderes del mundo”.

    Xi también ha hecho hincapié en los rápidos cambios en “el equilibrio de fuerzas internacional” ( guoji liliang duibi ), que se refiere a las comparaciones oficiales que utiliza el partido para medir el progreso de China para alcanzar a Estados Unidos y sus aliados. La retórica oficial del PCCh también presenta referencias a la creciente “multipolaridad” ( duojihua) en el sistema internacional y al aumento irreversible del poder de China. Xi también ha rehabilitado un aforismo maoísta que elogia “el ascenso de Oriente y el declive de Occidente” ( dongsheng xijiang ) como un eufemismo para que China supere a Estados Unidos.

    El elogio público de Xi por el creciente poder nacional de China ha sido mucho más agudo y expansivo que el de sus predecesores. En 2013, el PCCh abandonó formalmente la “orientación diplomática” tradicional de Deng, que data de 1992, de que China debería “ocultar su fuerza, esperar el momento oportuno y nunca tomar la iniciativa”. Xi usó el Informe del Congreso del Partido de 2017 para describir cómo China había promovido su “poder nacional económico, científico, tecnológico, militar e integral” hasta el punto de que ahora había “entrado en las filas líderes del mundo”, y eso debido a un aumento sin precedentes en la posición internacional de China, “la nación china, con una postura completamente nueva, ahora se mantiene erguida y firme en el Este”.

    Teoría y práctica.

    Lo que más les importa a quienes miran con recelo el ascenso de China es cómo se han puesto en práctica estas formulaciones ideológicas cambiantes. Las declaraciones doctrinales de Xi no son solo teóricas, también son operativas. Han sentado las bases para una amplia gama de medidas de política exterior que habrían sido inimaginables bajo líderes anteriores. China se ha embarcado en una serie de reclamos de islas en el Mar de China Meridional y las ha convertido en guarniciones, ignorando las garantías formales anteriores de que no lo haría. Bajo Xi, el país ha llevado a cabo ataques con misiles de fuego real a gran escala alrededor de la costa de Taiwán, simulando un bloqueo marítimo y aéreo de la isla, algo que los regímenes chinos anteriores se abstuvieron de hacer a pesar de tener la capacidad de hacerlo como contramedida al apoyo de Washington a Taiwán. Xi ha intensificado el conflicto fronterizo de China con India a través de repetidos enfrentamientos fronterizos y mediante la construcción de nuevas carreteras, aeródromos y otras infraestructuras relacionadas con el ejército cerca de la frontera, aún cuando Estados Unidos también ha intentado cerrar a China al Este con Japón y Corea del Sur, al Oeste por la India. En ese sentido China ha adoptado una nueva política de coerción económica y comercial contra los estados cuyas políticas ofenden a Beijing y que son vulnerables a la presión china como forma de poder blando.

    China también se ha vuelto mucho más agresiva para perseguir a los críticos en el extranjero según algunos, quizá para evitar golpes internos planeados desde fuera. En julio de 2021, Beijing anunció por primera vez sanciones contra personas e instituciones occidentales que hayan tenido la temeridad de deslegitimar al régimen de China.

    Las creencias ideológicas de Xi han comprometido a China con el objetivo de construir lo que Xi describe como un sistema internacional “más equitativo y equilibrado”, uno anclado en el poder chino en lugar del estadounidense y que refleje normas más consistentes con su perspectiva del mundo. Por esa razón, China ha presionado para despojar a las resoluciones de la ONU de todas las referencias a los derechos humanos universales y ha creado un nuevo conjunto de instituciones internacionales centradas en China, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y la Organización de Cooperación de Shanghái, para rivalizar y eventualmente reemplazar a los dominados por Occidente. Una búsqueda de un mundo “más justo” en sus términos también da forma a la promoción de China de su propio modelo de desarrollo nacional en todo el Sur global como una alternativa al “consenso de Washington” de gobierno democrático.

    Estos cambios en la política exterior y de seguridad de China fueron señalados con mucha anticipación por cambios anteriores en la línea ideológica de Xi. Usando lo que las audiencias occidentales podrían ver como oscuros y teóricos galimatías, Xi le ha comunicado al partido un mensaje claro: China es mucho más poderosa que nunca, y tiene la intención de usar este poder para cambiar el curso de la historia.

  • Sobre España: Evolución histórica y nuestro presente en marcha.

    Si tuviera que definir tres factores que determinan la existencia de un Estado y que España debería contemplar, sería en primer lugar la defensa del territorio sobre el que mantiene jurisdicción, la continuidad biológica de sus habitantes y la pericia diplomática, militar y de disuasión para asegurar su seguridad y existencia a largo plazo en el orden internacional, sumado todo esto al buen orden interno.

    En este sentido, cualquier cesión regionalista a élites regionales a intereses particularistas debe ser entendida como una amenaza de seguridad, como una reminiscencia reaccionaria a la constitución de un Estado premoderno repleto de jurisdicciones intermedias entre el Rey (que representaba al Estado) y los gobernados. Traído esto a nuestro mundo contemporáneo, como una fuerza centrífuga que disuelve el poder, prestigio y hegemonía del centro o Estado. También como una tendencia de una élite que a priori disfruta de una unidad en la estructura de toma de decisiones por delegar cierta actividad de gobernanza a poderes intermedios, ya sea por debilidad o por vicisitudes procedimentales internas. Siendo, en mi opinión la descentralización únicamente una opción cuándo el conocimiento localizado es un valor para conseguir los fines y los planes y programas del Estado. La aceptación de este hecho por parte de las élites españolas por cuestiones románticas es quizá uno de los principales problemas en la actualidad.

    Obviamente, como ha ocurrido muchas veces en la historia, dichas fuerzas centrífugas han disuelto Imperios, Estados, Repúblicas y Reinos con una aparente fortaleza. Esto es difícil de entender para quién se encuentra seducido por movimientos separatistas/regionalistas, que son tratados, por nuestras democracias (de partidos) como opciones legítimas aún cuando suponen un menoscabo de la idea de democracia, que presupone la igualdad (formal y jurídica en un sentido liberal) y la homogeneidad interna como principios básicos fundantes de la holización de las naciones europeas que adoptaron el liberalismo (igual ocurre con la deriva multiculturalista que niega dicha homogeneidad europea aunque no es el tema en cuestión ahora).

    En este sentido, el liberalismo occidental (a pesar de ser un hábil centralizador), ha privilegiado la particularidad como una extensión de la tolerancia y la pluralidad política por encima del proyecto unificador, holizador y homogeneizador, que al parecer, será a su vez la causa de su propia destrucción al permitir intermediarios entre el Estado y el gobernados, privilegiando a nivel regional poderes subsidiarios, restituyendo una especie de sistema compuesto premoderno en la modernidad de nuestro presente en marcha.

    Dicho proceso homogenizador, quizás se podría decir que comenzó antes que el propio liberalismo con la ambición de los reyes absolutistas por su afán de recoger más y más fuerzas de las naciones que gobernaban, algo que sin una unificación legislativa, un asentamiento de su poder coercitivo, proteccionismo hacía el exterior, unidad de mercado (con la eliminación de jurisdicción civil y mercantil local) y su unidad jurisdiccional con la vigencia del derecho real en todo el territorio frente al derecho particular, era imposible.

    El estado absolutista sería heredado y continuados por los liberales decimonónicos en España, con la limitación evidente del carlismo como fuerza reaccionaria que quería mantener características de organización típicas de un Estado compuesto (ni absolutista), que con este proceso, en algunas naciones canónicas occidentales recogieron el suficiente poder para seguir existiendo.

    Esta contradicción entre la tolerancia liberal, y su práctica homogeneizante ha podido mantenerse mientras se ha podido nutrir de un material humano, el europeo, abundante, homogéneo y superior (por mejor organizado, regimentado y tecnificado) en número a cualquier otro en el planeta. El viejo continente era tan fecundo que daba para repoblar otras latitudes y desangrarse cada veinte años en una guerra fratricida. Pero las circunstancias han dado un giro radical: no solamente Europa está en pleno declive demográfico como nunca lo ha estado.

    Sin embargo, las amenazas a día de hoy para España, nuestro país teniendo en cuenta el contexto son evidentes se encuentra en un contexto de sumisión geopolítica a los Estados Unidos en cuestiones de defensa y política exterior, y de sumisión a la Unión Europea en lo que respecta a cuestiones de política económica, legislativa y monetaria, junto con una serie de mitos políticos ajenos a nuestros intereses que aquejan las propias élites españolas que abren un evidente frente interno.

    -Sobre la idea de España:

    Así pues, entre esos mitos el liberalismo político tiene como sujeto operatorio a un individuo universal y abstracto además de la relativización de España como nación política. Sin embargo, este individuo liberal aparece en una Europa decimonónica cuya población era ya homogénea entre naciones europeas si la comparamos con sus contemporáneos del resto de continentes. A pesar de la cercanía que existía entre los europeos del XIX (economía, religión, derecho, estética, filosofía, literatura, lenguas habladas por las élites, etc), los estados-nación del XIX, gracias al desarrollo del capitalismo industrial, imprimen una creciente homogeneización entre sus ciudadanos, llegando a finales del siglo XX a hacer desaparecer por primera vez en la Historia las diferencias entre el ámbito urbano y el rural en Europa occidental y a tener naciones bastante homogéneas la España de la Restauración no era muy distinta en este sentido.

    España en ese sentido no cristalizó completamente como Estado Nación que había abandonado la forma de imperio dado que en el momento que perdió sus posesiones en ultramar de Cuba y Filipinas, empezaron a aquejarle serios problemas internos (con el permiso en tiempos pretéritos de las guerras carlistas y las guerras napoleónicas), las élites regionales con el nacimiento del nacionalismo catalán y vasco (como revanchas románticas al régimen liberal de la Restauración) y el terrorismo anarquista junto con las guerras en África, más por imposición de mantenimiento de la estabilidad en Marruecos que por interés de los políticos españoles. Esto dio lugar a un claro pretorianismo interno.

    A su vez, surge el problema entre hispanismo y nacionalismo es quizá más relevante en la actualidad para los hispanoamericanos que para los españoles, aún cuando tanto los hispanos peninsulares como los americanos, se debaten entre su identidad nacional nueva p criolla y la herencia hispánica. Aunque esto no siempre ha sido así: En el caso español tenemos un problema respecto a la construcción nacional moderna (que en si es nacionalista e hispanista a la vez) y de la propia idea de España. 

    En primer lugar tenemos un proceso de realización  de lo que sería la Hispanidad como idea, que es el culmen del Imperio español en los dos hemisferios, centrado en el elemento catolico como vertebrador de la comunidad hispana en los dos hemisferios. Luego tenemos en segundo lugar una reificación bajo la liberal decimonónica Constitución de Cádiz, que con el liberalismo español de la época de la era del liberalismo (Siglo XIX) va erosionando ese carácter hispanista y reforzando el carácter nacional para sufrir de nuevo una reorganización y alineación (síntesis hegeliana) en el nacional catolicismo que detesta por un lado el liberalismo por rechazar la Hispanidad y la catolicidad subyacente a esta, pero no rechaza a la idea de Estado-Nación que empezó a construir el liberalismo.

    Si en España es complicado la cuestión de la identidad, imagínense en las naciones del continente americano, donde el proyecto de construcción nacional se da en oposición al hispanismo como idea universalista, teniendo que necesariamente desde el Estado crear una nación argentina,colombiana, mexicana, chilena, etc. etc. 

    Esto se agrava bajo el hecho el hecho de que aunque el español como lengua universal era muy relevante los años antes de las independencias, para así crear una identidad nacional, la mayoría de las naciones hispanoamericanas “hispanizaron” su población, siendo así la identidad hispánica de los criollas la que aunque basada en el mito legitimador de la independencia contra el Imperio, también una potenciación de esta identidad en el ámbito lingüístico mismo.

    Aquí hay una clara contradicción en tanto incluso el nacionalismo hispanoamericano que a priori parecería antihispanista, al menos a nivel político (por su aversión a la idea de Imperio universal), sin embargo, se dotó de la cultura hispánica y la utilizó como base para futuros desarrollos de construcción nacional.

    Por otro lado, y en el terreno de la práctica, las naciones americanas, al menos en el contexto actual, implica que aunque ya no se puede restaurar una idea de hispanidad como sujeto político unitario, dado que podríamos decir que esto construiría un Imperio (no en el sentido leninista sino como extensión de territorio que domina a diversas naciones) algo diametralmente opuesto a la época actual que mantiene aún la primicia del Estado-Nación debilitado por las presiones globalizadoras, si se podrían o se pueden construir organismos de cooperación entre las potencias herederas de estas, con la previsible oposición de EEUU a una idea de integración regional hispanoamericana con una relación preferente con la Península. 

    -Sobre el problema de España.

    El “Problema de España”, en singular, es un problema vinculado con la unidad y la identidad de España: “¿Qué es España?” Como ven ustedes, esta pregunta necesita una respuesta desde la filosofía, no desde la política.

    Con ello no queremos decir que el Problema de España sea un problema meramente teórico o contemplativo, como si fuese un problema metafísico. Se trata más bien de una cuestión práctica: el problema de España, como problema de su fractura, es el principal problema que está hoy día planteado en España a causa del desafío de los nacionalismos regionalistas y separatistas y de la posible disolución de España en Europa. Existen ciertas líneas-fuerza que pretenden definir la nueva identidad de España en cuanto parte formal de Europa. Hay que estar muy ciegos para no ver que el proyecto de unidad europea es cada día menos viable y ahí tenemos el Brexit y la nulidad que es Europa en los asuntos geopolíticos en un mundo que está dejando de ser unipolar para ser multipolar, con tres grandes potencias: Estados Unidos, China y Rusia, junto con una tesela de potencias regionales que reclaman su lugar en el mundo.

    La llamada Unión Europea no es una plataforma continental con suficiente unidad para afrontar retos geopolíticos, sino más bien una biocenosis en la que durante siglos sus Imperios y naciones se han enfrentado a muerte.

    A la idea de una Europa sublime, que es a la que aspiran nuestros políticos se enfrenta a la Europa realmente existente; no esa Europa imaginaria, sino una Europa sometida a los intereses geopolíticos y de confrontación con Rusia, que desempeña un papel relevante en la política de energía europea. Esta Europa real, material, es la que se somete a los dictados de EEUU cuando dice que hay que boicotear determinadas exportaciones e importaciones a Rusia. Pero no olvidemos que si Cataluña, País Vasco, Galicia y demás autonomías tienen interés histórico no es directamente, sino a través de España. Estas regiones poseen rasgos riquísimos e interesantísimos para la etnolingüística, para la antropología y para el folclore, pero no para la historia porque no tienen historia enteramente propia, la tienen a través de España.

    Por eso resulta tan amenazante este europeísmo, porque pone en riesgo no solo la unidad sino sobre todo la identidad de España. Porque España no se agota en Europa aunque forma parte de ella, su contundente realidad histórica en el que por ejemplo, tiene a América.

    Por tanto, vamos a resumir los puntos más importantes en este esquema:

    1ª fase (VIII al XV): España nace con voluntad imperialista: los restos del Reino visigodo se agrupan en expansión global “obligada” contra el Islam. No olvidemos que, en esta primera fase, promovida bajo la norma de la “resistencia frente al invasor”, también se contiene la avanzada de los musulmanes hacia el interior del continente europeo y que, al mismo tiempo, el Reino de Oviedo tiene que frenar las intenciones expansivas de sus vecinos: Bernardo del Carpio, sobrino de Alfonso II, derrota en Roncesvalles a Roldán, el sobrino de Carlomagno, en 808.

    2ª fase (fin del XV al XVIII): se produce el desbordamiento peninsular y la unidad de la sociedad española empieza a tomar forma de nación, pero no todavía en sentido político, sino como nación histórica. España continua en Europa su lucha contra el turco y aparece un nuevo antagonista al que tiene que enfrentar: el protestantismo junto con los intentos franceses de hegemonía continental, bastante claros en las biografías del Emperador Carlos y de Felipe II con sus continuas guerras con Francia, el turco y el protestante al mismo tiempo. Esto en el caso del protestante fue más por un interés de las posesiones en el Flandes español y el Sacro Imperio que por los propios intereses de la España Peninsular.

    3ª fase (XIX y principios de XX): la nación histórica experimentará su metamorfosis en nación política estricta tras el primer desmembramiento del mismo imperio tras las guerras napoleónicas, construyendo un régimen liberal, que encontró fuertes resistencias en las denominadas guerras carlistas, junto con una revancha cuasi anárquica y federalista en la I República. Posteriormente habrá una segunda época de segundo liberalismo revisado con tendencias conservadoras y proteccionistas que colapsarían como producto dicho segundo liberalismo de una gran polarización política entre unas fuerzas de seguridad pretorianas que se volvieron garantes del orden público ante la incapacidad del poder civil, frente a posiciones anarquistas, socialistas y regionalistas que ejercían de factores de desestabilización.

    4ª fase (principio de XX y segunda mitad de finales del XX). El auge de la política de masas entre los grupos antes indicados generaron que el sistema de la Restauración entrará en una espiral de militarización del orden público ante la debilidad de un poder civil, esto desembocaría en un régimen pretoriano bajo la dictadura de Primo de Rivera primero, y en una segunda vuelta tras la caótica II República en el régimen del general Franco, que aún en contra de tendencias nacionalistas de este, por razones de su anticomunismo, se producieron los acercamientos al atlantismo estadounidense sin alterar la estructura política.

    5ª fase (finales XX y XXI o actualidad): La nación histórica española se subsume en un proceso de disolución interna en las estructuras atlantistas con su entrada definitiva en la OTAN, y en el disfuncional bloque geopolítico europeo tras la entrada de la Unión Europea, generando un proceso de endeudamiento extremo bajo el auspicio del Banco Central Europeo. Esto se produce junto con una crecida del separatismo en el contexto del régimen del 78, junto con un sistema descentralizado que deshace la nación por dentro hasta nuestro presente en marcha, creando identidades subestatales que generan identidades alternativas a la construida entre el Imperio y los regímenes pretorianos del siglo pasado.

    Teniendo todo esto en cuenta, España como nación y como Estado, junto con su existencia efectiva como sujeto soberano seguramente se resolverá en el proceso de este siglo, con desencadenantes que a duras penas podemos prever. 

  • El «Energiewende» de Alemania: Merkel y la geopolítica del gas.

    Apenas unas semanas antes de unas elecciones alemanas cruciales, el canciller del país, ignorando las fuertes protestas de Europa del Este, logra un acuerdo histórico para un gasoducto bajo el Báltico que fortalecerá la influencia del astuto líder de Rusia sobre la seguridad energética de Europa.

    Si todo esto suena como una descripción de la situación en la que estábamos antes de la segunda parte de la guerra ruso-ucraniana también llamada operación militar especial, es solo porque en el mundo de la política energética alemana, la historia realmente da para mucho contenido y múltiples especulaciones. La escena anterior se desarrolló a principios de septiembre de 2005; El canciller alemán Gerhard Schröder estaba a punto de perder el poder ante una física nacida en Alemania Oriental llamada Angela Merkel, que organizó una ceremonia con el presidente ruso Vladimir Putin en Berlín para firmar un acuerdo de gasoducto que se conocería como Nord Stream. En aquel momento Putin no estuvo en Berlín la semana pasada para celebrar el acuerdo entre Merkel y el presidente estadounidense Joe Biden para permitir que avance la segunda fase del proyecto, Nord Stream 2. Pero teniendo en cuenta que el ruso es el principal beneficiario del acuerdo, bien podría haberlo sido. Sin embargo, Merkel en aquel momento llamó a Putin.

    “El presidente ruso elogió la firme lealtad de la parte alemana con respecto a la finalización de este proyecto puramente comercial que está diseñado para fortalecer la seguridad energética de Alemania”, dijo el Kremlin en un comunicado.

    Si bien el oleoducto, que estaba casi terminado en el momento relatado, aún enfrentaba una fuerte oposición en el Congreso de los EE. UU. y en gran parte de la UE, el acuerdo político entre Merkel y Putin. Al igual que el gasoducto Nord Stream original, completado en 2011, Nord Stream 2 entregará gas a lo largo de 1200 kilómetros bajo el Báltico, comenzando en las afueras de San Petersburgo y terminando en la costa norte de Alemania. Con una capacidad anual combinada de unos 110.000 millones de metros cúbicos de gas, los gasoductos gemelos permitirán a Rusia eludir las rutas terrestres a través de Ucrania, lo que reduciría el umbral para futuras intervenciones de Moscú en la región, dicen los críticos, como su anexión de Crimea y la guerra en curso en el este del país. Lo que no se discute (al menos fuera de Alemania) es que el proyecto aumentará la dependencia tanto de Alemania como de Europa del gas ruso.

    Berlín ha rechazado tales preocupaciones durante años, argumentando que no importa si una molécula de gas rusa llega a Alemania a través de Ucrania o bajo el Báltico, y, sin embargo, no se necesita un doctorado en física (sin ofender a Merkel) saber que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, pero la cuestión aquí era no depender de otros países potencialmente hostiles a Rusia (o a Occidente como es el caso de Bielorrusia) a este respecto. La diferencia entre los oleoductos Nord Stream y la desvencijada infraestructura existente a través de Ucrania, que tiene una capacidad teórica de 160.000 millones de metros cúbicos, es un poco como la que existe entre el cable de fibra óptica y el alambre de cobre. Después de cinco décadas de uso, el oleoducto ucraniano tiene tantas fugas que los analistas dicen que se necesitarían unos 6.000 millones de euros para repararlo y en aquel momento no era tan confiable por lo que se luchaba en esa región frente a una relativa estabilidad en el Báltico. En comparación, los oleoductos Nord Stream, que en conjunto costaron al menos 17.500 millones de euros, eran de última generación.

    Con solo presionar un interruptor, Gazprom, de propiedad estatal de Rusia, podía enviar gasolina a Alemania a un costo más bajo con menos problemas. Gazprom acordó pagar las tarifas de tránsito de Ucrania, que han totalizado alrededor de $ 2 mil millones anuales en los últimos años, hasta 2024. A la industria alemana, que tiene una gran necesidad de fuentes de energía baratas y fiables, le encantaba está opción. En aquel momento, Alemania quería apagar su último reactor nuclear y planea prohibir la producción de electricidad a base de carbón para 2038. Aunque la proporción de energías renovables en la combinación de electricidad de Alemania está creciendo, todavía es menos del 50 por ciento del total. Eso significa que el país tiene un gran agujero eléctrico que llenar y necesita gas natural, que contamina menos que el carbón, para hacerlo. A su vez, el gas también se usa para calentar el 45 por ciento de los hogares alemanes.

    Los Países Bajos, que representaban alrededor del 30 por ciento del suministro de gas de Alemania (Rusia y Noruega representan cada uno alrededor de un tercio del suministro alemán, las fuentes nacionales el resto), planea dejar de extraer para 2030, lo que hace que Nord Stream fuera aún más importante. Los críticos del proyecto en aquel momento señalaban que Alemania tená y tiene muchas otras formas de obtener gas natural, ya sea la ruta oriental existente a través de Ucrania o a través de Bielorrusia y Polonia, que ahora se encuentra dificultada por la guerra; desde el sur, vía Azerbaiyán y Turquía; o desde el oeste, en forma de gas natural licuado, enviado en barcos desde los EE.UU. e incluso desde el sur a través de Argelia y un oleoducto que atraviesa el Sahara tal y como han proyectado argelinos chinos y otras naciones africanas. Pero a los ojos de los alemanes, ninguna de esas opciones prometió la simplicidad y confiabilidad de Nord Stream que era directo y bilateral y por lo tanto con menos intermediarios.

    Entonces, ¿estaba dispuesta Alemania a vender Ucrania río abajo y tensar las relaciones con aliados clave desde Varsovia hasta Washington para asegurar el acceso a gas barato? En una palabra, sí aunque quizá no conscientemente. La pregunta más interesante es por qué. Mucho se ha escrito sobre la atracción mística que Rusia tiene sobre muchas élites alemanas, los llamados Russlandversteher, o “simpatizantes de Rusia”. Sin embargo, cuando se trata de Schröder y Merkel, también entran en juego factores más prosaicos. A las pocas semanas de dejar la cancillería en 2005, Schröder fue nombrado presidente del proyecto de Nord Stream, un compromiso que a lo largo de los años ha convertido al socialdemócrata en un hombre rico. A los ojos de sus críticos, Schröder sacrificó su reputación al aceptar ponerse al servicio de Putin. No obstante, su compromiso le ha dado, al menos, una jubilación muy cómoda.

    Aunque Polonia y Ucrania protestaron por el acuerdo en ese momento, la resistencia al mismo no estaba ni cerca de lo que es hoy. En 2005, muchos en Occidente todavía veían a Putin como un socio potencial . Todavía tenía que acusar a Estados Unidos de tratar de intimidar a Rusia con la OTAN y pasarían varios años antes de que hiciera la guerra contra Georgia y anexara Crimea además del Donbass. En la propia Alemania, Nord Stream no generó controversia en un inicio. La óptica del paso de Schröder al servicio de Putin solo unas semanas después de dejar el cargo de canciller levantó las cejas, pero Rusia no se consideraba una amenaza. Durante décadas, durante la Guerra Fría, Alemania había comprado gas ruso (a menudo contra las objeciones de Estados Unidos). Además, la Guerra Fría había terminado hacía mucho tiempo y los alemanes eran conscientes de ello. La motivación de Merkel para respaldar Nord Stream es más complicada y comprenderla requiere una mirada retrospectiva a 2011.

    Merkel en el año 2011.

    Ese año, tras el desastre nuclear de Fukushima en Japón, Merkel decidió revertir su decisión anterior de extender la vida útil de los reactores nucleares de Alemania. Alemania estaba en medio de su llamada Energiewende, la transición a la energía renovable, y muchos expertos argumentaron que el país necesitaba la energía nuclear durante un período más largo mientras aumentaba la producción eólica y solar. Sin embargo, los alemanes estaban tan conmocionados por Fukushima que Merkel accedió rápidamente a volver a un plan originalmente aprobado por Schröder y los Verdes en 2000, para apagar el último reactor del país en 2022. En ese momento, la energía nuclear representaba alrededor de una quinta parte de la generación de electricidad de Alemania.

    La cancelación de la extensión ha llevado al mismo escenario que Merkel y la industria alemana advirtieron hace una década: una escasez de opciones de energía asequibles para la industria intensiva en energía de Alemania. Con la eliminación de la energía nuclear casi completa y el carbón cada vez menos atractivo debido a un aumento por emisiones de carbono en términos ecologistas, los costos de electricidad para la industria en Alemania (que ya se encuentran entre los más caros del mundo) están en su nivel más alto en una década.

    “La electricidad tiene que abaratarse en Alemania para que nuestras empresas puedan competir internacionalmente”, dijo en un discurso el por entonces ministro de Finanzas, Olaf Scholz, el candidato a canciller de los socialdemócratas y actual Canciller germano.

    Ahí es donde entra Nord Stream. No hay amor perdido entre Merkel y Putin; los dos se han enfrentado repetidamente a lo largo de los años por las agresiones del líder ruso al territorio vecino y otros temas. Pero Merkel está claramente convencida de que el gas ruso es fundamental para satisfacer las necesidades energéticas de Alemania. De hecho, la única explicación creíble de la voluntad de la canciller de poner en peligro la relación de Berlín con Washington por el proyecto es que lo considera de vital importancia estratégica. Si Putin se beneficia, que así sea. Posteriormente, un periodista le preguntó a Merkel si lamentaba su decisión de retirarse de la energía nuclear en retrospectiva. Insistió en que no se arrepiente, pero agregó que, como consecuencia de la medida, Alemania necesitará depender del gas en el futuro previsible.

    Merkel y la política verde :

    Lo que está sucediendo en Alemania en este momento es la espectacular colisión del gobierno tecnocrático que cree poder solucionar todo mediante acción burocrática con el edificio fundamentalmente inamovible de la escasez. La única forma de resolver la crisis energética es producir más energía, y eso es lo único que no harán ,o no pueden hacer sólo con pericia burocrática. El gerencialismo europeo en realidad no está configurado para resolver problemas, sino simplemente para expandirse, por lo que a menudo sus problemas son nebulosos e «invisibles» o difícilmente percibibles (véase la mayor parte de ilusiones políticas progresistas). Ante los problemas reales no existe acción efectiva dado que necesitan voluntad política real. La realidad morderá pronto a Alemania cuando su industria y su riqueza se vea perjudicada, también por qué a las burocracias gerenciales les gustan los problemas intratables para siempre que tienen una buena probabilidad de no desaparecer nunca.

    Los paquetes de ayuda y los precios máximos solo impulsarán la inflación y confundirán las señales económicas / moverán la demanda al alza, tal vez incluso exacerbando la escasez o aumentando el caos del mercado de la energía. Simplemente no existe una solución a la escasez de energía que no implique aumentar la producción de energía de cualquiera de las formas posibles. Al menos en algún lugar de los terribles y fríos meses que se avecinan, existe la esperanza de que la aturdidora ingenuidad política alemana se encuentre entre las víctimas. La única salida es un completo desencanto del Partido Verde y su política energética heredada por conservadores y socialdemócratas. En este momento, el alemán promedio todavía piensa que los Verdes hacen las cosas bien y que lo que estamos experimentando ahora son reveses temporales, no una ruina de su prosperidad a través de decisiones políticas deliberadas. Debido a factores externos temporales, creen que las fórmulas de política energética en Alemania pronto darán paso al futuro próspero que su ideología le prometía. ¡Si tan solo su país se mantuviera en el buen camino!

    La cuestión a continuación que aparece es la siguiente: ¿Por qué cree que Merkel deseaba que Alemania se uniera a Rusia?

    A veces la respuesta más sencilla es la más real, y quizá ella quería mantenerse en el poder y atraer electorado que no era potencialmente suyo en perjuicio de demandas ecologistas de los verdes. Ahí el gas era la única alternativa ya que nuclear tenía que irse debido al pánico sufrido en el mundo ecologistas, de hecho gran parte de esto es autoinfligido. De hecho la estadística alucinante es que Alemania gastó 520.000 millones en energías renovables. En energía nuclear aproximadamente 1 GW = 5.000 millones. GER podría haber tenido 500 GW de energía siempre encendida por el precio de la “energiewende”, obviamente esto es una exageración y siempre va bien tener otras opciones, pero se entiende que el precio es un factor relevante, en cambio, tiene un montón de turbinas eólicas y paneles solares que aunque productivos no dan estabilidad a la red energética germana cuando no hay sol o viento constantemente.

    Las políticas de energía verde son programas gigantes de gibsmedat para las clases media alta y alta. El objetivo no es la generación de energía, es el clientelismo y la ideología. Creo que la alianza económica de Alemania con Rusia es una constelación geopolítica mutuamente beneficiosa que tenía mucho sentido para Merkel y le permitió justificar complacer a los verdes en otros frentes, porque sus demandas se superponían aquí, me parece típicamente del perfil de Merkel.

    La adicción creada al gas como consecuencia de la «Energiewende».

    Quiero describir el completo e inimaginable desastre que es la crisis energética alemana, especialmente para los Verdes y en el estamento dominante de la
    “sostenibilidad”. Este es un problema multidimensional que creo que muchos no todavía no entienden. Este es un gráfico sobre planes para la transición energética (segunda imagen). La cuestión aquí es la capacidad renovable trazada teórica. La línea roja esboza, muy aproximadamente, la producción de energía real año tras año de estas benditas fuentes exóticas de energía sagrada y “ecológica”.


    Alemania no es un país especialmente soleado, ¿de acuerdo? así que se apoyan en el viento para que todo funcione, excepto que el viento es inestable y ni siquiera estamos entrando en el tema de la intermitencia, que es el verdadero problema: el viento no siempre sopla, ni siquiera en lugares con mucho viento. Las placas eléctricas solares son delicadas porque tienen un factor de inestabilidad importante. El viento también es lo opuesto al equilibrio. Para que el viento funcione, debe tener muchas plantas de energía a gas que puedan conectarse muy rápidamente y llenarse cada vez que el viento o el sol es escaso y se detiene en un momento de alta demanda.

    Merkel convirtió a los alemanes en el ejemplo de la estafa de la sostenibilidad en Europa, en gran parte para robar ventajas electorales a los Verdes. Por eso el no a la nuclear (porque la atomofobia es un miedo cultural alemán que se remonta a Chernobyl, explotado implacablemente por el Partido Verde). Nadie realmente cree que los planes de energía sustentable verde puedan funcionar, a excepción de los entusiastas que les importa poco la realidad y ven los temas como una cuestión de bandos y no algo verdaderamente estratégico. Todo el mundo sabía que el plan subyacente era lanzar un montón de turbinas eólicas y luego construir un montón de centrales eléctricas de gas para cuadrar el círculo.

    El gas fue catalogado como una fuente de energía semi-limpia que nos ayudaría a entrar en la Tierra de Transición Energética de fantasía. Estas políticas les unieron para siempre a Rusia por no estar en contacto con la realidad. Especialmente para Merkel, esto no solo era aceptable, sino que sospecho que incluso era un resultado deseado. Han pasado los últimos años febrilmente retirando las plantas de carbón y desconectando las instalaciones nucleares, y ahora, justo después de la jubilación de Merkel (¿es el momento perfecto para este accidente?), llega la crisis energética, y no tienen gas ruso por la guerra y la voladura americana de los dos Nord Stream. Ahora, falta ver, cómo piensan salir de dicha situación, algo que solo el tiempo nos dará la respuesta.



  • El significado perdido de ideología: Recuperando el concepto según Marx.

     “… en toda ideología, los hombres y sus circunstancias aparecen al revés como en una cámara oscura…” — Marx y Engels, La ideología alemana.

     IDEOLOGÍA es un término cuyo significado ha sido oscurecido por la ideología.  Con su tratamiento de este concepto, Marx progresó en la explicación de las distorsiones mentales de la realidad más allá de la psicología individual hasta la conciencia distorsionada generada por la sociedad de clases en su época en conjunto.  Aunque la innovación de Marx fue intentar mover la ideología de una base subjetiva a una objetiva, este término ahora circula precisamente con la connotación opuesta.

    De hecho, normalmente escuchará que «ideología» se usa hoy en día como un término neutral para describir un conjunto particular de creencias que un individuo selecciona del mercado de ideas (otro mito liberal democrático muy particular). “Ideología liberal”, “ideología conservadora”, “ideología feminista”, “ideología marxista”, etc., denotan la cosmovisión particular que adopta un individuo.  En esta concepción pluralista de la ideología como un conjunto de ideas entre muchas, en la que los individuos pueden cambiar de ideología con la misma frecuencia con la que cambian de opinión, y la ideología que poseen es simplemente cualquier sistema de creencias al que se adhieren.

    Esta explicación subjetiva de la ideología no podría estar más alejada de la connotación objetiva que recibe de Marx, para quien las “formas definidas de la conciencia social” corresponden al “modo de producción de la vida material” de esa sociedad, que “condiciona la vida social, política e intelectual” o de lo que podríamos llamar como «proceso de vida en general.”  Los individuos, desde este punto de vista, no poseen “una ideología” como expresión de su subjetividad.  Más bien, la ideología posee a los individuos como una expresión objetiva de las relaciones sociales que dan forma a su “vida intelectual”.  “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social lo que determina su conciencia.

    Los individuos no eligen una ideología particular entre varias y luego ajustan su forma de vida a esta mentalidad.  En cambio, su existencia dentro de las relaciones contradictorias de la sociedad de clases los coloca en un cierto estado mental ideológico cuyo propósito es la racionalización y reproducción de esa sociedad.  Mientras que la ideología aparece en el discurso liberal como un conjunto pluralista de puntos de vista en competencia para ser seleccionados por individuos, Marx solo habla de ideología en general, como la conciencia distorsionada producida necesariamente por las contradicciones de la sociedad de clases.  En resumen, para Marx no existe tal cosa como “una ideología” o “ideologías” en plural, sólo ideología.

    Sin embargo, no son solo los liberales quienes han alterado la concepción original de la ideología de Marx, ya que los mismos marxistas han jugado un papel importante en la distorsión de la teoría de la conciencia de Marx. De hecho, muchos marxistas en el presente afirman la interpretación subjetiva de la ideología cuando hablan de la “ideología socialista” o “marxista” que han elegido como su visión del mundo frente a la “ideología liberal”. Sin embargo, quizás más a menudo a lo largo de su historia, la tradición marxista se ha opuesto a esta noción liberal de ideología como algo elegido conscientemente por individuos con una explicación más objetiva que la trata como un conjunto de ideas que expresan los intereses de una clase (p.ej. ideología proletaria). Pero al evaluar los méritos de la ideología en función de su posición de clase, los marxistas la pluralizan y la despojan de su significado crítico puramente negativo.

    El “concepto negativo de ideología” de Marx, como observa Jorge Larraín, “juzga las ideas, cualquiera que sea su origen de clase”, en la medida en que ocultan contradicciones. Para Marx, no hay una buena ideología (proletaria) y una mala ideología (burguesa), sólo existe la ideología en general, las formas distorsionadas de la conciencia que armonizan las contradicciones sociales a nivel de las ideas.

    “Mientras que para Marx la idea de una ‘ideología proletaria es totalmente ajena”, escribe Larraín, “para la nueva generación de marxistas”, comenzando especialmente con Lenin, “cada clase produce su propia ideología, o al menos una ideología que sirve se le pueden atribuir sus intereses.” En manos de Lenin, “está firmemente establecido un paso de la ideología a las ‘ideologías’ de clase, lo que pierde el sentido originalmente negativo del concepto.” En esta versión positiva, neutral, la ideología se convierte simplemente en el pensamiento que sirve a una clase particular. La ideología no es un peyorativo en sí mismo, de “ideología burguesa”, que es falsa porque es burguesa, no porque es ideología.

    Aquí, el problema de la ideología de Marx en general se convierte en el de la falsa ideología de una clase en desacuerdo con la verdadera ideología de otra. Mientras que Lenin adaptó la ideología a la relatividad de la lucha de clases, afirmando que cada lado del conflicto tiene el suyo, él y los intelectuales marxistas que lo siguieron despojaron al concepto de Marx de su significado específico: “Separada de su connotación crítica, la ideología pierde lo que para Marx fue su rasgo esencial y se convierte en un concepto que abarca todo el espectro del pensamiento social y político, cualquiera que sea su origen, función o vigencia. Así, el valor que tuvo el concepto en la obra de Marx como herramienta de análisis y crítica casi ha desaparecido.”

    Como observa Larraín, un factor crucial en la evolución de un concepto neutral y positivo de “ideología “es el hecho de que las dos primeras generaciones de pensadores marxistas después de la muerte de Marx no tuvieron acceso a “La ideología alemana” teóricos como Lenin, Lukács y Gramsci dieron forma a la discusión del concepto. La ideología alemana es el texto que demuestra con mayor claridad el tratamiento crítico y negativo de Marx y Engels. Para ellos, la ideología no es la subjetividad de una clase particular, sino el resultado objetivo de un “modo de actividad material limitado” que produce tanto relaciones sociales ofuscadas (por dichas ideas) como la conciencia distorsionada de esas relaciones.

    Larrain usa tales ideas para articular una teoría marxista más precisa de la ideología como “una solución en la mente a las contradicciones que no pueden resolverse en la práctica”. Como “la proyección necesaria en la conciencia de las incapacidades prácticas del hombre”, la ideología no es un término neutral para describir la visión del mundo de este o aquel individuo o clase o situación. Es la conciencia distorsionada la que oculta las contradicciones sociales que la originan. Al “ocultar las verdaderas relaciones entre clases, al desvirtuar las relaciones de dominación y subordinación”, la ideología “legitima la estructura de clases y, en general, toda la estructura social, por lo que se vuelve indispensable para su reproducción”.

    Lejos de designar neutralmente una visión del mundo entre muchas, la noción de ideología de Marx tiene una connotación negativa específica cuyas características esenciales son (1) el ocultamiento objetivo de las contradicciones, que intenta “reconstituir en la conciencia un mundo de unidad y cohesión” y (2 ) que lo hace necesariamente en interés de la clase dominante, ya que las condiciones objetivas que trata de ocultar “son siempre las condiciones del dominio de una clase determinada”. 

    La ideología es así una condición importante para el funcionamiento y la reproducción del sistema social imperante. Es la conciencia necesaria la que hace que las contradictorias “relaciones sociales parezcan armoniosas y los individuos lleven a cabo sus prácticas sin interrupción” sosteniéndose en la ideología y la cosmovisión que genera cooperación.

    El resultado objetivo de un “modo de actividad material limitado” que produce tanto relaciones sociales contradictorias como la conciencia distorsionada de esas relaciones es en síntesis la base del sistema. Larrain usa tales ideas para articular una teoría marxista más precisa de la ideología como “una solución a las contradicciones que no pueden resolverse en la práctica”.  Como “la proyección necesaria en la conciencia de las incapacidades prácticas del hombre”, la ideología no es un término neutral para describir la visión del mundo de este o aquel individuo o clase.  Es la conciencia distorsionada la que oculta las contradicciones sociales que la originan.  Al “ocultar las verdaderas relaciones entre clases, al desvirtuar las relaciones de dominación y subordinación”, la ideología “legitima la estructura de clases y, en general, toda la estructura social, por lo que se vuelve indispensable para su reproducción social».

     La ideología “no puede ser disuelta por la crítica mental”, como escriben Marx y Engels, “sino solo por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales que dieron lugar a esta patraña idealista” en primer lugar. Aunque una crítica teórica de la ideología puede y debe interactuar con este derrocamiento práctico, la disolución de los reflejos ideológicos, «la eliminación de estas nociones de la conciencia de los hombres» sólo «se efectuará por circunstancias alteradas a nivel material de las estructuras que las sostienen, no por deducciones teóricas».

    En consecuencia, es ideológico pensar que el problema de la ideología puede ser superado a nivel de las ideas, cuando su ocultamiento de las contradicciones en realidad se lleva a cabo principalmente atribuyéndoles una existencia independiente a las ideas, como si pudieran regir sobre la vida material por si solas.  Así, el izquierdista que busca desplazar la “ideología liberal” (ideas equivocadas) por la “ideología socialista” o “marxista” (ideas correctas por poner un ejemplo concreto) realiza precisamente esta función ideológica en la que “los problemas de la humanidad se atribuyen a ideas equivocadas” en lugar de  las «contradicciones reales y prácticas.”

    Además, invierten la crítica puramente negativa de Marx a la ideología en general, convirtiéndola en una ideología positiva particular.  Pero en el sentido perdido de Marx, “ideología” no es un conjunto particular de ideas o creencias.  Solo se usa peyorativamente, como el ocultamiento de las contradicciones generadas por la sociedad que él llamo de clases. Por lo tanto, cada vez que alguien promociona su ideología “socialista” o “marxista”, o «libertaria» o «nacionalista» es un testimonio de la contradicción histórica en la que el ocultamiento del concepto crítico de Marx ha coincidido con cada caso de convirtiéndose en una ideología más en un sentido «falso» como hemos expuesto aquí.

  • La crisis de legitimidad del régimen estadounidense

    Durante los últimos años, parece que el Régimen hegemónico en EEUU de tendencia progresista realmente ha intensificado su retórica contra sus enemigos políticos e ideológicos. En un lanzamiento coordinado, los líderes de los medios de comunicación han afirmado que los “votantes de MAGA Trump” son “amenazas a la democracia”, “tratan de quitarnos nuestras libertades”, “terroristas estocásticos”, etc.  Todo esto ha sido  para culminar con el propio presidente apareciendo en la televisión nacional para declarar explícitamente que toda la mitad del país que no votó por él son enemigos mortales del estado.  Esto adquiere un tono algo más ominoso cuando recordamos que el mismo presidente afirma que esencialmente se necesita un F-15 antes que individuos normales con armas, «para esos valientes estadounidenses de derecha que dicen que se trata de mantener a Estados Unidos independiente y seguro, si quieren luchar por el país, necesitan un F-15, necesitan algo un poco más que un arma”.

    Si bien estos podrían descartarse como las divagaciones seniles de un presidente con demencia que se tambalea, lo que hay que tener en cuenta es que el propio Biden es simplemente un títere. Lo que dice refleja las palabras puestas por su ambiente progresista del teatro que trabajan en su administración, así como por otros elementos dentro del Régimen.  De hecho, todo el alboroto sobre cómo “¡tu paleto AR-15 no puede enfrentarse a tanques y aviones de combate!»  es básicamente el tipo de cosas que habrías escuchado en Reddit y Twitter hace años. Pero el hecho de que los canales oficiales ahora hablen abiertamente sobre el uso de los militares en ese contexto con fines meramente ideológicos sugiere que se está acelerando la subversión del progresismo en este país.

    Lo he dicho antes y lo diré de nuevo: si va a haber una guerra civil abierta en los EE. UU., seguramente será instigada e iniciada por el progresismo para asegurar la completa hegemonía en el sistema político americano. Son los que sospecho que el propio Régimen conoce, lo que hace que la trayectoria actual que parecen estar marcando parezca aún más desesperada.  El sentido común dictaría que deberían tratar de mantener la represión en un nivel lo suficientemente alto como para intimidar a la ciudadanía para que obedezca sin provocar una respuesta amplia, aunque no sea violenta. 

    Brevemente, hablemos de por qué el Régimen progresista no ganaría una guerra contra la América roja (republicana), a pesar de las esperanzas y expectativas de miles de redditards en todo el país.  En primer lugar, está la falta de fiabilidad (desde la perspectiva del Régimen) de las fuerzas armadas actuales.  En pocas palabras, la mayoría del personal militar por debajo de los niveles O-4 u O-5 no está ideológicamente adoctrinado en el progresismo y es poco probable que esté dispuesto a declarar la guerra a sus propios compatriotas.  En especial, no es probable que sigan los sueños de la fiebre del despertar de eliminar los bastiones del interior de tenencia republicana que llevan una ofensiva más o menos efectiva contra ellos mismos

     Por supuesto, por eso el Régimen está tratando de hacer que los militares sean más compatibles ideológicamente con el progresismo desde hace tiempo. En cierto sentido, para los demócratas, el drástico déficit de reclutamiento que el ejército está experimentando actualmente es una característica, no un error, ya que les proporciona la justificación para compensar la diferencia reclutando extranjeros sin conexión con el pueblo estadounidense. Sin embargo, tal como está actualmente, la mayoría de los soldados rasos y los oficiales de menor rango no se sentirán inclinados a un conflicto interno por la Segunda Enmienda.

    Otra cosa a considerar es la simple inmensidad de la masa terrestre estadounidense. Por las mismas razones por las que los Estados Unidos continentales serían casi imposibles de invadir y guarnecer de manera efectiva por un ejército extranjero, también lo sería para su propio ejército en el tipo de situación que estamos visualizando de conflicto armado interno y con tantas armas libres. Durante veinte años, el ejército estadounidense luchó por mantenerse a flote en Afganistán mientras luchaba contra unos pocos miles de pastores de cabras con AK-47, algunos lanzagranadas y lanzamisiles. Los Estados Unidos continentales tienen quince veces la superficie terrestre de Afganistán, con montañas, bosques, pantanos etc. En lugar de miles de opositores y sin la barrera lingüística que siempre puede ser un arma de doble filo.

    Así que no, si los progresistas provocan el tipo de guerra civil que parece desear o viceversa la victoria sería costosa y difícil. Eso no quiere decir que el proceso de no ganar no sería feo y destructivo, por supuesto. Pero lo que debemos entender es que lo realmente importante aquí no es que la América Roja probablemente gane cualquier guerra civil que pueda estar a la vista. Más bien, debería tratar de evitar tener una guerra civil de este tipo para empezar. Hace un tiempo escribí sobre la evolución de dos etnias separadas que surgieron en los Estados Unidos. Resumidos en lo esencial, estos son Red America y Blue América. Estos dos grupos han evolucionado para exhibir culturas, morales y (en cierto sentido) incluso idiomas muy diferentes. Pero aunque ambas hayan surgido en suelo americano, sólo la América Roja es descendiente lineal de la antigua América, la América de los fundadores y los pioneros cristianos puritanos/evangélicos, el progresismo es una vuelta del revés secular si se quiere de dicha ideología.

    Ambos lados afirman ser patriotas, pero tienen dos ideas muy diferentes sobre lo que constituye el «patriotismo». Red América (conservadores) creen en la interpretación y el mantenimiento de la Constitución.  Blue América (progresistas), por otro lado, no lo hace. Blue América solo ama el ideal en el que quieren convertir a Estados Unidos. Los estadounidenses azules son esencialmente extranjeros conceptuales e ideológicos que quieren convertir a Estados Unidos en algo más que Estados Unidos. Es por eso que se alían fácilmente por coaliciones de electores de otros países que están deformando en cierta manera la idea tradicional de un Estados Unidos WASP (White, anglosaxon protestant). Como expresión política y representante de Blue América, el Régimen sabe que existe en el poder a través de la subversión de las instituciones estadounidenses, como las elecciones y los medios de comunicación. Permanece en el poder a través de la subversión del lenguaje político, tomando términos como «democracia», «libertad», etc. y adaptándolos con nuevas connotaciones que nunca se les habrían ocurrido a las generaciones anteriores de estadounidenses (por eso se asocia LGTB+ a democracia). 

    Por eso están tan frenéticos por encontrar algo para neutralizar a los candidatos rivales, lo que sea siempre es sacado de contexto con ese fin por la mayor parte de medios de comunicación, que suelen tener una alineación con Blue América. Los hechos del 6 de enero, los “secretos nucleares” que Trump (no) escondía en Mar-a-lago, los etéreos “terroristas republicanos” es una de las paranoias de seguridad preferidas por los republicanos. Todo es desviación para generar un enemigo interno útil para su electorado. Lejos de ser representativos de la tradición republicana americana, los progresistas son auténticos revolucionarios, quieren cambiar la sociedad americana evangélica y anglosajona por algo nuevo, algo muy diferente al estadounidense actual. Cada acto de ellos, político y social, está hacia el final de disolver Estados Unidos y reemplazarlo con GlobalAmerica.

    Esperamos que este no sea el caso, pero de esto ocurrir, el destino del imperio americano, en un contexto de creciente multipolaridad acrecentaría aún más la tendencia de potencias regionales euroasiáticas a armarse y desarrollar política de defensa, exterior e interior propia independiente de una idea férrea de bloques al estilo de la Guerra Fría.

  • ¿Alternativas al sistema político democrático realmente existente?

    Imagina dos escenarios improbables:

     A: «La derecha» o cualquier sistema con «autoridad no ofuscada» (partido, líder, etc.) toma el poder político, pero la hegemonía cultural queda (por ahora) en manos de «los progresistas».

     B: «La derecha» no toma el poder político, pero toda la hegemonía cultural progresistas va perdiendo fuerza y ​​alternativas no progresistas van ganando terreno.

     ¿Preferencia? Siendo realistas, B no puede suceder.  Para que suceda B, necesitaríamos vivir bajo diferentes condiciones tecnológicas. A es posible, pero aún así sería un poder inseguro y precario durante largo tiempo.

     Tal como está, la cultura está determinada por los mensajes y la sobrecarga informativa, el significado de los mensajes están determinados por la popularidad, la popularidad prioriza a muchos de baja calidad sobre unos pocos (es decir, igualdad entre los más populares -que no mejores-, es decir que es no jerárquico).

     Cualquiera que sea la medida en que la comunicación de masas pueda adaptarse a las alternativas que imponen formas de autoridad de derecha, no liberales, será la más pequeña de las adaptaciones.

     Seguirá siendo impulsado por un sesgo igualitario en el mal sentido. Mientras la cultura esté entrelazada con los mensajes, la preferencia por la organización no jerárquica será el destino de la cultura en Occidente. Los Influencers de derecha y algunos marxistas ortodoxos, gustavo buenistas y autoritarios parecen pensar que pueden comunicar su camino hacia una hegemonía cultural, pero se engañan a sí mismos.

     A menos que se lleve a cabo un cambio de infraestructura, el único futuro que tienen las hegemonías no progresistas es la posición o la mentalidad que la izquierda occidental indefinida sacrificó hace una década para perseguir sus objetivos plutocráticos.

    A día de hoy se encarna un sesgo hacia la «razón», es decir, se asigna el estatus reductivo de «humano» o «igual» a todos/todo lo que observa o consume. Esto generalmente interfiere y entra en conflicto con una disposición ( a sus ojos derechista) que prioriza imperativos (es decir,  lazos formados en torno a la lealtad, la confianza, el afecto, etc.).

     Las alternativas no liberales, no progresistas o posliberales,  no ganarán en el ámbito cultural hasta que estén dispuestas a manipular la infraestructura técnica/intelectual de la civilización.

    ¿Es posible que haya una opción C?

    La «derecha» toma el poder político *porque* la hegemonía cultural progresista ya ha comenzado a perder su control? Tristemente, no estoy seguro si las partes de la «élite» no alineadas con esos planes y programas son en realidad preferibles a la hegemonía actual en este punto.  

    Demasiados políticos de carrera (estafadores) en el sistema afirman estar fuera de él o querer cambiar radicalmente algunos aspectos sin alterar el sistema procedimental, infraestructura, mitos políticos fundantes, etc. para que funcione correctamente. Sin embargo, y normalmente, desde el punto de vista práctico creo solo que hay dos formas de cambiar el estado de los Estados occidentales:

    1: Un líder populista que acumule suficiente poder en el sistema que pueda mantenerse y ser recurrente en el tiempo frente élites internas y dialéctica geopolítica, aún manteniendo la estructura democrática procedimental 

    2: Una suspensión del propio sistema de democracia por un golpe interno o por un líder populista, o un partido de masas, o por alguna autoridad dentro del sistema de seguridad. 

    Cualquier alternativa que no suponga perpetuarse seriamente y a cualquier precio en el tiempo, o romper el sistema, termina literalmente como va a terminar los líderes «populistas» de «extrema derecha» o «comunistas» (así los denominan los medios españoles), asimilados bajo la corrupción sistémica del sistema de partidos imperante.

  • La tragedia de Mijail Gorbachov.

    Mikhail Sergeyevich Gorbachev, cuya muerte se anunció hace unos días , fue la figura más trágica de la historia reciente. Un hombre de altos ideales pero de una formación intelectual muy restringida, tenía grandes logros en su haber y, sin embargo, vivió para ver casi todos destruidos.

    Uno sus legados fue que, en comparación con la caída de otros imperios (incluidos el británico y el francés), presidió el colapso soviético con un derramamiento de sangre y de colapso social sin precedentes pero sin una guerra. Género a su vez un espacio postsoviético que incluso ahora supone graves problemas de seguridad en las relaciones entre Europa y Estados Unidos y dicho espacio. Gorbachov cometió errores muy graves, pero bien puede ser que la combinación de desafíos que enfrentó hubiera derrotado al más grande de los estadistas.

    Ningún otro líder en la historia se ha visto obligado a reformar fundamentalmente un sistema económico y político con problema al mismo tiempo, transformar un vasto imperio multinacional, incluso cuando la ideología que mantenía unido ese imperio se estaba desintegrando a su alrededor. El paralelo histórico más cercano es con los reformadores del Imperio Otomano en las décadas previas a su colapso final, y también fracasaron desastrosamente.

    Para comprender tanto el idealismo de Gorbachov como su ingenuidad sobre el sistema soviético, es vital comprender los éxitos alcanzados por la URSS. De hecho, el propio Gorbachov fue uno de ellos. Nació en una familia campesina pobre de origen mixto ruso y ucraniano en la provincia de Stavropol, en el norte del Cáucaso. El sistema soviético y el Partido Comunista lo educaron y le dieron enormes oportunidades. Su padre fue herido en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, y Gorbachov tenía 14 años cuando ese ejército obtuvo su gran victoria sobre el III Reich.

    En los años siguientes, fue testigo de los logros tecnológicos y de ingeniería soviéticos de las décadas de 1950 y 1960. Más tarde, como Primer Secretario del Partido Comunista de Stavropol, presidió uno de los últimos, el Gran Canal de Stavropol. Experimentó el “deshielo” y la «coexistencia pacífica» de Jruschov y el idealismo de ese período parece haber permanecido con él, sobreviviendo al «gris estancamiento” de los años de Brezhnev. .
    Como Jruschov (aunque sin su tosquedad campesina), Gorbachov era, por tanto, un producto completamente soviético y, a pesar de su gran idealismo, había cosas que no estaba preparado para ver. Fue el poder del nacionalismo quizá la peor amenaza para la Unión. Gorbachov parece haber creído genuinamente en la hermandad de los pueblos soviéticos. Siendo él mismo medio ucraniano, el odio nacional entre ucranianos y rusos además del resto de nacionalidades era para él literalmente inimaginable.

    El fracaso de Gorbachov a menudo contrasta desfavorablemente con el tremendo éxito de Deng Xiaoping en la transformación de la China durante el mismo período, mientras que al mismo tiempo mantuvo unido al estado, seguramente sostenido sobre que los chinos mantuvieron la unidad política. A diferencia de China, la propia Unión Soviética no solo era un enorme estado multinacional en el que los rusos étnicos eran mayoritarios, sino que también se gobernaban naciones grandes, antiguas e inquietas en Europa central y oriental, con la evidente fricción con el mundo islámico que iniciaba en ellos.

    Dada la historia polaca, búlgara, rumana, checoslovaca y húngara, y la división forzada de Alemania, era seguro que tan pronto como se relajara el control, estos países podrían escaparse de la órbita del Pacto de Varsovia. Dado que limitaban con la propia URSS, también era muy probable que los disturbios resultantes se extendieron a las nacionalidades soviéticas. Impedir esto habría requerido una feroz represión. Esto no sólo contradecía todo el programa de Gorbachov, sino que él mismo parecía haberse retraído genuinamente, aún cuando a priori el no negara la unidad del bloque soviético.

    ¿Pudo Gorbachov haber imitado a Deng Xiaoping al reformar la economía mientras mantenía el control autoritario y centralizado? El problema aquí es que el sistema económico en la Unión Soviética era mucho más antiguo y estaba más profundamente arraigado. En China, el control estatal total de la economía sólo duró veinte años, desde el Gran Salto Adelante hasta la muerte de Mao. La planificación central continuo, pero no sé construyó una clase o nomenclatura que hacía difícil cualquier tipo de reforma.

    En la Unión Soviética, duró casi tres veces más. Cuando Gorbachov se convirtió en líder, solo unas pocas personas de la vieja guardia por ejemplo, podían recordar la agricultura con fines de lucro como quería introducir el líder soviético. La Unión Soviética tampoco tenía una enorme reserva de mano de obra campesina pobre y subutilizada, ni la gran diáspora comercial china a la que recurrir para capitalizar el país mediante remesas. Por lo tanto, la Unión Soviética simplemente no poseía el dinamismo económico subyacente de China. Como resultado, a medida que se extendía la agitación política, la economía se estancó, destruyendo la propia legitimidad de Gorbachov en el proceso.

    Además, para llevar a cabo reformas económicas, Gorbachov tuvo que romper el poder de una burocracia soviética profundamente comprometida con el sistema económico existente y sus fundamentos ideológicos. Para romper su poder e iniciar la Perestroika (reconstrucción), Gorbachov sintió que necesitaba introducir la Glasnost (apertura, transparencia) para revelar las fallas del sistema y socavar su poder y capacidad para bloquear el cambio. Pero esto también significó socavar el poder centralizado del Partido Comunista, momento en el cual los líderes comunistas de ciertas repúblicas soviéticas comenzaron a cubrir sus apuestas apelando al nacionalismo local.

    Gorbachov aún podría haber podido mantener unida una forma más flexible de Unión Soviética, si no hubiera sido por una combinación de otros factores. Lo más importante fue la deserción de la propia república soviética rusa, cuando Boris Yeltsin fue elegido como su líder en oposición a Gorbachov. El voto por él reflejó la ira pública por la miseria económica, pero también el sentimiento entre los rusos de que la energía y las materias primas rusas estaban subsidiando a las otras repúblicas.

    En segundo lugar, a fines de 1990, el colapso económico soviético significó que Gorbachov dependiera profundamente de la ayuda de Occidente. Gran parte de su prestigio personal restante estaba ligado al final de la Guerra Fría y al establecimiento de buenas relaciones con Occidente. Ambas cosas habrían sido destruidas si se hubiera involucrado en el nivel de represión necesario para mantener unido al sindicato.

    La única fuerza que podría haber logrado esto habría sido el ejército soviético. Sin embargo, el ejército había sido sistemáticamente excluido de un papel político interno, despiadadamente bajo Stalin, y más suavemente bajo sus sucesores. Los generales no tenían idea de cómo comportarse en estas circunstancias y, además, estaban furiosos por las ocasiones en que Gorbachov utilizó tropas para la represión local solo para repudiarlos y criticarlos luego. Cuando un puñado de generales decidió actuar en agosto de 1991, su golpe fue un suceso caótico que asestó a la Unión Soviética su golpe mortal.

    En los casi 30 años transcurridos desde el fin de la Unión Soviética, Gorbachov se convirtió en una figura cada vez más triste, respetada pero ignorada en Occidente, vilipendiada en casa. La década de 1990 en Rusia vio colapsar sus esperanzas de reforma en una orgía de saqueo y cinismo. Occidente traicionó la promesa que le había hecho de no expandir la OTAN y reemplazó su sueño de un “Hogar Común Europeo” con una orden de EE. UU. y la UE que excluía a Rusia y buscaba convertirla en un satélite impotente.

    Putin como sucesor de Yelstin, el rival de Gorbachev, creó un estado antitético a los ideales de Gorbachov que bien podríamos denominar como un liberal en la estructura soviética. En la negación final de esos ideales, Rusia invadió Ucrania en nombre de sus intereses como gran potencia, evocando la amenaza a su vez de un feroz nacionalismo étnico ucraniano y dividiendo permanentemente las etnias del padre y la madre de Gorbachov.

    ¿Occidente sigue malinterpretando a Gorbachov?

    La glorificación de Gorbachov en Occidente revela que no hemos logrado esbozar una historia separada de por qué implosionó la URSS y no hemos aprendido de ella.
    A principios de la década de 1980, el mundo bailó más cerca del borde de la aniquilación nuclear que en cualquier otro momento desde la crisis de los misiles en Cuba dos décadas antes. El estilo de paloma de la paz de Jimmy Carter dio paso al guerrero frío Ronald Reagan, burlándose de la gerontocracia soviética que quedó para revigorizar una URSS estancada. Yuri Andropov era más que un rival para Reagan, pero duró menos de dos años en el cargo antes de dejar su cadáver en exhibición en el Kremlin. Su sucesor, Konstantin Chernenko, apenas superó la marca de un año antes de hacer lo mismo.

    Un hombre infaliblemente y enormemente idealista, posiblemente tonto, que perdió un imperio. Gorbachov fue uno de los primeros líderes del colapso post-soviético en cuestionar la expansión de la OTAN más allá de Europa Central, sabiendo que eso sería la sentencia de muerte a su visión de una Rusia atlantista con zonas neutrales en el antiguo espacio postsoviético.

    En medio de muchas opiniones sobre el idealismo de Gorbachov, lo que ahora se olvida son los compromisos realistas que se necesitaron de Occidente entre 1984 y 1995 para lograr una disolución. La mayoría de la gente no recuerda cuán peligrosa pudo haber sido la disolución soviética; los estadistas más veteranos de Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos lo entendieron mucho mejor que la cosecha de líderes actual que creció bajo la “hegemonía liberal”. Podría perfectamente haber sido una decadencia mucho más agresiva, al estilo de tratar de retener todo lo que se pudiera del bloque soviético. Algo que no ocurrió aún cuando seguramente hubiera las capacidades para ello. No es un modelo típico el de una gran potencia que renunciaba a un imperio.

    La historia siempre trata sobre la narración sobre los hechos materiales y la distribución del poder, en este caso la cuestión de juzgar a un «gran hombre» se vuelve compleja. Gorbachov es recordado amablemente en Occidente precisamente porque Occidente lo recuerda como un idealista pasivo, quién provocó la disolución del principal enemigo de Occidente. Un hombre en el bando perdedor de la mayor rivalidad geopolítica e ideológica que se hizo a un lado con dignidad herida pero tranquila. A todo el mundo le gusta un perdedor elegante. La narrativa se complica cuando las cosas se miran desde el otro lado.

    Uno no puede comenzar a comprender la cantidad de indignidad que enfrentaron los rusos en la década posterior al colapso de su sistema, y eso no es solo una pérdida de estatus después de la caída de un imperio, es la pérdida de toda una forma de vida. La muerte, el aborto, los divorcios, la prostitución y los suicidios se dispararon a medida que los ahorros de generaciones anteriores con más espíritu industrial se acabaron debido a la crisis económica. Así como la narrativa nacionalista escocesa o catalana, ahora es que ellos también fueron víctimas de Inglaterra o España, incluso cuando Escocia o Cataluña formaban parte de la columna vertebral burocrática y comercial del imperio británico, los antiguos estados soviéticos ahora denuncian rutinariamente a Rusia, y hay una amnesia cultural total sobre su participación central en dichos regímenes. Especialmente en el caso de Ucrania, que era un polo industrial importantísimo para los soviéticos, así como un número significativo de personas en esos mismos estados participando voluntariamente en el experimento soviético. La historia moderna tiene que ver con narraciones simplistas, el lado perdedor rara vez llega a narrar su versión.

    Al igual que los bengalíes en la India, Winston Churchill siempre seguirá siendo malvado debido a su incapacidad para detener una hambruna, debido a que priorizó la comida en teatros específicos durante una guerra que definiría el mundo. Una vez más, la epistemología del punto de vista estrecho gana a la historia desapegada. Fuera del espacio soviético, los europeos del Este cuestionan si Gorbachov era idealista o simplemente incapaz de detener la marcha de la historia y detener la podredumbre económica que condujo al colapso de la URSS. El presidente de los EEUU Joe Biden afirmó que Gorbachov fue un visionario. Se podría decir que era cualquier cosa menos eso. Gorbachov no tuvo la visión ni la previsión para comprender adónde conduciría la perestroika. En ese sentido, fue un idealista hasta el final, estaba en contradicción con la disciplina y el realismo necesario para mantener un gobierno imperial.

    El mayor legado de Gorbachov en Rusia fue un grupo central de futuros políticos que internalizaron las razones del colapso de la URSS, les gustara o no. Su glorificación en Occidente significa que todavía no podemos esbozar una historia separada de por qué la URSS implosionó fuera de la supuesta supermacía propia.

    No intuyó el ascenso del presidente ruso Vladimir Putin, que no era menos soviético que Gorbachov pero que no tenía ninguna inversión en el idealismo soviético. Putin tenía una apreciación del poder soviético (y del poder ruso) que Gorbachov nunca compartió y que trato de retener en la medida de posible. En ese estado estamos hoy, y sin un Gorbachov, un Putin y un Yelestin no se entenderían.

    Los medios que mantenían su imperio a su disposición en su mayor parte se optó por no usarlos contra los movimientos disidentes o separatistas en las repúblicas bálticas, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Hungría y Polonia. Ese regalo de espacio a la OTAN sin lugar a dudas es lo mismo que Putin intentó en Ucrania al tratar de evitar que entrara en la Europa/OTAN. Otro regalo, menos obvio y más complicado, fue la forma en que Gorbachov entregó su propio poder que trataremos a continuación.

    Caída de Gorbachov:

    Para diciembre de 1991, había sido superado por el presidente del Soviet Supremo de la Federación Rusa, Boris Yeltsin. A principios de ese año, en agosto, Gorbachov se había visto debilitado por un intento de golpe llevado a cabo por la línea dura soviética, que lo había puesto bajo arresto domiciliario. La incompetencia de los conspiradores condenó el complot. Solo unos meses después, Gorbachov finalmente fue expulsado, cuando Yeltsin y sus homólogos ucranianos y bielorrusos comenzaron a disolver la Unión Soviética. Pero Gorbachov no convocó a los militares, ni llamó a la violencia en las calles, ni buscó leales dentro de la KGB para mantenerlo en el poder por la fuerza. En cambio, Gorbachov decidió intentar convertirse en una especie de mártir soviético de la Rusia postsoviética.
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    El inepto arte de gobernar del líder soviético, Gorbachov creó un inmenso vacío en Europa central y oriental que aprovecharon los occidentales y los occidentalistas en estos países. No tenía una visión sostenible para esta región estratégicamente crucial.

    El vacío que dejó Gorbachov cuando se vio obligado a retirarse, en 1991, ha planteado problemas tanto para Rusia como para Occidente. Putin ha interpretado este vacío como la pérdida de un poder que pertenece a Moscú. Lo que Rusia perdió, ha argumentado Putin, debe recuperarlo, a través de la fuerza militar, si es necesario. En 2008 en Georgia y luego en 2014 en Ucrania, Putin inició lo que podríamos llamar como guerras de sucesión soviética. El vacío de Gorbachov se ha interpretado principalmente en Occidente como una ganancia de Occidente, y la gran cantidad de países recientemente independientes alineados con él a partir de 1991 validó esa tesis. Pero si Occidente hubiera ideado una arquitectura de seguridad viable para Europa en la década de 1990, si realmente hubiera solucionado de forma viable no habría guerra en Ucrania. La OTAN y la UE llenaron gran parte del vacío. Pero no lo llenaron todo, y en los intersticios se ha gestado una nueva Guerra Fría.

    Las simpatías por Gorbachov en Occidente:

    A finales de marzo de 2011 tuvo lugar un evento muy extraño en el Royal Albert Hall de Londres, Reino Unido. Celebridades de los EE. UU., el Reino Unido y Europa occidental estuvieron presentes para desearle a Mikhail Gorbachev un feliz cumpleaños número 80. Los asistentes incluyeron a Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone, Kevin Spacey, Mel C de las Spice Girls, Ted Turner, Sir Tim Berners Lee y muchos, muchos otros.

    La BBC lo describió como ‘ecléctico’. Sin embargo, «extraño» es lo mejor, en mi opinión. Aquí estaba un hombre histórico siendo agasajado en un país extranjero por celebridades de un antiguo bloque militar e ideológico rival como «El hombre que cambió el mundo».

    No podemos ser ingenuos e ignorar la sensación de que este evento era condescendiente. “¡Gracias Sr. Gorbachov por dinamitar la URSS! ¡Realmente, realmente lo apreciamos!»

    Los rusos en cambio lo vieron como el destructor de la Unión Soviética que abrió la puerta a los desastres de la era de Yeltsin. Por lo tanto, no es de extrañar que fuera honrado y aplaudido en Londres por la bonanza de su cumpleaños, ya que los líderes estadounidenses y de Europa occidental lo veían como algo más: un reformador liberal que, por cierto, supervisó la demolición de la única superpotencia rival del Mundo Libre. Los que estudian Ciencias Políticas e Historia conocen bien la Teoría del Gran Hombre; un concepto que sugiere que grandes y únicos individuos pueden tener un impacto decisivo en los acontecimientos mundiales. Pero, ¿qué pasa con la teoría del hombre accidental, la idea de que un individuo termina haciendo algo que involuntariamente ayuda a su rival? Creo que el caso de que Gorbachov caiga en esta clasificación tiene una base sólida.

  • Gorbachov y la caída de la Unión Soviética.


    En términos de evaluación del ya difunto Gorbachov, se puede decir que fue uno de los peores líderes del siglo XX. Supervisó la completa desintegración y eliminación de su estado y un bloque geopolítico y a diferencia de Hitler, ni siquiera perdió una guerra, sino que dio un paso atrás y dejó que su país desapareciera.

    Hubo alrededor de 13 millones más de muertes en Rusia en 1991-2010 de lo que hubiera habido si todo se hubiera mantenido en los niveles de 1980, a los que se recuperó Rusia parcialmente en 2010. Si agregamos también un exceso de muertes en Ucrania y el fracaso de Gorbachov resultó en un exceso de 18 millones de muertes en Rusia y Ucrania en los 20 años después del colapso de la URSS. Sin embargo, muchos de los problemas que ya tenía la URSS se exacerbaron tras la caída de esta. (1) el alcoholismo sigue siendo una opción (ya que explica la gran mayoría del exceso de mortalidad postsoviética), (2) dicho exceso de mortalidad se acumuló en las personas mayores, (3) afectó principalmente a proletarios y lumpens. El punto (1) junto con la debacle social producida en Rusia (igual que en cualquier sociedad grande y compleja, las debacles producen miles de muertes) es clave, aunque el colapso del sistema de salud resultó en que más personas murieran por causas más allá del alcohol. (3) La emigración de especialistas, técnicos y gente formada en los años 90 fue más que dañina también en este sentido para poder mantener todos estos mecanismos en funcionamiento. Sin mencionar una pérdida de producción económica sin precedentes: Rusia salió con la disminución de la producción industrial en un 50%, otra república descendió a un territorio de nivel de colapso y con una reducción del 80% en el consumo de energía, emigración masiva y tasas en ocasiones de más de un 10% población pérdida.

    En países de fuera la URSS pero pertenecientes al espacio socialista es incluso más catastrófico, el nuevo censo rumano encuentra que el 21% de la población abandonó el país desde 1990. Eso es una caída de 23 millones a 17 millones. Casi como una guerra que diezma la población pero sin guerra.

    Para mí hay una diferencia fundamental entre el éxito y el fracaso de las potencias de inspiración socialista si comparamos China o Vietnam y la URSS. Deng nunca contempló la reforma ni la apertura política, solo un golpe de timón para atraer capital internacional y convertirse en una potencia manufacturera de primer nivel. Gorbachov entregó todo a cambio de nada, dinamitó un bloque geopolítico alternativo a la OTAN, de ahí el colapso y la década negra de los 90 para Rusia fuera tan catastrófica en todos los órdenes. Las diferencias eran evidentes. En todo caso, parece claro que Deng sabía dónde había que poner el límite; lo tuvo clarísimo para no destruir su régimen. Pero quizás en la URSS era imposible mover nada sin que todo explotara. Es difícil saberlo.


    La Perestroika y la Glásnost;
    Las medidas de reforma de Gorbachov no resultaron como se preveía en la teoría, y en muchos aspectos generaron la inestabilidad que precisamente pretendían evitar. El Glásnost dinamitó el orden político. La Perestroika dinamitó la estructura productiva y aumentó la dependencia tecnológica soviética de Occidente.

    Si a ello le sumamos factores como la catástrofe nuclear de Chernóbil, la retirada soviética de Afganistán, la caída de los regímenes socialistas en Europa del este, el resurgimiento del nacionalismo en muchos territorios soviéticos y una oposición interna al reformismo de Gorbachov, el camino para la implosión de la URSS estaba más que abonado. La crisis económica fue devastadora: si en 1989 el PIB per cápita soviético había sobrepasado los 20.000$, una década más tarde, en 1999, había caído por debajo de los 7.000$ de media en los territorios que habían sido soviéticos. En 2016 esa riqueza seguía por debajo del máximo soviético.

    Tampoco era comparable el estado del PCCh tras la revolución cultural con el PCUS tras tres décadas de postestalinismo y consolidación de dinámicas regionales que destruirían el país. Ni que decir que las regiones fueran relativamente relevantes en la URSS (en herencia, en mi opinión equivocada de Lenin) mientras que en China nunca se le haya dado tanta importancia a dicha cuestión. A su vez, los referéndums de pertenencia a la URSS y la puesta en duda de la Unión además de la debacle de todos los países del Pacto de Varsovia detonaron una estructura que ya estaba debilitada, siendo el mito de la democracia (que Gorbachov ensalzaba en una forma particular bajo ideas de apertura) y la oxidada estructura de toma de decisiones por excesiva planificación la que detonó el edificio soviético

  • El otro lado del excepcionalismo estadounidense.

    Los legisladores estadounidenses fácilmente confunden el objetivo de reafirmar la primacía global de EE. UU. con el establecimiento de un orden mundial más seguro y próspero. Pero el mito del excepcionalismo de Estados Unidos los ciega con demasiada frecuencia ante la realidad de cómo ejercen el poder. A mediados de la década de 1980, la competencia con Japón era la principal preocupación de la política económica estadounidense, obviamente en cuestiones geoestratégicas la dialéctica con la URSS era la más relevante. El libro Japan as Number One del principal experto en Japón de Harvard en ese momento, Ezra Vogel, marcó el tono del debate.

    Entonces leyendo al respecto me llamó la atención el grado en que la discusión, incluso entre académicos, estaba teñida por un cierto sentido del derecho estadounidense a la preeminencia internacional. Estados Unidos no podía permitir que Japón dominara industrias clave y tuvo que responder con sus propias políticas industriales y comerciales, no solo porque podrían ayudar a la economía estadounidense, sino también porque Estados Unidos simplemente no podía ser el número dos en algo.

    En este caso, esta apuesta por la supremacía americana es parte del discurso universalista de las élites estadounidenses, ricas y seguras, pueden haber valorado el patriotismo, pero su perspectiva global tendía hacia el cosmopolitismo. Sin embargo, quedó claro una vez que el lugar de Estados Unidos en la cima del tótem económico mundial se vio amenazado que el universalismo se tornaba falso. Después de tres décadas de triunfalismo estadounidense tras la caída del Muro de Berlín, ahora se está desarrollando un proceso similar a una escala mucho mayor. Está impulsado tanto por la rivalidad planteada por China, que representa un desafío económico más importante para Estados Unidos que el que representó Japón en la década de 1980 y también es un riesgo geopolítico, como por la invasión de Ucrania por parte de Rusia hizo desarrollar agendas más depredadoras por parte del hegemón americano.

    Estados Unidos ha respondido a estos desarrollos buscando reafirmar su primacía global, un objetivo que los políticos estadounidenses combinan fácilmente con el de establecer un mundo más seguro y próspero. Consideran que el liderazgo de EE. UU. es fundamental para la promoción de la democracia, los mercados abiertos, integración regional y un orden internacional basado en reglas. ¿Qué podría ser más propicio para la paz y la prosperidad que eso? (a su parecer)  La opinión de que los objetivos de la política exterior de Estados Unidos son fundamentalmente benignos sustenta el mito del excepcionalismo estadounidense: lo que es bueno para Estados Unidos es bueno para el mundo.

    Si bien esto es un mito con demasiada frecuencia ciega a los políticos estadounidenses sobre la realidad de cómo ejercen el poder. Estados Unidos socava otros poderes del “club de la democracia” como ha ocurrido con la rivalidad con Rusia, los países del antes Pacto de Varsovia y la propia Ucrania. Esto ha supuesto el desacople energético europeo a costa del consumidor y las empresas europeas por capricho angloamericano en perjuicio de Alemania y el resto de países de la UE. Cuando conviene a sus intereses, EEUU tiene un largo historial de intromisión en la política interna de países soberanos en nombre de su excepcionalismo. Su invasión de Irak en 2003 fue una violación tan clara de la Carta de las Naciones Unidas (que en último término es papel mojado) como podría ser la del presidente ruso Vladimir Putin contra Ucrania. La intromisión recurrente en países no alineados con sus planes y programas geopolíticos suelen saldarse con amenazas y con acusaciones de “Violaciones de los Derechos Humanos” tal y como se produjo con la no alineación India con las pretensiones de embargo económico de Occidente a Rusia.

    A su vez, los diseños estadounidenses de «mercados abiertos» y un «orden internacional basado en reglas» a menudo reflejan principalmente los intereses de las élites empresariales y políticas estadounidenses en lugar de las aspiraciones de los países más pequeños o medianos. Cuando las reglas internacionales divergen de esos intereses, Estados Unidos simplemente se mantiene alejado de una supuesta igualdad entre estados y hace uso de su excepcionalismo y del más puro realpolitik o política de poder. Muchas de estas tensiones fueron evidentes en un discurso reciente del Secretario de Estado de EE. UU., Antony J. Blinken, sobre el enfoque de Estados Unidos hacia China. Blinken describió a China como “el desafío a largo plazo más serio para el orden internacional”, argumentando que “la visión de Beijing nos alejaría de los valores universales que han sustentado gran parte del progreso mundial”.

    Blinken tiene razón en que muchos de los elementos del orden posterior a la Segunda Guerra Mundial, como la Carta de la ONU, no son puramente estadounidenses u occidentales. Pero está lejos de ser seguro que China represente una amenaza mayor para esas construcciones verdaderamente universales que Estados Unidos. Por ejemplo, gran parte de los problemas que tienen los políticos estadounidenses con las prácticas económicas chinas se relaciona con dominios, especialmente comercio, inversión y tecnología, donde las reglas universales difícilmente prevalecen y si la competencia entre Estados.

    Según Blinken, Estados Unidos “dará forma al entorno estratégico en torno a Beijing para promover nuestra visión de un sistema internacional abierto e inclusivo”. Una vez más, ¿quién podría oponerse a tal visión? Pero a China y a muchos otros les preocupa que las intenciones de Estados Unidos sean mucho menos benignas. Para ellos, la declaración de Blinken suena como una amenaza para contener a China y limitar sus opciones, mientras intimida a otros países para que se pongan del lado de Estados Unidos.

    Obviamente, las otras potencias actúan también. La invasión rusa de Ucrania o las acciones de China en Xinjiang para asegurarse de que no sea un problema, y la apropiación de tierras en el Himalaya y el Mar de China Meridional. A su vez, con vistas a mantener su liderazgo regional, India, desde 2014, ha sellado acuerdos de cooperación en seguridad y defensa con Singapur, Australia o Japón e intensificado esfuerzos para contener el “Gran Juego” chino ante la creciente sensación de cerco a su «patio trasero» (Pakistán, Nepal, Bután y Bangladesh). Por ello, India ha aumentado su papel en la estrategia norteamericana Indo-Pacífico, debilitada desde la no alineación de India con Ucrania, hecho sin embargo, preocupante para China por su impacto en sus rutas de suministro en el Índico (dilema de Malaca)

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    Blinken en todo este juego trazó un vínculo claro entre las prácticas autoritarias de China y la supuesta amenaza del país al orden mundial. Esta es una proyección generica de la creencia de Estados Unidos en su propio excepcionalismo benigno. Pero así como la democracia en el interior no implica buena voluntad en el exterior, la represión interna no tiene por qué conducir inevitablemente a la agresión externa. China también afirma estar interesada en un orden global próspero y estable, pero no uno organizado exclusivamente en los términos de Estados Unidos.

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    La ironía es que cuanto más Estados Unidos trate a China como una amenaza e intente aislarla, más parecerán las respuestas de China validar los temores de Estados Unidos. Con Estados Unidos tratando de convocar un club de democracias que se oponen abiertamente a China, no sorprende que el presidente Xi Jinping se acurrucara con Putin justo cuando Rusia. A su vez, los países excluidos de tales agrupaciones se unirán en ocasiones, es posible sin alinearse, los no alineados por otro lado como los BRICS aprovecharán los espacios y la influencia que perderán en China por años de cooperación entre Occidente y China en su favor.

    A quienes se preguntan por qué debería importarnos el declive del poder relativo de Estados Unidos, las élites de la política exterior estadounidense responden con una pregunta retórica: ¿Preferirían vivir en un mundo dominado por Estados Unidos o por China? La cuestión es que otros países preferirían vivir en un mundo sin dominación unipolar, donde las potencias intermedias retengan un grado razonable de autonomía, tengan buenas relaciones con todos los demás, no se vean obligados a elegir bandos y no se conviertan en daños colaterales cuando las grandes potencias luchan entre sí. Esto es más o menos cierto para potencias como Turquía, Irán, Arabia Saudí, India, Brasil entre muchos otros. Cuanto antes los líderes estadounidenses reconozcan que otros no ven las ambiciones globales de Estados Unidos a través de la misma perspectiva fuera de los aliados habituales en la angloesfera, Unión Europea, Japón y Corea del Sur, antes podrán plantear un contrapeso a sus rivales de forma realista.

  • La religión de los apóstoles: Sobre el Cristianismo del primer siglo.

    Abundan los mitos sobre el cristianismo, y algunos incluso pasan a ser de conocimiento común entre las personas con interés por el tema. Un mito es que los cristianos, después de que Jesucristo comenzó una supuesta nueva religión, adoraban y actuaban religiosamente de una manera muy simple, girando en torno a doctrinas no desarrolladas de amor al prójimo, y cierto sentido de comunitarismo. Solo más tarde, a menudo se nos dice (tanto por los protestantes devotos como por los incrédulos, que promueven diferentes agendas) que este culto sencillo se engrasó con nuevas doctrinas y liturgias, que son incrustaciones en el verdadero cristianismo, algo que por ejemplo hizo y al respecto lo que se le acusa al catolicismo. Stephen De Young, por ejemplo trabajó arduamente para desmantelar todos los pilares de este mito, explicando en «The Religion of the Apostles: Orthodox Christianity in the First Century» que eran esencialmente idénticos a los escritos algunos años después, y no eran, en los aspectos más importantes nuevos en absoluto.

    De Young como un sacerdote ortodoxo de no pretende ser un observador neutral. Esta es una obra de apologética, que utiliza un intenso análisis de las Escrituras, junto con la historia registrada, en un intento de demostrar que la doctrina y el culto ortodoxos, tal como se practican hoy, son correctos y en gran medida indistinguibles del culto del año 50 d. C. más o menos. Yo mismo tampoco soy un observador neutral, aunque ciertamente soy (especialmente en relación con De Young) un inculto, pero no creo que este libro sea la última palabra en interpretación bíblica o historia. Aún así, creo que De Young presenta un caso razonablemente convincente para sus afirmaciones, muchas de las cuales giran en torno a la relación poco entendida del cristianismo primitivo con el judaísmo que a mí me ayudó a entender muchas cuestiones.

    Los cristianos más o menos leídos y los interesados en estos temas son conscientes de las diferentes corrientes de creencias judías en la época de Cristo; los conflictos descritos en el Nuevo Testamento entre fariseos y saduceos son familiares incluso para los cristianos casuales. Es menos claro para los cristianos que ninguna de estas corrientes del judaísmo se parece mucho al judaísmo actual, al judaísmo rabínico. Lo que consideramos como judaísmo a día de hoy se desarrolló después del año 70 d. C., luego de la destrucción del Segundo Templo, y tardó siglos en desarrollarse por completo. No pocas de las reglas y doctrinas del judaísmo rabínico eran completamente nuevas y diseñadas en oposición directa al cristianismo, el resultado de siglos de conflicto entre judíos y cristianos. Sin duda, todas las religiones se desarrollan y cambian hasta cierto punto a lo largo del tiempo, y el judaísmo ha enfrentado muchos desafíos y cambios estructurales, por lo que los cambios sustanciales en todos los sentidos a lo largo del tiempo no son una verdadera sorpresa. Pero aún así, lo que más se olvida hoy en día es que el judaísmo del Segundo Templo, que era dominante cuando Jesús caminó sobre la Tierra, era muy diferente del judaísmo rabínico, tanto en la doctrina como en la práctica. La afirmación central de De Young, por ejemplo, es que el cristianismo es una continuación y cumplimiento del judaísmo del Segundo Templo; es el judaísmo rabínico el que constituye una ruptura drástica tanto con el judaísmo del Segundo Templo como con el cristianismo. Esta tesis me resultó muy provocadora.

    La religión de los Apóstoles no era superficial y simple, sino profunda y compleja. Al igual que con el judaísmo de la época, era complejo en creencias y rituales, y muchas de esas creencias y rituales eran idénticos entre el cristianismo y el judaísmo. Para tomar un ejemplo de alto perfil, San Pablo no se convirtió al cristianismo, y nunca describió su turno de predicar a Cristo como una conversión a una nueva religión. Más bien, De Young muestra cómo San Pablo, cuando pasó de su primer nombre Saul a Pablo, parecía haber sido un defensor del misticismo judío que se centró en las visiones del profeta Ezequiel. Esta fue una corriente fuerte en el judaísmo del primer siglo, aunque luego fue rechazada por el judaísmo rabínico. La tradición del Segundo Templo, de meditación enfocada y una creencia en la comunicación con ángeles y figuras celestiales (como San Pablo se refiere en 2 Corintios 12) era totalmente compatible con Cristo revelándose como Dios a San Pablo en el camino a Damasco. En este sentido, según dicho interpretación, Cristo no se apareció a San Pablo y le ofreció una nueva religión, sino hechos nuevos y adicionales sobre lo que ya creía firmemente. Es decir, San Pablo practicaba el “cristianismo del Antiguo Testamento”, no una religión novedosa por la que se había deshecho del judaísmo de su juventud.

    Como muestra esta discusión, De Young dedica bastante tiempo a demostrar la continuación entre las creencias del Antiguo y el Nuevo Testamento, no mediante la reinterpretación del Antiguo Testamento a través de una nueva lente cristiana, sino mostrando la continuación real e ininterrumpida de las creencias que a menudo se interpretan incorrectamente y han sido introducidos por el cristianismo. Quizás la dicotomía central que hoy se traza entre el judaísmo y el cristianismo es que se dice que el judaísmo es monoteísta unitario, un Dios en una Persona, como supuestamente lo muestra el Antiguo Testamento, mientras que el cristianismo católico cree en la Trinidad, un Dios en tres Personas, revelado en el Nuevo Testamento. Pero el judaísmo del Segundo Templo, si bien no creía en la Trinidad como tal, según De Young entendía claramente que había dos Personas en Dios, dos hipóstasis: “En lugar de promulgar una nueva visión de Dios, el Nuevo Testamento aclara y afirma la naturaleza del Dios del que se habla en el Antiguo”.

    Para demostrarlo, De Young traduce y analiza numerosos pasajes bíblicos. Por ejemplo, muestra cómo el «Ángel del Señor» al que se hace referencia varias veces en el Antiguo Testamento es visto como Yahvé y como una persona distinta de Yahvé que interactúa con Yahvé y los humanos, y también se lo conoce como la «Palabra de Dios». el Señor” (que a menudo causa confusión entre aquellos que piensan que esto significa simplemente algún fenómeno auditivo). Esta Persona en más de una ocasión toma forma física, a diferencia de Yahweh, y una vez que esto se da cuenta, “muchos pasajes del Nuevo Testamento considerados alegoría o reinterpretaciones de la revelación anterior pueden verse como bastante literales”. Por ejemplo, se le dice a Moisés que hablará con Dios “cara a cara” (Éxodo 33:11), pero en Éxodo 33:20 se dice que Moisés no puede ver el rostro de Dios y vivir. Similarmente, el Libro de Daniel muestra una visión del Hijo del Hombre, un ser divino distinto de Yahvé, con quien Jesús se identificó explícitamente. La conclusión lógica es que Dios tiene dos hipóstasis , y el que Dios permite que los hombres se vean cara a cara es el Ángel del Señor, la Palabra del Señor, el Hijo del Hombre. Aunque los judíos debatían quién era precisamente esta Persona, para los cristianos es esta Persona, por supuesto, es quien se encarnó como Jesucristo, completando sus revelaciones parciales anteriores. La innovación fue la insistencia del judaísmo rabínico en el monoteísmo unitario, aunque el cristianismo ciertamente desarrolló aún más la comprensión de las hipóstasis de Dios que el judaísmo prerabinico.

    Todo esto es muy interesante y convincente. Sin embargo, es menos convincente el intento de De Young de demostrar que el judaísmo del Segundo Templo también reconocía al Espíritu Santo. Este argumento gira en torno al “Nombre de Dios”, el Espíritu de Dios que también es Dios, mencionado en más de un lugar en la Biblia.De Young da mucha menos evidencia directa de que esto significó una tercera hipóstasis, pero, no obstante, llega a esa conclusión, que me parece considerablemente menos respaldada textualmente. Quizás esta vaguedad bíblica es inevitable; para la mayoría de los laicos, el Espíritu Santo es el miembro de la Trinidad que parece más abstracto. No obstante, me parece poco probable que la mayoría de los judíos del Segundo Templo fueran de algún tipo de trinitarios. Sin embargo, los primeros cristianos lo eran, y De Young rechaza el mito de que el trinitarismo cristiano fue añadido posterior a la existencia de esta como religión, aunque a partir de su Prefacio, siendo el enfoque principal el que permanece en la continuidad de la creencia del Antiguo Testamento.

    Finalmente, De Young vuelve al judaísmo, discutiendo la nación de Israel y la Ley. Propone un extenso análisis de la constitución de Israel por parte de Dios como pueblo elegido, después de que las naciones fueran dispersadas como resultado de los eventos de Babel, con su gobierno dado a espíritus que luego se corrompieron, dando lugar entonces a la creación de Israel, una nación completamente nueva. Contrariamente a la creencia rabínica, el renacimiento profetizado de Israel se produce a través de los gentiles, en quienes se habían asimilado las diez tribus “perdidas”, y “la Iglesia es la asamblea de Israel, el pueblo de Dios, que ha sido renovado y restaurado”. Crucialmente, la Iglesia no ha reemplazado a Israel y no es un nuevo Israel. Es Israel, tal como se ha desarrollado según el plan de Dios. La promesa a Abraham, por lo tanto, no fue una promesa exclusivamente a los judíos, “pero es a través de Israel [como se constituyó originalmente] como heredero que las promesas y bendiciones de Dios fueron transmitidas a toda la familia humana”. El judaísmo luchó con el destino de las diez tribus; El cristianismo vio esto simplemente como un paso hacia la reunión de Cristo de Israel a todas las naciones, que comenzó formalmente en su Ascensión.

    En cuanto a la ley, la ley dada a Moisés, según nuestro autor, no fue abrogada por Cristo, ni tampoco fue dividida de alguna manera en nuevas categorías de relevantes e irrelevantes, como querrían algunos protestantes (notablemente Juan Calvino). De Young analiza el Concilio de Jerusalén (Hechos 15) y rechaza la idea de que liberó a los cristianos de las leyes mosaicas. Más bien, dice, esas leyes relativas a los alimentos “limpios” e “inmundos” ya no existen, porque Cristo ha restaurado la creación, purificándola mediante su sacrificio. En la misma línea, la excomunión ha sustituido, para los delitos morales, a la pena de muerte. De Young dice que «los cristianos, por lo tanto, están llamados a ‘mantener kosher’ en un sentido más profundo y verdadero que el cumplimiento externo de los mandamientos de la Torá». De manera similar, la circuncisión, aunque ya no es un mandamiento, no está “abolida”. Bastante, cada elemento está lleno hasta rebosar de tal manera que Cristo representa la verdad y la realidad detrás de la sombra de la ordenanza de la circuncisión (Col. 2:17). . . . La circuncisión, en la Iglesia, no está abolida sino cumplida”. De la misma manera, las formas de adoración utilizadas por los ortodoxos no son opcionales, sino que se basan en los mandamientos de la Torá, “ahora comprendidos más plena y profundamente en Cristo”.

    Tal vez, pero la mayoría de estos “cumplimiento” son, en términos lógicos y prácticos, indistinguibles de la abolición. Sin duda es cierto que “a través de Cristo, en la vida de la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, los mandamientos de la Torá pueden finalmente vivirse plenamente”. Sin embargo, algo de esto parece un juego  de mano retórico y un pensamiento concluyente. Estoy bastante seguro de que hay otros mandamientos en la Torá que los cristianos simplemente tratan como nulos y en cambio no es así los judíos observantes de su religión. Ciertamente, muchos cristianos modernos quieren anular toda la ley, especialmente las reglas de todo tipo que para los creyentes que  priori deben ser dogmáticas, es decir aceptadas por Revelación, no por simple, pero eso no cambia que parece haber muchas otras leyes que son letra muerta. Aunque esto no es el objetivo -una crítica presentista – del cristianismo realmente existente.

    Eso trae a colación el mayor problema con este libro. Todo lo que dice De Young es muy interesante, y para un cristiano devoto es útil para expandir y arraigar su fe, y para una persona no creyente pero interesada en historia de las religiones aporta criterios. Pero no estoy seguro de que De Young realmente demuestre de manera concluyente mucho de lo que se propone demostrar. La gran mayoría de su exégesis es exactamente eso: interpretaciones de las Escrituras, a través de una lente ortodoxa. Por lo tanto, me parece que este libro es un punto de partida pero no la última palabra. Estoy seguro de que el mito de un cristianismo primitivo, casi pueril, primitivo, carente de rituales y que exige poco de sus seguidores excepto compartir, es exactamente eso, un mito promovido por reformadores más modernos. Sin embargo decir, que este es un tema del que nunca sabremos (todo lo que nos gustaría), al menos en esta Tierra (para los creyentes en la trascendencia).

  • Sobre la economía de consumo en Occidente y sus consecuencias.

    No sé si los estadounidenses y los occidentales alguna vez fueron fiscalmente responsables, si alguna vez tuvieron un momento en el que se valoraba el ahorro, en el que no se pedía prestado para el consumo y en el que se evitaban los bienes y productos desechables de baja calidad, pero si experimentaron tales un período en su historia, fue breve. El concepto igualmente importante de gastar hoy el dinero del mañana seguramente ha existido en cualquier sociedad más o menos rica. Para entender este fenómeno nos centraremos en Estados Unidos, dado que los países de su órbita los fenómenos del consumismo americano se han desarrollado en diferentes grados, esto es cierto tanto en España como en Hispanoamérica, como en buena parte de las naciones europeas.

    El proceso comenzó con conceptos como los planes Layaway (pagar antes en cuotas o de una vez un producto que no se tiene), luego pasó a ‘Pago por uso’, ‘Sin pago inicial’, ‘Compre ahora, pague después’ y otros esquemas de crédito fáciles. Los anuncios de televisión mostraban a personas hermosas disfrutando de su nuevo hogar y automóvil, electrodomésticos y muebles de cocina, televisión, ropa y vacaciones, y sin tener que pagar por ellos hoy. 

    Los especialistas en marketing contrataron a los psicólogos de Bernays (experto en relaciones públicas y propaganda) para crear un plan táctico para cambiar los valores estadounidenses del ahorro al consumo perpetuo, y lograron más allá de sus sueños más descabellados. Los especialistas en marketing de EE. UU. concibieron y crearon una sociedad «desechable», donde la apariencia era más importante que la sustancia, donde la calidad se sacrificaba por la moda. Los fabricantes de automóviles de EE. UU. cambiaron la apariencia externa completa de sus modelos cada año, convirtiendo el transporte en un accesorio de moda con campañas publicitarias que hicieron que la gente se avergonzara de conducir el automóvil de hace una década aún cuando éste funcionaba sin ningún problema aparente. Parte 1-  Esto es tan cierto que desde la década de 1950, uno de los «eventos de moda» más grandes del año fue la presentación por parte de los fabricantes de automóviles estadounidenses de sus nuevos modelos. Nunca se prestó atención a la ingeniería, a prestaciones más técnicas o la calidad; todo era consumismo superficial.

    La mayoría de nosotros somos demasiado jóvenes para darnos cuenta de que su sociedad desechable es un desarrollo reciente. No hace mucho tiempo, la calidad y la durabilidad eran características importantes de cualquier compra, porque las personas no eran lo suficientemente ricas como para comprar productos de mala calidad que requerían reemplazo repetido a lo largo del tiempo. Los bienes de consumo estaban destinados a durar toda la vida o largos períodos de tiempo, y muchos lo hicieron. Se esperaba que muchos juguetes duraran generaciones, y con frecuencia lo hacían. Abuelos nacidos en la posguerra de la Guerra civil española como los míos, jugaban con juguetes heredados. Al principio de los matrimonio, los padres compraban juegos de ollas de cocina y enseres domésticos por los que se pagaban grandes cantidades. Esass ollas aún se veían tan nuevas pasados muchos años. Fueron Bernays y su gente de marketing, los evangelizadores del capitalismo consumista, quienes encontraron una mejor manera de hacer más dinero más rápido. En lugar de venderle un artículo bueno y perderlo como cliente para siempre o durante largo tiempo (ya que nunca necesitaría reemplazo a corto plazo), comenzaron a reducir la calidad, fabricando y vendiendo productos cada vez más baratos que pronto fallarían y requerirían reemplazo. De esta manera, los fabricantes estadounidenses tendrían grandes ganancias y clientes habituales permanentes de una sociedad desechable y derrochadora.

    Algunos creen que esto ocurrió en los años 50 debido a que los fabricantes estadounidenses habían desarrollado los procesos de producción en masa a gran escala para servir a la maquinaria de guerra de la nación, pero después de la guerra, estas fábricas masivas permanecerían en su mayoría inactivas. La solución de Lippman y Bernays fue diseñar uno de los mayores cambios en los valores sociales que el mundo jamás haya visto, al redefinir el concepto de «necesidad» en la mente del público para que coincidiera con todos los productos que las fábricas y corporaciones estadounidenses podían fabricar. Emplearon sus métodos de propaganda de tiempos de guerra para adoctrinar al pueblo estadounidense con la necesidad de comprar todo lo posible, en su búsqueda de «un nivel de vida más alto».

    Bernays comenzó el proceso de vender no tanto productos como la emoción misma. Al vincular psicológicamente el acto de consumo con sentirse libre, feliz, empoderado y confiado, vinculó las nociones de identidad y de sí mismo a los artículos que se podían comprar. Este fue el verdadero nacimiento del consumismo, y por qué existió (y existe) y evolucionó hacia una economía de usar y tirar, basada en el crédito fácil y la superficialidad. En unas pocas décadas, los estadounidenses y más tarde europeos pasaron de ‘ahorrar’ a ‘despilfarrar’.

    Pocas personas tienen idea de la medida extrema, casi fanática, en la que el virus del consumo de Bernays logró infectar a la población estadounidense, habiendo pasado hace mucho tiempo el punto en que puede considerarse patológico. Como una medida, el espacio del centro comercial per cápita, Alemania tiene 0.8  metros cuadrados por persona, Japón tiene 1.19 y el Reino Unido tiene 1.5 m. Por cada comprador estadounidense hay 7.3 metros cuadrados de centro comercial. Parte 3 – El llamado “Sueño Americano” evolucionó a partir de este abuso psicológico masivo, y es por eso que la búsqueda estadounidense por un mejor nivel de vida se manifiesta en meras compras y consumos inútiles. La economía estadounidense, que depende durante el 75 % de su vida del gasto de los consumidores, es una construcción completamente artificial que nunca podría haber existido sin la codicia, la inmoralidad y los principios psicológicos retorcidos de Bernays, las corporaciones yla élite política que se beneficiaba aumentando la recaudación. Los estadounidenses ahora han definido este extraño estándar de consumo como la posición predeterminada de todas las economías de la humanidad.

    En su libro ‘The Affluent Society’, Galbraith señaló sabiamente que la demanda de los consumidores estadounidenses era artificial y no natural. Procter & Gamble es ampliamente conocido hoy en día por su modelo de marketing inusual que disfruta de una demanda de productos en su mayoría artificial impulsada por la propaganda y respaldada por un gasto masivo en publicidad, el doble que cualquier otra empresa en el mundo. No es un secreto, y se reconoce incluso entre los ejecutivos de P & G, que las ventas de la empresa caerían en unos meses en quizás un 70% si se terminara la inundación publicitaria. Como señaló un autor, «Existe una correlación muy directa entre la demanda de un producto y el gasto de marketing al sintetizar esa demanda». Los propagandistas que representaban a la élite propietaria de la producción industrial estadounidense reconocieron desde el principio que la demanda y el consumo artificiales eran un camino real hacia la riqueza para ellos, y que tenían la clave para infectar a los estadounidenses con un virus del consumo. 

    En este modelo, la producción industrial no puede aumentar sin un aumento correspondiente en la demanda de los consumidores, lo que significa que los estadounidenses deben ser impulsados ​​a desear cada vez más productos y gastar cada vez más dinero para obtenerlos, lo que significó no solo marketing y publicidad, sino también el desarrollo del crédito al consumo. Dado que los estadounidenses y los europeos no siempre tendrían suficiente dinero hoy para comprar los nuevos productos a los que se les ha vendido como deseables, se los alentaba cada vez más a pedir prestado y gastar el dinero del mañana. En una serie de programas de PBS, un medio estadounidense, el narrador se jactó de que “Uno de los inventos más maravillosos de la época fue el crédito al consumidor. Antes de 1920, el trabajador medio no podía pedir dinero prestado. Para 1929, “compre ahora, pague después” se había convertido en una forma de vida”. 

    Esta es prácticamente la imagen completa de la economía estadounidense actual, que consiste en la producción y compra de productos innecesarios y de calidad cada vez más baja, cuyas ventas se ven potenciadas por los gastos de publicidad cada vez mayores y la ficción del valor de la marca, todo ello financiado a crédito.

    Galbraith señala correctamente que la sociedad estadounidense,  y en menor medida, pero también, la europea, evalúa a las personas por los productos que poseen. Debido a que durante generaciones los propagandistas corporativos crearon y propagaron el mito de luchar por “un nivel de vida más alto”, que definieron como deber más cosas, como el epítome del Sueño Americano, es natural que los estadounidenses ahora se juzguen a sí mismos y a los demás según sus tasas de consumo inútil. Probablemente sea cierto que el principal objetivo social de los estadounidenses es poseer más cosas, resultado directo de generaciones de intensa programación. Parte 5- A menudo se dice que tienen un nivel de vida mayor mientras que los europeos tienen una calidad de vida, aunque siempre se puede matizar dado que nos influimos europeos y estadounidenses mutuamente. Galbraith volvió a señalar que los valores estadounidenses están equivocados, que “establecimos la meta equivocada, el sueño nacional, que creó el sistema de evaluación que ahora es consumo y posesión conspicuos”. Escribió además que el impulso de consumir, que es prácticamente la base del sistema económico de los EE. UU., se creó deliberadamente fomentando un falso sistema de valores que enfatizaba la producción y el consumo por simplemente prestigio fuera de las necesidades básicas.

    Ya en la década de 1920, el economista Paul Nystrom afirmó que los cambios en el estilo de vida habían inducido a la sociedad estadounidense a una “filosofía de la inutilidad”, del consumo por sí mismo como una especie de moda social. El economista noruego Thorstein Veblen acuñó por primera vez el término “consumo conspicuo”, que se definió como una adicción conductual narcisista, una especie de deformidad psicológica inducida en una población al promover la compra de bienes generalmente caros que no son necesarios para la vida de uno, simplemente para mostrar que uno es capaz de pagarlos. La proposición original de Veblen era que el consumo ostentoso era un fin psicológico en sí mismo, proporcionando el honor de un estatus social superior mientras provocaba envidia en los demás. Este tipo de consumo se ve especialmente en el comportamiento de los nuevos ricos, que demuestran su inmadurez y falta de buen gusto al lucirse, aunque en ocasiones podemos observar en las clases sociales más bajas que se perciben relativamente pobres y se dan una elevación psicológica por la compra innecesaria de un artículo caro. Vemos esto a menudo en los guetos de los EE. UU., donde los adolescentes más pobres gastan sumas inasequibles para comprar un par de zapatos deportivos que están de moda, esto se puede ver igual en Europa en ciertos entornos de mayoritariamente clase baja.

    Parte 6 -Esto no es lo mismo que comprar algo que realmente queremos por sí mismo y que agregaría placer y disfrute a nuestras vidas. Si realmente amamos algo y seríamos felices por poseerlo, no hay nada de malo en complacernos a nosotros mismos. Pero si compras algo por estatus o prestigio, en otras palabras, no por gusto eres esclavo del consumo. El economista británico John Stuart Mill lo expresó muy bien cuando escribió: “De ninguna manera deseo que se desaliente cualquier indulgencia que se busque desde una inclinación genuina y disfrute de la cosa misma; pero una gran parte de los gastos de las clases media y alta en la mayoría de los países no se incurre por el placer que brindan las cosas en las que se gasta el dinero, sino por consideración a la opinión (pública)”.

    Dado que las corporaciones estadounidenses y sus propietarios y financistas de élite ejercen una función de lobby muy fuerte en las instituciones de gobierno de los EE. UU., las políticas del gobierno estadounidense se recalibraron para apoyar este tipo de cuestiones en lugar de los mejores intereses de los ciudadanos y la nación, esto ha hecho, no en vano, EE. UU. no tiene un sistema de salud operado por el gobierno eficiente, gasta más en prisiones que en educación y que prácticamente toda su infraestructura física se está desmoronando hoy.

    Una característica significativa de los medios estadounidenses que no existe en ningún otro país es el refuerzo sutil pero persistente del consumismo. Cuando George Bush finalmente apareció en la televisión después del 11 de septiembre, su único consejo para los estadounidenses fue «ir de compras» para financiar lo que vendría después. El resultado de toda esta influencia de los propietarios y anunciantes es que todo el contenido de los medios estadounidenses, no solo las noticias, sino toda la programación de las cadenas y todas las películas, están sujetos a un modelo que propone implícitamente o explícitamente esto todo lo cual trabaja en conjunto para reforzar no solo la sociedad de consumo sino toda la gama de la mitología social e histórica estadounidense.

    Dejemos de lado el fraude de marketing por un momento y revisemos la consideración más importante del gasto del consumidor estadounidense. Para reiterar, la economía estadounidense depende durante el 75% de su vida del gasto del consumidor, una proporción mucho más alta, casi el doble, que la de la mayoría de las otras naciones, una condición que es patológica por cualquier medida económica o psicológica. Una economía basada en un nivel de gasto de consumo de esta magnitud está tan desequilibrada que arrastra problemas estructurales, y de hecho, su supervivencia temporal tiene un costo enorme. Uno de esos costos es que EE. UU. es ahora un país con una infraestructura, que incluye represas, carreteras, puentes, aeropuertos, vías férreas y más, que no ha tenido mantenimiento (fuera de lo esencial) o mejora durante más de 60 años y que está experimentando un colapso cada vez mayor. El dinero que debería extraerse de los impuestos y gastar en necesidades nacionales cruciales se gasta en cambio en productos de mala calidad en Wal-Mart y para financiar el imperio exterior. De hecho, los fondos necesarios para las necesidades nacionales críticas se están desviando como ganancias corporativas en muchas ocasiones. Sin embargo, hoy tenemos a los estadounidenses instando furiosamente a China a seguir su camino y alentar drásticamente el gasto de los consumidores. Por supuesto, parte de esta evangelización es un llamado igualmente furioso a China para que cese todo gasto en infraestructura y otro desarrollo nacional para liberar fondos para que los consumidores gasten en irrelevancia. Las razones son dos:

    Una es que seguir el consejo de EE. UU. significaría que el desarrollo de China se congelaría, todas las mejoras cesarían, las esperanzas de China para el futuro morirían, todo esto como parte del plan. La segunda razón es que los estadounidenses esperan beneficiarse al máximo de una posible duplicación del gasto de los consumidores en China. Me sorprende que la teoría económica claramente defectuosa postulada por los estadounidenses haya podido ganar terreno en China. Brevemente, la postulación es que el consumo, el gasto del consumidor, reemplazará la inversión en desarrollo y, por lo tanto, permitirá que la economía de China continúe creciendo sin trabas, una teoría tan obviamente falsa que uno necesitaría creer en hadas para darle crédito. El consumo –el gasto de los consumidores– no es el motor ni el creador del crecimiento y desarrollo nacional, sino el resultado del crecimiento.

    A medida que crece la economía, aumentan los salarios y los ingresos, y la gente tiene más dinero para gastar. Congelar la inversión y alentar a la población a gastar todo su dinero no hará que la economía “crezca”, independientemente del efecto temporal (y falso) en las estadísticas del PIB. Simplemente transferirá ahorros e ingresos privados a los propietarios de esas empresas que venden bienes de consumo, empobreciendo a la nación y enriqueciendo principalmente a las multinacionales. Toda la propuesta es basura, empujada a China para el beneficio percibido de las empresas estadounidenses (y chinas) con el atractivo adicional de descarrilar el desarrollo económico de China y, por lo tanto, eliminar a China como una amenaza económica para los EE.UU. Esto ocurre dado que China parte de un lugar peor que el estadounidense y aún mantiene capas de pobreza sustanciales, lanzarse a consumir no es la solución frente al desarrollo tecnológico, de infraestructuras y de producción que ha permitido una mejora relativa del nivel de vida de los chinos.

  • Sobre la República Popular China y Taiwán: Geopolítica e hipótesis de conflicto.

    El truco de EE. UU. en Taiwán fue diseñado para incitar a China a una reacción exagerada que comprometería su compromiso más amplio de crear un nuevo orden internacional basado en la ley. En cambio, China está siguiendo lo que claramente fue una respuesta planeada desde hace mucho tiempo. Algunas personas se centraron erróneamente en si China (¿de alguna manera?) «detendría» a Pelosi de ingresar a Taiwán. Este sería un movimiento ridículamente peligroso por parte de China, sumergiéndolo en un conflicto directo con los EE. UU. por una ganancia cero. En cambio, China está tomando el curso de acción racional que involucra sanciones económicas y «ejercicios» militares que crearán un cerco de facto de la isla. De hecho la mejor hipótesis de conflicto contra Taiwán es aislar la isla, e in extremis un bloqueo naval completo de la isla.

    En este escenario, China tiene todas las cartas. De hecho, esta crisis podría acelerar el proceso de reunificación. China puede decidir exactamente cómo y cuándo promulgar sanciones en la isla que, en última instancia, socavan a las fuerzas políticas taiwanesas y estadounidenses que avivaron esta crisis. Estados Unidos ha jugado un gambito arriesgado, con la esperanza de dar pasos excesivos que no sucedieron. Recuerde que Taiwán depende en gran medida de China continental, ya que China continental es, con mucho, su mercado de exportación más grande, y los dos se vuelven más interdependientes a medida que pasan los años. La isla tiene pocos recursos naturales e importa el 98% de su energía, eso haría un hipotético bloqueo catastrófico para su economía, en cambio, China difícilmente dejará de traer energía del Golfo, de Rusia y de sus socios comerciales africanos.

    En otras palabras, la capacidad de Taiwán para operar como una economía en funcionamiento depende en gran medida de sus relaciones con el continente y su capacidad para permanecer conectado a la economía global a través de sus exportaciones de tecnología y servicios. Ambos son excesivamente dependientes de la cadena de suministro. Como hemos aprendido de la guerra entre Rusia y Ucrania, la capacidad de Rusia para recurrir a los fundamentos del poder económico a través de redes diversificadas de comercio de energía y materias primas le permitió sortear parcialmente sanciones. Estoy dudando (aunque está por ver) cómo Taiwán se acerca siquiera a hacer eso ante la dureza de un supuesto embargo de la R.P.C. Esto plantea la cuestión de la situación política en la isla misma. ¿Hasta qué punto el pueblo de Taiwán está dispuesto a aceptar esta nueva realidad de conflicto, en lugar de reconocer que se beneficiarán más de las buenas relaciones con el continente que con Occidente?

    Creo que Estados Unidos esperaba una severa reacción bastante exagerada del PCCh, dañando así su posición internacional y envalentonando a las fuerzas independentistas en la isla. El PCCh parece estar adoptando el enfoque más estratégico de aislar a las fuerzas políticas de la isla responsables de este fiasco al demostrar las consecuencias de perseguir el separatismo, al tiempo que deja la puerta abierta para la desescalada. Sin embargo, he de decir lo siguiente: ¿Soy el único completamente desinteresado en la perspectiva teatro político estadounidense sobre Taiwán? Parece que todos, especialmente los medios tienen otra mascota mediática, para vertir opiniones sin sentido sobre cómo este es el próximo ataque de las autocracias a las democracias, con el punto este caso de ignorar el comportamiento de las grandes potencias como China.

    Los medios de comunicación de EE. UU. se enloquecen por el hecho de que Pelosi vaya a Taiwán. Los expertos políticos tienen la oportunidad de pontificar extensamente sin ningún efecto real. El resultado final es que Pelosi se va a Taiwán. Hace algunos discursos fanfarrones y poco más, a cambio de crispar a China y hacerle que se centre más aún si cabe en recuperar la isla. Hay un extraño reflejo político en el que los occidentales se comportan como si la estructura de toma de decisiones políticas chinos y la planificación estratégica funcionaran como los suyos, algo que simplemente el análisis del comportamiento pasado niega. China ha mostrado un comportamiento bastante cauteloso y extremadamente metódico. Si hay un objetivo, construirán hacia él y actuarán en consecuencia en su propio cronograma y no en los demás. Esto es algo que algunos de los partidarios de Taiwán realmente entienden. La soberanía en disputa de Taiwán se resolverá en los términos de China y en el reloj de China, por eso conseguir concesiones de Estados Unidos lo antes posible mientras los chinos no actúan definitivamente es el objetivo del gobierno de la isla.

    El nacionalismo/narcisismo taiwanés no se puede entender sin comprender el contexto del que surgió, que es el de millones de exiliados continentales que se establecieron en la isla como una nueva clase superior nómada, estilo como los visigodos en España. Incluso la migración interna, en este caso genera recriminaciones y resentimientos de los lugareños en los recién llegados en un grado no pequeño, particularmente en sociedades menos urbanas y más comunitarias, pero para que su élite sociopolítica, los colaboradores japoneses sin duda, pasaron de la noche a la mañana de ser los enemigos públicos. Funcionalmente inexistente sería un cambio sísmico monumental. Los exiliados del KMT pueden haber sido en su mayoría soldados campesinos, pero contenían un núcleo de la élite cultural y política nacionalista china que habría monopolizado de inmediato las posiciones de élite e intentado replicar su estado anterior en China continental la mejor medida posible.

    Sin embargo, la élite china del Kuomintang había dejado a las élites taiwanesas locales aún más privadas de sus derechos que bajo el gobierno colonial japonés debido a lo escasos que eran los japoneses reales sobre el terreno. Los japoneses simplemente no tenían los números para suplantarlos por completo, los chinos continentales sí. Por lo tanto, no es de extrañar que la liberalización gradual del gobierno del KMT en los años 80 y la apertura de puestos de élite reafirme la opción taiwanesa frente a la nacionalista china. Ser un pro-japonés de jure para ellos era preferible a ser marginado de facto incluso cuando las leyes decían que todos eran igualmente chinos.

    Lo que ha sido tan decepcionante es la innegable realidad de que las élites taiwanesas locales son tan absolutamente incompetentes e incapaces. Las élites de la República de China pudieron crear un florecimiento socioeconómico en Taiwán bajo décadas de ley marcial, mientras que el gobierno de las élites locales ha resultado no solo en estancamiento, sino también en atrofia y decadencia bajo la democracia liberal. La edad de oro de las artes y las letras, del cine y la televisión junto con el crecimiento fue bajo los supuestos colonizadores del continente que ahora denuncian rápidamente por los taiwaneses locales, mientras que dos décadas de dominio nativo han resultado en un banal nacionalismo de mercado, algo que un chino que conocí era denominado como nacionalismo tofu.

    Tampoco puedo olvidar los logros de la democracia taiwanesa, que son, en definitiva, el seguimiento de las luchas progresistas en Occidente, es decir, subordinación cultural. La lección que el continente debería aprender de todo esto es que no se puede permitir que las élites taiwanesas locales continúen existiendo después de la unificación y no ser simplemente marginadas. La diferencia realmente grande entre Ucrania y Taiwán es que Taiwán, si se resistiera, estaría en una situación mucho peor de la que está ahora. Todavía aislado, pero mucho más pobre. Los ucranianos pueden al menos soñar con ser miembros aunque con su territorio mermado de la UE y la OTAN. Nada bueno le espera al Taiwán ‘independiente’. Taiwán ni siquiera parece tener el tipo de chovinismo necesario para luchar una guerra de masas, aún cuando tenga más tecnología.

  • La izquierda y el pensamiento revolucionario en el mundo árabe.

    ¿Se puede ser islamista, socialista y nacionalista árabe al mismo tiempo? La historia de las ideologías de izquierda en el Medio Oriente y sus consecuencias.

    ¿Te has encontrado con esta narrativa antes? Un relato popular de la historia árabe moderna es más o menos así: después de la derrota árabe ante Israel en 1967, el repentino declive del nacionalismo árabe sumió a las sociedades árabes en una profunda crisis política, ideológica y espiritual. Así, en la década de 1970, el resurgimiento del fundamentalismo islámico y otras formas de islam político llenó este vacío intelectual e ideológico. Sin embargo, esta narrativa, que se encuentra en Bassam Tibi, Shadi Hamid y la revista Foreign Policy, entre otras, oscurece y distorsiona más de lo que explica los desarrollos reales.


    En las décadas de 1950 y 1960, en los centros de modernización árabe, Egipto y el Levante, la izquierda árabe revolucionaria logró —según las ideas del filósofo marxista Antonio Gramsci— la hegemonía Gramsciana sobre todas las instituciones culturales. Al hacerlo, desplazó a los intelectuales mayores que habían crecido bajo la influencia liberal británica y francesa. Durante este período, Sayyid Qutb y otros autores escribieron obras islamistas influyentes. El mismo Qutb pertenecía a esta generación revolucionaria descolonizadora y habría pertenecido a la élite gobernante si no hubiera sido por su ruptura con Gamal Abdel-Nasser.

    Durante esta fase hegemónica, los intelectuales desarrollaron una lectura revolucionaria, antioccidental y, a veces, antisemita del Islam. Además, este período coincidió con la fundación de las repúblicas árabes modernas: de ahora en adelante, los sistemas escolares, los libros de texto, la radio, la televisión, las películas y más transmitieron exactamente esta lectura de la historia islámica y, por lo tanto, finalmente lo religioso en el marxismo por un lado. y las ideas gnósticas y revolucionarias por el otro con el Islam actual.

    El movimiento de descolonización, parcialmente influido por el marxismo , supuso una completa disolución de lo religioso en el pensamiento revolucionario. Para empeorar las cosas, la propaganda nacionalsocialista fue relevante, en una década antes en el Medio Oriente mezcló propaganda antijudía y antiestadounidense con motivos y símbolos islámicos, que fue muy influyente.

    La escisión de la izquierda árabe.

    Después del impacto de la derrota de 1967, la izquierda árabe se dividió en diferentes campos. Uno trató de no culpar de la derrota a los elementos gnósticos y religiosos seculares de los movimientos nacionalistas revolucionarios -entre ellos, por ejemplo, la creencia metafísica en la revolución, la inevitabilidad de la trascendencia histórica o la apreciación de la fuerza bruta derivada de los escritos de Frantz Fanon sobre la cultura popular árabe y musulmana.

    De hecho, en muchas ocasiones al tratar de revolucionar estas sociedades tradicionales, con mayores o menores distorsiones producidas por los europeos siguieron el ejemplo de la izquierda indefinida europea, que también absolvió al pensamiento revolucionario y a la agitación política de asumir que el nacionalsocialismo y el fascismo también eran sus productos de esto. En cambio, culparon a la «reacción capitalista tardía», aunque el fascismo y el nacionalsocialismo fueron una mezcla entre la revolución, la reacción y el nacionalismo romántico de la época, una definición tajante es de lo suyo una burda simplificación.

    Los nombres más importantes en este campo son Sadik Jalal Al-Azm, Hisham Sharabi, Yassine Al-Hafez y Mohamed Abed Al-Jabari. Este último en particular es de gran importancia, ya que su obra »La crítica de la razón árabe« todavía juega un papel central en el pensamiento árabe en la actualidad. En su obra principal de cuatro volúmenes, Al-Jabari afirmó que la ley, las creencias, el pensamiento, los símbolos, las ideas e incluso el idioma árabe islámicos son reaccionarios y contrarios a la razón y la racionalidad genuinas y, por lo tanto, son la causa de la miseria árabe.

    Otro nombre importante es el de Mohamed Arkoun, quien, utilizando a Foucault y Derrida, intentó provocar el giro posmoderno nihilista para convertir a los musulmanes en izquierdistas buenos y ateos. Su obra es también de gran importancia para los debates intelectuales actuales en el mundo árabe. El otro campo decidió centrarse aún más en los elementos gnósticos junto con una perspectiva revolucionaria. A su vez, el nacionalismo revolucionario de la época, tomaron algo de los movimientos marxistas como el maoísmo y el socialismo soviético, con el objetivo de la guerra popular y la revolución de masas aplicado al Islam. Su centro era el Líbano, que querían transformar en un Hanoi árabe como centro de la revolución mundial. Por lo tanto, en última instancia, también tienen parte de la culpa de la guerra civil libanesa a partir de 1975. Cabe mencionar aquí a Hussein Murwwa, Hadi Al-Alwi, Munir Morkos, Adel Hussein y Mohamed Emara. Curiosamente, entre ellos había algunos conversos del cristianismo.

    En Egipto, jóvenes intelectuales marxistas como Abdel Wahab El-Messiri se convirtieron repentinamente en pensadores islámicos. Revisó la sociología del conocimiento de Karl Mannheim en una crítica de Occidente, el sionismo, Israel y el judaísmo. Al mismo tiempo, confirmó el Islam como la única ideología verdadera.

    El logro de esta facción fue reconciliar el Islam con las filosofías occidentales inherentemente ateas o seculares, como hizo Ali Shariati en Irán. Si el Islam político parece una ideología se parece a las ideologías del período de entreguerras en su praxis política hay una razón. Ese fue precisamente el contexto de la revolución en Irán, el surgimiento de la Hermandad Musulmana y el asesinato de Sadat en Egipto, la violencia política en Afganistán, el giro islámico de izquierda en Pakistán bajo Zia-ul-Haq y más. No se trataba de Dios, sino del Islam como movimiento revolucionario de salvación.

    También hay un tercer grupo de izquierdistas árabes originales. Optó por continuar trabajando con los gobiernos baazistas de partido único en Siria e Irak, así como con otros regímenes nacionalistas árabes. Estuvieron presentes en los medios estatales. En Egipto, Sadat trató de purgar el Estado de ellos después de haber incitado a estos al realineamiento estratégico en favor del campo soviético contra los estadounidenses y la paz con Israel tras conseguir el control de Suez. Poco antes de su asesinato en 1981, Sadat incluso ordenó el arresto de más de mil intelectuales.

    Su sucesor, Hosni Mubarak, liberó inmediatamente a los intelectuales de prisión. En cambio, hizo un trato tácito con ellos: el estado negociaría con EE. UU. e Israel, pero los intelectuales mantendrían el control del sentimiento antiestadounidense y antiisraelí en la cultura nacional. Así surgió la paz fría egipcio-israelí.

    -La izquierda, los regímenes políticos de la civilización islámica y el islamismo.

    Los estados más tradicionales del Golfo, que no se han modernizado intelectualmente durante este tiempo, no se ven tan gravemente afectados. Más bien, tuvieron que lidiar con el fundamentalismo religioso, pero no formaron parte de la ola global de erupciones revolucionarias que erosionaron gradualmente el tejido social y cultural de Irak, Siria, Líbano, los palestinos, Egipto y Libia.

    Las divisiones internas del medio del mundo islámico sentaron las bases para regímenes pretorianos, grandes conflictos, el islamismo y muchas de las guerras civiles posteriores. La intensificación del antisemitismo y las teorías de la conspiración desde principios de la década de 1970 fueron intentos de la sociedad por mantener un grado de cohesión y estabilidad en el orden político a través del clásico mecanismo del chivo expiatorio, que en general ha sido constante y útil a lo largo de la historia.


    En la década de 1970, se islamizó todo el legado moderno del pensamiento revolucionario árabe, tanto en su versión nacionalista como izquierdista. Este proceso de autodestrucción tuvo lugar bajo los auspicios de la izquierda internacional, en particular la francesa, que aclamó este «movimiento de liberación» y movilizó y adoctrinó activa y conscientemente a los intelectuales del Tercer Mundo contra Occidente y específicamente contra Estados Unidos.

    Fue la yihad argelina y los escritos de Fanon y Sartre en los que las facciones palestinas basaron sus teorías de la violencia; Por ejemplo, en su primera circular después del ataque terrorista en los Juegos Olímpicos de 1972 en Munich, Fatah usó una cita de Fanon en la portada. Fue nuevamente esta violencia la que más tarde sirvió de inspiración para el terrorismo islamista internacional.

    A fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, el movimiento contra la globalización y contra la guerra iba a ofrecer aún más apoyo ideológico en un momento de creciente radicalización y profundización del colapso social. Uno de los desarrollos más importantes fue el surgimiento de un nuevo sentido musulmán de identidad. La atmósfera de lucha y resistencia, central para la dialéctica marxista y las ideologías de liberación nacional, ahora también se convirtió en el núcleo de la imagen musulmana de la historia.

    Inicialmente, esta lucha estaba dirigida contra los judíos y la hegemonía anglosajona-estadounidense como némesis. La progresiva radicalización ideológica y social y la islamización llevaron finalmente a una extensión a todos los »infieles«. La «cuestión palestina» juega aquí un papel importante, porque reúne todas las fases de esta lucha.

    Las similitudes entre el nacionalismo árabe y el sionismo.

    El nacionalismo árabe y el sionismo tuvieron un punto de partida muy similar: una mezcla de socialismo y nacionalismo combinada con algunos principios del pensamiento marxista difuminado (socialismo sionista que tratamos el otro día), de descolonización y basada en ciertas formas de ateísmo que trajo el socialismo real tan relevante en aquella época. En ese momento era la mezcla ideológica más fuerte, la verdadera vanguardia política. Todos, judíos o árabes, querían ser nacionalistas a favor de la descolonización y en cierto grado socialistas según el modelo europeo, para crear así una nueva sociedad. La mayoría de los intelectuales creían que esta era la etapa final de la historia. El temprano y fuerte antijudaísmo sionista fue una consecuencia de esto como contraposición diferenciadora, en tanto los planes y programas sionistas eran dicotómicos con los nacionalistas árabes.

    Lo que sucedió a continuación fue una divergencia: mientras que los israelíes desradicalizaron y desarrollaron el sionismo y redescubrieron el judaísmo, a los árabes y musulmanes les sucedió lo contrario: se radicalizaron cada vez más y eventualmente terminaron en el nihilismo terrorista típicamente yihadista. Así que perdieron la imagen de sí mismos y de sus tradiciones aún más que antes, siendo igual que la reforma protestante una revolución que revindica la tradición, pero al no existir dicha tradición produce una Revolución dado que las cosas ya no son nunca como en la supuesta Edad de Oro. Debido a esto, a fines de la década de 1970, Israel se estaba volviendo cada vez más judía y los árabes se estaban convirtiendo en unos entusiastas internacionalistas en favor de una forma de yihad global que relativizaba la pertenencia tribal, nacional y étnica.

    Para entender este desarrollo, uno tiene que tomar una perspectiva histórica y considerar que, por ejemplo, en la década de 1940 una persona joven educada podía ser socialista, islamista, nacionalista árabe, etc. al mismo tiempo. Las diferentes ideologías son el resultado de un proceso histórico que comenzó más tarde. Las personas que más tarde se convirtieron en los fundadores del Partido Baaz, el nacionalismo árabe, la Hermandad Musulmana, el nacionalismo sirio y el nacionalismo palestino procedían del mismo origen. En ese momento no había líneas divisorias claras entre todos estos grupos.

    La narrativa presentada al principio, según la cual la derrota en la Guerra de los Seis Días representa una importante línea divisoria en el pensamiento ideológico, es por lo tanto errónea. La derrota de 1967 no debe entenderse como un punto de inflexión, pero el islamismo que surgió después no es más que una continuación de los métodos de revolución armada en el mundo islámico aplicado bajo influencia polítca ajena.

  • Israel, sionismo, nacionalismo y realismo político.

    El sionismo en su origen, como proyecto nacional romántico e idealista, se distinguía entre todos los movimientos similares en más de un sentido: mientras que otros proyectos eran opciones entre diversas tendencias (tradicionalismo, socialismo, anarquismo, liberalismo) el sionismo fue progresivamente hegemónico en los judíos no asimilados tras el nacimiento del nacionalismo europeo dado el aumento del celo asimilador que construyó los Estados-Nación homogéneos en Europa.

    La Europa del siglo XX en este sentido estaba bastante avanzada en ese proyecto tras el liberalismo decimonónico y el nacionalismo anterior.  Esto convirtió al sionismo no solo en un proyecto nacionalista, sino en un imperativo de supervivencia entre grupos dispersos, con diferencias insalvables (los judíos en Rusia no eran exactamente iguales que los alemanes o los sefardíes).

    En segundo lugar, debido al primer punto, el sionismo era inherentemente un nacionalismo en oposición al modo prevaleciente de nacionalismos construidos sobre la autorrealización de las naciones en Europa (Alemania, Italia, Francia, Rusia, etc.) y más tarde en Oriente Medio.  Es decir, el sionismo era romántico con fines de no disolverse en la amalgama nacionalista europea construida sobre las ruinas del más «plural» Estado absolutista y feudal, no con fines de autoengrandecimiento.

    Tercero, las circunstancias históricas: El sionismo era romántico con fines de supervivencia, no con fines de engrandecimiento propio. El sionismo forzó comienzos políticos reales inmediatos, imaginados por una clase intelectual literaria (románticos judíos), y solo mucho más tarde se estableció la militancia nacionalista que lo haría posible en el Protectorado Británico de Palestina mucho después de que lo ideológico y teórico los cimientos ya estaban puestos.  

    Esto resultó en que el sionismo fuera significativamente más internacional, favorable a una forma de democracia-liberal y menos propenso al tipo de chovinismo pagano del período de entreguerras que de la adoración de líderes y estatuas de hombres fuertes, normalmente hacía gala. Por último, y creo que para mí esto es lo más importante, el sionismo salió muy rápido del romanticismo y del modo especulativo de teoría romántica y se comprometió con la realidad real tal como es.  Este último punto es la principal diferencia entre el sionismo y todos los demás nacionalismos románticos que tienden a existir además de en perjuicio de la democracia-liberal a tener tendencia a la torpeza geoestratégica. 

    Mediante la cooperación de los judíos de todo el planeta, que influyeron en los gobiernos coloniales (Imperio Brity descolonizadores (URSS y EEUU), la organización de milicias con experiencia militar en la IIGM, consiguieron lo que no tenían desde hace siglos y construye la base de la geopolítica, el control de la tierra firme y un espacio donde un Estado judío es soberano. 

    A su vez, creo que para la quinta aliyá (oleada de 250.000 judíos aproximadamente en el marco del período de entreguerras de la IIGM al Mandato Británico de Palestina), los sionistas ya habían comenzado a sacrificar la teoría y la especulación intelectual por el bien de la realidad, una tendencia que se podría decir que irónicamente comenzó con el padre del romanticismo sionista, Theodor Herzl.

    Herzl mismo quien buscó convencer a la clase religiosa de que el sionismo es un compromiso entre las exigencias de la realidad y el ideal mesiánico. 

    Esto volverá a ocurrir varias veces en la historia de Israel cuando triunfó el realismo, como cuando las élites abandonaron gradualmente la idea de ser un país europeo, bastante inspirado por ideales socialdemócratas y socialistas (de hecho Stalin apoyó al socialismo sionista para contrarrestar la influencia británica en la región, a ser un país muy inspirado por ideales de libre empresa (en un momento que el socialismo real estaba en decadencia). 

    En este sentido, y no quiero hacer esto algo polémico sino viéndolo como alguien que lo observa desde la distancia y en parte desde la indiferencia, los líderes y activistas palestinos se harán un favor a sí mismos y aprenderán de Israel cómo sacrificar nobles ideas románticas por la realidad y no al revés.  Para hacer esto, los palestinos deberán dejar de depender de académicos e intelectuales, los delirantes más románticos de todos, y escuchar la razón. 

    De hecho, esto está dedicado a los occidentales, judíos y no judíos, que repiten sin cerebro la retórica de «etnonacionalismo malvado israelí» sin ningún interés real en comprender las complejidades de las ideas del nacionalismo y la identidad nacional moderna y su historia. Los israelíes están haciendo exactamente lo que creen sus élites que necesitan para sobrevivir en un entorno más o menos hostil.¿Las naciones occidentales no harán lo mismo si es puesta en duda su existencia? Esa debería ser la lección que deberíamos aprender de todo esto.

  • Cooperación económica y tecnológica germano-rusa: Las relaciones económicas entre Alemania y Rusia no son lo que parecen.

    Contexto geopolítico:

    Como siempre me gusta apuntar, La unidad occidental en cuestiones geopolíticas es un mito y, en primer lugar, podría no haber existido nunca. Vamos a ver porque, pero esto se encuentra bajo la hipótesis y desequilibrio constante que genera Alemania y su precaria situación geopolítica desde la formación del Imperio Alemán. Alemania, como nación cercada por franceses al oeste, por británicos en el mar, por rusos al Este, por italianos y austríacos en el Sur, le genera la necesidad de llevar una política de equilibrio continental.

    La posibilidad de un Eje Berlín-Moscú, nunca declarado, quizá con la excepción del Pacto Germano-Soviético, pero latente es una de las muchas formas de conseguir esto. Esto también ocurrió en el Tratado de Rapallo (1922) durante Weimar entre Alemania y la URSS. se comprometieron a desarrollar la cooperación económica bilateral, atendiendo a sus necesidades especiales. Alemania renunció también a reclamar los créditos concedidos en el pasado a Rusia, a cambio de obtener en la práctica el monopolio de la transferencia tecnológica para el aprovechamiento para la industria soviética. Una cláusula secreta permitió a Alemania entrenar a sus tropas en el territorio soviético y construir en Rusia las armas prohibidas por el Tratado de Versalles. 

    Obviamente, a día de hoy, polacos, bálticos, checos, ucranianos tienen el problema existencial más grave, están entre dos grandes potencias, Alemania y Rusia. Eso complica su supervivencia y necesitan disminuir la tentación germana de acercarse a Rusia. Rusia obviamente se retroalimenta en su paranoia de seguridad al ver que la frontera de la OTAN actúa y por hacer política de control de daños en su entorno cercano prefiere la inestabilidad a perder más espacio, con las externalidades que eso produce.

    El Eje Berlín-Moscú o París-Moscú es la pesadilla geopolítica de anglosajones (EEUU y Reino Unido), polacos, bálticos y centroeuropeos. A su vez otro motivo por el que polacos, centroeuropeos y bálticos mantienen línea dura contra Moscú es debido a que la tensión regional les sirve para garantizar la presencia estadounidense en el continente, que por lo demás, en el último lustro demostró ciertas reticencias a sostener la defensa europea, exigiendo una contribución acordé al peso de las naciones europeas, pero que en último término es un garante de su independencia.

    En este contexto un alineamiento Berlín-Moscú de cooperación económica, basado en la síntesis de intereses es algo que será saboteado por todos estos países sistemáticamente porque desequilibra el tablero europeo e inhibe a Alemania a liderar la contención frente a Rusia en favor de intereses económicos.

    La economía rusa y la economía germana son tradicionalmente compatibles. La primera tiene petróleo, recursos naturales y sobre todo energía abundante barata. La segunda tiene tecnología puntera, manufacturas y electrónica. El intercambio es simbiótico y suculento para Alemania porque le permite dar salida a sus productos. A cambio recibe energía de la cuál es intensiva en su uso para la industria y la cuál requiere para tener la hegemonía económica continental.

    Por ejemplo, durante la Guerra Fría, Alemania Occidental no solo fue el principal socio comercial de la URSS, sino también un representante de la importación tecnológica soviética sin pasar por las restricciones comerciales estadounidenses, esto será nuestro tema de hoy, matizando sin embargo, que haré saltos entre la Federación rusa y la Unión Soviética para demostrar una tendencia, que a día de hoy no sabemos si se mantendrá, pero que ha existido. 

    Relaciones económicas germano-soviéticas:

    Eso que afirmé hace un momento parece es algún tipo de conocimiento secreto. La narración que se presenta a continuación se basará completamente en un solo libro. «N. Krotov. La historia de los bancos extranjeros soviéticos y rusos, volumen 1». Es una colección de memorias de funcionarios bancarios soviéticos encargada por el banco ruso VTB.

    Consideremos los recuerdos de SM Bochkarev, quien fue Comisionado General del Ost-West Handelsbank en 1980-1985, Instructor del Departamento Económico del Comité Central del Partido Comunista Soviético en 1987-1988 y Presidente del Ost-West Handelsbank. en 1988-1993. Este banco se encargó del comercio bilateral entre el bloque del este y Alemania. 

    A principios de la década de 1920, la Rusia soviética necesitaba romper el bloqueo económico impuesto por lo que se denominaba «potencias capitalistas» vencedoras de la Primera Guerra Mundial. En 1922 logró establecer contactos diplomáticos con Alemania. Alemania renunció a las reclamaciones de compensación por la propiedad alemana confiscada durante la revolución con la condición de que otros extranjeros tampoco recibieron compensación.

    En 1922-1941, las transacciones de la Alemania soviética se realizaron a través del Garkrebo (Garantie und Kredit Bank Fur den Osten), que pertenecía al Gosbank soviético (banco central soviético). El ascenso de Hitler al poder no detuvo el comercio bilateral, pero sí lo hizo obviamente el ataque alemán a la URSS en 1941. El banco Garkrebo fue cerrado y los activos fueron expropiados cuando empezó la guerra germano-soviética.

    Con la derrota de los nazis en 1945, el Banco Garkrebo fue restaurado y se reanudaron sus actividades. Inicialmente fue el único banco soviético en la zona soviética de ocupación antes de la construcción de los países del Pacto de Varsovia. Pero mientras que en 1922-1941, Garkrebo, con sede en Berlín, podía operar libremente en toda Alemania, ahora estaba limitado a la RDA (la Alemania socialista).

    Desde fines de la década de 1960, los contactos comerciales entre la URSS y Alemania Federal (la capitalista) comenzaron a crecer nuevamente. Se reanudaron las actividades de Sovag (servicios financieros), fundada por los soviéticos, y también se abrieron nuevas empresas como Rusalmaz (Comerciaban por Mayor de Maquinaria, Equipos y Suministros), Plodimex (agroindustria), lo que es más importante, Transnautic (transporte marítimo).

    A través de la subsidiaria de Transnautic, «Transglob», con sede en Hamburgo, los soviéticos eludieron las restricciones estadounidenses sobre la exportación de computadoras a la URSS. Fueron importados a Alemania e instalados en Hamburgo. Usando estas computadoras, Transnautic Transglob reguló el envío de contenedores soviéticos en todo el mundo.

    El proxy soviético en Alemania que importaba las computadoras fue un tema de grandes batallas burocráticas a fines de la década de 1980. El Departamento de Comercio argumentó que la seguridad de los EE. UU. no se vio comprometida, mientras que el Departamento de Defensa se opuso a esa tesis en una línea más dura.

    En general, el grado de autarquía y autosuficiencia de la URSS se exagera enormemente en el discurso público, en la mayor parte de materias puede ser que lo fuera, pero nunca completamente autárquico (toda economía necesita comerciar) o autosuficiente, siendo muy dependiente de la importación tecnológica en algunos casos. Sin embargo, las fuentes de esta importación variaron a lo largo del tiempo.

    Cooperación occidental con los soviéticos: 

    La participación de otros países como los Estados Unidos con el bloque soviético fue menos relevante aunque no podemos obviar completamente. Otro ejemplo anterior es como Stalin encargó a Albert Kahn Associates, con sede en Detroit, que gestionaría con sus diseños parte de la construcción de más de 500 complejos industriales soviéticos clave. La mayoría de los proveedores y contratistas eran estadounidenses. Alemania fue importante en este esquema en gran medida como proveedor de máquinas herramienta y equipos eléctricos.

    Después de la Segunda Guerra Mundial, la exportación tecnológica de los EE. UU. a la URSS no se cerró por completo, sino que se restringe a poco y fue superada por la creciente exportación a Europa occidental (y parcialmente de Japón). Ilustremos esto con el ejemplo de la planta de camiones Kamaz.

    Siguiendo la tendencia soviética general de hiperconcentración e hipercentralización de la industria (y bueno, de todo) con el objetivo de priorizar la producción en masa y la economía de escala, la planta de Kamaz no se construyó como una planta de camiones. Fue construido como «La planta de camiones» que cubría casi todas las necesidades de exportación y consumo interno de la URSS.

    Kamaz fue anunciado como un gran proyecto industrial socialista (стройка социализма). Y, sin embargo, según un informe desclasificado de la CIA, el proyecto se basó en gran medida en equipos occidentales: de EE. UU. (504 millones de dólares) y de Europa Occidental + Japón (757 millones).

    La producción de Kamaz era bastante sofisticada y dependía mucho de las importaciones. Las fundiciones fueron diseñadas por Swindell-Dressler, la línea de montaje de motores por Ingersoll-Rand. La mayor parte de la operación de la planta estaba controlada por computadora, por ejemplo, la fundición, por IBM 370.

    Efectivamente, el embargo estadounidense de 1981 creó algunas interrupciones y retrasos. Pero no detuvo la producción. ¿Por qué? Los soviéticos lograron adquirir el equipo y las piezas de repuesto en otros lugares, generalmente en Europa Occidental y Japón. Encuentro esto fascinante porque parecía existir cierta dependencia tecnológica soviética del exterior. El sistema de producción sovietico era como una planta enorme que es un cuello de botella importante, en las cadenas industriales y de suministro soviéticas por ejemplo con el prácticamente único productor de camiones en la URSS, que utilizaba tecnologías, equipos y componentes extranjeros de última generación como era el caso de Kamaz.

    A pesar de la Guerra Fría, la URSS logra comprar parte de la tecnología de su archienemigo, los EE. UU y en parte de Alemania. Sin embargo, Europa occidental y Japón suministraron mucho más. Cuando EE.UU. impuso su embargo en 1981, la URSS logró eludirlo con éxito, en gran parte a través de proveedores y representantes europeos.

    Cortar toda importación tecnológica de Occidente debía y seguramente sigue siendo una prioridad para socavar los esfuerzos militares rusos por los estadounidenses. Eso incluía y seguro incluye no solo bloquear la importación de nuevos equipos y el mantenimiento de los suministrados, sino también desconectar el software occidental (=alemán) en su industria militar. Está cuestión, sin lugar a dudas es una gran fuente primaria no solo para la economía soviética y hoy en día rusa sino también para su cultura empresarial y administrativa, y una muestra de un secular problema, la importación de tecnología.

    El uso masivo de máquinas y software occidentales, específicamente alemanes, en la industria militar rusa, incluidos misiles y cohetes, no es un secreto. Se muestra abiertamente en la televisión rusa.

    Cooperación germano-rusa en la actualidad:

    Las discusiones sobre las capacidades militares rusas pasan por alto un elemento crucial: su total dependencia de la importación tecnológica. Y viceversa, los debates sobre las relaciones UE-Rusia pasan por alto la dependencia económica de tantos productores europeos de la exportación tecnológica a Rusia como de la importación de energía europea frente a Rusia.

    El extraño comportamiento de Alemania y su indecisión durante la guerra en Ucrania podría tener más sentido si consideramos que las economías alemana y rusa son sorprendentemente compatibles, lo vemos claro con las limitaciones a exportaciones de armas por los países más hostiles contra Rusia. De hecho, la grande empres manufacturera de la economía alemana puede haber sido un gran benefactor de necesidades para la Federación rusa de Putin antes de la guerra:

    1. Putin empieza a reforzar y reorganizar el ejército ruso.

    2. Inyecta efectivo en el complejo industrial militar ruso.

    3. Compras masivas de máquinas, herramientas y componentes, siendo Alemania el principal proveedor de máquinas-herramienta para la industria rusa y específicamente para el programa de modernización de Putin.

    Los productores industriales alemanes presionaron a su vez al gobierno alemán para que se acercara a Rusia. El caso claro es el de Christian Thönes de DMG MORI (fabricante de maquinaria y bienes de cápital), 2015: 

    «Estamos trabajando de manera muy eficaz en la construcción de relaciones con los políticos rusos y tratamos de influir en los políticos alemanes»

    A su vez, en el otro lado de las partes:

    Mulino comenzó en 2011 fue el punto culminante de las reformas de Serdyukov (Ex ministro de Defensa de la Federación Rusa). Dos cosas que debe entender sobre el ministerio de Serdyukov:

    1. Ningún otro ministro de defensa se centró tanto en el ejército terrestre.

    2. Ningún otro ministro de defensa estaba tan ansioso por importar soluciones listas de Occidente.

    Los medios rusos fueron bastante abiertos al respecto en ese entonces. Vea un artículo de 2011 de kp.ru que reza «Los alemanes llegaron a Mulino. El mayor campo de entrenamiento militar ruso será reconstruido por una empresa alemana».

    Bases militares rusas y colaboración alemana.

    Ahora este tipo de cosas pueden sonar raras. En ese entonces era normal. Rusia realmente comenzó a ocultar su grado de cooperación con socios occidentales (principalmente alemanes) solo después de 2014. Dicen que Rheinmetall lo «reconstruyó». No del todo cierto. El centro Gorohovetsky en Nizhny Novgorod Oblast es el más grande de Rusia. Pero se volvió obsoleto. Así que se creó un nuevo de fabricación alemana muy cerca de él, pero en un nuevo campo. Era más fácil construir desde cero que modernizar.

    En septiembre de 2021, Vladimir Putin visitó Mulino para ver la fase principal de las maniobras estratégicas ruso-bielorrusas «Oeste-2021». Pocos meses después, las mismas tropas fueron enviadas a Ucrania.

    Mulino, una base militar en Novgorod se terminó en 2020, los últimos envíos de Rheinmetall, empresa constructora de la base datan de 2019. Ahí los rusos podrían tener el centro de entrenamiento a nivel de la OTAN al que Putin asistió el año pasado.

    Hubo imágenes en aquel momento de Putin llegando a las maniobras de West-2021 (ejercicios rusos y bielorrusos) con el Ministro de Defensa Shoygu y el Jefe de Estado Mayor Gerasimov. El letrero decía: «Putin llegó a la fase principal de las maniobras en el Óblast de Nizhny Novgorod». De hecho. El único centro moderno de construcción occidental en Rusia se encuentra ahí. Klaus Eberhardt, quien firmó el acuerdo para construir Mulino en 2011 como director ejecutivo de RheinmetallAG, una importante empresa armamentística germana fue uno de los promotores.

    La maquinaria de guerra de Putin depende en parte de suministros de todo el mundo, especialmente . En casos muy raros tenía proveedores de equipos tan exóticos como Turquía, Brasil o China. Sin embargo, la mayoría del equipo es occidental/Japón/Tigres,  lo más importante, alemán, no es chino ni completamente propio, aún cuando tiene sin lugar a dudas más material propio que la mayor parte de potencias intermedias del mundo. Ninguna otra nación tiene una responsabilidad tan masiva y tan directa en la preparación del ejército de Putin para esta guerra como Alemania, esto seguramente para los otanistas será algo parcialmente oculto porque Alemania es un socio muy relevante. En este sentido, encuentro la postura alemana bastante cínica, aunque como suelo decir, moral, política y negocios no se llevan bien.

  • Generaciones en Europa del Este: sobre la Generación post-soviética.

    Cuando hable de la generación soviética en la publicación “Los boomers soviéticos: Generaciones en Europa del Este.” alguno pudo pensar en acusarme de promover temas de conversación pro-occidentales y ser anti-ruso por ser un poco duro, sin duda, con esa gente, aún reconocer sus virtudes y dejando de lado que algunas personas parecen incapaces de ver el mundo con algún matiz y recurren a las narrativas en blanco y negro del bien contra el mal, también es una reacción divertida cuando se considera que la generación soviética en realidad ni siquiera se ve a sí misma como rusos o ucranianos o bielorrusos para el caso. En esa época se creó una identidad extendida que supera esa identificación regional. Se ven a sí mismos como soviéticos ante todo y su lealtad y verdadero amor es por una ideología y un proyecto políticos muertos, no por el país en el que terminaron cuando todo se derrumbó.

    Incluso hay todo un movimiento de prosoviéticos que se niegan a reconocer que son rusos y agitan sus pasaportes soviéticos, diciendo que la URSS nunca se disolvió formalmente, por lo tanto, siguen siendo soviéticos y no rusos a su parecer. No solo porque estas personas sean antioccidentales porque Occidente es supuestamente un proyecto imperialista, capitalista y burgués en contra de su patriotismo socialista, no significa que no sean patriotas rusos pero eso es subsidiario de esa identidad soviética.

    Sin embargo, algunas calificaciones más y equívocas primero: las generaciones generalmente se recuerdan y evalúan en función de la cultura y las actitudes que producen. Dicho esto, siempre hay miembros de la cohorte generacional que no participan en la cultura definitoria de su tiempo. A veces, forman una subcultura distinta que se opone a la cultura dominante de su tiempo. Las excepciones a la regla general, sin embargo, son solo eso. Recuerde que nos permitimos generalizar sobre este temas por una buena razón de intentar construir algo, y las mismas reglas deben aplicarse a mis generalizaciones aquí.

    Entonces, después de los soviéticos, tuvimos la primera generación «libre» (y cuidado con el término porque se las trae) que llegó a la edad adulta madura mientras vivía en las ruinas de la Unión Soviética o pasaba su adolescencia disfrutando de la libertad para todos que fueron los años 90 (lo digo irónicamente ya que la debacle fue terrible en muchos aspectos). Estas personas generalmente tienen entre 30 y 50 años ahora. Si tuviéramos que comparar los valores y el comportamiento de esta generación postsoviética con generaciones similares en Occidente, tendríamos que ver a la Generación X como una plantilla útil para comparar y contrastar. Por un lado, a ambos grupos de la Generación X les encantaba la música rock y se lanzaron de lleno a la autolesión nihilista al estilo el ambiente español de los 80. La experimentación con drogas y una especie de plataforma política de «quemarlo todo».

    Por otro lado, los miembros de la Generación X del Este europeo eran muy pro-capitalistas y de libre mercado y se apresuraban de una manera que sus contrapartes occidentales siquiera podían imaginar, esto se convirtió en el impulsor clave que define a esta generación y sus valores. Con el colapso de la Unión Soviética, había esta idea general en la cabeza de la juventud de que ahora era una oportunidad de oro para finalmente prosperar a nivel individual. Mira, en la Unión Soviética, no había un camino real para ganar dinero que no incluyera la membresía del partido y una habilidad especial para la malversación, o alguna actividad turbia y de alto riesgo. Ahora, sin embargo, había una sensación de que el saqueo iba a ser democratizado y la Generación X del Este se frotó las manos con entusiasmo y se lanzó de cabeza para tratar de ganar su parte.

    Esta es también la razón por la que, personalmente, me refiero a ellos como la Generación post-soviética. En ruso se usa a veces el término de «generación Barriga» con mayor frecuencia para referirse a los traficantes, pero también se usa para los estafadores. En contraste con el estereotipo de matón musculoso y tatuado que simplemente saca dinero a golpes de la gente, «el barriga» no hace ese tipo de acciones, generalmente comete menos formas físicas de crimen. Ser un criminal, actuar como un gángster y hacerse rico o morir en el intento fue el grito de guerra literal de una gran parte de esta generación, ayudados por los ideales occidentales en cultura popular que estaban tan ansiosos por adoptar y seguir sin pensar. Muchos murieron en el camino, pero algunos lograron robar algo para ellos y sus seres queridos.


    Para ser justos, toda la FSU ( estados postsoviéticos) en ese momento era básicamente un cadáver saqueado por buitres y carroñeros, y el orden social colapsó en gran medida una vez que una facción del partido gobernante decidió contribuir y ayudar a Occidente a detonar la estructura anterior (social, institucional y económica). Tomemos el crimen organizado, por ejemplo, que se convirtió en una profesión legítima porque, bueno, todos, desde la KGB hasta la mafia georgiana y el Partido Nomenklatura, lo estaban haciendo. ¿Podemos culpar a una parte significativa de la juventud por tratar de entrar en acción también?

    Personalmente, creo que es una especie de comportamiento comprensible en el páramo postapocalíptico que fue la FSU. Pero como parte de su rebelión contra la Unión Soviética, también fueron a la guerra contra su familia soviética socialmente conservadora y sus valores. Traficar con drogas, quemar y revender CD de punk rock y rap de gángsters, engañar a una abuela para que se fuera de su apartamento, fumar cigarrillos baratos y vomitar en las paredes, colarse en una fábrica y robar el cableado de cobre en las paredes, todos los pasatiempos favoritos de la juventud rebelde que luego fueron inmortalizados en canciones y versos por sus bardos de punk rock y gangster rap.

    ¿Alguna vez has oído hablar de «Gopniks» soviéticos y la infame «parada de gop»?

    La parte “GOP” es un acrónimo que se refiere a barrios de vivienda subvencionados por el gobierno. Sus residentes comenzaron a ser referidos como Gopniks y sus pasatiempos favoritos eran abordar a peatones al azar y exigirles cigarrillos o semillas de girasol. Sin embargo, entregar un cigarrillo o dos no era garantía de que no lo molestaran. Por lo general, como dice la leyenda urbana, uno tenía que responder de cierta forma codificada y una respuesta “correcta” que podías dar era que no fumabas porque eras deportista.

    Es difícil expresar con palabras cuán desmoralizada estaba toda la población del espacio post-soviético en ese momento. La Unión Soviética se había enfrascado en una guerra ideológica con el Occidente capitalista que habían perdido repentina e inesperadamente sin siquiera presentar batalla. Eso significó que, literalmente, todo lo que se promocionó ayer quedó desacreditado hoy. A la generación soviética de la que hablamos el otro día en particular, le costó mucho aceptar que la propaganda burguesa occidental sobre los gulags y la historia real y sin censura del sangriento ascenso al poder de los bolcheviques tenía más que una pizca de verdad.

    La juventud, sin embargo, lo aceptó con celo y se convirtió en ardiente anti-Sovoks (más al respecto en la publicación sobre la Generación soviética) hasta el extremo. Esto significó que también disfrutaron con entusiasmo de todo lo demás que Occidente tenía para compartir con Oriente simplemente porque estaban completamente desencantados con los ideales de la generación de sus padres. Desarrollaron una fijación en favor o por todo lo occidental y eso significó que nadie evaluara críticamente lo que fluía hacia el país en ese momento; mientras fuera occidental, se consideraba bueno. Las noticias occidentales mentirosas y desacreditadas fueron aceptadas acríticamente por ellos; después de todo, tenían razón sobre los crímenes de la Unión Soviética, ¿no es así?

    Eso claramente significaba que eran los buenos y se les debería confiar en, digamos, los crímenes de los serbios contra… bueno, contra quienquiera que fueran acusados de ser malos en ese momento. Y esto se aplicaba a todos los asuntos sociales, políticos y económicos apremiantes del momento. Hasta el día de hoy, la generación post-soviética o «Barriga» alberga un cariño por Estados Unidos y Occidente, a quienes ven como libertadores que los liberaron de las garras de la URSS (y los asfixiantes valores conservadores de sus padres). Si bien esto ha ido cambiando (ligeramente) debido a los acontecimientos que rodearon a Crimea y ahora a la guerra en Ucrania, muchos aún siguen desmoralizados y apoyan todo lo que hace Occidente y critican sin cesar a «Rashka», un epíteto insultante lanzado contra su propio país.

    Pero se equivocaría si supusiera que estas personas eran completamente “liberales” en el mismo sentido en que entendemos a los liberales en Occidente. Si bien la generación post-soviética generalmente quiere realizar un culto de carga de culpa e importar Occidente al por mayor al espacio post-soviético, si no simplemente mudarse allí para siempre, eso no significa que sean como los progresistas modernos que se flagelan por ser blancos y desprecian toda la cultura occidental previa, no están en un proceso de revolución cultural de la misma forma que los occidentales. Mira, esa es la parte divertida: la generación post-soviética, para su crédito, son generalmente racistas (lo que entiende un occidental educado por racista si lo prefieres) en parte debido a su rechazo a la plataforma de propaganda oficial soviética «Amistad entre pueblos» y debido a su experiencia vivida con inmigrantes salvajes y hostiles de Asia Central y el Cáucaso que fueron desatados sobre una población soviética desprevenida y postrada después del colapso de la URSS.

    Un clásico de culto en Rusia que representa bien la cultura de los años 90. Lo que es peor, los prisioneros del enorme archipiélago de campos de la Unión Soviética también fueron repentinamente liberados/soltados en una población desprevenida y respetuosa de la ley. Había, para ser justos, indudablemente, «Zeks» (prisioneros) que según a quién le preguntes no merecían ser encarcelados en primer lugar, pero también había, indudablemente, criminales duros que merecían su sentencia de trabajos forzados o que se habían vuelto salvajes durante su condena. Estos prisioneros ya estaban siendo liberados durante el breve reinado de Gorbachov, pero el goteo se convirtió en una inundación bajo Yeltsin, quien, al parecer por lo que pasó, se aseguró de vaciar las cárceles para infligir el mayor terror posible a la gente. Esta afluencia de Zeks en la sociedad contribuyó significativamente al surgimiento de la cultura gángster en Rusia y al mal comportamiento de la Generación post-soviética.

    En el lado un poco menos sombrío, en comparación con las generaciones más jóvenes, es mucho menos probable que la generación soviética se despierte con respecto a la cuestión de conflicto étnico porque, gracias al sistema de pasaporte interno de la Unión Soviética, las poblaciones no rusas del imperio soviético se mantuvieron segregados en sus propias repúblicas.

    El único contacto real que el ciudadano soviético promedio tenía con algo diferente era con el vendedor exhotico y pintoresco en el bazar o en las películas soviéticas, donde se los representaba como tipos excéntricos pero lo suficientemente amigables que se enorgullecían de brindar hospitalidad a cualquier invitado soviético que pudiera visitarlos. Como resultado, los soviéticos prefieren recordar las relaciones raciales de esta manera y se niegan tercamente a que la realidad los “empape de rojo”, pensando que el crimen y la depredación terminarán tan pronto como se restablezca el socialismo y las diversas etnias se vean obligadas a entrar en una comunidad que trascendía esa particularidad.

    Una famosa comedia soviética llamada “El(la) prisionero(a) caucásico(a)” representa las tendencias etnicistas de algunos rusos. Un punto interesante que vale la pena mencionar: si señala lo que Occidente realmente representa hoy en día y destaca cuán sombría es la situación para los hombres occidentales que básicamente son abiertamente odiados por sus propias empresas, medios, gobierno, esposas, etc. cruzar un muro de negación. Cualquier crítica a Occidente, incluso viniendo de un joven que vivió allí, se convierte en otra mentira sovok más, que ellos, ilustrados como son, se niegan a considerar siquiera por un momento.

    Mira, Occidente es una utopía y Rashka es Mordor. Fin de la discusión. La generación post-soviética, sin embargo, es arquetípicamente liberal en el sentido de que cree que tener los puntos de vista políticos correctos los hace moralmente superiores a todas las demás personas y generaciones. A pesar de que la generación de sus padres (con todos sus defectos, es cierto) generalmente posee los rasgos que asociamos con personas moralmente rectas, los miembros de la Generación X creen que odiar a Stalin y Brezhnev les da carta blanca para comportarse como mejor les parezca y reivindicar la superioridad moral.

    Una conversación típica con un Gen X’er es algo así:

    «¿Ves estas zapatillas? Los tengo de Polonia. No puedo conseguirlos aquí. Conozco a un amigo que lo consiguió barato allí. No como aquí en Rashka. En ese momento, sus padres escuchan la conversación y se entrometen.»

    «En la Unión Soviética, teníamos zapatos maravillosos. Solíamos hacer todo en la Unión Soviética. Ahora… todo es basura extranjera. Que bardak. Vi a alguien tirando basura el otro día en el parque. La gente no tiraría basura en la Unión Soviética. ¡Serían enviados a la cárcel por tirar basura! ¡O no pagar su pasaje en el autobús! Una mano fuerte: ¡así es como lidias con el crimen!»

    Esto irrita a los Gen X’ (60-80) quienes en algún caso sonarían así:

    «De lo único que hablas es de enviar a alguien a prisión. Ustedes, los sovokos, quieren enviarnos de vuelta a la Edad Media. ¿Zapatos? ¿Me estás tomando el pelo? Tuvimos que hacer cola para conseguir zapatos. Recuerdo que moviste algunos hilos con tu amigo de la KGB en el pasado para conseguir unos zapatos italianos importados. ¿Qué ocurre? ¿Entonces la fábrica de zapatos soviética no era lo suficientemente buena para ti?»

    Esto enoja al Sovok, quien niega la existencia de líneas como regla.

    «Sólo la producción agrícola de nuestra región fue de 77 mil toneladas de trigo y cebada. ¡Tuvimos un aumento del 17% en urazhai (cosecha) solo en 1982! ¿Cuántas hectáreas se están arando ahora? Importamos todo. ¡Todo! Ahora que se ha mencionado la comida, el debate amistoso está a punto de convertirse en una discusión en toda regla. «.

    Estamos en la zona de peligro, amigos:

    «¿Recuerdas a Misha? Trabajó toda su vida en un kolkhoz (granja colectiva) y viste cómo terminó con su vida. Indigente. Ebrio. Al menos ahora pagan salarios. Lo que tenías antes era mano de obra esclava. Y te mudaste a la ciudad y viviste allí toda tu vida, por eso puedes permitirte idealizar el koljoz. Acabas de llenar tu cabeza con películas de propaganda soviética y crees que esto refleja la realidad. Despierta.»

    Una mano golpea la mesa:

    «¿Y es esta una manera de vivir la vida ahora? ¿Has visto la forma en que se visten las chicas? Los jóvenes de los autobuses y del metro van con esos aparatos pegados a los oídos. ¡No hablan con nadie! ¡Ningún respeto por sus mayores!»

    Ahora lo ha hecho.
    .
    «¿Por qué no enciendes la televisión y te quedas dormido con canciones de cuna de propaganda del Kremlin como sueles hacer? Yo prefiero vivir en el mundo real.»

    Es fácil decir simplemente que estas personas vendieron su propia herencia a Occidente por un tazón de avena, jeans azules, Burguer King y promiscuidad sexual, pero, sí, la generación post-soviética se vendió a sí misma y a las generaciones futuras por productos occidentales y oculta su codicia y vanidad con una narrativa en la que son luchadores por la libertad y disidentes perseguidos. Tenían pocos hijos, si es que tenían alguno. La creciente tasa de divorcios y abortos explotó absolutamente como resultado de su actitud ebria de fiesta del fin del mundo. Los tiempos eran difíciles en los años donde eran jovenes, pero nadie les puso una pistola en la cabeza y los obligó a ser lo que considerarían las generaciones previas como «degenerados» Podrían haber soportado estoicamente su mala situación. Podrían haber encontrado un compromiso con sus padres en lugar de arremeter violentamente. Pueden recuperar la sobriedad en cualquier momento incluso ahora y darse cuenta de que el sueño de los años 90 ha muerto y que ahora en el Este y más concretamente en Rusia están en una nueva realidad.

    Lo que es peor, hasta el día de hoy, muchos en esta generación se niegan a considerar el hecho de que podrían haber sido engañados o atrapados como un ratón en una trampa. Es mucho más fácil considerarse libertadores y rebeldes políticos anticomunistas ardientes que luchan contra el Stalin en su propia familia que se pasa los días en el sofá viendo Netflix.

    Al igual que su contraparte demográfica en Occidente, no hay muchos de estos muchachos y, en general, han tenido un bajo rendimiento como generación, dejando su huella principalmente en la música y la cultura underground. Mentalmente, muchos de ellos siguen atrapados en los años 90, que recuerdan como una época dorada de libertad, rebeldía y oportunidad económica que les arrebató Putin, el sinvergüenza soviético.

    No tengo ningún problema en admitir que muchas de sus críticas a la Unión Soviética puedan ser verdaderas, de hecho suelo tener alergia a la admiración de un sistema político en concreto, más uno que ha caído, es decir que no ha sido eutaxico para previr en sentido político a lo largo del tiempo. Pero, ¿cómo odiar ciegamente al país de uno y actuar de manera destructiva beneficia a alguien que no sea la gente que te quiere muerto? Parece que nunca tienen una respuesta esa cuestión. Esto es algo que nos ocurre a los españoles con nuestro país, y a cierta parte de esa generación post-soviética también, aunque en una forma que es, aún a día de hoy, funcional para estructurar oposición a los regímenes no alineados con Occidente.

    La cultura y la cosmovisión es política, tiene implicaciones si esa tendencia puede tener cuotas de poder, por eso quizás las élites de otras generaciones en el caso de Rusia han sido y serán escépticas de confiar en cuadros con estas tendencias, que de ninguna manera podemos considerar monolíticas, pero que han estado presentes desde los primeros momentos en esta zona de Europa del Este.

  • Sobre el Aborto en Estados Unidos de América.

    Los últimos cinco años le han enseñado al mundo que el liberalismo y sus consecuencias no es un destino inevitable, un «destino» o una trayectoria lineal, no estamos predestinados a ningún fin de la historia en particular y podemos triturar sus ídolos, blasfemar contra su pseudoreligiosidad progresista, negar sus valores, destruir sus referentes y difamar a sus partidarios.

    El debate a nivel de objeto y simbólico, que normalmente es el centro de la política sobre el aborto en el liberalismo, como muchos debates, es honestamente menos importante para mí que el simbólico. El Juez Roe que defendió la constitucionalidad del aborto en EEUU es por ejemplo un ídolo de los liberales estadounidenses y, por lo tanto, debe ser destruido y difamado en tanto influye indirectamente en las políticas públicas en España e Hispanoamérica.

    No necesariamente se tiene que ser conservador para sostener esta posición contraria al progresismo. De hecho, la cuestión del aborto siempre se destila en términos individualistas, pero se tritura fácilmente desde una posición materialista tal y como han planteado otros antes si destruimos el dualismo cartesiano que le subyace y dejamos de separar mente y cuerpo, haciendo que colapse la idea de que tú cuerpo es propiedad de tí mismo (dado que esta idea presupone que tú mente/alma posee tú cuerpo y no que tú cuerpo eres tú), generándose el resto de conclusiones lógicas a partir de esta impostura en la que tú mente posee el cuerpo que posee el feto como parte de tú cuerpo y no un sujeto potencial a parte, que como es obvio no puede sobrevivir fuera de una contraposición de argumentos pero no de un ataque a los fundamentos de ellos, creando verdaderas excepciones sin principios.

    Sobre la complejidad de la cuestión del aborto:

    Obviamente, para los que están a favor y están en contra los argumentos filosóficos no tienen sentido, normalmente se utiliza una dicotomía autonomía y libertad versus asesinato. Esto es una simplificación burda que presupone un montón de cosas. Por un lado en el caso de los primeros se presupone que la autonomía y la libertad de acción son bienes por sí mismos, sin atender a los fines, en el segundo es decir, en la posición en contra se presupone una serie de argumentos más complejos y metafísicos.

    La tesis de que el embrión ya eran plenamente humano desde el momento mismo de la concepción, momento en el que aflorarían las distinciones se sexo masculino y femenino. No se volvió en cambio al traducianismo de los maniqueos (aceptado por San Agustín), es decir, a la tesis de que el alma de los hijos era un simple retoño de la raíz –tradux– misma de los padres. En este caso no cabría el aborto desde la concepción.

    El ulterior descrédito de esa posición metafísica determinó el retorno a la tesis de la animación retardada, tesis en la que se basa la ley española del aborto de 2010 que es similar a la de los Estados Unidos (una tesis, como vemos, que tiene muy poco de moderno y mucho de arcaico, sin perjuicio de la inconsciencia de los científicos que la han avalado), donde el feto empieza a no ser susceptible de aborto excepto bajo algunos supuestos a partir de los 3 meses, momento a partir del cuál se le considera persona y no se le puede abortar.

    La vida del germen, embrión, feto o infante, procede por tanto de los padres, sin que ello requiera establecer la tesis de una continuidad sustancial que no respetase la independencia y autodeterminación del nasciturus. Sin embargo, siempre se mantuvo como tesis de fondo la de la continuidad de los padres y de los hijos, y esto favorecía la tesis de la humanización en el momento de la concepción (contra la tesis de la animación retardada), porque, como ya había advertido San Máximo, en el siglo VII, si el alma humana no se uniera al cuerpo en el momento de la fecundación, no podría decirse que los padres engendran a un ser humano, sino acaso a una planta o a un animal.

    En realidad, el momento de la concepción – el que corresponde a la teoría de la animación instantánea–, cualquiera que sea el punto en el que se sitúe (¿en el punto de la fusión de los gametos en el cigoto?, ¿a las pocas horas de la penetración del espermatozito en el óvulo?, ¿en el momento de la constitución del blastocisto gastrulado como individuo viviente, a los catorce o quince días de la gestación?), es el criterio más firme (por no decir el único), desde una perspectiva materialista, para establecer la frontera inicial que separa en la práctica los medios anticonceptivos de los abortivos. Cualquier otro momento o plazo es arbitrario, y podría decirse hoy lo que decía Isaac Cardoso, en su Philosophia libera (1673), que «no hay un solo mes en el espacio de los nueve meses del embarazo en el cual varios autores no crean que es infundida el alma racional».

    ¿Por qué no a los siete meses, o incluso más allá de los nueve meses, como sostuvieron Herófilo Alejandrino o los estoicos, cuando defendieron la tesis de que el alma humana sólo se une al cuerpo en el momento en el que el recién nacido respira por primera vez, y por tanto es independiente y deja de ser parte de la madre? Cierto es que Inocencio XI, el 2 de enero de 1679, condenó esta doctrina, a la sazón defendida por el rabino Saúl Mortera y Juan Marcos, médico de Praga (algunos averroístas aún retrasaron más el punto de aplicación del criterio del comienzo de la personalidad humana de la criatura, y lo pusieron en el momento en el cual el infante aprende a decir padre y madre). Por otro lado, ni valoramos los argumentos psicologistas de simple deseo o no deseo del nonato por parte de sus padres porque, aunque el occidental no esté acostumbrado a ello (según Spengler por el Alma Fáustica), el triunfo de la voluntad no puede ser un fin en si mismo o un argumento moral.

    Consecuencias prácticas del aborto:

    Como vemos, la cuestión es un embrollo en todo orden de cosas. Lo más probable es que el resultado de la fertilidad sea un aumento ligeramente mayor en los nacimientos en las zonas donde los Estados lo prohíban ya que las mujeres de menor formación/ingresos ahora tienen más probabilidades de dar a luz, y posiblemente las de más ingresos recurren a irse a Estados de EEUU donde sea legal en momentos más avanzados de la gestación. Esto seguramente supondrá a largo plazo impulso de la futura circunscripción demócrata más fiel (negros, que utilizaban más extensamente la interrupción de la gestación).

    En el lado de la curiosidad, los europeos, una vez más, se «entretienen» desmesuradamente con las guerras culturales estadounidenses, lugar Europa donde la cuestión no está ni en discusión fuera de los países del Este con gobiernos conservadores de tendencia americanista. Como español, tristemente me recuerda constantemente cuán insignificante es la política en otros países occidentales y hasta qué punto esos lugares viven indirectamente a través de la política americana. A su vez, no digo que el nivel del objeto no importe, el aborto es horrible, pero hay un nivel de matices al respecto la cuestión que aunque uno se posicione en contra al respecto lo realmente existente, no puede hacer una enmienda a la totalidad, el problema es que la cuestión no es una discusión racional, es una victoria espiritual y moral de ambos bandos.

    En EEUU se asumió benignamente que cosas como Roe vs Wade eran hitos permanentes en la historia y nunca podrían revertirse.  Sin embargo, no hay un «fin de la historia». Parece cada vez más plausible que la «sociedad liberal (progresista) occidental» alcanzó su punto máximo hace algunos años y ahora está cada vez más en declive debido a cómo la digitalización ha exacerbado el intenso conflicto de identidad, combinado con el impacto cada vez más insatisfactorio de un sistema económico que mercantiliza (incluso las relaciones más puras e íntimas) y las vuelve simples transacciones encubiertas en pura propaganda liberal (en un sentido americano).

    Por otro lado, aunque los efectos de esa cuestión serán difusos y difíciles de analizar y de vislumbrar, si Estados Unidos quiere perdurar como Imperio necesitan mantener la pirámide poblacional. Los europeos en este sentido no tenemos solución, pero EEUU, que mantiene una demografía más saludable puede que consiga abordar esto mejor con este tipo de medidas.

    Lo único positivo para el antiamericanista confesó, quizás es que como consecuencia del fallo de la Corte suprema es que EEUU se polarizará más, no sólo en el tema del asesinato/aborto de bebés nonatos, sino en temas de libertad sexual y todo tipo de cuestión transgénero/LGTB. También puede observarse como una reacción (tardía) de los elementos más conservadores, o como una acción premeditada para polarizar políticamente de forma definitiva a los Estados Unidos. 

    Un ejemplo de dicho faccionalismo secular en un país con poderes intermedios (Estados federados), subsidiarios (corporaciones, lobbys, think tanks) y alternativos al de simplemente el legislativo y del Gobierno (Gobierno federal), es el de sus burócratas y gerentes con autopoder. Por ejemplo, autoridades del el Pentágono han declarado que no se reconocerá ninguna ley de aborto promulgada como resultado de la decisión de la Corte Suprema en los Estados federales que eventualmente limiten el aborto.Esto es un ejemplo de un centro de poder tratando de centralizar autoridad.

     “Estoy comprometido a cuidar de nuestra gente y garantizar la preparación y la resiliencia de nuestra Fuerza. El Departamento está examinando esta decisión de cerca y evaluando nuestras políticas para garantizar que sigamos brindando un acceso continuo a la atención de la salud reproductiva según lo permitido por la ley federal” decía el Secretario de Defensa.

    Obviamente los progresistas siempre, de primeras, se han negado a reconocer la ley en EEUU en un sentido estricto y en cambio, sistemáticamente tratan de quebrar los poderes intermedios cuando tenían el poder federal, que normalmente servían chivos expiatorios en el caso de las causas progresistas para aumentar el poder del centro frente a la resistencia periférica más conservadora. Lo hicieron con el movimiento de los derechos civiles, con la ley del matrimonio de personas con el mismo sexo, lo están haciendo negándose a hacer cumplir la legislación de los Estados de la Unión, y lo van a intentar hacer ahora con el aborto. La derecha, sin embargo, es tan ilusa que aún pudiendo hacer lo mismo jamás acepta esa tesis por su menor ambición o por su empeño a seguir perdiendo (solo vean que lucha conservadora fuera de mantener el Imperio bajo un presupuesto de 800.000 millones de dólares ya triunfado aún cuando el Imperio es algo bipartidista).

    .

    Curiosamente, EE. UU. básicamente se ha ido «europeizado» en la ley del aborto (como lo está haciendo en muchas otras facetas de la vida), aunque sí, hay que decir que hay una mayor variación, hay gente que sostiene posiciones como la de Polonia y más a favor de limitar el aborto, y a la vez, que sostienen posiciones en todas las cuestiones sociales como la de Países Bajos (bastante prograsistas). Suena sin embargo idealista que los estadounidenses que ni siquiera pueden superar su adicción a las drogas (ya sea a nivel individual o colectivo con políticas públicas) o las pastillas (epidemia de opiáceos) para dormir impulsadas por las corporaciones creen que pueden hacer que su gobierno garantice el derecho al aborto (o lo límite efectivamente) o prevenga la violencia armada (ya sea con mayor o menor control de armas), algo que tanto para un lado (de las posiciones facciosas) como para otro acaba siendo disfuncional por la cantidad de lobbys funcionando, que evitarán por conservadora o por progresista una buena legislación.

    Es solo la simplificación del problema lo que me desconcierta. A menos que se haga para incitar disturbios, la cuestión no tiene sentido. Muchas personas ni siquiera lo están pensando bien y no están tratando de entender realmente todos los aspectos y las consecuencias. Durante mucho tiempo he sido crítico con el movimiento pro-vida por no estar dispuesto a abordar las cuestiones más difíciles y más amplias de la revolución sexual. Sin embargo, creo que es un gran punto ciego.  El aborto es, en gran medida, un síntoma de una sociedad en concreta. La mercantilización de toda la mano de obra de la sociedad solo es viable si existe aborto, esto es un fenómeno más multifactorial que lo que se suele presentar.

    Muchas veces se dice;  «¡Prohibir el aborto se trata de CONTROLAR a las mujeres!»  Nadie me ha demostrado todavía cómo esto aumentaría el «control» sobre las mujeres, sea lo que sea que eso signifique. De hecho es otro argumento de autonomía que creo que significa bien poco y desvía el debate moral hacía una abstracción más.

    ¿Qué ha ocurrido realmente?

    A su vez,, la pregunta de muchos es lo siguiente: ¿El aborto se volvió completamente ilegal en los EE. UU. o está permitido sólo por razones médicas?¿Se ha prohibido en todo el país como dicen algunos medios?

    No, no es ilegal, simplemente lo convirtieron en un problema estatal frente a la solución federal previa, por lo que se aplican las leyes estatales. Depende totalmente de los gobiernos estatales por ahora. Si estás en California, puedes abortar en unos estandares más laxos que los europeos; en Mississippi son 15 semanas; en Wisconsin está totalmente prohibido debido a una ley del siglo XIX que no revisaron. No, es mucho más complicado que eso.  Anteriormente, EE. UU. operaba bajo el derecho consuetudinario inglés que consideraba el aborto como homicidio después de la etapa de era aceptable y legal si se producía con anterioridad a que la madre sintiera el feto (quickening).  Después de que la embriología mostrara que la vida comenzaba en la concepción, varios estados comenzaron a trasladar esta prohibición a esa etapa del embarazo.

    En la década de 1970, la Corte Suprema decidió que, por alguna razón, las mujeres tenían un derecho constitucional al procedimiento de aborto hasta más tarde, lo que obligó a todos los estados a permitir el aborto con muchas menos restricciones como generalmente tenía Europa.  Apoyo prohibir el aborto pero hay casos especiales que lo pueden requerir espero que agreguen excepciones por razones médicas, el aborto es malo a nivel estructural porque la natalidad se desploma en países con cada vez menos niños, el problema es justificar esto en el plano ético (que no moral, ya que el culmen en este sentido de la moralidad es la supervivencia del grupo, mientras que éticamente caben habitualmente justificaciones psicologistas e individuales de todo tipo). Estoy de acuerdo con las excepciones por la vida de la madre, esto es muy fácilmente defendible a nivel ético, sin embargo, las condiciones médicas de esta naturaleza se pueden predecir de antemano, siendo virtualmente ficticias en una gran parte de los casos.

    Para acabar, y cerrar la cuestión en la década de 1990, un nuevo caso casi anuló ese fallo, pero encontraron una forma de preservarlo alterando la base de este. Desde entonces, varios estados introdujeron más restricciones hasta llegar al día de hoy. Lo que la Corte ha dictaminado ahora es que no existe un derecho constitucional al procedimiento, por lo que es puramente una cuestión de decisión del gobierno de turno, en este caso, los gobiernos individuales de los estados de EE.UU, esto encarnará en consecuencia un causes belli entre las facciones en el país americano, por lo que ahora tendremos una situación en la que el aborto estará prohibido en aproximadamente la mitad del país y legal en la otra mitad, con algunos en una especie de sombras de gris o con una legislación intermedia. El tiempo dirá, sin embargo, el empeño de los demócratas para someter a los Estados republicanos a la legislación estatal puede ser un factor clave, y está claro, que será en último término una fuente de conflicto y un argumento que los demócratas aprovecharán para aumentar la intervención federal centralizando así poder.

  • Sobre las Democracia realmente existente: ¿Reforma, Reacción o revolución?

    Es importante entender que la democracia liberal se sostiene mediante el consenso, los períodos de disenso interno y fragmentación real extrema no se pueden sostener por un régimen de este tipo sin sacrificar mitos liberales. Ejemplos históricos abundan, desde la IV República Francesa abolida por De Gaulle, Weimar (abolida por Hitler) hasta la II República española (que terminó en guerra civil). En las democracias liberales de posguerra la regla de un solo partido es la norma (aún cuando exista diversidad de partidos los planes y programas difieren poco en lo que respecta a los fundamentos del sistema) dado que nuestras élites saben que no pueden permitirse la libre concurrencia política. De hecho la gente que quiera entender necesita ver a la clase política como una sola entidad, existen límites para atacar a la oposición. 

    La mejor manera de entender esto es que las partes representan diferentes intereses dentro de la superestructura que no difieren en los fundamentos (democracia liberal, multipartidismo, rito democrático de votaciones periódicas, apariencia de existencia de sociedad civil bajo el entramado institucional público-privado). La clase experta por otro lado y los gerentes (públicos y privados) es el grupo que conforma tanto el estado administrativo como los académicos en universidades, asociaciones, corporaciones y think tanks.  Un liberal bienpensante creerá en estas personas como la herramienta de control respecto a los políticos, esperando influir bajo la abstracción de la «voluntad de la gente» a través de los políticos en las políticas públicas.

     La cuestión es que de hecho, los administradores son una propia clase, su propio bloque de poder con sus propios intereses.  Los expertos y profesionales que llenan la administración y los think tanks suministran la agenda a los políticos. Los políticos no representan al pueblo, representan a su propia clase y a los gerentes que los sostienen.

    Los políticos son de hecho la cara política de la clase experta y gerencial.  Cualesquiera que sean las facciones que luchan por ascender dentro de la clase experta, lo hacen principalmente a través de los políticos.  Hay ciertas creencias básicas que tienen casi todos dentro de la clase de expertos. Por otro lado los «administradores» tienen sus propios intereses, pero son un grupo difuso que en su mayoría ha estado compitiendo entre sí dentro del entramado de los partidos políticos. Esto hace que los partidos no sean herramientas de participación política como reza la Constitución española del 78, sino como agencias de colocación de cuadros, durante los últimos años han estado sorprendentemente unidos.

    Volviendo a sus creencias suelen ser una liberalidad en lo que respecta a cuestiones culturales (y da igual aquí que sean Conservadores o Progresistas, del P.Demócrata o Republicanos, del PSOE o de VOX), junto también con una creencia en el poder de la técnica para resolver todos los problemas.  Todo lo que se resuelve son los detalles, las prioridades restantes y el ritmo al que se implementa su agenda. El papel del votante es simplemente proporcionar legitimidad a la voluntad pública, legitimidad en origen frente a la legitimidad por resultados que quién les escribe defiende.Esta clase cree que está actuando en el mejor interés del pueblo, sus opiniones expertas son la verdadera voluntad del pueblo.  Por lo tanto, ven sus planes expertos como “democráticos” y los de sus enemigos como «antidemocráticos».

    Cada pocos años los expertos presentan propuestas a través de los políticos que luego son votadas por el pueblo en un plebiscito.  Este plebiscito legítima entonces “el plan” de los expertos tal como lo presentan los políticos. Así se cuadra el ciclo de manera periódica, por eso puede que ocasionalmente perciban que nuestro sistema va en piloto automático y nadie que participe en él puede hacer nada para cambiarlo. Por esto también hay que decir que los candidatos que no son aprobados por la clase experta son generalmente denigrados y señalados como enemigos y amenazas. También es por eso que todas las partes parecen tan iguales junto con el hecho de que parece que nadie representa los intereses de la gente. No pueden representarlo, son de otra clase con su propia dinámica interna.

    Deben entender que la población no está representada por nadie y no puede estarlo porque los sistemas institucionales están hechos para ello (da igual si es democracia formal de Trevijano o un sistema proporcional europeo). Tu voto simplemente legitima/refuerza el dominio de la clase gerencial y política sobre tú vida. Los políticos están jugando un juego de guerra interna dentro de su propia clase, alejados de cualquier contacto contigo y los temas que te importan. Es simple, tenemos un solo partido dividido en facciones.

    La mayoría de los Demócratas y Republicanos de Estados Unidos por poner el ejemplo de la principal democracia-liberal son el «Partido del Establecimiento». No hay solución política electoral. Como sea que llegues a esa idea, esa es la clave. Creo que es útil que la gente se dé cuenta de que los políticos representan a la burocracia, los gerentes, al cabildeo de cargos, no al pueblo.

    Por otro lado esto nos lleva a la conclusión de reforma y revolución tan típica que ya planteó Lenin (que es útil aunque uno no sea Marxista-leninista). La reforma puede servir para mantener parte de la superestructura intacta y reorganizarla para otros fines. La reforma, no es viable porque el poder en las democracias occidentales no se encuentra en el gobierno per sé o al menos no exclusivamente, tal y como hemos dicho antes, sino que está distribuido entre el centro y los intermediarios. Si no puedes tomar buena parte del sistema, es decir hacer un proceso de reforma con un grado alto de centralización, y que esto no derive en contingencias geopolíticas (en tanto las potencias a tú alrededor teman un cambio político que suponga una supuesta amenaza de seguridad) es algo descartable.

    Obviamente ha habido procesos de reforma exitosos en tiempos pretéritos, pero partieron de grados de centralización política sustanciales (que permitan un golpe de timón) y no fueron en una democracia liberal. De hecho, algo que realmente enfurece a la élite liberal occidental sobre China es que se reformó con éxito. China no se reformó a través de otra revolución o elecciones, sino por gente en la cima que decidió reformar por el bien del país.  Eso expone el proyecto liberal como una mentira. Si China no fracasa, todo el mundo sabrá que el proyecto liberal es una mentira.  No solo puedes desarrollarte sin el liberalismo (algo que ya sabíamos igualmente ya que casi todos los países se han desarrollado con planificación nacionalista) sino que la reforma es un proceso de arriba hacia abajo, no el producto de que «el pueblo» se convierta en un instrumento de los intereses liberales occidentales que odian a los habitantes occidentales por no ser suficientemente sofisticados y progresistas.

    Por otro lado, podemos quizá aferrarnos a las nociones de reforma de nuevo a las instituciones disfuncionales que sirven como entidades de control político puede ser incoherente como estrategia por su carácter plural y disperso. El estado, el capital, la academia, las élites gerenciales, etc. están demasiado arraigados en la constitución material. Quizá empezar de nuevo (purga política) es la mejor opción, pero incluso eso es un problema ya que supone una pérdida de capital humano sin precedentes, de hecho es mejor entender las purgas políticas como una desconfianza entre el centro y los mandos intermedios de la administración, cuerpos de seguridad, funcionarios entre otros. Como es lógico crear un Estado de la nada desde una revolución y organizarlo alrededor de una nueva figura de autoridad, ya sea una coalición de partidos, un partido único o una figura carismática crea muchos problemas, mucho conocimiento institucional (derivado de la costumbre y la acción administrativa prolongada) puede perderse, y muchas veces cuando hay una revolución/golpe se crea de una Guerra Civil.

    La única solución que parece viable fuera de la purga, por otro lado, es un esfuerzo coordinado de reforma de políticas, agitación e infiltración / subterfugio en todos los niveles utilizando las instituciones existentes para una reacción/revolución cultural, la cuestión es que este punto introduce el problema de que es una reforma y una revolución a la vez, y es muy difícil mantener la cohesión del grupo disidente sin sufrir una purga por el sistema de seguridad existente. Esta idea, que quizá me gustaría extender en el futuro parte del hecho de que el diseño y la administración del estado es sólo una ciencia entre muchas. La transformación de la sociedad no comienza y termina con este campo, y luego se extiende instantáneamente y sin esfuerzo a todos los demás. Se necesita una revolución/reacción (depende de si uno es reaccionario o revolucionario) separada y simultánea de todas las ciencias, disciplinas y áreas del conocimiento.

  • Realpolitk versus Hispanismo: Sobre el dilema de seguridad de España.

    Uno de los problemas de España no es tanto que la política exterior sea errada, sino que la política exterior de nuestro país sea no tener ningún plan y programa al respecto, fuera de cuatro vagos conceptos sobre cooperación internacional y multilateralismo (muy influidos por el idealismo en relaciones internacionales). Esto se debe a que España se encuentra secularmente centrada en cuestiones internas desde tranquilamente la época del liberalismo decimonónico en las posguerra de las guerras napoleónicas. A su vez, el hecho que las cuestiones estratégicas se tengan que pactar entre los partidos mayoritarios en la actualidad demuestra más aún dicha primicia de las cuestiones internas dado que se considera que no ha habido consenso al respecto en ningún momento (dado que seguramente no estuvo sobre la mesa en cualquier caso).

    Por otro lado, uno de los problemas de las democracias de partidos como la española es que si se da el caso que tienen que enfrentar a contingencias geopolíticas, necesariamente pueden adolecer de que la propia división interna (élites con poder estatal) pueda primar sobre la estrategia global exterior, generando una incapacidad de tomar decisiones y aplicar planes y programas centrados en los intereses en política exterior y en una pura Razón de Estado por la dinámica política interna.

     Con esto quiero decir que existe una débil posibilidad de hacer política interna con la política exterior cuando la política exterior tiene poco valor para los políticos de esta comunidad política dada, en este caso el Reino de España. En este contexto, nuestro principal rival regional no declarado y oculto bajo el idealismo de los políticos españoles es sin duda el Reino Alauí de Marruecos, que aprovecha estas vicisitudes internas para arañar espacio (tierra firme) y concesiones al Reino de España desde hace ya unas cuantas décadas.

    Marruecos como la némesis de la geopolítica española:

    Por otro lado, la política exterior de España se basa en actuar cuando los problemas ya están sobre la mesa, no se planifica y se tienen una serie de ideas generales y rectoras de lo que debe hacerse, generando bandazos como el caso de reconocerle el Sáhara a Marruecos a cambio de nada (que sepamos, quizá fue un chantaje).  Eso de hecho diferencia sustancialmente a Marruecos de España, España hace políticas en temas geoestratégicos de 4 años (si es que las hace), Marruecos las hace de al menos una generación (20-30 años).

    El caso de Marruecos, que como hemos dicho plantea sus planes y programas geoestratégicos en generaciones, y cómo podemos ver se deriva de la estructura de tomas de decisiones centralizada en el Rey, figura que persiste en el tiempo y que se asocia a que cada reinado tiene que conseguir o legar algo para el país.

    A nivel generacional Mohamed V su legado fue la independencia, la toma del protectorado español, el Cabo Juby, y la retirada de las tropas franco-españolas de la región: Hassan II consiguió retener el Rif tras disturbios por parte de los rifeños, consiguiendo a su vez con la Marcha Verde que los españoles cedieran el territorio del Sáhara Occidental y los acuerdos de Madrid, que le hacían avanzar en sus posiciones, consiguiendo así consolidar la posición de Marruecos en el Norte del África Occidental.

    Parte 2- Viendo el acontecer de los sucesos en los últimos años, Marruecos con Mohamed VI, bajo esa idea de entregarle en cada reinado algo a su pueblo, el Rey seguramente tratara de consolidar la posición en todo el Sáhara, disputar las aguas territoriales que le pueda arrancar a España, y quizás en un futuro empezar a plantear una política a largo plazo para conseguir la soberanía de Ceuta y Melilla. El plan de la monarquía alauí cómo podemos ver es generacional bajo la idea rectora del Gran Marruecos, siendo un ejemplo de largoplacismo orientado a la lucha por el espacio (terrestre y en menor medida marítimo) como fin de la política exterior. 

    Muchas han sido las protestas ante la debilidad de los planes y programas españoles en cuestiones geopolíticas, que algunos afirman que no existen, y otros cómo yo creen que existen pero se basan en una serie de ideas heredadas especialmente de la escuela liberal en Relaciones Internacionales que busca sistemáticamente disuadir a Marruecos y evitar las tensiones existenciales del Reino Alauí con Argelia mediante la cooperación, respeto a tratados e interdependencia, y no como un planteamiento serio de balanza de poder en el que la disuasión es parte del planteamiento. Algo sin embargo que daría para una publicación independiente. 

    En este sentido un sector crítico, aunque quizás no menos idealista con los planes y programas geopolíticos en Relaciones Internacionales es el hispanismo como grupo de individuos heterogéneo que defienden una especie de revisionismo al respecto yo puedo coincidir (en el planteamiento revisionista) de la idea de España como Estado-Nación contemporáneo. 

    Hispanismo como ceguera geopolítica o un problema de jerarquización de intereses para España.

    En otro orden de cosas, conectando nuestro dantesco presente en marcha con la historia de nuestro país, decir que en España se ha dado en los últimos años una cierta idea de volver a dar prestigio a la idea de España y su proyecto universal, más como una idea académica difundida entre varios grupos de redes sociales, YouTube, grupos académicos. Esto ocurre bajo la idea no de una España alineada con la idea de una Europa sublime, que a visión de estos únicamente hace que ahondar en sus problemas internos, y que en algunos casos genera una visión pesimista y negrolejandaría de nuestro país, buscando una realineación con Hispanoamérica y en algunos casos la Iberofonía (Hispanofonía y Lusofonía), que con diversas graduaciones y matices dependiendo el interlocutor va desde la idea de cierta integración geopolítica española con los países de herencia hispánica hasta simplemente que estos sean parte del centro de la política exterior española.

    Decía Gustavo Bueno que España se había construido como empresa universal. Mi problema con el hispanismo, y aquí estoy dando una opinión, como idea y como proyecto universal, no es tanto con el relato subyacente sino por las implicaciones prácticas que está tiene, dado que su consecución práctica implica el peligro de una deficiente jerarquización de intereses de España por un proyecto universal hispánico o iberofono de difusos resultados, que inhibiría a España de centrarse en sus necesidades geopolíticas más inmediatas, que es su supermacía naval en el Estrecho de Gibraltar, la recuperación del territorio nacional gibraltareño y la creación de un colchón de seguridad con Marruecos para prevenir las ambiciones irredentistas del país norteafricano en nuestro prejuicio.

    Parte 4- Por otro lado, aunque España pueda tener afinidad cultural con los países americanos, esto no parece ser en muchos casos algo mutuo, y aún siéndolo una r eso no beneficia a España a priori más que a nivel cultural o de poder blando (con el hecho de atraer mano de obra y una reconexión cultural como producto de estos hispanoamericanos en territorio peninsular), dado que en otro orden de cosas estos países (España y las naciones hispanoamericanas) apenas compartimos interdependencia económica, ni integración militar, de intereses, legislativos e incluso de formas de hacer institucional tras varios siglos de separación forzosa por las vicisitudes ocurridas entre las guerras napoleónicas y la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico bajo el poder ascendente de los Estados Unidos de América.

    Quizás, y aunque esto es algo difícil de plasmar realmente, el único interés geopolítico que puede compartir eventualmente la España Peninsular con Hispanoamérica es la reducción de la supremacía de los Estados Unidos de América, que ejerce, sobre esta serie de países una dura sumisión geopolítica, producida en el caso de Hispanoamérica durante el momento posterior a las independencias, y especialmente con el auge de la Doctrina Monroe americana que pretendía reservar ese espacio geopolítico americano a su férreo control. En el caso de España, la sumisión producida en algún momento entre el Régimen de Francisco Franco y sus tratados de Madrid con la República de los Estados Unidos que permitieron presencia en el contexto de la Guerra Fría de las tropas estadounidenses y el vasallaje definitivo producido a la entrada de España en el momento de la entrada de nuestro país a las estructuras militares de la Alianza Atlántica (OTAN) y al bloque de la por entonces Comunidad Economía Europea como invento conveniente para los Estados Unidos para pacificar su recién dominado continente Americano (y evitar nuevos enfrentamientos entre Reino Unido, Italia, Alemania y Francia como potencias continentales europeas).

    Parte 5 – Iría más lejos al respecto, cualquier tipo de idea de hispanismo choca con 3 realidades:

    1- España es un Estado-Nación, su vocación imperial de formar parte de un bloque extra-mediterráneo y Atlántico yace en el fondo del mar por la mera situación de supervivencia en la que se ha visto reducida la geopolítica española.

    2- La vocación imperial de España perjudicó sistemáticamente la metrópoli que no realizó un proceso de acumulación originaria que desarrollo las fuerzas productivas nacionales y de movilización dónde se necesitaban en pro de gestionar una empresa universal. Esto con la invasión napoleónica y las tropas británicas en territorio peninsular solo empeoraron las cosas.

    3- Cualquier afinidad con un país americano de habla hispana no nos da más rédito que una Alianza basada en puro realpolitik con Argelia para conseguir la supremacía regional en Norte de África Occidental y garantizar nuestros intereses de seguridad y energéticos más inmediatos.

    Teniendo en cuenta esto y desde un punto de vista de realismo ofensivo/defensivo y considerando un hipotético dilema de seguridad de España en el que o bien se trata de contrapesar y aislar a Marruecos realizando una alianza defensiva con Argelia, algo que el gobierno de España parece trabajar por hacer imposible, o conseguir un entorno internacional seguro en el que las potencias la OTAN no reconozcan como bien parece estar ocurriendo las demandas de seguridad de Marruecos sistemáticamente.

    Los intereses nacionales de España en este sentido pasan por o dejar en un segundo plano esta supuesta integración hispana que no generaría más que una realineación lejos de los intereses de España en el momento actual, tal y como suele ocurrir actualmente con la OTAN y con la Unión Europea, siendo únicamente los argumentos idealistas los que sostienen ese alineamiento y no algo tan tangible como la seguridad de España.

    Algo salvando las obvias diferencias ocurre con la guerra de Ucrania y la posición del gobierno español al respecto, que es una de seguidismo con las facciones de línea más dura como los británicos, estadounidenses, bálticos y del Este de Europa (frente a la posición más comedida de franceses y alemanes) en lo que respecta al entusiasmo de armar a los defensores de la guerra ruso-ucraniana, aunque a diferencia de estos países que es evidente que su interés nacional pasa por una Rusia débil, en el caso de España parece un salto de fe basado en una supuesta defensa de la democracia y no, una vez más en los intereses geoestratégicos de España que de ninguna manera están en esa parte del mundo. 

    Teniendo en cuenta cabe preguntarnos lo siguiente, y lo dejaré como una pregunta abierta: ¿Sería una idea de Hispanidad, basada en una supuesta coincidencia cultural bajo una idea de un pasado cultural, histórico y religioso común del interés nacional de España?¿En qué medida España sería beneficiada o coincidiría la pertenencia a una comunidad iberofona con su interés nacional, y en consecuencia un medio para el fin que es conseguir mejorar la posición española en el mundo? Esta pregunta es algo poco tratado pero creo que muchos entusiastas al respecto no se están planteando seriamente.

  • Orgullo e imperialismo de color estadounidense.

    Junio ​​es el Mes del Orgullo en España, Estados Unidos y en buena parte del occidente liberal. En Occidente, ya sea junio o no, el Orgullo como idea ahora proyecta una sombra e influencia muy larga sobre la política y la cultura popular. Hace veinte años, este no era el caso. En aquel entonces, los festivales del Orgullo eran simplemente un fenómeno cultural limitado de interés directo para una pequeña parte de la población. Hoy en día, es todo lo contrario, parece un ritual público de interés para las masas.

    En un corto período de tiempo, hemos desarrollado varias tradiciones nuevas y elogiadas del Mes del Orgullo. Uno de ellos es el testimonio de la señalización de virtudes paródicas horteras y limítrofes por parte de entidades gubernamentales y corporativas. Incluso el mismo Cuerpo de Marines de EE.UU. publicó una imagen del póster de la película de 1987, Full Metal Jacket , que muestra un casco de combate decorado con balas de colores del arcoíris, con la leyenda «nacido para servir» garabateado en él.

    Así, el Orgullo ha pasado de ser un tótem entre una minoría sexual a algo evangelizado con entusiasmo por el propio Estado, uno de los ídolos de religión de Estado occidentales. Esta cooptación abre la cuestión del “despertar progresista y el imperialismo”, mejor ilustrado por la imagen de una bandera del arcoíris ondeando desde un puesto fortificado de Estados Unidos en Afganistán antes de la retirada del país asiático.

    Para entender el imperialismo progresista, un buen lugar para comenzar es con el concepto de imperialismo en sí. El propósito del imperialismo, al menos en la práctica observada, es enriquecer rápidamente al núcleo imperial o llevar a cabo sus planes y programas, y la mejor manera de hacerlo es absorbiendo la riqueza y los recursos más allá de sus fronteras, en la periferia. Dejada completamente sola, Gran Bretaña es una isla fría y húmeda con una base de recursos común y corriente y en su mayoría agotada. Como tal, la Gran Bretaña del siglo X difícilmente fue el sitio de una alta civilización. Pero sentado sobre un imperio global, Gran Bretaña o el Imperio Británico podía controlar los recursos de una gran parte del mundo para su beneficio, que es exactamente lo que hizo.

    Este proceso tiene sus desventajas para aquellos en la periferia sujetos a las depredaciones del centro. También pueden beneficiarse al estar integrado en cadenas de valor globales, aunque esto es siempre relativo a muchísimas condiciones que habrían de analizarse de forma pormenorizada. Cualquiera que esté familiarizado con la historia sabe que China ha sido la civilización humana más avanzada o una de las más avanzadas durante la mayor parte de la historia registrada. La pobreza masiva del estado chino en los siglos XIX y XX, o el tiempo que ellos llaman «Siglo de las Humillaciones» solo puede explicarse en parte por la decadencia y la mala gestión de la dinastía Qing en su final. China se volvió pobre y atrasada solo después de estar sujeta al fin comercial de la ambición europea de riqueza y recursos.

    Esto es una característica, no un error. Dado que no todo el mundo puede ser rico, lo siguiente mejor es asegurarse de que las personas adecuadas se hagan ricas y que quienes pagan por ello estén obligados a hacerlo. Pero continuar extrayendo riqueza del exterior no es lo único que debe hacer un imperio para tener éxito; también debe gestionar el mecenazgo cultural, ideológico, científico y de todo tipo (resultaría imposible calcular cuánto gasta el Imperio americano en propaganda, pero apuesto que supera el medio millar de millones de dólares) tanto dentro como fuera de sus fronteras.

    El patrocinio imperial puede tomar muchas formas, pero la idea general es garantizar que solo suficientes personas tengan un interés personal en el mantenimiento de la riqueza y la gestión de los recursos asociados con todas las estructuras que eso supone. Cualquier imperio que fracase en esta tarea no solo creará lo que el historiador británico Arnold Toynbee denominó un “proletariado interno” —una masa de personas dentro de las fronteras del imperio que ya no obtienen ningún beneficio de su existencia— sino poderosos enemigos en el exterior cuyos objetivo será revertir el flujo de riqueza en favor de uno mismo y en contra del Imperio.

    Obviamente esto es matizable, a veces los imperios salen perjudicados por mantener zonas que los recursos destinados a sostenerlas son mayores a los beneficios, aunque esto es cierto complicaría más el argumento aunque bien es un tema, el colapso por sobreextensión que podemos tratar en el futuro.

    Es por esta razón que la depredación (junto con la generación) tiende a ser un elemento fijo de la gestión imperial, ya sea en la Roma del siglo III o en la China del siglo XI. Tanto en el contexto romano como en el chino, las tribus bárbaras marginales se integraron en estructuras de patrocinio y tributo para pacificarlos o integrarlos. Si eras un jefe germánico en algún lugar del Rin, tu legitimidad política a menudo se basaba en tu capacidad para distribuir metales preciosos, alimentos, tierras a tus propios hombres, más dado el carácter autofracionario de las tribus germánicas de aquella época. Si ciertos éxitos dejaban de llegar, te reemplazaba alguien mucho más agresivo o ambicioso, alguien que podía tomar lo que Roma ya no tenía ni el tiempo ni el dinero para dar.

    ¿Qué tiene que ver algo de esta historia con el “despertar del imperialismo” de hoy? De hecho, no hubo desfiles del Orgullo en el Chengdu del siglo III (al menos que sepamos), pero las críticas al imperialismo progresista tienden a centrarse en su lado ideológico; su arrogante fanatismo religioso; sus dimensiones burlescas; sus ambiciones totalitarias (en el sentido de ser completamente aceptadas, no en sentido práctico ya que el totalitarismo no es simplemente posible) de microgestionar las mentes y la imaginación de todos sus sujetos internos. A través de esta lente, el imperialismo progresista aparece como un modo de dominación humana nuevo e incluso más poderoso. Ya no es solo un imán de riqueza y recursos, es una herramienta de patrocinio político.

    Pero esto es tonto. Si uno acepta que un imperio debe mantener suficiente patrocinio para sostenerse a sí mismo, entonces el imperialismo progresista americano tal como es, equivale a imperialismo con un presupuesto suficiente para mantener todo este tipo de cosas en el mundo. Es el imperialismo de los pobres, uno que ya no puede permitirse enviar torques de oro incrustados de gemas a cada Adrej y Reinhardt al otro lado del Rin, y en cambio se las arregla con tópicos y moralismo. Puede haber algo de control ideológico ahora que el control militar y político directo no está tan claro, de eso no hay duda.

    Este punto se vuelve aún más obvio cuando se considera la suma total actual del peso diplomático estadounidense. Aquí, la situación es horrible; Washington está perdiendo terreno relativo (siempre digo relativo porque en términos absolutos Estados Unidos nunca ha sido más fuerte) en casi todas las partes del mundo. Está siendo despreciado e ignorado en Asia-Pacífico donde Beijing está expandiendo lentamente su influencia, en América de habla española ya no es el principal socio comercial de todos los integrantes de esa región. La India relativiza con más fuerza e incluso confronta dialécticamente a EEUU cuando le acusa de no seguir la prescripción de los Derechos Humanos (como consecuencia de su política ambivalente con Occidente y Rusia). Ha fracasado por completo en lograr que el mundo fuera de Europa y unos pocos estados clientes directos ricos y selectos en Asia se sumen a las sanciones contra Moscú. Está demostrando ser incapaz de evitar lazos más estrechos entre India y Rusia, y ha sufrido reveses humillantes en el Medio Oriente, con Arabia Saudita planteando abiertamente la idea de abandonar el petrodólar, algo que los saudíes le harán pagar caro dada la amenaza de Bien de volverlos unos «parias» con la prescriptiva negación saudita a sostener un precio del petróleo bajo como venganza contra Occidente. Hoy en día, Estados Unidos ni siquiera puede mantener la casa de la OTAN en orden, porque Turquía ha defendido abiertamente la no adhesión de Suecia y Finlandia.

    Antes, cuando Estados Unidos era más fuerte, hizo lo que hacen los imperios exitosos: los estadounidenses desviaron la riqueza, claro, pero también la distribuyeron. En los viejos tiempos, Europa y la Unión Europea fue una herramienta útil contra los soviéticos, razón por la cual Washington se encargó de subsidiar masivamente la reindustrialización de la mitad occidental del continente. El Plan Marshall y actos de beneficencia similares difícilmente fueron producto de un idealismo ingenuo, sino más bien de un realismo insensato para alejar a esas naciones del creciente campo socialista.

    Europa está una vez más en una lucha contra Rusia, pero esta vez no hay almuerzos gratis disponibles. De ahí por qué las élites estadounidenses y europeas se lamentan por la necesidad de “ hacer sacrificios ”, para frenar a Putin, lo que en términos reales equivale a sacrificar las economías europeas de las que EEUU se beneficia exportando gas. Nuevamente, esto tampoco es un idealismo ingenuo; es una vez más un realismo de cabeza fría por parte de los estadounidenses, dado el hecho de que ya no son lo suficientemente ricos o incluso funcionales para ofrecer patrocinio material.

    Todos los demás fracasos diplomáticos estadounidenses recientes siguen una lógica similar. En América del Sur, los chinos ofrecen mil millones de dólares para construir un nuevo aeropuerto, mientras que Washington podría desembolsar un millón para establecer una ONG para salvaguardar los derechos humanos y el aborto. En el este de Asia, Beijing práctica una diplomacia de cañoneras seria (y materialmente costosa), mientras que los estadounidenses, en respuesta, ofrecen unos cientos de millones de dólares para combatir el cambio climático y rastrear los barcos pesqueros chinos ilegales. Ankara está atacando a la OTAN porque siente que no está obteniendo lo suficiente de la alianza, y ahora le irrita tener que respetar las reglas establecidas por Washington. El cálculo estratégico turco hay que decir se basa en vicisitudes de política interna, es cierto, pero también en un contexto donde ve su cercanía con Occidente como un medio y no como un fin. Se puede convencer a Turquía para que permita que Suecia y Finlandia se unan, dice el presidente Recep Tayyip Erdogan, pero solo si se le paga suficiente tributo.

    Para los intelectuales insatisfechos con Occidente, el imperialismo progresista parece una nueva fuerza totalizadora e invencible para la dominación. Esto se debe a que muchos de nuestros intelectuales disidentes, de derecha e izquierda, pertenecen al público objetivo del proselitismo del despertar progresista: las clases medias y altas urbanas. Y nuevamente, en un nivel muy superficial, los objetivos teóricos del imperialismo progresista (la dominación y el control de la población sino de los recursos, pero también de la mentes) son mucho más grandiosos que las generaciones anteriores y la ambición imperial a este respecto es clara. Pero en realidad, tales ambiciones no significan mucho. Incluso las estrellas se expanden dramáticamente antes de colapsar sobre sí mismas al final de su ciclo de vida.

    El giro hacia la difusión de la moralidad en lugar de la difusión de la riqueza es, cuando todo está dicho y hecho, una celebración del inevitable declive. Y ese, en todo caso, es el verdadero significado del Mes del Orgullo Imperial.

  • Mitos sobre la planificación económica, secularización y progresismo.



    En el mundo religioso principalmente premoderno y los remanentes aún vivos de él, existe el imponente sistema de rituales y prácticas diarias, que era (y en algunos casos quizá es) tan inmersivo y estricto que se necesita un verdadero santo, filósofo, suceso catastrófico o casi profeta para poder penetrar ideas de escepticismo como las que tenemos a día de hoy, que desencadenan preguntas y amenazas existenciales reales, la llamada Noche Oscura del Alma (metáfora que describe una fase en la vida espiritual de un individuo marcada por un sentido de soledad y desolación) en este sentido es clara.

    Aunque quién os escribe no es religioso, quizás por una visión demasiado instrumental y maquiavélica de los sucesos humanos, no puede dejar de sorprenderse de este suceso en el que la persona se encuentra firmemente inmersa en un contexto, frente a las identidades endebles, frágiles y transaccionales que tenemos los que vivimos en una metrópolis occidental como es el caso de quién os escribe.

    En el mundo actual, en España y en otros lugares de nuestra civilización hay una cultura de consumo que todo lo engulle reemplazando pretendidamente y tratando de realizar la misma tarea. Los «tontos del pueblo» inmersos en la más estricta tradición de ayer son los consumidores más entusiastas de hoy.

    Estamos teniendo un falta terrible de santos y profetas (lo digo en un sentido metafórico y no literal), que sin embargo, se intentan crear o construir continuamente en nuestra sociedad contemporánea, a veces mediante propaganda política interesada (aunque ahora se utilizan abstracciones de todo tipo como los derechos humanos, la libertad, igualdad, empoderamiento, etc.), a veces por motivos menos claros bajo los nuevos mitos imperantes en la actualidad, que actúan como religiones seculares sin contexto.

    Este contexto, era lo que verdaderamente arraigaba al individuo (que como categoría es una creación ilustrada), frente ahora a su desarraigo actual perfectamente compatible con nuestro sistema que otras veces he llamado «capitalismo gerencial de planificación económica descentralizada para un hedonismo individualista». Es por eso que los ideales progresistas se adaptan tan bien al sistema económico existente, dado que son perfectamente compatibles con la idea de individuo sin contexto.

    Las relaciones públicas y el marketing son el principal medio que utilizamos para educar al público en este sentido, buscando una sustitución secular de organización de la vida bajo la mercantilización de los espacios públicos como forma de negociación. De hecho, buena parte de la cultura del común de los mortales, corresponde con los rituales performativos que en ocasiones nos retrotrae a las sociedades sin escritura, creando lo que otros han llamado como fetichismo de la mercancía. Esta es la razón por todo el mundo tiene un conocimiento enciclopédico de marcas, productos, televisión, series, música, películas, ‘temas de actualidad’, etc.

    A su vez, siguiendo con el anterior;
    El culto secularizado a la víctima y la reverencia gnóstica a los marginados y desfavorecidos (una de los mitos seculares más actuales) se movieron en una trayectoria escalonada desde la cultura occidental cristiana hasta la cultura liberal y progresista moderna. Puede que algo del marxismo, el ateísmo y el materialismo histórico fueran apropiados, pero esto es más residual y una aportación cristiana secularizada más que marxista.

    Esto quizás tenga su origen y es solo una hipótesis en uno de los giros internos más significativos que el judaísmo trajo a la historia humana, que es la profunda preocupación por los humildes, los marginales y las víctimas. Desde Gilgamesh (un rey) y Osiris hasta Aquiles y Odiseo, las figuras centrales que atrajeron la atención humana fueron deidades, semidioses, reyes, entre otros. Con el judaísmo y luego el cristianismo, esto se trunca y se empieza a admirar a figuras como hemos dicho humildes (un desarrollo que si les interesa podría hacer una publicación al respecto, aunque los temas religiosos no sean habituales aquí).

    El culto a la víctima secularizado (del progresismo, ya abstraído del contexto) también se convirtió en la única fuente que muchos pueden encontrar significado social y la única justificación moral para sus vidas. Ayudar a los oprimidos se convirtió en la religión personal de muchos. También lo son las empresas que declaran la inclusión y la diversidad, y no dicen que obtener ganancias, la razón de su existencia. No hace falta decir que las corporaciones y los negocios tienen tanto que ver con la vida de las minorías y los marginados por los que están concienciados como tenía que ver la ética de trabajo puritana con la piedad o la caridad (absolutamente nada).

    Esto sorprendentemente existe (está forma de falsa virtuosidad caritativa) en un ambiente que hace unas décadas se consideraba marcadamente contracultural en lo que respecta al ocio, una economía sin fines basada en nada más que quemar recursos, inventiva, pericia gerencial e inteligencia en trivialidades.

    En el aspecto económico, la división público/privado establecida, los regímenes liberales se aseguran de que las corporaciones y el Estado no puedan ser parte de ningún plan que no sea lograr una economía basada en el hedonismo individualista. La planificación se divide en esferas, con corporaciones restringidas a la planificación para satisfacer la «demanda del consumidor». Tenga en cuenta que nada de esto es sustancialmente diferente de cualquier otra economía planificada. Cada plan requiere implementación a nivel localizado y sectorizado. Ningún plan tiene una orientación holística y trascendental.

    El ‘capitalismo’ es simplemente una planificación que divide el estado (política) en esferas públicas y privadas que planifican de manera diferente y con fines diferentes, esta y no otra es la superestructura económica que permite funcionar a todos estos mitos, que curiosamente se combinan y funcionan simultáneamente con gran sintonía, desapareciendo la conexión entre información macro (normalmente estatal) e información localizada (de un sector económico.

    Esta diferenciación público-privado no genera disonancia cognitiva general porque el Estado crea el entorno artificial en la que permite que otras instituciones u organismos organicen la producción (y así se ahorra el esfuerzo administrativo de planificar en sectores de baja complejidad) confirmando como una profecía autocumplida los dogmas económicos liberales (que no son más que una solución vaga del Estado por inhibirse en múltiples facetas de la economía política).

    Todo esto esto ocurre desde la revolución industrial que requería mano de obra libre, que aún así convivía junto con remanentes de mano de obra atada a la tierra en algunas regiones de los países en vías de industrialización. Generado así, igual que en la actualidad una ambivalencia entre dos sistemas, uno medieval/moderno junto con uno contemporáneo, ocurriendo en nuestros días un símil también sistemas con planificación nacional en la que se integra información pública de escala o estatal con conocimiento localizado, junto con una parte sustancial de planificación privada (que solo busca teóricamente satisfacer necesidades del consumidor).

    Ahora muchos me consideran un duro conservador o un socialista (dependiendo la cuestión que tratemos), o cualquiera de l@# acusaciones típicas y habituales que hay en el entorno político «políticamente correcto», pero a este respecto me gustaría puntualizar lo siguiente:

    1- El conservadurismo no sabe la causa de sus problemas y a veces siquiera quienes son sus enemigos, ni el motivo por el que ocurren las cosas que ellos denuncian como indeseables. Sus posicionamientos son en la mayoría ilusos, idealistas e infantiles, quizás por una mezcla de ausencia de realismo político, mitos políticos heredados (especialmente de la Guerra Fría) y falsos enemigos (que únicamente existen en su imaginación como chivo expiatorio de sus derrotas).

    2- En el caso de estatalista, menos valor se le debe dar aún teniendo en cuenta que la mayor parte de desarrollos tecno-industriales desde antes de la Segunda Guerra Mundial han sido realizados bajo una planificación económica centralizada con un enfoque de dialéctica entre grandes Estados/Imperios, en la que el Estado ha intervenido de alguna forma (ya sea de forma explícita o implícita) introduciendo en la cuestión de la planificación no la «satisfacción de un consumidor» como fin, sino la seguridad nacional, tal y como puse el ejemplo de las grandes tecnológicas en la publicación de hace unos días (enlace).

    Este último entre otros es quizá uno de los mitos más importantes de los regímenes liberales cuándo se habla de economía. que cabría poner bajo una crítica feroz en el futuro.

  • Sobre la gestión de la verdad pública:

    El 90% de las cosas por las que la gente discute o no existen o no tienen importancia real en el debate, o bien porque ya están decididas, o bien porque son chivos expiatorios para avanzar políticamente. El siguiente nivel que desarrolla uno cuando lleva muchos años leyendo sobre política es que puedes convertirte en un «experto en desinformación», que es en su mayoría una parte nada despreciable del apartado de política nacional e internacional de los medios generalistas.

    ¿Cómo explicaría uno esa área de especialización? Pues básicamente trata de cosas que no tienen importancia, que no sucedieron o que no son ciertas. Es difícil calibrar esta tendencia escéptica, dado que uno siempre cae uno en la posibilidad de entrar en un escepticismo y nihilismo radical, o en una perspectiva foucaultiana en la que todo es poder.

    Realmente ejemplos se me ocurren y no precisamente pocos a este respecto sobre numerosas narrativas con relevancia social. Conceptos que tienen la palabra «(ismo)» como autoritarismo, fascismo, socialismo libertario, democracia y otros que no como libre mercado, sociedad, libertad, son buenos ejemplos de ideas motoras de la desinformación existente. 

    También creo que eso se debe a que al final no son términos de periodistas en un sentido estricto que buscan la verdad, son “gerentes de la opinión pública”. Un término que utiliza Walter Lipmann en su libro «Public opinion». El objetivo no es informar, es «gestionar la opinión pública», algo que bien podría implicar la idea de “gobernar es gestionar la imaginación de los gobernados” o “gestionar la verdad pública”.Todo esto obviamente tiene una explicación y encara una gran diferencia, el objetivo no es informar per sé, sino hacer pedagogía. Esa teoría la crearon los americanos para gestionar la inestabilidad interna en lo que se llamó democracia de masas.

    También plasma una gran verdad, y es que al público no le interesa la verdad ni tampoco tiene la posibilidad de gestionarla continuamente, necesita símbolos y esquemas mentales para explicar los sucesos. Cuando un periodista progresista aparece diciendo que un grupo político en cuestión perpetúa «agresiones contra la democracia» es un ejemplo de discusión sobre algo que no existe. Realmente es la lucha entre “los que me gustan o los míos” y los que “no me gustan o son de un bando opuesto a mí”. 

    A partir de ahí, y quizá caigo en el ejemplo simplista pero quiero que se me entienda, se construye todo el relato, dado que difícilmente el periodista sabrá que significa “democracia” y menos aún la población, pero todo se conjuga para hacer una función de gerencia de la opinión de la sociedad. 

    Todo en este sentido funciona en cierta manera como la propaganda de guerra, que convierte a todos los individuos de una sociedad dada en posibles recursos humanos para la empresa bélica. Esto, obviamente se puede utilizar, como verá cualquiera mínimamente enterado, para fines políticos, para apaciguar o encender el conflicto social, para desinformar o para elegir sabiamente los subterfugios mediante los que se gestiona la sociedad.

    Ahí y bajo esta asunción los medios bien podrían considerarse un anexo a los poderes del Estado formal, que sin embargo, por una falsa perspectiva liberal se trata de inhibir al poder de ser susceptibles de ser controlados, aún cuando la «gestión de la verdad pública» pueda ser en ciertas ocasiones una cuestión de máxima seguridad si como político de una potencia intermedia como España te importa que no te marquen la agenda desde fuera.

    Sobre la democracia y los gerentes: 

    De hecho, desde el advenimiento de los gerentes, la democracia realmente existente (y no la idea de democracia que es una especie de entelequia e idealismo) imaginan muchos, especialmente en los sistemas democráticos de masas del período de entreguerras, tal y como dice Lipmann, esta forma de gestionar la superestructura social atraviesa a todas las capas del poder. En este sentido, la democracia (como idea idílica de nuestras élites), para nuestras élites es demasiado importante para dejarla en manos de «la opinión de la población general”, siendo una crítica y una propuesta por parte de Lippmann que proponía que el rebaño de los ciudadanos debía ser gobernado por una clase especializada cuyos intereses fueran más allá de lo local. Esta clase estaría compuesta por expertos, especialistas, gerentes y funcionarios.  

    Los expertos, a quienes suele referirse como élites, serían una maquinaria de conocimiento que eludiría el principal defecto de la democracia, el ideal imposible del «ciudadano omnicompetente», ocupando puestos de decisión en la superestructura de poder que gestionarían en consecuencia la sociedad. Este y no otro es el sistema que las democracias occidentales, y en otras formas (con diferentes cadenas de mando) de los soviéticos y chinos instituyen los mecanismos estatales y paraestatales (especialmente en occidente son centrales dado los mitos políticos existentes) para dominar a la sociedad. Por ejemplo, el filósofo John Dewey (1859-1952) estuvo de acuerdo con las afirmaciones de Lippmann que el mundo moderno se estaba volviendo demasiado complejo para que todos los ciudadanos comprendieran todos sus aspectos.

    Esta forma de gobernanza, como es lógico a muchos le parecerá cercana a la idea de tecnocracia, algo que generaría una disonancia cognitiva ante por ejemplos las grandes campañas de propaganda y más recientemente el Gran Despertar Progresista especialmente intenso en los medios de comunicación desde la llegada al poder de Donald Trump, oponiéndose teóricamente a dicha forma pretendidamente racional de gestión de la sociedad a estas cuestiones puramente ideológicas. La clave, sin embargo, es que todos estos entramados de legitimación de poder y políticas públicas tienen una base en esa superestructura, sin esta sería imposible manejar la opinión pública tal y como se hace en la actualidad por cuestiones meramente técnicas (algo que imposibilitaba uniformidad y coherencia en el discurso dentro de la sociedad), de ahí a la gran inestabilidad en los momentos en los que las masas son instrumentalizadas políticamente pero no existen mecanismos para encauzarlas.

    El problema, en este sentido, es que los humanos en general, los occidentales en concreto, detestan la arbitrariedad, un poder que se justifica a sí mismo requiere también un trabajo de gestión de la verdad pública (el gerencialismo tecnócratico por ejemplo sería normalmente ilegítimo porque se basaría únicamente en la pericia gerencial y gestora de los que dominan la superestructura) como hemos dicho antes, dado que de lo contrario el gobierno sería considerado como arbitrario, injusto e ilegítimo. A su vez, previamente, sin abandonar el repaso histórico, debe señalarse que, en tanto práctica diríamos auto-consciente de los sistemas institucionales –y al margen de las referencias que quizá podríamos considerar pretéritas de tal gobierno de los sabios en Platón o al papel político que cumple la ciencia en Bacon–, la tecnocracia como proyecto político o propuesta de sociedad brota realmente de las ideas de H. de Saint-Simon, padre del positivismo y eximio representante del llamado “socialismo utópico”. 

    Conviene así subrayar cómo la tecnocracia está vinculada en su origen a un programa ajeno, cuando no enfrentado directamente, a los parámetros del liberalismo clásico, que esgrime una vocación progresista en el sentido más pleno y, por supuesto, científico de la expresión. En efecto, Saint-Simon consideraba que llegaría un momento en el que la administración de las cosas sustituiría al gobierno de las personas, para lo cual lo fiaba todo a la labor de los industriales, de los ingenieros y de los científicos. 

    Algo parecido defendía su discípulo, Augusto Comte, blandiendo el rol principal de la ciencia como puntal del “progreso” y con respecto a la cual los políticos tendrían poco que decir. Desde entonces la ingeniería y, muy particularmente, la noción de “ingeniería social”, ha estado ligada en mayor o menor medida al socialismo. Y si no caló cuando menos teóricamente en el marxismo, fue debido a la vuelta del revés de Hegel que acometió Marx. De modo que si para aquel el Estado resolvía y armonizaba las contradicciones intrínsecas a la sociedad civil, debido a la labor de clase universal que representaban los funcionarios (la burocracia), para Marx en cambio el Estado burgués habría de acabar disuelto o transformado en una sociedad que auto-gestionase sus problemas sin mediación burocrática.

    Donde sí caló la idea de “ingeniería social” fue en la práctica, no solo de la política soviética, sino en la mentalidad estadounidense. Baste recordar el movimiento justamente llamado “tecnocrático” que protagonizó también en los años treinta Howard Scott, alarmado por la irracionalidad emotiva de sus coetáneos, e influido por cierto por las observaciones de Thorstein Veblen. A Veblen se le conoce sobre todo por la Teoría de clase ociosa, obra en la que despreciaba de las capas pudientes de la sociedad, pero en la que puso sobre el tapete intuiciones y conceptos, como el de “emulación pecuniaria” (consumir para demostrar estatus), de probado alcance en nuestro presente en marcha.

    A su vez Veblen, tras criticar asimismo a los magnates en La teoría de la empresa económica, publicó en los años veinte Los ingenieros y el sistema de precios en la que planteaba nada menos que la posibilidad de establecer una especie de soviet de ingenieros en EEUU. Cabe conjeturar que de haber vivido el crack del 29, que sobrevino tres meses después de su muerte, Veblen se habría sumergido todavía más en tal línea de investigación, una línea que deslizaba la idea del fin del capitalismo, derribado no por el proletariado, sino por los ingenieros/gerentes y que es justo lo que postuló James Burnham, aun concediendo tal protagonismo al cuerpo de los gerentes. 

    Burnham había sido, junto con Max Eastman, el máximo exponente de la izquierda marxista norteamericana de la primera mitad del siglo XX, hasta que rompió con esta corriente y, en concreto, con su adhesión al trotskismo, a principios de los años cuarenta. Y lo hizo publicando una obra, La revolución gerencial, en la que defendía una alternativa entre las dos grandes ideologías predominantes del momento: el capitalismo y el comunismo. Bajo su óptica preveía que el fin del capitalismo advendría a causa del empuje de una clase gerencial que controlaba los medios de producción y, de hecho, pensaba que este control constituía por encima de la propiedad privada el aspecto crucial de las relaciones productivas.

     De este divorcio entre propiedad y control de los medios de producción se derivaría la expropiación de la burguesía y su desplazamiento por la nueva clase dominante, la de los técnicos, y a eso es a lo que apuntaban, según Burnham, las políticas del New Deal americano, pero también la práctica del comunismo realmente existente, como también lo expusieron, años más tarde, Stajanovic o Petrovich en sus estudios sobre el socialismo burocrático. Es lo mismo por cierto que sugirió H. Marcuse, antes de El hombre unidimensional, en su estudio sobre El marxismo soviético.

    Seguramente y para concluir, nuestro sistema de poder o el más común en occidente no derivó completamente a un sistema de socialismo burocrático o algo parecido, sin embargo, el control de burocratico de la sociedad ya fuera por corporaciones privadas o mega holdings privados de todas las áreas, entre ellas la información, junto con el poder regulador y planificador del Estado han generado,  como podría no ser de otra manera una alineación total y un alejamiento de las cuestiones relevantes para la marcha de una sociedad política, generando dado el poder subyacente de estas estructuras la posibilidad de definir la realidad para una parte nada despreciable de la población.

  • Sobre la idea de Progreso: Una aproximación crítica a los posicionamientos idealistas.

    Recientemente estaba sentado con un amigo, nos pusimos a hablar de los últimos dos años y las cuestiones trascendentales que habían pasado en estos, qué había cambiado y cómo nos había cambiado a nosotros. Ambos estuvimos de acuerdo en que algo grande se había movido, pero ninguno de los dos podía precisarlo. En la superficie, por supuesto, podríamos señalar los cambios obvios.

    El estado de bioseguridad sin precedentes que los gobiernos habían impuesto en respuesta al covid (sin entrar en la justificación racional o no de este, o si tenía un sentido eutaxico en sentido político o no). La operación de censura mediática que acompaña al advenimiento de la rivalidad geopolítica de Occidente contra potencias revisionistas. Los pasaportes vacunales y la normalización de la vigilancia masiva, aún cuando esto es inefectivo en tanto el control total no es alcanzable (igual que lo contrario, es decir la no intervención en la vida de la autoridad política como centro de la sociedad). Lo digital intenta imponer la uniformidad de opinión sobre cuestiones clave. Profundización de las divisiones políticas, desmoronamiento de la confianza pública en las instituciones, la cadena de suministro colapsada, inflación galopante, próxima escasez de alimentos, guerra europea, etc.

    Estos son los síntomas de la época, pero había una sensación compartida de que algo más estaba pasando detrás de ellos. Ambos parecíamos sentir como si algo enorme se moviera debajo de un océano profundo y solo podíamos ver las ondas en la superficie. Lo que sea que estaba pasando, de alguna manera no se sentía racional, o incluso realmente explicable. «A veces», dijo mi amigo, mirando las llamas, «siento que estoy viviendo en 1913. Como si estuviéramos al borde de algo, pero aún no ha llegado». Quizás esto sea de un idealismo extremo. Pero es obvio que el mundo es más diferente en la actualidad al respecto hace dos décadas de lo que era entre las dos décadas anteriores.

    A lo largo de la historia siempre han sido los poetas, los profetas y los místicos quienes intuyen lo que subyace al tenor de los tiempos, muchas veces como simples lanzamiento de dados (en tanto si dices una afirmación coherente puede cumplirse o no, y está será siempre simple estadística y no producto de una conexión espiritual de ningún tipo.) Por lo general, la recompensa por su fanfarronería, otras veces acierto, es que se les ignore o se rían de ellos, pero por lo general están lo suficientemente lejos del centro como para que no se den cuenta o no les importe. René Guénon, sobre quién soy muy escéptico por su marco conceptual y filosófico fue uno de ellos. Creía que estamos viviendo un ‘reino de la cantidad’ como resultado de lo que llamó la ‘desviación occidental’ de la verdad eterna. Este era un mundo de pura negación, una ‘contrainiciación’ caracterizada por ‘símbolos invertidos’, pero no era el resultado de una acción puramente humana. Guénon también sintió que algo se movía debajo de la superficie y, como musulmán sufí, no dudó en nombrarlo. A esta era, escribió, ‘la palabra ‘Satánico’ ciertamente se puede aplicar apropiadamente’. El personaje cómo ven está a las antípodas de los posicionamientos que suelo presentar aquí, y quiero alejarme sin negar que deban leerse al menos como pura curiosidad intelectual.

    Presentar el desorden como orden y la verdad como mentiras: esta, escribió Guénon, fue la forma en que el Satanás de Guénon funcionó. Los ‘agentes más o menos directos del Adversario’, explicó, usando el nombre bíblico de lo que los europeos luego llamarían el Diablo, siempre apuntaron a invertir la realidad. Lo correcto es incorrecto, lo negro es blanco, arriba es abajo, no hay verdad, haz lo que quieras: esta ha sido siempre la línea del Adversario, y según el autor, el día de hoy esto era prominente en todas partes. La desintegración es el tenor de los tiempos para René.

    El filósofo católico heterodoxo Ivan Illich, quien murió en 2002, también creía que estábamos viviendo en la época del Anticristo, desarrollando ese curioso espiritualismo alejado también de nuestra posición, pero por razones diferentes a las de Guénon. Para Illich, cualquier afirmación de que vivíamos en una ‘era secular’ era una tontería. El Occidente moderno todavía era cristiano, dijo, pero había intentado desastrosamente codificar las expresiones espontáneas de amor que Cristo había mostrado como el deseo de Dios para la humanidad dentro de sistemas e instituciones. Primero la Iglesia, y luego los estados liberales supuestamente ‘seculares’ que la habían sucedido, habían intentado transmutar el amor cristiano en obligación y hacerlo cumplir por ley, torciendo así en una nueva forma de opresión. El Occidente moderno se había convertido en una monstruosa ‘corrupción del Nuevo Testamento’, como explicó el biógrafo de Illich, David Cayley, en un ensayo:

    El Anticristo es el simulacro y la sombra de Cristo: «el conglomerado», en palabras de Illich, «de una serie de perversiones». por el cual tratamos de dar seguridad, capacidad de supervivencia e independencia de las personas individuales a las nuevas posibilidades que se abrieron a través del Evangelio”. La diferencia entre los dos es la presencia o ausencia de libertad. En el reino del Anticristo, el amor se convierte en ley y el don en garantía. Pero la Iglesia y sus descendientes seculares hace tiempo que han dejado de intentar discernir esta diferencia.

    Este conglomerado, en consecuencia, crece y avanza, y tanto más eficazmente en sus modernos disfraces seculares. El resultado, dice Illich, es que “el mysterium iniquitatis ha estado eclosionando”. Él, por lo tanto, rechaza enfáticamente la idea de que la nuestra es una era poscristiana. «Por el contrario», dice, «creo que esta es la época cristiana más obvia, que podría estar bastante cerca del fin del mundo».

    Aproximadamente una década antes de que Illich escribiera, el poeta judío Beat Allen Ginsberg también estaba prestando atención a la oscura corriente espiritualista subyacente de la época. Tenía una interpretación diferente de su fuente, o tal vez solo estaba usando un nombre diferente. En su obra magna Aullido, identificó la marcha hacia adelante de la modernidad industrial -y especialmente la hipocresía y la brutalidad del imperio estadounidense- con el mítico dios pagano Moloch como centro de dicho espíritu de nuestro tiempo (o del suyo), que exigía sacrificios humanos a sus devotos, como vemos la narrativa es igual que en los autores anteriores siendo este puro idealismo y antimodernidad:

    «Moloch! Moloch! ¡Apartamentos robóticos! suburbios invisibles! tesoros esqueléticos! mayúsculas ciegas! ¡Industrias demoníacas! naciones espectrales! manicos invencibles! gallos de granito! bombas monstruosas!

    ¡Se rompieron la espalda levantando a Moloch al Cielo! Pavimentos, árboles, radios, toneladas! elevando al Cielo la ciudad que existe y está en todas partes a nuestro alrededor!!»

    Casi setenta años después, la producción de cultura para nuestros autores, y la contracultura en general y sobre todo estadounidense (que ya es cultura hegemónica), a veces puede leerse como un grito gigante de dolor. ¿Qué es esto que está ocurriendo? Resultó que no había respuesta en el sexo, las drogas y el rock ‘n’ roll: eso era lo que Moloch quería desde el principio. La larga letanía de estrellas de rock muertas, poetas alcohólicos y «celebridades» drogadictas que la era posterior a los sesenta arrojó fueron solo sus últimos sacrificios. Como vemos, esa explicación idealista no tiene sentido, per sé, aunque podríamos buscar muchas explicaciones racionales y con fundamento material para explicar ese proceso, algo en lo que no me detendré por no distraernos del propósito del artículo.

    Ginsberg, al parecer, también podía sentir o afirmar que el espíritu de su época no estaba bajo control humano, ni en el mundo, ni en lo que el creía junto con otros autores como alma y mente (que bien podrían ser dos de los mitos más potentes que han generado desórdenes filosóficos en nuestra época). Por lo general, es más fácil hablar de esto en poesía o ficción dado que las imposturas filosóficas a las que recurren estos autores son inmensas, aún cuando dentro haya una crítica social a lo realmente existente, la cuál puedo admitir.

    Hoy podemos, de hecho, seguir hablando de estas extrañas fuerzas subyacentes, que no tienen un fundamento ya que no existen (presupondría una serie de fuerzas ajenas a la propia voluntad de los hombres que maquinan a favor en nuestra contra). Tomemos, por ejemplo, la noción favorita del filósofo de Silicon Valley, Kevin Kelly de que la tecnología tiene su propia mente y su propio propósito, otra teleología extraña e igual de metafísica: que a través de la red de lo que él llama «el tecnio», algo nos está utilizando para crearse a sí mismo. Kelly ve la tecnología creciendo hasta convertirse en algo consciente de sí mismo e independiente de sus creadores humanos, como explica en su libro What Technology Wants:

    «Después de diez mil años de evolución lenta y doscientos años de exfoliación increíblemente compleja, el tecnio está madurando en su propio cosa. Su red de sustentación de procesos y partes que se refuerzan a sí mismos le ha dado una notable medida de autonomía. Puede que alguna vez haya sido tan simple como un viejo programa de computadora, simplemente repitiendo lo que le dijimos, pero ahora es más como un organismo muy complejo que a menudo sigue sus propios impulsos.»

    Otros especímenes de Silicon Valley sin aliento, desde Mark Zuckerberg con su Metaverse hasta Ray Kurzweil con su Singularity, hablan regularmente en el mismo registro sobre hacia dónde nos lleva el technium, la Máquina. Nuestro trabajo, parecen dar a entender, es simplemente servirlo mientras avanza por sus propios medios, rehaciendo todo a su propia imagen, reconstruyendo el mundo, convirtiéndonos, si tenemos suerte, en pequeños dioses. Nunca consideran que quizás los dos están en esa lucha de lo que podríamos llamar como un idealismo modernista y un idealismo reaccionario, que curiosamente no sé suelen confrontar. Decir que a esto Illich o Guénon o incluso Ginsberg confirmarían si pudieran escuchar la nueva historia del tecnio: que este proyecto puede sonar como simplemente otra forma de decir ‘Anticristo’ según su visión.

    Imagina por un momento que alguna fuerza está activa en el mundo que está más allá de nosotros, este suele ser el centro de estas ideológicas. Existen múltiples imposturas en este sentido: «Quizás lo hemos creado. Tal vez sea independiente de nosotros. Quizás se creó a sí mismo y nos utiliza para sus fines.» Estas entre muchas otras que se me ocurriría traer son afirmaciones prototípica de estas formas de idealismo.

    De cualquier manera, en los últimos años esa fuerza, para esta gente pareciera haberse manifestado de alguna manera que no podemos identificar, y ha estimulado la locura de los tiempos, dirían ellos: «Tal vez se haya vuelto consciente de sí mismo, como Skynet; quizás se esté acercando a su Singularidad.» o «Tal vez siempre ha estado ahí, observando, y ahora está aprovechando su momento.» o tal vez simplemente está comenzando a salirse de control, ya que nuestros sistemas y tecnologías se vuelven tan complejos que ya no podemos dirigirlos en la dirección que elegimos.»

    De cualquier manera, esta fuerza parece ser, de alguna manera inexplicable, independiente de nosotros, y ahí está el problema, desde una perspectiva que no recurra a este tipo de abstracciones, esto solo puede sostenerse si se desconoce la complejidad de los procesos en los que nos encontramos inmersos. Es decir, de nuestra incapacidad cognitiva de mapear la realidad, quizás como producto de la hiperespecialización, en la que a veces nos introduce en una especie de pluralismo ontológico en la que nada parece estar relacionado con nada.

    Si quisiéramos darle un nombre a esta fuerza que no existe, pero ejerce una fuerte potencia psicológica en políticos, en la gente común, académicos, entre otros: un nombre menos provocador, por ahora, que Moloch o Anticristo. Mantengámoslo simple. Llamemos a esta fuerza Progreso. Entonces hagámonos una simple pregunta:

    -¿Qué quiere el Progreso?

    El filósofo italiano Augusto Del Noce vio la era moderna como una revolución completa y permanente, una ruptura radical con el pasado humano. Definió a una persona moderna como alguien que piensa que el “hoy ya no es posible…”’. No tendemos a ver nuestro tiempo como una continuación de lo que ha pasado antes. En cambio, creemos que vivimos después de lo que Del Noce llamó una ‘ruptura violenta con la historia’: un paso del ‘reino de la necesidad’ al ‘reino de la libertad’. En la historia del Progreso que informa nuestra visión de la historia y la sociedad, se supone que las revoluciones de la era moderna -industrial, política e intelectual- han cambiado radicalmente el mundo. Al barrer viejas formas de pensar, ver y vivir, la modernidad ha producido ‘un tipo de violencia capaz de romper el continuo de la historia’. Obviamente esto es instrumentalizado por las élites y no deja de ser teología y teleología.

    Lo que el Progreso (más bien los progresistas, pero lo pongo como si tuviera personalidad y agencia un concepto únicamente para que se den cuenta de lo absurdo) quiere es el fin de la historia.

    Del Noce en este sentido tenía una colección reciente de sus ensayos y conferencias, traducida al inglés (no he leído nada de él en español) como The Crisis of Modernity. Esta crisis, bajo la idea de Del Noce, es una crisis de exclusión: en la que la forma moderna de actuar deja fuera lo que importa. ¿Qué pregunta Del Noce que ‘ya no es posible’?

    La respuesta… es simple: lo que se excluye es lo “sobrenatural”, la trascendencia religiosa. Para los racionalistas, la certeza de un proceso histórico irreversible hacia el inmanentismo radical ha sustituido lo que para los pensadores medievales era la fe en la revelación. Obviamente aquí estamos bajo otra crítica reaccionaria al progresismo, aún cuando curiosamente este también tiene una idea muy particular de trascendencia, aunque inmanentista, por ese motivo debe ser excluido de ser tratado como materialista.

    Las ideas de Del Noce son complejas, pero esta afirmación llega al meollo del asunto. La época moderna, guiada por la ciencia, la razón y el yo, rechaza la noción de algo ‘invisible’ o ‘más allá’, sin embargo, esto no desaparece completamente, ya que aparecen las ideologías con fin de la historia. Desde el siglo XVIII en adelante, la filosofía barre con la religión: el mundo ahora se entiende en términos puramente humanos y se maneja con nociones puramente humanas (y en este sentido no seré yo quién niegue que es quizá la forma más cercana a la verdad). Todo se vuelve inmanente: literalmente con los pies en la tierra, aunque la teología no está muerta, simplemente se convierte en nuevas formas. No hay principados ni potestades, por lo que todo es potencialmente transformable y explicable a través del poder humano. Esta es otra forma de enmarcar la crítica de nuestros autores idealistas como ‘desviación occidental’ de Guénon: una ‘materialización progresiva’ que nos lleva a un ‘reino de la cantidad’, en el que asumimos el papel de creadores para nosotros mismos.

    -Lo que quiere el Progreso es el fin de la trascendencia según nuestros idealistas.

    Todo esto, dijo Del Noce, marca una transformación radical en la mirada humana. Es, por ejemplo, una ‘ruptura brusca con respecto a los períodos griego y medieval’. Tanto los seguidores de Platón como los seguidores de Cristo (sin mencionar todas las demás culturas antiguas de la Tierra, a su manera particular) creían que la verdad era trascendente, eterna e increada, y que podía conocerse mediante una combinación de fe, práctica y razón. Ya no, dijo Del Noce: la única ‘trascendencia’ que nuestra época permitirá es la que nosotros mismos creamos: la Modernidad marca una gran ruptura al desarrollar plenamente el tema antropológico, de modo que la trascendencia representada como ‘más allá’ es reemplazada por la trascendencia dentro de la mundo. Esto obviamente nos ha permitido a nuestra civilización desarrollar la técnica como otra, pero a la vez crea un problema de legitimidad y de mitos que fundamentan la sociedad inmensos.

    En este sentido ‘Trascendencia dentro del mundo’ también se puede traducir como ‘Progreso’. Sin una verdad última o una historia superior, no hay nada que nos impida doblegar el universo a nuestros deseos: de hecho, hacerlo es nuestro deber, algo que en general yo mismo, sin ser progresista, así creo. Esto, según cuenta Del Noce, explicaba la historia del siglo XX. Habiendo reemplazado la religión por la filosofía, intentamos poner en práctica la filosofía a gran escala.

    ¿Cómo damos forma al universo en la era de la inmanencia? ‘El poder espiritual que en la Edad Media había sido ejercido por la Iglesia… hoy sólo puede ser ejercido por la ciencia’, escribe Del Noce. Una ‘concepción totalitaria de la ciencia’ ve la ciencia considerada como la única forma verdadera de conocimiento. Según este punto de vista, cualquier otro tipo de conocimiento -metafísico o religioso- expresa sólo ‘reacciones subjetivas’, que podemos, o podremos, explicar extendiendo la ciencia a la esfera humana a través de la investigación psicológica y sociológica. Esto hace que por un lado tengamos un problema serio de cientificismo al generar una exageración o extravagancia al sacar a la ciencia de sus límites.

    Pero el auge de la ciencia no condujo al fin de la religión, por mucho que a Richard Dawkins le gustara que así fuera. En cambio, como señaló Illich, la religión respondió al desafío volviéndose inmanente. El cristianismo occidental abandonó progresivamente su compromiso con la trascendencia y se ‘resolvió en filosofía’, dejándose bajar a la Tierra, al ámbito del activismo social, la política y las ideas. ‘La conversión de gran parte del mundo religioso a la idea de la modernidad’, dijo Del Noce, ‘aceleró el proceso de desintegración’ que había desatado la revolución moderna. Es complicado afirmar esto debido a que había muchos procesos de poder, estructurales y técnicos detrás de esto, reducirlos a las ideas sería como hemos dicho antes un cerrazón de miras inmenso.

    ¿El Progreso quiere la muerte de Dios?

    Para los autores que hemos tratado, el Hombre no puede vivir sólo de la inmanencia. La religión satisface una necesidad humana, y cuando desaparece o se corrompe, el vacío que deja tendrá que ser llenado por otra cosa. ¿Qué será eso? La respuesta de Del Noce es: revolución. Aquí podemos coincidir con nuestro autor que Occidente ha estado inmerso en un intensa revolución cultural, institucional, económica, con una velocidad de cambio nunca vista. Esto incluso autores como Marx que abogaban por el cambio, lo presidieron diciendo que el propio capitalismo había destruido todas las estructuras de vida premodernas.

    La modernidad, sugiere, podría definirse como una revolución permanente y en curso. El deseo de construir la utopía sobre los huesos del viejo mundo ha sido el fuego consumidor del pensamiento occidental durante 300 años. Jacobinos, bolcheviques, comunistas, socialistas, fascistas, nacionalsocialista, neoliberales de la unipolaridad, progresistas y muchos más han intentado limpiar el suelo y empezar de nuevo, y aún no hemos terminado. ‘La actitud revolucionaria de la violencia creativa’, escribe Del Noce, ‘ha reemplazado a la actitud ascética de buscar la liberación del mundo’, algo curiosamente esto último muy cristiano.

    -Lo que quiere el Progreso es la revolución permanente.

    Las dos guerras mundiales del siglo XX -que Del Noce prefiere ver como un único conflicto europeo, que duró desde 1914 hasta 1945- extendieron por todo el mundo esta revolución contra la trascendencia y la tradición. Después de 1945, Estados Unidos, la nación más inmanente de la historia, monarca indiscutible del reino de la cantidad, asumió la responsabilidad mundial de librar «la guerra de la Ilustración contra su propio pasado». América, dijo Del Noce, era ahora ‘la fuente del principio de desintegración’, que, junto con sus aliados y mentores europeos, estaba extendiendo por el mundo a través de la globalización de sus instituciones y cosmovisión.

    Del Noce estuvo de acuerdo con la profética Simone Weil en que «la americanización de Europa conduciría a la americanización de todo el mundo», y así lo ha demostrado.

    ¿Adónde llevaría todo esto? El resultado final de la revolución de la modernidad, predijo Del Noce, sería la fragmentación, el nihilismo y ‘la muerte de lo sagrado’. Los motores revolucionarios gemelos de la era de la posguerra, sugirió, eran el cientificismo y el sexo. El primero usurpó el papel de la religión y la cultura, reduciendo toda la vida al nivel de lo medible y controlable, algo que siempre es matizable pero no me ocuparé de ello aquí. El segundo, a través de la revolución sexual de la década de 1960 y la ‘sociedad permisiva’ resultante, desató un individualismo radical basado en el deseo sexual, que conduciría a la fragmentación de todo, desde la nación hasta la familia, pero dejaría al capitalismo y su clase acompañante, la burguesía, intacta, quizás incluso la potenció.

    Lo que quiere el Progreso (más bien los progresistas y espero que me perdonen por la expresión) es el desarraigo de todo.

    La Modernidad, en la cuenta final, apuntó a toda autoridad, a toda tradición, a todo lo enraizado y todo lo pasado. La predicción de Del Noce, hecha hace décadas, fue que el resultado final de las revoluciones de la modernidad sería el surgimiento de un ‘nuevo totalitarismo’. Esta vez no se trataría de botas altas ni uniformes. En cambio, sería una tecnocracia construida sobre el cientificismo e implementada por élites gerenciales, diseñada para asegurar que el orden pudiera continuar después de que la modernidad hubiera destruido todas las fuentes anteriores de autoridad y verdad. Obviamente el totalitarismo no es una idea posible, un Estado, élite o grupo no puede totalizar una sociedad siempre por motivos técnicos, o por propios fallos del sistema, o por sobrecarga administrativa. La intención siempre puede ser otra cuestión, pero esta siempre acaba quebrada.

    La era de la revolución renunció a buscar la unidad y aceptó una fuerte oposición. El punto final ideal se identifica con la liberación de la autoridad, del reino de la fuerza y la necesidad. Sin embargo, lo ocurrido hasta ahora sugiere, más bien, que el rechazo de la autoridad, entendida en su fundamento metafísico-religioso, conduce más bien a la plenitud del ‘poder’. Esta vez, sin embargo, «la negación completa de toda tradición», incluida la de las «patrias» (naciones), conduciría al gobierno de las únicas grandes instituciones que aún quedan en pie: las corporaciones globales.

    Ante este reto, Del Noce insistió en que ‘las fórmulas políticas actuales son del todo inadecuadas’. Ni la izquierda ni la derecha estaban preparadas para entender lo que estaba pasando: ambas, en cambio, normalmente se retirarían a sus históricas zonas de comodidad, con la izquierda culpando a los ‘fascistas’ y la derecha culpando a los ‘comunistas’ por las tendencias sociales existentes. Sin embargo, la fuente real de la desintegración no fue seguramente ideológica, fue material, fue técnica, fue producto del poder que necesitaba extraer fuerzas de la sociedad para hacer frente a la dialéctica de Estados, después de todo esto seguramente vinieron las ideas, o a veces estas fueron resultado para forzar cambios institucionales (en la superestructura social) tal y como he explicado otras veces, y que siempre podemos desarrollar en publicaciones futuras.

  • Sobre la idea de un César para los EEUU:

    *Aclaración: En esta publicación me limitaré a hipotetizar sobre la idea de un César en el contexto de los EEUU y no a hacer una idea de lo que yo creo que sería lo mejor, sino un análisis de cómo sería dada la estructura de poder existente.

    Un apostador seguramente diría que a medida que el peso de las democracias occidentales se relativice en el planeta tal y como viene ocurriendo desde algún momento del siglo pasado (hay autores que ya vislumbraban el siglo pasado el mundo multipolar, cuándo el peso del mundo relativo se desplazaba de Occidente a Asia), se producirán cambios estructurales sustanciales dentro de estos. Hoy sopesamos la hipótesis cesarista en los Estados Unidos, principal Estado o Estado núcleo de nuestra civilización, sostenida bajo la asunción de un sistema presidencialista reforzado por la coyuntura política. Seguramente, y siguiendo esta idea, los más colapsistas creerán seguramente que las debilidades de nuestra sociedad son múltiples e inevitablemente resultarán en fractura y caos, frente a una decadencia paulatina y pacífica que otros hipotetizan, en la que Occidente y EEUU cada vez irán reteniendo partes más pequeñas del mundo como zonas de influencia asegurada. 

    Explorando, al menos mentalmente está idea nos dice que la historia y los tiempos convulsos llaman a hombres ambiciosos e impulsivos, con una mentalidad instrumental y práctica, frente a los teóricos y eruditos, que en Occidente suelen aspirar a la reconstrucción y la dinastía en el caso primero, no a la mera extracción (lo que suele caracterizarse en las sociedades primitivas) o a tareas de realización mesiánica como es el caso de los segundos.

    Como dijo Napoleón sobre su ascensión al emperador: “Me encontré con la corona de Francia tirada en la calle, la recogí y la puse sobre mi espalda”. En los eventos humanos, el desempeño pasado es siempre un predictor clave de los resultados futuros. Pero ni tú (querido lector) ni yo  vamos a ser César americano, por lo que esta verdad plantea la pregunta crucial para nosotros: 

    ¿Qué ocurrirá en EEUU cuando venga un César?

    Michael Anton, un autor estadounidense ha popularizado recientemente, en su libro «The Stakes: America at the Point of No Return», los conceptos de Blue Caesar y Red Caesar (haciendo referencia a Azul como progresista y rojo como conservador, es decir autoritarios de izquierda y derecha).

    Si un «Blue Caesar» (progresista)  tomara el poder, seguramente muchos estadounidenses podrían poner en práctica muchos de los consejos de Robert Conquest de 1985 «What to Do When the Russians Come», un libro serio de consejos sobre qué hacer si los soviéticos ocuparan América (la facción conservadora adoptaría una perspectiva antiautoridad incluso más intensa que los progresistas bajo una idea de originalismo constitucional americano). Sin embargo, a priori no parece lógico la idea de «Blue Caesar»; su gobierno sería muy bufonesco y muy breve, dado que los progresistas no tienden a expresar su poder en términos de autoridad (aún cuando dominan buena parte de las estructuras de autoridad social), con la tendencia a diluir el poder y la decisión en instituciones que bien podríamos llamar como oligárquicas (en el sentido de que no son controladas de forma centralizada como presupone un César), como bien podrían ser las instituciones educativas, la filantropía multimillonaria, los medios de comunicación, las escuelas de periodismo, los gerentes corporativos de lo que se ha llamado el dinero nuevo entre otros, su poder no se basa en el principio monárquico, su gobierno no es el de uno, sino el de unos pocos.

    Ningún sistema autoritario de izquierda occidental (remarco occidental porque Europa del Este, África del Norte y Asia son diferentes en este sentido) ha sido jamás ni siquiera ligeramente competente; un sistema basado en una ideología que niega la autoridad está condenado desde el principio a no utilizar esas fórmulas políticas, más teniendo en cuenta la deriva demente de la élite estadounidense la cuál ha demonizado como autoritario y totalitario al respecto cualquier gobierno con lo que me gusta llamar como «furia administrativa» típica de los líderes enérgicos para garantizar la eutaxia en sentido político. 

    El hecho de que ninguno de los izquierdistas estadounidenses prominentes de la actualidad pueda ser imaginado como César sin reírse es un punto a favor. Incluso un nuevo hombre de izquierda (que los marxistas me perdonen ya que entiendo que el marxismo supera o pretende superar la división de izquierda y derecha) altamente competente, un moderno Lenin o Stalin, no podría ganar tracción hoy; sería incapaz de deshacerse de manera convincente de su privilegio blanco o de elevar adecuadamente su autoridad, además de que requeriría la furia política de purgar a todos los líderes de su facción que seguramente harían una coalición con los mismos conservadores de tendencia no autoritaria.

    Si un hombre de izquierda decidido o desesperado hiciera caso omiso de esta verdad e intentara anular a toda la oligarquía progresista por la fuerza, muy pronto un pelotón de fusilamiento circular (metafóricamente hablando acabaría con él) e interseccional le haría caer ya que esto supondría desfundamentar y destruir la constitución material de las élites progresistas americanas.

    En cambio, el César rojo, por otro lado, es quizá más probable. A pesar de su apodo, no estará  impulsado por una ideología (dado que alguien duramente ideologizado tiende a actuar peor políticamente hablando). Probablemente sería en cierta medida realista y oportunista, menos escorado al conservadurismo duro que muchos republicanos, seguramente más intervencionista a nivel económico que la mayor parte de estos, bajo la tendencia aislacionistas y de control de daños en el Imperio americano. Seguramente desde un punto de vista polémico (en este sentido me gusta diferenciar entre lo que se considera izquierda/derecha y lo que ocurre es realmente) se convertiría en Derecha, porque el realismo significa que rechazará de plano toda la panoplia de las creencias de la Izquierda de hoy. No tendrá ninguna ideología como hemos dicho marcadamente cristiana-evangélica porque no quedan ideologías en la derecha (el objetivismo randiano y la economía de la escuela austriaca no cuentan en este sentido ya que niegan la propia autoridad), todas las derechas fueron disueltas en las izquierdas liberales y democráticas. Nuestro César Rojo (y seguramente el azul) tendrá enfoques, caballos de batalla, opiniones, grupos favorecidos y ángulos, sin duda, pero es poco probable que sea esclavo de una ideología.

    Volviendo a la idea de César clásica, creo que solo en parte, el Julio César histórico rompió el  mundo romano, o más bien abrió misericordiosamente las arterias de una República agonizante a nivel interno aún está retenía una relevante hegemonía mediterránea, pero tenía cierta inestabilidad interna. Octavio Augusto, después de una variedad de luchas de sucesión, reconstruyó algo nuevo, basado por la sabiduría de lo antiguo. Decir a este respecto que normalmente los mitos fundacionales en las civilizaciones que no tienen la idea de progreso tal y como lo entendemos nosotros se basan en una Edad de Oro pasada frente a una utopía futura típicamente europea/occidental, que no se entiende sin cierta visión determinista de la Historia. Lo ayudó la suerte, el talento y la personalidad, sin duda, pero fue el hombre indispensable en la transición de la República sin solución ante la guerra civil frente al Imperio exitoso. 

    ¿Cuál de estos dos hombres representa mejor al César Rojo?

    No podemos saber qué habría hecho Julio César con su poder, y tal vez habría tomado un camino similar al de Augusto, pero podemos esperar históricos precedentes ¿Hay una tercera opción no necesariamente partidista en el sentido americano tradicional que intentará repartir la diferencia? No, no para ellos, las diferencias no se pueden dividir; Sólo puede haber uno, sería muy difícil detener la máquina política sin un control del sistema muy extenso y sin que la propia superestructura colapse.

    La dialéctica hasta una supuesta etapa final por parte de los progresistas hace que no triunfen o sean destruidos, no puede coexistir con la realidad existente porque tienen unos fines determinados, esto crea el escenario de dialéctica hasta el fin. Los progresistas nunca dejarán de empujar hacia su utopía quimérica, por lo que mantener algunos principios de izquierda y rechazar otros, simplemente retrasaría la inevitable confrontación final. Sería como poner un vendaje perfumado en una extremidad con gangrena: es posible que ya no vea ni huela el problema, pero todavía tiene un gran problema.

    Cierto, un hipotético César no será un restauracionista de derecha, lo que entristecerá a algunos. No tendrá estatuas de William F. Buckley (intelectual americano que fusionó liberalismo económico y conservadurismo con anticomunismo) y Abraham Lincoln en su palacio; no cumplirá fantasías de integralistas (ideología conservadora de EEUU). Simplemente ignorará a los tradicionalistas de derecha. Que no son una amenaza para él: la única amenaza restauracionista para nuestro César americano será la oligarquía progresista estadounidense, que ha ocupado el poder con especial importancia en las últimas décadas (no me refiero al poder formal).

    En cuanto a la derecha actual, es probable que, al igual que Francisco Franco y António Salazar, mediante la coacción e intimide a todos los elementos de la derecha, y a los pocos quedan moderados o aceptables, en un partido de unidad nacional, donde sin embargo, este será un momento de la historia de alto riesgo y alta recompensa; esos tiempos inevitablemente lo son. Al igual que con sus homónimos, aunque tendemos a pasar por alto sus pecados, será desagradable de muchas maneras para los ideólogos de derecha dado que no podrán de ninguna otra forma consolidar el poder. Puede conservar el imperio de la ley liberal, como hicieron otros dictadores al respecto cuestiones no politizadas, pero incluso entonces, tanto los intereses de la justicia como los del propio César (que consolidan el poder sobre todo) dictarán las condiciones generales.

    En contra de lo que seguramente muchos querrían, la persona sin importancia promedio, que no está excesivamente ideologizada fuera de absorber lo que hay en el entorno por las instituciones que difunden las ideas, y no es un parásito de la superestructura gerencial que hace esto, no tendría seguramente que preocuparse mucho por un César americano. De hecho, es probable que su vida mejore en algunas cuestiones. Si trabaja para una gran corporación, es cierto que  los antiguos propietarios pueden ser expropiados, pero ¿y qué? 

    Todo el odioso departamento de Recursos Humanos con toneladas de ideología inútil tal y como vemos en algunas grandes corporaciones desaparecerá, después de todo, reemplazado por un pequeño equipo de empleados de nómina. Ya no se le obligará a sesiones de ideología racial progresista mientras que en ocasiones se elevan por encima de él individuos sobre la base de sus características preferidas.

    El apoyo de la opinión pública es una herramienta útil, casi indispensable, para la transición de un hombre que lidera un cambio de una forma de gobierno a otra. Como decía José  Ortega y Gasset, la fuerza sigue a la  opinión pública, aun cuando la soberanía popular no sea un principio de gobierno, y el César americano necesitará tener y mantener la fuerza  para lograr sus fines. Si se hace bien, esta simbiosis entre la gente común, se puede crear un circuito de retroalimentación beneficioso al estilo de la relación plebiscitaria entre Líder y Pueblo.

    Por otro lado nuestro gobernante no puede permitirse que su sistema presente demasiada inestabilidad durante mucho tiempo, pero al menos durante algún tiempo los órdenes superiores permanecerán inquietos, incluso si  son partidarios del nuevo orden. Para complicar todas sus acciones, y algo nuevo en la historia, enfrentará un impulso casi irresistible de adoptar  el estado de vigilancia actual, tanto en sus manifestaciones gubernamentales como privadas, para sus propios fines. La tentación totalitaria (en el sentido de un Estado que controla férreamente la desviación ideológica y no solo los enemigos al poder establecido, algo más autoritario en el segundo caso y totalitario en el primero)  es muy fuerte, y como cualquier político ambicioso sabrá que, al menos durante mucho tiempo,  su vida depende de mantener su poder, es poco probable que se niegue a utilizar cualquier herramienta, por muy problemática  que sea para mantener una sociedad digna para las ideas-dogma de sus gobernados. Por la misma razón, es probable que adopte los  objetivos de incautación de armas, tal vez limitando la propiedad de armas de fuego a aquellos inscritos en  milicias organizadas de apoyo. 

    Este no sería el futuro que querían los defensores estadounidenses del derecho a portar armas, pero el hábito estadounidense de poseer armas de forma privada y desenfrenada es, a pesar de sus muy aparentes virtudes para nosotros hoy, una anomalía histórica, y por razones obvias. Estas acciones, combinadas con un giro hacia la paranoia (algo común entre los autoritarios a medida que envejecen) o un sucesor defectuoso (igualmente, si no más, común)  fácilmente podría resultar en una sociedad no mucho mejor que en la que viven ahora los estadounidenses.

    Nuestro personaje, por otro lado, enfrentará muchos problemas de gestión, los frutos venenosos del sistema actual en EEUU,  cuyo manejo afectará directamente a  la población, cambiando sus posiciones relativas. Por ejemplo, si gobierna una tierra más o menos contigua a la actual de dicho país, se enfrentará a un problema central de cualquier país grande: la diversidad es exactamente lo opuesto a la fuerza. Sí, se despolitizará en gran medida la vida cotidiana  (tanto porque el ciudadano medio no tendría papel alguno en la política, algo común por parte de los líderes autoritarios), eliminando ese elemento corrosivo, sin embargo, muchos problemas culturales, raciales, regionales y económicos permanecerán.

    Entonces, ¿con qué podría reemplazarlo? En la práctica, algún tipo de corporativismo incrustado en un mito de la nación, probablemente, y tal vez se le ocurra alguna nueva creencia vinculante. Podría impulsar el Espacio como una acción unificadora o podría impulsar algún tipo de conciencia nacional renovada para anular las diferencias, o, menos agradablemente, podría forzar la homogeneidad expulsando elementos de la sociedad considerados, quizás artificialmente, incompatible con su nueva visión.

    Una vez más, sin embargo, no tengamos una visión demasiado halagüeña. Aunque un líder sabio podría restaurar la idea de ciudadanía que se ha ido deformando en el caso del hegemón americano, no hay razón para suponer que el propio será un modelo de virtud. Si comienza con la virtud, es muy probable que se corrompa, al menos hasta cierto punto, con el tiempo. En este sentido, todo cambio político es una tirada de dados; las visiones utópicas son para ilusos, por eso cuando se  busca dar una visión imaginativa de la cuestión, no hay que confundir los deseos con las posibilidades reales de una sociedad dada.

  • Estados Unidos y su búsqueda de un dominio completo de las ramas del poder.



    “No me metas en una guerra de disparos con los rusos”, le dijo Obama a su jefe de la CIA durante la Guerra Civil Siria.

    Esta cita del expresidente Obama tiene resonancia, porque atestigua el hecho de que diferentes partes del enorme gobierno de los EE. UU. trabajan en gran medida de forma independiente entre sí, a veces con propósitos opuestos. Siria (nuevamente) nos brinda un ejemplo de esto cuando estalló un conflicto entre los yihadistas e islamistas sunitas respaldados por la CIA y los kurdos respaldados por el Departamento de Defensa de EE. UU. en el norte de Siria.

    “Estados Unidos es” o “Estados Unidos quiere”, son atajos mentales fáciles y perezosos que permiten a las personas asumir que la superpotencia más grande del mundo está unida en un propósito, cuando el hecho es que hay diferentes centros de poder, cada uno con su propias agendas, y que estas agendas a veces pueden alinearse a través de sucesos concretos con otros centros de poder para enfocarse en un objetivo determinado. Esto da como resultado la expansión (o la expansión fallida) del Imperio estadounidense en el escenario global.

    La búsqueda de un dominio completo del espectro:

    Ha habido un debate importante no solo en Internet entre personas anónimas y el periodista ocasional que se mete en la acción, sino también a puerta cerrada en varias partes relevantes del gobierno de los EE. UU. sobre si EE. UU. debería girar más rápidamente para China, o tratar a Rusia primero, o ambos simultáneamente. Pero antes, una explicación:

    En la Teoría de las Relaciones Internacionales (RI), el mundo se divide entre hegemones (aquellos en el poder), estados revisionistas (aquellos que buscan cambiar, reformar o acabar con la actual condición hegemónica y posiblemente reemplazarlos como hegemones) y free-riders (aquellos que se benefician de la hegemonía actual o de períodos de cambios). Estados Unidos ha estado tratando de domar a los poderes revisionistas desde el final de la Guerra Fría, cada uno en su propio teatro. Los siguientes estados son “revisionistas” de mayor a menor en el orden presentado en términos RI por poner algunos ejemplos:

    -China
    -Rusia
    -Irán
    -Corea del Norte
    -Turquía (en menor medida que los anteriores ya que bascula entre la OTAN y cierta independencia geopolítica).
    -India (que reclama autonomía estratégica en materias como la energía y proveedores de armamento).

    Cuatro de los anteriores están en posesión de armas nucleares, e Irán busca unirse al club, aunque esto depende siempre de la presión geopolítica que se le aplique (ya que a priori sin arma nuclear tiene suficiente poder para disuadir a A. Saudí su principal rival regional). Estados Unidos, como hegemonía actual en transición, busca evitar el surgimiento de amenazas a su estatus hegemónico. Esto se puede hacer de varias maneras, desde un conflicto armado hasta sanciones económicas y financieras, guerra mediática, presión diplomática, coacción militar, guerra comercial, etc.

    Hay quienes, como Henry Kissinger, buscan hacer un » Nixon Goes to China «, pero a la inversa, en el que EE. UU. se involucra en una distensión con Rusia para ponerlo en juego en un enfrentamiento con China sobre quién llega a ser la principal potencia en el este de Asia. Estas personas ven a China como la mayor amenaza, en comparación con Rusia, para los intereses estadounidenses. Esto marcó el tono de la política exterior de la Administración Trump, ya que fue el primero en enfrentarse a China, al lanzar una rebelión fallida apoyada por los medios occidentales en Hong Kong, al hacer públicas las acusaciones de un supuesto genocidio en Xinjiang contra los uigures, y al imponer aranceles a los productos chinos en EEUU. El mercado estadounidense COVID-19 provocó una pausa en la escalada de EE.UU. contra Beijing.

    Hay otros que insisten en que Rusia es la mayor amenaza para los intereses estadounidenses y buscan rodear y neutralizar la capacidad de Moscú para participar en la disuasión nuclear y en generar caos en el espacio postsoviético en el que se ganó gran espacio EEUU. En este contexto, el dominio de espectro completo es el concepto por el cual un ejército tiene control total sobre todas las dimensiones de cualquier campo de batalla potencial. Para lograr el Dominio de Espectro Completo, un estado debe tener Primacía Nuclear , es decir, la capacidad de ganar en una guerra nuclear, por lo que el arsenal nuclear del otro bando es aniquilado antes de que pueda lanzar cualquiera de sus misiles. El arsenal nuclear de Rusia es el único obstáculo actual hacia el dominio de espectro completo estadounidense, que no es solo la razón por la que muchos planificadores de la política exterior de los EE. UU. buscan derrotar a los rusos primero, sino que también es una gran parte de por qué esta guerra en Ucrania está teniendo lugar en la actualidad como forma de debilitar las capacidades no nucleares de Rusia.

    Otros quieren ir por la tarea dura y enfrentarse a TANTO China como a Rusia al mismo tiempo. Esto grita de arrogancia, y ahora podemos concluir con seguridad que las diversas partes móviles del gobierno de EE.UU. y los centros de poder no gubernamentales han estado de acuerdo con este enfoque. El impulso por la hegemonía global mediante el cual tanto China como Rusia son atacados simultáneamente es lo que quiero decir con el término «Turbo América».

    América: nunca más unida, nunca más poderosa de lo que es hoy.

    Puede sonar contradictorio cuando afirmó sin rodeos que Estados Unidos nunca ha sido más poderoso de lo que es hoy. La gente señalará la desindustrialización de EE. UU., su crisis de muerte por opiáceos, la caída del nivel de vida, la desaparición de la clase media, el desmoronamiento de la infraestructura, la creciente división entre los estados rojos y azules (demócratas vs republicanos) y la crisis política de la mitad de Estados Unidos gracias a la sorpresa de Trump al ganar este en 2016 e iniciar una gran ola de lo que algunos han llamado «Gran Despertar Progresista». Todos estos puntos son válidos, pero también significan joder todo en el esquema general de las cosas.

    Uno de los temas más ignorados es el matrimonio de las grandes empresas tecnológicas de EE. UU. con el estado de seguridad americano y el Estado Profundo junto con los medios de comunicación y las universidades. Esta unión es un concepto clave en lo que he llamado “Turbo América”. Las élites gobernantes, trabajando juntas, para perseguir sus propios intereses, que se alinean con los objetivos de la política exterior de Estados Unidos. Esta ecuación lo convierte en un régimen fuerte, a pesar de los detractores (y hay muchos).

    El interés propio es clave aquí, ya que la idea de que estos actores pueden ser altruistas (si está de acuerdo con la política exterior de EE. UU.) es bastante risible. Eli Clifton argumenta que el interés propio de Big Tech en aumentar las amenazas percibidas de Rusia y China a EE. UU. sirve como una estrategia para evitar la regulación de la industria en los mismos EEUU al distraer el problema y presentarse como cercanos al Gobierno de los EEUU defensor de la «democracia» en el mundo.

    No es una mala posición para discutir:

    En 2020, Facebook, que cambió su nombre a Meta en octubre de 2021, lanzó American Edge, un grupo de defensa política que afirma representar “una coalición dedicada a la propuesta de que los innovadores estadounidenses son una parte esencial de la salud económica, la seguridad nacional y la vida individual de los EE.UU y sus libertades.”

    Con vínculos financieros directos con el Partido Comunista Chino, muchas empresas chinas presentan amenazas para la seguridad nacional de Estados Unidos, pero algunos políticos de Washington están presionando por nuevas leyes que empeoren la posición de Alibaba, Tik Tok y otras empresas chinas a expensas de los innovadores tecnológicos de Estados Unidos, dice. un anuncio de YouTube de American Edge de enero que se publicó entre 100 000 y un millón de veces en el área metropolitana de Washington, DC. Edge gastó más de 1,4 millones de dólares en publicar ese anuncio y otros similares en Facebook.

    Luego de la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero, Edge rápidamente aprovechó el devastador ataque de Rusia contra Ucrania para justificar una agenda anti-regulatoria.

    “A medida que Rusia avanza en su invasión de Ucrania, no se puede subestimar lo que está en juego, ni puede ser más urgente la necesidad de que los legisladores estadounidenses lo hagan bien”, dijo una declaración del 30 de marzo , que concluyó con un golpe a los miembros del Congreso que apoyan reformas regulatorias.

    “Los esfuerzos para impulsar una legislación contra la innovación que sea apresurada y miope podría deshacer la ventaja competitiva mundial de Estados Unidos en tecnología, poner en peligro nuestra seguridad nacional y otorgar a China y otros regímenes autoritarios una ventaja geopolítica permanente, en detrimento de Estados Unidos, la democracia , y todo el mundo libre”, concluyó el comunicado.

    Un claro caso de oportunismo:

    Una publicación de Facebook del 9 de marzo del grupo trazó un vínculo directo entre los intereses comerciales de la coalición de aliados en guerra en Ucrania en favor del defensor, y escribió: “Mientras Rusia continúa atacando a Ucrania, no se puede subestimar lo que está en juego, ni la necesidad de que los legisladores estadounidenses lo hagan bien. sea más urgente.»

    Edge concluyó con un claro esfuerzo por usar la guerra en Ucrania para hacer retroceder una posible acción regulatoria, y escribió: «Perseguir leyes que socavarían la innovación estadounidense ofrecerá una ventaja a las tecno-autocracias que alentará sus actividades en estos sectores».

    Los antimonopolistas no lo comparten:

    “A primera vista, las grandes empresas de tecnología están tratando de aprovechar el miedo y la autoridad que los argumentos de seguridad nacional tienden a tener en el discurso nacional para violar la ley antimonopolio y participar en una serie de comportamientos irresponsables y peligrosos”, dijo Sarah Miller, directora ejecutiva y fundadora. del American Economic Liberties Project un grupo que promueve el movimiento antimonopolio y fortalece la regulación antimonopolio.

    “No creo que debamos escuchar a un conjunto de corporaciones que se han involucrado en actividades delictivas probables”, agregó Miller, refiriéndose a las acusaciones de que Facebook y Google participaron en licitaciones fraudulentas contra anunciantes y Facebook cometió fraude contra inversionistas.»

    Clifton afirma que la Big Tech tiene como socio silencioso en su búsqueda para evitar la regulación de la poderosa industria de armas:

    Lockheed Martin, cuyos contratos anuales con el Pentágono son una vez y media los presupuestos combinados del Departamento de Estado (uno de los brazos del Imperio) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, financió al menos a dos de los miembros de la coalición: el instituto Lexington y Women Impacting Public Policy . “La coalición y sus miembros contarán la historia sobre el impacto positivo que la tecnología y la innovación tienen en la economía y las empresas estadounidenses, en particular las pequeñas, y cómo mejoran la libertad de expresión y la seguridad general de nuestra nación, según Edge.
    .
    La narrativa de Edge de que la amenaza de China a la seguridad nacional de EE. UU. requiere la inacción de los reguladores antimonopolio es casi idéntica al argumento de James Taiclet, director ejecutivo de Lockheed. Taiclet les dijo a los inversionistas el año pasado que los reguladores antimonopolio deberían «mirar a través de la lente de la competencia de las grandes potencias y cómo nos comparamos con la base industrial de defensa ciertamente de China» cuando evalúen si permitir la adquisición de Aerojet Rocketdyne por parte de Lockheed, el único proveedor independiente importante de combustible sólido para motores de cohetes de combustible en los Estados Unidos. Por otro lado el “ Consejo Asesor de Seguridad Nacional ” del grupo liderado por Facebook incluye a Frances Townsend, quien también forma parte del directorio de Leonardo DRS, una empresa de armas que fabrica aviones militares, transportadores de equipo pesado y drones. A ella se unen el miembro de la junta de Lockheed, el general retirado Joseph F. Dunford, y el exdirector adjunto de la CIA, Michael Morell, quien se desempeña como asesor de Beacon Global Strategies, una firma fundada en 2013 para brindar servicios de consultoría a contratistas de defensa. Hasta el año pasado, el consejo asesor también incluía a James Stavridis, un almirante retirado y actualmente ejecutivo de Carlyle Group, un importante inversor en empresas de armas y la industria de defensa. Ninguno de los vínculos profesionales de los miembros de la junta con la industria armamentística se revela en sus biografías de Edge, pero sus intereses económicos parecen estar esparcidos por los productos de trabajo de esta persona.

    “Muestra con quién [las grandes empresas tecnológicas] están dispuestas a asociarse para cumplir sus objetivos y esa no parece ser una asociación muy agradable”, dijo Miller. “No me sorprende en absoluto que Lockheed y Facebook estén uniendo fuerzas para prevenir o difamar los esfuerzos antimonopolio en todos los ámbitos”.

    Ha habido movimientos en el Congreso de los EEUU hacia la regulación en el sector Big Tech. Sin embargo, muchos de los que están en el Congreso deben toda su presencia allí a donaciones políticas de cualquiera (o de ambas) Big Tech y la industria armamentística. Sé por quién apuesto a ganar.

    En este sentido, a veces hace pensar que Estados Unidos está gobernado por el sector privado y el gobierno informal ( a veces el sector privado construido por el gobierno informal o no electo) tal y como indicamos en una publicación subida en el blog el otro día, es solo una recreación histórica elaborada que los grupos de expertos ponen en marcha. Brookings, RAND, CSIS, CNAS, (ejemplos de think tanks relevantes) etc., están representados en la forma histórica de gobierno de Estados Unidos nuevamente, qué pintoresco. Me pregunto qué ‘crisis imprevistas’ ocurrirán esta vez que les permitirán implementar los planes que ya tenían abiertamente disponibles en su sitio web. Esa es mi mayor crítica (una de muchas) a las teorías de conspiración con respecto a las élites junto con todo lo anterior expuesto. No hay grandes tramas urdidas en la sombra. Básicamente, la mayoría de las élites son bastante abiertas (a menudo notablemente) con respecto a sus objetivos.

    Este tipo de coaliciones desvirtúan la realidad, sus miembros contarán la historia sobre el impacto positivo que la acción privada tienen en la economía y las empresas estadounidenses, pero en último término trabajan en conjunción en muchas ocasiones con partes del Gobierno, mientras se vende cómo mejoran la libertad de expresión y la seguridad general dichas grandes corporaciones, que pueden ser consideradas, como parte del Imperio informal de los Estado Unidos.

  • El Estado como motor del cambio social.

    El Estado puede ser concebido, entre muchas otras cosas, como ordenador de la actividad social, como una entidad que construye y permite con su legislación y su marco normativo/regulador la distribución y las formas de socialización de la riqueza y los recursos económicos. Argumentar que en un Estado soberano contemporáneo una entre las principales funciones del Estado es regular la coacción, acceso a la riqueza, proteger la propiedad privada, las formas que existir de esta, la explotación legítima, las formas de organizarse social y políticamente, entre muchas otras.

    Mientras que el Estado Moderno no fue la primera forma de generación de capital, si que fue sin embargo el principal distribuidor de este al reconocer ciertas divisas puestas en curso por este para recaudar impuestos, generando así una economía nacional que creó entre otros nuevas clases sociales como la nobleza de la toga (funcionarios reales creados al calor del creciente presupuesto estatal), y burgueses (beneficiarios de la apertura de mercados internos y externos junto con las monarquías y regímenes liberales que accedían a más recursos que nunca).
    Esto dio lugar a mercados financieros, que sin ir más lejos, se crearon para financiar a los Estados que habían introducido economías casi completamente monetizadas.

    Todo esto junto con las empresas comerciales y de exploración patrocinadas por los monarcas además de la incipiente burguesía y aristocracia que estaba empezando a mercantilizar y monetizar sus activos en el caso de la segunda, para evitar presiones inflacionarias producidas por los monarcas que obviamente les beneficiaban (vía recaudación fiscal) y debilitaba a los propietarios inmobiliarios patrimoniales como las viejas aristocracias terratenientes y feudales.

    Este sin duda fue de los eventos más importantes y de mayor alcance de creación de la sociedad desde el Estado debido al monopolio de este sobre los medios de fuerza y su capacidad utilizar esta fuerza con el fin de cobrar los impuestos y regular las actividades dentro del espacio en el que era soberano. A su vez, el Estado se reservaba abrir nuevos territorios para la explotación y crear el aparato político-jurídico necesario para proteger y ampliar los derechos de propiedad privada, los bienes mercantilizados o no mercantilizados (propiedad patrimonial de un individuo o familia, o bien manos muertas eclesiásticas).

    Ahí podemos ver que lo que entendemos por mercado y capitalismo no era algo natural o preexistente, e incluso el individuo, que es una categoría ilustrada al menos en el sentido que entendemos a día de hoy, no podría existir sin un soberano que permitiera una relación unilateral entre este y la administración (dado que las relaciones premodernas siempre eran mediadas). Así todos estos conceptos son algo creado desde la autoridad central de una sociedad política, en este caso la europea de la Edad Moderna y Contemporánea que se volvió hegemónica en todo el planeta.

    En este contexto la mercantilización favorecida por el Estado de la mayor parte de ámbitos de la vida social no significa simplemente vías para recaudar impuestos, sino el hecho de desbloquear mano de obra y capacidad de actuar administrativamente frente a los gobernados dado que no existe ningún intermediario entre poder y gobernado. Esto presupone mayor centralización que nunca, por eso las guerras en la época de las democracias de masas siempre fueron más asesinas que las de las eras premodernas que tenían sistemas de movilización más precarios.

    También apuntar al hecho que los planificadores en el gobierno han desarrollado conscientemente la capacidad de actuar económicamente, de la distribución social del poder bajo el capital (aquí el capital es una representación de poder y no solo poder económico), siendo así las economías políticas (del por el Estado) diseñadas con el propósito expreso de la introducción de las compulsiones silenciosas de mercantilización, capitalización o descapitalización (la inflación por ejemplo era una forma de descapitalizar las propiedades inmobiliarias de los nobles rivales del Rey) considerando estás herramientas como uno de los más importantes agentes de acumulación de poder y transformación social.

    Ante este panorama, siquiera pensar en ideas abstractas como la mano invisible y el mercado tienen poco sentido. Estas son solo teorías metafísicas que no explican los largos procesos de transformación social producidos desde el principio de la Edad Moderna hasta nuestro presente en marcha.

  • La falsa promesa de la paz democrática.

    A través de la persuasión, la exhortación, los procesos legales, la presión económica y, a veces, la fuerza militar, la política exterior estadounidense reafirma el punto de vista de los Estados Unidos sobre cómo debe manejarse el mundo. Solo dos países en la historia reciente han tenido tales ambiciones de transformar el mundo en esa forma, al menos desde algún momento desde las posguerra de las guerras napoleónicas: Gran Bretaña o el Imperio Británico y Estados Unidos. En los últimos 150 años, estos son los únicos dos países cuyo poder -duro y blando, formal e informal- se ha extendido a todas partes del mundo en unas dimensiones suficientes para plantear algo así.

    Cuando Estados Unidos heredó la posición global de Gran Bretaña después de 1945, también heredó el sentido de responsabilidad de Gran Bretaña por el futuro del orden internacional. Al aceptar ese papel, Estados Unidos ha sido un país que podríamos denominar como «evangelista de la democracia», con altibajos al respecto, dado que en ocasiones ha preferido la opción de gobierno militar, otras de establecer democracias-liberales al estilo de los Estados de Partidos europeos, y un objetivo central de la política exterior estadounidense desde la caída del socialismo real ha sido promover su propagación, a veces mediante cambios de régimen, cuando se considera necesario de esta forma de Gobierno.

    De hecho, este libro de jugadas se remonta a la época del presidente estadounidense Woodrow Wilson. Como escribe el historiador Nicholas Mulder en The Economic Weapon: The Rise of Sanctions as a Tool of Modern War, fue el primer estadista en convertir el arma económica en un instrumento de democratización. Por lo tanto, agregó una justificación política interna para las sanciones económicas (difundir la democracia) al objetivo político externo al que… los defensores europeos de las sanciones han apuntado: la paz interestatal’. La implicación es que, cuando se presente la oportunidad, se deben utilizar medidas militares y no militares para derrocar a los regímenes ‘malignos’ (aquí podemos ver el carácter mesiánico de dicha misión universal en el caso de los EEUU).

    Cuestionando la teoría de la paz democrática:

    Según la teoría de la paz democrática , las democracias no inician guerras; sólo las dictaduras/autocracias lo hacen. Así pues, un mundo totalmente democrático sería un mundo sin guerra. Esta fue la esperanza que surgió en la década de 1990 con el fin del socialismo real para el campo democrático, la expectativa, famosamente expresada por el artículo de Francis Fukuyama de 1989, ‘¿ El fin de la historia? ‘, era que las partes más importantes del mundo se volverían democráticas como producto de dicha hegemonía de los Aliados de la OTAN frente al Bloque del Este.

    Se suponía que la supremacía de Estados Unidos garantizaría que la democracia se convirtiera en la norma política universal. Pero Rusia y China, los principales estados comunistas de la era de la Guerra Fría, no la han abrazado; ni muchos otros centros de asuntos mundiales, especialmente en el Medio Oriente. Por lo tanto, Fukuyama ha reconocido recientemente que si Rusia y China fueran unidas en todas las cuestiones geoestratégicas, ‘entonces realmente estaríamos viviendo en un mundo dominado por estos poderes no democráticos… [que] realmente sería el fin del fin de la historia’.

    El argumento de que la democracia es inherentemente ‘pacífica’ y la dictadura o la autocracia ‘guerreras’ y ‘beligerantes» es intuitivamente atractivo. No niega que los estados persigan sus propios intereses; pero asume que los intereses de los estados democráticos reflejarán valores comunes como los derechos humanos, y que esos intereses serán perseguidos de una manera menos belicosa (dado que los procesos supuestamente democráticos requieren negociación de diferencias). Los gobiernos democráticos son responsables ante su pueblo, y el pueblo tiene interés en la paz, no en la guerra.

    Por el contrario, según esta visión, los gobernantes y las élites de las dictaduras son ilegítimos y, por lo tanto, inseguros, lo que los lleva a buscar el apoyo popular avivando la animosidad hacia los extranjeros, es decir, hacer política interna con la política de confrontación con otras potencias. Si la democracia reemplazara a la dictadura en todas partes, la paz mundial vendría automáticamente según estas teorías. Esta creencia se basa en dos proposiciones que han sido extremadamente influyentes en la teoría de las relaciones internacionales, aunque están pobremente fundamentadas teórica y empíricamente para cualquiera que tenga una posición escéptica.

    La influencia del sistema internacional en la política interna.

    La primera es la noción de que el comportamiento externo de un estado está determinado por su constitución interna, una visión que ignora la influencia que el sistema internacional puede tener en la política interna de un país. Como argumentó el politólogo estadounidense Kenneth N. Waltz en su libro de 1979, The Theory of International Politics , la ‘anarquía internacional’ condiciona el comportamiento de los estados más de lo que el comportamiento de los estados crea la anarquía internacional. Así el dilema de seguridad, bajo una situación en la que los esfuerzos de los Estados por mejorar su seguridad tienden, de manera no intencionada, a aumentar la inseguridad de otros, ya que cada uno interpreta como defensivas sus propias acciones y como potencialmente amenazantes las de los otros, la estructura de toma de decisiones también es relevante, dado que los halcones, por poner un ejemplo, que habían en los Estados Unidos durante la época Bush tenían menor aversión al conflicto que por ejemplo la administración Trump, que en general siempre tuvo una tendencia a centrarse en asuntos internos. En todo esto como pueden ver no es producto tanto de una democracia como forma de Gobierno como de una serie de factores (y muchos otros que no podemos dilucidar) que determinan la predisposición a la guerra y el conflicto geopolítico.

    La perspectiva de la ‘teoría de los sistemas mundiales’ de Waltz es particularmente útil en una era de globalización, por poner un ejemplo. Uno debe observar la estructura del sistema internacional para ‘predecir’ cómo se comportarán los estados individuales, independientemente de sus constituciones nacionales. «Si cada estado, siendo estable, se esforzara sólo por la seguridad y no tuviera planes para sus vecinos, todos los estados seguirían siendo inseguros», observó , «porque los medios de seguridad para un estado son, en su propia existencia, los medios por el cual otros estados están amenazados.’

    Waltz por otro lado, ofreció un antídoto vigorizante contra la suposición fácil de que los hábitos democráticos son fácilmente transferibles de un lugar a otro. En lugar de tratar de difundir la democracia, sugirió que sería mejor tratar de reducir la inseguridad global.

    Aunque es innegable que existe cierta correlación entre las instituciones democráticas y los hábitos pacíficos en tanto suponen la Paz de una potencia (de EEUU), la dirección de la causalidad es discutible. ¿Fue la democracia lo que hizo que Europa fuera pacífica después de 1945? ¿O el paraguas nuclear estadounidense, la fijación de fronteras por parte de los vencedores y el crecimiento económico impulsado por el Plan Marshall finalmente hicieron posible que la Europa no socialista aceptara la democracia como su norma política?

    En su lugar sostendría que, Solo los estados que son relativamente seguros –política, militar y económicamente– pueden darse el lujo de tener sociedades libres y pluralistas; en ausencia de esta seguridad, es mucho más probable que los estados adopten, mantengan o vuelvan a tener estructuras de autoridad centralizadas y coercitivas. Esto puede deberse a que las élites políticas en las sociedades democráticas no requieren de cerrar el acceso a las instituciones para seguir teniendo poder, dado que estas y el orden subyacente se justifican mediante otros medios.

    Una teoría demasiado simple.

    La segunda proposición es que la democracia es la forma natural del estado, que la gente de todas partes adoptará espontáneamente si se le permite. Esta dudosa suposición hace que el cambio de régimen parezca fácil, porque los poderes sancionadores pueden contar con el apoyo acogedor de aquellos cuya libertad ha sido reprimida y cuyos derechos han sido pisoteados. Al hacer comparaciones superficiales con la Alemania y el Japón de la posguerra, los apóstoles de la democratización subestiman enormemente las dificultades de instalar democracias en sociedades que carecen de tradiciones constitucionales occidentales. Los resultados de su obra se pueden ver en Irak, Afganistán, Libia, Siria y muchos países africanos.

    La teoría de la paz democrática es, ante todo, vaga. Proporciona una explicación fácil para el comportamiento ‘bélico’ sin considerar la ubicación y la historia de los estados involucrados (obvia el contexto). Esta superficialidad se presta a un exceso de confianza en que una dosis rápida de sanciones económicas o bombardeos es todo lo que se necesita para curar a una autocracia de su desafortunada aflicción en palabras de algunos occidentalistas. En resumen, la idea de que la democracia es ‘portátil’ conduce a una gran subestimación de los costos militares, económicos y humanitarios de tratar de extender la democracia a partes conflictivas del mundo. Occidente ha pagado un precio terrible por tal forma de pensar y ha creado un entorno euroasiático que tiende a la multipolaridad.

  • Silicon Valley, Gobierno de los Estados Unidos y distinción público-privada.

    Una cuestión poco comentada y muy curiosa de algunos grupos de derecha alternativa es el de la oposición/conspiración de ciertas corporaciones contra el Gobierno de los EEUU. ¿De dónde salió el meme de que Silicon Valley de alguna manera se opondría a la voluntad del gobierno de los Estados Unidos? Difícil saberlo fuera de que estas corporaciones suelen tomar partido porque están integradas en multitud de capacidades básicas para el Imperio americano (y mantener buenas relaciones con el poder hace que puedan mitigar la intervención política sobre ellas).

    De hecho a veces parece una ofuscación (esta separación como entidades ajenas al Gobierno, que en ocasiones se vende que conspiran contra él) para que gobiernos extranjeros permitan funcionar estas plataformas y corporaciones de tecnología sin tener en cuenta que recopilan información y generan asimetrías en favor de EEUU, así las potencias ajenas al hegemón parecen no percibir esto como una amenaza de seguridad porque es una «empresa privada».

    Aún así varios apuntes al respecto que hacen esa teoría (la de que las corporaciones de Silcon Valley conspiran contra el Gobierno de EEUU) al menos parcial o totalmente incoherente:


    1) Están sujetos a la ley del gobierno de los EE. UU. El Gobierno de la República de los EEUU puede decirles que se inclinen si quiere en tanto en un simple cambio en los títulos de propiedad o reglas del juego (por ejemplo mediante control estatal indirecto mediante agencias reguladoras) podría subordinar parcial o totalmente la actividad de estas empresas.

    2) Ellos mismos, dichas empresas tecnológicas, son descendientes de tercera generación de contratistas aeroespaciales y de defensa muy relacionados con el Estado norteamericano.

    3) Su creación es literalmente el hijo bastardo de uno de los departamentos universitarios más liberales de los EE.UU. (Berkeley y el departamento de Ciencias de la Computación e Ingeniería trabajando con los halcones en geopolítica de la Guerra Fría).

    4) La Ley de Educación de Defensa Nacional y la Ley de la Fundación Nacional de Ciencias de 1947 qu determinaron esta serie de procesos que confirman el hecho del patrocinio estatal para crear empresas punteras en la Guerra Fría y aún en la actualidad.

    5) Esa zona de California (Silicon Valley) fue territorio republicano hasta la década de 1980. Los republicanos solían ganar el Condado de Los Ángeles y San Francisco por márgenes abrumadores y estos mismos patrocinaron este sector industrial que aunque ahora tiene orientaciones civiles (aún en poder blando que le confiere la gestión de tal volumen de información no tiene solo finalidades únicamente civiles), tuvo aplicaciones militares y de defensa en un inicio, muy en consonancia con lo dicho anteriormente.

    6) Esto se ve claro en por ejemplo la idea completa de Google Earth y, en estos días, las capacidades de vista de calles, imágenes satelitales y mapeo de áreas, que ahora están integradas en Google Maps, se inventaron literalmente en los fondos de inversión por contrato de la CIA. Este es sólo uno más entre las relaciones entre el Estado Profundo americano y la creación de corporaciones.

    Específicamente con respecto al segundo punto, el linaje o sucesión de temas a los que se dedicaron estos clústers de innovación en EEUU cronológicamente fueron y son:

    1- Inversiones aeroespaciales y de defensa de la era de la Segunda Guerra Mundial/Guerra Fría en California.

    2- Más investigaciones sobre redes, sensores remotos en el espacio y semiconductores patrocinados por el Gobierno de EE. UU.

    3- Empresas de tecnología de la gestión de la información y publicitaria como Google.


    En serio. Cualquiera que esté remotamente familiarizado con el liberalismo estadounidense dominante -que opone innovación y corporaciones punteras al Estado- (y me refiero al «liberalismo», NO al progresismo que tiene menos problemas al respecto), sabe que este mundo está controlado, también por el gobierno de los Estados Unidos.

    Todos esos muchachos de tecnologías de la información, ciencias computacionales e ingenierías fueron a trabajar para Raytheon/Lockheed (dos de los fabricantes aeroespaciales y militares más importantes del mundo, siendo el segundo el proveedor del caza de superioridad aérea y furtivo más avanzado de EEUU).

    En todo esto vemos poco de libre mercado y mucho de necesidades del poder para construir redes y entramados empresariales e industriales que respondan a las necesidades de seguridad del Estado, y luego, una vez estas tecnologías estén maduras, buscar aplicaciones civiles rentables. El liberalismo y sus ideas, en este contexto, únicamente tiene un valor analítico en este sentido, para complicar y esconder evidencias, siendo ideal en este y en otros casos necesario abolir la distinción público y privado, que es una ficción que nos evita entender procesos de desarrollo industrial y tecnológico en los que el Estado es el centro, impulsor, interesado y en ocasiones incluso quién lo financia de formas encubiertas (como vemos en el caso de la CIA y Google Earth).

  • Los boomers soviéticos: Generaciones en Europa del Este.

    En Occidente, pasamos mucho tiempo debatiendo sin cesar las diversas generaciones y sus patrones de votación, valores y nichos económicos en nuestras sociedades. Si bien hay excepciones a cualquier regla, ciertas generalizaciones se han centrado en la Generación Silenciosa, los Baby Boomers, la Generación X, los Millennials y los Zoomers.

    Pero, ¿y en Europa del Este? ¿Tienen una brecha generacional similar?

    Bueno, nuevamente, en Occidente, esta división generacional se creó principalmente como resultado de la revolución cultural ocurrida entre los años 60. Las generaciones anteriores ciertamente diferían en sus puntos de vista y sus circunstancias históricas, pero algo cambió a partir de la década de 1960 y dividió a la población en distintas cohortes culturales. El equivalente ocurrió en el Este o países como España entre principios y finales de los 80 y principios de los 90 especialmente en el Este, tras el colapso de la Unión Soviética y la revolución cultural que se produjo después. En aquel momento, todo en el mundo eslavo giraba en torno a la URSS y la relación de la gente con ella, la memoria de ella y la actitud hacia lo que representaba.

    La generación soviética es básicamente cualquiera que llegó a la mayoría de edad en la Unión Soviética y pasó sus años formativos como parte de ese sistema. Estas personas generalmente tienen una nostalgia por la URSS que está ligada tanto a sus recuerdos de su juventud feliz como a un apoyo general al sistema económico, social y político real en el que vivían. Esto se explica en parte por el hecho de que la última Unión Soviética era generalmente un estado muy paternalista, estable, libre de delitos y que abarcaba todo desde la cuna hasta la tumba. Más que cualquier otra generación, la generación soviética es en gran medida monolítica en sus puntos de vista y actitudes porque su fuente de información estaba estandarizada y no tenían acceso a medios alternativos. Esto hace que analizarlos sea bastante fácil, aunque a veces hace que conversar con ellos sea bastante tedioso: sabes lo que van a decir incluso antes de que formulen el pensamiento en sus cabezas.


    Vale la pena mencionar que a estas personas a menudo se les llama de manera peyorativa la Generación Sovok, y cuando las personas en Europa del Este se refieren a «sovoks» o al estado de ser «similares a los sovok» se refieren a las actitudes, valores y formas de ser soviéticas. No es una palabra muy agradable, pero tampoco está al nivel de una maldición o un insulto. Se usa de la misma manera que los Millennials usan la frase «Ok, Boomer» para burlarse de la generación de sus padres y sus valores.

    Un sovok, por supuesto, es una escoba en ruso y, por alguna razón, se hizo popular referirse a los nostálgicos soviéticos como sovoks, probablemente debido a su tendencia a negar que algo malo estuviera sucediendo durante los días de la Unión Soviética. Como ejemplo, si alguien mencionara la existencia los gulags en Siberia que la Unión Soviética había creado, el sovok negaría que tal cosa existiera y, al mismo tiempo, insistiría en que las personas en ellos merecían ser encarceladas. Seguramente los gulags existieron, el alcance de estos es otra cuestión, y será algo en lo que no tengo ni el conocimiento ni le he dedicado el tiempo adecuado para valorar la importancia al respecto.

    De todos modos, por su peso demográfico, casi toda la cultura de Europa del Este gira en torno a ellos y su visión del mundo y sus gustos. Debido a que siguen siendo observadores de televisión comprometidos y dedicados, toda la propaganda oficial se transmite pensando en ellos. Como resultado, obtienes dramas continuos financiados por el estado sobre la Segunda Guerra Mundial que se repiten casi continuamente, sin apenas cortes comerciales. Oye, ¿qué puedo decir? La gente de la televisión conoce claramente su objetivo y la demanda existente, crear nueva demanda no siempre sale bien.

    Además, todavía no ha habido un político como Obama (al menos en Rusia) que haya demostrado el poder de las redes sociales y el alcance de Internet entre los jóvenes para producir una victoria electoral a su favor, aunque Alexey Navalny sea promocionado desde Occidente. La televisión sigue siendo el centro neurálgico de las campañas políticas porque se dirige al bloque de votantes más grande y consistente del país. Como resultado, todos los políticos prometen aumentar las pensiones, los beneficios sociales y otras políticas dirigidas a personas de 50 años o más. Los veteranos postsoviéticos también tienen un interés económico en ser socialistas (en un sentido polémico del término que implica intervención estatal, y sin caer en precisiones teóricas obvias al respecto), ya que ahora cobran cheques del gobierno para financiar su jubilación, algo que se les prometió durante el antiguo régimen y que responsabilizan a los políticos modernos de cumplir.

    Por el contrario, el sentimiento prosoviético es prácticamente inexistente o al menos minoritario en la generación postsoviética que comprende el grupo demográfico más joven. Generalmente ven la bandera roja con una sensación de estancamiento. El culto estatal oficial de la Segunda Guerra Mundial y la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania del III reich y sus aliados no resuena en la juventud, pero, de nuevo, resuena profundamente en la generación soviética, que se crió en él. En los años 70 y 80, el gobierno soviético, que había estado sorprendentemente tranquilo sobre la Segunda Guerra Mundial, comenzó a inclinarse hacia propaganda de este tipo una vez que el marxismo y la construcción de una utopía comenzaron a perder resonancia con el público. En cuanto a porqué el estado soviético se resistía a abrazar dicha ideología basada en la victoria sobre las fuerzas del Eje, inicialmente, puede haber sido porque habían incorporado a muchos de los países contra los que habían luchado en su imperio (bloque del Este).

    Igual que Aliados, los soviéticos a veces demostraron una actitud de Realpolitik hacia la reincorporación y la reutilización de viejos cuadros de los diversos estados vasallos que habían conquistado, lo que llevó a que los funcionarios de las potencias del Eje de nivel inferior encontrarán empleo oficial en la recién reformada Stasi, o en otros estamentos de la administración de las potencias cercanas a Moscú, por ejemplo. De todos modos, el águila rusa de dos cabezas aún no ha superado la Segunda Guerra Mundial y su ojo, o al menos uno de ellos permanece firmemente fijo en el pasado, luchando las guerras del siglo pasado una y otra vez en su propia mente. Rusia no puede formar una visión del futuro porque aún no se ha reconciliado con su pasado.

    A su vez, ya que estamos en el tema de la demografía y la Segunda Guerra Mundial, vale la pena señalar que la guerra de hecho abrió un agujero gigante en la población eslava. Si las tasas de reproducción se hubieran mantenido constantes en los años posteriores a la guerra, esta herida podría haberse curado en poco tiempo y el cuerpo social podría haberse recuperado en unas pocas generaciones. En cambio, debido a la política de industrialización soviética, el acuífero que produjo almas eslavas frescas fue destruido deliberadamente con la destrucción de pueblos eslavos donde las familias tradicionalmente tenían más de 8 hijos o más a través de políticas de colectivización implementadas por el gobierno, esto le dio un gran poder a corto plazo por una nación que pasó del subdesarrollo a ser puntera en menos de una década, a cambio claro de destruir el tejido social que mantenía cierta vitalidad demográfica. Los campesinos fueron conducidos a las ciudades para comenzar sus nuevas vidas como proletarios y abandonar sus hábitos kulak (propietarios de tierra). La crisis de la vivienda, más las reformas culturales soviéticas contribuyeron a la caída demográfica que se produjo poco después aún cuando en un primer momento supuso para el gobierno sovietico una movilización de masas para fines definidos (por el Estado) nunca visto. En este sentido, la situación soviética refleja casi exactamente lo que ocurrió en Occidente y en los Estados Unidos en particular. Un baby boom después de la guerra, seguido de una fuerte caída, que dejó una enorme cohorte demográfica eclipsando a las siguientes.

    Al igual que en los EE. UU. o en España, los boomers soviéticos crecieron en una época de relativa paz y abundancia. Los trabajos surgieron de los árboles, ya que la Unión Soviética necesitaba a alguien a quien pudieran echar mano para construir rápidamente nuevas ciudades, nuevas fábricas, nuevas carreteras y nuevos misiles y armamento de toda clase. Cuando todo esto llegó a su fin tras el colapso de la URSS, la generación soviética quedó conmocionada y muchos perdieron todo por lo que habían trabajado. Las generaciones anteriores eran en gran medida autosuficientes y dependían de la red de seguridad social proporcionada por sus familias numerosas y las comunidades de las aldeas. Pero la generación soviética, ya sea que tuvieran opción o no, realmente creyó en la promesa que el estado hizo de cuidar de ellos. Como resultado, fueron la primera generación en abandonar el concepto de familias grandes, nucleares y extensas y abrazaron el estado paternalista (niñera para algunos) de todo corazón. En ese sentido se han convertido en una enorme carga para la economía postsoviética con sus constantes viajes a clínicas subsidiadas por el estado y demandas de pensiones cada vez mayores pagadas por un grupo demográfico en edad laboral mucho más pequeño y pobre que el anterior.

    La mayoría de los veteranos soviéticos también han retenido fragmentos de la antigua propaganda soviética en sus mentes, aunque estos han sido distorsionados por el tiempo y los esfuerzos revisionistas de los escritores y propagandistas neosoviéticos.Como resultado, los soviéticos tienen una lista bastante ecléctica de gustos y disgustos que no tiene ningún sentido desde una perspectiva occidental. Por ejemplo, odian a Solzhenitsyn, a quien ven como un traidor y aman a Stalin, a quien ven como el salvador de Rusia. Ah, y también odian El señor de los anillos por sus temas antiindustriales y porque creen que Sauron y Mordor representan a la URSS, lo cual, en realidad, podrían llegar a pensar en ello. Pero la polémica en torno al Señor de los Anillos y su publicación en la URSS es historia para otro momento. Los boomers soviéticos generalmente votan por los comunistas o por Putin, dependiendo de si se sienten particularmente molestos con el gobierno durante ese ciclo electoral o no. Por regla general, están muy preocupados por la economía ante todo y, en particular, por la autosuficiencia económica. En el fondo son autárquicos y abrigan una ardiente esperanza por la promesa soviética de un día superar a Occidente en la producción y distribución eficiente de artilugios.

    En resumen, su visión del mundo y plataforma política preferida, en pocas palabras, es el nacionalismo económico (aunque aborrecen el uso de esa palabra N en particular), el socialismo del gran gobierno de la cuna a la tumba y adorar en el altar de la religión estatal secular. de la Segunda Guerra Mundial.

    También sería negligente si no señalara que la generación soviética tiene una visión extraña de la historia y en gran medida ve el siglo XX a través de una lente de conspiración. Por favor, prepárese para la siguiente parte e intente seguirla lo mejor que pueda. La mayoría de los veteranos soviéticos creen todos los puntos siguientes simultáneamente, incluso los que se contradicen entre sí. Y así, sin más preámbulos.

    “No se puede confiar en los judíos. (Stalin condenó a los judíos por ser saboteadores del proyecto socialista y, posteriormente, la URSS apoyó a los árabes y su lucha contra Israel)” mientras que a la vez se sostiene que “Los judíos son muy inteligentes y tienen mucho que enseñar a los europeos orientales.” junto con ideas como los “judíos son responsables de la revolución rusa y la carnicería que siguió.” y la contradictoria idea de que “Lenin tenía algunas buenas ideas. “ junto con “Lenin era un judío secreto.” A su vez, ideas como “Hitler en secreto fue financiado por los Estados Unidos y Gran Bretaña.”

    A la vez, junto con cierto antisemitmismo hay ideas prosemiticas cómo podemos observar “El antisemitismo está mal y la Unión Soviética no era antisemita.” o “La Unión Soviética salvó a los judíos de Hitler (y eso es algo bueno).” mientras que a la vez se ve como “Los judíos asesinaron al Zar, pero el Zar estaba oprimiendo a la gente por lo que tuvo que irse.”Al respecto los campos o famosos gulags cosas como “Los gulags son un mito.” junto con “Los gulags eran necesarios para eliminar a los traidores a la Unión Soviética.” o “Tu bisabuelo fue enviado a los Gulags”. junto con Solzhenitsyn mintió sobre los Gulags y fue un traidor.” Al respecto el sistema de la difunta URSS ideas como “El sistema soviético era justo y equitativo. en conjunción” junto con el pensamiento de que “La Unión Soviética robó la riqueza de los rusos y la redistribuyó a las otras repúblicas socialistas.” A nivel etnico se peude ver afirmaciones como “La etnia no es importante, el socialismo puede establecer la paz mundial.” con planteamientos como “Los turcos son una raza de criminales y sinvergüenzas.” Al respecto los líderes y el KGB, planteamientos basados en “Gorbachov fue un traidor a la Unión Soviética.”, “El camarada Andropov era un tipo estupendo.”, “Krushchev era un campesino ucraniano borracho.” o “Zhukov debería haber sucedido a Stalin”. junto con la idea de “La KGB eran solo matones de la NKVD y Chekha.” mientras se afirma que se “Tenían muchos amigos en la KGB”

    En general, son una serie de contradicciones mixtas, por decirlo suavemente. Por un lado, no hay nada de malo en el nacionalismo económico e incluso se podría argumentar la implementación de algunos elementos de estatismo y planificación central para elevar los niveles de vida como parte de una plataforma política populista. Por otro lado, estas ideas simplemente no son suficientes para formar un mensaje romántico y edificante que cautive los corazones de las generaciones más jóvenes y trazar un nuevo curso de civilización para Europa del Este. Lo que es peor, estas ideas relativamente sólidas y fundamentadas están empañadas por su asociación constante y deliberada con la Unión Soviética.

    De la misma manera que cualquier idea nacionalista miopes en Occidente se asocia deliberadamente con la marca Tercer Reich, los veteranos en Oriente también envenenan el pozo al asociar la reapertura de las fábricas rusas y el conservadurismo social con gulags y policías secretos sacando a rastras a la gente de sus apartamentos en medio de la noche.

    Además, ellos, al igual que sus homólogos de Baby Boomer en Occidente, se consideran el pináculo de la evolución humana y, en general, tienen una actitud de saber más y ser mejores que cualquier generación que vino después. Sus hijos y nietos (si los tienen) señalarán que todo lo construido por su generación es feo, lo cual, por supuesto, los eternos sovok negarán de la misma manera que los Baby Boomers occidentales demuestran un aprecio peculiar por ciertas cosas de las decadentes sociedades europeas.
    .
    Más que nada, la generación soviética está aterrorizada de ser llamada o acusada de supremacista rusa bajo la idea de una asociación cercana al nacionalsocialismo y hace todo lo posible para ensalzar las virtudes de «la amistad de las naciones» que supuestamente construyeron con éxito en la URSS. Con frecuencia señalarán que no hubo conflicto étnico en la Unión Soviética, porque los valores soviéticos habían derrotado al chovinismo étnico al dar a la humanidad un objetivo y una misión comunes. Si señala que la Unión Soviética logró y mantuvo esta paz incómoda a través de su poderío militar, algo que en principio no es un problema para quien os escribe (el poder en último término viene sostenido en último término -aunque no solo- en la coerción-), bueno… prepárese para que le lancen la bomba de nacionalsocialista.
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    Luego, por supuesto, uno no puede dejar de notar los mensajes bastante esquizofrénicos y contradictorios en torno a la guerra en Ucrania. Tienes jóvenes nacionalistas rusos con parches de runas eslavas disparando a mercenarios neonazis con parches “SS Black Sun” que están en la nómina de un oligarca judío ucraniano. Luego están los jubilados soviéticos que salen a dar la bienvenida a las milicias de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk ondeando la bandera soviética roja aún cuando parte de las autoridades de estos lugares puedan tener ciertas tendencias irredentistas rusas. Lenin, por supuesto, creó el estado moderno de Ucrania para debilitar a Rusia (existen ejemplos ambibalentes de reforzar y debilitar periódicamente a Ucrania como estado fundador de la URSS). Putin mismo mencionó este hecho en su discurso declarando la guerra a Kiev y pidió la “descomunización” de Ucrania, mientras en otras ocasiones afirma que es una operación de desnazificación! Pero agitan su bandera roja a pesar de todo. ¡Y luego el alcalde de Mariupol continúa declarando que se construirá en el centro de la ciudad una estatua a la abuela soviética que salió de su casa y agitó una bandera roja ante las tropas ucranianas !

    Esta es la esquizofrenia metapolítica de Europa del Este en su máxima expresión. Y, por supuesto, ambas partes también acusan rutinariamente a la otra parte de ser nazis en su propaganda oficial. Sergei Lavrov anunció recientemente que, sin que todos lo supieran, Hitler era en realidad judío y que los judíos son los verdaderos antisemitas. Luego fue rápidamente condenado por los judíos, quienes como comunidad acusan a Putin y su gobierno de ser fascistas y prefieren apoyar al presidente judío de Ucrania. Las declaraciones de Lavrov seguramente llamarán la atención en Occidente, especialmente entre los miembros de la Derecha Disidente. Pero, si hubieras entendido que Lavrov y la mayoría de las personas en el Kremlin y la burocracia son Boomers soviéticos, básicamente podrías haber puesto un cronómetro y poner los pies en alto mientras esperabas que soltara el obligatorio «Hitler era un judío secreto anti». -Línea semita”. Todo lo que puedo decir es que muchas cosas se vuelven más claras sobre la Rusia moderna cuando comprendes el “Sovok Mindset™”.

    Se podrían escribir volúmenes sobre los Sovoks y sus mitos, igual que en el caso de los boomers occidentales, pero creo que en este punto deberíamos un poco el tono de las críticas y señalar que, en comparación con las generaciones que siguieron, estos tipos son los únicos que mantienen la línea en contra la embestida de los valores progresistas/globalistas occidentales que la juventud está tan ansiosa por engullir y copiar. Fundamentalmente, tenemos que concluir que son simplemente un producto del entorno informativo en el que crecieron. No pueden odiar a la Unión Soviética porque crecieron en ella y rechazarla es rechazar décadas de condicionamiento y arduo trabajo dedicado a la realización a la prometida utopía socialista. Es fácil burlarse de ellos y de sus creencias, pero no tenían internet mientras crecían y tuvieron que conciliar las advertencias susurradas por la generación de sus padres, mucho más sabios, y la realidad de tener que adaptarse y ganarse la vida en la Unión Soviética. Se vieron a sí mismos como la generación que fue prometida, como modernizadores que marcarían el comienzo de una era de paz y abundancia. Cuando esta visión se estrelló y se quemó, extendieron la mano y se aferraron a todo lo que pudieron para darles un sentido de conexión a tierra y propósito. Hicieron todo lo posible para racionalizar realidades irreconciliables y metarrelatos históricos y, como resultado, su visión del mundo es esquizofrénica, por decir lo menos.

    Es más, parecen incapaces de darse cuenta de que su visión del mundo no es universal y simplemente no la comparten las generaciones posteriores o quienes vivieron fuera de los territorios de la URSS, incluso en parte de algunas repúblicas que la formaron. Nuevas ideas y realidades geopolíticas rebotan en ellos, ya que su visión del mundo ya se ha cimentado firmemente y es continuamente reforzada por la propaganda estatal orientada a mantenerlos felices, dejando poco espacio para la duda o el pensamiento más profundo para cambiar su visión aceptada de la realidad. Su visión del futuro es miope, ya que simplemente se basa en la nostalgia del pasado, en eso no son diferentes a los boomers occidentales. En conclusión, de la misma manera que el destino de Occidente está en gran medida en manos de la generación de la posguerra, que aún conserva cierta apariencia de riqueza y poder electoral, la situación política actual en Rusia también está dominada en gran medida por la necesidades, preocupaciones y cosmovisión de los boomers soviéticos. Curiosamente, estos dos grupos demográficos en el este y el oeste tienen más en común entre sí de lo que les gustaría admitir.

  • Sobre el aborto: Eugenesistas versus pobristas.

    Trataré en este pequeño artículo dilucidar lo que hay tras las posiciones a favor y en contra del aborto con sus evidentes simplificaciones derivadas de ser cuestiones politizadas, partiendo de que la idea abortista es esencialmente eugenesista y la opción provida es esencialmente pobrista. Por otro lado, como me gusta indicar habitualmente, los enfoques que hablan sobre derechos y libertades son fundamentalmente falsos y se basan únicamente en la contraposición de valores con escaso espacio para la justificación (dado los desórdenes morales occidentales, tal y como indique en una publicación hace unos días, no permiten o dejan la posibilidad de fundamentar nada, únicamente de contraponer posiciones), algo que no nos ayudará a dilucidar alguna verdad.

    Para comenzar, creo que es ideal pensar en el marco de la política en la cuestión del aborto versus provida en EEUU (y en el resto de la órbita de influencia del hegemón, centrándome en dicho país por la relevancia que tiene y por simplificar a su vez) es incorrecto. Esto es casi teológico. Los antiabortistas están aplastando a un ídolo progresista. Sin embargo, el aborto es uno de los ídolos más poderosos de nuestros enemigos (sin adscribirme como provida, pero si contrario al progresismo existente). Aplastar a sus ídolos y mitos es nuestra obligación. Destruirlos y lanzarlos al abismo debe ser el centro, porque como decía Gustavo Bueno, la crítica tiene que ser necesariamente destructiva.

    El aborto, como ídolo y premisa no está del todo al nivel que llegó en EEUU el caso de George Floyd (que ya es un ídolo que trasciende a la persona real), así toda afirmación en este sentido es uno de sus rituales más sagrados. Entender que el progresismo es una secta tiene implicaciones y creo que debe ser un enfoque a explorar.

    La cultura de la cancelación que estamos experimentando es una guerra religiosa, los argumentos son teológicos, el debate al estilo del que podríamos encuadrar en un ambiente en intelectual no es posible. Tienes que luchar con esto en mente cuándo piensas en este tipo de cuestiones.

    La forma de ganar una guerra religiosa es demostrar que el Dios (o ídolo) de tus enemigos es débil, a parte de el obvio control de mecanismos de creación de opinión. Haces esto desafiando sus mandamientos, desfigurando sus templos y burlándote de sus rituales.

    Los ideólogos progresistas y su plutocracia creadora de narrativa lo han entendido desde hace mucho tiempo. Por eso están tan obsesionados con instituir sus rituales en todos los lugares e instituciones de la sociedad posibles (la anticoncepción es uno de ellos). Nos han dado nuevas doctrinas del matrimonio, de las relaciones sociales, del martirio, incluso del hombre y la mujer. Así han instituido y ganado todas las victorias políticas. Este es uno de los pocos eventos que he visto que es una victoria tanto teológica como política. Algo de lo que aprender.

    Por otro lado no estoy haciendo una defensa del conservadurismo, de cierto tipo de religiosidad o incluso de vuelta a la tradición. La tradición ha muerto, los tradicionalistas no pueden sostener qué es la tradición porque esta no es una foto fija.


    Las sociedades cambian, no es igual la tradición de la monarquía en contra de la teocracia papal de la que habla Dante, en el entorno del conflicto entre güelfos y gibelinos, que la monarquía hispánica de Isabel y Fernando, ya ni les digo el absolutismo de las guerras de religión en comparación con las fuerzas de la «tradición» de después del Congreso de Viena tras las guerras napoleónicas. Es difícil definir que es la tradición, como podrán convenir conmigo.

    Volviendo al caso del aborto en EEUU, los Demócratas estadounidenses, en el entorno actual se benefician de que el caso sea dirimido en la Corte Suprema de los EEUU descentralizando la decisión a cada Estado, al darles una excusa para que las ONG progresistas se establezcan por completo en todos los estados que desafían las normas de anticoncepción en el aborto establecidas desde los años 70.


    Este tema destruye la conciencia de clase en la élite americana, razón por la cual dado que no hay consenso en quien está facultado para dirimir tales cuestiones, se permite a las oligarquías regionales decidir para someterlo al pluralismo regional del país en cuestión.

    Los demócratas siempre dirán que cualquier compromiso definitivo al respecto es complicado, y también lo harán los republicanos, no lo dicen por alguna «necesidad de la lógica», sino porque tienen que hacerlo. Mantener la cara de la distinción partidista por encima de todo parece la primicia republicana. En el caso de los demócratas se parte de que el tiempo les beneficia (todas sus propuestas las aprueban por insistencia a largo plazo), obviamente posición de «DEBES DERROTAR (al enemigo) PARA SALVAR VIDAS» (sea quién sea de los bandos que lo argumente) es para los Republicanos y Demócratas demasiado incendiaria, aún cuando es la posición más coherente para republicanos dado que el tiempo corre en su contra.

    En otro enfoque, el discurso y la guerra cultural sobre cosas como el aborto es el régimen predominante de ingeniería social y las plataformas partidistas (en cualquier lugar) representan dos alas del control eugenésico de la población. Ningún lado ofrece una idea de porque la libertad no es «aborto a mi hijo» (o es en el caso de los que apoyan el aborto).

    Mi posición sobre el aborto es que se pueden eliminar los abortos haciendo políticas antinatalistas y natalistas a la vez que faciliten la provisión de niños de tal manera que menos personas incluso consideren abortar. La gran mayoría de los abortos son causados por expectativas de pobreza junto con inestabilidad en los núcleos familiares o relaciones sociales.

    Por otro lado, el aborto es una posición de ingeniería social basada en la despoblación de los empobrecidos jóvenes (normalmente la criminalidad es más común en gente relativamente joven); siendo en este caso el responsable (dichas medidas) de reducir la tasa de criminalidad en los EE. UU y en otros lugares disminuyendo la cantidad de gente en la situación socioeconómica precaria antes indicada.

    Los «cristianos» o «antiabortistas» que creen que los pobres solo necesitan «salir por sus propios medios» y criar niños en la pobreza sin ninguna expectativa de un futuro mejor para ellos son la otra cara de la moneda, y su supuesta «moralidad» es una farsa. Ambos «lados» son depravados, nada hay nada de moral en el culto al pobrismo implicacito en ese discurso.

    No tengo una «posición» en «el debate sobre el aborto», porque no creo que tenga sentido discutir el tema aisladamente de la economía, la moralidad hedonica imperante, la estructura social, familiar, entre otros enfoques. A nadie le importaría el aborto si fuéramos gobernados adecuadamente. Personalmente, me opondría al aborto en mi propia circunstancia personal: sin embargo, también tengo empatía por las personas en circunstancias peores que han perdido toda esperanza en la posibilidad de un futuro mejor para cualquier futuro hijo que puedan tener (por motivos económicos, de su situación familiar, pareja sentimental, entre otros). Reprenderlos por el aborto no tiene sentido.

    Mi respuesta para esto es «Revolución» — así que tómenlo como quieran — no creo en ninguna salvación electoral o procesal — creo que la futura miseria de esta sociedad está sentando las bases para su superación por vías políticas cuando ocurra un colapso demográfico, geopolítico o económico, cualquiera es posible y a cada uno de los países occidentales le afecta o se predispone más a uno u otro.

    Por otra lado, no estoy teorizando sobre asegurar escaños en la Corte Suprema en el caso de los americanos, o en el Congreso de los diputados en el caso de los españoles, dado que esta es una cuestión no solo política, sino que estructural, atravesada por numerosos desarrollos que no se acaban en la política de concepción versus anticoncepción, que ha sido en el caso de la segunda, como ya he comentado en otras ocasiones, el factor técnico (o tecnológico) para poder mercantilizar a tiempo completo y durante más años la vida del sexo femenino al sistema productivo, algo que daría per sé espacio para otra publicación.

  • El islam en Occidente. Análisis del crecimiento de la religión musulmana en Francia.

    En contraste con la situación en el mundo angloamericano, donde los datos raciales detallados dan una buena idea del rendimiento educativo y socioeconómico, la criminalidad, los patrones de votación, etc. de la mayoría de los grupos, no existe una recopilación sistemática de dichos datos en Francia. Y pongo Francia porque es uno de los países que ha tenido una política migratoria más abierta, con 9 millones de personas censadas nacidas en el extranjero para una población de 67 millones. Obviamente el número no es una realidad dado que hay muchos ciudadanos franceses que tienen origen en otro país.

    Esto significa que tenemos que estimar la situación general utilizando datos indirectos, como los nombres en los registros de nacimiento y de registro de votantes, el porcentaje de niños a los que se les hizo la prueba de la enfermedad de células falciformes , o paralelos con países comparables que sí tienen algunos datos.

    El encuestador francés Jérôme Fourquet ha recopilado un conjunto considerable de datos sobre las comunidades musulmanas de Francia. Como documenta en su libro «L’Archipel français», existe un patrón claro de (auto)segregación residencial y estratificación socioeconómica a lo largo de líneas etnorreligiosas:

    Si bien este fenómeno [de la inmigración] no es nuevo, la concentración geográfica de ciertas comunidades, asociada a la diversificación cuasi-planetaria de los flujos migratorios y el impresionante aumento demográfico de las poblaciones del mundo arabo-musulmán o únicamente musulmán (en el caso de lugares como Pakistán) que mantienen tasas de natalidad superiores a sociedades con las que colindan como las sociedades europeas, la India y China. En el caso francés, constituyen los principales motores de la archipelización interna (en términos de nuestro autor) de los territorios franceses, algo que presumiblemente ocurrirá en otros lugares de Europa. Por otro lado esto nos da una lección curiosa derivada de que los desequilibrios demográficos en nuestros países limítrofes siempre van a generar situaciones complicadas de gestionar en nuestras áreas de influencia.

    Los patrones de asentamiento están fuertemente influenciados por las “redes de familiares y conocidos” según nuestro autor. Como resultado, los grupos de inmigrantes en Francia tienden a no solo concentrarse en algunos vecindarios particulares, sino que también tienden a provenir de áreas y comunidades particulares dentro del país de origen.

    Usando datos de las listas de votantes, Fourquet pudo determinar que en el municipio de Sarcelles (población 58,000, en los suburbios del norte de París), el 92% de los indios son de Pondicherry (una antigua posesión colonial francesa) o el estado circundante de Tamil Nadu. De manera similar, Sarcelles alberga una importante comunidad de cristianos caldeos provenientes en su mayoría de solo tres distritos turcos. Si le das a los inmigrantes aunque sea un punto de apoyo en el país, esto facilita enormemente que vengan en grupos más o menos cohesionados, esto se debe al arraigo etnoreligoso más común en los pueblos del Norte de África y parte de Asia.

    Estos patrones de agrupación étnica son a largo plazo, determinantes para la forma de organizarse, en este caso bajo formas de autosegregación. Por ejemplo, los armenios todavía están fuertemente concentrados en ciertas áreas de Marsella (constituyendo el 10-40% de algunos barrios), a pesar de que en su mayoría llegaron a Francia después de 1915, hace alrededor de un siglo. Seine-Saint-Denis (a las afueras de París) , el departamento más afroislámico de Francia. La tendencia al agrupamiento étnico y la autosegregación se ve reforzada por la magnitud de la inmigración, en particular la islámica. Cada vez es más fácil para los musulmanes vivir entre los suyos y no tener que adaptarse a las normas francesas locales:

    A mayor presencia inmigrante, mayor tendencia a rechazar los matrimonios mixtos entre musulmanes y otros grupos, supuestos que diluyen teóricamente la segregación (los matrimonios mixtos), llegando a ser dicha presencia y/u opinión cercana al 35% o incluso al 37% en barrios y municipios con muy alta presencia inmigrante (sin tener en cuenta hijos nacidos en Francia).

    Un conjunto de encuestas encontró tendencias contradictorias: entre 2011 y 2016, el porcentaje de musulmanes que aceptarían si su hijo se casara con un no musulmán aumentó del 41 % al 56 %, mientras que aquellos que estarían felices si su hija se casara fuera de la fe cayó del 38% al 35%. Curiosamente, cuanto más educado es un musulmán, más probable es que se case con un no musulmán. Los musulmanes de clase trabajadora menos educados son más hostiles a los matrimonios mixtos, reproduciendo el patrón de sentimiento etnocéntrico inversamente correlacionado con la dilución de la identidad que presupone la educación occidental, cruzada con el estatus socioeconómico.

    La hostilidad hacia los matrimonios mixtos sugiere el choque de valores entre los franceses nativos y los musulmanes. Como regla general, podemos esperar diferencias marcadas inicialmente entre los franceses más liberales al respecto posteriores a los años 60 y los musulmanes de primera generación provenientes de sociedades relativamente tradicionales, y luego una convergencia parcial a medida que los inmigrantes se aculturan al nuevo entorno (hasta cierto punto) son reeducados para “adaptarse” a las culturas foráneas.

    La convergencia siempre ha sido limitada. Los musulmanes en Francia no son más propensos a adoptar nombres franceses para sus hijos que en el pasado (p. 161 de L’Archipel français). Los nombres musulmanes siguen sus propios patrones completamente independientes de la población francesa en general (p. 162, idem). Mientras que la población francesa apoya abrumadoramente el derecho de las mujeres al aborto o el derecho de los homosexuales a “ser libres para vivir como deseen”, solo una pequeña mayoría de musulmanes franceses también lo hacen (p. 165 idem).

    La convergencia puede haber alcanzado su punto máximo, en todo caso, ya que hay evidencia de un resurgimiento en el sentimiento islámico:

    Los estudios y encuestas que tenemos todos convergen en señalar una mayor frecuencia y observancia de los signos religiosos en la población de fe u origen musulmán. El punto de inflexión parece haber sido a principios de la década de 2000. (pág. 163, L’Archipel français).

    A principios de la década de 1990, alrededor del 60 % de los musulmanes en Francia ayunaban durante el Ramadán, la cifra para la década de 2000 variaba entre el 67 % y el 71 % (p. 164 idem). En la década de 1990, entre el 35 % y el 39 % de los musulmanes dijeron que bebían alcohol, una cifra que cayó al 32 % en 2011 y al 22 % en 2016. La proporción de mujeres musulmanas que usaban velo aumentó del 24 % en 2003 al 35 % en 2016. Quizás lo más sorprendente es que una encuesta reciente encontró que los musulmanes jóvenes son significativamente más hostiles al sexo antes del matrimonio que sus mayores. Mientras que el 55 % de los musulmanes mayores de 50 años decían que “una mujer debe permanecer virgen hasta el matrimonio”, el 74 % de los jóvenes de 18 a 24 años eran de esta opinión (p. 167, L’Archipel français).

    No está claro qué está impulsando esta reislamización (posiblemente patrocinio externo por élites religiosas). Además de la creciente confianza de la comunidad musulmana a medida que crece en tamaño, también puede ser una reacción etnorreligiosa a ciertas polémicas de principios de la década de 2000: la guerra contra el terrorismo, el renovado conflicto israelí-palestino y las nuevas medidas de los conservadores franceses, políticos que admiten que hay que limitar la islamización abiertamente (como la prohibición de 2004 del velo en las escuelas o la campaña “Le Pen-lite” del presidente Nicolas Sarkozy). El proyecto de “ley contra los separatismos” del presidente Emmanuel Macron puede tener un efecto similar, ya que apunta a eliminar el islamismo a través de varias medidas para mitigar los temores de los franceses nativos, medidas que probablemente avivarán un mayor sentimiento etno-religioso y un sentimiento de persecución (justificado o no) entre los musulmanes (aún cuando estas medidas estén más o menos justificadas).

    Podemos esperar ver un ciclo continuo que refuerce el sentimiento étnico/religioso de los musulmanes y los nativos franceses, ya que las medidas que apelan a los franceses ofenden a los musulmanes, los musulmanes adoptan un comportamiento ofensivo para los nativos franceses, etc. Uno de los vectores más comunes de esto: casos de supuesta brutalidad policial que se convierten en causas célebres de protesta entre musulmanes (y africanos), en un contexto que es una espiral en la que se retroalimenta la criminalidad dentro del sistema.

    Existe una fuerte evidencia de que el voto musulmán es oportunista de acuerdo con los intereses étnicos en contra de cualquier principio particular. Mientras que los turcos en Francia votan mayoritariamente por la izquierda multicultural, feminista, laica y redistribucionista en las elecciones francesas, en 2017 el 65 % de los turcos elegibles votaron a favor del referéndum que fortalece los poderes del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, un político islamista-nacionalista. De hecho, los turcos han desarrollado su propio ecosistema cultural y político en Francia, con el liderazgo espiritual proporcionado por imanes turcos pagados por el estado. Sorprendentemente, el Partido Ley y Justicia (AKP) de Erdogan presentó 68 candidatos en las elecciones legislativas francesas de junio de 2017.

    Es cierto que los turcos parecen ser una comunidad especialmente endogámica, con un 85% de turcos en Francia que se casan con otros turcos (p. 170). Por el contrario, solo una pequeña mayoría de marroquíes y argelinos se casan con sus connacionales (aunque no está claro cuántos de los “exógamos” de estos dos grupos se casan con no musulmanes). Solo una cuarta parte de los inmigrantes del sur de Europa e Indochina se casan con compatriotas. Los africanos cristianos se casan más que los negros musulmanes con otros grupos etnicos.

    A su vez, este tipo de inmigración genera problemas. Los inmigrantes afromusulmanes han tenido un efecto muy perjudicial en el alumnado francés. Entre los niños de 11 años, un 11,8 % de los niños ciudadanos franceses tienen un año de retraso escolar, frente al 32,4 % de los niños extranjeros (p. 208). Los niños inmigrantes de segunda generación obtienen en promedio 50 puntos peor en los exámenes PISA, una cifra que sin duda subestima el bajo rendimiento afroislámico, porque incluye a los niños inmigrantes europeos y asiáticos (quienes, según otras métricas, parecen tener un desempeño comparable al de los nativos). Existe una clara correlación entre el desempeño educativo de los estudiantes y los ingresos de los padres.

    El sistema escolar está cada vez más segregado: los niños afroislámicos se concentran en ciertos vecindarios debido a una combinación de agrupamiento residencial y huida blanca. Según el investigador Georges Felouzis, el factor segregante es principalmente la etnia y no la clase social (p. 209, idem). El 37% de los profesores dice que se han autocensurado para no ofender a los alumnos y el 59% dice que el laicismo está en peligro en Francia (p. 215, idem). De hecho, esto puede ser una cuestión de vida o muerte, como descubrimos con la decapitación del profesor de historia Samuel Paty.

    La afroislamización de los barrios ha coincidido con el surgimiento de “áreas sensibles” en ciudades medianas de todo el país, con patrones similares de delincuencia, tráfico de drogas y ataques a policías y bomberos (p. 184). Ha habido una explosión del consumo de marihuana en todo el país, algo que no necesariamente está correlacionado con la inmigración pero que se aprovecha de la parte más marginal de esta. En 1993, el 21% de los jóvenes de 17 años había consumido marihuana, aumentando al 50,2% en 2002 (que se estabilizó aproximadamente en torno a ese nivel, p. 195). Se estima que unas 200.000 personas viven de esta industria ilícita como traficantes y proveedores, con viajes de ida y vuelta especialmente a los productores en Marruecos (p. 198), ahí es donde se conecta con dicho problema. El 76% de los policías están preocupados por el crecimiento de las zonas prohibidas (p. 215, idem).

    Todos estos datos sugieren el estado y los efectos de los musulmanes en Francia. Más allá de la explosión de los espectaculares ataques terroristas islamistas que han matado a cientos de personas en Europa desde la década de 2010, está el surgimiento cotidiano más monótono de subculturas muy distintas y endogámicas (por no decir sociedades paralelas), el crimen y relaciones sociales, económicas relativas, junto con el fracaso académico. 

    No está claro si los musulmanes, más allá de formar subculturas comunitarias, ganarán en agencia política con el tiempo o si permanecerán, como los hispanos en los Estados Unidos de América, en gran medida políticamente inertes, inclinándose fuertemente hacia una izquierda universalista-feminista-secularista-redistribucionista bajo control. Paradójicamente, una fuerte identidad islámica amenaza la cultura europea y es más probable que limite las interacciones/matrimonios mixtos entre europeos y musulmanes, así como que vuelva a despertar a los europeos a su propia identidad y tradición en medio del nihilismo reinante, o por el contrario sean superados por la dinamicidad demográfica de estos pueblos, cabiendo sin embargo la posibilidad aún de la disolución, si hay políticas públicas adecuadas de las identidades no europeas mediante procesos de etnocidio cultural y dispersión de población, algo que los gobiernos occidentales por la propia moralidad progresista ni se plantean.

  • Sobre la economía: Una economía inflacionaria en un mundo multipolar.

    La caída del mercado de valores ya está en marcha, solo que aún no se ha reflejado en los promedios porque Apple, Amazon y Microsoft realmente no han bajado tanto todavía.  La mayoría de las empresas con volatilidad media-alta ya han sido diezmadas. Es el final de un ciclo, pero la parte alarmante es que realmente no hay nada que lo siga.

    Estamos mirando con poca atención la inflación, la escasez, los cierres y la implementación de una austeridad atomizada más allá de las fronteras nacionales. La verdad es que la camarilla del ‘Gran Reinicio’ nos está dominando.  Si estas personas realmente están impulsando la política o no, es irrelevante, porque todo lo que realmente hicieron fue darse cuenta de cómo se veía el punto final lógico del capitalismo global en un contexto geopolítico no unipolar. De todas maneras era inevitable. Pueden seguir bombeando liquidez para mantener los mercados y el sistema financiero a flote o pueden «intentar» evitar una inflación galopante como la que vamos a sufrir los españoles . No pueden tener ambos a la vez, este es uno de los problemas en los que se encuentran los gobiernos y los bancos centrales.

    Todo suena como: «Lo siento millennials (gente nacida entre 1980 y 2003) pero ya no podéis permitiros comprar esa casa o independizaros (muchos siquiera tendrán jamás asegurada la vivienda). Tuvimos que reducir la inflación de todo el dinero que imprimimos para mantener las carteras de acciones de los Boomers, además de beneficiar a todos los propietarios de inmuebles que pueden ajustar el precio de la vivienda a inflación (dado que en algún lugar tendrá que vivir la gente esto beneficiará a un grupo reducido de personas).» -Firmado: La Reserva Federal y el Banco central europeo.

    El problema de las tendencias inflacionarias actuales:

    Las expectativas de inflación más altas otorgan el poder de fijación de precios a los proveedores, que pueden ampliar los márgenes elevando los precios por encima de los costos.  A medida que los salarios aumentan a un ritmo más lento, esta inflación salarial “fija” los precios más altos al mismo tiempo a medida que aumentan los costos y se normalizan los márgenes. 

    Sin embargo, hay que decir que la inflación es un producto de todo lo anterior:

     1. Crisis de la cadena de suministro

     2. Codicia corporativa (tal y como hemos explicado antes).

     3. Estímulo masivo y política monetaria muy flexible. (programas de Expansión Cuantitativa).

     4. Decisiones políticas a veces estratégicas de restringir la adquisición de ciertos productos, otras veces absurdeces políticas (como la política europea de energía). 

    La inflación a su vez es impulsada por la expansión del dinero-crédito por encima de la expansión de la producción real.  Esto hace que el problema provenga de actores «privados» con tanta frecuencia como del Estado/BCE/FED. Una buena parte de esta también viene derivada de un precio bajo u alto del petróleo en tanto vivimos (la Humanidad) inmersos en inmensas cadenas de suministro en las que dicho combustible fósil es el centro que permite al sistema funcionar.

    En todo esto, los Bancos Centrales tienen tareas básicas:

     -Establecer el índice de reserva de efectivo.

     -Crear dinero para comprar valores.

     -Fijar la tasa interbancaria.

    En cambio, los Bancos comerciales o privados:

     -Actúan supuestamente en consecuencia a lo anterior, lo que sería convincente completamente con la teoría si los ciclos crediticios no estuvieran impulsados ​​principalmente por prestamistas no bancarios. Los ciclos crediticios no dependen de la intervención del banco central (aunque los bancos centrales tienden a inflarlos o a contraerlos). Emergen cuando el crédito se otorga de manera significativa. El acto mismo de ofrecer un préstamo con interés es la creación de dinero.  La mayor parte de lo que entendemos como dinero es propiamente crédito.  De ahí que Beckert use dinero-crédito como una terminología más precisa a nuestro sistema actual. 

    La falsa prosperidad en Occidente a partir de los años 70. 

    Para entender el presente hay que entender el pasado, en el caso de la prosperidad estadounidense de la posguerra mundial duró casi exactamente una generación, y la respuesta de la Fed a la crisis crediticia de 1966 marcó el final. Esto es algo que tratamos desde otra óptica en la publicación «¿Fin de la hegemonía del dólar?». A partir de la década de 1970 como respuesta a la crisis del petróleo, nos embarcamos en un viaje deliberado  de inflación de activos sin fin en todos los países occidentales. Este enfoque miope en la inflación de activos en lugar de la producción real ha sido similar en Europa.  La idea de que «la propiedad de una vivienda en realidad no es más cara ahora que hace 50 años» es evidentemente absurda y cualquiera que afirme tal cosa no debe ser tomado en serio, dado que esta es quizás uno de las materias que han generado dicha inflación. En el contexto actual, fui más allá hace unas semanas, argumentando que las sanciones occidentales traería no solo una crisis de confianza en la tenencia de reservas que haría perder a Occidente la hegemonía del dólar, sino también en el sistema internacional global y su infraestructura, lo que conduciría a una desglobalización parcial.

    El primer problema de casi cualquier ciudadano español, y en muchos casos occidental que vive en una ciudad de relevancia, es el tema de la vivienda, quizá pueden tomarse medidas para algunos draconianas pero que pueden generar incentivos para desmercantilizar parcialmente dicho sector. Agregue un impuesto de desocupación (tener múltiples viviendas sin uso) más un impuesto al valor de la tierra poseída por sociedades (no personas físicas), generando así o desincentivando la posibilidad de la existencia de un propietario ausente. 

    Por otro lado, la forma más rápida y radical, sin embargo, para reducir los costos de vida sería prohibir que los extranjeros con fines de lucro (que no de residencia) y las corporaciones posean bienes raíces residenciales.  Decir que esto está motivado por el hecho de que fondos de inversión como BlackRock están comprando casas y pisos en zonas prime, y a veces zonas residenciales en ciudades continuamente, algo que durante la época Covid no se ha detenido ni mucho menos. (si les interesa puedo un día tratar de explicar el motivo). Esto ocurre dado que los inmuebles se consideran claras reservas de valor.

    A su vez, una hipotética medida en este sentido iría dirigido a desmercantilizar la vivienda (dichos cambios legislativos e impositivos), algo sobre lo que me gustaría hablar (la desmercantilización) como un marco para solucionar numerosos problemas de asignación de recursos y socialización de la riqueza en una economía privada intervenida por el Estado, que facilita la idea de propietario ausente, tanto en empresas/corporaciones como en propiedad inmobiliaria. 

    ¿Esto impedirá que fondos de inversión inmobiliarios compren viviendas? Posiblemente También decir que el problema nace del reconocimiento o negación por completo a otra generación de la propiedad o acceso a la vivienda a buen precio. En ausencia de una ley (ahí nos lleva a la politización de un tema que en ausencia de dicho fenómeno continuará inexorablemente siendo un problema) que prohíba a cualquier persona/cosa más allá de las personas físicas poseer bienes raíces residenciales es difícil cambiar dicha tendencia.

    Nuestro sistema en cambio, genera incentivos para un retorno de rendimientos significativo en los mercados financiarizado bienes raíces, con entidades que se endeudan para adquirir vivienda e inflan el precio de dichos inmuebles para pagar el diferencial interbancario (precio del dinero). Hay entidades que literalmente que están creando dinero de la nada (privilegio bajo el sistema de dinero-deuda .otorgado por el Estado a los bancos) para negarle al común de la población acceso a algo tan básico, que TAMBIÉN proporciona (además de ser reserva de valor) ingresos no correlacionados en ocasiones con la marcha general de la economía y además de conferirles protección contra la inflación, algo que hace inevitable sin un cambio legislativo que sigan comprando. La alternativa a la inacción sería otra generación sin hogar.

    Problemas del sistema financiero y económico actual:

    La mayor parte de lo que llamamos «dinero» es en realidad en la actualidad crédito/deuda.  El término de Beckert de «dinero-crédito» para describir este fenómeno es central. La oferta de dinero-crédito, idealmente debería expandirse y contraerse aproximadamente con la expansión y contracción de la economía productiva real, esto es algo que actualmente no ocurre. Todo el mercado en este sentido es actualmente un esquema Ponzi (es una forma de estafa que atrae a los inversores y paga utilidades a los inversores anteriores con fondos de inversores más recientes). El sistema de dinero-crédito EXIGE un crecimiento sin fin pero este no se sostiene en un aumento necesariamente de los bienes con base material.  El crédito es literalmente una «licuación» de valor «atrapado» en el futuro. Muy pocos entienden esto.

    El crédito para el consumo y todas las operaciones usureras de nuestro sistema económico tienden ampliamente a expandir la oferta de dinero-crédito más allá de la expansión de la economía productiva.  Creo que, en última instancia, debería limitarse significativamente todo esto. No hay rescates, si una empresa quiere dinero del gobierno, puede vender el capital de dicha empresa al gobierno. 

    De hecho esto podemos usarlo para refinanciar la seguridad social. A su vez, eliminar recompras y recapitalizaciones de dividendos (cuando una empresa adquiere una tonelada de deuda para pagar los dividendos de sus accionistas, el capital privado hace esto mucho).

    En este sentido también tiene sentido reemplazar el Banco Central/BCE/Reserva Federal con un Banco Nacional de Desarrollo que ofrezca préstamos a bajo interés a las pequeñas y medianas empresas para que puedan tener financiación para expandir operaciones en ideas de negocio no especulativas.

    Al no recurrir al dinero deuda privado creado bajo el amparo del Banco central, gran parte de nuestra «eficiencia» moderna dejaría de ser la simple externalización efectiva de costes como ocurre con la financiarización de la economía. ¡Nuestro estado de resultados parece eficiente porque los costos están siendo pagados por otros!  ¡Qué increíble eficiencia e innovación!

    Dado que externalizamos costes con instrumentos de deuda que son ficciones en sí mismas, somos muy susceptibles a las cadenas de suministro internacionales, que si son a diferencia de dicho sistema de dinero-deuda muy reales, esto junto con la inflación de activos genera una economía inestable en la que si falla una parte de la cadena todos empiezan a repercutir los costes en cadena desde productor a consumidor, sumado esta repercusión de los costes a la posibilidad de cierta avaricia corporativa.

    En todo esto está economía inflacionaria de activos perjudica a todos los que:

     1. No posean activos que aumentan de valor con la inflación.

     2. No ven que sus salarios aumenten con la inflación.

    Es por eso que el ingresos disponibles de la mayoría se observa correlacionado con inflación de activos igual a recesión de la situación económica particular.

    Sobre el concepto de economía como supuestamente científica e imparcial:

    Para iniciar esta reflexión, diría que los economistas son chamanes, no científicos. Los economistas ejercen poder moldeando el comportamiento a través de las expectativas del futuro. La economía es verdaderamente premonitoria y sometida a la política en cierto sentido, porque realmente puedes reescribir las «leyes» económicas con nada más que pura voluntad. Eso hace que la propia economía no sea una ciencia y se encuentre sometida al poder. Fundamentalmente no puede ser una ciencia por la relación intrínseca con la voluntad de poder, y en concreto con la razón de Estado. 

    En el estado actual de las cosas, oficialmente estamos pasando por una estanflación y ni siquiera es una de las principales historias en las noticias. El estado de ficción de nuestra economía, muchas decisiones pueden acabar con millones de dólares de riqueza en minutos si así lo desean. El dinero o buena parte de lo que se podría llamar “masa monetaria” es todo inventado. La economía no es una ciencia especialmente porque no puede serlo dado que es completamente una construcción humana. Posiciones de cientificidad de la economía sólo pueden sostenerse bajo ideas metafísicas en las que no se pone en la ecuación el poder y la voluntad humana en el cálculo. Los economistas ejercen poder moldeando el comportamiento a través de las expectativas del futuro. La economía como campo sirve para proporcionar justificaciones matemáticas de distribuciones particulares de bienes y servicios. Es una forma de justificar un programa político como “natural” u “óptimo”. En el momento en que un economista dice ser un científico de algún tipo, debemos poder estar en alerta.

    La economía dominante ha sido cooptada como el método para justificar y reforzar el poder de la clase dominante capitalista. John D. Rockefeller dijo que la mejor inversión que hizo fue en la Universidad de Chicago. A su vez, creo que a lo sumo podríamos etiquetar como cercanas a «verdades objetivas» algunas verdades parciales de la economía (siempre constreñidas a un marco y no como verdades totales). 

    Por ejemplo, los sistemas de precios pueden moldear las preferencias, pero estos no son una afirmación completa ya que implican las preferencias junto con la tecnología, la logística, la legislación que los moldea en cierta manera. Esto presupone que la información está codificada por tantos factores en los precios (o cualquier otra señal) y, por lo tanto, no puede declararse nada parecido a una «verdad objetiva» dada la complejidad del asunto. Los precios como señales son increíblemente en muchas ocasiones distorsionados en grados inmensos. En conclusión, la economía no puede ser una ciencia por 2 razones (ambas conectadas):

    1. El futuro es fundamentalmente incierto y confiamos en la narrativa ya que el cálculo es imposible.

    2. Esta dependencia narrativa de economistas, poder y condiciones técnicas y tecnológicas además de logísticas, significa que las profecías autocumplidas pueden ser comunes y podemos anular las «leyes» a través de una idea basada en la que su poder si los átomos del universo tuvieran voluntades y si suficientes de ellos decidieran (ya sea de manera coordinada o espontánea) que la gravedad es falsa y querían para hacer otra cosa, la gravedad simplemente dejó de existir. Eso está más cerca de lo que podemos estar de alguna verdad en economía.

  • Transición ecológica y el aumento del costo de vida:

    La transición climática que tanto vienen promocionando nuestros gobernantes, en el caso europeo, con bastante unanimidad será un fenómeno económicamente inflacionario. Esto es ineludible. Al menos creo que puede ser inflacionario durante muchos años (quizá un par de décadas), ya que tratan de invertir mucho en escalar nuevas tecnologías (que no dan frutos inmediatamente) hasta el punto en que bajen los costos o se adapten al sistema de precios de combustibles fósiles tradicional.

    Sin embargo, siempre cabe la posibilidad de que podamos equivocarnos y esto podría ser inflacionario por 50 años o para siempre, mientras tratamos de mantener ciertos productos más o menos baratos, aún siendo posible, en caso de continuar por este camino supuestamente basado en evidencia científica o ideología (ahí no entraré ya que es algo que no tengo el espacio para tratar y posiblemente ambas se solapen), una quimera muy rentable para algunas empresas y oligarquías económicas.

    Los alimentos saludables y amigables con el medio ambiente, por ejemplo, no serán necesariamente baratos. Requerirá mayor mano de obra o inversión de capital y de fertilizantes para alimentar grandes cantidades de población (cientos de millones en nuestro caso) nos condenará con el tiempo a consumir ultraprocesados de ínfima calidad en caso de querer comer barato.

    Por otro lado, cualquier cosa cultivada en laboratorio no puede salvarnos dada la escala del asunto, con el agravante de que no será tan bien visto por los consumidores. La buena comida costará más, eso seguramente no hay forma de evitarlo (dado que difícilmente se adaptará la oferta a la creciente demanda).


    Al respecto lo que se considera por nuestros políticos ecologistas como mejores fuentes de energía: geotérmica, eólica, eólica marina, (especialmente los nuevos diseños basados en aluminio), solar, nuclear (y no para todos, aún cuándo parece la opción más estable y confiable), etc. requerirán dinero y tiempo (en el caso de la nuclear quizá en menos medida ya que es ya una energía rentable pero con muchos detractores) para tener beneficios de escala y será más caro durante 20 años… o puede ser más caro durante 100 años a medida que disminuya el suministro de petróleo y gas y no tengamos alternativa.

    A esto me refiero cuando digo que hay posibilidad de «nadie quiere tirar el coche a los 60km/h, así que vamos a estrellarnos contra una pared a los 100» y no haya garantías de que dicha transición pueda servir como algo más que una euforia para redistribuir inversión de capital público y privado a estas nuevas empresas nacidas al calor de dicha tendencia promocionada por políticos, activistas y filántropos (algo que ya ha pasado en países como España).

    La cuestión es que nadie quiere lidiar con el dolor. Nadie quiere hacer los sacrificios necesarios para construir un futuro mejor, ni siquiera los de la transición ecológica europea, que en muchos casos ha supuesto una década quemando gas en países con las contingencias geopolíticas que eso supone al respecto ciertos potencias con las que hay conflictos a día de hoy, de los que somos realmente dependientes en dichas cuestiones.


    Por supuesto, es difícil hacer algo dado que la perspectiva es la del consumidor en todas partes, que es cortoplacista a más no poder. Sin embargo, un político virtuoso debe pensar en términos de plazos de muchas décadas, quizás de 50 años, no de 5 años o 5 meses, algo que las democracias sufren especialmente al carecer de planes y programas a largo plazo por las propia dinámica interna de competencia por el poder.

    La transición climática, en definitiva es un cambio de precios relativos; los alimentos y la energía se vuelven más caros (presumiblemente porque incorporan otras externalidades menos eficientes de alguna manera), por lo que aumenta el costo de vida.

    El problema es que el coste de vida ya es terriblemente alto en algunas zonas de países desarrollados. Por eso, junto con …”obtener los precios correctos de la energía y los alimentos” debe ir acompañado de precios relativos más baratos para otros bienes: no celulares y automóviles, sino que vivienda, transporte, entre otros a precios más asequibles, para compensar el aumento en el coste de vida.

    Eso significa que son necesarias algunas intervenciones en la economía (que de ninguna forma desde una perspectiva realista se deben desnaturalizar tal y como hacen los liberales). Lo que pasa es que las élites están tratando de forzarnos a esta transición haciéndonos asumir todos los costes: la vivienda si fuera más barata, no lo será a través de la redistribución; en su lugar viviremos en cubículos de 2×2 o compartiremos vivienda con desconocidos. No comeremos tantas veces carne, nos ducharemos menos veces, etc.

    Así están nuestras élites evitando grados más grandes de necesidad mediante la redistribución de la estructura de costes por estos medios. La derecha, que en algún caso se opone a esto parcialmente (a las intervenciones «farmacológicas» en la sociedad» para aliviar o sanar problemas sociales), debería señalar que esto no es comunismo, ni específicamente de izquierda, es algo más complicado que su mentalidad de vivir en un combate de la Guerra Fría, mentalidad que no les deja entrever lo complejo del tema.

    Aclarar, que cuando digo redistribución nos referimos a buscar grandes fondos indexados que impulsen el aumento del precio de la vivienda, por poner un ejemplo claro. Nada discriminación positiva, ni «reparaciones» a minorías discriminadas históricamente (narrativas para distraer de la realidad) ni nada de esa basura. Esto precisamente lo que significa para mí redistribución, algo que con unos cuantos cambios en el registro de propiedad y en las formas de adquisición de vivienda mejorarían mucho las condiciones de vida.

    Conclusión y plan de máximos: No se puede obligar a la masa a cargar con todos los costes. Debemos reducir los costes de la vivienda, transporte y la educación superior, antes de imponer costes más altos de alimentos y energía a cualquier persona. Cualquier cosa menos que esto demuestra la naturaleza caprichosa de nuestras élites. Desmercantilizar la vivienda es uno de los puntos centrales a mi parecer, algo que me gustaría tratar en algún momento pero que plantearía como un desarrollo de la idea de Veblen que parte de la crítica a la idea de propietario ausente aplicado a este tema en concreto.

    También existen cosas como la reindustrialización buscando trabajos más estables (limitando lo que podríamos llamar «trabajos basura»), menos economía falsa de servicios y ocio, frente a la propuesta industrial que genera industrias auxiliares que aumentan el valor asociado a una industria, etc.

    Para acabar, decir que la gente piensa que la «redistribución» solo significa transferencias directas (los economistas en particular piensan que esto es así ), pero no va por ahí la cuestión, la mayor parte de estos problemas se podrían arreglar sin cambiar buena parte del sistema de recaudación y distribución centralizada de dinero por el Estado.

    La distribución y las formas de socialización de riqueza en una sociedad se determinan muchas veces más por temas legales y como está configurado el sistema productivo a través de la ley (entendiendo la economía así como subsidiaria del Estado), que por el propio sistema fiscal, sin restar importancia de que este sea gravoso para algunas industrias/actividad económica deseable en un país desarrollado. Aunque esto sería ya, un tema para otra publicación, siendo tampoco mí intención alargarme más de lo necesario.

  • La toma de Twitter por Elon Musk.

    Una victoria estratégica es una victoria que hace posibles otras victorias. ¿Podría Elon Musk comprar Twitter? ¿Qué significaría? ¿Y qué haría con él? Como le dije a un amigo: Rara vez pienso que algo tiene sentido más que para crear narrativas favorables a uno mismo. Pero creo que esto tiene sentido estratégico claro para el hombre más rico del mundo,

    Finalmente se anunciaba en el diario digital el País (por citar una fuente española): «Twitter ha anunciado este lunes un acuerdo con Elon Musk, consejero delegado de Tesla y el hombre más rico del mundo, para comprar la totalidad de la red social en una operación valorada en 44.000 millones de dólares.»

    ¿Es esto una acción significativa? Como sabe cualquier persona, no hay acción sin conflicto. La acción cuándo es un conflicto entre partes es estratégicamente positiva si facilita la acción posterior. Por ejemplo, en una guerra, se gana una batalla si el resultado de la batalla es facilitar la próxima batalla junto con el posicionamiento estratégico, operacional, logístico y táctico ventajoso que produce dicha victoria. Lo mismo ocurre con una confrontación política.

    La ocupación de Ottawa por las protestas en Canadá, por poner un ejemplo, fue una derrota, no una victoria porque dejó los poderes que serían más fuertes y los poderes que serían más débiles. La victoria de Trump en EEUU fue una victoria táctica y operacional, su presidencia también, pero esto no se tradujo en una victoria estratégica ya que la constitución material (distribución de poder en EEUU) es sustancialmente la misma, con las correcciones y acumulación de riqueza que supuso para las empresas con poca fricción de ventas en la época Covid. La historia política de Podemos como supuesto movimiento de protesta fue un fracaso porque no consiguió cambiar sustancialmente el régimen al que criticaba (Régimen del 78 español).

    En todos los casos el régimen progresista se fortaleció contra cualquier futuro uso inteligente de las protestas de camioneros y probó nuevas herramientas de supresión financiera (como es el caso de Canadá) tal y como escribí en un post hace tiempo (enlace). Los participantes y organizadores se quedaron con problemas legales. La audiencia se fue a casa y se olvidó de todo. Vieron más “pruebas” de que los regímenes en el mundo angloeuropeo son lo que creen que son, como pensaban. En el caso de Trump todo acabó en desastre, en el campo de la izquierda, casos como Podemos acabó integrado en el Régimen tragándose todas las ideas de élite que defiende hasta las grandes corporaciones y medios anglosajones siendo útil para el PSOE, parte fundamental y activa del régimen del 78 en España, con el PP como muleta que conservar lo que hace el PSOE en lo fundamental.

    Casi todas las acciones conservadoras (y algunas de izquierdas que se salen de los márgenes) son una derrota según este estándar, razón por la cual solo los perdedores son conservadores y revolucionarios (en los que ni mucho menos encuadro a Podemos). Es una victoria en el sentido corriente del término: una acción que consigue lo que quieren los actores. Es una victoria táctica, pero una derrota estratégica dado que el resultado general de la disputa no se resuelve en favor del atacante sino de lo establecido.

    En general, la victoria en una rebelión política basada en un problema es una derrota estratégica porque reduce la energía del apoyo. El apoyo aristocrático/oligárquico de una parte de la élite (ya sea del sistema de seguridad, de cierta plutocracia, de filantropía o incluso de un poder extranjero) es crucial para cualquier rebelión de importancia. El desorden severo y los desequilibrios en el sistema conducen y producen pensamientos rebeldes entre partes de la élite, quienes comienzan a cuestionar las verdades que antes consideraban sagradas.
    .
    La primera etapa de estos pensamientos rebeldes es la “excepción sin principios”. Un ejemplo muy estadounidense sería que en la década de 1980, votar por republicanos “duros con el crimen” violó los principios de muchas élites neoyorquinas. Al ver los resultados de sus propios principios (liberales y progresistas) en sus propias vidas, no reaccionaron haciéndose republicanos, reaccionaron votando por un republicano. No cambiaron sus principios, crearon una excepción a esos principios.

    Hay tres destinos para tal excepción. Puede permanecer como es; puede desaparecer; o puede expandirse para convertirse en un cambio genuino de un excepción sin principios. Debido a que elegir a un alcalde republicano para la demócrata y progresista Nueva York creó una victoria táctica que les dio a los votantes lo que querían (una política de seguridad dura), la excepción desapareció: su perturbadora disonancia cognitiva ya no era necesaria. Si el problema persistiera, la excepción se habría quedado como estaba o se habría ampliado.

    En cambio, durante treinta años, los ciudadanos progresistas de una Nueva York en su mayoría segura y en su mayoría ordenada se miraron a sí mismos y se preguntaron por qué toleraban una actuación policial tan carente de principios. Al no encontrar respuesta, retrocedieron. La inercia ya no protegía las consecuencias de la excepción, y los boomers neoyorquinos conservadores de Queens y Staten Island que se habían aliado con la excepción se marchaban y morían. Al final, la victoria táctica se perdió y se volvió casi imposible de repetirlo.

    La lección general que aprendemos de esto es que, para un rebelde, todas las verdaderas victorias son totales. El que hace media revolución cava su propia tumba. Si bien esto es generalmente cierto, hay excepciones. Este es uno.

    -El golpe de Twitter.

    ¿Elon Musk logró una adquisición privada de Twitter? Parece que lo ha conseguido dado que la empresa ha salido del mercado bursátil. No soy un experto: mi interés en el mundo corporativo es puramente político, en tanto existe relación entre capital y poder, no como el de un inversor o una persona que se preocupa por el directivo de una u otra empresa relevante.

    Es importante señalar que la única victoria posible sería local pero total. Estos son los únicos tipos de victorias incrementales a las que los rebeldes deberían aspirar: «golpes de nicho» que capturan completa e irreversiblemente una parte del todo.

    La victoria sólo se logra si Musk completa todo su plan: comprar Twitter y lo hacer privado, algo que parece haber conseguido (privado en el sentido de que no pueden entrar más inversores ni participar en el capital nadie más que él). Esto se debe a que, como Musk reconoce plenamente, el cumplimiento de la potencia de tener un altavoz así es económicamente óptimo. Es fácil para él poder controlar una empresa pública, dado que una empresa pública debe administrarse para maximizar las ganancias y servir a los accionistas, esto tiene el problema y la virtud de simplemente establecer incentivos que aseguren que sea rentable. Si hay un solo accionista y tiene segundas intenciones más allá del lucro, este mecanismo de control deja de funcionar y eso es lo que parece ocurrir en todo esto (como más una forma de promocionarse por parte del propio Musk que como un negocio). En cualquier otra situación de participación abierta de accionistas la administración tiene la responsabilidad fiduciaria de cumplir con ciertos criterios, en casos de propiedad individual el único problema se suele encontrar en la voluntad de la administración pública de hacerte cumplir sus designios.

    ¿Sería una victoria estratégica? Una vez más, una victoria estratégica es una victoria que hace posibles otras victorias. No hace falta decir que una plataforma de redes sociales monopólica que no esté en deuda con los medios de comunicación de prestigio y su única perspectiva sería ser un altavoz de quién tú quieras es una fuente de enorme poder. Es decir, herramientas como Twitter, Facebook o Instagram podrían crear todo tipo de victorias tácticas y estratégicas.

    ¿Qué sería lo correcto para Musk con un Twitter como administrador único? Supongamos que siguiera una estrategia de gestión y se nombrara a sí mismo director general, asumiendo toda la responsabilidad de la política y la estrategia y dejando las decisiones operativas en manos de algún lacayo competente (lo que normalmente hacen los gobiernos en temas como la guerra).

    No es suficiente decir que va “acabar con la censura”, aún así tendríamos que diferenciar entre censura y moderación. La censura en este caso es simplemente mala moderación. Si un twitter propiedad de Musk terminara con moderación, los resultados podrían incluso ser lo suficientemente malos como para destruir un monopolio estable de gestión de información como Twitter.

    Una posibilidad es la creación de un sistema de moderación al estilo del sistema judicial no del todo diferente al «tribunal supremo» de Facebook, pero con el propio Musk como tribunal de apelación final.

    En las monarquías clásicas, el rey era el juez supremo. Obviamente, el rey (como cualquier organismo supremo) no puede molestarse constantemente con trivialidades (de ahí a una necesaria delegación). Por lo tanto, el propósito de un sistema judicial, o en el caso del Rey político o jerárquico es escalar y estandarizar la voluntad del rey, en este caso, el directivo. La definición del estado de derecho es que la voluntad del poder es uniforme y predecible, un problema especialmente difícil para un individuo como Musk, que igual que cualquier persona es necesariamente en muchos casos arbitraria.

    Hoy en Twitter, como en la mayoría de las redes sociales, la justicia funciona con un estilo más o menos en lo que piensan los progresistas o liberales como totalitario. La pena normal es la ejecución permanente. No hay una explicación transparente de por qué se ejecuta (o cancela) una cuenta, ni antes ni después de la ejecución. Simplemente ha “violado las reglas de Twitter”. Las reglas públicas son extremadamente abstractas y teóricamente podrían justificar casi cualquier cancelación. El libro de reglas privado por el cual opera la policía secreta, o «Ministerio de Confianza y Seguridad», es, por supuesto, tan secreto como todo lo relacionado con la policía secreta.

    Por supuesto, es fácil observar que una cuenta de spam de dos días de antigüedad no merece un juicio de seis meses, con abogados, antes de recibir la sentencia. El debido proceso en este contexto no debe ser un clon del sistema judicial al estilo occidental, que está más dañado de lo que nadie pueda imaginar.

    Hay una solución simple al problema de escalar el debido proceso: escalar el nivel del debido proceso al tamaño de la cuenta. Una cuenta con un millón de seguidores (reales) bien podría merecer un juicio público de seis semanas. ¿El spammer con 20 seguidores? Cualquiera puede sacarle de enmedio dada la poca repercusión que esto tiene. Hay un uso para la justicia o moderación en línea: solo es una injusticia cuando es desproporcionada a la inversión del usuario en el servicio o plataforma. Cuando Twitter es una parte relevante de su carrera y cualquier policía o juez puede dispararte, juzgarte y cancelarte sin saber el motivo, una espeluznante atmósfera de terror lo invade todo.

    Esta atmósfera de terror no es necesaria de ninguna manera, excepto para cumplir con el régimen político, en este caso el régimen y la moralidad progresista cuyas reglas son intrínsecamente inconsistentes y contradictorias, porque sus principios son inconsistentes y contradictorios. Musk realmente puede resolver esto, algo que los que somos usuarios de redes sociales veremos seguramente en un futuro próximo.

  • Sobre Twitter, Elon Musk y las élites progresistas.

    Aclaración inicial: Usaré el término de «Régimen» o «Élites» refiriéndome a las élites de tendencia progresista de los Estados Unidos que tienen en mayor o menor medida el control de la narrativa oficial y controlan la «corrección política» y la construcción de la «realidad» mediante medios de comunicación y educación con una curiosa coordinación descentralizada.

    La guardia pretoriana de cuadros cercanos a los demócratas americanos de Twitter expresó un grito de agonía ante el anuncio de que el empresario multimillonario Elon Musk había ofrecido comprar la empresa por 43.000 millones de dólares el jueves por la mañana.

    Todos los estadounidenses pasaron el día descargando su ira en la plataforma, prediciendo diferentes niveles de apocalipsis ante la perspectiva de que la censura notoriamente sesgada del sitio retrocediera. Musk dejó en claro en una entrevista que sus motivaciones para comprar la plataforma no son financieras, sino que se centran en preocupaciones sobre la «libertad de expresión» y las limitaciones en el discurso que la influyente plataforma de redes sociales ha estado imponiendo en Estados Unidos y el resto del mundo. Obviamente esto es lo que dice él, las cosas suelen ser más complicadas y seguramente la plataforma sería un catalizador para aumentar la popularidad de Musk entre los que han sido «censurados» más que la creencia en el ideal.

    El multimillonario tecnológico ha criticado abiertamente cómo se comporta Twitter en relación con la censura. No es un secreto que el gigante de las redes sociales tiene un largo historial de bloqueo, prohibición en la sombra o incluso eliminación total de cuentas por expresar opiniones políticas equivocadas (en su opinión), o prohibir información fáctica que contradice las narrativas políticas populares en torno a temas como Covid o el debate en curso sobre ideología transgénero/LGBT+, y Musk parece particularmente preocupado por la forma en que la censura afecta el «proceso democrático».

    Una posición que está según el magnate especialmente justificada después de que la plataforma bloqueó The Post on Wednesday, de uno de los periódicos más grandes del país cuando intentó compartir revelaciones impactantes sobre Hunter Biden solo unas semanas antes de las elecciones. Esto demuestra que los medios al final, igual que las plataformas de redes sociales son nexos de poder.

    Desde entonces, esa noticia de The Post ha sido reivindicada a regañadientes por otros medios principales, pero Twitter (así como Facebook) se complació en bloquear la noticia en un momento crucial en lo que fue un claro intento de ayudar al BlueEmpire (demócratas, mundo progresista americano, etc.) y beneficiar a una opción de las elecciones estadounidenses de 2020. Luego procedieron a excluir de Twitter al presidente en ejercicio de los Estados Unidos, por si acaso.

    Twitter no es solo una más de las plataforma de redes sociales, y tanto Musk como sus oponentes son plenamente conscientes de ello. El sitio de microblogging puede tener una base de usuarios relativamente pequeña en comparación con sus competidores más cercanos, pero lo que le falta en volumen lo compensa con creces en influencia. Twitter es la plataforma preferida de nuestras élites. Periodistas y expertos de los medios, es decir, las personas responsables de tejer la narrativa, especialmente en EEUU, que se ven obligados (se den cuenta o no) a estar expuestos. El sitio sirve como una herramienta de red y dispensador de dopamina para la clase encargada de controlar lo que ve, oye y piensa la persona promedio. Pero esa clase se ha vuelto cada vez más terrible en su trabajo.

    La razón por la que la oferta de Elon Musk es tan peligrosa para ciertas élites progresistas es que promete sacar a una clase de parásitos que controlan espacios seguros de poder, cuidadosamente diseñados y obligarlos a enfrentarse sin asimetrías a su favor, sin tener la posibilidad de manipular «la opinión publicada» con tanta crueldad de forma regular. Las reacciones inmediatas a la oferta de Musk fueron predecibles e hilarantes, ya que periodistas verificados, profesores y varias celebridades compararon a Musk con un supervillano de Marvel, una calamidad del fin del mundo… y, por supuesto, con Adolf Hitler. Max Boot, el experto político perpetuamente a favor de la guerra y antiestadounidense, incluso llegó a proclamar que el multimillonario representa un peligro para el mundo occidental porque la censura (de algunas opiniones, lo cual tiene sentido pero se presenta cínicamente) es esencial para la defensa de la «democracia».

    Sin embargo, a pesar de lo glorioso que fue el histerismo de algunos notables progresistas americanos, lo interesante es el punto de mantener los nexos de poder, hay buenas razones para que aquellos que no estamos muy conformes con las novedades y crisis nerviosas del poder inseguro del Régimen de Europa Occidental y EEUU se muestren escépticos ante la oferta de adquisición de Musk. Hay dudas sobre cómo el multimillonario financiaría la adquisición masiva, ya que la mayoría de sus activos están actualmente inmovilizados en acciones de Tesla y SpaceX. Ya han comenzado a circular rumores sobre la realización de una investigación conjunta de la SEC (Comisión de Bolsa y Valores) y el DOJ (Departamento de Justicia de EEUU) sobre Tesla después de escuchar la noticia de la oferta de Musk para comprar Twitter. Además, grupos de inversión como Kingdom Holding Company y The Vanguard Group han adquirido grandes posiciones de poder en Twitter con la intención de impedir que Musk complete la adquisición (aunque en este momento no está claro que el primero tenga una participación significativa en la empresa).

    Sin embargo, incluso si el multimillonario adquiriere Twitter, es posible que no veamos el cambio radical que muchos esperan. Si bien parece probable una reversión de la censura que afecta a las redes sociales, no está claro hasta dónde llegará. ¿Se restaurarían las cuentas prohibidas? ¿Se permitiría la devolución de información censurada de todo tipo? ¿Seguiría moderándose el comportamiento que actualmente se considera de «odio» o «acoso»? La libertad de expresión (para muchos este acaba en las opiniones que consideran equivocadas) es un término amplio y casi nadie tiene la misma definición, por lo que es difícil saber cómo sería la visión de Musk una vez que se aplique al sitio. Además, el hombre más rico del mundo ha expresado reiteradamente su interés en acabar con el anonimato en el sitio. Si bien Musk puede terminar con la censura en Twitter, no puede detener las represalias por las opiniones políticas heterodoxas en la vida real y la tendencia a los políticos a tratar de limitarlas.

    El anonimato es una herramienta crucial que protege la capacidad de la persona promedio para expresar sus opiniones reales, y es preocupante ver a alguien que busca devolver la libertad de expresión a Twitter hablar públicamente en favor de este.

    Si bien uno puede debatir la probabilidad de que nuestras élites gobernantes permitan que Musk adquiera Twitter o qué haría el magnate de los negocios una vez que adquiriera la plataforma, una cosa es segura: este juego de poder ha sacudido al Régimen. La obvia coordinación de múltiples entidades corporativas, organizaciones gubernamentales, firmas de inversión, gobernantes extranjeros y medios de comunicación para evitar que una sola pieza del aparato de fabricación cultural caiga en las manos equivocadas ha puesto al descubierto la profunda corrupción en el corazón de nuestro sistema. Es difícil para nuestras élites continuar justificando su gobierno a través de ficciones como ‘libre empresa’, ‘democracia’ o ‘el mercado de ideas’ cuando están tan dispuestas a subvertir (en caso de no tenerlas) y proteger tan descaradamente esas instituciones en el momento en que se desafía su poder. Incluso si esta táctica falla como parece que así será.

  • La relación entre el Poder y la falsa distinción entre público y privado.

    El otro día vi este tweet (imagen de abajo) que iba en el contexto una persona que afirmaba que un hipotético gobierno republicano en EEUU debería ser más duro con las corporaciones que habían tenido políticas de relaciones públicas abiertamente partidarias y «progresista». Sin embargo, el análisis ya en origen iba errado, me explico:


    La respuesta para alguien seguidista de los mitos políticos de la actualidad sería algo así (imagen adjunta más abajo). El comentario presupone que el poder público y el poder privado son dos esferas separadas, generando dicha ficción un poder estatal inhibido, algo que de ser en caso contrario percibe por la mayoría como autoritarismo.



    La cuestión que resulta de esto es: ¿Por qué un poder central (Estado) debe respetar a empresas privadas (u otro tipo de organizaciones) aún este reteniendo la jurisdicción y la soberanía? Este argumento obviamente se hace por motivos políticos, dado que los que quieren inhibir al poder de su legítima capacidad de intervenir en la sociedad saben que eso empeoraría su posición partidaria en caso de un Gobierno no favorable.

    Ahí podemos ver qué tenemos unas élites inseguras dado que recurren a todo tipo de subterfugios para mantener cuotas de poder independientemente de quién controle el Gobierno. Todos coincidireís conmigo en que aún habiendo un Gobierno republicano en los EEUU en el mandato anterior, por poner un ejemplo, la agenda progresista no se detuvo y aún diría más, se intensificó hasta unos grados de paranoia política nunca vistos.


    Esto quizá podría explicar esa idea de que en las democracias-liberales de Europa Occidental y EEUU todos los gobiernos son en mayor o menor medida iguales.

    Esto se debe a que las elecciones no son tan relevantes como parecen, de hecho en algunos casos son poco más que rituales de legitimación y sucesión de los gobiernos, sin embargo, el poder real no se encuentra en origen (votaciones) como muchos creen, se encuentra en una serie de nexos de poder que toman decisiones, pero a la vez sostienen ideas como las antes comentadas de forma compartida con el Gobierno (de ahí a que sean antes oligarquías que democracias o monarquías).


    Esto vuelve a nuestras democracias-liberales algo parecido a oligarquías en tanto el poder no se encuentra únicamente en los electores o en el Estado, sino que el poder se encuentra condicionado por un montón de intermediarios y nexos de poder directa o indirectamente relacionados.

    Ahí es cuándo el viejo mito liberal de Estado en tensión con la sociedad no se sostiene más que como una estrategia de competencia por el poder entre centros de poder enfrentados y no como una serie de afirmaciones realistas. Esto se sostiene bajo asunciones que parten de una ontología anárquica que presupone al individuo como independiente de la sociedad y sobre todo del Estado.

    El problema por otro lado, es que en Occidente la línea de Partido (sea del tipo que sea) nunca está clara dada la naturaleza oligárquica ficticiamente distribuida y descentralizada (dado que se apoya en ficciones legales y mitos políticos que configuran unos Estados inhibidos en ciertos temas). Cuando un gobierno occidental usa su poder para obligar a la empresa privada a aceptar la ingeniería social progresista, no lo hace él solo, esto es bidireccional (ahí la distinción público y privado pierde el sentido), la promoción de estas ideas se produce desde el gobierno, desde la burocracia, y desde las empresas privadas, filantropía, academia/educación, prensa, ONG’s, think tanks, lobbies que se benefician de algún punto de dichas políticas, etc. Es decir, el hecho de tener el poder (o tenerlo), no cambia la vigencia de la línea de Partido hegemónica, y esto ocurre por lo siguiente:

    1: Las luchas sociales progresistas, los derechos civiles creados por dicha ideología, la descentralización y delegación de la planificación económica a empresas privadas, y el Estado democrático-liberal de derecho en todo el mundo son la religión (secular) de los Estados occidentales, y sirven o son instrumentalizadas continuamente para fines políticos.

    2: El que no haya un gobierno progresista en un país no quita que dicha maquinaria siga funcionando, dado que el poder es intraestatal y extraestatal (dado que los Estados occidentales así lo quieren/así lo permiten), el gobierno es relevante, pero los Estados occidentales llevan simultáneamente tantas políticas públicas y tantos proyectos, además de que tienen tanto personal partidario de estas ideas, que en ausencia de una purga sin igual en la historia, la agenda sigue funcionando dada la existencia de burocracias con autopoder y actores privados (subsidiarios del Estado gobernado por los conservadores, en caso que en ese momento estén en el poder, y ahí está lo gracioso).

    3: Dado que el poder, por delegación o omisión estatal también es extraestatal, la filantropía, los medios, las ONGs, los académicos y numerosas corporaciones se benefician de la separación ficticia entre privado y público, afirmando que dado que existe libertad de asociación y libertad de empresa, pueden dichos individuos/instituciones ejercer sus libertades expresando y fomentando dichas opiniones.

    4: Ahí, y siguiendo el argumento anterior, se manifiesta la idea de libre empresa, libertad de asociación, libre constitución de corporaciones, think tanks, lobbies y ONG’s no como una idea de neutralidad, sino como una idea de poder, ya sea de contención, dado que el poder público no puede intervenir según arbitrariedades políticas, o de ofuscación, dado que aunque estas instituciones y organismos tienen gran poder social, el gobierno no puede hacer nada (teóricamente) contra ellos, dado que se consideraría que va en contra de una idea de «libertad».

    5: Nada de esto es lo que ocurre realmente, dado que un gobierno puede cambiar la ley de asociaciones, de constitución de corporaciones y empresas, puede cerrar cualquier institución o desincentivar cualquier tipo de organismo privado con unos fines determinados. Es decir, la subsidiariedad de todo estos mecanismos que el Estado decide tolerar, son simplemente formas de poder delegadas por él (dado que se constituyen y emanan de su poder soberano que garantiza la ley), que no elimina o porque el poder está interesado en ello, o porque, en el caso de los no progresistas, creen en una serie de mitos en este sentido ofuscadores.

    Parece ser, y para acabar por hoy, que lo que yo planteo es autoritarismo para el mundo progresista (y liberal) aún cuando a todas estas cuestiones también se han planteado desde el propio poder progresista contra sus enemigos.

    La verdadera queja de los progresistas o conservadores (y esto ocurre en ambas direcciones, aún cuando los primeros ganan de goleada) no es que la libertad de la empresa privada/asociación esté siendo restringida, sino que hay «influencia política inadecuada sobre la toma de decisiones del gobierno» -así se suele plantear por el que no tiene el poder-, esto como es lógico no nos sirve para observar lo que está ocurriendo dado que la constitución material (distribución de poder occidental) no se limita al Estado, y los planes y programas de una u otra facción se pueden seguir planteando e imponiendo sin tener el poder.

    Repito de otra forma, esto se debe a que la estructura de poder se encuentra distribuida (a voluntad del propio Estado) entre una amalgama de instituciones/personas que no necesariamente tienen poder político formal, pero sí influencia política, ideológica, cultural, económica y moral. Esto genera un entorno en el que los mitos de libertad individual, libre mercado, libre concurrencia política, libertad política, entre otros parece coherente dado que la autoridad se encuentra oculta y distribuida, nadie sabe quién gobierna realmente, y de ninguna forma el Gobierno suele actuar de forma muy activa dado que se consideraría despótico.

  • ¿El fin de la hegemonía del dólar? ¿Vamos hacía una mayor soberanía monetaria?

    El 26 de febrero de 2022, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y la Comisión Europea emitieron una declaración conjunta que muy bien podría cambiar la economía mundial para siempre. En él, estos países se comprometieron a congelar las reservas de moneda extranjera del Banco Central de Rusia en respuesta a la invasión rusa de Ucrania dos días antes. Estas reservas, que se estimaron en alrededor de $ 630.000 mil millones, se habían estado acumulando desde que se agotaron la última vez que Rusia intervino en Ucrania en 2014. Cuando se congelaron, estaban en su nivel más alto desde que se recopilaron datos. Esta acción podría marcar un cambio tectónico en el sistema monetario mundial comparable a la ruptura del dólar estadounidense con el oro en 1971 y vamos a ver el motivo.

    -Guerra económica, 2014-2022.

    Rusia había estado acumulando reservas de moneda extranjera precisamente para el tipo de crisis que enfrentó su economía cuando los países occidentales respondieron a la invasión rusa de Ucrania con sanciones económicas. Los rusos habían aprendido esta lección durante su anterior incursión en Ucrania. Después de que intervinieran militarmente en 2014, el rublo se desplomó. En ese momento, los saudíes también estaban aumentando sus exportaciones a un mercado petrolero ya débil y bajista en el valor de la cotización, y los precios del petróleo cayeron precipitadamente. La economía rusa entró en recesión. Sin embargo, la situación en 2022 es muy diferente de la situación en 2014. En 2014, el crecimiento global fue mediocre y la inflación fue moderada. Además de esto, los mercados petroleros en 2014 todavía tenían en cuenta el enorme aumento en la producción de petróleo en los Estados Unidos que fue posible gracias a la «revolución del fracking», que duplicó la producción de petróleo de los Estados Unidos. En 2022, por otro lado, la economía mundial se estaba y está calentando y la inflación era la más alta desde la década de 1970. La revolución del fracking había cotizado durante mucho tiempo en los mercados petroleros mundiales. Incluso si los saudíes quisieran hacer caer el precio del petróleo a principios marzo de 2022, algo que no quieren porque aumenta sus rendimientos, y no dieron indicios de querer hacerlo por otro lado, llegando incluso a negarse a responder la llamada telefónica del presidente Joe Biden, las condiciones económicas probablemente significaban que no podrían hacerlo o que la situación actual les conviene.

    Esta vez, el rublo se vio sacudido por las sanciones, pero no tanto como cuando se vio afectado por la caída de los precios del petróleo en 2014/15. En 2014/15, el rublo cayó alrededor de un 48 % frente al dólar estadounidense; en 2022, cayó alrededor del 25 por ciento y ya ha recuperado su valor al de antes de la guerra. Esta caída es aún menos dramática si recordamos que, en 2014/15, el banco central ruso fue libre de volcar divisas en el mercado para estabilizar el precio del rublo, mientras que en 2022 no lo ha hecho. Esto no es sorprendente dado el comportamiento del mercado del petróleo. En respuesta a la invasión de Ucrania y la amenaza de sanciones enérgicas contra Rusia, un país que produce alrededor del 13 por ciento del petróleo del mundo, los precios aumentaron y la volatilidad se disparó. Todo el mundo en los mercados de divisas sabe que el valor del rublo está firmemente ligado al precio del petróleo. Controlando la inflación, el análisis de regresión del tipo de cambio ruso muestra que alrededor del 64 por ciento de los cambios se explican por cambios en el precio del petróleo, una demanda que no ha desaparecido y que junto con las reservas lo mantiene en un valor mejor que en 2014.  De este ejercicio hemos aprendido que las sanciones son un arma económica mucho más débil contra Rusia que las intervenciones en los mercados energéticos. Incluso se podría argumentar que Rusia no necesitaba acceder a sus reservas de divisas esta vez gracias al impacto que la invasión y las sanciones tuvieron en los precios del petróleo. Si la historia juzga la incautación de las reservas de divisas rusas como un ejercicio en gran medida infructuoso tal y como parece, será una cruel ironía porque, como veremos, el acto de incautación de estas reservas podría tener efectos a largo plazo en la hegemonía financiera estadounidense dado que generará una crisis de confianza y los países no occidentales tendrán cuidado de alojar reservas de divisas en bancos occidentales. 

    El 16 de marzo de 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, pronunció un discurso en el que describió su plan económico para avanzar. Inmediatamente, una parte de ese discurso comenzó a circular en las redes sociales. Putin dijo que la congelación ilegítima de algunas de las reservas de divisas del Banco de Rusia marca el final de la fiabilidad de los llamados activos de primera clase. De hecho, EE. UU. y la UE han incumplido sus obligaciones con Rusia en una materia que teóricamente deberían ser neutrales (ahí se demuestra la subsidiariedad de la propiedad y el dinero al respecto el Estado). Ahora todo el mundo sabe que las reservas financieras simplemente pueden ser robadas/incautadas. Y muchos países en el futuro inmediato pueden comenzar, estoy seguro de que esto es lo que sucederá, a convertir sus activos digitales y de papel en reservas reales de materias primas, tierra, alimentos, oro y otros activos reales, lo que solo resultará en más escasez en estos mercados y por lo tanto mayor inflación

    Si bien los responsables políticos pueden haber descartado inicialmente el discurso como una fanfarronada más del Kremlin, la gente en los círculos financieros ya había estado discutiendo precisamente este punto durante algunos días. Las monedas de reserva, como todas las monedas, dependen de su valor en la confianza. Los países eligen qué monedas mantener en reserva en función de la estabilidad de estas monedas. Las monedas cuyo valor se infla regularmente no se utilizan como monedas de reserva. Pero a un nivel más básico, el titular de una moneda de reserva debe estar seguro de que el activo no será simplemente embargado. Si un país piensa que el país que emite la moneda de reserva podría simplemente apoderarse de ella, especialmente en el momento en que más se necesita, entonces sería imprudente mantener esta moneda de reserva si hay alternativas sobre la mesa. La incautación de reservas es un ejercicio trivial en términos técnicos, ya que las reservas de la moneda de un país se mantienen en una cuenta en el banco central de ese mismo país. El país emisor siempre tiene el control total, pero hasta ahora pocos países han estado dispuestos a convertirlo en un arma a una escala tan grande.

    Al congelar las reservas de divisas de Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea señalaron al mundo que el acceso de otros países a sus reservas en dólares, libras y euros depende de su enfoque de la política exterior. El mundo prestará atención a este desarrollo, más obviamente en el caso de China. China ha tenido durante mucho tiempo grandes superávits comerciales con los países occidentales y, al hacerlo, ha acumulado enormes cantidades de reservas de divisas. Pero ahora los chinos deben ver estas reservas a través de la lente de su política exterior. Si, por ejemplo, China decidiera apoderarse de la isla de Taiwán, parece casi seguro en este punto que las reservas se congelarían. ¿Se congelarían incluso como resultado de una incursión menos ambiciosa por parte de China? Nadie lo sabe. Pero puedes apostar a que los planificadores chinos lo están discutiendo.

    Todos los países ahora tendrán que considerar sus reservas de moneda extranjera a la luz de su política exterior. India tendrá que considerar si las tensiones con Pakistán podrían conducir a la congelación de sus activos. África está sujeta a una agitación constante y, a menudo, las tensiones allí generan resistencia de Occidente. Muchos países africanos también tendrán que reconsiderar sus reservas. Arabia Saudita, que posee enormes cantidades de reservas, recordará la reacción occidental ante el asesinato del periodista Jamal Khashoggi como una posibilidad de si se repite un evento así que sea castigado en este sentido. El Reino saudita ya está en conversaciones para vender algo de petróleo en yuanes chinos. Cada estado de Medio Oriente estará mirando su lista de alianzas por un lado y sus saldos bancarios por el otro.

    Por supuesto, estos países tampoco querrán depender completamente de China o de la moneda y la buena voluntad de cualquier otro país. Con la Unión Europea, el Reino Unido y Canadá uniéndose al esfuerzo de los Estados Unidos, sus monedas también serán menos atractivas como competidores. Hay otros obstáculos (al menos a corto plazo) para la desdolarización. El punto no es sugerir que el abandono completo de las reservas de dólares está en el horizonte, ni que sucederá de la noche a la mañana. Sin embargo, incluso un grado moderado de mayor diversificación lejos del dólar a lo largo del tiempo podría tener un impacto significativo.

    ¿Los políticos occidentales entendieron todo esto cuando se apoderaron de las reservas extranjeras de Rusia? He escuchado esa pregunta muchas veces en las últimas semanas. Algunos piensan que sí, y entendieron que la acción acelera el cambio a un mundo multipolar. Otros piensan que no lo hicieron, que la invasión rusa de Ucrania los tomó por sorpresa y se vieron obligados a parecer que estaban haciendo algo, especialmente con las redes sociales y los medios frenéticos que amplifican los tambores de guerra. Creo que la última es una mejor interpretación, ya que también parece haber evidencia de que no consideran cómo las sanciones podrían beneficiar a la economía rusa al hacer subir los precios del petróleo, que de todas maneras acabarían explotando y revaloraría el rublo tras el choque inicial, dado que los nuevos demandantes de más gas y petróleo rusos, lo adquirían en rublos, yuanes o rupias, algo que debería haber sido obvio para cualquier macroeconomista competente.

    -Hegemonía del dólar: la visión a largo plazo.

    En el verano de 1944, delegados de cuarenta y cuatro naciones se reunieron en Bretton Woods, New Hampshire, para elaborar un sistema monetario global para el mundo de la posguerra. Además de establecer el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la conferencia estableció un sistema de tipos de cambio globales vinculados al dólar, que a su vez estaba vinculado al oro. No todos estaban a favor de esto. El economista británico John Maynard Keynes, por su parte, propuso una solución más multipolar a la que llamó «bancor», que habría proporcionado un marco mucho más flexible y equitativo para el comercio mundial. Pero los estadounidenses querían dominar el sistema y dado que toda Europa estaba muy endeudada con ellos después de la guerra, especialmente la propia Gran Bretaña de Keynes, que había vendido la plata de la familia a los estadounidenses para financiar su esfuerzo de guerra, provocó que los estadounidenses ganaran ese día. Nació el patrón dólar.

    Durante algunas décadas el sistema funcionó como debía. Esto se debió al dominio estadounidense de la economía mundial después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras Europa y Japón reconstruían sus economías, Estados Unidos impulsaba sus exportaciones a los mercados mundiales. Como la capital manufacturera del mundo, Estados Unidos tuvo superávits comerciales constantes. Esto significaba que Estados Unidos nunca debía nada de su oro a ningún otro país en cantidades significativas. Con el oro en el banco, el dólar se mantuvo estable y el sistema funcionó como un reloj.

    Esto comenzó a cambiar a finales de la década de 1960. Lyndon Johnson estaba empantanado en Vietnam y sujeto a presiones internas masivas para la reforma interna. Optó por llevar una economía de «armas y mantequilla» y trató de financiar tanto la guerra como los nuevos programas sociales, principalmente a través del gasto público financiado con déficit. Como resultado, la cuenta corriente de Estados Unidos cayó en déficit con el resto del mundo en 1971/72. Esto significaba que los países a los que Estados Unidos les debía dinero podían pedir sus pagos en oro.

    El presidente francés, Charles de Gaulle, había tenido durante mucho tiempo una fijación antiestadounidense en tanto, y seguramente era cierto, los Estados Unidos negaban la autonomía estratégica francesa. Después de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses exigieron a sus aliados que otorgaran la independencia a sus colonias. De Gaulle se enfureció por esto y lo vio como algo que no incumbía a Estados Unidos. Pero en 1945 se vio en aprietos cuando tuvo que pedir a los estadounidenses un préstamo de mil millones de dólares para reconstruir la economía francesa. Francia se vengaría cuando en agosto de 1971 el presidente Pompidou envió un acorazado al puerto de Nueva York para llevarse el oro que se le debía a Francia. El oro sería retirado del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y transportado a la Banque de France en un sorprendente desafío simbólico al poder financiero estadounidense. Pronto otros países harían lo mismo. Este fue el equivalente internacional de una corralito bancario.

    A mediados de agosto, los estadounidenses se dieron cuenta de que estaban atascados. Si sus socios comerciales seguían pidiendo que les enviaran oro, pronto encontrarían las bóvedas de Estados Unidos vacías. El presidente Nixon apareció en televisión un domingo y dijo lo siguiente:

    «Debemos proteger la posición del dólar estadounidense como pilar de la estabilidad monetaria en todo el mundo. En los últimos siete años, ha habido un promedio de una crisis monetaria internacional cada año… He ordenado al Secretario Connally que suspenda temporalmente la convertibilidad del dólar en oro u otros activos de reserva, excepto en cantidades y condiciones que se determinen en interés de la estabilidad monetaria y en el mejor interés de los Estados Unidos. Ahora bien, ¿qué es esta acción, que es muy técnica, qué significa para ti? Permítanme dejar descansar el problema de lo que se llama devaluación. Si desea comprar un automóvil extranjero o hacer un viaje al extranjero, las condiciones del mercado pueden hacer que su dólar compre un poco menos. Pero si se encuentra entre la abrumadora mayoría de los estadounidenses que compran productos fabricados en Estados Unidos, su dólar valdrá tanto mañana como hoy. El efecto de esta acción, en otras palabras, será estabilizar el dólar.»

    ¿Sabía el gobierno lo que sucedería cuando hiciera flotar el dólar? ¿Tenían los asesores de Nixon tanta confianza como Nixon parecía estar en la televisión ese domingo? No. El sostén del patrón oro y sus limitaciones lógicas se habían roto a menudo en la historia, pero generalmente en situaciones de emergencia como la guerra. En la guerra, la gente sabía que el gobierno tendría que optar por el papel moneda, pero siempre se supuso que después de la guerra volvería el patrón oro. Los estadounidenses, sin embargo, estaban indicando claramente que el dólar sería un papel moneda en el futuro.

    El primero en describir el nuevo sistema que surgió fue el economista estadounidense Michael Hudson. En 1972, Hudson publicó un libro de tendencia marxista titulado «Superimperialism: The Economic Strategy of American Empire» . El libro de Hudson fue despiadadamente crítico con el sistema estadounidense. Afirmó que el nuevo dólar no convertible se iba a utilizar para extraer grandes cantidades de bienes del resto del mundo a cambio de papel (sin respaldo). En el prefacio a la segunda edición en 2003, escribe:

    El libro se vendió especialmente bien en Washington. Me dijeron que las agencias estadounidenses eran los principales clientes, usándolo en efecto como un manual de capacitación sobre cómo convertir el déficit de pagos en una palanca económicamente agresiva para explotar a otros países a través de sus bancos centrales. Fue traducido al español, ruso y japonés casi de inmediato, pero me informaron que la presión diplomática de EE.UU. sobre Japón llevó a la editorial a retirar el libro para no ofender la sensibilidad estadounidense.

    Hasta el día de hoy, los estadounidenses han utilizado el estatus hegemónico del dólar para vivir por encima de sus posibilidades; han tomado una crítica formulada contra su sistema monetario por un economista de tendencia marxista y la han convertido en una herramienta de hegemonía geopolítica. El estado de moneda de reserva del dólar apuntala su valor a pesar de que durante muchas décadas Estados Unidos ha tenido enormes déficits en las cuentas públicas y déficits comerciales con el resto del mundo. Las importaciones baratas que compran los consumidores estadounidenses, especialmente de China, serían mucho más caras si no fuera por el estatus de moneda de reserva del dólar estadounidense.

    -El impacto en los estándares de vida estadounidenses.

    La pregunta ahora surge es la siguiente: ¿cuánto más caros serían los bienes importados para los estadounidenses comunes y corrientes en el caso de que el dólar se convirtiera en una moneda entre muchas? Eso depende de cuánto depende el valor del dólar de su estado de moneda de reserva de valor. Nadie lo sabe porque nadie puede saberlo realmente. Dado que el dólar siempre ha sido la moneda de reserva en la era moderna de la posguerra, no tenemos punto de comparación histórico. Por lo tanto, no tenemos idea alguna de cuánto del valor del dólar estadounidense se deriva de su condición de moneda de reserva. “De lo que no se puede hablar, se debe permanecer en silencio”, como dijo Wittgenstein.

    Sin embargo, lo que podemos decir es cuánto aumentarían los precios internos las distintas depreciaciones del dólar estadounidense y erosionarían el nivel de vida en un país muy endeudado. La siguiente tabla estima el impacto probable de varias depreciaciones del dólar tanto en los precios al consumidor como en los precios de importación, obtenido por análisis de regresión lineal.

    Antes de interpretar estos datos, debemos señalar dos puntos para no dejarnos engañar por los números. Primero, el modelo utilizado para derivar estas estimaciones solo puede capturar efectos de primer orden. Dado que es probable que los aumentos iniciales de precios influyan en otros aumentos de precios, el impacto real en los precios generales al consumidor podría ser mayor, especialmente si estos aumentos de precios ocurren en un entorno ya inflacionario. En segundo lugar, mientras que un aumento en los precios domésticos al consumidor generalmente puede compensarse para los trabajadores a través de un aumento en sus salarios, un aumento en el precio de las importaciones no puede. Por lo tanto, estas estimaciones muestran un impacto permanente en el nivel de vida del consumidor estadounidense; no se pueden revertir mediante aumentos de los salarios internos, ya que estos aumentos solo reducirán aún más el valor del dólar estadounidense. El consumidor estadounidense tendrá que comérselos.

    Con eso en mente, ahora podemos discutir cuán malas son estas estimaciones. Una caída del 10 al 20 por ciento en el valor del dólar sería dolorosa, particularmente para las personas pobres y de clase trabajadora que se ven más afectadas por el aumento de los precios de las importaciones, ya que estos grupos compran de manera desproporcionada las importaciones chinas baratas . El estadounidense promedio se enfadaría ante una pérdida permanente del 3 al 7 por ciento de su poder adquisitivo, pero no arruinaría a la sociedad. Cualquier cosa por encima de esto, sin embargo, sería increíblemente doloroso. Una disminución del 30 al 50 por ciento en el valor del dólar significaría que los bienes importados aumentarían en un 30 a 50 por ciento y los precios generales aumentarían entre un 10 y un 17 por ciento. Eso representa una permanente disminución de los niveles de vida del 10 al 17 por ciento. Nunca en la historia, fuera de la guerra, los estadounidenses han sentido tal conmoción, y nunca en la historia se han enfrentado a una conmoción tan permanente. Esto sería una contracción en los niveles de vida que fácilmente podría generar caos y malestar social dado que EEUU no tiene un sistema de protección social.

    -Sustitución de importaciones:

    No existe una política que pueda revertir por completo los efectos de la caída de la moneda de reserva del dólar, aunque los estadounidenses y los europeos pueden idea una alternativa. Hay políticas que podrían ayudar a facilitar la transición: una terapia, no una cura. La más prometedora es una política de sustitución de importaciones. Esto podría hacerse de manera bastante simple. Estados Unidos, y otros países preocupados por sus monedas, deberían establecer un banco de inversión. Este banco de inversión debería tener su deuda respaldada por el banco central, al que se le debería permitir comprar esta deuda a una tasa de interés del 0 por ciento. Los contratos de deuda serán perpetuos, y los bonos nunca serán redimidos. Deben establecerse límites a la emisión de esta deuda de acuerdo con las necesidades del programa de sustitución de importaciones, preferiblemente sobre la base de un plan de cinco años para evitar la interferencia política.

    El banco de inversión debe contar con economistas y analistas de mercado. Desmontarán las estadísticas de importación en busca de productos fácilmente sustituibles que actualmente se importan principalmente porque el precio del producto extranjero equivalente es más bajo. El banco de inversión trabajará entonces con la industria nacional para producir estos bienes y subsidiará la diferencia de precio entre el producto nacional y el producto extranjero. Entonces, por ejemplo, si una tostadora fabricada en China cuesta $ 10 al por mayor y un equivalente estadounidense cuesta $ 15 debido a los mayores costos de mano de obra nacional, el banco de inversión subsidiará el equivalente estadounidense o europeo por una suma de $ 5 por unidad.

    Un programa de sustitución de importaciones como este facilitará la transición de un mundo que depende de la moneda de reserva del dólar. También fomentará los empleos de fabricación nacional de alta calidad. Incluso se puede utilizar como una estrategia de desarrollo regional. Entonces, el banco de inversión puede solicitar que las empresas que se acojan a los subsidios construyan sus fábricas en las regiones más pobres. Esto podría conducir a una reactivación de las áreas devastadas por la huida de la fabricación estadounidense y europea al extranjero.

    Quizás algo cambie en los próximos meses. Pero parece posible que hayamos llegado al final de una era, una que comenzó en 1945, cambió de marcha en 1971 y ahora puede estar llegando a su fin. Un mundo multipolar está emergiendo ante nuestros ojos, mientras el poder unipolar de los Estados Unidos y sus aliados se está desvaneciendo. Es hora de empezar a pensar más estratégicamente.

  • Sobre el mito de la libertad.

    Las sociedades “libres” (sea lo que sea lo que significa eso) no pueden existir sin un compromiso total con las condiciones ideológicas y materiales que hacen posible la “libertad” en cualquier sentido real. Demasiados confunden cuáles son esas condiciones o se niegan a reconocer que existen en primer lugar, y luego afirman amar la «libertad» pero esto tiene una serie de supuestos previos inmensos, de ahí a que incluso la propia idea de libertad sea paradójica ya que supone sumisión.

    Me cuesta imaginar de qué «libertad personal» goza un desempleado, o un trabajador que tiene que dedicar más de un 60/70% del salario en la vivienda.

    La libertad al menos en una manera limitada, sólo puede existir donde se ha abolido una serie de demandas básicas, donde no hay desempleo ni pobreza, aún cuando esto genera nuevos problemas, donde el hombre no está obsesionado por el temor de verse mañana privado de trabajo, de hogar y de pan. Sólo en una sociedad así es real, y no de papel, la libertad personal y cualquier otra posible.

    Sin embargo, aún así el discurso y dicha «libertad» no deja muchas veces de ser un espejismo puede ser controlado en dicha sociedad centralizadamente, y lo único que cambia en una sociedad como la nuestra es que la gestión de la información es «oligárquica» donde se supone que hay libertad de expresión. La creencia en dicho mito no elimina la autoridad, sea esta expresa u oculta. Es decir, una serie de medios de comunicación, expertos confiables y agencias de vertificación de noticias, muchas veces concentradas en sociedades mercantiles relacionadas por objetivos (mismos planes y programas), personas relacionadas por algún motivo de filiación política o personal, hechos que sin embargo se ocultan al público, que en ocasiones con el propio Gobierno construyen la «verdad pública».

    Está bien (lo digo irónicamente) que BlackRock y Vanguard Group, dos de las firmas de administración de activos más grandes del mundo, tengan participaciones significativas tanto en los principales contratistas de defensa americanos como en las principales organizaciones de medios de comunicación.

    Sin embargo, por algún motivo, no está bien que Elon Musk quiera comprar Twitter y reducir la censura «progresista» en la plataforma. Incluso esto de «Reducir la censura» puede no ser más en ese sentido más allá de un cliché. La libertad de expresión no es absoluta (siempre existe corrección política, límites oficiales) y nunca lo ha sido; la única diferencia será que una persona (en este caso Musk) decidirá.

    La reacción emocional al asunto Musk-Twitter simplemente válida lo que ha sido cada vez más obvio: Twitter controla una fracción significativa de la atención de los tomadores de decisiones de nuestra cultura, y muchos están aterrorizados de que se redirija a otros fines. Esto va a ser divertido.

    La parte difícil será resistir los mecanismos de coacción del mundo político que en realidad están impulsando la moderación de Twitter. Es decir, lugares como Twitter y las redes sociales son palancas políticas, catalizadores de poder y discurso, por lo tanto son estratégicos.

    Demostrando igualmente y para acabar con el tema de redes sociales/twitter solo decir que en la sociedad actual los magnates multimillonarios son políticamente relevantes en tanto el dinero es poder, y es en último término un mecanismo creado por el Estado para distribuirlo y socializar dicho poder social.

    Una vez que uno se convierte en multimillonario, por ejemplo, es esencialmente imposible que tal individuo consuma personalmente en una magnitud equivalente al grado máximo de dicha riqueza que tiene esa persona, entonces, ¿qué otra cosa sino el poder podría motivar a la clase multimillonaria a continuar aumentando sus ingresos y su riqueza?

    Esta observación básica hace retroceder la economía a la economía política y nos obliga a reconocer que gran parte de la asignación de capital del sistema financiero está motivada por la búsqueda de poder y no de “utilidad”, eso incluye la posición de Musk respecto a Twitter y esto significa que está motivada por rendimientos diferenciales en lugar de “absolutos” sobre inversión.

    Imagina que eres una empresa de inversión, ¿Preferiría ganar un 10 % en un clima donde los rendimientos promedio son del 12 %, o ganar un 5 % en un clima donde los rendimientos promedio son del 1 %? La lógica de la utilidad sugiere que prefieras el primer escenario, ya que te permite consumir el doble en términos absolutos. Sin embargo, la lógica de la acumulación de poder sugiere que preferiría el segundo escenario, ya que controlar un catalizador como Twitter le posiciona y se encuentra en una posición mucho más fuerte en relación con sus competidores para todo tipo de plan y programa que tengas.

    Bajo este contexto y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente realmente deberíamos preguntarnos si se puede hablar de libertad o tiene siquiera sentido hacerlo, y no es solo porque es un mito que tiene buena prensa, sino porqué no nos sirve a su vez para interpretar los fenómenos sociales dada la concurrencia del propio poder de forma inevitable en toda sociedad siendo la instrumentación de dicho término simplemente una estratagema más.

  • Sobre la instrumentalización de la moralidad en Occidente.

    Si algo caracteriza a los pueblos europeos y de herencia europea, es en último término la utilización de la técnica y la organización burocrática junto con otras formas de organizaciones racionales de «gestión social» de recursos materiales e inmateriales en conjunción con individuo para fines determinados. Fueron las incipientes monarquías las que crearon una idea de Estado regimentado y racionalizado, sin intermediarios entre centro y la propia sociedad, siendo la centralización de todas las funciones públicas en una única institución estatal la culminación de dicho proceso. Para conseguir esto, que obviamente no se hizo sin resistencias por los poderes subsidiarios al centro (que no dependían o eran alternativos del centro), se requirió de montones de chivos expiatorios e instrumentalización de ideas (y aquí conectamos con él tema de hoy).

    Esto va desde ideas como la supremacía del poder secular de Dante expresadas en De Monarchia, hasta la teoría de la soberanía de Bodino, el Leviatán de Hobbes, las ideas de Lutero para la centralización del poder religioso en manos del poder secular, el derecho divino de los reyes de Filmer entre muchos otros pensadores medievales y modernos. Más tarde las ideas liberales que promovieron la unidad jurisdiccional y unidad de mercado fueron en una dirección similar (aunque apelaban teóricamente a la limitación formal del poder), formándose una forma de Estado que reconocemos más o menos a día de hoy, que recogía toda la soberanía sobre los gobernados frente a cualquier otro poder social (paradójicamente aumentaba el poder estatal mientras defendía su limitación), algo que le sirvió al poder de la época para terminar de acumular funciones que eran subsidiarias de poderes locales, de eliminar los poderes intermediarios entre ciudadano-Estado, de la desamortización de la tierra en posesión de la iglesia o las corporaciones locales, además de mercantilizar toda la propiedad existente en dichas sociedades en perjuicio de las élites tradicionales.

    Luego y posteriormente tendríamos dos olas centralizadoras a las que acompañaron el patrocinio (como le había pasado a Lutero, Dante o Bodino, siempre fueron apoyados por algún poder interesado en justificar e instrumentalizar sus ideas para nuevas formas de gobernanza) una sería el nacionalismo decimonónico, que con una idea romántica (algunos dirían que reaccionaria y progresista al mismo tiempo) promovió la movilización masiva de efectivos en las naciones europeas para todo tipo de cometidos, especialmente la guerra contra los vecinos, o para las empresas coloniales, inaugurando así la política de masas, siendo a veces presentadas dichas empresas bélicas y expansionistas como mero lucro y dominación de recursos y espacio para no ser ocupado por otras potencias (realismo ofensivo), otras veces como misiones civilizadoras, creándose una clara conexión entre poder-ideas. La segunda ola se produjo en el contexto occidental del gerencialismo europeo junto con el marxismo leninismo, que acabarían de generar estructuras burocráticas que permitirían una gestión centralizada de la vida social desde el propio Estado bajo la idea del burocratismo individualista weberiano (dónde se plantea la pericia gerencial como una virtud basada en la objetividad de la eficiencia de gestión de recursos públicos y privados), o desde el centralismo democrático marxista-leninista, bajo una idea hegeliana del poder, con una supremacía del Partido como órgano permanente que realiza y gestiona la sociedad teniendo el control del Estado y sus múltiples funciones para llegar a un fin (dictadura del proletariado).

    Me parece curioso, ya yendo a nuestros días como el lenguaje de la guerra económica (contra Rusia) y propagandística ahora se utilizan ideas y un lenguaje legitimado incluso contra individuos (vean la imagen adjunta). Todo suena realmente esquizofrénico ya que parece literalmente algo así como: «La academia de artes y ciencias cinematográficas advierten que sin sanciones, Will Smith envalentonado no se detendrá con Chris Rock. Necesitamos dejar de transmitir películas de Will Smith, dejar de alimentar la máquina de guerra.», esto en último término comparte una relación íntima en los desarrollos de cómo se ejerce el poder social en Occidente y en general en las sociedades humanas.


    Quitando el tono humorístico al tema a algo como el titular anterior, es curioso como una sociedad tan transnacional como la norteamericana/occidental ha desarrollado un grado tan grande de instrumentalización de la moralidad para fines individuales o colectivos que implican voluntad de poder, esto quizá se debe a la conexión entre una especie de nihilismo, la muerte de las religiones e ideologías holistícas -que abarcaban y fundamentan todos los aspectos de la vida además de que eliminaban algunos aspectos de la arbitrariedad- en términos de Baudrillard, para sustituirlas por ideologías atomistas que tienen como sujeto el individuo alrededor del que se define la totalidad social (esto se ve claramente en la propaganda política y de las empresas).

    Dicha instrumentalización de las ideas, valores y tendencias (como hemos visto al respecto la guerra de Ucrania), generan un sentimiento de corte moralista ha sido algo constante en la vida humana, pero que no es posible sin los desarrollos que hemos apuntado al principio de esta publicación, es decir, ha habido siempre instrumentalización de ideas para fines determinados (es decir buscando el consentimiento o la cooperación), para así generar consenso bajo lo que el otro día en la publicación sobre el libre mercado (enlace) llamamos «noble mentira». El fundamento de dichas mentiras obviamente es la cooperación y/o sumisión ante planes y programas promovidos y organizados desde instituciones estatales o privadas, dicha instrumentalización a su vez también sirven en ocasiones a fines individuales aunque de diferente forma.

    La diferencia, es que las «fábricas de consenso occidentales» lo hacen de un modo refinado y sin apariencia de existir autoridad en un sentido tradicional, manipulando el lenguaje y utilizando constantemente una serie de mantras bajo los que la víctima (espectador o ciudadano medio) se indigna fácilmente, dado que conoce el esquema lógico alrededor de dicha instrumentalización, generando así una reacción más intensa, así y solo así un titular como el anterior tiene sentido.

    Todo parece en definitiva una serie de sucesos hilados bajo una lógica argumentativa similar (en su estructura) bajo las que, aunque no se sabe porque, se espera indignación, y aunque, la acusación de blasfemia (para nuestra visión particular o cualquiera de cualquier sociedad humana) ha sido una constante histórica, lo que varía sin embargo es el grado en la que dicha utilización partidaria de las ideas sirve a la voluntad de poder en una sociedad dónde nadie cree realmente nada, dado que nadie es capaz de fundamentar los orígenes de la filosofía moral occidental (así es según Alasadir MacIntyre), siendo curiosamente, uno de los fenómenos contemporáneos más interesantes, dado que la civilización occidental, en este aspecto, parece una civilización que ha perdido sus fundamentos bajo una especie de cataclismo (una revolución cultural, basándose en nuestro caso en fragmentos dispersos de filosofía, interpretados muchas veces burdamente o en ausencia de contexto). Todo esto hace que la voluntad de poder, sea si cabe, más agudizada que en otras civilizaciones dada la flexibilidad de los fundamentos y normas sociales.

    Apuntar que con instrumentalización me refiero a utilizar valores, principios morales, ideas del bien universal para fines particulares de una o un grupo de personas, es decir, ideas que buscan la cooperación en el frente interno y externo, tanto de una sociedad como a nivel internacional. El caso más claro sería la instrumentación de la democracia, derechos de minorías o derechos humanos como casus belli para una determinada política exterior como la que realizó EEUU hace un poco más de una década durante la unipolaridad o Pax Americana. A nivel interpersonal podríamos poner el caso de una respuesta violenta o incorrecta políticamente hablando, a una ofensa considerada por el ofendido como menospreciar algo que se valora. Ahí la víctima de la reprimenda instrumentaliza una idea de no violencia física como forma de que el resto empaticemos con sus fines particulares (previos o no a la agresión), esto sería básicamente el caso de Will Smith vs Chris Rock.

    Lo interesante, por otro lado, es cómo se ha configurado la sociedad europea/norteamericana, para ofuscar la realidad, poniendo a unos niveles nunca vistos el uso de la moralidad en favor de los fines particulares. Esto por supuesto, le dio a los Estados contemporáneos una gran capacidad de movilización de recursos que las sociedades con moralidad más rígida y menos instrumental/transaccional no tenían, dado que estás no toleraban tan fácilmente la arbitrariedad como los estados europeos, es decir, la cooperación y movilización masiva, a parte de por motivos técnicos, el fundarla en motivos morales era más precaria.

    Esto a su vez, nos ha hundido en una gran crisis existencial, en tanto la instrumentalización de los fundamentos básicos de una sociedad para fines particulares los ha erosionado progresivamente, por las vicisitudes que se han encontrado los que tenían «voluntad de poder». Esto quiere decir que cualquier certeza, cualquier verdad que nuestra sociedad podría considerar antaño objetiva e inmutable, seguramente en tanto voluble y funcional para el poder, habrá servido para fundamentar la cooperación para fines particulares.

    Por otro lado, y para acabar resulta interesante el experimento de desfundamentación de nuestra moralidad, pues aunque la mayoría de los europeos/norteamericanos están de acuerdo en que una guerra de agresión, o una reacción desmedida ante una ofensa/agravio es mala, el motivo por el que la violencia es per sé inmoral es imposible de ser fundamentada por un individuo alguna fuente siendo en consecuencia una verdad axiomática desvirtuada del contexto. Es decir, no se sabe fundamentar la base de un fundamento, únicamente se considera mala una guerra de agresión o una reprimenda física por una ofensa como negativa per sé, dado que nadie sabe justificar, citar alguna fuente material (algún texto filosófico, tratado de moral, documento religioso, etc ) que sostenga dicha reprimenda contra Rusia o Will Smith.

    Así podríamos concluir que aunque igual que todos los fundamentos de una sociedad son axiomáticos (premisa que, por considerarse evidente, y se acepta sin demostración, como punto de partida para demostrar otras afirmaciones), si seguimos la lógica bajo la que se construyen, esto ocurre en el cristianismo, judaísmo o en el islam, siendo el caso de las religiones totales construidas bajo ideas de un Dios creador o este como el Primer Motor aristotélico/tomista fundamentando el resto del sistemas, en cambio, nuestra sociedad el axioma se encuentra en el propio lenguaje moral y en nuestra ética, no en los fundamentos previos de la moralidad, creando así una curiosa singularidad histórica, que para lo bueno y lo malo, a quién les escribe, no le deja de inquietar, dado que aunque presupone y enlazamos aquí con el principio una mayor mutación ideológica (dado que los márgenes axiomáticos no se encuentran claramente definidos) para fines y actuaciones en favor de una voluntad del poder individual o político, sin embargo y dada esa maleabilidad.La moralidad y con esto acabamos, se sigue expresando y aquí lo vemos en los dos casos de actualidad presentados anteriormente de formas similares como un todo cojeren, aún cuando esta sea quizás más falsa y carente de sistema que la sostenga, expresándose en afirmación afirmación nunca.

    La moralidad, se sigue expresando de formas intensas, y aquí lo vemos en los dos casos de actualidad presentados anteriormente, aún cuando esta sea quizás más falsa y carente de sistema que la sostenga que nunca (dado que es únicamente supuestas verdades axiomáticas encadenadas), expresándose en los casos anteriores más como un acto performativo de indignación pública que como un bien en si mismo, en el que se considera la protesta per sé cómo el acto virtuoso, aunque esto sería algo que daría para otra publicación.

    Decir, para entender el fenómeno expuesto, que la sociedad de los «Estados democráticos» es el discurso público generador de legitimidad. La publicidad, la televisión, el cine, la música, el periodismo, todo es parte de este discurso Sin embargo, la retórica ya no se enseña de manera formal, a pesar de ser la ciencia del discurso. Se enseña, bajo los nombres de «marketing», «comunicaciones» y «periodismo». Sin embargo, el peso de los argumentos se asigna antes de la investigación y todo se ve a través de esa lente. No necesitas justificar tu posición cuando crees que la tuya es la única correcta y esta es quizá una de las mayores herramientas instrumentalización moral disponibles en nuestro presente en marcha.

  • Una defensa contemporánea del vanguardismo leninista.

    Sin poder no hay comunidad. Sin comunidad, nunca existirá el grupo de vanguardia que los españoles nativos necesitan  si desean sobrevivir como comunidad. Para Lenin, la Vanguardia o partido de Vanguardia como él lo veía tenía un único propósito:

    “…establecer una dictadura del proletariado; una regla de la clase obrera. El cambio de clase dominante, de la burguesía al proletariado, hace posible el pleno desarrollo del socialismo”.

    Mientras tanto, muchos de nosotros nos resistiremos a la idea de la conciencia de clase entre el proletariado, la elevación de los trabajadores, asalariados por cuenta ajena y propia, indefinidos y precarios o lo que se afirma como socialismo pleno o real. Sin embargo, debemos reconocer el poder de tal declaración (la de Lenin) a aquellos que ya están influidos por el pensamiento marxista. Lenin puede haber tenido algunas ideas francamente equivocadas. Sin embargo, no era tonto cuando se trataba de comprender el poder y la implicación de este además de la necesidad (del poder) para el cambio social.

    El partido de vanguardia nunca iba a constituir la totalidad de lo que él llamaba clase obrera, ni Lenin tenía ningún interés en que lo hiciera. Sabía muy bien que un cuadro de élites marxistas tenía que “representar” al proletariado (al más puro estilo hegeliano de partido-pueblo), porque las masas mismas nunca pueden organizarse como un todo. Algunas de las primeras reuniones de socialistas de fines del siglo XIX se llevaron a cabo con tan solo dos docenas de miembros con un puñado de revólveres compartidos entre ellos; planearon y conscientemente se vieron a sí mismos como una fuerza que podría cambiar el mundo. Y, hasta cierto punto, lograron esto, la era democrática del siglo XX fue definida de muchas maneras por el pensamiento leninista y luego socialdemócrata. Si el dinero de Wall Street y la ayuda de las agencias de inteligencia occidentales ayudaron en este proceso es un tema para otro momento.

    Esto no debería sorprendernos, sin embargo, muchos ignoran el vanguardismo como idea directora de una sociedad, quizá porque los occidentales carecemos de autoridades claras, también ignoramos el radicalismo, incluso cuando proviene ostensiblemente de un propio grupo; política, étnica o económicamente. Al tono de “revolucionario, comunista, totalitario, racista, fascista” y similares suelen ser los adjetivos que sufren los grupos que plantean la política en el sentido de una vanguardia, aún cuándo nuestro sistema tiene vanguardias, solo que nunca de encuentran claramente definidas, nadie sabe quién es nuestra vanguardia social. Tal vez este mismo fenómeno muestra el verdadero poder y la subsiguiente vacilación en torno al vanguardismo, incluso aquellos con una disposición políticamente comprometida en nuestro sistema están aterrorizados ante la idea de que su propia «clase» se vuelva «consciente», dado que la forma de hacer la política en el liberalismo posguerra fría es lo opuesto a los sistemas de masas, se basa en la despolitización de estas y la inclusión de estas en sistemas en los que todos los aspectos de la vida se encuentran mercantilizados, organizando la producción no en fines, sino alrededor del simple y llanamente una conciencia falsa de individuo soberano, que tiene únicamente como fines (aceptables) placeres hedónicos. 

    La extrañeza para nosotros de tal lenguaje en el que se presupone alguna autoridad que corone la cima de nuestra sociedades, a su manera, un signo de la necesidad desesperada de nuestra propia Vanguardia.

    Está prohibido (más porque resta prestigio social que por otro motivo) ser parte o incluso pensar bien de cualquier grupo que pueda elevar la conciencia de cualquier europeo u occidental a un nivel en el que comiencen a reconocer la lucha que todos enfrentamos de la misma manera. Aferrarse al pensamiento radical pero tradicional de lo que constituyen las naciones europeas como España, su gente, su cultura y su orden, es separarse de la sociedad moderna educada y progresista. Para tomar una posición y decir que España, y su gente, no deben deformarse para adaptarse a la posmodernidad tal y como está planteada, con su realineamiento hacía cuestiones no materiales que se han vuelto el centro de la política moderna (luchas progresistas, que plantean todo en términos de acción colectiva para fines individuales).

    En cambio, el mundo moderno debe adaptarse para adaptarse a la continuación de la nación española tanto de las personas como de los valores que la forman. A menos, por supuesto, que la posmodernidad haga completamente inviable tal continuación, en cuyo caso la posmodernidad misma debe ser rechazada por completo. Es, salir de los límites del pragmatismo al que todos estamos demasiado acostumbrados en el discurso político, pensar en lo que es verdaderamente mejor para España y su gente es rechazar la maraña de números, hechos y estudios gerenciales de los ideólogos de algún lugar de Estados Unidos, Europa o la angloesfera.

    Uno solo puede representar a la masa correctamente por medio del tacto, comunicándose con los compañeros iniciados sobre el objetivo final necesario de una lucha intensamente existencial, y haciendo la pregunta muy simple pero tan a menudo pasada por alto: «¿Es esto de nuestro interés?». La única razón para el vanguardismo es que la élite proteja a la masa y busque sacarla adelante en la historia, porque la masa nunca puede actuar por sí misma.

    Porque las masas no tienen el tiempo, la educación ni la diligencia para comprender completamente la crisis que enfrentan muchos de nuestros países y, en consecuencia, la nación española. Al igual que los trabajadores de finales del siglo XIX que no tenían ningún interés en la ideología marxista, incluso si tenían la suerte de saber leer. Solo cuando los objetivos de interés propio de cualquier individuo se ven interrumpidos por alguna faceta de la crisis que enfrentamos todos, que se atreven a mirar detrás de la cortina.

    Para la mayoría, normalmente es demasiado tarde en la vida para intentar detener y revertir la erosión, esto de ninguna manera es un error o un accidente, los lazos familiares, profesionales, responsabilidades de todo tipo, hipotecas y similares son un profiláctico fantástico contra el pensamiento y la organización radicales. Eso es, por supuesto, si el individuo no huye y se acobarda al dar testimonio primero de la naturaleza de la tarea en cuestión, ya sea por la magnitud abrumadora de dichas tareas o por las amenazas directas y personales de quienes están dispuestos a identificar a los aspirantes a vanguardia como enemigos en una crisis de legitimidad del sistema públicamente. De hecho, la masa es consciente, pero solo en un nivel inferior, donde cada individuo se siente solo, impotente y sin voz en lo que se siente como su propia lucha singular. En este sentido explicar correctamente el estado actual de las cosas es la gran tarea del agitador”.

    Esa sensación de sentirse solo a pesar de reconocer un grupo dentro del cual se pertenece o se identifica es la condición del hombre moderno, las conexiones interpersonales son forzadas (literalmente en el caso de las nuevas condiciones materiales en los trabajos más comunes en la sociedad actual), a veces con tareas estúpidas, puramente banales, o incluso inmateriales según lo permita la tecnología. La rápida expansión de las ciudades requirió la destrucción del viejo mundo, sus pueblos, aldeas y comunidades en todo el mundo. Así también fueron sus formas de organización, ya sean iglesias, gremios, gobiernos locales y milicias, corporaciones locales, por nombrar algunos, y así nacieron las masas, sacadas del orden tradicional.

    Una proporción de la sociedad que nunca se puede cuantificar por completo, pero que siempre permanece lo suficientemente presente, esté en el poder o aspire a él, busca el control de la centralidad de la organización social moderna. Por supuesto, para organizar tal masa y que esta tenga éxito, se necesita propaganda. No se puede decir que la mayoría de las ideas culturales españolas, por poner un ejemplo, son una representación orgánica de los valores o personas de nuestro país. Sólo existe el charco poco profundo de los medios de comunicación controlados por cualquier facción de la élite social. Lenin también reconoció que el periódico nacional en sí mismo cumplía la función de organización de masas, esto ocurre de forma parecida en nuestra sociedades aunque ofuscado en múltiples medios, que sin embargo, suelen tener opiniones relativamente parecidas. En el caso leninista, solo medio de comunicación que podría hablar con toda la nación a la vez era el presupuesto ideal de la vanguardia en sus términos. En palabras de Jacques Ellul:

    “Esta es la situación de la ‘multitud solitaria’, o de aislamiento en la masa, que es un producto natural de la sociedad actual y que es a la vez utilizada y profundizada por los medios de comunicación de masas”.

    Ellul también reconoció la necesidad de destruir lo que llamó “pequeños grupos”, que nosotros hemos llamado centros de poder subsidiarios (alternativos al poder y que existen con parcial independencia de él) para hacer efectiva la propaganda en su totalidad. Sólo cuando los grupos muy pequeños son así aniquilados, cuando el individuo ya no encuentra defensas, ni equilibrio, ni resistencia ejercida por el grupo al que pertenece, se vuelve posible la acción total mediante la propaganda.

    Por eso nuestro pequeño grupo, nuestra vanguardia, es tan importante. Es vital para la supervivencia de nuestro país, no solo contrarrestar el fruto al alcance de la mano del periodismo de izquierda indefinida progresista o cambiar el voto de los partidos conservadores (del progreso) en una forma marginal, sino contrarrestar el concepto mismo del parlamentarismo moderno cuando ya no refleja nuestros intereses. Oponerse al progresismo que se propaga por todos lados. Incluso aquellos que están de pie y se dice que están hablando desde un lugar de tradición, lo hacen con mansedumbre, ya que están demasiado instalados en el medio del pensamiento actualmente orientado. Solo los grupos pequeños y, en última instancia, radicales que pueden mantener su radicalismo a través de la prueba del tiempo pueden incluso comenzar a hablar de tradición en cualquier sentido que sea verdadero. Y es solo esa verdadera conexión con la tradición y el patrimonio lo que ayudará a sofocar la condición de la “multitud solitaria”, para ayudarlos a comprender su posición entre los de su propia especie, no solo a través de la difusión de ideas en los medios, sino a través de la acción misma. En este sentido se estaría actuando de una manera que posibilitaría el pleno desarrollo de una acción.

    Dentro de esto uno realmente puede comenzar a ahondar en lo que hace tan especial a la vanguardia, no es el contenido de ideologías, estrategias o principios, sino la actitud misma con la que cada miembro aborda tal contenido. La persistencia y el radicalismo de la vanguardia no serán nacidos o adheridos estrictamente a las vías del racionalismo o el pragmatismo, más bien sentimientos como el heroísmo, el mito, la gloria y la autenticidad impulsarán a la vanguardia a través del tiempo y en la posición necesaria para la toma de conciencia y el cambio de la clase dominante, aún cuando los fines sean racionales.

    Lo hará porque su heroísmo, su mito, se basará en un realismo que ninguna cantidad de hojas de cálculo, bases de datos o encuestas podría alcanzar jamás. Todos y cada uno de nosotros aquí reconocemos que depende de nosotros, y solo de nosotros, asumir lo imposible y remodelarlo en lo posible. Sin embargo, uno solo puede hacer esto si está dispuesto a fallar. Lo cual es un sentimiento que veo que muchos malinterpretan, un número preocupante piensa que la posibilidad de fallar en sí misma es razón suficiente para perder la esperanza. Sin embargo, creo que esto nos brinda una oportunidad fantástica para controlar y desarrollar las actitudes antes mencionadas que son demasiado cruciales para el vanguardismo, que uno no debe esperar o espera que le entreguen la victoria, uno debe estar dispuesto a tomarla, por cualquier medio necesario, o en palabras de Carlyle: 

    “¿Quién es el que siempre dice: Hay un león en el camino? Perezoso, entonces debes matar al león; ¡el camino tiene que ser recorrido!” – Thomas Carlyle

  • El libre mercado, no se trata de libertad, se trata de poder y jerarquía.

    Como animales sociales, los humanos vivimos y morimos por el éxito de nuestros grupos, sociedades e instituciones. Esto plantea un dilema. Lo que es mejor para el grupo a menudo podría no ser lo mejor para los individuos dentro del grupo. Si estás rodeado de un grupo de personas , puede ser que si mientes y haces trampa puedas sacar mayor beneficio de la situación, y esto puede ser en términos evolutivos, algo coherente, desde un punto de vista de simple supervivencia y optimización de las demandas de este individuo en el medio (social y comunitario en el que vive).

    Dado que el comportamiento egoísta suele ser ventajoso, ¿por qué no somos más mentirosos y tramposos? Una razón, paradójicamente, es que nos mentimos a nosotros mismos, y esto puede parecer extraño. Nos decimos a nosotros mismos o tenemos comportamientos implícitos en que lo que es mejor para los grupos también es lo mejor para los individuos dentro del grupo. Llamaré a esto la noble mentira prosocial, aunque podríamos también denominarlo tendencias cooperativas (ya que racional o irracionalmente cooperar parece dar mejores resultados que confrontar o mirar por el interés particular).

    Creo que propagar esta noble mentira es uno de los roles principales de las ideologías (seculares o religiosas). Una buena ideología convence a las personas de que el comportamiento desinteresado o ciertamente cooperativo es de su propio interés. Esto promueve el comportamiento prosocial, haciendo que los grupos sean más cohesivos. Y dado que los grupos cohesivos tienden a vencer a los grupos que no son cohesivos, la mentira noble tiende a extenderse.

    Dados los beneficios de equiparar el altruismo con el interés propio, uno pensaría que todas las ideologías lo harían. Sin embargo, algunos hacen lo contrario. Promueven un comportamiento egoísta como bueno para el grupo. Llamaré a esto la mentira maquiavélica.

    Ahora aquí está la paradoja. La mentira maquiavélica debería ser cáustica para la cohesión social. Así que esperarías que la selección de grupo lo acabara. Pero por una mentira maquiavélica, eso no fue lo que sucedió. En lugar de desaparecer, esta mentira ha prosperado. De hecho, se ha convertido en la ideología dominante de nuestro tiempo. ¿Qué es?

    La creencia en el libre mercado.

    La ideología del libre mercado afirma que para ayudar a la sociedad, debemos ayudarnos a nosotros mismos. Si todos actuamos de manera egoísta, dice el pensamiento, la mano invisible hará que todos estén mejor. Así que aquí tenemos una ideología que promueve el egoísmo en nombre del beneficio del grupo. Es una mentira maquiavélica que debería considerarse además de falsa enemiga de la cohesión social y la eutaxia en sentido político de las potencias que la sufren. Sin embargo, el pensamiento de libre mercado ha vencido a muchas otras ideologías. ¿Cómo puede ser esto?

    Esto es lo que creo que está sucediendo. La ideología de libre mercado, propongo, es una doble mentira:

    -Primero, es una mentira en el sentido de que su afirmación central es falsa ya que en última instancia su existencia es subsidiaria del centro, que descentraliza o centraliza la toma de decisiones económicas, que planifica mediante una
    acción del centro (planificación) o por omisión (descentralización a actores ajenos al Estado de la producción), sin negar sin embargo la soberanía final en el ámbito económico del Estado en el segundo caso, dado que la producción, la titularidad de cualquier corporación o bien se encuentra sometida a la arbitrariedad del poder político, mientras que a su vez, el dinero, que hace posible los intercambios fue creado (o mejor dicho reintroducido) por el mismo centro (Estado) para poder recaudar fácilmente impuestos, crear dinero para reclutar mercenarios y debilitar a terratenientes en favor de las Monarquías que estaban centralizando poder en aquel momento histórico, sin olvidar que la existencia de una «unidad de mercado», una «unidad jurisdiccional» (frente a la pluralidad de jurisdicciones medievales que hacían imposible el comercio). Podemos concluir, en este sentido que si la idea de «mercado» existe, se debe a una serie de gobernantes que estaban tratando de centralizar y aumentar el poder del Estado, no hay aquí una historia de «libertad» ni de actores racionales tomando decisiones.

    -En segundo lugar, y más sutilmente, el pensamiento de libre mercado es una mentira en el sentido de que no conduce a una mayor libertad y autonomía aún cuando este es su punto legitimador central. Todo lo contrario. La evidencia sugiere que el pensamiento de libre mercado en realidad conduce a una mayor obediencia y subordinación. La difusión del pensamiento de libre mercado va de la mano con el crecimiento de una nueva jerarquía (lo que se llamó en otro tiempo al aristocracia del dinero o la plutocracia) en tanto considera que la mercantilización de todos los aspectos de la vida generan «libertad», y que por otro lado, parte del hecho del dinero como herramienta para comprar voluntades/cosas, e incluso como medidor de estatus y prestigio, algo que privilegia a quien obviamente tiene mayor acceso a este.

    Entonces, el libre mercado, al parecer, no se trata de libertad. Se trata de poder en tanto la voluntad y el acceso preferente a ciertos bienes y servicios depende del dinero, un poder que en cierta manera se garantiza por el Estado con los mecanismos de propiedad y la moneda respaldada por el Estado y su Banco Central. Por otro lado, sostengo que el pensamiento de libre mercado tiene éxito en algunos lugares de Occidente porqué utiliza el lenguaje de la libertad, un mito legitimador para encubrir la acumulación de poder.

    Interés del grupo versus interés propio.

    Comenzaremos nuestro viaje hacia el pensamiento de libre mercado disipando su concepto central. El comportamiento egoísta de los individuos no es mágicamente bueno para el grupo. La teoría evolutiva moderna deja esto claro.

    De acuerdo con la teoría de la selección multinivel , siempre hay una desconexión entre los intereses de un grupo y los intereses de los individuos dentro del grupo. Esta desconexión parece extraña al principio. Después de todo, lo que es bueno para un grupo, ¿no es bueno también para los individuos dentro del grupo?

    Ciertamente, para que los grupos tengan éxito, deben reprimir el comportamiento egoísta de los individuos. Hay muchas maneras de hacer esto, pero la más común es probablemente el castigo. Para fomentar el comportamiento altruista, los grupos castigan a los individuos egoístas. Los grupos humanos hacen esto. Los grupos de animales hacen esto.. En este momento, su sistema inmunitario está eliminando las células desviadas (cáncer) que, si se deja solo, lo mataría, lo mismo ocurre con diferente grado de matices en los humanos.

    Pero mientras castigar la desviación es universal para todos los organismos sociales, los humanos han desarrollado un método para suprimir el egoísmo que es único. Para promover el comportamiento prosocial o cooperativo, aprovechamos el poder de las ideas. Nos mentimos ciertamente a nosotros mismos.

    Altruismo a través del autoengaño
    Cuando se trata de promover el altruismo, no nos decimos la verdad, que es esta: el comportamiento de servicio al grupo implica sacrificio de la individualidad. Para ser desinteresado, debe reducir su aptitud relativa o el interés individual que obtendría si fuera egoísta. Pocas ideologías reconocen esta verdad.

    Considere la ideología fallida promovida por el filósofo francés Auguste Comte . A mediados del siglo XIX, Comte abogó por una nueva ‘Religión de la Humanidad’. Su objetivo sería simple: promover el altruismo. La religión celebraría poner las necesidades del grupo por encima del interés propio. Así es como Thomas Dixon resume el pensamiento de Comte:

    ‘El “gran problema de la vida humana” para Comte era cómo organizar la sociedad para que el egoísmo se subordinara al altruismo. El objetivo de la Religión de la Humanidad era resolver este problema a través de la organización social y las devociones religiosas individuales.»


    A primera vista, la religión de Comte parece corriente y tener sentido. Al igual que la mayoría de las religiones, celebra el desinterés por el individuo. ¿Por qué, entonces, fracasó? Una mirada más cercana revela una diferencia clave. La ‘Religión de la humanidad’ de Comte retrata el altruismo como una victoria perdida : una victoria para el grupo y una derrota para el individuo. Sin embargo, las religiones exitosas presentan el altruismo como una situación en la que todos ganan. Afirman que el altruismo es bueno para el grupo y para uno mismo.

    Probablemente puedas ver por qué esta noble mentira es más potente que la verdad de Comte. Pocos de nosotros somos completamente desinteresados. Así que no hay mejor manera de motivar el comportamiento prosocial que apelar a nuestro propio interés.

    El biólogo David Sloan Wilson argumenta que esta noble mentira prosocial es parte de la mayoría de las ideologías exitosas. Es algo que, en términos evolutivos, no sorprende. Las ideas que tienen éxito no necesitan respetar la verdad. Aquí está Wilson:

    Los grupos gobernados por sistemas de creencias que internalizan el control social pueden tener mucho más éxito que los grupos que deben depender de formas externas de control social. Por todas estas (y probablemente otras) razones, podemos esperar que muchos sistemas de creencias sean masivamente ficticios en su representación del mundo.

    La mayoría de las ideologías, al parecer, han convergido en la misma «ficción masiva». Alinean el altruismo con el interés propio. En el libro «¿Existe el altruismo?, Wilson»analiza aún más este engaño utilizando el ejemplo de los huteritas . Los huteritas son una secta comunal de protestante similar a los Amish (pongo un caso así dado que en Europa no tenemos nada parecido) en algunas cuestiones, que viven en el oeste de Canadá y los Estados Unidos. Como promotores comunitarios, los huteritas aprecian el comportamiento de servicio al grupo. Pero no representan este comportamiento como una pérdida para el individuo. En cambio, los huteritas creen que lo que es bueno para el grupo también lo es para el individuo.

    La cosmovisión huterita muestra la noble mentira prosocial en acción. Los huteritas fomentan el comportamiento prosocial describiéndolo como lo mejor para el individuo. Es fácil ver por qué han adoptado esta visión del mundo. Retratar el altruismo como una victoria tanto para el individuo como para el grupo es un motivador poderoso para la cohesión del grupo.

    -En el egoísmo confiamos.

    Aunque aún no se ha realizado una investigación rigurosa, sospecho que la mayoría de las ideologías son similares al sistema de creencias de los huteritas. Si esquematizaramos las principales ideologías, encontraríamos que los comportamientos que son buenos para el grupo se representan como buenos para el individuo.


    Curiosamente, el pensamiento de libre mercado no es una excepción a esta regla, al menos a primera vista. Utilizando las creencias de Ayn Rand como ejemplo de pensamiento de libre mercado, David Sloan Wilson encuentra algo sorprendente. Aunque rabiosamente anticomunitario, la visión del mundo de Rand parece similar a la de los huteritas. Al igual que con los huteritas, la cosmovisión de Rand no contiene áreas grises. Todos los valores son buenos tanto para los individuos como para los grupos, o malos tanto para los individuos como para los grupos.

    -La visión del mundo de Ayn Rand.

    Sin embargo, una mirada más cercana a la Figura 2 revela una gran diferencia entre el libertarismo de Rand y el comunalismo huterita. Los huteritas retratan el comportamiento prosocial (cosas como la comunidad y la ayuda mutua) como algo bueno para el individuo. Esta es la noble mentira prosocial. Ayn Rand retrata el comportamiento antisocial (el egoísmo) como bueno para el grupo . Esta es la mentira maquiavélica.

    Según la teoría de la evolución, la mentira maquiavélica de Rand debería ser cáustica para la cohesión del grupo. Promueve (en lugar de desalentar) el comportamiento egoísta. Eso es lo contrario de lo que deben hacer los grupos exitosos. Entonces, ¿por qué, entonces, esta mentira del libre mercado es tan generalizada en algunas sociedades de la sociedades modernas?

    Una posibilidad es que el pensamiento de libre mercado sea cáustico (perjudicial) para la cohesión del grupo. Esto significa que la difusión de los valores que parten de una visión anárquica del sistema social socavando lentamente los lazos sociales. Si esto es cierto, es solo cuestión de tiempo antes de que la sociedad (a) encuentre una ideología mejor; o (b) colapse bajo el atomismo del pensamiento de libre mercado.

    Este razonamiento, lo admito, es mi forma predeterminada de pensar sobre el libre mercado y las ideas-dogma progresistas, que parten de la antiautoridad como mito central. El problema es que toma las afirmaciones de la ideología del libre mercado al pie de la letra. La ideología del libre mercado pretende promover el egoísmo y el interés propio. Entonces uno pensaría que adoptar estos valores conduciría a una sociedad atomista y antisocial. Esto es lógico, plausible y (creo) incorrecto.

    El problema es sencillo. Si las ideologías son «ficciones», no deberíamos tomar sus afirmaciones al pie de la letra. Lo que una ideología pretende hacer será diferente de lo que realmente hace. Esta divergencia de reclamos y acciones, creo, es la razón por la cual el pensamiento de libre mercado ha tenido tanto éxito en algunos países. La ideología del libre mercado pretende promover la autonomía y la independencia individual. Pero en realidad, promueve la obediencia y el servilismo para un fin concreto (que es el teórico beneficio propio). Así que sí, el pensamiento de libre mercado es una mentira. Pero no es la mentira que crees que es.

    -Altruismo a través de las relaciones de poder.

    A primera vista, el pensamiento de libre mercado parece desalentar el altruismo. Pero, ¿y si en realidad motiva el altruismo?

    Para dar sentido a esta última afirmación, necesitamos repensar lo que entendemos por ‘altruismo’. Solemos pensar en el altruismo en términos de actos de bondad. Soy altruista, por ejemplo, si doy dinero a los pobres. Pero hay otras formas de altruismo que tienen poco que ver con la bondad. En términos evolutivos, el altruismo es cualquier comportamiento que beneficia al grupo a costa del individuo. Aunque no solemos pensar en ellas de esta manera, las relaciones de poder califican como un tipo de altruismo.

    En una relación de poder, una persona se somete a la voluntad de otra. X se somete a Y. Al hacerlo, X sacrifica su propio ego y puede que sus intereses más egoístas en beneficio de Y. Eso es altruismo. Pero si la sumisión de X solo beneficiara a Y, sería un callejón sin salida evolutivo. Las X del mundo se extinguirían, habiendo dado toda su agencia individual Y. Dado que las relaciones de poder no se han extinguido, algo más debe estar sucediendo o al menos deben estar parcialmente funcionado.

    Aunque las relaciones de poder son unilaterales, pueden (en las circunstancias adecuadas) beneficiar tanto a la parte dominante como a la dominada. Este beneficio ocurre cuando los grupos compiten. Al concentrar el poder en un solo líder, un grupo grande puede actuar de manera cohesiva de una manera que de otro modo sería imposible. Si este grupo cohesionado supera a sus competidores, se recompensa el altruismo de los subordinados. Para una discusión en profundidad de este principio, vea el libro Ultrasociety de Peter Turchin . (La advertencia aquí es que un líder despótico puede usar su poder para acumular recursos, eliminando cualquier beneficio para la base).

    -Justificando el poder.

    Entonces, las relaciones de poder implican altruismo. ¿Qué tiene que ver eso con el libre mercado? Al pie de la letra, nada. La ideología del libre mercado afirma defender la autonomía y la independencia. Estos valores son lo contrario de lo que se necesita para las relaciones de poder (sumisión y servidumbre).

    Sin embargo, no debemos tomar las afirmaciones de una ideología al pie de la letra. Sí, el pensamiento de libre mercado parece promover la autonomía. Pero lo que realmente hace, creo, es encubrir la acumulación de poder. El pensamiento de libre mercado hace encubiertamente lo que otras ideologías hacen abiertamente. Este encubrimiento puede ser la razón por la que el pensamiento de libre mercado es tan potente.

    Mirando las ideologías del pasado, encontrarás que predican abiertamente el servilismo y la sumisión. En otras palabras, promueven descaradamente las relaciones de poder. La religión huterita, por ejemplo, predica la ‘obediencia’ y la ‘rendición’ a Dios (y quién sea que lo intérprete). La mayoría de las otras religiones hacen lo mismo. La iglesia católica proclama que los fieles deben dar obsequium religiosum, sumisión religiosa. El Islam va más allá aún, habiéndose nombrado a sí mismo por el acto de sumisión. En árabe, la palabra ‘Islam’ significa ‘sumisión a Dios’.

    Si bien las religiones predican abiertamente la obediencia, todavía emplean una artimaña poco disimulada. La obediencia que predican es siempre a Dios. Afortunadamente (para los gobernantes), Dios (si existe) no da órdenes directamente. En cambio, tiene la costumbre de hablar a través de los poderosos o los que tienen unas nociones religiosas relevantes. Así, al predicar un orden celestial, la religión inevitablemente justifica uno terrenal.

    Sin embargo, a diferencia de la religión, la ideología del libre mercado no predica la obediencia o la sumisión. Todo lo contrario. Predica la libertad y la autonomía. Entonces, ¿cómo puede el pensamiento de libre mercado promover las relaciones de poder? Es simple. La «libertad» del libre mercado es en realidad una forma de poder en tanto trae en valor a individuos con unas características concretas (una idea de lo que es la virtud en último término).

    -El poder como ‘libertad’.

    A primera vista, la libertad y el poder parecen ser opuestos. Pero si miramos más de cerca los dos conceptos, encontramos que están relacionados. Para ver la similitud, hagamos un poco de filosofía moral. La libertad, como yo la veo, tiene dos tipos. Hay libertad de y hay libertad para.

    ‘Libertad de’ se trata de restricciones. Tu “libertad de” restringe lo que otras personas pueden hacer. Si está libre de discriminación, por ejemplo, otras personas no pueden discriminar. La “libertad para”, por el contrario, tiene que ver con el poder. Si soy libre de decir lo que pienso, tengo el poder de decir lo que quiero. Es cierto que la libertad de expresión es una forma escasa de poder. Pero la “libertad para” puede ampliarse hasta que se trate inequívocamente de poder. La clave es usar la ‘libertad’ como una artimaña para mandar a la gente.

    Aquí hay un ejemplo. En el mercado libre de Estados Unidos, Jeff Bezos es «libre» para administrar Amazon. Pero este uso de la palabra «libertad» es un doble discurso. Es el código del poder de Bezos para comandar a los empleados de Amazon. Este doble discurso, creo, es cómo el pensamiento de libre mercado promueve las relaciones de poder. El lenguaje de la libertad proporciona un manto para la acumulación de poder. Los reyes feudales ejercían el poder. Pero los capitalistas modernos ejercen la «libertad».

    El discurso del libre mercado y la creación de la jerarquía.

    Si la ideología de libre mercado promueve la acumulación de poder, entonces la difusión del pensamiento de libre mercado debería ir de la mano con el crecimiento de la jerarquía. ¿Así es?

    En los Estados Unidos o en España, la respuesta parece ser sí. A medida que se difundió la ideología del libre mercado, el poder se volvió más concentrado en instituciones no estatales, es decir estas crecieron en tamaño y relevancia en los aspectos de la vida del ciudadano.

    Profundicemos en los datos, comenzando con el crecimiento del Estado. Cuando se trata del Estado, todos podemos estar de acuerdo en dos cosas. Primero, los gobiernos son teóricamente lo opuesto al libre mercado. Son instituciones jerárquicas que están diseñadas para mandar y controlar centralizadamente. En segundo lugar, los gobiernos y su intervención, dado que es soberana, pueden ser y son el enemigo mortal proclamado de los defensores del libre mercado y a la vez su sostén último, sin Estado no hay mercado como dijimos antes.

    Dados estos dos hechos, uno pensaría que la difusión de la ideología del libre mercado limitaría el tamaño del gobierno. Pero en los Estados Unidos, eso no fue lo que sucedió, por poner un ejemplo. En cambio, a medida que se difundió el discurso del libre mercado, el gobierno de EE. UU. en realidad se hizo mucho más grande en términos relativos y absolutos.

    ¿Que está pasando aquí? Una posibilidad es que la ideología del libre mercado sea simplemente ineficaz. Esto significa que los defensores del libre mercado, como afirman, se oponen al poder concentrado. Pero son impotentes para detener el crecimiento del gobierno, que se expande dada las dinámicas internas del poder y por las necesidades que los políticos (crean o se les crea desde fuera) tienen en la jerarquía de toma de decisiones. Todo lo que pueden hacer los defensores del libre mercado es gritar indignados más fuerte, en vano, sobre el milagro del mercado.

    A los vendedores ambulantes de la ideología del libre mercado probablemente les gustaría esta historia. Pero me parece poco convincente. El problema es que se centra en el crecimiento de la jerarquía pública (gobierno). Pero ignora una forma de poder igualmente importante: la jerarquía privada. Es posible que haya notado que las empresas comerciales no utilizan el mercado para organizar sus actividades internas. Usan la jerarquía. Las empresas tienen una cadena de mando que les dice a los empleados qué hacer. Dado este hecho, el crecimiento de las grandes empresas es un asalto al libre mercado tanto como lo es el crecimiento del gobierno, en tanto estás, a partir de cierto momento necesitan de cabildeo político, y aspiran en ocasiones a ser directamente proveedores de servicios al Estado. Entonces, antes de afirmar que el pensamiento de libre mercado es ineficaz, deberíamos ver cómo se relaciona con el crecimiento de la jerarquía privada.

    Para medir el crecimiento de la jerarquía privada, usaré el tamaño de la clase gerencial: la porción de personas empleadas como «gerentes». Aquí está mi razonamiento. Los gerentes trabajan en la parte superior de las jerarquías. Entonces, el crecimiento de la clase gerencial es sinónimo del crecimiento de la jerarquía y la concentración del poder, esto ha sido claro desde antes de la IIGM bajo la idea de lo que Burnham llamó «Revolución Gerencial».

    Al observar los datos de gestión, vemos la falla en la historia de que las ideas de libre mercado son ineficaces. Sí, el gobierno de EE. UU. Por seguir nuestro ejemplo, creció a medida que se difundió el pensamiento de libre mercado. Pero el gobierno no fue la única forma de jerarquía que aparentemente se opuso a los ideales del libre mercado. Toda la clase gerencial de EE. UU. se hizo más grande. Entonces, no es solo la jerarquía pública la que se propaga con el pensamiento de libre mercado. Es la jerarquía en general.

    La observación de cualquier tamaño de la clase directiva y gerencial en el mundo occidental medido como porcentaje del empleo total ha aumentado sostenidamente en el siglo pasado y en el actual. Dada esta evidencia, hay dos posibilidades:

    1-La ideología del libre mercado es notablemente ineficaz en conseguir sus fines.
    2-La ideología del libre mercado hace lo contrario de lo que afirma. Creo que deberíamos considerar seriamente la última posibilidad.

    Sin embargo, hacerlo requiere romper con la mayor parte del pensamiento político-económico. Si bien los economistas políticos han debatido sin cesar los méritos del libre mercado, pocos se han detenido a preguntar: ¿el pensamiento de libre mercado realmente conduce a un mercado libre? La respuesta, paradójicamente, parece ser no.

    Esto tiene poco sentido si tomamos las ideas de libre mercado al pie de la letra. Pero tiene mucho sentido si tratamos la ideología del libre mercado como una «ficción masiva», un conjunto de ideas que hace algo diferente de lo que afirma. Creo que el pensamiento de libre mercado es eficaz, pero no para promover la libertad y la autonomía. En cambio, promueve el crecimiento de la jerarquía y la acumulación de poder (o un tipo de jerarquía concreta).

    Podemos dar sentido a esta aparente paradoja pensando en quién promueve el libre mercado. ¿Son los propietarios de pequeñas empresas? Hasta cierto punto, probablemente sí. Pero durante el último siglo, el número de personas que trabajan por cuenta propia tienen peores condiciones que nunca. Entonces, o bien este grupo cada vez más pequeño de personas defendía más y más fuerte sobre el libre mercado, o alguna otra clase defendía estas ideas.

    Aquí está mi corazonada. Los defensores más vocales de los mercados libres no son propietarios de pequeñas empresas. Son dueños de grandes corporaciones. Son personas como los hermanos Koch, capitalistas adinerados que buscan aumentar su poder. Claro, promueven la «libertad»… pero en realidad no quieren un mercado libre. En cambio, la «libertad» que buscan los líderes corporativos es la «libertad» para mandar. Eso es un doble discurso para el poder.

    Poder en nombre de la libertad: El poder de las ideas.

    Durante gran parte del siglo pasado, la teoría de la evolución prestó poca atención al poder de las ideas. Se pensaba que la evolución se trataba principalmente de genes.

    Afortunadamente (para aquellos de nosotros que nos preocupamos por las ideas), la investigación moderna muestra que esto no es cierto. Las antropólogas Carla Handley y Sarah Mathew descubrieron recientemente que la variación cultural entre los grupos humanos es mucho mayor que la variación genética. En pocas palabras, esto significa que las ideas importan. Lo que pensamos probablemente afecta nuestro comportamiento más que nuestros genes.

    Los economistas, por su parte, siempre han reconocido el poder de las ideas. Pero lo han hecho de una manera peculiar. Entre los economistas, las ideas reciben el nombre de «preferencias». Cada individuo, afirman los economistas, está dotado de un conjunto de preferencias que determinan completamente sus acciones. Dadas tus preferencias (que son fijas), actúas de una manera que maximiza tu utilidad. El comportamiento humano explicado así es bastante burdo y nontienenen cuenta los mecanismos de patronazgo de ideas por las instituciones y el adoctrinamiento (estatal o extraestatal).

    Hay dos grandes problemas aquí. Primero, los economistas asumen que conocemos nuestras preferencias. Pero esto no siempre es cierto. La evolución a menudo produce lo que el filósofo Daniel Dennett llama «competencia sin comprensión». Un organismo puede ser competente para sobrevivir sin saber lo que está haciendo. Se llama instinto, y no deja lugar a las «preferencias» conscientes. En segundo lugar, la teoría económica no deja lugar para el autoengaño. Un agente que maximiza la utilidad no puede tener preferencias que vayan en contra de su propio interés. En contraste, la teoría evolutiva moderna deja en claro que nuestras ideas pueden ser delirantes. De hecho, esperamos una desconexión entre las ideas y la realidad.

    La razón es que la vida humana está marcada por una tensión fundamental. Somos animales sociales que compiten en grupos. Por el bien de nuestro grupo, es mejor si actuamos de manera altruista. Pero por nuestro propio bien, es ser en ocasiones egoísta. Cómo suprimir este comportamiento egoísta es el problema fundamental de la vida social.

    La solución que la mayoría de las culturas han encontrado es mentir. Nos convencemos de que el comportamiento prosocial es bueno para uno mismo. Curiosamente, sin embargo, la ideología del libre mercado parece oponerse a esta tendencia. En lugar de predicar los méritos de la comunidad y la fraternidad, predica los méritos del egoísmo y la codicia. ¿Cómo puede eso ser bueno para el grupo?

    Es posible que no lo sea. Las ideas de libre mercado bien pueden ser tóxicas para los grupos. Pero hay otra posibilidad, una que creo que deberíamos tomar en serio. La alternativa es que las ideas de libre mercado promuevan el altruismo… pero no del tipo en el que estamos acostumbrados a pensar. Promueven el altruismo a través de las relaciones de poder y lo hacen a través del doble discurso. La ideología del libre mercado utiliza el lenguaje de la «libertad» para promover la acumulación de poder tal y como hemos afirmado antes. Pensar de esta manera nos permite poner la historia humana bajo una luz diferente. Si la cohesión del grupo requiere una mentira prosocial noble, entonces la evolución cultural significa encontrar formas cada vez más convincentes de engañarnos a nosotros mismos. El «mercado libre» puede ser en síntesis y para finalizar uno de los principales mitos hasta ahora, y es esencial, para entender mejor la sociedad, desmitificarlo si queremos entender lo que realmente está ocurriendo en nuestras sociedades.

  • Una propuesta holística de unidad del conocimiento frente a la hiperespecialización.

    La extinción de los “eruditos” o “genios” tiene menos que ver con los referentes pedagógicos o el volumen de información que requiere síntesis, y más con la oposición empirista-positivista a la unidad metafísica del conocimiento. El polimatismo (ser destacado en diversas disciplinas) no era una función de unas capacidades natas o de una «inteligencia singular», sino que era un reflejo de la cosmovisión enciclopédica que algunos eruditos destacados tenían en común. Esa visión del mundo postulaba una arquitectura cognitiva interna que estructuraba lógicamente las ciencias en un todo coherente e interdependiente, es decir se planteaba todo de forma holística.

    Este ideal se persiguió bajo muchos nombres: enciclopedismo, la tecnometría de William Ames, la concepción de la combinatoria de Leibniz. Kant lo llamó Architectonica, el arte de los sistemas. Gustavo Bueno decía constantemente que era necesario un sistema que entretejiera (tal y como intentó hacer en su materialismo filosófico) todas las áreas del conocimiento, dicho conocimiento se basaba en el ideal de unidad subjetiva se ha perdido ante el falso descriptivismo del naturalismo positivista.

    Sin ninguna base de unidad de la cognición en sí misma, la ciencia y las humanidades están condenadas a la fragmentación en una infinidad de fragmentos aislados, ya que el ideal de sistematización y totalización racionales no es un hecho empírico contenido dentro de la Naturaleza y la realidad, dado que las partes que la forman jamás puede aislarse objetivamente.

    La capacidad misma de sintetizar los componentes de la ciencia y las humanidades en un todo se basa en ciertos compromisos metafísicos con respecto al alma/mente, su no materialidad y su libertad para juzgar y unificar las percepciones en pensamientos. Sin abandonar tales compromisos hace imposible la unidad.

    Un profesor de economía y contabilidad de secundaria (muy respetado) con el que hablé hace años parecía convencido de que los campos de la filosofía y las matemáticas son diametralmente opuestos; la osificación de dichas creencias es real incluso en las mentes más brillantes.

    No hay campos de conocimiento, estos son una ficción taxonómica que nos resulta en ocasiones útil, pero que nos evita pensar holísticamente como nuestros antepasados, lo que hay es una centralidad monista del conocimiento como absoluto del que se deriva todo. No son independientes entre dichas ramas, a su vez sí, las divisiones y distinciones son arbitrarias. Culpo a la presión capitalista/modernista/productivista, al menos en origen, ya que dicha concepción para especializarse cada vez más puede ser racional únicamente por el culto a la eficiencia, en el que cada uno tiene su propio pequeño trabajo que realizar con un antifaz puesto en lo que hay fuera de su disciplina, todo al servicio de la división del trabajo. En definitiva, la especialización es una trampa, un callejón sin salida, al menos a nivel intelectual y en la búsqueda del conocimiento.

  • Relaciones sino-indias desde la perspectiva de China.

    Igual que ayer hablamos sobre Pakistán, hoy lo haremos sobre la India desde la perspectiva de China. Dada las diversas advertencias que lleva haciendo EEUU desde hace casi un mes respecto a la posición tibia o neutral de la India con Rusia y el gigante asiático, creo que llegó el hora de hipotetizar un poco. No sin tener en cuenta EEUU quiso hace unas semanas imponerle sanciones a India su mayor socio contra China por su «relación militar con Rusia». El objetivo es castigar a India por mostrarse neutral y de paso quitarle ese enorme mercado a Rusia para dárselo al complejo militar/industrial.

    En este contexto, partir del punto que ahora, si quién os escribe estuviera en la jerarquía de toma de decisiones de China, mi principal objetivo sería, por un lado, tratar de mantener Rusia lo más atrapada (acoplada) a mi economía posible, es decir, que su dependencia hacia mi fuera clara para poder tener acceso a combustible barato, mientras trataría de fomentar en la India un aplazamiento o una solución compartida por las zonas en disputa sino-indias.

    El caso de la India, archienenemigo continental de la R.Popular de China, por entre otros temas como la disputa por ser el hegemón regional (algo en lo que China lleva mucha ventaja) y las reclamaciones territoriales entre ambos gigantes asiáticos (especialmente por el trozo del Cachemira chino o Askai-Chin), podrían ser aplazados para llegar a un entendimiento sobre el orden regional asiático en beneficio propio y en perjuicio de EEUU, que necesariamente, y únicamente por tamaño, necesita contar con la India.

    La idea rectora de dicha hipotética política de entendimiento común se basaría en aplacar el dilema de seguridad de la India en el que el país hindú ve a China como su principal amenaza regional junto con Pakistán. El objeto, por supuesto, es evitar que EEUU tenga una opción geopolítica que consiste en vascular a nivel regional con la India en contra de China y así garantizar su estrategia en el Asia-Pacífico. La política de Pekín debería ser en este sentido propiciar que esto no sea una opción viable para Washington dado que los indios considerarían esto un perjuicio contra su soberanía.

    Existen precedentes de entendimientos entre potencias teóricamente irreconciliables, siendo el caso más claro el alineamiento entre Washington y Pekín en contra la Unión Soviética. Alineamiento que se produjo a instancias de varios factores (entre otros) a decir:

    -1: El distanciamiento sino-soviético constante producido desde la muerte de Stalin, achacado a algunos por el alejamiento ideológico de la élite China de la soviética. Siendo el proceso de la desestalinización visto por China como una forma de revisionismo liderado por Kruschov.

    -2: Las disputas territoriales entre la URSS y la R.P. China por la cuestión de Mongolia y el apoyo soviético a la independencia de dicho país mientras la posición China de anexión, junto con el conflicto de fronterizo de 1969 derivado de dicha situación.

    -3: Intereses divergentes entre una potencia emergente y una potencia consolidada, buscando en el caso de China una política exterior más agresiva y la segunda una coexistencia pacifica en un primer momento con las potencias occidentales.

    -4: Necesidad chinas dictadas por puro Realpolitik de contrapesar a una URSS mucho más potente en todos los ámbitos con una potencia externa a la plataforma Euroasiática

    Un imperativo de la política China sería procurar que ni los rusos, ni los chinos entran en una estrecha alianza con los estadounidenses consiguiendo que una potencia euroasiática de la envergadura de indios y rusos sirva de pivote en el Heartland (zona continental) para una potencia que basa su poder en el control del mar (Rimland) como es el caso de EEUU.

    Teniendo esto en cuenta, junto con la experiencia soviética la cual fue encerrada por el Centro y Sur de Europa por un lado, por Oriente Medio a través de Turquía, Pakistán, los países del golfo, y por Extremo Oriente a través de China, Japón y Corea del Sur, la acción de China de tratar de atraer a la India se fundamentaría en:

    1: Apoyo menos explícito a los Pakistaníes en materia militar, sin negar los proyectos de China en la potencia islámica aspectos económicos (dado que son claves para la nueva ruta de la seda).


    2: Cooperación contra disidencia radical islámica que preocupa tanto a hindúes como a chinos.


    3: Transferencia de tecnología civil no estratégica para modernizar la industria India de menor desarrollo que la China y así generar retroalimentación positiva entre ambas economías.

    4: Plantear que las intenciones americanas y la acción de amenaza de sanción contra la India si esta sigue cooperando con Rusia en temas de armamento, es un ataque contra la soberanía de India, y que la relación de igual a igual será la tónica general frente a la hegemonía y subordinación en temas de defensa que plantea la megalomanía americana.

    5: Garantías y solución al conflicto territorial sino-indio, que se trata fundamentalmente de una zona no estratégica del norte de la India, con una comisión paritaria que evite la intervención de organizaciones internacionales y otras potencias al respecto.


    6: Reconocimiento de la soberanía India en zonas en disputa con Nepal y Birmania, negociación de la área de influencia en el Cachemira ocupado por China, a cambio solicitar el reconocimiento de Taiwán por parte de la India como legítimo, y la no intervención de India en cualquier acción de la R.P China contra Taiwán (principal hipótesis de conflicto de Pekín).

    El objetivo final sería apostar por un mundo multipolar que beneficie a ambas potencias asiáticas, dado que ambas sacan réditos positivos de tener un sistema internacional que no sea bipolar, en el que China puede comerciar con potencias occidentales vendiéndoles productos manufacturados, mientras se mantiene la puerta abierta a los recursos naturales de países como Rusia, África, junto con la posibilidad de la India de mantener autonomía estratégica. Algo que no sería tan posible en el que dos bloques se disputan la pertenencia del resto del planeta a un bando u otro.

    Lo curioso es que sin quererlo, y por otro lado, la Rusia de Putin está llevando a cabo (más por las vicisitudes de la situación internacional actual que únicamente por ellos mismos) algo parecido a la Doctrina Primakov, que se base la política de control de daños en el espacio post-soviético, junto con una China, India y la propia Rusia como contrapesos a EEUU y el mundo occidental. Falta que India aplace sus disputas con la China tal y como parece que se planteó en la última reunión entre ambas potencias, solo el tiempo dirá si esto ocurre finalmente.

  • Geopolítica de los últimos sucesos en Pakistán:

    Durante esta mañana aparecía el siguiente mensaje (captura más abajo) que ha pasado relativamente desapercibido a pesar de la relevancia de este. Básicamente y sintetizando mucho, Estados Unidos apoyó a la oposición para presentar una moción de censura contra el gobierno de Imran Khan. Según el oficialismo Estados Unidos creó un plan de cambio de régimen porque Imran Khan estaba del lado de China y Rusia, y Pakistán tenía una política exterior más o menos independiente que no complacía a Estados Unidos. Según el presidente había traidores escondidos entre el partido del primer ministro y estaban conspirando para votar en contra de su propio primer ministro en la moción de censura.  El primer ministro Imran Khan tuvo que esperar hasta el último día de la moción para exponer a estos disconformes y solo entonces ir a las nuevas elecciones con gente nueva.

    Esto nos enseña algo, cada país tiene su propia élite política, que en su mayoría trata de encontrar un gobierno que obedezca a la política exterior que creen beneficia al país a largo plazo. Los estadounidenses presionaron a cierta élite paquistaní para que abandonara la cercanía con Pekín y, por lo tanto, se posiciona contra Rusia sobre Ucrania. Mientras tanto, esto no podría ser posible mientras el primer ministro Imran Khan permaneciera en el asiento dado que era uno de sus puntos fundamentales, deseando mantener relaciones amistosas con ambas potencias euroasiáticas (especialmente con China para contrapesar a la India).

    En términos de opinión pública, quizá esa opinión es la más coherente y aunque se ha sabido poco que Pakistán en el mundo hispanohablante es, de hecho, uno de los países más antiestadounidenses del mundo. En el apogeo de la guerra contra el terrorismo, la aprobación de EE. UU. como un socio confiable era solo del agrado del 11 % de los habitantes encuestados, esto se debe a que los ataques aéreos de EE.UU. violaron repetidamente la soberanía de Pakistán en esos años en sus zonas tribales.

    Pakistán es un país, por contextualizar, que no es bien entendido en Occidente. En el Reino Unido, su antiguo señor colonial cuando formaba parte del Raj británico y en Europa además de en el mundo hispanohablante, el país se percibe en gran medida a través de estereotipos como un país más en el mundo islamico a pesar de este poseer armamento nuclear, y unas fuerzas armadas que son por tamaño la sexta del planeta con 650.000 personas en activo, junto con una gran diáspora extranjera del país en el mundo. 

    En realidad, Pakistán es una república multiétnica que se mantiene unida apelando a una identidad islámica común, que lo distingue fundamentalmente de la India de mayoría hindú, de la que alguna vez formó parte. El prolongado conflicto con Nueva Delhi que dura desde 1947 es lo que ha definido la mayor parte de la turbulenta historia del país, que por supuesto se ha visto sacudida por la inestabilidad política y étnica (como principales los: Punjabis , pastunes , sindis , Saraikis , emigrados , Baloch , paharis , Hindkowans).

    Volviendo a la política del país asiático, esta semana, parece que Pakistán enfrenta otra crisis. El gobierno de Imran Khan, un famoso exjugador de críquet, se enfrenta a una revuelta de los partidos de la oposición que están impulsando una moción de censura en su contra, acusándolo de manejar mal la situación económica del país. A partir del 29 de marzo, los que abogan por la votación están, según se informa, a 9 de los 172 votos para tener éxito, algo que no ha triunfado dado que se ha disuelto el Poder Legislativo. Khan, sin embargo, protesta porque «fuerzas extranjeras» están detrás del intento de sacarlo del poder, citando objeciones a su perspectiva de política exterior que ha buscado alinearse con China y Rusia, y se aleja de la cooperación con los Estados Unidos tras el final de su conflicto en Afganistán. Afirma a su vez que hay una «carta secreta» que lo prueba dirigida desde la embajada de EE.UU., de la cual no puede publicar por tratarse de un «secreto nacional».

    Para cualquier espectador, tal afirmación parece ser una excusa fantasiosa y conveniente. La situación, por supuesto, es mucho más compleja. La política de Pakistán ha sido propensa a trastornos tan frecuentes por el hecho de que se esfuerza por reconciliar muchas identidades étnicas diferentes bajo una coalición de identidad islámica. Esto incluye a los pueblos tan diversos como los presentados antes, lo que genera presiones políticas contra el estado en forma de movimientos separatistas e incluso terrorismo. Esta inestabilidad subyacente ha llevado a las fuerzas armadas de Pakistán a convertirse en la principal «columna vertebral» para mantener unido al Estado, siendo  su institución política más poderosa, que a menudo ha oscilado entre hacer de fuerza pretoriana (intervención política de las fuerzas de seguridad) y restaurar los golpes y gobiernos militares como forma de hacer política. Si el gobierno de Imran Khan se derrumba, tal toma de poder nuevamente no es descartable.

    Sin embargo, por otro lado, los reclamos de fuerzas extranjeras que interfieren en el país no son tan absurdos como pueden parecer, aunque algo simplificados. Pakistán importa más estratégicamente de lo que cree el público occidental. En primer lugar, Islamabad no es un país débil. Tiene una población enorme, un ejército formidable y armas nucleares. En segundo lugar, su ubicación geográfica implica un puente terrestre estratégico que se extiende desde la provincia china de Xinjiang hasta el Océano Índico occidental.

    Esto lo convirtió en la pieza central de la «Iniciativa de la Franja y la Ruta» (BRI, por sus siglas en inglés) de China a través del «Corredor Económico China-Pakistán» (CPEC, por sus siglas en inglés), que le brinda a China una ruta para evitar el subcontinente indio y un punto de acceso para obtener energía de la Península Arábiga. sin pasar por las traicioneras aguas disputadas del Estrecho de Malaca y el Mar de China Meridional dominadas por las potencias occidentales, es decir, es básico para una estrategia continental de China, donde el ejército estadounidense y sus aliados tienen consolidada una relevante presencia naval.

    Junto con esto, Pakistán ha mostrado un fuerte apoyo a China como socio estratégico. Imran Khan ayudó a refutar las acusaciones contra los uigures en Xinjiang, asistió a los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, rechazó la «cumbre de la democracia» de Estados Unidos a fines de 2021 y visitó Moscú el día que comenzó la guerra contra Ucrania. 

    El colapso de la relación de interés mutuo de Estados Unidos con Islamabad como socio cuando Afganistán llegó a su fin supervisó en última instancia su giro hacia otros socios estratégicos no occidentales, siendo China su principal benefactor para ayudar a Pakistán a recibir apoyo económico y militar para protegerse contra la propia India. El año pasado, EE. UU. agregó posteriormente varias empresas paquistaníes a su propia «lista de entidades» del Departamento de Comercio debido a sus vínculos con China, prohibiéndoles comprar productos de origen estadounidense.

    Dado esto, la importancia de Pakistán no debe subestimarse. Está muy en el interés estadounidense fomentar un cambio de gobierno en este país con el fin de avanzar en su contención de China, jugando con las inestabilidades derivadas de las vicisitudes del país y en cambio esperando un gobierno más tibio con la India y pro-occidental que anule su creciente dependencia estratégica de Pekín.

    Sin embargo, queda por ver si tal resultado es realmente probable, especialmente dado que los militares seguirán jugando como “hacedores de reyes” y la posibilidad de que hagan gala del pretorianismo típico de los países islámicos. Si bien los críticos han acusado a China de fomentar una «trampa de la deuda» sobre Islamabad, en la práctica, China le ha brindado al país oportunidades económicas que de otro modo nunca había tenido a lo largo de toda su historia. Con la posibilidad de un nuevo proceso electoral en Pakistán, solo el tiempo dirá si Imran Khan sobrevive en lo que, independientemente, será un punto de inflexión en el futuro estratégico de Pakistán.

  • ¿Quién gobierna realmente en Rusia?

    Al describir a Vladimir Putin y su círculo íntimo, he pensado en un comentario de John Maynard Keynes sobre Georges Clemenceau, primer ministro francés durante la Primera Guerra Mundial: que era un individuo completamente desilusionado que “tenía una ilusión: Francia”. Algo similar podría decirse de la élite gobernante de Rusia, y ayuda a explicar la apuesta colectiva arriesgada que han tomado al invadir Ucrania.

    Pueden ser despiadados, codiciosos y cínicos, pero no son cínicos acerca de la idea de la grandeza (o la idea de esta) de Rusia. Los medios occidentales emplean el término “oligarca” para describir a los rusos súper ricos en general, incluidos los que ahora residen total o parcialmente en el oeste. El término ganó fuerza en la década de 1990 y durante mucho tiempo ha sido mal utilizado. En la época del presidente Boris Yeltsin, un pequeño grupo de ricos empresarios dominaba el estado, que saquearon en colaboración con altos funcionarios. Este grupo, sin embargo, fue purgado y quebrado por Putin durante sus primeros años en el poder. Tres de los siete “oligarcas” principales intentaron desafiar políticamente a Putin. Boris Berezovsky y Vladimir Gusinsky fueron expulsados al extranjero, y Mikhail Khodorkovsky fue encarcelado y luego exiliado. A los demás, y a sus numerosos equivalentes menores, se les permitió mantener sus negocios dentro de Rusia a cambio de una subordinación pública incondicional a Putin.

    Cuando Putin se reunió  con los principales empresarios rusos después de lanzar la invasión de Ucrania, no hubo duda de quién estaba dando las órdenes. El crítico de Putin Mikhail Khodorkovsky, exjefe de la compañía petrolera Yukos, enjuiciado en mayo de 2005 por supuesto fraude y evasión fiscal crítico de Putin, el magnate Boris Berezovsky (fallecido en 2013), visto en Londres en 2003 con una máscara de Putin. La fuerza que quebró a los oligarcas fue la antigua KGB, reorganizada en sus diversos servicios sucesores. El propio Putin, por supuesto, vino de la KGB, y una gran mayoría de la élite superior bajo Putin son de la KGB o de estados asociados a la antigua URSS (aunque no de las fuerzas armadas). Este grupo se ha mantenido notablemente estable y homogéneo bajo Putin, y son (o solían ser) cercanos a él personalmente.

    Bajo su liderazgo, han dirigido su país (aunque a diferencia de los oligarcas anteriores, han mantenido la mayor parte de su riqueza dentro de Rusia). Se han hecho eco tanto de la despiadada propaganda de Putin para restaurar cierta importancia geopolítica de Rusia como de sus denuncias al respecto de la decadencia occidental. A medida que Rusia se hunde cada vez más en la necesidad de utilizar la herramienta militar tal y como hablamos el otro día en otro artículo (enlace), a su vez, una pregunta central es si, si la guerra no termina rápidamente y se alarga meses o años, y sin un acuerdo de paz, las propias élites rusas pueden destituir a Putin (o persuadirlo para que renuncie) a fin de tratar de sacar a Rusia de dicha situación, o por el contrario cierran filas con el líder.

    Evaluar las posibilidades de esto requiere una comprensión de la naturaleza de las élites rusas contemporáneas y, sobre todo, del núcleo interno de Putin. A modo de ilustrar la profundidad de la catástrofe rusa de la década de 1990 e identificarse con todos los que la sufrieron, Putin ha dicho que en un momento se vio reducido, cuando aún era teniente coronel en servicio de la KGB, a trabajar como taxista independiente para complementar sus ingresos. Esto es bastante plausible. En 1994, en Rusia y en general en el espacio de la antigua URSS, había cargos de la KGB. Sus pensamientos seguramente irían en la línea de: “Pensábamos que éramos la columna vertebral de la Unión Soviética”, “Ahora míranos”

    Seguramente muchos de estos cargos se ven a sí mismos como “Verdaderos Chekistas” (nastoyashchy chekist) fue una frase de propaganda soviética que se refería a las cualidades de disciplina despiadada, coraje, compromiso ideológico y honestidad supuestamente características de la Cheka, la primera policía secreta soviética formada por Lenin y sus asociados. Se convirtió en el tema de muchas bromas soviéticas, pero no hay duda de que Putin y su élite superior continúan viéndose a sí mismos bajo esta luz, como la columna vertebral de Rusia, aunque Putin, que es cualquier cosa menos un revolucionario, parece identificarse mucho más fuertemente, con las élites de seguridad de la Rusia imperial sin romper con el pasado sovietico completamente.

    Una interesante ilustración de esto viene de Union of Salvation ( Soyuz Spaseniya , 2019), una película sobre la revuelta radical decembrista de 1825, realizada con el apoyo del estado ruso. Para sorpresa considerable de rusos que fueron educados para reverenciar a los decembristas, los héroes de esta película son el zar Nicolás I y los leales generales y burócratas imperiales que lucharon para preservar el gobierno y el orden contra los rebeldes. Aunque han acumulado un poder y una riqueza inmensos, Putin y su círculo inmediato siguen resentidos por la forma en que la Unión Soviética, Rusia y su propio servicio se derrumbaron en la década de 1990, y un gran poder mezclado con un gran resentimiento es una de las mezclas más estiumlantes tanto en la política nacional como en la internacional.

    Hace unos días en una reunión televisada del Consejo de Seguridad Nacional en vísperas de la invasión de Ucrania, donde fue humillado por Putin  Alexei Nikolsky, podría indicar, que a medida que crecen las tendencias autocráticas de Putin, el poder real (a diferencia de la riqueza) dentro del sistema ha llegado a depender cada vez más del poder del presidente y no tanto de su oligarquía, como todo régimen con estas tendencias -y aquí no queremos mostrar prejuicios sino decir que es algo común cuando se centraliza poder- el número de personas con dicho acceso al poder y al presidente se ha reducido, especialmente desde que la pandemia de covid llevó al drástico aislamiento físico de Putin, a un puñado de asociados cercanos.

    Cinco del círculo íntimo de Putin Serguéi Lavrov , 71 años, ministro de Asuntos Exteriores Sergei Naryshkin , 6 años,, jefe de inteligencia exterior Nikolai Patrushev , 70, secretario del consejo de seguridad de Rusia Igor Sechin , 61 años, director ejecutivo de Rosneft Sergei Shoigu , 66 años , ministro de defensa, serán los principales individuos con acceso a Putin seguramente. Esto seguramente ha cambiado, en sus primeros años en el poder, Putin (que era un oficial de la KGB relativamente joven) podía ser considerado como “el primero entre iguales” en una élite superior de amigos y colegas. No más. Cada vez más, incluso los siloviki se han reducido públicamente a servidores del autócrata, como lo ilustra la humillación de Putin a su jefe de inteligencia exterior, Sergei Naryshkin, en la reunión televisada del Consejo de Seguridad Nacional en vísperas de la guerra.  El núcleo interno incluye al ministro de defensa Sergei Shoigu (ex ministro de emergencias y no soldado profesional); Nikolai Patrushev, exjefe de inteligencia nacional y ahora secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia; Narishkin; e Igor Sechin, el ex viceprimer ministro designado por Putin para dirigir la compañía petrolera Rosneft. En la medida en que los altos funcionarios económicos con inclinaciones “liberales patrióticas” alguna vez formaron parte de este núcleo interno, hace mucho tiempo que han sido excluidos.

    Todos estos hombres son conocidos en Rusia como los » siloviki » – «hombres de fuerza». Para entender esto, se debe trazar una línea clara entre los siloviki y las élites rusas más amplias: grandes y muy dispares, desunidas conglomerados de importantes empresarios, altos funcionarios fuera del círculo interno, figuras destacadas de los medios, altos generales, intelectuales patriotas y el variopinto grupo de notables locales. intermediarios y mediadores que componen la dirección del partido Rusia Unida de Putin. Entre algunas de las élites rusas más amplias seguramente haya mayor malestar (aún sin ser seguramente relevante) con dicha centralización de poder de Putin. Naturalmente, esto será más claro con las élites económicas, dada su profunda participación en los negocios con Occidente y su comprensión del impacto de las sanciones occidentales en la economía rusa (que tratamos en el artículo anterior).

    Roman Abramovich, cuya incomodidad era bastante clara mientras buscaba compradores para el Chelsea Football Club, descubrió que la venta se detuvo esta semana cuando se congelaron sus activos en el Reino Unido. Mikhail Fridman, presidente de Alfa Group (ya gravemente afectado por las sanciones occidentales) y uno de los ex «oligarcas» sobrevivientes de la década de 1990, ha pedido un pronto fin de la guerra, al igual que el magnate del aluminio Oleg Deripaska. Si no hay un acuerdo de paz y la guerra se prolonga hasta un punto muerto  estos individuos seguramente serán más duros con el Kremlin, pero al carecer de las instituciones colectivas y, quizás lo que es más importante, de las identidades colectivas que les permitirían combinarse fácilmente para derrocar a Putin, cualquier ilusión en este sentido es improbable, de hecho es poco posible que así ocurra dado que el Kremlin seguramente los tendrá vigilados o chantajeados de muchos formas.

    En la Duma, por otro lado, sería inútil buscar en ella algún tipo de liderazgo político dado el dominio de esta por Rusia Unida. El ejército, que en otras partes del mundo sería la institución habitual detrás de un golpe, ha sido decididamente despolitizado, primero por el Estado soviético y ahora por Putin, a cambio de una enorme financiación estatal. Ahora también está comprometido con la victoria militar en Ucrania, o al menos con algo que pueda presentarse como una victoria por eso las aspiraciones occidentales a que esto ocurra son improbables. Esto significa que, si bien los militares no se moverán contra Putin, también es muy poco probable que se muevan para salvarlo. Parte de la presión más efectiva sobre la élite de Putin puede provenir de sus propios hijos. Casi todos los padres crecieron y comenzaron sus carreras en los últimos años de la Unión Soviética. Sus hijos, sin embargo, en muchos casos han sido educados y han vivido principalmente en el oeste o han nacido en una Rusia post-soviética. Muchos están de acuerdo, al menos en privado, con Elizaveta Peskova, hija del portavoz de prensa de Putin, Dmitry Peskov, quien protestó contra la guerra en Instagram (la publicación fue eliminada rápidamente). Las conversaciones de cena en la familia Peskov deben ser asuntos interesantes en estos días.

    Los siloviki , sin embargo, están tan identificados con Putin y la guerra que un cambio en el régimen ruso tendría que implicar la salida de la mayoría del poder, posiblemente a cambio de la promesa de que no serían arrestados y conservarían la riqueza de su familia. (esta fue la garantía que hizo Putin con su antecesor Yeltsin). Creo que una de las razones por las que [los siloviki] se ven a sí mismos como representantes del estado y sienten que ser más pobres que un grupo de empresarios es una humillación, incluso un insulto.

    Según sus detractores los siloviki han sido retratados con precisión como profundamente corruptos, pero su corrupción tiene características especiales. Los altos exfuncionarios soviéticos,durante la época soviética, la mayoría serían relativamente felices con una casa de campo , una televisión en color y acceso a tiendas especiales con algunos productos occidentales, además de vacaciones en Sochi. Seguramente estarían perfectamente cómodos y se compararían con el resto de la población, no con las élites occidentales que solían tener a diferencia de ellos mucho dinero y no estos privilegios materiales que quizás no todos tendrían acceso.

    Eso es lo que la década de 1990 le hizo a la sociedad rusa seguramente desarrollar una obsesión por el dinero. Los siloviki, por otro lado, están naturalmente apegados a la idea del orden público, un orden que garantiza su propio poder y propiedad, pero que también creen que es esencial para evitar que Rusia vuelva a caer en el caos de la década de 1990 y la guerra civil. El desastre de la década de 1990, en su opinión, supuso no solo un declive catastrófico del Estado y la economía, sino también una anarquía moral socialmente destructiva, y su reacción no ha sido diferente a la de la sociedad estadounidense conservadora en la década de 1960 o la sociedad alemana conservadora en la década de 1920 al desorden (salvando las diferencias).

    En esto, Putin y los siloviki cuentan con la simpatía de una gran parte de la población rusa, que sigue estando amargamente resentida, tanto por la forma en que fueron traicionados y saqueados en la década de 1990 como por lo que perciben como el abierto desprecio mostrado hacia los rusos comunes por las élites culturales liberales occidentalizadas de Moscú y San Petersburgo.

    Los siloviki y la élite oficial rusa en general están total e irrevocablemente comprometidos con la idea de Rusia como una gran potencia. Por otro lado, uno de los peores o menores efectos de esta guerra será el profundo y duradero aislamiento ruso del oeste, esto será interesante para unos y malo para otros. Sin embargo, creo que Putin y los siloviki (no tantos en las élites más amplias) dan la bienvenida a este aislamiento. Están impresionados con el modelo chino que en parte se basa en esa idea de: una economía tremendamente dinámica, un aislamiento del resto del planeta en algunas cuestiones culturales, una sociedad disciplinada y una superpotencia militar en crecimiento gobernada con férreo control por una élite que combina una enorme riqueza con un profundo patriotismo, promoviendo la idea de China como una civilización separada y superior.

    Es posible que a su vez haya facciones del poder ruso empujen a Rusia a los brazos de China por motivos económicos o por confluencia de objetivos, a pesar del riesgo de que esto convierta a Rusia en un títere de Beijing. Por supuesto, la guerra en Ucrania consolidará el sentimiento patriótico en Rusia detrás de su gobierno, además de permitirles participar en una represión intensificada en nombre del apoyo al esfuerzo bélico (la guerra como herramienta de centralización de poder). Esta represión ya ha comenzado, con el cierre de los últimos medios extranjeros de Rusia y leyes que limitan las redes sociales occidentales. Sobre todo, por profundas razones históricas, culturales, profesionales y personales, los siloviki y la élite oficial rusa en general están total e irrevocablemente comprometidos con la idea de Rusia como una gran potencia y un polo de un mundo multipolar. Si no cree en eso, no es parte del establecimiento de poder ruso, al igual que si no cree en la primacía global de los EE. UU., no es parte de la élite de seguridad exterior de los EE. UU. (Tanto del formal como informal).

    El lugar de Ucrania en esta doctrina y política de poder rusa fue resumida con precisión por el ex asesor de seguridad nacional de EE. UU. Zbigniew Brzezinski: “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático”. El establecimiento en el poder ruso está completamente de acuerdo. También creen, al menos durante los últimos 15 años, que la intención de Estados Unidos es reducir a Rusia a una potencia subordinada de tercera categoría. Más recientemente, han llegado a la conclusión de que Francia y Alemania nunca se opondrán a Estados Unidos, algo que nunca fue claro del todo dado los negocios con franceses y sobre todo con alemanes en temas de energía y electrónica. “Hacia el oeste, solo tenemos enemigos”, sería la idea dominante en la estructura de toma de decisiones. La élite rusa ve el fomento del nacionalismo ucraniano como un elemento clave en la estrategia antirrusa de Washington. Parecen preparados, si es necesario, para luchar sin piedad durante mucho tiempo, y con un costo y un riesgo inmensos, la cuestión es si su régimen aguantaría, y si están dispuestos a hacer lo que sea necesario para enfrentar dicha situación, eso solo el tiempo lo dirá.

  • Biden, Estados Unidos y geopolítica de la energía según la orientación partidista.

    El otro día aparecía la noticia de que Alemania planeaba ser independiente del gas ruso para mediados del año 2024. La noticia tenía su interés por la serie de implicaciones herencia de la política exterior germana que ya analizamos el otro día (enlace) y que ahora que ha terminado el período de Merkel nos gustaría tratar en el futuro.

    Esto habría sucedido antes si no hubieran desechado el acuerdo Merkel-Trump de reducir la dependencia alemana de Rusia. Obviamente esto interesaba a Trump dado que el mundo republicano siempre ha estado muy relacionado con el sector energético (mucho lobby de la energía tiene mejor salud en dicha fuerza política), sin embargo, esto hubiera mejorado en caso de crisis la dependencia europea de Rusia, pudiendo vascular en términos energéticos entre las dos grandes potencias.

    A su vez, ahora tenemos que fingir que Biden ha tratado de influenciar a los estados árabes que ya suministran gas natural licuado de un intento de golpe estratégico fallido (del que nadie habla) para bajar el precio del crudo y el gas y perjudicar a Rusia y mejorar la situación de Europa. Obviamente esto no ocurrió porque las relaciones saudíes-americanas están en un mal momento, distanciándose dichas monarquías de EEUU desde el cambio de presidencia y la Guerra de Ucrania. Por otro lado tenemos a Arabia Saudí (y a Emiratos en mayor medida) basculando entre Rusia, beneficiándose ambas de un petróleo y gas caros, y China como un gran socio con una demanda creciente de este tipo de recursos.

    El partido de Biden por otro lado, se opone al sector energético estadounidense tradicional, siendo su partido el del mundo de la cultura, parte de las grandes tecnológicas, comunicación activismo, un mundo que tiene un rencor personalizado y especial contra Rusia. Mientras que el Partido Republicano en los últimos tiempos ha sido el partido favorable a los sectores de energía manufacturas y el sector armamentístico, teniendo tradicionalmente mejores relaciones con las monarquías del Golfo y peores con China (dado que China perjudica al sector manufacturero de EEUU y absorbe energía que podrían comercializar las empresas favorables a los republicanos).

    Estas dos opciones o partidos dentro del Imperio estadounidesnse que tienen un conflicto estructural permanente (Imperium in imperio, que podríamos denominar «Estado dentro del Estado» o «poder dentro del poder») el cuál configura incluso las decisiones económicas de todo el planeta, que sin ir más lejos nos afectan a los europeos ahora mismo con un precio alto de la energía como consecuencia de un conflicto estructural americano.

    Para los liberales esto sonará duro, pero la economía es política (y subsidiaria al poder político) y los Estados más «librecambistas» (y sus facciones en el poder) también la utilizan para sus fines estratégicos, fusionándose en el caso presentado en el frente interno, el frente externo y las relaciones económicas generando la síntesis que sería el contexto actual.

    A su vez, el enfoque del partido Biden (P. Demócrata) es fundamentalmente globalista y contrario al Estados Unidos más realista que quiere basar su poder (nacional) en cosas más tangibles como armas, energía e industria, este es uno de los problemas fundamentales entre el idealismo globalista y el «América First».

    Decir para finalizar, que los primeros tienen a su vez tendencia a perseguir rencores a través de guerras de poder y conflictos empantanados fabricados en los años de la unipolaridad, mientras se asume a regañadientes y con poca predisposición a cambiar (dicha decadencia industrial) el poder material que se derivan de dichas industrias frente a una economía de servicios y ocio (dónde los Demócratas dominan ampliamente).

  • Sobre las sanciones a Rusia: ¿Son tan graves como parecen?

    Occidente, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, ha reaccionado a la invasión rusa de Ucrania introduciendo un régimen de sanciones a su parecer “paralizante ”. Es una “guerra económica y financiera total” destinada a “provocar el colapso de la economía rusa”, admitió con franqueza el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire . Y, sin embargo, muchas de las sanciones actuales parecen ser restricciones comunes y corrientes utilizadas contra varios países en el pasado. Varios de ellos, incluidas las prohibiciones de exportación y la congelación de ciertos activos, se han impuesto a Rusia desde su anexión de Crimea en 2014. Incluso la muy discutida exclusión de varios bancos rusos del principal sistema bancario internacional, SWIFT, no es nuevo, ya que se ha utilizado contra Irán, con resultados menores de los esperados.

    El aspecto más controvertido del nuevo régimen de sanciones es sin duda la congelación de las reservas de oro y divisas extranjeras de Rusia en alta mar (aproximadamente la mitad de sus reservas totales), pero incluso esto tiene precedentes: el año pasado, EE. UU. congeló las reservas extranjeras en poder de Afganistán ante la tesitura de la llegada al poder de los talibán, para que estos no accedieran a sus fondos; Estados Unidos también ha congelado previamente las reservas de divisas de Irán, Siria y Venezuela.

    Entonces, tomadas individualmente, estas medidas no son tan excepcionales como se las ha presentado. Sin embargo, nunca antes se habían desplegado tantas sanciones a la vez: ya hay 6.000 sanciones occidentales impuestas a Rusia, más de las que existen contra Irán, Siria y Corea del Norte juntas. Aún más importante, ninguno de los objetivos y víctimas de las anteriores de las sanciones era remotamente tan poderoso como Rusia, miembro del G20 y una de las principales potencias nucleares del mundo.

    Asimismo, ninguno de los 63 bancos centrales que son miembros del Banco de Pagos Internacionales (BIS) en Basilea, conocido como el banco central de los bancos centrales, ha sido nunca objeto de sanciones financieras. El propio BIS incluso se ha unido a las sanciones para impedir el acceso de Rusia a sus reservas en alta mar. Esto realmente no tiene precedentes: desde su establecimiento en 1931, el BIS nunca había tomado tal medida, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial.

    Entonces, ¿qué debemos esperar de las sanciones? Los expertos y periodistas occidentales tienen pocas dudas: las sanciones paralizarán la economía rusa, sembrarán el descontento entre el pueblo y las élites rusas por igual, y posiblemente incluso causen la caída del régimen de Putin, al menos eso creen. Como mínimo, se nos dice, obstaculizarán los esfuerzos de guerra de Rusia. Pero la historia sugiere lo contrario : véase Irak, o más recientemente Irán, el cuál en el caso de la último ha tenido una política mucho más hiperactiva en Oriente Medio a pesar de las sanciones. Mucho más probable es que este resulte sea un error de cálculo estratégico occidental (por blando o por duro, depende que objetivos y que papel tenga Rusia para cada potencia sancionadora) en una larga lista de errores estratégicos, de los cuales la ignominiosa retirada de Estados Unidos de Afganistán es sólo el ejemplo más reciente.

    Después de todo, Rusia se ha estado preparando para este momento durante bastante tiempo. Después de la primera ola de sanciones occidentales, en 2014, y en parte como represalia contra ellas, Putin se embarcó en lo que los analistas denominaron una estrategia de reforzar la «Fortaleza de Rusia» , acumulando las reservas internacionales del país y diversificándose lejos de dólares estadounidenses y libras esterlinas, reduciendo su exposición al extranjero, impulsando su cooperación económica con China, India y los BRICS, aplicando estrategias de sustitución de importaciones en varias industrias, incluidas las de alimentos, medicina y tecnología, en un esfuerzo por aislar a Rusia tanto como sea posible de los choques externos.

    Es cierto que Putin cometió el error de dejar alrededor de la mitad de esas reservas aparcadas en bancos centrales extranjeros, lo que resultó en su confiscación. No obstante, Rusia todavía tiene acceso a más de $300 mil millones en oro y reservas de divisas, más que la mayoría de los países del mundo y más que suficiente para amortiguar cualquier caída a corto plazo en las exportaciones o apuntalar el rublo (por un tiempo). Hecho que seguramente juegue en su favor el negociar petróleo y gas con la India y China en rublos, yuanes o rupias.

    Además, el banco central ruso reaccionó a las sanciones deteniendo los flujos de capital fuera de Rusia y nacionalizando las ganancias en divisas de los principales exportadores, requiriendo que las empresas rusas conviertan el 80% de sus ganancias en dólares y euros en rublos, es decir “convirtió en rublos su economía exportadora”·. También elevó las tasas de interés al 20% en un esfuerzo por atraer capital extranjero. Estas medidas tienen como objetivo reforzar el valor del rublo y proporcionar un flujo de divisas al país. Parecen estar funcionando: mientras que el rublo ronda su valor desde el inicio del conflicto (93 rublos al día 31 de marzo, por cada euro frente a los 86 de antes de la guerra), la caída libre de la moneda rusa parece haberse detenido por ahora, registrando incluso un repunte en las últimas dos semanas. Por el momento, la cuenta financiera de Rusia, la diferencia entre el dinero que entra y sale del país, está lejos de ser desastrosa.

    No olvidemos que la principal fuente de las reservas de divisas de Rusia, las exportaciones de petróleo y gas , ha sido excluida de las sanciones por razones obvias: para la mayoría de los países europeos, Rusia representa una gran parte de sus importaciones de petróleo y gas (y otros productos básicos), y simplemente no hay forma de reemplazar esas fuentes de energía de un día para otro. En definitiva, Rusia no corre el riesgo, a corto plazo, de quedarse sin reservas y no poder pagar sus importaciones. Pero incluso suponiendo que Occidente decidiera poner fin a todas sus importaciones de Rusia de la noche a la mañana, no hay razón para creer que esto detendría la maquinaria militar rusa o su acción geopolítica. La noción de que “estamos financiando la guerra de Rusia comprando gas y petróleo”, como afirmó recientemente el primer ministro finlandés, está fundamentalmente fuera de lugar ya que hay suficiente demanda en el mundo para dichas materias primas, especialmente por parte de China e India, potencias con las que Rusia ha ofrecido descuentos precrisis de ucrania en la negociación de petróleo.

    La maquinaria militar rusa, en su mayor parte, no depende de las importaciones (en todo caso, Rusia es un exportador de armas ). Es de origen nacional y, al igual que los salarios de sus soldados, se paga en rublos, que el banco central ruso puede crear en una cantidad ilimitada, tal como lo hace el BCE cuando se trata de euros. Igualmente infundados son los rumores de un inminente default ruso. En los últimos años, el gobierno ruso ha tomado medidas para reducir sus pasivos externos: su deuda denominada en moneda extranjera asciende hoy a unos 40.000 millones de dólares , una cantidad pequeña en comparación con el tamaño de las exportaciones anuales de Rusia de más de 200.000 millones de dólares en petróleo y gas. Cualquier decisión de incumplimiento sería totalmente política y tendría unas consecuencias limitadas. No debemos olvidar que los mismos acreedores que esperan ser reembolsados en dólares son los mismos que acaban de confiscar una buena parte de los dólares de Rusia — si estos últimos incumplieran sus pagos, sería un problema aún mayor para sus países occidentales. Acreedores que al igual que con las exportaciones de petróleo de Rusia, lastimar a Rusia significa inevitablemente lastimarnos a nosotros también, uno de los problemas, sin duda de la idea liberal de la interdependencia mutua.

    Además, gracias a los esfuerzos exitosos del gobierno ruso para impulsar la producción agrícola nacional, la producción nacional de alimentos ahora representa más del 80 % de las ventas minoristas , frente al 60 % en 2014. Esto significa que Rusia es en gran medida autosuficiente en cuanto a alimentos. Entonces, incluso si sus ingresos por exportaciones cayeran en picado (lo cual es poco probable), el país no pasaría hambre, a diferencia del resto del mundo, especialmente algunos países occidentales, y lo más probable es que pudiera continuar financiando sus esfuerzos de guerra.

    ¿Podría resultar más eficaz una prohibición selectiva de las exportaciones de componentes occidentales específicos de alta tecnología, algunos de los cuales se utilizarán en la industria de defensa de Rusia? Posiblemente. Pero Rusia ha estado reduciendo la dependencia de su aparato militar-industrial de componentes y tecnologías extranjeros durante años. Más importante aún, ambas hipótesis, que la economía y el ejército de Rusia pueden ponerse de rodillas mediante prohibiciones de exportación y/o importación, se basan en la suposición errónea de que todo el mundo está de acuerdo con las sanciones. Pero eso está lejos de ser el caso.

    Si bien la mayoría de las naciones del mundo (143 de 193) votaron a favor de una resolución en la Asamblea General de la ONU que condena a Rusia, los 35 países que se abstuvieron incluyen a China, India, Pakistán y Sudáfrica, así como varios estados africanos y latinoamericanos de importante tamaño. Estos y muchos más países, incluidos varios que votaron a favor de la resolución, como Brasil , han criticado duramente las sanciones contra Rusia y se espera que continuar comerciando con Putin. Francamente, es muy difícil llamar a Rusia aislada cuando algunas de las economías más grandes del mundo se han negado a apoyar el régimen de sanciones de Occidente.

    China, en particular, ha sido muy elocuente en su apoyo parcial a Rusia. Pekín ya es el principal socio comercial del Kremlin, y solo él puede absorber enormes cantidades de energía y productos básicos rusos (con la ayuda de la India en menor medida), así como proporcionar a Rusia básicamente cualquier producto industrial y de consumo que este último importe actualmente de Occidente. China también opera una alternativa al sistema SWIFT administrado por Occidente llamado CIPS para administrar transacciones transfronterizas en yuanes, lo que podría permitir a Rusia eludir parcialmente el bloqueo financiero de Occidente . A pesar de que el yuan todavía representa un pequeño porcentaje de las transacciones internacionales, su papel crecerá rápidamente en los próximos años (considere la noticia de que Arabia Saudita puede comenzar a fijar el precio de sus ventas de petróleo a China en la moneda de este último). Todo esto ayuda a explicar por qué incluso los analistas financieros occidentales, como Goldman Sachs y JP Morgan, predicen una contracción interanual de la economía rusa de alrededor del 7%, mala, pero difícilmente catastrófica (el Covid provocó una caída mucho mayor en el PIB para la mayoría de los países).

    Sin embargo, mucho dependerá de la respuesta política del gobierno ruso. Obviamente, la retirada de muchas empresas extranjeras y la disminución de las inversiones extranjeras aumentarán el desempleo. Pero el gobierno ruso puede amortiguar el golpe recurriendo a una política fiscal expansiva «keynesiana» destinada a impulsar la inversión interna y respaldar los ingresos. Si alguna vez hubo un momento para que Rusia abandonara su históricamente estricta política fiscal, como han argumentado varios economistas rusos durante algún tiempo, es ahora. Hace tiempo sugerí que, al menos a corto plazo, Estados Unidos se beneficiaría del conflicto en Ucrania. Sin embargo, a largo plazo, poco a poco se está volviendo claro que el orden occidental global liderado por Estados Unidos sufrirá. La imposición de sanciones por parte de Occidente, que involucra no solo a gobiernos, sino también a empresas privadas e incluso a organizaciones supuestamente apolíticas como los bancos centrales, ha enviado un mensaje claro a los países del mundo: Occidente no se detendrá ante nada para castigar a los países que se salgan de línea. Si esto le puede pasar a Rusia, una gran potencia, le puede pasar a cualquiera. “[Nunca más] estaremos bajo la más mínima ilusión de que Occidente podría ser un socio confiable”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov.. “Haremos todo lo posible para que nunca, de ninguna manera, dependamos de Occidente en aquellas áreas de nuestra vida que tienen un significado decisivo para nuestro pueblo”.

    Esas palabras seguramente tienen apoyos en todo el mundo, con implicaciones dramáticas para Occidente. Como ha advertido Wolfgang Münchau : “Que un banco central congele las cuentas de otro banco central es un gran problema… Como resultado directo de estas decisiones, hemos convertido el dólar y el euro, y todo lo que está denominado en esas monedas , de hecho activos de riesgo”. Como mínimo, inevitablemente empujará a los países a diversificar sus reservas y aumentar sus tenencias de yuanes, para aflojar el control de Occidente sobre sus economías y reforzar su resiliencia económica y autosuficiencia. Incluso si no empuja a los países directamente a los brazos de Beijing, como ya está sucediendo con Rusia, probablemente conducirá al surgimiento de dos bloques cada vez más aislados: un bloque occidental dominado por Estados Unidos y uno de Eurasia oriental dominado por China.

    En esta nueva pseudo-Guerra Fría, los países “no alineados” podrían encontrar que están en una mejor posición para afirmar su soberanía que bajo el imperio global estadounidense. Olvídese del “colapso de la economía rusa”, esto podría ser el resultado de la nueva guerra económica de Occidente, la cuestión es si se convertirá en un sistema de bipolaridad entre dos grandes potencias y una serie de potencias medianas y pequeñas que hacen seguidismo, o por el contrario, mantendremos un sistema multipolar donde los países se alinean y desalinean con China y EEUU según intereses particulares.

  • ¿Por qué siempre gana la opción progresista?



    *Aclaración: En este artículo utilizaré izquierda y derecha, progresista y conservador de forma correlativa y indistinguible, aunque esto pueda tener muchos matices (dado que existen diversas izquierdas y derechas). En este sentido usaré el modelo mental más común que circula en nuestra sociedad y que políticamente y polémicamente (en el sentido de dialéctica maniquea) considera que pertenece a una facción u a otra sin grandes matización para simplificar, aún cuando en mi opinión dicha cuestión es más complicada (dado que no existe ni una izquierda, ni unos solos progresistas, ni una derecha).
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    En 2016, Donald Trump dijo: “Vamos a ganar mucho, ustedes pueden incluso cansarse de ganar”. No hace falta decir que era algo optimista. Sin embargo, el futuro es casi siempre más “progresista” que el pasado, o al menos la experiencia histórica nos dice eso, es decir la teleología de dicho grupo se cumple (hay que decir en su favor que con gran esfuerzo por las élites progresistas). Toma a cualquier individuo de hace 150 años, probablemente eran autoritarios, religiosos, imperialistas, antidemocráticos, “racistas”, patriarcales, etc. incluso en casos de personas que se encuadran en la izquierda definida. Si existieran hoy, serían considerados ‘de extrema derecha’. De hecho, si algún político de izquierda mantuviera los mismos puntos de vista durante los últimos 20-40 años, hoy sería considerado marginal. Obama y Clinton podrían oponerse al matrimonio homosexual en la década de 2000, ahora ni siquiera se atreverían a criticar a las mujeres trans que compiten en deportes femeninos a pesar de que pueda ser injusto para el resto de competidores.
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    Para la historia reciente, la hipótesis de que el mundo (y la historia) avanza hacía algo (aún cuando esto racionalmente no tenga sentido) utilizaré una extraña analogía que espero que no complique las cosas. Decir que «Cthulhu siempre nada hacia la izquierda». ¡Cthulhu es el monstruoso dios con tentáculos de H.P Lovecraft que todos deben adorar! En la ficción de dicho autor, se profetiza que Cthulhu se despertará lentamente de su sueño, hundiendo a la humanidad en el caos y la locura. La guerra cultural inevitable y constante de nuestra sociedad, que hace que todo hace que avance hacía algo podría ser la cosmología del progreso (hacía algo) igual que para la ficción de Lovecraft el fin era Cthulhu.
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    Desafortunadamente nadie explica claramente porqué nuestro destino es Cthulhu, es decir que nuestra sociedad nada hacia el progreso o los planteamientos progresistas. A veces de forma polémica se representa a la derecha como el orden, la izquierda en cambio es representada en ocasiones como la anarquía y la entropía.
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    Lo que está claro es que la izquierda indefinida progresista (que no todas las izquierdas) tiene hambre de poder, cuanto más caótico sea todo más poder hay para compartir. Atrae a aquellos que quieren la emoción de tomar el poder o de sentirse individuos soberanos, por lo que ellos (nuestras élites progresistas-cosmopolitas) ganan más y más poder, hasta que nuestro sistema político se vuelve inviable, esa es la base de la revolución cultural que vivimos en nuestros tiempos, todo es una estrategia de centralización poder, especialmente las narrativas de nuestras élites con dicha orientación. El derechista que apoya la centralización del poder para crear orden, no puede darse el lujo de compartirlo para ganar más seguidores. Además, ¿por qué el impulso de la derecha o el conservadurismo para crear orden no puede reunir suficiente fuerza para tomar el poder y parar dicha revolución cultural, o incluso volver atrás (a parte de porque los otros son más poderosos y quizá volver atrás sea un espejismo o algo imposible, y quizás incluso en algunas cosas no sea ni deseable)? No es obvio que el argumento funcione fácilmente.
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    Un resquicio de sentido común es que la teoría de Cthulhu como la del progreso inacabable es una mera tautología que surge de nuestras definiciones de izquierda (como si solo hubiera una, aunque matizar esto nos haría complicarnos y sería tema para otra publicación) y derecha, de conservadurismo y progresismo. La derecha quiere conservar, mientras que la izquierda es la coalición para el cambio. Si hay algún cambio político, será por definición de progresistas según nuestro lenguaje político actual. Sin embargo no creo que esto sea justo, hay momentos en la historia en que la derecha ha ganado y generado cambios (no diré si mejor ni peor ya que este no es el tema aquí). Por ejemplo, realmente hubo un retroceso sustancial del Estado en los años 80 y 90 en numerosos países bajo ciertas ideas de derecha liberal, en la posguerra napoleónica las derechas tradicionalistas restauraron parcialmente el Antiguo Régimen durante un tiempo, y por pequeña que haya sido esa victoria para ellos, lo cierto es que esto ocurrió, aunque ni siquiera creo que todas las derechas la reclamarán como una victoria.
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    Si queremos estar seguros de que estamos más cerca de Cthulhu o del progreso (ironía), seguramente nuestra sociedad seguirá moviéndose hacia el progreso, pero entonces necesitamos una teoría de izquierda y derecha y una teoría de por qué ganan siempre las opciones progresistas a las conservadoras a largo plazo. Deseo presentarles ambos: la dinámica de centralización de poder progresista, el segundo es el teorema del votante medio.
    La dinámica de centralización de poder del progresismo se sostiene que la derecha representa los intereses de los que tradicionalmente se consideraban ‘virtuosos’, aquellos con rasgos o posiciones que implican tener o ganar riqueza, premios y prestigio en una sociedad meritocrática (ya sea en un sentido capitalista o tradicional). La izquierda (progresista) representa a los débiles, aquellos que desean quitarle la riqueza y el prestigio a los virtuosos. Esto parece encajar en la historia. La derecha ha representado a la nobleza, la burguesía (en el caso de la burguesía quizá es una simplificación dado que hubo numerosos burgueses de izquierda al principio de la Revolución Francesa) y los capitalistas/gerentes. La izquierda representa a los pobres, la clase trabajadora, las mujeres, las minorías étnicas, los ‘desviados sociales’ (no se adecuan a la norma del momento) y aquellas ‘minorías sexuales’ que probablemente serían rechazadas y pobres sin el apoyo del estado para elevar su estatus hace unas décadas. Todos han sido sujetos con los que alguna izquierda, ya sea la que tenemos en el poder, como otras izquierdas han instrumentalizado para conseguir poder.
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    Pero debo señalar que su debilidad no exige que la izquierda siempre esté equivocada. Por supuesto, existen justificaciones morales para apoyar a los débiles a expensas de los fuertes. El poder en un sentido tradicional o capitalista basado en virtudes (sean estás falsas o no no es tema de este artículo) no siempre tiene la razón.
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    La coalición de izquierda entiende que debe mantener el poder sobre el gobierno o estaría mucho peor bajo un sistema meritocrático de virtudes. Como tal, los individuos de izquierda son partidarios muy leales. Un político o un rey que eleva el estatus de una minoría siempre puede contar con su apoyo. Antes hemos analizado esto, pero el caso claro es como los reyes absolutistas aprovechaban la burguesía incipiente y estudiosos sin estatus social como administradores de su Estado dado el recelo que le tenían a los nobles que tenían poder desde la cuna y no le debían nada (eran poderes subsidiarios parcialmente independientes de él).
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    Esta teoría de izquierda y derecha encaja muy bien en nuestra teoría de la política: el teorema del votante medio. Imaginemos una democracia con votantes de un rango de ingresos. Votan por una política: un impuesto sobre la renta para financiar una renta básica universal. Los pobres quieren impuestos y bienestar más altos y los más ricos quieren impuestos y prestaciones que implican un sistema fiscal menls exigente para el contribuyente, por eso quieren los impuestos a niveles más bajos, por lo que votan (teóricamente) en consecuencia. Sólo ganará la política que consiga la mayoría de los votantes. Como tal, la persona con el ingreso medio tiene el voto decisivo y decide el nivel de impuestos. Cuanto más pobre es el votante medio, es decir, cuanto más sesgada sea la distribución del ingreso hacia los ricos, mayor será el nivel de impuestos por el que votará.
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    Por supuesto, este modelo se puede ampliar. Para empezar, no necesitamos democracia para que esto ocurra. Los ricos, el Estado o la élite social pueden pagar sistemas de seguridad para sofocar la disidencia, pero hay menos dificultad de canalizar el descontento con nuevos productos (ideología) antes que arriesgarse a la coerción física tradicional. El número de seguidores siempre importa. Las políticas que ganen siempre tendrán que atraer a suficientes personas, no pueden beneficiar solo a la persona más rica o a la más pobre. Además, la cuestión de la política no tiene por qué ser sobre los ingresos. Todo tipo de bienes, como el estatus y los puestos de trabajo, se distribuyen entre la población y pueden redistribuirse con la acción política. Por ejemplo, el estatus y el prestigio se pueden redistribuir con acciones de discriminación positiva, además de privilegiando algún tipo de formación o característica particular. En nuestro modelo, la izquierda progresista quiere redistribuir el estatus y los ingresos hacia ellos y la derecha mantener el status quo. Entonces, bajo este modelo de política, ¿qué causa el cambio político?
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    El votante medio apoya más redistribución cuanto más desigual es la distribución de bienes. Si el 1% superior es súper rico, puede aumentar mucho los impuestos y en principio no perjudica a la masa social. Si el 1% superior es apenas diferente de la familia promedio, aumentar los impuestos perjudicará al votante medio pero le dará a cambio solo un ingreso básico muy pequeño.
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    El votante mediano también apoya una mayor redistribución cuanto más inelástico sea el trabajo de los ricos a los aumentos de impuestos: si los impuestos solo desaniman débilmente a los ricos a trabajar, entonces el votante mediano los gravará más. Cuanto más se sienten los ricos y poderosos más impuestos pagan. Esta es la lógica de la curva de Laffer (a partir de cierto punto hay rendimientos decrecientes en una misma medida). Cuanto más se vuelven ‘John Galt’ los ricos y dejan de trabajar o abandonan el país, menos dispuesto está el votante medio a gravarlos.
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    Bajo nuestro modelo, la izquierda sólo puede seguir ganando si la sociedad se vuelve cada vez más desigual y los teóricamente virtuosos (bajo la moralidad de nuestra sociedad comercial) más apáticos a ser atacados. Voy a argumentar que ambos fenómenos están ocurriendo y son causados por el crecimiento económico. Mientras nos hagamos más ricos, Chtulhu inevitablemente nadará más a la izquierda. Sí, voy a abogar por una idea basada parcialmente en el materialismo histórico.
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    Desde al menos la década de 1970, la riqueza y la desigualdad de ingresos han ido en aumento. Más generalmente para nuestros propósitos, los ricos son más ricos que nunca, creando más riqueza que otros quieren redistribuir.
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    De manera más general, vemos desigualdades crecientes en otros aspectos. La migración masiva promovida por los partidos progresistas, para apoyar su poder, ha creado desigualdades derivadas de la etnicidad que en los Estados europeos de hace unas décadas que eran notablemente homogéneos, no existían. El extraño aumento de las enfermedades mentales está creando una desigualdad en la satisfacción y la felicidad que se refleja en nuestra política. El culto LGBT (como ideología, no hablo de ser homosexual aquí) ha creado un contagio de identidades trans, bisexuales y otras «identidades» fabricadas que hacen que muchos se sientan víctimas de la sociedad. Las mujeres en el lugar de trabajo han hecho que las desigualdades económicas aumenten, mientras igualmente tienen mayor «independencia» (habría que discutir si el concepto es siempre positivo y real para cualquier individuo), son más sobresalientes a nivel laboral y adquisitivo que antes, pero debido a que hay un exceso permanente de mano de obra, han generado un sistema laboral más competitivo si cabe. La desigualdad sexual está aumentando con pocos hombres que tienen muchas relaciones sexuales, mientras la mayoría de las mujeres son más exigentes con los hombres que nunca, aspirando a una parte muy pequeña de hombres que se aprovechan de tener relaciones sexuales transacionales con dichas mujeres hipergamicas (dónde el sexo para el hombre deseado por la mujer promedio es un fin), generando mucha más gente sola (además de los incentivos aparentes de estar en pareja parecen bajos).
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    Estas crecientes desigualdades que están provocando un giro hacia la izquierda en nuestra política son muy similares a la teoría de la sobreproducción de élite de Peter Turchin. Más personas que nunca están pasando por la educación superior para alcanzar estatus social, pero eso solo sirve para beneficiar a cierta burocracia educativa y corporativa privada de formación, ya que hay tanto aspirante a estatus que se crea un deseo de redistribución, ya sea a través de impuestos, discriminación positiva o prestigio en general. Robert Nozick pensó que esta era la razón por la que los profesores son normalmente progresistas: son inteligentes y se sienten con derecho al estatus y la riqueza, pero tienen poco de ambos. El desarrollo socioeconómico no solo aumenta la cantidad de riqueza que se puede redistribuir, sino que también aumenta la desigualdad. En la historia reciente, el crecimiento económico está asociado con el aumento de la desigualdad dado que la riqueza no se socializa (se reparte mediante el consumo, producción, impuestos, etc.) de forma equilibrada en toda la estructura social (no digamos igualitaria), el cómo hacerlo o si esto es posible lo desconozco.
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    El desarrollo económico permite mayores recompensas en escenarios en los que el ganador se lleva todo o una buena parte. Esto se debe a que podemos hacer que los productos sean más ‘no rivales’, vendiendo el mismo producto a más y más personas a la vez. Cuando millones pueden ver un partido de fútbol, los mejores jugadores pueden atraer salarios mucho más altos. Cuando las mujeres pueden elegir entre miles de hombres con solo deslizar una pantalla, los mejores hombres obtienen más recompensas. La imprenta, la radio y la televisión, Internet, Instagram, Twitter aumentan y redirigen las ganancias solo a los mejores creadores de contenido (o los mejor publicitados).
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    Por lo tanto, el crecimiento económico inevitablemente fomentará una mayor redistribución en el modelo de votante medio. En este contexto el boomer de clase media no va a luchar contra la discriminación positiva (de los progresistas), tanto a nivel de incentivos como de recursos humanos en el mundo laboral público (y privado) o la capacitación en diversidad cuando tiene un buen salario y una pensión que proteger. Así, los cabilderos de los nuevos «derechos» y demás creadores artificios ideológicos de nueva invención con los que se centraliza más poder, saben que pueden salirse con la suya creando un ambiente de trabajo cada vez más opresivo. En última instancia, estamos viviendo una trama donde en un mundo con comodidades relativamente importantes en los países occidentales y en ella que nadie está dispuesto a renunciar a su riqueza luchando contra el sistema.
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    Así como los ricos que siguen trabajando cuando pagan impuestos se permiten pagar más impuestos en el modelo de votante medio. Las crecientes comodidades de la modernidad fomentan el derecho a aguantar el ataque del gran despertar progresista. Con tres componentes: crecimiento económico, centralización de poder y el teorema del votante mediano, hemos demostrado por qué Cthulhu siempre nada hacia la izquierda. En ausencia de un colapso económico y social, ¿podemos hacer algo para luchar contra Cthulhu?
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    Sé que dije que el teorema del votante medio incluso puede ayudarnos a comprender las sociedades no democráticas, pero ser menos democrático puede ayudar contra Cthulhu. Si el partido gobernante necesita el apoyo de solo el 30% de la población en lugar del 50%, puede ofrecer menos redistribución. Crear los incentivos para el derecho a resistir a Cthulhu requiere el derecho a radicalizarse, adoctrinarse para poner sus creencias por encima de su comodidad material. Esto es francamente difícil y cualquiera que me lea coincidirá.
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    El método más fácil para frenar a Cthulhu es encontrar una manera de reducir las disparidades en los resultados y el estado que causan las demandas de redistribución de estatus progresista. Sin cambiar la demografía, también podemos mejorar el estatus y la riqueza de los partidarios progresistas y sus centros de poder mediático, filantrópicos y burocrático para que ya no necesiten quitársela a otros (y parar así la revolución cultural). Esto tiene un nombre: socialismo (¿Conservador?), que tiene como objetivo hacer que los pobres sean más ricos y emplearlos de forma preventiva, disuadiéndolos de exigir una redistribución costosa que implique la convulsión moral y política a la que ha llegado nuestra sociedad. La solución es crear nuevas normas que no se encuadren en el conservadurismo que no es capaz de solucionar estos problemas cuando está en el poder, y a su vez, afirmar que para los débiles que tienen estas normas culturales, cambiar la sociedad para redistribuir en la forma actual más solo hará daño. Si bien el crecimiento económico hace que el ascenso de ideas progresistas cosmopolitas (insisto con el término ya que me cuesta llamarles izquierda aunque lo haga porque tiene un sentido polémico) sea inevitable, comprender a Cthulhu puede ayudarnos a responder y defenderse. Si fallamos nuestra sociedad seguirá en esta dinámica incesante de revolución cultural, centralización del poder, mercantilización de todos los aspectos de la vida (a veces oculto en ideas progresistas de todo tipo), que solo generará más frustración social.

  • Crítica a la obra Enemigos del Comercio de Antonio Escohotado.

    A petición de un seguidor, realizo una crítica a la obra dada mi decepción al respecto la obra de Escohotado Enemigos del Comercio. La crítica será por puntos para ser lo más esquemática posible y facilitar la ordenación de conceptos:

    1: La primera y sobre la que se construye es la inexistencia de una definición de libertad clara que vertebre y contextualice la utilización de este concepto en los tres tomos de la obra, libertad en abstracto es una premisa realmente vaga que nos dice poco, aún cuando tenga en la dialéctica política de nuestra civilización cierta importancia.

    2: Sacralización de la Ilustración tanto francesa como anglosajona y los mitos derivados de esta, como el mito del progreso y el fin de la historia que lleva implícito (frente a otras concepciones cíclicas, realistas, o que no introducen la idea de principio y fin cristiana secularizada).

    3: Defensa de la democracia como sistema virtuoso con citas que parecerían sacadas de un tratado de teología respecto a este, sin hacer hincapié en aspectos más concretos al respecto la democracia procedimental (como la democracia formal que planteaba García Trevijano), de las que se deriva un sistema de propiedad como la que el autor español defiende, dejando poca constancia entre los diferentes sistemas que nuestro autor considera «democráticos», matización sin embargo, que podría ser injusta dado que el concepto democrático, como tal se utiliza como el de libertad.

    4: Un tratamiento increíblemente superficial en lo que respecta a la apertura de mercados internacionales derivada del Imperio Español como proyecto universal católico, que realizó una primera globalización intercontinental, aún con un sistema interior compuesto y a medio camino entre la modernidad y el medievo.

    5: Una tendencia a la mitificación de los imperios comerciales de corte taslocrático británico y holandés (hace gran hincapié en el segundo libro) que en muchas ocasiones acaba en una actitud negrolegendaria, que sin caer en mitificar los imperios continentales o no talsocráticos, es injusto sin embargo con la realidad.

    6: Una exageración de la Europa protestante como símbolo de la virtud, acabando por posicionar a sectas protestantes calvinistas como ejemplo de la libertad, llegando a un incoherentes halagos al cristianismo primitivo de estas sectas produciendo una contradicción o paradoja teniendo en cuenta que el autor mitifica a la sociedad comercial, sociedades que sin embargo son diametralmente opuestas a estos valores de las sectas inconformistas protestantes.

    7: Una tendencia a la Sacralización del dinero como elemento que rige o debe regir una sociedad humana sana y próspera. Es decir la mercantilización sin limites que sufre la vida humana desde hace más de 600 años como un proceso moralmente deseable además de un modo de vida particularmente transaccional, siendo sin embargo tratado no como una forma de revolución social de las estructuras sociales, que en ocasiones puede haber generado abundancia, pero en otros casos, desarraigo y desarticulación social bajo una idea de individuo como agente moral autónomo.

    8: Una igualación de la crítica a la sociedad comercial del tradicionalismo reaccionario y del socialismo tanto utópico como marxista, que en realidad dichas críticas de posicionamientos respectivamente se encuentran en las antípodas, aún cuando los motivos que estos plantean para criticar el liberalismo sean comunes, centrándose en el primero en aspectos sociales, éticos y morales, frente a los más economicistas del socialismo.

    9: Una tendencia a ignorar la permanente dialéctica entre Estados en los procesos políticos, reduciendo la obra a una especie de lucha maniquea entre enemigos del comercio y amigos del comercio. En todo esto el autor obvia la naturaleza del poder en los conflictos estructurales internos (entre élites), que utilizan chivos expiatorios, promoción de ideas y visiones de la sociedad para argumentar además de legitimar la intervención estatal o el ascenso de élites en perjuicio de otras (o limitar a una élite en el poder en caso de no ostentarlo). A su vez, el autor ignora las condiciones geográficas y geoestrategicas de las potencias continentales y/o las marítimas (Telurocracias y talasocracias) para configurar y determinar su economía, siendo las primeras más propensas a estar más orientada hacía la agricultura, cierto conservadurismo, la industria y el desarrollo militar terrestre, y las segundas al comercio, multiculturalismo (localizados al menos en algunos nodos comerciales), control de los mares y puntos de estrangulamiento logísticos a nivel internacional, políticas de libre mercado para los rivales y mercantilismo para uno mismo, entre muchos otros factores.

    10: Una posición, la de nuestro autor, digna de la historiografía whig anglosajona (por lo tanto parcial) al respecto el Imperio Romano, que acaba en una mitificación del buen salvaje muy propia del idealismo alemán en lo que respecta a los pueblos bárbaros de la Edad Antigua.

    11: La extraña tendencia a estar leyendo un libro en el cuál la dialéctica Atenas vs Esparta se encuentra expandida al resto de sociedades políticas históricas creando analogías y taxonomías realmente disonantes al respecto la realidad histórica.

    12:A su vez, sorprende la no introducción de muchos autores de la escolástica española y discernir si sus planteamientos son amigos o enemigos del comercio aún cuando lo hace extensivamente del mundo anglosajón. Sin hablar del momento que habla de Baruch Spinoza siendo este punto negrolegendario a más no poder, afirmando que su pensamiento sólo era posible en la progresista y librepensadora Holanda, momento cuando la misma comunidad judía y calvinista que gobernaba los Países Bajos le expulsaron por hereje.

    Estas y muchas otras reservas podrían ser hechas a la obra del autor español, aún así he tratado de ser sintético, siendo sin embargo unas obras

  • Progresismo, gran capital corporativo y capitalismo de crisis: ¿Una relación simbiótica?

    *Aclaración: Durante la publicación utilizaré ejemplos anglosajones dado que estos serán más desapasionados  para el lector no ideologizado y nos permitirá ver el más claramente la hipótesis presentada.

    En el verano de 2020, durante lo que se suponía que sería un confinamiento global por Covid-19, vimos cómo se incendiaban las mejores propiedades inmobiliarias estadounidenses a manos del grupo de activistas políticos Black Lives Matter. La cobertura mediática justa e imparcial -título que se auto otorgan los medios hecho que garantiza que la forma de gobierno existente en Occidente sea, que es básicamente lo mismo que un sistema en el que el Estado controla a la prensa pero al revés – no se dio, eso es normal, estos son organismos dominados por él (lo que sea que es el activismo progresista) pero lo que me saltó a la vista, es lo siguiente ¿Cómo llamas el grado en que el mundo corporativo respaldó y alentó activamente los disturbios y la destrucción? Seguramente esto fue «Woke Capitalism» que hemos observado otras veces yendo demasiado lejos (o más de lo que nos tiene habituados).

    Estas corporaciones no estaban simplemente siendo políticamente correctas; este no fue solo otro caso de paranoia macartiana al estilo progresista (paranoia política), ni un anuncio corporativo exclusivamente femenino o una pareja mestiza/interracial un anuncio de televisión. Fueron participantes activos (en términos propagandísticos) en disturbios sociales masivos y violencia políticamente motivada. Era casi como si tuvieran una «participación» en la crisis, un papel claramente definido que jugar y ese papel era el de la mano guía, el tejedor de narrativas.

    El llamado «Capitalismo de partes interesadas», o lo que podríamos llamar «relación simbiótica entre gran capital y progresismo» y, por lo tanto, menos discutido de los planes y programas de nuestra élite y su agenda 2030 junto con el Gran Renicio. El mayor villano (sin querer maniqueo) puede ser explotado por afirmaciones extravagantes sobre el transhumanismo, ecología, cuestiones de género, la posesión de nada, etc. pero lo que el tema de las «relaciones de lo público-privado» (si es que esa distinción tiene sentido) tiende a quedar en el aire, dado que aunque las primeras tiene cierto escrutinio público, las segundas suelen estar más ocultas o no tienen tanta «exposición a los medios».

    Siento que es importante enfatizar aquí: el capitalismo (o lo que sea que tenemos como sistema económico) no es nuevo ni es una creación del Foro Económico Mundial, exclusivamente EEUU, FMI o cualquier país o institución existente. Las asociaciones público-privadas para construir el sistema existen desde hace mucho tiempo, especialmente en Europa. Lo que es nuevo, sin embargo, es la escala.

    El capitalismo de accionistas (gerencialismo) y lo que hay hoy, se debe al impulso para generar ganancias para los accionistas a toda costa se tambalea y se reemplaza por corporaciones que desempeñan un papel mucho más activo en la vida pública, con la «ética» al frente y al centro. Da la casualidad de que esas éticas son la justicia social y el progresismo.

    Como explica el WEF (World Economic Forum), es decir, el llamado a más asociaciones entre lo público y lo privado no se limita a la «crisis climática». Puede nombrar casi cualquier desafío social apremiante relevante para nuestras élites, y es una apuesta segura que se ha propuesto una asociación público-privada para abordarlo. Parecen ser la respuesta institucional de referencia para abordar una variedad de desafíos sociales, desde el «crecimiento sostenible» (que mueve miles de millones) hasta la mejora y el fomento de la diversidad y la inclusión y, más recientemente, el abordaje de la pandemia. Lo que está claro, es que hacer política desde las corporaciones, tienen potencial transformador.

    Más explícitamente dice el WEF: «Todos sabemos que este no es el momento para el pensamiento aislado, sino para la resolución colaborativa de problemas. Es hora de que el sector privado colabore para promover el bien social y buscar el cambio sistémico, y que el sector público facilite los incentivos de mercado. El sector privado necesita hablar el idioma del cambio social, y el sector público necesita crear incentivos económicos para aprovechar la innovación y la experiencia del sector privado para abordar los desafíos de la sociedad. Con objetivos compartidos, acciones específicas e impacto monitoreado, podemos ir más allá del diálogo y la aspiración a la creación conjunta de un futuro más inclusivo, próspero y sostenible.»

    Lo que parece estar descrito aquí, y las descripciones de lo que hemos llamado antes «relación simbiótica entre gran capital y progresismo» , es el marco del «capitalismo despierto» (woke capitalism) junto con las tediosas e interminablemente promocionadas banderas del arcoíris. El mundo corporativo tiene una «participación» en la sociedad y no está simplemente en el negocio de generar ganancias para los accionistas, eso quiere decir que según nuestras élites el campo de batalla es también el mundo privado (aunque siempre lo ha sido, ellos mismos se han emergido, en muchos casos desde este). Más bien, es un sistema gerencial con un ingreso constante y la capacidad de interesarse a largo plazo en cómo funciona la sociedad en términos de moralidad e ideología. Es decir, que el gerencialismo no es neutral (tal y como dicen los ideólogos), por lo tanto es político y susceptible a la politización.

    Los episodios de George Floyd y BLM son en realidad incidentes relativamente menores que cité para facilitarnos el camino, porque las partes interesadas («relación simbiótica entre gran capital y progresismo») tienen ambiciones mucho, mucho mayores que informar erróneamente protestas pacíficas o feroces.

    El crescendo del caos político que terminó en 2020 en el caso americano, fue por supuesto, la elección estadounidense fortalecida que vio a Donald Trump (supuestamente para algunos, y no seré yo quién se posicion) derrotado por Joe Biden. Trump y la multitud del trumpismo afirmaron que las elecciones fueron manipuladas y se negaron a aceptar el resultado. En los emocionantes días posteriores a las elecciones, Time publicó un artículo infame sobre lo que realmente ganó las elecciones para Biden, afirmando:

    «Una segunda cosa extraña sucedió en medio de los intentos de Trump de revertir el resultado: las empresas estadounidenses se volvieron contra él. Cientos de importantes líderes empresariales, muchos de los cuales respaldaron la candidatura de Trump y apoyaron sus políticas, le pidieron que cediera. Para el presidente, algo no estaba bien. “Fue todo muy, muy extraño”, dijo Trump el 2 de diciembre. “Pocos días después de las elecciones, fuimos testigos de un esfuerzo orquestado para ungir al ganador, incluso cuando todavía se contaban muchos estados clave”.

    Y luego más:

    «Es por eso que los participantes quieren que se cuente la historia secreta de las elecciones de 2020, aunque suene como un sueño febril paranoico: una camarilla bien financiada de personas poderosas, que varían en industrias e ideologías, trabajando juntas detrás de escena para influir en las percepciones, cambiar las reglas y leyes, dirigir la cobertura de los medios y controlar el flujo de información. No estaban amañando las elecciones; estaban construyendo un entorno de realidad. Y creen que el público necesita comprender la fragilidad del sistema para garantizar que la democracia en Estados Unidos perdure.»

    La pregunta que plantea dicha tesitura es: ¿Por qué las corporaciones y las grandes tecnológicas tenían interés en los resultados de una elección democrática?

    La corrupción del proceso democrático para obtener ganancias financieras ciertamente no es nada nuevo, sin embargo, en las elecciones estadounidenses de 2020, las ganancias no fueron el motivo (o al menos no solo). El motivo fue ideológico y ético, es decir, que estos poderosos jugadores tenían “participación” en la elección y, en consecuencia, moldearon, promovieron o censuraron diversas narrativas, según de qué lado las sostuvieron. Al menos nos debemos esta duda, sin querer hacer partidismo por el trumpismo.

    El sistema gerencial y de estado profundo estadounidense tenía un gran problema. No querían a Donald Trump en el cargo hasta dentro de cuatro años. Su solución a ese problema fue llamar al sector privado para obtener ayuda, quienes estaban más que felices de ayudar. Así comenzamos a ver la realidad de la configuración de la «relación simbiótica entre gran capital y progresismo», que es anterior a este, dado que esta intervención no hubiera sido posible sin existir previamente.

    Los disturbios de BLM tuvieron lugar bajo la sombra de las elecciones de 2020, pero las elecciones de 2020 en sí mismas tuvieron lugar bajo la sombra más grande de la pandemia de Covid-19, y es aquí donde podemos ver al «capitalismo de las partes interesadas» desplegando completamente sus alas y extendiéndolas por completo. La pregunta «¿Cómo se benefician de cualquier situación eventual?»

    Unos meses después de que el virus Covid-19 empezará a ser el tema central, gobiernos como el británico revelaron sus planes de batalla contra la pandemia. En el mes de marzo de 2020, la estrategia de batalla contra la pandemia del gobierno británico, por poner un ejemplo fue lo que se describió como «inmunidad colectiva», lo que significa que no iban a hacer mucho más que proteger a los ancianos y vulnerables. Unas semanas más tarde, ese plan se descartó por completo y se reemplazó con confinamientos, mascarillas y distanciamiento social. El entonces asesor principal de Boris Johnson, Dominic Cummings, explicó más tarde que «Bill Gates y su gente intervinieron con una propuesta de plan».

    Estrictamente hablando, fue Bill Gates y la Organización Mundial de la Salud financiada por Gates quienes tenían el plan, siendo la fundación Melinda y Bill Gates una de los principales donantes (por no decir el principal) de la OMS, donando 250 millones en aquel momento puntual (teniendo en cuenta que EEUU, la economía más grande del mundo dona entre 400/500 millones dice mucho de ello, sin ir más lejos, es el segundo donante más importante de dicha fundación por encima de Gobiernos y otras entidades), pero lo que nos preocupa aquí es que su plan mucho más draconiano pudo anular los planes de un gobierno de una de las principales potencias mundiales (una potencia nuclear). La tarea del gobierno (público) era aceptar la política dictada por el sector privado.

    Bill Gates había gastado más de una década y miles de millones de dólares posicionándose a sí mismo y a las ONG aliadas en el centro de la salud mundial. Como un especulador en el viejo oeste que compra un terreno para construir una estación de tren con la esperanza de que algún día llegue el ferrocarril, Gates esperó. Y, como por arte de magia, ese ferrocarril llegó hasta su porche, posiblemente eso fue suerte, dado que la diversificación es una de las reglas del buen inversor, y bien podría haber sido otra cosa en la que estaba invirtiendo Gates el caballo ganador, pero lo cierto es que esa política de ONG’s de todo tipo dio sus resultados. Demostrando, como venimos afirmando que estas no son entes «inocentes e imparciales por el bien de la humanidad», más dado que la filantropía millonaria, que a veces ejerce verdadera influencia en la sombra, tiene interés en ella como herramientas para sus fines (a parte de la satisfacción que les dé el coronarse como campeones filantrópicos de la humanidad).

    Gates, entonces, tenía interés en la pandemia, las vacunas y la implementación de políticas (como cualquiera que quiere o tiene influencia, no puede negar que la política es siempre relevante), pero ciertamente no estaba solo. De hecho, durante la pandemia, los hombres más ricos del mundo duplicaron su riqueza, mientras que Big Pharma ganó millones de euros a través de las vacunas. No discuto aquí la conveniencia o no de estas, dado que no es mi campo, sino que lo hago de quién estaba interesado en todo esto igual que, hace unos años, los cargos políticos que trabajaron en la petroleras que estaban interesadas en la política agresiva de EEUU contra Irak, apoyaron los planes de Cheney y Rumsfeld en la invasión del país de Oriente Medio.

    La política de confinamiento permitió que las tiendas de las principales marcas permanecieran abiertas, dado que tenían menos fricción para vender (es decir, no necesitaban que un cliente se desplazara al lugar de venta física para estos vender, muchas veces era solo un par de clics en un ordenador), es decir, que dependían de la logística y no de la venta minorista localizada, mientras que las empresas familiares más pequeñas fueron cerradas por la fuerza. Esto, obviando la conveniencia o no por motivos de salud, género una redistribución masiva de riqueza de ventas en todo tipo de bienes que nunca hemos presenciado antes.

    En tiempos pasados, esto se describiría como un sindicato del crimen robando cínicamente al hombre común. En la era de las relaciones públicas y la representación mediática comprada y pagada, lo llamamos «asociaciones público-privadas» tal y como dice WEF.

    A menudo, el lado «público» de la ecuación es simplemente una máscara que usan las partes interesadas privadas, y no necesariamente existe una subordinación de uno a otro, ya que ambos son simbióticos. El NHS de Gran Bretaña es un excelente ejemplo de esto, como explica Reuters:

    «El brazo tecnológico del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña ha estado trabajando en una aplicación para teléfonos móviles con Google de Alphabet Inc y el fabricante de iPhone Apple que el gobierno espera ayude a poner fin los confinamientos del coronavirus, informó el periódico Sunday Times.», rezaba hace unos meses dicho medio de comunicación.

    La Big-Tech también participó en la acción y disfrutó de la mayor cantidad de datos personales de ciudadanos jamás vista, una práctica que ahora está en proceso de normalizarse con la infraestructura legal para la identidad digital que se completa por algunos gobiernos occidentales. Como dice el Foro Económico Mundial, el papel de lo público (Estado) es crear incentivos para que las empresas se conviertan en partes interesadas de la sociedad de las que puedan obtener beneficios. Este es un gran cambio de los negocios existentes que se limitaban, al menos teóricamente, a ofrecer bienes y servicios que el público puede elegir según sus gustos o que deseaba por mimetismo y propaganda. 

    En el modelo de asociación público-privada, al público se le asigna el papel de la parte directora (que por lo demás siempre ha tenido), sin embargo, los incentivos no están impulsados ​​por la demanda de un producto, sino por la necesidad de una solución a una crisis.

    Los disturbios de BLM/George Floyd fueron una crisis, la elección de Trump fue una crisis, la pandemia fue una crisis. Cada crisis involucró narrativas y/o soluciones proporcionadas parcialmente por el sector privado corporativo. Si el capitalismo tradicional se basaba en el poder del dinero que abría nuevos mercados de los que sacar provecho, entonces me parece que el capitalismo de las partes interesadas, o la relación simbiótica entre élites progresistas, y élites corporativas y filantrópicas, se beneficia al abrir nuevos estados de excepción o calamidades que luego exigen soluciones de las partes interesadas del sector privado.

    El problema con un modelo de capitalismo basado en la crisis es que ninguna crisis dura para siempre. El miedo al virus ha disminuido (junto con su menor virulencia a lo largo del tiempo), la gente se cansará de las inyecciones de refuerzo interminables y el pánico general se vuelve agotador. Por lo tanto, el golpe de gracia perfecto no es tanto una serie interminable de desastres, sino un cambio gigante hacia un nuevo paradigma, un «Gran Reinicio» si lo desea como respuesta a una crisis tan vasta que todo tiene que ser cambiado fundamentalmente, y es más difícil pensar en una crisis más grande que la tierra misma ardiendo debido a la sociedad tecnológica.

    Hace unos cuatro o cinco años, los medios corporativos comenzaron a filtrar constantemente artículos sobre carnes cultivadas en laboratorio, hamburguesas de gusanos y reemplazos a base de plantas para productos animales. Se veía como una broma y los productos en sí se encontraban casi siempre en la sección «rebajada» del supermercado en las corporaciones que lo comercializaban porque a nadie le interesaba el producto.

    Una vez más, la clase multimillonaria estaba invirtiendo océanos de dinero en efectivo en un producto que nadie parecía querer comprar, ¿una ilusión? ¿Fue simplemente un complejo de salvar el mundo y una señal de virtud? En realidad estaban construyendo otra estación de tren en medio de la nada sabiendo de antemano que algún día llegaría el ferrocarril. No solo carne falsa, sino también baterías, molinos de viento de identificación digital y energía solar, infraestructura y transporte. La crisis misma crea el mercado (que es moldeado y dirigido por el Estado).

    La Agenda 2030 podría describirse con mayor precisión como »Una crisis para gobernarlos a todos». Cuando Rusia invadió Ucrania, muchos bromearon irónicamente diciendo que una crisis había cambiado la percepción de la anterior. Al mismo tiempo, se trataba de una crisis geopolítica, una buena guerra a la antigua con estrategia militar, soldados y demostraciones de poder duro que tenían un tono diferente a la naturaleza más suave e insidiosa de la tiranía tecnocrática que parecíamos tener antes.

    Al parecer, para describirlo, esto parecen ser dos formas diferentes de poder. La guerra Rusia/Ucrania parecía ser un retroceso en lo que es «relevante» para nuestras élites. Después de todo, ¿quién tiene tiempo para cuestiones de género o de prestarle atención al cambio climático y la sostenibilidad cuando estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial o de un conflicto regional de tanta relevancia?

    Como es ahora una práctica estándar, las corporaciones ideológicas aumentaron la histeria anti-Rusia como nunca antes y trabajaron en conjunto con los gobiernos occidentales para sancionar a Rusia hasta límites insospechados. Quizás la red tecnocrática que se extendía por todo el mundo no era tan sólida después de todo, quizás la ballena corporativa estaba a punto de ser arponeada. Pero entonces algo curioso comenzó a suceder. Las sanciones impuestas a Rusia gradualmente comenzaron a parecerse más a que Occidente se imponía sanciones a sí mismo a medida (que obviamente también hacían daño a Rusia, pero a su vez al mismo Occidente, demostrando las vulnerabilidades estructurales, como la dependencia del gas ruso, quedaban al descubierto. Las terribles predicciones sobre la futura escasez de trigo y fertilizantes e incluso la posible caída del dólar significan que Occidente parece particularmente vulnerable a cadenas de suministro internacionales.

    ¡Sin embargo, hay un mercado para las soluciones! De repente, el término «sostenibilidad» se ha desvinculado de su asociación con el cambio climático y ha entrado en el ámbito de la geopolítica e incluso el lenguaje bélico contra los enemigos geopolíticos. De hecho, la guerra de Ucrania no solo no está interrumpiendo el modelo público-privado, sino que lo está acelerando positivamente. En realidad no me gustan las teorías de conspiración porque una explicación generalmente conduce a otra conspiración. Sin embargo, a medida que avanzamos de emergencia en emergencia en Occidente, es difícil no darse cuenta de que la clase multimillonaria, gerencial y filantropica tiene interés en perpetuar una forma de capitalismo que parece necesitar una serie de crisis para funcionar.

    Lo único que todos necesitaríamos, quizás es volver a alguna forma de normalidad, y eso es lo único que no se nos permite. Recuerdo cuando la izquierda tradicional y definida ridiculizaba o miraba con recelo las asociaciones entre lo público y las corporaciones. Fueron vistos como un caballo de batalla para lo que estos llamaban «neoliberalismo y el nuevo gerencialismo público». Ahora, los miembros electos y los servidores públicos aplauden en silencio este tipo de relaciones, por su capacidad para evitar el desorden de los mandatos democráticos, evitar la transparencia a la que está sometido el sector público y eludir las restricciones legislativas. Los corporaciones pueden encontrar el favor de ambos lados del entorno político y el elemento privado, a diferencia de lo público, no está encadenado por las preocupaciones de los votantes o los derechos civiles, incluso podrían defender felizmente los “derechos humanos” en un lugar y no hacerlo en otros. Es decir, tienen una libertad de acción libre de exposición mediática, algo que nos debería hacer reflexionar sobre la constitución material del poder en nuestras sociedades. 

  • Sobre España en el entorno internacional actual:

    El mundo está cambiando rápidamente, los intercambios entre 3 potencias euroasiáticas -China, Rusia, India- están efectuando en monedas nacionales (algo inédito dado que venimos del patrón-dólar); la dinámica económica se desplaza del Atlántico al Pacífico, Europa es un enano militar el cuál hace y va a hacer de mercado cautivo de armamento en favor del complejo militar-industrial estadounidense dada la percepción de necesidad de capacidades ofensivas y defensivas (de los 200.000 millones que se van a gastar una parte nada despreciable irá a EEUU) crecientes en el mundo actual.

    Sin embargo, tenemos autores, periodistas, propagandistas y políticos atlantistas en el mundo hispanohablante americano y peninsular, que sistemáticamente viven sometidos a la propaganda contraria a nuestros intereses, y esto ocurre tanto a un lado del Atlántico como en el otro. En el caso español se ve claro con el sistemático sometimiento de las élites españolas desde que F. González decidió meternos en la OTAN, con el precedente de ciertos sectores americanistas dentro del franquismo.

    Todo esto nos ha alineado en temas geoestratégicos a intereses ajenos desde un largo tiempo. La crisis ucraniana, sin ir más lejos ha demostrado que España no es capaz de jerarquizar intereses, aún cuando a una persona de Madrid, Barcelona, Tenerife o Sevilla le afecta mucho más lo que ocurre en el Norte de África y África Occidental, especialmente en el caso de la dialéctica Marruecos-Argelia, junto con la decisión de Marruecos de ser una potencia regional norteafricana, que el equilibrio de poder OTAN vs Rusia en Europa del Este.

    Los únicos beneficiados de todo este entorno cambiante serán:

    1. La propia Rusia y todo lo que pueda arrancarle a Ucrania, junto con un claro desacople a todos los niveles (económico, de tecnología, exportaciones, financiero y cultural) de Occidente que le permitirá ser más duro en futuras acciones contra este dada una menor interdependencia. A su vez, Rusia podrá justificar el vender y comprar sus bienes y servicios, además de exportar energía en rublos, yuanes o rupias, algo que reforzará a largo plazo dichas monedas.
    1. Estados Unidos por otro lado conseguirá asegurar más tiempo la Estados Unidos por otro lado conseguirá asegurar más tiempo la zona de influencia europea, además de evitar una coordinación regional la región, siendo hegemónica sobre las potencias intermedias europeas en temas militares. Esto garantizará su presencia en el continente europeo por el dilema de seguridad y la temerosidad europea a Rusia, mientras consigue que Europa le compré gas (GLP) y energía a EEUU, energía que es por lo demás más cara que la rusa, y que no satisfará la gran demanda europea, junto con el hecho de que serán los EEUU su principal cliente de armas, aviones, tecnología militar, etc.
    1. China, como pozo sin fondo de consumo de energía se beneficiará de un acceso preferente a las materias primas rusas, y podrá, dada la ambición americana de evitar que Rusia comercie con India, una posible distensión con la India que le permitirá a Rusia dar salida a sus materias primas y tecnología además de a China la capacidad de centrarse en el conflicto con Taiwán, además de un Estados Unidos menos centrado en Asia-Pacifico debido a la actividad militar rusa y el hecho de tener que gestionar dos frentes. 

    Los grandes perjudicados entre los que se encuentra España, por otro lado serán los países europeos, que disfrutarán de menor autonomía estratégica, mayor dependencia de un solo socio (EEUU) para cuestiones estratégicas de relevancia, un acceso más limitado a países proveedores de energía como Argelia y Rusia (dada la posición de la UE en favor de Marruecos y lo antes afirmado, hecho que se enlaza en que los países europeos no aceptarán fácilmente comerciar con rublos en temas energéticos) junto con la ya tradicional desunión interna que sufren los países occidentales (dado que son una coalición de Estados sin un mando centralizado, con intereses a veces contrapuestos entre los miembros de dichos Estados).

    Ante esto, España no debe ser ingenua tal y como lleva ocurriendo habitualmente, algo que lo que los propagandistas atlantistas no son capaces de ver, ni de percatarse en que los intereses de la OTAN y la estrategia de centro/este de Europa no coinciden con el interés nacional español, dado que el equilibrio europeo, y una frontera rusa en los términos actuales, en Kiev, o en Varsovia.

    Esta hipotética situación, no modifica sustancialmente nuestra posición más que para un idealista democrático (que cree que la expansión de la democracia es un fin en si mismo de la política exterior), algo que, como realista, es decir cómo alguien que únicamente valora los intereses entre Estados y no se deja engañar por premisas ideológicas a la hora de analizar la dialéctica entre Estados, no debería tener ningún sentido más que el dialectico o propagandístico.

    La gran estrategia española debe pasar por el esfuerzo de traducir los intereses nacionales en un orden de prioridad. Entendemos por gran estrategia lo siguiente: “la dirección y el uso que se hace de cualquiera o todos los activos de una comunidad de seguridad, incluido su instrumento militar, para los propósitos de la política según lo decidido por la política”. Es decir, del objetivo de crear unos planes y programas que busquen abordar los intereses, metas y objetivos de España; las políticas, los compromisos mundiales y las capacidades necesarias para cumplir esos objetivos; y el uso de elementos del poder nacional para lograr esos objetivos.

    En el caso español, la idea de una gran estrategia tal y como planteamos pasaría como es lógico por, en el caso de mantener la pertenencia de España a las organizaciones internacionales (OTAN y UE)  existentes, no subordinar, sin embargo nuestros intereses a ellas, sino que utilizaras como catalizadores o vehículos para influir en nuestro favor. Ante la situación, por contra, no mantenerse en ellas, ese escenario, que sería una vía soberanista dura, supondría aún más dificultades a corto plazo, aunque por otro lado, permitiría una mayor autonomía y la priorización clara del interés nacional frente a los intereses de agrupaciones de Estados como las antes mencionadas. 

    La mayor dificultad al respecto pasa por el hecho de que nuestra élites, perezosas en ese sentido, les requeriría mayor liderazgo para llevar a cabo dicha gran estrategia, sumado a que, al menos desde hace más de 150 años, España carece de política exterior, salvo en dos o tres momentos puntuales, haciendo que no exista un conocimiento en las propias instituciones (que se lega de generación en generación) de práctica de política exterior clara y definida. Materia en la que la inercia, a veces hace mucho más de lo que podría uno creer.  

  • Las relaciones entre la R.P. de China y Rusia no son lo que parecen.

    Los observadores occidentales de asuntos internacionales hicieron sonar la alarma después de una declaración conjunta aparentemente entusiasta del presidente Vladimir Putin y el secretario general Xi Jinping. Publicado durante la visita del presidente ruso a China, la primera vez que Xi se reunió con un jefe de estado extranjero desde antes de la pandemia, la declaración parecía indicar una alineación cada vez mayor entre dos poderes contra Estados Unidos y sus aliados. Según el documento, se podría suponer que China apoyaría el ataque de Rusia a Ucrania. La verdad, sin embargo, es bastante diferente, tanto en este tema en particular como en la evaluación general de China sobre Rusia.

    La naturaleza de la relación chino-rusa ha sido difícil de definir y hay mucho desacuerdo sobre sus características. ¿Es tan fuerte como una alianza ? ¿Es tan simple como puro Realpolitik y conveniencia? La verdad es que la relación es que ambos. Esta paradoja es el resultado tanto de una alineación como de una desalineación en diferentes áreas de sus intereses nacionales. Si bien ciertos factores innatos de la relación chino-rusa los separan, los dos están actualmente unidos por su visión compartida de que Estados Unidos y el mundo occidental representa una amenaza para sus intereses fundamentales. Por lo tanto, una evaluación precisa de la profundidad, las fortalezas y las debilidades de las relaciones chino-rusas es clave para determinar dónde los dos países se confabulan y dónde no en los asuntos internacionales, esto es especialmente patente en Europa y Asia. Hablaremos entonces de una comprensión de cómo China ve su relación pasada, presente y futura con Rusia, siendo el primero el socio más fuerte de la ecuación.

    ¿Cómo podemos entender la evaluación de China del poder integral de Rusia y, en consecuencia, la alineación de las visiones política, estratégica y económica de China y Rusia? Encuentro que una estrecha alineación para contrarrestar a Estados Unidos entre Beijing y Moscú se debe principalmente a su percepción de relativa «hostilidad por parte de Estados Unidos» al hecho de que ambas son potencias revisionistas (aunque de diferente forma) del orden nacido de la posguerra de la Guerra Fría. Mientras tanto, las preferencias de liderazgo, especialmente la afinidad personal de Xi hacia Rusia y Putin, también juegan un papel clave en impulsar la alineación con Rusia, posiblemente más allá de los intereses nacionales de China. Sin embargo, estos factores no niegan el hecho de que China y Rusia difieren fundamentalmente en sus visiones y enfoques del sistema internacional. Su alineación se basa principalmente en su agenda antiestadounidense y de contrapeso a los intereses nacionales del hegemón americano por el dominio del Rimland que acorrala el Heartland sino-ruso.

    ¿Cómo entender lo que piensa Beijing de Moscú?

    Dadas las restricciones de viaje durante la época Covid y el control producido por el cortafuegos de China, mi análisis se basa más en investigación de artículos académicos chinos en inglés. También me apoyo en los trabajos de expertos en Rusia desde hace mucho tiempo, como Feng Yujun y Ji Zhiye, ex vicepresidente y ex presidente de los Institutos de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China (CICIR), respectivamente. CICIR es el grupo de expertos en relaciones internacionales con mayor autoridad en China y desempeña un papel inigualable en el aparato de seguridad chino, algo parecido al Council of Foreign Relations de los EEUU. Como tales, sus puntos de vista tienen un peso significativo.

    También hay voces en China que cantan grandes elogios por la relación chino-rusa y su valor. Estas voces satisfacen las preferencias de Xi y son políticamente convenientes, pero obstruyen una lectura clara de las evaluaciones e intenciones chinas. Aún así, encuentro que tanto los que abrazan a los rusos como los que critican a la relación con ellos comparten la misma evaluación básica: que Rusia es una potencia destructiva del orden internacional actual, China es revisionista pero no plantea dicha crítica en términos tan duros como los chinos dado que hay puntos del sistema internacional actual que le benefician, debido a eso existe una diferencia fundamental en los objetivos y enfoques del sistema internacional ruso y chino. En China, lo que separa a los partidarios y los críticos de una relación chino-rusa sólida es si uno cree que las oportunidades y los beneficios de asociarse con Rusia superan los riesgos y los costos, y por cuánto tiempo.

    -Unidos por un adversario mutuo:

    China y Rusia están unidas por dos factores. El primero es la amenaza compartida que plantea Estados Unidos. El segundo es una nostalgia a nivel político por la asociación chino-soviética para luego tener un claro distanciamiento tras la muerte de Stalin. Sin embargo, la característica más destacada de la alineación chino-rusa en la actualidad es su percepción de seguridad respecto a un EEUU hostil. Esto no significa que China y Rusia no tendrían ninguna relación sin esta perspectiva compartida: siempre la han tenido y siempre la tendrán. Pero sí significa que la forma y la salud de su relación serían completamente diferentes si la percepción de amenaza compartida de los Estados Unidos no estuviera presente.

    Antes de la crisis de Ucrania de 2014, China y Rusia tenían una relación algo más tibia. Sin embargo, la crisis creó un hito que llevó a los expertos del gobierno chino a designar 2014 como “ un año de aceleración anormal en la mejora de las relaciones chino-rusas ” , aunque esta aceleración debe ser parcial ya que China aún no ha reconocido la anexión de Crimea por parte de Rusia. Aun así, en esa época, la ansiedad estratégica de China por la estrategia estadounidense de “reequilibrar Asia ” coincidió con el temor de Rusia por la posible expansión de la OTAN a Ucrania. Como tal, China tomó una determinación que “China y Rusia enfrentan la misma presión internacional estadounidense en una amplia gama de temas, desde la gobernanza global hasta su vecindad y sus asuntos internos o sus asuntos de seguridad más inmediatos”. Para Pekín, tanto China como Rusia se identifican como potencias revisionistas en el orden internacional (aunque el título común oculta las distinciones críticas de sus objetivos deseados). Además, Estados Unidos constituye la amenaza más importante para ambos países en sus teatros principales: China en el Pacífico occidental y Rusia en Europa del Este. Por lo tanto, se busca la alineación y la cooperación, casi instintivamente, para mitigar el aislamiento de China y Rusia por parte de Occidente, dividir la atención y los recursos estadounidenses y complicar la planificación militar estadounidense en ambos teatros genera en ese sentido que EEUU le cueste más jerarquizar intereses.

    Tal alineación es importante para aliviar la presión estratégica sobre China, al menos psicológicamente. Como mínimo, brinda la seguridad de que China no está contrarrestando sola la hegemonía estadounidense. Mientras Estados Unidos persiga la “ doble contención ” tanto de China como de Rusia, la alineación sino-rusa tendrá motivación y justificación. Dado el tema general de la estrategia de seguridad nacional china que define a Estados Unidos como la principal amenaza de China, cualquier desacuerdo con Rusia se considera secundario y las capacidades diplomáticas y militares rusas se considerarán un activo valioso.

    Sin embargo, la afición de Rusia por las maniobras estratégicas, como la utilización de la guerra híbrida, también constituye un riesgo importante para China. Cuatrocientos años de relaciones chino-rusas han enseñado a los chinos que durante los conflictos de China con otros, el modus operandi ruso es maximizar sus propios beneficios en nombre de la mediación y la asistencia a China. Por ejemplo, Rusia se hizo con un millón de kilómetros cuadrados de territorio chino a través de su mediación en la Segunda Guerra del Opio. Por lo tanto, la evaluación por parte de China en manos de Rusia es que Moscú no solo ve la “ nueva Guerra Fría” entre Washington y Beijing como beneficioso para Rusia, pero que Rusia también es responsable de “explotar y profundizar la sospecha, la hostilidad y el miedo” entre Washington y Beijing a través de maniobras y manipulaciones diplomáticas. Sin embargo, estos expertos también advierten enérgicamente sobre los actos rusos de » equilibrio y unión » con China.

    Mientras Estados Unidos siga siendo la mayor amenaza para China y Rusia, esta última manejará sus diferencias para cumplir el objetivo más importante de contrarrestar la presión estadounidense. Sin embargo, mientras tal alineación es fuerte en términos de palabras y posturas, es débil en las acciones. Como lo atestigua la declaración conjunta de China y Rusia durante la visita más reciente de Putin a Beijing, los dos países son expertos en expresar verbalmente sus posiciones compartidas y su apoyo mutuo, pero les faltan políticas concretas que adoptar. Por ejemplo, mientras China intenta medir el apoyo sustantivo de Rusia en el Mar Meridional de China y en Taiwán, no han surgido más que declaraciones tibias, junto con un ejercicio militar conjunto en el Mar Meridional de China en 2016. Si bien el apoyo en este dominio limitado no es suficiente para decir que existe la coordinación de China y Rusia a escala global, la autenticidad de la amistad chino-rusa se pone a prueba por cómo Rusia actuará hacia las preocupaciones de seguridad más importantes de China, como Taiwán y el Mar de China Meridional.

    La alineación chino-rusa también es vulnerable a los cambios en el equilibrio de las relaciones entre Estados Unidos, China y Rusia. Esta es la principal debilidad de una relación impulsada por factores externos, a los ojos de los analistas chinos. Tal como lo expresó Ji Zhiye , expresidente de CICIR, la relación chino-rusa es “temporal, incierta, vulnerable y podría verse gravemente debilitada incluso por cambios leves en el factor externo (la política de EE. UU. hacia ambos)”. La mejora de las relaciones con los Estados Unidos, ya sea por parte de China o Rusia, socavará la confianza de la otra parte. Además, la abrumadora dependencia rusa de China por las amplias sanciones occidentales sembrará las semillas del descontento ruso contra China y dará como resultado esfuerzos para distanciarse y contrarrestarla en caso que EEUU y la UE aflojen la apuesta contra Rusia.

    -Unidos desde la cima.

    Aunque el factor estadounidense es el principal impulsor de la relación chino-rusa, hay un impulsor menos conocido y más oculto en el lado chino: el “complejo de Rusia ” de Xi . Después de 1949, la nueva China adoptó la sovietización/estalinización completa en sus sistemas ideológico, político, económico y militar. La mentalidad y la cultura soviéticas fueron admiradas, abrazadas y absorbidas en China “ hasta unos niveles muy elevados. La formación académica de Xi estuvo profundamente moldeada por la cultura rusa, lo cual reconoció durante su visita a Rusia en 2014. La nostalgia y la preferencia por la historia y la cultura rusas es un fenómeno amplio observado entre personas que crecieron en las décadas de 1950 y 1960, especialmente en países que tuvieron una deriva socialista. Xi, como príncipe de esa generación, se encuentra entre los más saturados por la influencia soviética. Además, según expertos chinos, el “complejo de Rusia” de Xi incluye una gran admiración por Putin como líder fuerte y un profundo deseo de ser un par de Putin . Xi es poderoso porque China es poderosa, pero Putin es visto como poderoso incluso cuando Rusia es mucho más débil que el gigante asíatic . En la cultura popular china, Putin es apodado “ el Gran Emperador ” (大帝), que es inteligente, decisivo, manipulador y poderoso. Este es un estatus que Xi desea profundamente según algunos analistas de geopolítica, siendo el factor psicologista de la cima de la toma de decisiones de China en este caso relevante.

    El resultado principal del “complejo de Rusia” de Xi y la admiración por Putin es un sesgo selectivo en su juicio sobre el poder nacional de Rusia. Xi es propenso a sobrestimar las fortalezas y la confiabilidad de Rusia, mientras subestima sus debilidades y los riesgos que representa para China. Significa que es más probable que Xi vea a Rusia bajo una luz favorable, al igual que ve a Estados Unidos a través de una lente hostil. En consecuencia, está a favor de alinearse con Rusia, especialmente dadas sus “ luchas con EE. UU .” para reclamar el lugar que le corresponde a China en el mundo. Como factor interno, el “complejo de Rusia” de Xi acelera y agrava el alineamiento de China con Rusia, y algunos expertos chinos han argumentado que la creciente relación entre China y Rusia va en contra de los intereses nacionales de China en algunos casos, algo que podríamos matizar.

    -Evaluación de China del poder nacional de Rusia:

    Independientemente de los impulsores circunstanciales, el determinante más importante de las relaciones entre China y Rusia es cómo China ve a Rusia como una potencia, su fortaleza, sus debilidades y cómo afectan a China. Ahí es donde debe comenzar un análisis de la relación de China con Rusia. En China, Rusia es considerada como una de las tres únicas potencias mundiales con influencia global, junto con Estados Unidos y China. Esta evaluación no se basa en factores singulares como la riqueza económica o los activos militares, sino más bien en un juicio sobre el poder nacional integral de Rusia.

    Cuando China mira a Rusia, ve una nación dividida entre ambiciones de gran potencia y capacidades decrecientes.. Esa tensión, en opinión de China, es el origen fundamental de la inseguridad, la ansiedad y las opciones estratégicas de Rusia en la actualidad. Sin embargo, a juzgar por la mayoría de los indicadores internos, Rusia no es una gran potencia. Su economía se ha estancado , con una tasa de crecimiento anual no especialmente abultada, y sin una gran demografía a futuro. Además, la economía rusa se contrajo un 3,1 por ciento en 2020 debido a los efectos de la pandemia de COVID-19. El producto interno bruto de Rusia ocupa el puesto 11 en el mundo, que es solo el 7 por ciento y el 10 por ciento de las economías de EE. UU. y China, respectivamente. En 2021, el gasto en investigación y desarrollo de Rusia ascendió a 60.570 millones de dólares, o alrededor del 10 por ciento del gasto chino y estadounidense, respectivamente. En 2020, el gasto militar de Rusia fue de 61.000 millones de dólares , lo que representó alrededor del 24 % y el 7,8 % del gasto en defensa de China y Estados Unidos, respectivamente. Si el gasto es el indicador más convincente de la fortaleza y la trayectoria futura del país, el de Rusia no inspira confianza, aún cuando esta sea una potencia regional relevante. Aún sin ser lo que se entiende como gran potencia.

    Aunque la tasa de crecimiento económico de Rusia llegó al 4,7 por ciento en 2021, China no ve una trayectoria positiva para la economía rusa en los próximos años. Los esfuerzos para frenar las emisiones de carbono de China más para disminuir la contaminación de sus grandes urbes reducirán los ingresos por exportación de energía de Rusia a largo plazo aún cuando China sigue necesitando utilizar combustibles fósiles masivamente. La fuga de capitales en Rusia es común debido a una élite nacida de la época poscomunista más reciente. Esta élite económica bastante occidentalizada junto con la fuga de cerebros de intelectuales y élites rusas es quizá uno de los principales problemas para el país euroasiático. No importa cómo lo mire China, desde las regulaciones nacionales hasta la competitividad internacional, desde la cantidad y el nivel de educación de la población hasta la reducción de la capacidad de alta tecnología, la economía rusa no cuenta con una perspectiva a largo plazo ganadora, estando en la tesitura de gestionar su decadencia lo mejor que pueda.

    China también considera que el entorno externo de Rusia se ha deteriorado significativamente desde la reciente crisis de Ucrania por las demandas de seguridad rusas, especialmente en sus relaciones con Occidente. La gobernanza mundial, incluido el sistema financiero internacional, el comercio, no son el punto fuerte de Rusia, y su papel en la gobernanza mundial se limita al poder de veto del Consejo de Seguridad de la ONU y la influencia en Asia Central, el Cáucaso y Europa Oriental, es decir un papel de potencia regional. Rusia ha trabajado vigorosamente para consolidar su influencia dominante en Eurasia, aunque el resultado es, en el mejor de los casos, mixto cuando se consideran los 11 estados de la Comunidad de Estados Independientes.

    Tradicionalmente, China tiene un gran respeto por Rusia como potencia militar, pero ese respeto está disminuyendo. El gasto militar de China es actualmente cuatro veces mayor que el de Rusia. En el discurso chino, si Rusia no tiene el presupuesto para investigación y desarrollo militar y actualizaciones de sistemas, se quedará cada vez más rezagada respecto al gigante asiatico, aún cuando puede mantener cierto liderazgo en algunas áreas, siendo este una opción fuera del mundo occidental a material militar.

    Pero hay un aspecto del poder nacional de Rusia que suscita el mayor respeto de los estrategas chinos: la visión estratégica de Rusia y su fuerte voluntad y capacidad para utilizar, combinar e integrar el poder militar, la maniobra diplomática y la guerra híbrida para promover tal visión. Rusia combina varias herramientas para crear el caos o situaciones que le beneficien, ayudándola a lograr objetivos geopolíticos que de otro modo no habrían sido sostenibles para un país de su tamaño y medios. La capacidad de combinar habilidades diplomáticas, manipulación estratégica y guerra híbrida para lograr objetivos geopolíticos es el único rasgo que China por ejemplo a día de hoy no tiene.

    En comparación con todos los países excepto Estados Unidos, Rusia disfruta de una fuerza superior en capacidades diplomáticas, militares, energía y de inteligencia, pero es inferior en poder tecnológico, económico y financiero. Según destacados expertos chinos sobre Rusia, esta discrepancia es la razón fundamental por la que a Rusia no se le debe subestimar, pero tampoco infraestimar. La fuerza de Rusia no reside en su capacidad para ser una potencia generadora de grandes espacios geopolíticos como es el caso de EEUU, sino en su capacidad para disuadir y tratar de evitar la formación o ampliación de estos. Rusia no puede cooperar ni liderar como fuerza hegemónica global, pero puede socavar y destruir los esfuerzos de otros. Esta es la esencia de la “ estrategia del caos ” de Putin en la narrativa occidental. Entendiendo este aspecto del poder ruso, China sigue rechazando una alianza, aún cierta alineación de intereses con Rusia a partir del 28 de febrero de 2022 y ahora mismo, días después de la invasión rusa de Ucrania.


    ¿Posibilidad de desalineación?

    Al evaluar la alineación chino-rusa, es importante examinar sus grandes objetivos estratégicos, no sus posturas a corto-medio plazo. En pocas palabras, ¿China y Rusia comparten la misma visión final y el mismo enfoque del sistema internacional? Con esta pregunta en mente, las perspectivas de una cooperación chino-rusa a largo plazo se ven limitadas en última instancia por cuatro factores importantes:
    -Primero, China y Rusia tienen visiones diferentes del orden internacional.
    -En segundo lugar, como se argumentó en la sección anterior, China cree que las ambiciones de Rusia superan sus capacidades.
    -Tercero, China teme una traición rusa a China (al igual que China traicionó a la Unión Soviética durante la Guerra Fría). Algo que es más remoto dada la disputa occidental y rusa por Ucrania.
    -Cuarto, las dos economías no son mutuamente complementarias a largo plazo a excepción de temas energéticos. Profundizar en estos factores debería decepcionar a los entusiastas de una alianza chino-rusa.

    China y Rusia difieren significativamente en la forma en que ven sus roles y su relación con el sistema internacional. Como ha señalado Xi Jinping , China es beneficiaria del sistema internacional desde el final de la Guerra Fría. Por lo tanto, Xi busca reformar el sistema, pero no busca reemplazarlo. Muchos observadores han encontrado esta declaración incrédula, viendo la visión de Xi, como la Comunidad de Destino Común, como un reemplazo del orden internacional actual tal como lo conocemos. Sin embargo, el hecho es que China se ha beneficiado enormemente de esto, y Beijing no querría perder su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y el libre comercio con Occidente que ha hecho crecer en proporciones inmensas sus exportaciones y acceso a capital internacional.

    En comparación, Putin califica de tragedia la disolución de la Unión Soviética y ve a Rusia como una víctima del mismo sistema internacional del que China se ha beneficiado. Como tal, la estrategia de China ha sido en gran medida un “ascenso pacífico”: apostar por la supremacía mundial superando a Estados Unidos sin una guerra o una interrupción importante. Esta es la esencia del “ nuevo modelo de relaciones de las grandes potencias”, propuesto por Xi como mecanismo pacífico para gestionar la transición de poder y evitar un enfrentamiento, obviamente Pekín defiende esto porque prevé que la economía china absorberá más y más influencia simplemente por su gran tamaño. Por el contrario, la ventaja comparativa de Rusia —su poder militar y diplomático y su enfoque de guerra híbrida— radica en su estrategia de caos para maximizar la influencia rusa y el poder de negociación. En otras palabras, Rusia se beneficia de la inestabilidad, mientras que China prefiere la estabilidad. Ambos buscan revisar el orden internacional, pero difieren en el proceso por el cual quieren cambiarlo y la magnitud de los cambios que prefieren.

    No se puede negar que China también se beneficia hasta cierto punto del caos que crea Rusia. Como mínimo, Rusia podría distraer a Estados Unidos y mitigar el impacto de la competencia estratégica de Washington sobre China. Sin embargo, más allá de su agenda antiestadounidense compartida, China y Rusia difieren en su gran visión del orden internacional. El orden internacional deseado por China es jerárquico , con China a la cabeza. Dentro de ese orden, Rusia es inferior a China y tendría que mostrar deferencia. Sin embargo, este no es el futuro deseado de Rusia. Rusia busca el estatus de par con China y está alineando activamente sus posiciones con India, Japón y el sudeste asiático para contrarrestar la influencia geopolítica de China.

    Desde el punto de vista chino , Rusia no solo busca convertirse en el “tercer polo” en el sistema internacional y líder de un nuevo Movimiento de Países No Alineados, sino que también quiere liderar ese movimiento para contrarrestar tanto a Estados Unidos como a China. En consecuencia, Beijing cree que Moscú no se pondrá del lado de Beijing para confrontar a Washington, sino que aprovechará la competencia entre Estados Unidos y China para allanar el liderazgo de Rusia en un nuevo orden mundial. Aquí es donde China y Rusia se separan, y por qué Rusia persigue la venta de armas y la cooperación en defensa con India y Vietnam ,dos grandes dolores de cabeza para China.

    El desajuste entre China y Rusia también se refleja en su bajo nivel de comercio bilateral, cuantitativa y cualitativamente. El comercio chino-ruso aumentó en la impresionante cantidad de 146.900 millones de doláres , o 38.5% por ciento, en 2021. Sin embargo, la mayor parte de este aumento provino de la inflación de los precios de la energía. El volumen del comercio entre ambas potencias aumentó en el orden del 6 por ciento. Para poner esto en perspectiva, el comercio chino-ruso es menor que los 166.000 millones de doláres en comercio de China con Vietnam. Además, el comercio aún está desequilibrado ya que los recursos naturales representan más del 70 por ciento de las exportaciones totales de Rusia a China.

    El desequilibrio en sí mismo no sugiere una desalineación, pero sí lo hace el papel principal de Rusia como proveedor de materias primas. La transformación económica de China se basa en altas tecnologías, como la IA y los nuevos recursos energéticos. Como se mencionó, el gasto en investigación y desarrollo de China es 10 veces mayor que el de Rusia. En cuanto a las nuevas energías, el compromiso de China de reducir las emisiones de carbono, únicamente para reducir su dependencia de las materias primas importadas y reducir la contaminación en sus ciudades, eventualmente conducirá a una disminución de las importaciones de energía de Rusia. En otras palabras, Rusia jugará un papel menor en esta transformación económica de China fuera de las necesidades crecientes de esta de crudo y gas, ya que China no es capaz de descarbonizar su economía tan rápido como crece y se desarolla.

    En el contexto de la disociación entre Estados Unidos y China, Rusia no desempeña ningún papel en la sustitución de las pérdidas de China en productos de alta tecnología, y la posición de Rusia en la industria mundial de alta tecnología está muy por detrás de China, quizás con la única excepción de las tecnologías militares. Por ejemplo, después de la crisis de Ucrania de 2014, Rusia ha confiado en China para importar chips de semiconductores. En otro ejemplo, durante la reciente guerra comercial entre Estados Unidos y China, los dos países esperaban que la soja rusa pudiera compensar la pérdida de China en la soja estadounidense. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que la producción total de soja de Rusia ( menos de cinco millones de toneladas por año ) era menos del 20 por ciento de las importaciones de China desde los Estados Unidos (32 millones de toneladas en 2021). En general, aunque podría equivocarme, debido al tamaño y la estructura de la economía rusa, Rusia no es un candidato probable para un papel más importante en el futuro de la economía china.

    -¿Y entonces, qué sigue?

    ¿Cómo podemos cuadrar el círculo entre la visión crítica y negativa de la alineación política china sobre Rusia y la alineación aparentemente cada vez mayor entre los dos países? De hecho, como parece sugerir la declaración conjunta del 4 de febrero , China y Rusia se apoyan mutuamente en muchos dominios de la política internacional. La declaración de una asociación “sin límites” entre China y Rusia parece estar teniendo lugar en la crisis de Ucrania, donde China se ha abstenido de oponerse a Rusia.

    La declaración conjunta y la aquiescencia de China (o incluso el apoyo tácito) en la crisis de Ucrania ilustra una realidad difícil: en respuesta a la creciente competencia estratégica con los Estados Unidos, China está recurriendo a Rusia en busca de apoyo, a pesar de la desalineación entre los intereses nacionales de Beijing y Moscú que puedan ocurrir a largo plazo por diferentes vicisitudes, que aún no se han dado por motivos de interés nacional mutuo. No hay mejor ejemplo de “matrimonio de conveniencia” que esté, y hay que ver hasta qué punto, si se formaliza una alianza teniendo en cuenta la conveniencia, hasta qué punto pagará China (o Rusia) un alto precio por esta elección. Dado que, y salvado las obvias diferencias, Rusia se parece más a la posición del Imperio Austrohungaro, y China a la Alemania Guillermina. Una potencia en decadencia, con problemas internos, pero con un poder continental relevante, frente a oro que es una potencia ascendente, que quiere discutirle el poder y el control de Eurasia y de los mares a EEUU.

    Es difícil predecir la longevidad y la estabilidad de la actual alineación chino-rusa. Comienza y termina con la agenda antiestadounidense de China y su demanda de energía y materias primas, pero se fortalece con las preferencias personales de Xi y futuros líderes chinos de su cuerda. Hay un famoso dicho chino entre manos rusas que dice que China y Rusia solo pueden compartir miserias, pero no felicidad (中俄只能共苦,不能同甘). Sin visiones, objetivos y enfoques compartidos, China y Rusia se alinearán contra un enemigo común. Sin embargo, se dividirá de manera destructiva cuando ese delicado equilibrio sea interrumpido por cualquier cambio estructural, aunque esto es solo una hipótesis, y de ninguna manera podemos hablar de esa situación a día de hoy, el futuro durante este siglo dirá, y esperamos estar ahí para verlo.

  • Guerra ruso-ucraniana, mundo multipolar, Rimland, Heartland e inestabilidad global:

    1- El Conflicto de Ucrania, que pasó a un nuevo nivel y formato a partir de la ofensiva rusa, aparece centralmente como una guerra entre Estados. Así es representado dominantemente (imagen de abajo). Si la geografía es una arma para la guerra (Yves Lacoste), los mapas-representaciones son sus balas. Hoy vamos a analizar varios mapas:

    2- Desde 2014 el conflicto se expresa como un enfrentamiento entre las repúblicas populares separatistas pro-rusas de Donetsk y Lugansk que se llevó a 14.000 muertos. Ello habla de una fractura entre el Sureste y el Noroeste en un arco que va desde Jarkov al norte hasta Odesa.

    3-Del sureste era el Partido de las Regiones filo-ruso del depuesto presidente en 2013 Yanukovich. Allí vemos el prediominio cultural y linguistico ruso que los nacionalistas ucranianos buscan eliminar para construir una nación homogénea y «occidental» (la idea de construcción de nación no es tan común en el Este como en el Oeste europeo del siglo XIX y XX, algo que los ucranianos han traído al presente).

    4- El conflicto a nivel local expresa una lucha entre fracciones de capital/grupos de poder, donde las tres principales son los de Kiev, Dniepetrovsk y Donetsk (Akhemetov-Yanukovich/núcleo sidero metalúrgico carbonífero). El sureste es el corazón económico del país.

    5- El ataque de pinzas de Rusia pareciera tener en sus objetivos envolver el sureste, terminando de romper el control del Estado ucraniano de esa región. Allí quedaría encerrado gran parte del ejército ucraniano que iba a avanzar sobre el Donbás antes del 24/02/2022 para eliminar las fuerzas separatistas pro-rusas.

    6- Por esta razón un foco central es Mariúpol, la ciudad-puerto del Donbás, única salida al Mar de Azov que tenían las fuerzas ucranianas y que era vital para los intereses rusos en dicha zona marítima. Ahí tienen su núcleo el famoso (y polémico) Regimiento de Azov que tenían las fuerzas ucranianas, incorporados a la Guardia Nacional, que saltaron a la fama en 2014 por su accionar contra los pro-rusos.

    7- La guerra en Ucrania es un conflicto civil y a la vez interestatal – forma dominante actual- pero sobre todo es un conflicto global donde choca la geostrategia globalista neorealista (control del Rimland) del mundo anglosajón y la UE y la euroanisanista continental de Rusia.

    8- La primera busca la primicia y sometimiento de Eurasia al mar (Rimland) consolidando y profundizando el control de su periferia. Para ello es clave extender la OTAN hacia el Este europeo. Hasta la frontera con Rusia (país que se proyectó partir en tres, un estado moscovita central, un estado siberiano industrial y una república islámica en las zonas de población islamica rusa-), junto con la Unión Europea y el Transanlantic Trade and Investment Partner Ship de EEUU y la UE.

    9- Para Brzezinski, uno de los objetivos geoestratégicos que formalizó la política exterior americana, era constituir un eje de seguridad en Europa (la gran cabeza de puente euroasiática para EEUU) conformado por Francia, Alemania, Polonia y Ucrania como base para las operaciones en Eurasia (🇫🇷🇩🇪🇵🇱🇺🇦). Esto se consiguió en gran medida entre 1990 y 2004 con la entrada de los bálticos (parte integrante de la extinta URSS) además de las repúblicas del pacto de Varsovia.

    El caso de Bielorrusia y Ucrania, también fue un objetivo como partes de la URSS y regiones que le acercaban a EEUU al Heartland continental euroasiático, esto no se consiguió.

    10- Frente al expansionismo unipolar de EEUU, China y Rusia entre otros formularon en 1997 la necesidad de construir un mundo multipolar.
    El 15/6/2001 fundaron la Organización para la Cooperación de Shanghái, a la que se sumaron en los desde 2015 nada menos q India, Pakistán e Irán. Emerge Eurasia como alternativa al Rimland anglo-europeo.

    11- Se dibuja un nuevo mapa de poder que cuestiona el mundo unipolar bajo la hegemonía estadounidense y su «comunidad internacional», conformada por los protectorados de Europa, Corea del Sur y Japón (no sin contradicciones internas) y los países anglosajones bajo la Corona Británica como Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

    12- En 2009 surge el BRICS como expresión de potencias emergentes, que buscan un reparto del poder y la riqueza mundial, cuestionando las jerarquías interestatales existentes, y las reglas establecidas a nivel comercial y financiero por parte del Norte y el Rimland. Allí convergen con lo que se ha llamado Sur Global.

    13- Estos poderes emergentes son en algunos casos semiperiferias industriales en ascenso, que tensionan con el centro/núcleo orgánico por las tareas de comando de la economía-política mundial y sus monopolios.

    La excepción es China ya tiene capacidades de centro y núcleos con grandes metrópolis modernizadas como Beijing, Shanghai, Shenzhen.

    14- Esta contradicción político-estratégica entre fuerzas unipolares y fuerzas multipolares o revisionistas o contrahegemónicas se ve con total claridad en el voto por país en la ONU en la resolución no vinculante que condena la invasión rusa de Ucrania.
    La excepción a esta tendencia son Brasil y Argentina. Estas dos potencias regionales tienen unas élites que tienden, junto con buena parte de las de las naciones hispanoamericanas a seguir postulados americanistas/occidentalistas.

    15- El eurasianismo ruso y su acción como política continental surge en los 90′ como respuesta a su profundo declive luego de la caída de la URSS, a la adopción del programa neoliberal de la posguerra de la Guerra Fría y al mundo unipolar nacido de este. Justo después de que estallara el conflicto en Ucrania 2013-14, se lanza la Unión Económica Euroasiática -UEEA-.

    16-Moscú se imagina como una fortaleza asediada, vulnerable por todos los flancos, por lo cual debe extenderse sobre los territorios periféricos para amortiguar las distintas amenazas, en particular, desde Occidente. Así también justifica históricamente su propio expansionismo para sin embargo estar a la defensiva en términos estratégicos.

    17- Rusia es un poder remergente con puntos preocupantes de decadencia demográfica, que se recuperó parcialmente a nivel económico y militar, y volvió a ser uno de los principales actores geopolíticos tras haber desaparecido en el año de la disolución de la URSS.

    En 2008 logró imponer sus líneas rojas en Georgia, cuando Bush propuso su incorporación a la OTAN y se levantaron Abjasia y Osetia del Sur, regiones pro-rusas.

    18- Rusia posee un colchón estratégico que es China. Ambos declararon el 7 de febrero «Rusia y China celebran “amistad sin límites” y frente unido ante presión de occidente».

    Esto se expresa en: OCS, BRICS, apoyo chino a UEEA y la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda que limita poder del «mar» o Rimland en una alternativa del Heartland continental. Todos estos proyectos en términos militares tienen un parcialmente un núcleo euroasiático.

    19- Desde 2014 vivimos una guerra mundial híbrida y fragmentada. Tenemos guerras como Siria, el caso de Ucrania, la ofensiva contra el ISIS en Irak (ya terminada), la ofensiva turca en el norte de Siria y la intervención de este mismo país en Libia, la propia guerra de Libia, conflictos civiles en Israel-Palestina, Mali, R. Centroafricana, Sudán, Somalia, Birmania y Afganistán,
    Se multiplican los enfrentamientos regionales como producto de la multipolaridad de dicha época. Entramos en la fase de «Caos Sistémico» y (des)orden mundial. Los mapas, como han visto sirven para representar dicho caos.

  • Contra Francis Fukuyama: El fin de su fin de la hisotria.

    El infame concepto de “fin de la historia» que el Sr. Fukuyama sacó a relucir en un libro del año 1992 llamado «El fin de la historia y el último hombre» pareció novedoso en la interpretación de un incipiente mundo unipolar, sin embargo, el autor no es el primero al final de un conflicto o período histórico en pensar así, para aquellos de ustedes que no lo saben, la semana pasada, el Sr. Francis Fukuyama escribió un breve conjunto de observaciones sobre los acontecimientos actuales en Ucrania en American Purpose titulado «Preparing for defeat».

    Actualmente se encuentra en Skopje, Macedonia del Norte, donde durante la última semana impartió un curso de Academia de Liderazgo para el Desarrollo. El autor de hoy hizo doce observaciones, a las que pretendo responder u ofrecer observaciones. Voy a enumerar los doce puntos a continuación y luego responderé de la misma manera.

    1.Comencemos con las exposiciones de Fukuyama:

    «1: Rusia se dirige a una derrota absoluta en Ucrania. La planificación rusa fue incompetente, basada en la suposición errónea de que los ucranianos eran favorables a Rusia y que su ejército colapsaría inmediatamente después de una invasión. Evidentemente, los soldados rusos llevaban uniformes de gala para su desfile de la victoria en Kiev en lugar de municiones y raciones adicionales. Putin en este punto ha comprometido la mayor parte de su ejército en esta operación; no hay grandes reservas de fuerzas que pueda llamar para agregar a la batalla. Las tropas rusas están atrapadas en las afueras de varias ciudades ucranianas, donde enfrentan grandes problemas de suministro y constantes ataques ucranianos.

    2: El colapso de su posición podría ser repentino y catastrófico, en lugar de ocurrir lentamente a través de una guerra de desgaste. El ejército en el campo llegará a un punto en el que no podrá ser abastecido ni retirado, y la moral se evaporará. Esto es al menos cierto en el norte; a los rusos les está yendo mejor en el sur, pero esas posiciones serían difíciles de mantener si el norte se derrumba.

    3: No hay una solución diplomática a la guerra posible antes de que esto suceda. No existe un compromiso concebible que sea aceptable tanto para Rusia como para Ucrania dadas las pérdidas que han sufrido en este momento.

    4: El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha demostrado una vez más su inutilidad. Lo único útil fue el voto de la Asamblea General, que ayuda a identificar a los actores malos o prevaricadores del mundo.

    5: Las decisiones de la administración Biden de no declarar una zona de exclusión aérea o ayudar a transferir MiG polacos fueron buenas; han mantenido la cabeza fría durante un momento muy emotivo. Es mucho mejor que los ucranianos derroten a los rusos solos, privando a Moscú de la excusa de que la OTAN los atacó, así como evitando todas las posibilidades obvias de escalada. Los MiG polacos en particular no agregarían mucho a las capacidades ucranianas. Mucho más importante es un suministro continuo de jabalinas, aguijones, TB2, suministros médicos, equipos de comunicaciones e información compartida. Supongo que las fuerzas ucranianas ya están siendo dirigidas por la inteligencia de la OTAN que opera desde fuera de Ucrania.

    6: El costo que está pagando Ucrania es enorme, por supuesto. Pero el mayor daño lo causan los cohetes y la artillería, sobre los que ni los MiG ni las zonas de exclusión aérea pueden hacer mucho. Lo único que detendrá la matanza es la derrota del ejército ruso sobre el terreno.

    7: Putin no sobrevivirá a la derrota de su ejército. Recibe apoyo porque se le percibe como un hombre fuerte; ¿Qué tiene para ofrecer una vez que demuestra incompetencia y es despojado de su poder coercitivo?

    8: La invasión ya ha causado un gran daño a los populistas de todo el mundo, quienes antes del ataque expresaron uniformemente su simpatía por Putin. Eso incluye a Matteo Salvini, Jair Bolsonaro, Éric Zemmour, Marine Le Pen, Viktor Orbán y, por supuesto, Donald Trump. La política de la guerra ha expuesto sus inclinaciones abiertamente autoritarias.

    9: La guerra hasta este punto ha sido una buena lección para China. Al igual que Rusia, China ha construido fuerzas militares aparentemente de alta tecnología en la última década, pero no tienen experiencia en combate. El miserable desempeño de la fuerza aérea rusa probablemente sería replicado por la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación, que tampoco tiene experiencia en la gestión de operaciones aéreas complejas. Podemos esperar que los líderes chinos no se engañen a sí mismos en cuanto a sus propias capacidades como lo hicieron los rusos al contemplar un movimiento futuro contra Taiwán.

    10: Esperemos que Taiwán se dé cuenta de la necesidad de prepararse para luchar como lo han hecho los ucranianos y restablecer el servicio militar obligatorio. No seamos prematuramente derrotistas.

    11: Los drones turcos se convertirán en los más vendidos del mercado.

    12: Una derrota rusa hará posible un “nuevo nacimiento de la libertad” y nos sacará de nuestro miedo al estado de decadencia de la democracia global. El espíritu de 1989 seguirá vivo gracias a un puñado de valientes ucranianos.»

    2️. Respuesta a Francis Fukuyhama:

    Iremos punto por punto, ya que esa parece ser la mejor manera de abordar esto es ser sistematizado, algo que ayudará a ordenar ideas:

    Punto 1: La derrota, ya sea en el sentido militar o político del término, no parece ser inevitable como se pretende. Todavía no se ha organizado ninguna contraofensiva ucraniana, el territorio que hayan tomado los rusos difícilmente será devuelto en caso de estancamiento, y pesar de los problemas de logística, se ha logrado un progreso constante y sostenido con un empleo de la fuerza aérea más bien escaso por parte de Rusia. Hasta ahora, los mejores mapas para ilustrar esto, según los datos disponibles, son del Instituto para el Estudio de la Guerra. Comparen el 6 de marzo de 2022 con el de hoy, 14 de marzo de 2022 (en formato Instagram segunda y tercera imagen, no pongo alguno más reciente por evitar fallos o información poco errónea).

    Además, es importante abordar el tema de la incompetencia del ejército ruso. Hasta el momento, la ofensiva parece haberse visto gravemente ralentizada por interrupciones logísticas en las líneas de suministro o por no obtener combustible y municiones cuando era necesario. Decir que los rusos pretendían rendir a Ucrania rápidamente, seguramente por eso no plantearon una guerra con la demanda de municiones, otros enseres y de una cadena logística de una guerra más lenta. Es indicativo de que lo que pronostica el Sr. Fukuyama no es más que propaganda de Kiev o el último impulso de influencia en las redes sociales. Esta es una guerra de memética y simulación, donde los clips de War Thunder, Digital Combat Simulator y las imágenes editadas de 2014 han jugado un papel importante para ocultar lo que está sucediendo exactamente aquí.

    En cuanto a la tasa de avance o cómo se hizo, me inclino a creer que el movimiento para invadir fue una decisión apresurada basada en la inteligencia disponible para Putin y su liderazgo militar centralizado. Antes de la invasión, hubo informes contradictorios de ataques de artillería en el Donbass, muchos artículos alegaban que los rusos respaldaban a los separatistas y los rusos reclamaban a los ucranianos una detención de un intento de recuperar el Donbass, eso propició la invasión, eso explicaría la ineficacia logística rusa a parte de la idea de que el gobierno ucraniano capitularía rápidamente. Una cantidad significativa de atención a una región sitiada ahora durante años quizá sería el origen dado el miedo de Rusia a perder ese espacio ganado. A riesgo de “lanzar propaganda rusa”, los rusos han insistido en que el Donbass era un objetivo probable para las ofensivas militares ucranianas. Esta puede haber sido la razón de la invasión, y no solo la acumulación militar que probablemente fue el cálculo ruso para traerlos a la mesa de negociaciones a los ucranianos. Incluso de boca de quienes escriben para el Atlantic Council, como Vladislav Davidzon, esperaban que armar continuamente a los ucranianos generaría disuasión. La guerra aún así y la marcha hacia Kiev, Jarkov y Odessa continúa.

    Punto 2: No parece probable que el colapso sea repentino y catastrófico, si los mapas y datos recientes nos muestran algo. Hasta ahora, en Occidente sabemos poco o nada sobre la moral rusa, y nos dicen que los ucranianos están matando a más rusos en una escala comparable a las pérdidas en la Segunda Guerra Mundial en función de sus proporciones de muerte por muerte. Se siente así, si soy bastante honesto, algo que siempre es difícil de confirmar. 

    Los rusos aún tienen que desplegar todas sus fuerzas, e incluso en el norte ha habido informes de que se habla del apoyo de Bielorrusia como beligerante militar en el conflicto, pero hasta ahora nada a ese respecto, algo que igualmente solo se traduciría quizá en un frente más.  En todo caso, no podemos predecir o asumir con precisión que a los rusos les está yendo mal, aunque podemos decir que hay protestas contra la guerra en Rusia, se desconoce la relevancia de estas. Mientras tanto, las potencias occidentales. y otras naciones cercanas, en algunos casos claman por la escalada en una posible zona de exclusión aérea.

    Punto 3: “No hay una solución diplomática a la guerra posible antes de que esto suceda”. Había una solución diplomática disponible antes de la guerra que Estados Unidos y la OTAN rechazaron. El secretario general de la OTAN fue tan descarado que «Rusia no tiene derecho a establecer una esfera de influencia», negando la idea de realizar una política basada en las grandes potencias. Seguramente la megalomanía estadounidense en este sentido les hace incapaces de encontrar una solución diplomática después de décadas de expansión hacia el este de la OTAN y sanciones estadounidenses sin grandes respuestas directas por parte de Rusia. Mearsheimer, Maitra, Posen llevan años señalando esto. Pero en un tono más bien escalofriante y con una peligrosa indiferencia por las consecuencias, el Sr. Fukuyama parece estar sugiriendo que la solución diplomática solo puede llegar cuando las fuerzas militares rusas pierdan repentina y catastróficamente. Dado que eso no ha sucedido, ¿aboga por más fuerza militar? Teniendo en cuenta que estamos lidiando con un estado armado nuclear con un gran arsenal nuclear, deberíamos ser más considerados con la retórica dado que la disuasión nuclear existe por eso, para evitar escaladas entre grandes potencias. Obviamente las víctimas son las naciones intermedias que sufren el tira y afloja entre estas.

    Punto 4: El Consejo de Seguridad de la ONU ha sido útil en conversaciones anteriores, y las famosas discusiones en la ONU fueron útiles para negociar y facilitar la paz con los soviéticos durante la crisis de los misiles en Cuba. La votación de la Asamblea General de la ONU mostró cómo algunos de los centros de población más grandes del mundo, ya fueran los BRICS o los «malos» habituales de los EE. UU. que votaron a favor de la abstención o del rotundo no. Este impulso a la sanción se debe principalmente a los seguidores de los EE. UU., la UE y la esfera de influencia de los EE. UU. en el este de Asia, difícilmente el resto de la población o la economía del mundo (adjunto mapa al respecto).

    En todo caso, Fukuyama parece estar confundiendo a los actores prevaricadores con la menguante influencia estadounidense en el extranjero. Ya no son el primer socio comercial de buena parte del mundo, los chinos los han reemplazado en ese sentido, y ahora nuestras las amenazas de sancionar a India muestran a la democracia más grande del mundo que no es un socio confiable. 

    A veces pareciera que los americanos hacen todo lo posible para que los rusos apliquen sin querer la doctrina Primakov (dado que es el siguiente paso lógico de los rusos como respuesta a los americanos) Dicha doctrina se basaría en el control de daños en el espacio post-soviético. Junto con una idea de China, India y la propia Rusia como contrapesos a EEUU y el mundo occidental. Falta que India aplace sus disputas con la China, algo siempre más difícil. En este sentido EEUU quiere imponerle sanciones a India su mayor socio contra China por su «relación militar con Rusia». El objetivo es castigar a India por mostrarse neutral y de paso quitarle ese enorme mercado a Rusia para dárselo al complejo militar/industrial. La megalomanía habitual. 

    Punto 5: Finalmente algo que tiene sentido. Estoy de acuerdo en que negarse a declarar una zona de exclusión aérea y darles MiG a los ucranianos fueron decisiones sensatas. Parece ser el objetivo principal de EE. UU. y la OTAN en este momento asegurarse de que el conflicto permanezca localizado en Ucrania. Y debería serlo. Sin embargo, la tragedia de la situación en curso continuará mientras EE. UU. continúe entregando armas y suministros a un ejército y un gobierno que quiere que los ciudadanos ucranianos en el extranjeros vuelvan para luchar, los grupos extremistas radicales, el servicio militar obligatorio y su ejército para enfrentarse al Rusia, con ayuda humanitaria y los consiguientes corredores humanitarios en el fuego cruzado que la prensa occidental tanto explota. Si Siria puede ser un ejemplo de cómo se ve una guerra larga y prolongada contra grupos respaldados por extranjeros y un ejército estatal, esto nos dice que la opción occidental implica que solo continuará con el derramamiento de sangre. Lo ideal sería que proseguieran los esfuerzos diplomáticos y se tratara de reconocer esferas de influencia antes que usar a los ucranianos como carne que sacrificar contra Rusia. 

    Punto 6: Derrotar al ejército ruso sobre el terreno requeriría muchos más recursos de los que se proporcionan actualmente a los ucranianos. Esto incurre en el riesgo de una escalada, que ya han sugerido los rusos y la posibilidad de algún comboy logístico occidental destruido por la fuerza aérea rusa. Pero este es solo el Sr. Fukuyama que viene de la cosmovisión liberal obsesionada en que Rusia debe ser derrotada, similar a Catón el Viejo con Cartago. Este pronóstico tiene una sensación de fanatismo halcón por Ucrania que no llega a ninguna consideración de la relación de fuerzas real, una vez más, tratar con un estado con armas nucleares de esa forma no tiene sentido.

    Punto 7: Esto es puramente especulativo, ya que la comprensión occidental de la base de poder de Putin es limitada, y si tal y como se ha indicado, hay algún tipo de fuga de capitales en Rusia. Esto puede ser una precaución para proteger los activos de capital de los rusos ricos, los oligarcas y similares para los próximos eventos o la probabilidad de sanciones. Decir sin embargo, que una derrota sería un duro golpe para Putin, pero no creo que sea su final, al menos de inmediato. No hay rumores de un sucesor de Putin que por el momento pueda tomarse en serio, su control del poder, por ahora, parece sólido. (Después de una mayor discusión, sin un sucesor, la derrota arrojaría un golpe devastador a Putin, y a menos que su círculo tenga un sucesor viable esperando entre bastidores, esto conduciría a un vacío de poder). Con Nalvany y la oposición respaldada por Occidente más o menos encarcelados y desorganizados , el punto del Sr. Fukuyama depende únicamente de la derrota completa de las fuerzas armadas rusas y, por extensión, del estado ruso. Este no es un pensamiento racional, pero su apertura para implicar y declarar su preferencia por un cambio de régimen es coherente con su línea ideológica. Es casi como si tuviera la sensación de que no le importaría que un reemplazo viniera a Rusia en un vagón de tren. Algo que puede ser mejor para los rusos, pero también puede suponer otro candidato más agresivo.

    Punto 8: Una vez más, una reiteración de las ideas preconcebidas del liberal Fukuyama, y ​​el mismo tipo de acusación de «populismo» que hemos escuchado de cualquiera que se desvíe del orden/élite gobernante actual. Es populismo cuando no es un progresista confiable o un conservador intercambiable por un progresista no enloquecido, aún cuando Bolsonaro, Trump o Zemmour tengan notables diferencias con Putin. Esto es solo hipocresía, propaganda, jerarquía de enemigos públicos y la distinción amigo/enemigo de siempre.

    Fuera de algunos grupos de derecha muy concretos, los nacionalistas rusos y los enemigos habituales del orden internacional construido por los Estados Unidos, esto no ha sido algo que los principales populistas de todo el mundo hayan apoyado. Dejando a un lado la broma de Trump sobre las banderas falsas, el único «populista» al que hay que prestar atención es Bolsonaro, cuya economía depende del gas natural ruso para la nitrogenación de su fertilizante. En todo caso, los populistas están más enfocados en algo que suena mucho más a una política exterior realista que en cualquier cosa que obtengamos de la élite actual que tiende a la histeria ideológica para tratar los sucesos de política internacional.

    Punto 9: Nuevamente, no es otro punto malo. El último conflicto de Rusia con un grado significativo de despliegue de infantería y blindados fue en 2008, e incluso eso no tuvo el mismo nivel de armamento y apoyo extranjero que vemos con Ucrania. Además, el último conflicto de estado a estado para el gigante asiático fue el de China contra Vietnam en 1979, por lo que el ejército de China no está relativamente probado para ese tipo de conflicto, sin embargo tiene una serie de recursos industriales y económicos más jugosos que China junto con una mano de obra virtualmente ilimitada. Me imagino que el liderazgo de China es un poco más realista en sus capacidades, sumado a que China luchará con mayor moral dado que Taiwán es considerado como parte de su territorio, algo que le dará un tinte de guerra patriótica que el caso ruso-ucraniano puede no tener.

    Punto 10: ¿Es eso políticamente posible? Sin embargo, dado el valor de una promesa estadounidense en estos días, esto sería algo que los taiwaneses deberían considerar si quieren sobrevivir contra el gigante asiático.

    Punto 11: Esto tiene un alto potencial de ser verdad. Probado ahora en Ucrania y Etiopía. Con Turquía tratando de reafirmarse dentro de su propia política exterior, espero que a estos drones les vaya bien en el mercado internacional, o al menos en los acuerdos con las naciones vecinas. Esto se producirá ante la ira de Rusia, donde los acontecimientos recientes en Armenia, Kazajstán y Siria solo han hecho que su relación sea más tensa. Sin embargo, no creo que esto pase de ser publicidad armamentística para Turquía.

    Punto 12: Si el club de la democracia en declive solo puede ser apoyado y sostenido bajo unas ideas concretas de corte progresista y un conservadurismo amable con los primeros parece que solo es democracia si votas de cierta manera, y lo digo sin ironía. El espíritu de 1989-1991 que revindican Fukuyhama (la derrota del bloque soviético) viene con corrupción desenfrenada, estancamiento económico (y demográfico)y sobre todo pérdida progresiva de la hegemonía absoluta a nivel mundial. En todo caso, el espíritu de 1989-1991 no se debe a que un grupo de valientes ucranianos exploten a una serie de carros de combate rusos, sino que las naciones están gobernadas por un orden democrático que no ha beneficiado siempre a sus pueblos nativos durante décadas y que ha sido una herramienta de subordinación geopolítica.

    3. Conclusión final.

    El Sr. Fukuyama no ha dejado sus predilecciones liberales desde que se reanudó la historia (advenimiento de un mundo multipolar), Rusia no parece estar colapsando de manera inminente y tampoco su avance militar en Ucrania parece estar completamente quebrado, dado que se acerca más y más a Kiev. (Me niego a cambiar el uso del topónimo de la ciudad a Kyiv, ya que ha sido parte de los esfuerzos de propaganda principalmente occidentales). La realidad está claramente escrita en los hechos. Occidente, y principalmente Estados Unidos, todavía tiene que considerar seriamente las consecuencias de segundo orden de su campaña de sanciones o su expansión hacia el Este de la OTAN. Como apunté en otras publicaciones, los impactos de segundo orden de esto afectarán la capacidad de los EE. UU. para obtener más petróleo, ya sea porque los saudíes los ignoran (dado que no quieren perjudicar sus exportaciones a otros países) o porque un intento reciente de importar petróleo venezolano se desmorona cuando Maduro por un lado, dada la falta de inversiones, no puede cubrir la demanda creciente, junto con la noticia de hace una horas de «La Casa Blanca dice que descarta “por ahora” importar petróleo de Venezuela».

    Estados Unidos se está dando cuenta rápidamente de que las opciones en su caja de herramientas se parecen más a los antibióticos, ciertamente se ha desarrollado una resistencia. Esto no quiere decir que la economía rusa no sufrirá, pero debido a la larga lista de naciones que no pertenecen a la lista de «naciones hostiles» de Rusia, Estados Unidos observará cómo estás intentan eludir las sanciones, ya sea Brasil, India, Sudáfrica, Egipto y China.

    En lugar de eso, el breve pronóstico del Sr. Fukuyama fue la reanudación de la charlatanería habitual que se espera de un intelectual conservador (de lo realmente existente), si bien hay una apariencia de algún punto decente en esta lista, una vez más, esto no es más que los puntos habituales que hemos visto en los medios principales del consenso. De hecho, la historia se ha reanudado, Sr. Fukuyama, y ​​sería mejor tener eso en cuenta, algo que a quién os escribe le quita el sueño, y que tratará de traer en publicaciones posteriores.

  • ESPAÑA, MARRUECOS Y EL SAHARA OCCIDENTAL: UNA INTEPRETACIÓN REALISTA.

    El día viernes 18.03.2022, aparecía una noticia la cual afirmaba que el “Gobierno de España ha cambiado su postura con relación al conflicto saharaui.» Pedro Sánchez y el ala socialista del Ejecutivo han apoyado la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental que Marruecos presentó ante la ONU en 2007 como «la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa». Todo esto a quien les escribe no le ha sorprendido dado que la política exterior española es no tener política exterior, salvo algunas llamadas a la cooperación internacional, multilateralismo y demás antiguallas ideológicas que no nos valen para entender lo que está ocurriendo entre España y Marruecos.

    Para empezar, sería conveniente para nuestros intereses establecer un marco teórico basado en el realismo político (y diferentes vertientes de este), a través del cuál desarrollare varias premisas al respecto la cuestión hispano-marroquí y que servirán para ilustrar con más claridad dicha situación: 

    1: El orden internacional es anárquico, el sistema internacional carece de autoridades o jurisdicciones globales obligatorias, y únicamente reina, en último término los sujetos soberanos o Estados en pugna, aún cuando las instituciones internacionales, sean vías para tratar de disciplinar dicha pulsión (vital, por la supervivencia y seguridad, dependiendo la escuela), en último término es la intervención de los Estados las que solucionan o por la negociación o por la guerra dichas pugnas.

    2: La geopolítica es la lucha por el espacio, espacio en el que se desarrolla la vida social dentro de los Estados, la principal pulsión de las potencias es el mantenimiento o expansión de este, de forma directa (anexión) o vía gobiernos títeres, gobiernos afines, o gobiernos neutrales además de estados colchón (que sirvan de garantía o espacio de seguridad).

    3: Los Estados, además de luchar por el espacio, luchan por equilibrar, mantener o imponer demandas de seguridad a sus rivales.

    4: La búsqueda de poder, influencia, seguridad o simplemente la existencia es el factor que determina las decisiones en las estructuras de toma de decisión en los Estados. 

    En conclusión y bajo dicho marco teórico, la política exterior de España, sí es que existe, está siendo todo lo contrario a lo que debe hacer un Estado para preservar sus demandas de seguridad y/o aumentar su influencia relativa respecto a Marruecos, que tiene claras demandas territoriales de territorios españoles y de zonas circundantes (tanto aguas territoriales como tierra firme) que deberían ser tomadas por España como objetivos clave de seguridad. Si tomáramos las enseñanzas del realismo ofensivo, la receta sería no aplazar la acción española dado que aún tiene un poder relativo superior ante Marruecos.

    Según Mearsheimer, que desarrolló elementos clave de las afirmaciones de Dickinson centrándose en la dominación regional, su teoría del Realismo Ofensivo, la situación ideal para cualquier país en la política internacional es que domine su región del mundo y asegurarse de que ningún otro país domine esa región, este sería el caso de una España que quiere asegurar la costa norte cercana a la Península Ibérica en África. Esta es la única manera de salvaguardar sus intereses, según esta teoría en caso que esto no ocurra eventualmente habrá un conflicto entre Estados en busca de seguridad entre dos o más Estados, conflicto que España aplaza sistemáticamente dada su inacción en lo que respecta a tener cualquier tipo de acción exterior.

    Por otro lado, la segunda opción de la acción exterior española es a lo sumo equilibrar al rival (realismo defensivo) con una mejora sustancial de la cooperación en contra Marruecos junto con Argelia. Todo esto no está sobre la mesa de los políticos españoles, no porque Marruecos sea más fuerte que España en el momento actual, sino porque España, que tiende a estar muy centrada en sí misma y acostumbra a inhibirse de la política internacional, está llevando a cabo una política apaciguamiento ante un rival no apaciguable (en tanto las demandas de Marruecos suponen la amenaza existencial en contra la presencia española en el Norte de África ), con el que no es una opción aplazar el conflicto, y no tomar ninguna medida, dado que incluso España, un país sin acción exterior, en un momento de amenaza existencial será normal que parte de los que componen su estamento de toma de decisiones de seguridad, sean alertados ante una situación de flagrante quebranto de los intereses del Estado español. 

    Dado que el objetivo de un político experimentado en relaciones internacionales, sería interesante y previsor dado la existencia permanente de un dilema de seguridad frente a Marruecos, plantear acciones que garanticen los intereses españoles, al valorar y crear opciones disuasorias del programa de máximos de Rabat. Previsión que tiene tres ejes de actuación:

    -Tratar de arrancar garantías de aliados y socios (OTAN y UE) que reconozcan las necesidades de seguridad de España en el Norte de África además de tratar de aislar a Marruecos en el acto. En caso de no ser reconocidas amenazar con no cumplir con obligaciones relevantes de la organización Atlántica y la Unión Europea, amenazando con cooperar con sus rivales geopolíticos (al menos como farol).

    -Disuasión por aumento de las capacidades militares, en dichas zona geográfica, tanto en Canarias como en Ceuta y Melilla como en las zonas cercanas de Norte de África.

    -Alianzas alternativas con enemigos de Marruecos como Argelia, apoyar al frente Polisario con formación, material financiación, etc.

    Obviamente, y como estamos viendo esto no es lo que ha ocurrido, ni siquiera ningún político español está planteándose una hipótesis de conflicto, España no está actuando ante lo que podría ser a medio-largo plazo una amenaza existencial y una eventual pérdida de espacio ante su vecino del sur. Aunque las capacidades geopolíticas de Marruecos son inferiores a las de España en casi todos los sentidos, Marruecos tiene algo que no tiene España: Voluntad política y un plan a medio-largo plazo para conseguir lo que obsesiona a todo Estado con políticos ambiciosos que actúa racionalmente, más espacio, tanto de aguas territoriales como tierra firme es mayor posibilidad de supervivencia. La cuestión empeora cuando pensamos que si Marruecos soluciona finalmente a su favor la cuestión saharaui jerarquizará sus intereses respecto al Norte y en contrapesar a Argelia. Los marroquíes son el paradigma del realismo político derivado de una voluntad política férrea y un dilema de seguridad definido (que pasa por perjudicar a sus dos vecinos), España está perdida en la fantasía de cooperación y multilateralismo liberal.

    En todo esto, decir que España ha aplicado la doctrina de la rendición preventiva. Ante el rearme marroquí en su particular carrera armamentística con Argelia, siempre hay gente que habla de la «próxima guerra con Marruecos». No habrá tal guerra, porque la acción marroquí a través de su diplomacia y su lobby en España le lleva a lograr sus objetivos. En España la defensa nacional y la geopolítica no le interesa a nadie, menos a los políticos. Ceuta y Melilla serán marroquíes en el largo plazo y sin disparar un tiro si la política exterior española termina sin tener un ápice de voluntad, aún cuando los medios para defender las ciudades autónomas existen. Decir igualmente que esta no es, una opinión mía, es la posición extraoficial española. Busquen un documento oficial del siglo XXI donde se hable de ambas ciudades y la defensa nacional.

    Sea como sea, tanto en el caso de Morgenthau como de Waltz, teóricos realistas, siendo la del primero la que se basa en la idea de que los Estados buscan más poder, como la posición de Waltz, que en la mayoría de los casos mantener su posición relativa en el sistema internacional; por lo tanto, los Estados no tienden a ser expansionistas sino a operar en el entorno internacional para mantener su seguridad. Waltz concibió a los estados como actores racionales unitarios que existen en un sistema de «autoayuda» (es decir, uno en el que cada estado debe valerse por sí mismo), esto es algo que la España que defiende los mitos del multilateralismo a ultranza no ha aceptado aún. De hecho, los Estados preocupados sobre todo por la supervivencia y operando con información imperfecta según Waltz, están condicionados por la lógica del sistema en patrones de comportamiento similares.

    El equilibrio interno ocurre a medida que los estados aumentan sus propias capacidades aumentando el crecimiento económico y/o aumentando el gasto militar, algo que España no parece haber sido espoleada por el aumento relativo del poder marroquí (siendo el dilema de seguridad erróneamente planteado dado que los políticos españoles no perciben a Marruecos como una amenaza). El equilibrio externo ocurre cuando los estados forman alianzas para controlar el poder de estados o alianzas más poderosos, eso no parece, dada la posición de España y la fricción que ha provocado con Argelia el distanciarse de la política de apoyo parcial al Sáhara para contentar a Marruecos.

    En el caso español no se cumple ninguna de las dos teorías realistas de relaciones internacionales, ni buscar más poder, ni mantener la estabilidad y el status quo, de hecho, dado que se tiene una visión idealista de cómo funciona la geopolítica, se comunica por parte de un comunicado el Gobierno español de que la estrategia con Marruecos únicamente es la cooperación y el respeto a los acuerdos. Obviamente eso significa sustancialmente nada concreto, dado que Marruecos está dispuesto a romperlos (dichos acuerdos), especialmente en la cooperación en materia migratoria entre España y el reino alauí. De hecho, España está buscando «normalizar» la posición de un rival geopolítico que es abiertamente expansionista, algo contradictorio allá por dónde se mire.

    Los políticos no estaban en clase cuando se explicó el concepto de interés nacional. La urgencia de este presidente por “normalizar” una situación en perjuicio de una zona gris (región en disputa) de manual tendrá efectos que sufriremos más pronto que tarde (en Ceuta y Melilla). Un conflicto congelado sirve para muchas cosas, empezando por mantener el statu quo. Creer que eso no servirá para blindar Ceuta y Melilla es de una candidez preocupante. Manda un mensaje de debilidad de manual. Eso sin contar con los efectos sobre Argelia y el equilibrio estratégico. No solo por asuntos vinculados con el abastecimiento energético, sino sobre todo porque allana el camino hacia la lucha por la supremacía regional marroquí. 

    Lo que ocurra en adelante dependerá más de la capacidad de España para prepararse y plantear una disuasión efectiva, que conduzca las relaciones con Marruecos a un punto en el que el país alauí se vea obligado a reconocer las necesidades de seguridad españolas. Lo cierto es que es, por otro lado, difícil comprender algún tipo de racionalidad estratégica en esta decisión en favor de Marruecos. Eso sin contar que esto vuelve a demostrar que el papel lo aguanta todo, y en eso se incluye la supuesta cooperación y acuerdos de España con Marruecos. 

    Sin ni siquiera entrar a valorar los efectos directos en las relaciones con Argelia  considerando además la cooperación energética vital para España respecto a Argelia. Por supuesto, la disputa de Marruecos-Argelia, en pleno rearme marroquí y del mundo en un entorno multipolar es, para España es la mejor opción para disuadir a Marruecos. Sin embargo, dada la existencia de oportunidades, la asfixia económica de partes del territorio enemigo de los marroquíes, el utilizar como arma a migrantes y refugiados, el hostigamiento de determinados sectores económicos vitales del Sáhara y de Ceuta y Melilla da sus resultados para el Reino de Mohamed VI. Marruecos es un maestro en ese sentido. A pesar de eso, España no es capaz de jerarquizar intereses correctamente de forma realista, esto incide en que España es incapaz de priorizar en su estrategia (si hay alguna) y no distingue entre intereses vitales nacionales y compromisos de menor importancia.

    Por otro lado y para acabar, en relación a la jerarquización de intereses, mientras España intenta mostrarse dura con Rusia en un conflicto de baja relevancia estratégica para nuestros intereses, cede en otro que sí es importante a cambio de una fantasía, ofreciendo una imagen de debilidad que pagaremos en algún momento futuro.

  • En defensa de un orden neowestfaliano: ¿Una nueva política exterior de EEUU para Europa?

    El punto de invadir Ucrania de Putin es una excelente noticia muy alentadora para algunos como yo que todavía creen en la historia (aún cuando la guerra sea dura como fenómeno humano): sugiere que la historia, a fines del año 2022, podría no haber terminado tal y como se pregonó por algunos intelectuales americanos hace décadas. Algunos estadounidenses creen que esto es inaceptable, que, parafraseando a FDR, la frontera de Estados Unidos está en los Cárpatos. Para aquellos que creen que Europa, incluso Europa del Este, es parte del mundo de “América”, llena de protoamericanos que aún no se han tomado la molestia de solicitar sus pasaportes azules, ¡no hay más alternativa que luchar! Defender la nación soberana de Ucrania (y sus importantes recursos energéticos, etc.), junto con los principios fundamentales del derecho internacional. Estados Unidos debe defenderse dado que su frontera exterior ha sido atacada. 

    Esta agresión no se mantendrá dado que es la visión idealista del excepcionalismo americano se choca con  el concepto totalmente realista de la geopolítica en el siglo XXI. Comencemos con algunos hechos geopolíticos.

    -El contexto histórico:

    Ucrania era el núcleo del estado ruso original (Rus de Kiev y, hasta que New Order fue una banda (nueva orden liberal), había sido una provincia de Rusia (Tratado de Paz Perpetua de 1686 ) aproximadamente desde el momento que por ejemplo el Rey de Inglaterra todavía gobernaba en las Trece colonias. Ucrania es un poco menos rusa que Texas es estadounidense, y mucho más rusa que lo francesa que es Alsacia. Cualquier ucraniano civilizado habla ruso perfectamente bien: el «idioma ucraniano» es un dialecto campesino. El presidente de Ucrania ni siquiera habla con fluidez este argot «ucraniano», que es un poco más importante en la vida urbana normal que el galés en Gales. Solo ver la noticia del Kyiv post que decía hace aproximadamente más de un año “Zelensky quiere saber y hablar mejor ucraniano”

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    Al igual que “Sudán del Sur”, la “nación” moderna de “Ucrania” es como las bromas wilsonianas redactada por el Departamento de Estado (EEUU como único país que no coincide etnia-estado que protege a todos los pequeños etnoestados) en su afán por fragmentar naciones, una coincidencia histórica concebida en la colusión de Lenin, Stalin y Alger Hiss para darle al anterior un voto en la ONU, en la muy importante Asamblea General, para cada una de sus provincias—luego dado a luz en una de las borracheras de vodka de Boris Yeltsin. Y Wilhelm II también está en la imagen, de alguna manera. Y fue una gran manera de romper la Unión Soviética.

    Una aclaración sobre «Ucrania»: Un caso clásico de extraña invención nacional del siglo XIX».

    Quizás una mejor descripción del significado de «Ucrania» es que esta «Ucrania» es, como «Yugoslavia» o «Checoslovaquia», dos países históricamente separados pero lingüísticamente similares unidos por diplomáticos trastornados del siglo XX. Si Putin realmente conoce la historia, esperemos que tenga la sabiduría para separar países artificiales como es Ucrania.

    El primer país es Malorossiya, o “Pequeña Rusia”. Malorossiya, que tiene su propia identidad nacional, es y siempre ha sido, desde antes del nacimiento de los EE. UU., tanto una provincia de Rusia como Nueva Inglaterra es un estado estadounidense, como Oviedo es una ciudad española. Su capital es Kiev, que todo educado de la generación X conocía como una de las tres grandes ciudades rusas. Kiev era una ciudad rusa cuando Estados Unidos era el Dominio de Nueva Inglaterra o España mantenía su imperio colonial. Su segunda ciudad es Odessa, otra gran ciudad rusa.

    El segundo país en todo esto es Rutenia. La manera fácil de usar esta etiqueta históricamente compleja en el mundo moderno es definirla como el área habitada por hablantes de ruteno, pero que nunca fue parte del Imperio Ruso. Su capital es Lviv, antiguamente conocida como la ciudad polaca de Lwów. Varias partes de Rutenia cambiaron de manos entre Polonia y Austria en varios momentos históricos.

    Wikipedia, en su primera oración sobre el «idioma ucraniano», lo llama «ucraniano, históricamente también llamado ruteno». Como estudiantes de historia, preferimos que nuestras etiquetas para países y lenguas no se cambian históricamente por razones políticas, gracias a los diplomáticos, aún cuando wikipedia no es una buena fuente, también apunta ese hecho.

    Es fácil ver a partir de los datos que el ruteno en el Imperio Ruso era un idioma del país: el 95% de sus hablantes, en el censo de 1897, se clasifican como «rurales» en lugar de «urbanos», lo que lo convierte, en un argot rústico. Compararlo con «Welsh in Wales» fue divertido, porque también supuso una excavación para recuperar el galés, una tradición anglosajona desde Shakespeare, pero tal vez sería más correcto decir que en Kiev ahora, el ruteno es aproximadamente tan importante como el español en Los Ángeles.

    Si alguien te dijera que LA tiene un nombre español y que alguna vez fue parte del Imperio español, estaría diciendo la verdad. Si te dijeran que el 30 % de la población hablaba tanto español como inglés, el 15 % de la población hablaba más español que inglés y el 5 % solo español, podrías pensar que estaban mintiendo un poco. Si te dijeran que Los Ángeles estaba dirigido por hispanohablantes, harías bien en negarte a creerles.

    Además, el ruteno en la Galitzia polaca y austríaca tampoco era precisamente una lengua urbana sofisticada. En el curso normal de la historia, los extraños dialectos rurales se extinguen, por muy ilustre que sea su herencia: el idioma se extiende fuera de la metrópolis. Incluso las lenguas rurales más distintivas, tan diferentes de la lengua metropolitana como el gaélico del inglés, el euskera del español o el galés, de cualquiera de las lenguas humanas, tenderán a perecer a medida que la moda las destierre.

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    Tratar este dialecto ruteno, por muy extendido que esté entre los mujiks locales (campesinos rurales sin propiedades), como una lengua literaria legítima, es un caso clásico de extraña invención nacional (nacionalismo romántico decimonónico) del siglo XIX. El extenuante ejercicio cultural de elevar algún argot campesino a una importancia sucedánea tiene sentido solo por una razón: para definir la razón de ser para crear un nuevo régimen soberano, es decir de “construir una nación”.

    Dado que las homilías diplomáticas de los siglos XIX y XX a veces generaron más problemas que soluciones al respecto el artificialismo de algunos países, artificialismo especialmente en los EEUU, pero que se negó en su propio caso (como único imperio universal posible), decretaron que cada lengua debería tener un régimen o Estado, cualquiera que pudiera definir una lengua podía crear un país, con su derecho a “autodeterminación.» Esta regla nos dio Yugoslavia (mayoritariamente serbocroata), Checoslovaquia con un continuum dialectal entre el eslovaco y  entre ambos), etc. Claramente parecía una buena idea en ese momento.

    Invadir esta “Ucrania”, pero detenerse en la frontera de 1914 de la Rusia imperial, sería un movimiento pragmático e increíblemente fundamentado por parte de Putin. El resto de Rutenia se llenaría rápidamente con el resto de los que pertenecen a esa parte de la Ucrania Occidental o Rutenia.

    La situación actual:

    Ahora, recién adornado con sus laureles de ganancia de función y bañado con confeti después de la victoria de Afganistán, el Gobierno de los EE. la década de 1990, de Kaiser (que apoyó la creación de un Estado tapón «ucraniano»,, Bill de Alger Hiss (que fue asesor de Yelstin) y Boris Yeltsin (que defendió la idea de nación rusa frente a la URSS, más sobre esto en la publicación que subimos el otro día sobre la disolución de esta).

    El problema de los Estados Unidos y de Europa con esto es que si tenemos un perro nuestro en esta pelea, entonces todos los perros son nuestros. Sin embargo, afirmo que no todos los perros son nuestros. Sin embargo, mi duda de que todos los perros son nuestros, o incluso por mi creencia de que no deberíamos tener ningún perro se extiende en este tipo de situaciones.

    De hecho, creo que si Estados Unidos o cualquier país de la OTAN pudiera decidir que no tenemos perros en ninguna pelea además de la nuestra (¿y quién pelearía contra nosotros, sino para pelear con nuestros perros?), este “mundo sin aliados” resultaría superior no solo para todos los europeos y estadounidenses, sino también para todos. Los perros deben ser libres para correr y jugar, no deben estar encadenados todo el día, y el derecho a hacer la guerra es el atributo más fundamental de la soberanía nacional (según la doctrina clausewitziana). En nuestro estado neowestfaliano frente al sistema liberal , no hay estados títeres ni países falsos; cada nación es independiente: existe por su propia fuerza. Si eso falla, desaparece dicha nación.

    Bueno, un hombre como yo puede soñar con esto. Pero este aislacionismo y apunte teórico o de principios es solo una forma de despejar la cuestión de qué debería suceder realmente aquí. Hagamos zoom y analicemos la situación desde la perspectiva de ambos jugadores. Tal vez haya un plan de cooperación en el que todos ganen.

    La situación desde la perspectiva de Putin.

    Juzgándolo desde la perspectiva de Putin, el Anschluss de Ucrania es una gran idea. Sin embargo, el problema con Putin es que sus grandes ideas sólo lo son en abstracto; de alguna manera, nunca alcanza la grandeza en lo concreto. Por ejemplo: ¿por qué Crimea, una de las joyas inmobiliarias del mundo, no está salpicada de ciudades chárter llenas de nómadas globales? Crimea podría ser como California, pero con policía. En cambio, hasta donde yo sé, es un remanso medio en ruinas gobernado por un matón local de poca monta.

    Parece importante advertir a este discurso que si Putin se anexiona Ucrania, esto probablemente no será bueno para Ucrania, ni a largo ni a corto plazo. Pero debería serlo. Dado que este es un ensayo sobre la teoría de la política exterior, en lugar de una especie de baño de lengua patrocinado por Moscú, imaginemos un Putin abstracto e ideal. Invadir Ucrania probablemente será bastante bueno tanto para los Putin reales como para los ideales.

    El Putin real fortalecerá su imagen como restaurador de la Gran Rusia y reafirmará su posición de poder interno. Las sanciones contra Rusia no dañarán su negocio como exportador de energía con excedente comercial porque tendrá alguien siempre que lo compre; la dañarán a oposición occidentalizada de Putin. (Imagínese si Rusia exigiera oro para su gas natural). El Putin ideal convertiría a Ucrania en una joya perfectamente gobernada de la nueva Europa Central post-estadounidense y post-liberal, si bien parece desafortunado que esto suceda, dé un paseo por Moscú y verá que en general es casi como cualquier ciudad europea.

    La situación desde la perspectiva de Trump respecto a la de Biden.

    ¿Qué hay para los estadounidenses? ¿Qué hay de EEUU en todo esto? Pero, a menos que uno de estos saurios (personas mayores) se desplome fortuitamente, nos dirigimos directamente a un Biden-Trump 2024. No necesitamos mencionar al Trump real, obviamente no conozco al Trump real, pero ¿qué haría el ideal?

    Si Trump triunfante regresa al cargo en 2024, su primer objetivo no debe ser usar el poder, sino tomar el poder, hacer crecer el alcance de su cargo mediante una acción. Y el escenario adecuado para esta acción es la política exterior. El objetivo de Trump es expandir su poder en lugar de obtener resultados, porque los resultados son ingresos y el poder es capital. En lugar de pescar con las manos, fabrica una caña de pescar. La acción crea poder porque la acción crea precedentes. Si Trump puede actuar en una escala en la que ningún presidente en la memoria viva se ha atrevido a actuar, sus enemigos se sentirán intimidados y asustados; sus fans estarán entusiasmados y envalentonados; y le resultará más fácil no solo obtener resultados, sino también tomar aún más poder. La victoria crea más victoria, y no existe tal cosa como demasiado poder.

    Por supuesto, si estas acciones son extrañas, imprudentes y perjudiciales para los objetivos de Estados Unidos, se vuelven contraproducentes en lugar de productivas. Lo que Trump necesita no son solo acciones enormes, sino victorias, tan pronto como sea posible, tan grandes como sea posible. Y esas victorias deben pisotear las creencias y suposiciones más sinceras de sus enemigos en el estado administrativo, y luego demostrar su valía con un éxito palpable.

    Es mucho más fácil para un nuevo presidente hacer valer su derecho constitucional a controlar el poder ejecutivo controlando la política exterior, ya que la política exterior, por definición, no tiene un objetivo totalmente nacional. El derecho del presidente, como jefe ejecutivo del poder ejecutivo, a dictar el presupuesto, la política y el personal de ese poder, es más claro en la diplomacia y la defensa en el exterior.

    Por lo tanto, Trump necesita una victoria dramática en política exterior que sea palpablemente buena para Estados Unidos , pero que solo se puede lograr aniquilando alguna red de poder dentro de la llamada “rama ejecutiva”. Idealmente, la victoria de la política es tan completa que ninguna organización puede permanecer plausiblemente; el problema simplemente desaparece. Aclarar, sin embargo, que me centro en Trump dado que Biden ya ha dejado más o menos clara una postura bastante conservadora respecto a lo que sería la política exterior americana en Europa.

    El objetivo de la política exterior de EE. UU. en Europa.

    Bajo nuestra hipotética la administración de Trump, el objetivo de la política exterior de EE. UU. en Europa es influir en la política interna de Estados Unidos. No existen objetivos realistas de política exterior estadounidense, en el sentido habitual, para Europa. Los objetivos realistas de la política exterior son militares o económicos. Europa no es una amenaza militar para los Estados Unidos de ninguna manera. Europa tiene un superávit comercial con los EE. UU., lo que significa que cortar el comercio con Europa, por definición, haría crecer la economía de los EE. UU.

    Más bien, bajo la administración de Trump, el objetivo de la política exterior de EE. UU. en Europa es impactar interno en Estados Unidos. Por ejemplo, la caída de Afganistán liquidó las estructuras organizativas dentro del Estado y el Departamento de Defensa que apoyaban a este caótico estado títere. Estas estructuras son resistentes, pero no pueden sobrevivir al final de su propósito (la desaparición del títere en cuestión).

    La liquidación de “Ucrania”, comediantes-presidentes, magnates petroquímicos y todo, será un enorme golpe tanto para el Estado como para la Defensa. Sugerirá a todos los demás estados clientes del Departamento de Estado que Washington ya no puede garantizar su «soberanía», ya sea por la diplomacia o por la fuerza.

    ¿Darle a Rusia mano libre en el continente?

    Pensar solo en términos de “el Texas de Rusia” es pensar demasiado pequeño. Más bien, Trump debería darle a Rusia carta blanca no solo en los territorios de habla rusa, sino hasta el Canal de la Mancha.

    El objetivo de una política exterior trumpista ideal en Europa es retirar la influencia estadounidense de Europa. Esto garantizará la derrota del liberalismo en el Continente. Aquí en Estados Unidos, esto demostrará a liberales y conservadores por igual que el liberalismo es mortal, con efectos gigantescos en la moral de ambos. Y como dijo Clausewitz, todos los conflictos son principalmente sobre la moral. Las ideas liberales no son autóctonas de la región. Son ideas angloamericanas. Llegaron arrastrados por una marea de dinero, moda y bombas. ¿Y qué nación ha hecho más y mejor trabajo, en los últimos dos siglos, para derrotar al liberalismo en Europa? Mientras que los alemanes en el siglo XX pueden haberlo intentado, los rusos en el siglo XIX tuvieron éxito.

    Rusia derrotó al dictador revolucionario Bonaparte. Los cascos del caballo cosaco resonaron sobre los adoquines de París. Rusia fundó la Santa Alianza y ancló la Liga de los Tres Emperadores, dedicada a la reacción europea de tintes más negros. Las tropas rusas sofocaron la revolución de 1848 y liberaron a Hungría de la tiranía liberal. La recompensa de Rusia por esto fue la loca agresión franco-británica de la guerra de Crimea, una encarnación temprana y desquiciada del imperialismo liberal del siglo XX.

    Ahora es el destino de Rusia volver a restaurar el orden en Europa, aunque Rusia no tiene poder solo para eso, debería buscar replantear el escenario europeo de seguridad. Sin embargo, dado que Estados Unidos es más fuerte que Rusia, nuestro hipotético Trump debe hacerle saber a Putin que está bien hacerlo. Solo hay una forma de enviar este mensaje de manera inequívoca: retirarse de Europa.

    Política para el Trump ideal.

    Ordenará la retirada de todas las fuerzas y diplomáticos estadounidenses, todas las bases, embajadas y consulados, del continente europeo. Cualquier conversación diplomática, si aún es necesaria, puede manejarse por correo electrónico o zoom. Si estas instalaciones no existieran, nadie las inventaría. En su propósito nominal, la comunicación entre pares entre gobiernos soberanos, son anacrónicos. En su propósito real, la supervisión cliente-servidor de los gobiernos satélite, son detestables. Al retirar a todo el personal estadounidense estacionado en Europa, Trump no está abandonando Europa, la está liberando de ser títeres, les retira la estructura que sostiene a Europa. Algo como lo de Gorbachov que liberó el Pacto de Varsovia.

    La nueva condición de Europa es que no necesita responder ante América por su forma de gobierno. Quienquiera que gobierne Francia es el gobierno de Francia; el gobierno de jure es el gobierno de facto. Como dijo el presidente Monroe hace 200 años: La política con respecto a Europa estadounidense es no interferir en los asuntos internos de ninguna de sus potencias; considerar al gobierno de facto como el gobierno legítimo para nosotros; cultivar relaciones amistosas entre EEUU y Europa y preservar esas relaciones mediante una política franca, firme, respondiendo en todos los casos a las justas demandas de cada poder, sin someterse a las injurias de ninguno.

    Será mejor que Francia no se meta con nosotros. Pero ya sea que el régimen en Francia sea democrático, nacionalista, sea fascista, comunista, monárquico, estará bien comprar su vino. 

    Política para el Putin ideal.

    Sí tiene las manos libres en Europa, Putin ni siquiera necesitará usarlas. No habrá ejércitos de tanques arrasando euros, al estilo de los juegos de guerra de 1976. Incluso un corte de gas en invierno sería irremediablemente de mano dura. ¿Estados Unidos invadió el Pacto de Varsovia en 1989? No era necesario, era el centro de gravedad obvio de Rusia simplemente necesitó brindar respaldo y apoyo a los regímenes pro-estadounidenses que surgirán naturalmente cuando se retire la influencia Soviética.

    Hay casos como el ejército francés, que ya fantasea con un golpe tal y como afirmaban los medios hace meses, se dará cuenta rápidamente de que nada en absoluto impide ese golpe, o incluso requiere que la junta resultante sea temporal. Cualquier régimen de cualquier tipo podría justificarse simplemente restaurando la seguridad pública urbana: calles seguras y limpias sin áreas prohibidas. Nadie que haya vivido el período democrático tardío olvidaría la diferencia, o la locura de dar por sentado el viejo mundo. Imagínese pensar en la miseria urbana y la decadencia al estilo de 2022 como «normal».

    Muchas de las acciones de Putin parecen estar dirigidas a reforzar su autoridad interna. Esto es muy débil según los estándares históricos, ya que Putin no es de hecho un zar: tiene que pretender ser un político democrático electo bajo el estado de derecho. Esta concesión es su propia rendición, y la rendición de su país, al gobierno global de la democracia, que es, o fue, el gobierno global de Angloamérica. Pero eso fue entonces y esto es ahora: Estados Unidos se ha retirado de Europa. (Sin incluir a Gran Bretaña).

    De ello se deduce que, así como la vieja Europa de posguerra era un laboratorio de democracia, la nueva Europa ideal posterior a Trump debe convertirse en un laboratorio de reacción contra el liberalismo. Una vez que Putin tenga las manos libres en el continente, todas las viejas naciones europeas encontrarán una garra de ayuda para restaurar una forma de gobierno natural a ellos: cuanto más autocrático (o no) más legítimo.

    El problema fundamental del régimen de Putin es cómo expandir su poder personal tanto en profundidad como en tiempo. En el fondo, debe ser más autocrático, más capaz de mandar personalmente todo en todas partes. Con el tiempo, su régimen debe durar no sólo toda su vida, sino mucho más allá incluso de su vida. La ilegitimidad de las dictaduras del siglo XX es una mancha negra en la autocracia, porque contradice la autocracia. Una autocracia temporal tiene inestabilidad incorporada. Dado que el dictador de otra falsa nación postsoviética, Lukashenko, debe pretender ser un político electo, nadie puede estar seguro de lo que sucederá cuando Lukashenko muera. Aquí hay debilidad en el más fuerte de los regímenes, bajo el más fuerte de los hombres fuertes.

    Por lo tanto, el interés de Putin en ocupar Europa es probar el futuro de Rusia como una autocracia legítima, en otras palabras, una monarquía absoluta al estilo zarista u otro sistema de sucesión que no genere una destrucción del propio sistema. Dado que todos los países europeos fueron en algún momento una monarquía, y dado que el concepto de violencia de masas, guerra de guerrillas, etc., en la Europa moderna, es cómico y fomenta una serie de experimentos, monarquía y autocracia, experimentos cuyos resultados pueden aplicarse en Rusia misma parece el movimiento obvio.

    Existe cierto peligro para Rusia en la restauración real de la vitalidad de la vieja Europa. Rara vez Rusia ha podido competir libra por libra con Francia o Alemania. Pero considerando el estado actual de esas naciones, pasarán muchos años antes de que esto sea una preocupación seria.

  • La idea de individuo e identidad como fundante de los desórdenes morales contemporáneos.

    La identidad tal y como la entendemos es falsa. Locke inventó la idea de «identidad». La identidad sólo emerge dentro de la esfera pública de la democracia liberal como algo opuesto al yo privado-doméstico.  Es una apariencia del yo, una falsificación. Si algo define a la idea de individuo libeal, es la separación o la afirmación de la identidad respecto al yo.

    La expresión/tradición cultural tiene una base material en las realidades históricas, la identidad no. Cambia según el capricho de la persona porque existe sólo como una extensión del yo (que está en constante cambio), este es uno de los problemas de la idea ilustrada de que le confiere al individuo agencia moral (según Alsadir Mcintrye), con la diferencia de que se trata de definir dicha identidad en términos racionalistas, para luego crear «derechos subjetivos» como producto de ellos.

    Una vez entendido esto, nos es posible entender también el lugar clave que tienen los tres conceptos en el esquema moral propiamente moderno, el de derechos, el de protesta y el de desenmascaramiento.  Rápidamente sabréis a lo que me refiero: Por «derechos» no me refiero a los derechos conferidos por la ley positiva o la costumbre a determinadas clases de personas; quiero decir aquellos derechos que se dicen pertenecientes al ser humano como tal (como si el individuo existiera antes que la sociedad, aún cuando el individuo es también una creación moderna) y que se mencionan como razón para postular que la gente no debe interferir con ellos y su búsqueda de la vida, la libertad y la felicidad.

    La idea de la identidad brota de estos conceptos ilustrados, que reorganizados bajo una idea subjetivista de la identidad individual (abstracción sobre abstracción), se han puesto en el centro del panorama de los políticos occidentales. Todo esto como es lógico no podría haber surgido en una sociedad sin los desórdenes morales que hemos sufrido los occidentales, donde se ha perdido la conexión entre autoridad moral (sea humana o escrita) e individuo (concepto también creado por la ilustración).

    Son los derechos que en el siglo XVIII fueron proclamados derechos naturales o derechos del hombre. En ese siglo fueron definidos característicamente de modo negativo, precisamente como derechos con los que no se debe interferir. Pero, a veces, en ese mismo siglo y mucho más a menudo en el nuestro, derechos positivos (ejemplos son los derechos a la promoción, la educación o el empleo) se han añadido a la lista. 

    La expresión «derechos humanos» es ahora más corriente que cualquier otra expresión dieciochesca (del siglo XVIII). Sin embargo, y de cualquier modo, positivo o negativo, que se invoquen, se sobreentiende que atañen por igual a cualquier individuo, cualquiera que sea su sexo, raza, religión y poco o mucho talento, y que proveen de fundamento a multitud de opciones morales concretas. La mejor razón para afirmar de un modo tan tajante que no existen tales derechos, es precisamente del mismo tipo que la mejor que tenemos para afirmar que no hay brujas, o la mejor razón que poseemos para afirmar que no hay unicornios: el fracaso de todos los intentos de dar buenas razones para creer que tales derechos existan naturalmente (sin autoridad que los cree, en este caso el soberano que los garantiza). 

    En la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de 1949, la práctica de no dar ninguna buena razón para aseveración alguna, que se ha convertido en normal para las Naciones Unidas, se sigue con gran rigor. La existencia de tales derechos no puede ser demostrada, pero en este punto subraya simplemente que el hecho de que una declaración no pueda ser demostrada no implica necesariamente el que no sea verdadera. Lo que es cierto, pero podría servir igualmente para defender presunciones sobre los unicornios y las brujas. Los defensores filosóficos dieciochescos de los derechos naturales a veces sugieren que las afirmaciones que plantean que el hombre los posee son verdades axiomáticas; pero sabemos que las verdades axiomáticas no existen. Los filósofos morales del siglo XX han apelado en ocasiones a sus intuiciones, aunque esto siempre ha generado argumentos que parecen puros psicologismos que van muy conectados con esa idea de identidad.

    El concepto de derechos fue generado para servir a un conjunto de propósitos, como parte de la invención social del agente moral autónomo; el concepto de utilidad se diseñó para un conjunto de propósitos completamente diferente. Y ambos se elaboraron en una situación en que se requerían artefactos sustitutivos de los conceptos de una moral más antigua y tradicional, sustitutivos que aparentaban un carácter radicalmente innovador e incluso iban a dar la apariencia de poner en acto sus nuevas funciones sociales. De ahí que cuando la pretensión de invocar derechos combate contra pretensiones que apelan a la utilidad o cuando alguna de ellas o ambas combaten contra pretensiones basadas en algún concepto tradicional, no es sorprendente que no haya modo racional de decidir a qué tipo de pretensión hay que dar prioridad o cómo sopesar las unas frente a las otras. La inconmensurabilidad moral es ella misma producto de una peculiar conjunción histórica.

    Esto nos proporciona un dato importante para entender la política de las sociedades modernas. La cultura del individualismo burocrático weberiano resulta ser un debate político característicamente abierto entre un individualismo que sienta sus

    pretensiones en términos de derechos y formas de organización que hacen creer que estos son una realidad, obviamente bajo una forma ficticia que tiene una serie de derechos garantizados por el poder y la burocracia estatal (aún cuando existen gracias a esta y no en ausencia de ella, ahí su desmitificación como pura voluntad derivada del individualismo burocrático y sus conceptos universales y naturales al individuo).

    Las formas inacabables del debate moral contemporáneo, se producen por la interminabilidad de dichos debates como consecuencia de ser cierta una versión modificada de la teoría emotivista sobre el juicio moral que apela al individuo y a su identidad ficticia.

    Así, el punto terminal de la justificación siempre es, desde esta perspectiva, una elección que ya no puede justificarse, una elección no guiada por criterios.  Cada individuo, implícita o explícitamente, tiene que adoptar sus primeros principios sobre la base de una tal elección. El recurso a un principio universal es, a la postre, expresión de las preferencias de una voluntad individual y para esa voluntad sus principios tienen y sólo pueden tener la autoridad que ella misma decide conferirles al adoptarlos. Con lo que nos hemos aventajado en gran cosa a los emotivistas, a fin de cuentas.

    Esta concepción de la vida humana completa como sujeto primario de una valoración impersonal y objetiva, de un tipo de valoración que aporta el contenido que permite juzgar las acciones y proyectos particulares de un individuo dado, deja de ser generalmente practicable en algún punto del progreso —si podemos llamarlo así— hacia y en la modernidad. Esto ha pasado hasta cierto punto desapercibido porque históricamente se considera por la mayoría no como una pérdida, sino como una ganancia de la que congratularse viendo en ella, por una parte, la emergencia del individuo libre de las ligaduras sociales, de esas jerarquías constrictivas que el mundo moderno rechazó a la hora de nacer, y por otra parte liberado de lo que la modernidad ha tenido por supersticiones de las sociedades europeas pretéritas.

    En muchas sociedades tradicionales premodernas, se considera que el individuo se identifica a sí mismo y es identificado por los demás a través de su pertenencia a una multiplicidad de grupos sociales. Soy hermano, primo, nieto, miembro de tal familia, pueblo, tribu, comunidad. No son características que pertenezcan a los seres humanos accidentalmente, ni de las que debían despojarse para descubrir el «yo real». 

    Son parte de mi substancia, definen parcial y en ocasiones completamente mis obligaciones y deberes. Los individuos heredan un lugar concreto dentro de un conjunto interconectado de relaciones sociales; a falta de este lugar no son nadie, o como mucho un forastero o un sin casta. Conocerse como persona social no es, sin embargo, ocupar una posición fija y estática. Es encontrarse situado en cierto punto de un viaje con estaciones prefijadas; moverse en la vida es avanzar —o no conseguir avanzar— hacia un fin dado. Así, una vida terminada y plena es un logro y la muerte el punto en que cada uno puede ser juzgado feliz o infeliz. De aquí el viejo proverbio griego «Nadie puede ser llamado feliz hasta que haya muerto».

    Esta concepción de la vida humana completa como sujeto primario de una valoración impersonal y objetiva, de un tipo de valoración que aporta el contenido que permite juzgar las acciones y proyectos particulares de un individuo dado, deja de ser generalmente practicable en algún punto del progreso —si podemos llamarlo así— hacia y en la modernidad. Al decir esto, por supuesto, vale la pena observar que el yo peculiarmente moderno, el yo emotivista, cuando alcanzó la soberanía en su propio dominio bajo las identidades y soberanía individual, que realmente está condicionada por el individualismo burocrático que realmente gobierna mediante instituciones la sociedad, haciéndolo todo más confuso, se perdió los límites tradicionales que una identidad social y un proyecto de vida humana ordenado a un fin dado que le habían proporcionado.  


    Sin embargo, necesitamos recordar también que si el yo (y su identidad ficticia) se separa decisivamente de los modos heredados de teoría y práctica en el curso de una historia única y singular, lo hace en una variedad de maneras y con una complejidad que sería empobrecedor ignorar. Cuando se inventó el yo distintivamente moderno, su invención requirió no sólo una situación social bastante novedosa, sino también su definición a través de conceptos y creencias diversos y no siempre coherentes. Lo que entonces se inventó en este punto fue la idea de individuo, una idea moderna sobre la que se construye (a pesar de ser una ficción) buena parte de las ideas políticas de nuestro presente en marcha, siendo la principal, como indique el otro día la idea en la publicación “¿La izquierda es hipercapitalista?” Valores de izquierda como autonomía, libertad e igualdad están agravando el desarraigo social.” enlazándose perfectamente dichos desórdenes morales contemporáneos con los mitos que fundan las políticas públicas en nuestro presente actual

  • Las Autocracias frente a las Democracias: Desafíos de Rusia y China en la posguerra ruso-ucraniana.

    La guerra ruso-ucraniana es uno de los conflictos geopolíticos más grandes desde la Segunda Guerra Mundial y tendrá consecuencias globales mucho mayores que los ataques del 11 de septiembre. En este momento crítico, China necesita analizar y evaluar con precisión la dirección de la guerra y su impacto potencial en el panorama internacional.  Al mismo tiempo, para luchar por un entorno externo relativamente favorable, China necesita responder con flexibilidad y tomar decisiones estratégicas que se ajusten a sus intereses a largo plazo.

     La ‘operación militar especial’ de Rusia contra Ucrania ha causado gran polémica en China, con eventual y opositores divididos en dos bandos implacablemente enfrentados.  Este artículo no defiende a ninguna de las partes y, para mí juicio y referencia únicamente importa analizar la toma de decisiones en China, intentando durante este realizar un análisis objetivo sobre las posibles consecuencias de la guerra junto con sus correspondientes opciones de contramedidas.

     I. Predecir el futuro de la guerra ruso-ucraniana:

    1. Es posible que Vladimir Putin no pueda lograr los objetivos esperados, lo que pone a Rusia en una situación difícil.  El propósito del ataque de Putin fue resolver por completo el problema ucraniano y desviar la atención de la crisis interna de Rusia al derrotar a Ucrania con una guerra relámpago, reemplazando el liderazgo occidentalista y sustituirlo por un gobierno pro-ruso.  Sin embargo, la guerra relámpago fracasó y Rusia no puede soportar una guerra prolongada y los altos costos asociados sin poner más que los 200.000 soldados que a lo sumo tiene desplegados en contra de un número equivalente o ligeramente inferior (aún cuando la regla de oro es que cuando uno ataca la proporción debe ser 3 a 1 en favor del atacante). Lanzar una guerra nuclear tendría a Rusia en el lado opuesto del mundo entero y, por lo tanto, es imposible de ganar. Las situaciones tanto en casa como en el extranjero también son cuánto más tiempo pase más difíciles para Rusia.  Incluso si el ejército ruso ocuparía la capital de Ucrania, Kiev, y establecería un gobierno títere a un alto costo, esto no significaría la victoria final.  En este punto, la mejor opción de Putin es terminar la guerra decentemente a través de conversaciones de paz, que obliga a Ucrania a hacer concesiones sustanciales y delimitar zonas de influencia y un Estado colchón en Ucrania Occidental.  Sin embargo, lo que no es alcanzable en el campo de batalla también es difícil de obtener en la mesa de negociación.  En todo caso, esta acción militar constituye una serie de consecuencias imprevisibles que no podemos ni llegar a dilucidar. 

     2. El conflicto puede escalar aún más y no se puede descartar la eventual participación de Occidente en la guerra más activamente. Si bien la escalada de la guerra sería costosa para este a corto plazo, existe una alta probabilidad de que Putin no se dé por vencido fácilmente dado su carácter y poder. La guerra ruso-ucraniana puede escalar más allá del alcance y la región de Ucrania, e incluso puede incluir la posibilidad de un ataque nuclear, aún cuando este tipo de medidas son solo de disuasión. Una vez que esto sucede, EE.UU. y Europa no pueden permanecer al margen del conflicto, desencadenando así una guerra mundial o incluso una guerra nuclear.  El resultado sería una catástrofe para la humanidad y un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia. Este enfrentamiento final, dado que el poderío militar de Rusia no es rival para el de la OTAN, sería aún peor para Putin que únicamente está haciendo una política de control de daños, es decir, está atacando para mantenerse estratégicamente a la defensiva.

     3. Incluso si Rusia logra apoderarse de Ucrania entera y provocar una anexión (plan de máximos) en una apuesta desesperada, sigue siendo una patata caliente a nivel económico. A partir de entonces, Rusia llevaría una pesada carga y se vería abrumada. En tales circunstancias, sin importar si Volodymyr Zelensky está vivo o no, lo más probable es que Ucrania establezca un gobierno en el exilio para enfrentar a Rusia a largo plazo.  Rusia estará sujeta tanto a las sanciones occidentales como a la rebelión dentro del territorio de Ucrania, aún cuando esta por la demografía y la experiencia rusa en contrainsurgencia sea encomiable.  Las líneas de batalla serán muy largas. La economía doméstica rusa será perjudicada si tiene dificultades para exportar al mundo materias primas, más aun suponiendo que tuviera que anexar toda Ucrania y construir estructuras administrativas en el país europeo.  Este período excederá de algunos años y le dará beneficios a largo plazo, aún al ser dicho plan de máximos el más doloroso a corto plazo.

     4. La situación política en Rusia puede cambiar o desintegrarse a manos de Occidente. Después del fracaso de la guerra relámpago de Putin, la esperanza de la victoria de Rusia depende del tiempo y de la cantidad de bajas que este dispuesta a soportar sumado a la cantidad de destrucción de las zonas que luego tendrá que mantener, las sanciones occidentales han alcanzado un grado sin precedentes, aún cuando exista un desacople con Occidente. A medida que los medios de vida de las personas se ven gravemente afectados y las fuerzas contrarias a la guerra y contra Putin se reúnen, no se puede descartar la posibilidad de un motín político en Rusia, sin embargo, al occidente eliminar los medios de comunicación y plataformas que ellos controlan, seguramente esto resulte ventajoso para el gobierno ruso dado que será menos susceptible a la guerra informativa occidental.  Con la economía de Rusia al borde del colapso, sería difícil para Putin apuntalar la peligrosa situación incluso sin la pérdida de la guerra ruso-ucraniana.  Si Putin fuera expulsado del poder debido a una guerra civil, un golpe de estado u otra razón, sería aún menos probable que Rusia se enfrentara a Occidente temporalmente, con la excepción de la posibilidad de que tomara el poder una facción de nacionalismo duro/euroasianista/paneslavista, sin embargo, este escenario es muy improbable aunque supondría o seguramente sucumbir ante Occidente en el peor de los casos para ellos o detener la política exterior defensiva de control de daños en el espacio post-soviético en una política más agresiva (en el caso nacionalista/euroasianista/paneslavista).

     II.  Análisis del impacto de la guerra ruso-ucraniana en el panorama internacional:

     1. Estados Unidos mantendría e liderazgo en el mundo occidental y Occidente se vuelve una unidad política más clara.  En la actualidad, la opinión pública cree que la guerra de Ucrania significa un colapso total de la hegemonía de los EE.UU., pero la guerra de hecho traería a Francia y Alemania, que querían separarse de los EE.  UU bajo la idea de proyecto europeo, de vuelta al marco de defensa de la OTAN, destruyendo el sueño de una idea de Europa unida dispuesta a lograr la diplomacia independiente y la autodefensa.  Alemania aumentaría mucho su presupuesto militar;  Suiza, Suecia y otros países abandonarían su neutralidad. Con Nord Stream 2 suspendida indefinidamente, la dependencia de Europa del gas natural estadounidense en perjuicio nuestro sería el escenario más posible inevitablemente.  Estados Unidos y Europa formarían una comunidad más estrecha de futuro compartido y el liderazgo estadounidense en el mundo occidental se recuperaría.

     2. El “telón de acero” volvería a caer no solo desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro, sino también hasta el enfrentamiento final entre el campo dominado por Occidente y sus competidores. Occidente trazaría la línea entre democracias y estados autoritarios, definiendo la división con Rusia como una lucha entre democracia y dictadura/autocracia.  El nuevo Telón de Acero ya no se dibujará entre los dos campos del socialismo y el capitalismo, ni se limitará a las formas de la Guerra Fría.  Será una batalla a vida o muerte entre los que están a favor y en contra de la democracia occidental (algo que parece tener bastantes precedentes). La unidad del mundo occidental bajo el Telón de Acero tendrá un efecto importante en otros países: la estrategia del Indo-Pacífico de EE. UU.  se consolidará y otros países como Japón se acercarán aún más a EE. UU., lo que formará una unidad democrática amplia sin precedentes, que ya era real pero no formal.

     3. El poder militar de Occidente, especialmente en Europa crecerá significativamente, la OTAN seguirá expandiéndose dentro de lo posible (lo que le permitan sus rivales) y la influencia de Estados Unidos en el mundo no occidental se perderá en beneficio de China que tratará eventualmente de parar ese avance.  Después de la Guerra Ruso-Ucraniana, no importa cómo Rusia logre su posguerra ya que en gran medida a las fuerzas antioccidentales en el mundo se encontrarán en un entorno de mayor polarización entre bloques. La escena posterior a los levantamientos soviéticos y orientales de 1991 puede repetirse: pueden reaparecer teorías sobre “el fin de la ideología” y otras teorías del fin de la historia occidentalistas, los gobiernos indecisos entre una u otra facción (autocracias/democracias) sufrirán obviamente más presiones que hasta ahora. Occidente poseerá más “hegemonía” tanto en términos de poder militar por disuasión respecto a las autocracias como en términos de valores e instituciones, el aumento del poder duro y su insistente poder blando alcanzarán niveles superiores bajo la idea de un dilema de seguridad polarizado. 

     4. China tendrá el riesgo de estar más aislada bajo el marco establecido. Por las razones anteriores, si China no toma medidas proactivas para responder, se encontrará en un entorno de una mayor contención e intentos de avance por parte de EE. UU. y Occidente. En ese sentido el escenario es que en ningún caso Putin caiga, esto le interesa China, ya que en ese escenario EEUU no se enfrentará a dos competidores estratégicos, sino que solo tendrá que encerrar a China en una contención estratégica.  Europa se aislará aún más de China;  Japón se transformó en la vanguardia contra China;  Corea del Sur será asegurada y Taiwán tratará de unirse al coro anti-China (bajo el conato de invasión China), el resto del mundo tendrá que elegir bando bajo la mentalidad de rebaño, aunque seguramente algunas de las potencias regionales podrán mantener mantener su independencia. China no solo estará rodeada militarmente por los EE.  UU., la OTAN,y el AUKUS, sino que también será desafiada por los valores y sistemas occidentales.

    III: La elección estratégica de China:

    1. China bajo la idea occidental de seguridad no puede estar atada a Putin y debe ser aislada lo antes posible, esa es la principal hipótesis angloeuropea.  En este sentido una escalada del conflicto entre Rusia y Occidente ayuda a desviar la atención estadounidense de China, China debería alegrarse e incluso apoyar a Putin, pero solo porque le impide jerarquizar a EEUU en Asia-Pácifico, de ahí a que un apoyo económico chino sea plausible en la posguerra.  Estar en el mismo barco que Putin afectará a las decisiones futuras de China en caso de que pierda el poder ya que esto podría ser catastrófico al ser aislada en su frontera norte. A menos que Putin pueda asegurar la victoria con el respaldo de China, una perspectiva que parece sombría dado que las guerras siempre trastocan la política doméstica.

    Ante esta situación y complicado puzzle la ley de la política internacional dice que “no hay aliados eternos ni enemigos perpetuos”, sino que “nuestros intereses son eternos y perpetuos”.  En las circunstancias internacionales actuales, China solo puede proceder salvaguardando sus propios intereses, eligiendo el menor de los dos males y descargando la carga (tal y como ya está haciendo) en Rusia lo antes posible.  China en este sentido debe actuar con decisión si quiere disputar el papel de superpotencia planetaria contra EEUU.

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     2. China debe evitar jugar con ambos bandos al mismo tiempo, esto puede parecer un deseo parcial de quién os escribe, pero no dejar de ser neutral le hará actuar más tarde de lo que quizás es necesario para el gigante asiatico. En la actualidad, China ha tratado de no ofender a ninguna de las partes y caminó por un término medio en sus declaraciones y elecciones internacionales, incluida la abstención en las votaciones del Consejo de Seguridad de la ONU y la Asamblea General de la ONU.  Sin embargo, esta posición no satisface las necesidades de Rusia, y ha enfurecido a Ucrania y sus seguidores, así como a sus simpatizantes, poniendo a China en una situación complicada entre la política de las grandes potencias la cuál es necesariamente polarizada y dicotómica. En algunos casos, la neutralidad aparente es una opción sensata, pero no se aplica a esta guerra, donde China no tiene nada que ganar. Dado que China siempre ha defendido el respeto por la soberanía nacional y la integridad territorial especialmente en el siglo de las lamentaciones como un arma para rechazar el imperialismo japonés y occidental en sus fronteras, esto genera una situación novedosa ideológicamente hablando para la dirección del Partido Comunista chino.

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     3. China debe lograr el mayor avance estratégico posible y no quedarse más aislado por Occidente antes que se den cuenta que el frente europeo no es tan relevante (realismo ofensivo). Blindar la posibilidad de una Rusia hostil, mientras se muestra abierto a mantener su sistema de exportaciones masivo ayudará a construir un entorno en el que pueda mantener su hegemonía. Aunque es difícil y requiere mucha sabiduría, es la mejor opción para el futuro.  La opinión de que una disputa geopolítica en Europa desencadenada por la guerra en Ucrania retrasará significativamente el cambio estratégico de EE.UU.  de Europa a la región del Indo-Pacífico no puede tratarse con un optimismo excesivo aunque tampoco de puede despreciar. Ya hay voces en los EE.UU. de que Europa es importante, pero China lo es más, y el objetivo principal de los EE.UU. es evitar que China se convierta en la potencia dominante en la región del Indo-Pacífico.  Bajo tales circunstancias, la principal prioridad de China es hacer los ajustes estratégicos apropiados en consecuencia, contener las acciones estadounidenses hostiles hacia China y salvarse del aislamiento. El resultado final es evitar que Estados Unidos y Occidente impongan sanciones conjuntas a China antes que esta pueda ganar todo el espacio posible (en términos de Carl Schmitt el fin de la geopolítica).

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     4. China sin embargo debe evitar el estallido de guerras de gran tamaño que perjudican a su sector exportador y a sus crecientes demandas energéticas, que son, como es lógico susceptibles a recientemente a las fuerzas estratégicas de Rusia que retiran combustibles fósiles y materias primas del mercado internacional para presionar las economías occidentales europeas. Esto puede ser evitado por China por tratos bilaterales en temas de energía y materias primas con los principales países productores, aún cuando el efecto de sacar oferta del mercado internacional de Rusia genere un alza en los precios que no interesa a China Para demostrar el papel de China como una gran potencia responsable, China debe bascular esto, el apoyar a Putin para cubrir el flanco norte, sino que también debe tomar medidas concretas para evitar las posibles aventuras de Putin que perjudiquen a China.  China es el único país del mundo con esta capacidad y debe aprovechar al máximo esta ventaja. 

    La pregunta que nos surge finalmente es, ¿podrá China vascular sus intereses estratégicos en materia de estabilidad económica y abundancia de oferta de materias primas que necesita su economía junto con apaciguar o comprender sin dar una carta en blanco el revisionismo del sistema europeo de defensa continental, esto solo el futuro lo dirá?

  • Lecciones de una caída: Revisando el colapso de la Unión Soviética.

    Rusia no fue un país de inspiración socialista durante más de un siglo. Sin embargo, ahora que volvemos a discutir sobre Rusia, parece imposible evitar discutir también sobre dicho período histórico. Cuando Rusia (o mejor dicho la URSS) era un caso de socialismo real en declive como a finales de los años 80, rechazada, aturdida y estancada, había poco que los rusos pudieran decirles a los profesores, inversores y filántropos occidentales que llegaban en masa para darles lecciones sobre su propia historia. El imperio socialista había sido superado económica y políticamente, y tendría que adaptarse al capitalismo; las cosas parecían así de simples. Pero siguió una década de bandolerismo económico y político, para luego ver el ascenso de un presidente nacionalista, Vladimir Putin, que ganó la gratitud de la nación por poner a la mafia oligárquica bajo una apariencia de control, y ni 20 años después, Estados Unidos y sus aliados europeos han adoptado una postura de enemistad truculenta hacia Rusia, a menudo por razones de política interna..

    Es natural que los rusos, y algunos occidentales de mente abierta, ahora estén reexaminando partes de la narrativa triunfalista de Occidente.  Aunque la victoria soviética sobre el III Reich sigue siendo motivo de celebración nacional, la Rusia de Putin ha sido todo menos ciega ante su oposición al socialismo.  Hay un nuevo museo del sistema de campos de prisioneros Gulag, y las obras de los disidentes del siglo XX, incluidas las del novelista Aleksandr Solzhenitsyn, aparecen en los planes de estudios escolares.

    Lo que se está reexaminando es el proceso mediante el cual la tambaleante Unión Soviética de los años ochenta fue derrotada y desmantelada.  ¿Fue una revolución heroica en la que el reformador profético Mikhail Gorbachev condujo a su pueblo hacia un conjunto de ideales más nobles? ¿O era Gorbachov un comunista fiel que simplemente se equivocó y se llevó consigo a la disolución de un país de 270 millones de ciudadanos soviéticos?

    Han surgido preguntas similares sobre el papel de las influencias externas en ese período. Las consecuencia seguramente tengan muchas vertientes en la fragmentación de la superpotencia  soviética, especialmente el modelo federal ya heredado del leninismo fundante. ¿Estados Unidos ayudó a Rusia una vez que la revolución estaba en marcha?  ¿Explotó a Rusia y se aprovechó, geopolítica y económicamente, de su debilidad?  Estas preguntas son de particular interés ya que Estados Unidos ahora se encuentra ocupando la posición geoestratégica que ocupó Rusia en la Guerra Fría (salvando las grandes diferencias de poder relativo que aún mantiene EEUU actualmente), como la más estancada de dos superpotencias rivales, económicamente dependiente de su rival internacional y restringiendo el discurso en sus países cercanos bajo el «Gran Despertar progresista».

    La Unión Soviética no se estaba derrumbando antes de mediados de la década de 1980.  Una década antes, un observador neutral podría incluso haber dicho que era Estados Unidos el que estaba en problemas.  Una ola de revoluciones campesinas en el Tercer Mundo, la derrota estadounidense en Vietnam, la estanflación y los precios vertiginosos del petróleo (que representaron el 80 por ciento de las ganancias en divisas soviéticas) favorecieron a la URSS.

    Es cierto que la industria soviética quizá arrastró problemas que derivan de una excesiva meta-planificación, dado que el Estado planificaba de forma centralizada todos los aspectos de la economía, y que seguramente por la desconfianza de los mandos a delegar aspectos claves de la producción a los técnicos, algo que suponía una ventaja en términos de escala, y una desventaja de términos de que se requerían toneladas de voluntad política para mantener el sistema funcionando, a su vez los los gastos militares estaban absorbiendo el doble del PIB soviético que de la economía estadounidense, también la natalidad no era la de unas décadas antes.  Pero la población no estaba inquieta y en ningún sentido el país tenía esa idea de decadencia.  Era, para usar el término del historiador de Princeton Stephen Kotkin, “letárgicamente estable”.

    Vladislav M. Zubok, argumenta que fueron las reformas de Mikhail Gorbachev, y no los excesos que pretendían corregir, las que derrumbaron todo el proyecto. Zubok no niega que en la década de 1980 la URSS mostraba síntomas alarmantes de debilitamiento relativo: en 1984, la planta nuclear de Chernobyl, cerca de Kiev, se fundió.  En 1985, un colapso en los precios del petróleo provocó un aumento del 45 por ciento en la deuda externa. Pero Gorbachov, enérgico, moralista y miope, agravó los problemas del Estado. Trató de curar a la sociedad rusa de su apego al alcohol a través de una casi prohibición de las ventas de bebidas alcohólicas, en un momento en que los impuestos sobre el alcohol representaban una parte significativa de los ingresos del gobierno.  Ni su popularidad ni el equilibrio presupuestario del estado nunca se recuperaron por completo. Lanzó una lucha para mejorar la calidad de los productos soviéticos que tuvo el efecto de sacar muchos productos de consumo populares del propio mercado. Aunque los medios extranjeros pronto lo tratarían como un mesías, a nivel nacional Gorbachov tuvo con muchos problemas desde el principio.

    Si hubo una catástrofe política característica de la era de Gorbachov, una cuyos efectos han resonado durante décadas, fue la extraordinaria Ley de Empresas Socialistas de 1987, que Gorbachov, enamorado de la terminología leninista, llamó “colectivización”.  No era nada de eso.  Entendiendo a medias cómo funcionaba el capitalismo, Gorbachov autorizó a los administradores estatales a crear una “economía de democracia socialista”.  Por increíble que parezca, a los gerentes de las empresas estatales se les permitió establecer sus propios bancos, de los que luego podían pedir prestado, y establecer empresas conjuntas con socios extranjeros. Este arreglo no produjo nada de la innovación y el vigor empresarial que había imaginado Gorbachov.  Por el contrario, los líderes empresariales de Rusia tenían muchos incentivos para obtener ganancias, pero ninguno para invertirlas.  Los ejecutivos podían vender activos estatales a sí mismos o a sus socios a precios fijados por el estado artificialmente bajos, y luego venderlos a terceros al precio de mercado.

    Zubok, como Kotkin, usa la palabra “canibalización gerencial” para describir el proceso.  Kotkin señala que los exportadores “acumularon fortunas que estaban escondidas en el extranjero mediante el uso de mecanismos que la KGB había desarrollado para pagar el espionaje industrial”, creando así sin quererlo una nueva clase gerencial que vampirizó el Estado soviético. Una vez que el sistema estuvo en funcionamiento, por supuesto, los inversionistas occidentales accedieron amablemente a desempeñar este papel de asesores. El saqueo de las empresas estatales rusas y los recursos nacionales se asocia comúnmente con la administración de Boris Yeltsin después de 1991. Pero el mecanismo para ese saqueo fue puesto en marcha por Mikhail Gorbachev.  

    En nuestro tiempo, los videos de los oceanógrafos publicados en línea han permitido a personas que les interesan ese tipo de cosas ver cómo un pulpo escapa de la bodega de carga de un barco a través de un agujero del tamaño de una moneda de dos euros. La Ley de Empresas Socialistas era como ese agujero del tamaño de una moneda de dos euros. A través de él, el pulpo del PNB de la Unión Soviética escapó a cuentas bancarias suizas, fondos de cobertura estadounidenses y casas adosadas en Londres. Zubok sugiere que los saqueadores, miembros bien ubicados de la llamada nomenklatura, pueden haber entendido esta transferencia como un soborno por no defender al estado soviético por medio de una represión violenta.

    -Gorbachov y Yeltsin:

    En el corazón del libro de Zubok se encuentran los pocos meses de 1991 cuando el atrincherado gobierno soviético de Gorbachov luchó con el advenedizo gobierno ruso de Boris Yeltsin por el futuro del estado soviético. Es un enfoque limitado que parecerá desconcertante para alguien que se haya enterado del final de la Guerra Fría solo de fuentes estadounidenses. Para Occidente, la ruptura del Muro de Berlín en 1989 marca el colapso final e irreparable de una ideología. Hay algo de verdad en eso. Pero había más en el imperio soviético que su ideología.

    Gorbachov fue producto de un repentino cambio generacional.  Los gerontócratas que rodeaban a Leonid Brezhnev, que gobernó la Unión Soviética hasta la víspera del ascenso de Gorbachov, podrían considerarse como una «clase del 36».  Éstos eran los hombres que, cuando tenían veinte años, habían dado su lealtad incuestionable a Stalin durante los juicios y ejecuciones a través de los cuales purgó a la clase dirigente soviética (colapso administrativo por desconfianza de los mandos intermedios) de cualquier rival de su gobierno. Esa generación de apparatchiks fue tanto el medio de la represión de Stalin como su fin: un cuadro de seguidores 100 por ciento leal. La solidaridad generacional fortaleció al liderazgo soviético contra los levantamientos anticomunistas en los años 50 y 60.  Pero las generaciones pasan. Cuando esa generación de líderes soviéticos murieron poco más de dos años antes de la administración Reagan, Gorbachov, mucho más joven, tuvo su oportunidad.

    Este había alcanzado la mayoría de edad durante la ola de reformas que siguió a la muerte de Stalin.  De hecho, él y su generación fueron formados por el “discurso secreto” de Nikita Khrushchev de 1956, en el que Kruschev denunció las fechorías de Stalin ante el Partido Comunista, de la misma manera que Brezhnev fue formado y creció durante las purgas de Stalin. Siempre había estado presente una tendencia a la “reforma” dentro del alto mando soviético, aunque no era necesariamente más abierta que la línea dura. Sin embargo, el modelo de Gorbachov no era un capitalismo de libre mercado (o planificación descentralizada para un hedonismo-individualista).  Al menos hasta la década de 1980, no vio a Lenin como lo hacen los occidentales: como un teórico maquiavélico de la dinámica estatal, la política de partidos y el marxismo práctico que sentó las bases para Stalin.

    En cambio, Gorbachov vio a Lenin como un mártir de los principios comunistas, una especie de Lincoln ruso. Lo leía constantemente, guardaba volúmenes de sus obras completas en su escritorio y, según un asistente citado por Zubok, “a menudo tomaba una en mi presencia y la leía en voz alta, comparándola con la situación actual y exaltando la perspicacia de Lenin”. Rara vez habló Gorbachov en términos que serían familiares para un europeo occidental de cualquier tradición no comunista.  Sin embargo, las circunstancias hicieron posible que los líderes occidentales proyectaran sobre él un conjunto completo de compromisos progresistas, e incluso, como en el caso de Margaret Thatcher, compromisos de libre mercado.

    Gorbachov estuvo fuertemente influenciado por su brillante mentor y predecesor, el líder de la KGB Yuri Andropov, quien entendió la economía global emergente como un rompecabezas y una paradoja para su país. En opinión de Zubok, el pensamiento de Andropov sobre la modernización de la URSS se parecía al de su contemporáneo, Deng Xiaoping, sobre China.  Por un lado, la Unión Soviética en un inicio había necesitado tecnología occidental para avanzar. Por otro lado, comprometerse con la economía global estimularía una demanda de bienes de consumo que socavaría las finanzas del país.  El don de Gorbachov para dominar los expedientes llevó al gélido Andropov, basado en datos, a verlo como un sucesor que podría estar a la altura de dominar este desafío.

    La respuesta de Gorbachov a la calamidad que lo rodeaba cuando llegó al poder fue leer, reflexionar y escribir. Desde Woodrow Wilson, ningún líder estadounidense ha redactado un programa que dé forma a la historia de la manera solitaria en que lo hizo Gorbachov.  Las cosas que leyó en ese momento, desde el retrato de Solzhenitsyn del intrigante Lenin hasta los Manuscritos económicos y filosóficos de Marx de 1844, más culturalmente enfocados (poco leídos en la Rusia de Brezhnev) hasta los protocolos secretos del pacto Hitler-Stalin de 1939, lo conmocionaron profundamente. Era un hombre de contradicciones: bendecido con un toque común jruschovista, pero también (especialmente bajo la influencia de su ambiciosa esposa, Raisa) pretencioso, vanidoso e incapaz de resistir las trampas del privilegio.

    Zubok describe los primeros esfuerzos para rescatar al país como demasiado a menudo desligados de las realidades prácticas: Uno esperaría que el Secretario General, empeñado en reformar la economía soviética, llevara con él en viajes occidentales a economistas, planificadores, directores de industrias militares, banqueros y otros tecnócratas.  En cambio, el enorme séquito de Gorbachov estaba formado principalmente por periodistas, científicos sociales, escritores, directores de teatro, cineastas y otras figuras culturales. En última instancia, Gorbachov carecía de la crueldad y el materialismo (en el sentido marxista) de su mentor. Intentó reformar el sistema en el momento en que era menos capaz de soportarlo, y terminó con un arreglo en el que sus propios instintos político, no le dieron una visión global de lo que estaba pasando. Después de la caída del Muro de Berlín, el hijo de Deng Xiaoping le dijo a un periodista: “Mi padre piensa que Gorbachov es un idiota”.

    Yeltsin sintió la deriva moral de la sociedad soviética de una manera que Gorbachov no sintió.  Era un burdo y brillante palafrenero rural con una reputación que igualaba a la de Gorbachov.  No era un intelectual, pero fue uno de los políticos de gran poder del siglo XX.  Gorbachov lo nombró miembro del Politburó (el comité ejecutivo del Partido Comunista) y pronto se arrepintió de su error. Cuando el socialismo real sovietico se derrumbó, surgió una plétora de congresos de emergencia (a menudo efímeros), comités y grupos de trabajo.  El detalle que proporciona Zubok sobre estos grupos y sus interacciones cotidianas en 1991 hará que los ojos de los no especialistas se nublen.  Pero una institución merece una atención especial: el Congreso de Diputados del Pueblo de la República Federativa Socialista Soviética de Rusia, que Yeltsin, por puro instinto político, transformó de una especie de foro de ciudadanos en el núcleo dinámico de un gobierno soviético alternativo.  Estableció el cargo de presidente dentro del Congreso, consiguió que lo eligieran y luego lo usó para deslegitimar y socavar todas las instituciones sobre las que descansaba el poder soviético.

    Que “Rusia” como sujeto político llegaría a ser un factor en la política soviética no había sido obvio. Pero mientras Gorbachov socavaba el gobierno central, las élites de las diversas repúblicas socialistas soviéticas nacionales (desde Ucrania hasta Armenia y Kazajstán) comenzaron a fortalecer sus instituciones provinciales que antes carecían de sentido y clamaban por la autonomía y la independencia (ahí la creación de repúblicas federativas de Lenin resultó ser un error para la disolución de la superpotencia). Una república, y sólo una república, carecía de tales instituciones: Rusia.  El estado soviético había sido el estado ruso indiferentemente, o al menos era el lugar del que más fuerzas se retiraron por parte de las autoridades soviéticas. Cuando los programas de Gorbachov comenzaron a hacer efecto y las reformas comenzaron a funcionar a través de estos pequeños estados étnicos donde tuvieron mayor aplicación, los rusos étnicos que constituían la mayoría soviética espoleados en parte por Yelstin, defendieron que también necesitan un estado, si querían evitar simplemente ser saqueados en medio de la agitación de Gorbachov. Algunos ciudadanos ilustrados y también un sorprendente número de intelectuales en el que su elección fue entre el monolito soviético en ruinas y la incipiente nación rusa.

    El ascenso de la Rusia de Yeltsin a expensas de la Unión Soviética de Gorbachov es un ejemplo de una de las paradojas centrales de la política contemporánea, un caso de Imperium in Imperio, es decir, de luchas estructurales en una misma superestructura de poder que acaban como todos saben, en la destrucción de dicha superestructura. A menudo, el efecto no deseado del exceso de atención hacia las minorías es fortalecer las identidades mayoritarias donde tales identidades existen, e incluso llamarlas a la existencia donde nunca antes habían existido de esa forma. Kemal Atatürk es llamado el “padre de los turcos” no por sentimentalismo sino porque la mayoría de las personas en esa parte del mundo no se consideraban turcos a principios del siglo XX.  “Turco” describía el resto sociológico del imperio otomano después de que otros pueblos (griegos, armenios, serbios, etc.) declararán su independencia y se rebelaran. Los turcos llegaron, no demasiado pronto, a darse cuenta de que estaban en un mundo post imperial y que era a través de la identidad étnica que en adelante se ejercería el poder.

    El proceso se ha repetido una y otra vez en nuestro tiempo: en la India, donde la constitución de 1949 se basa en el reconocimiento de varias castas y minorías, una mayoría previamente indefinida se ha reunido en los últimos años detrás del Partido Bharatiya Janata, condenado por los defensores de la constitución de 1949 como “nacionalismo hindú”.  En los Estados Unidos, los ciudadanos que no disfrutan de una consideración especial por parte del gobierno bajo la Ley de Derechos Civiles de 1964 (y sus posteriores evoluciones) probablemente constituyeron el núcleo del apoyo de Donald Trump, y han sido condenados, por esa razón, como “nacionalistas blancos”.  En Gran Bretaña, la capacidad de los votantes escoceses, irlandeses y galeses para crear sus propias leyes locales, mientras que los votantes ingleses no tienen esa prerrogativa, se conoce desde la década de 1970 como la «cuestión de West Lothian».  Basta con mirar el referéndum del “Brexit” sobre la salida de la Unión Europea para ver que la cuestión sigue viva. El Brexit fue derrotado en Escocia e Irlanda, pero pasó por una victoria aplastante en aquellas partes de Inglaterra fuera de Londres. Naturalmente, los votantes de «salir» fueron acusados ​​​​de «nacionalismo inglés».  El surgimiento de Rusia alrededor de 1990 fue el mismo tipo de proceso.

    Cualquiera que sea su dinámica, Zubok cree que podría haber sido bloqueada.  En la URSS de Gorbachov, el estado profundo soviético todavía tenía una serie de herramientas a su disposición que, utilizadas con suficiente crueldad, podrían haber detenido su colapso. La más significativa de estas herramientas fue el propio Partido Comunista. Aunque era profundamente impopular, escribe Zubok, “la organización jerárquica del Partido de 15 millones de miembros incluía células en cada unidad de las fuerzas armadas, la policía, los ministerios económicos, las instituciones educativas y las organizaciones culturales”. En cierto modo, cuanto más anárquico se volvía la situación, se debía a que el Partido Comunista se rindió de controlar la vida cotidiana en la URSS (dado que como hemos dicho antes era un poder inseguro que tenía mandos políticos controlando a los mandos técnicos en toda la estructura social e institucional).

    En agosto de 1991, el líder de la KGB, Vladimir Kryuchkov, decidió que tenía oportunidad para rescatar al país. Ordenó rodear la dacha (casa de campo) del Mar Negro de Gorbachov y tomar como rehén al propio líder. Los conspiradores, encabezados por el vicepresidente de Gorbachov, Gennady Yannaev, anunciaron un nuevo gobierno. El golpe fracasó, pero la moral de la KGB se mantuvo hasta el final. De los quinientos agentes que Kryuchkov ordenó que actuaran contra Gorbachov, solo cinco lo desobedecieron. Zubok cree que las cosas podrían haber terminado de manera diferente si los conspiradores hubieran impedido que la prensa extranjera informara y hubieran tratado al gobierno en la sombra de Yeltsin con la misma seriedad que al gobierno oficial de Gorbachov. Cuando comenzó a surgir la resistencia pública al golpe, surgió detrás de Yeltsin, no de Gorbachov.  Posteriormente, el Estado y su aparato de seguridad no fueron desmantelados;  fueron rusificados.

     El papel de Occidente:

    Andropov tenía razón sobre las paradojas de modernizar la Unión Soviética.  Los prerrequisitos tecnológicos para participar en la economía global eran caros y Gorbachov tenía poco que cambiar respecto a ellos. Por lo tanto, los soviéticos tomaron el error de tener que pedir prestado para reformarse. En septiembre de 1990, un mes antes de ganar el Premio Nobel de la Paz, Gorbachov estaba, según un asistente, “pidiéndole dinero a todo el mundo”, con lo que sabemos que eso supone en términos de soberanía. Un cargo del FMI, Stanley Fischer, pensó que  20-30 mil millones de dólares  serían suficientes. En cualquier caso, Alemania, Francia, Italia, España y Arabia Saudita le dieron a Gorbachov uno o dos mil millones cada uno. El presidente estadounidense, George H. W. Bush, se mostró evasivo a este respecto, pero dejó a Gorbachov con la impresión de que un rescate estaba a la vuelta de la esquina. Gorbachov sería rechazado sin ambigüedades ni ceremonias en una conferencia de Londres en julio de 1991. Un mes después, el golpe en su contra estaba en marcha.

    Bush fue criticado por los estadistas europeos en ese momento.  Por una fracción de los 100.000 millones de dólares que gastó en Irak durante la primera Guerra del Golfo, calculaban, podría haberle dado a Gorbachov la flexibilidad necesaria para reformar la Unión Soviética en una dirección más liberal.  Bush no lo vio así.  La Unión Soviética había sido el enemigo mortal de su país durante casi cincuenta años. Mientras el régimen socialista tuviera tantas armas nucleares, estuviera ocupando Afganistán y subvencionando a los enemigos de Estados Unidos en Cuba y en otros lugares, habría sido irresponsable mantenerlo con vida, entendió Bush. Su secretario del Tesoro, Nicholas Brady, fue muy directo al enunciar la doctrina financiera al respecto:  “De lo que se trata es de cambiar la sociedad soviética para que no pueda permitirse un sistema de defensa”, dijo Brady.  “Un verdadero programa de reformas los convertiría en una potencia de tercera, que es lo que queremos.”

    Aunque Zubok está más centrado en el liderazgo estadounidense de la época, su análisis reivindica a Bush. El estado soviético había sido capaz de resistir incluso frente a la impopularidad masiva y el fracaso económico, sin embargo, Bush eligió correctamente para sus intereses, frente no solo a los progresistas que estaban enamorados de Gorbachov, sino también a los que tenían una posición dura heredados de la administración Reagan que instaban a una postura más confrontativa.

    Esto no quiere decir que los funcionarios estadounidenses entendieran a Rusia. Independientemente de lo que hiciera esta nación deudora desesperada en el verano de 1991, no se apoyaba en la «autoridad moral» estadounidense, como afirmó el secretario de Estado James Baker. La Rusia de Yeltsin, como estado sucesor de la Unión Soviética, pudo mantener el asiento del país en el Consejo de Seguridad de la ONU y su veto.  Pero cuando buscó unirse a la OTAN como una forma de estabilizar las relaciones internacionales, Bill Clinton lo rechazó. Cualquier apertura de este tipo hacia Rusia habría complicado el curso final que tomó Estados Unidos: expandir tanto la OTAN como el alcance de la alianza para imponer la cultura estadounidense y los «valores liberales» siempre que fuera posible. Después del ataque liderado por Estados Unidos contra Serbia en 1998, se estableció el rumbo para un endurecimiento y distanciamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Estados Unidos siguió actuando como una superpotencia imperialista (como todas las potencias) tras la Guerra Fría. Pero también asumió el papel de la Guerra Fría de la Unión Soviética: se autoproclamó portador de una revelación ideológica, una nueva realidad antropológica, frente a la cual ningún gobierno, por antiguo o democrático que sea, tiene derecho legítimo a perdurar.

  • Sobre la geopolítica de las grandes potencias y la teoría del Heartland y el Rimland.

    Se crítica normalmente a los que tenemos una visión realista en política internacional por naturalizar la política de las grandes potencias en la que pequeños y medianos estados terminan siendo repartidos en esferas de influencia, o en el peor de los casos desgarrados como producto de la competencia entre las grandes potencias. Sin embargo, a ese tipo de ideas contrarias a dicha concepción del poder no les importa la realidad, y es que lo que hacen las grandes potencias es en muchas ocasiones operar de esa forma por pura voluntad de poder y jerarquización de intereses provocadas por las necesidades reales y percibidas de seguridad, y a la vez, dado que el poder no tolera el vacío, por pura compulsión se expande ahí donde no encuentra resistencia (realismo ofensivo), o por el contrario, trata de mantener el equilibrio (realismo defensivo).

    La cuestión es que el orden internacional es fundamentalmente anárquico y en él los estados actúan teniendo en cuenta permanente el dilema de seguridad. Dicho dilema puede surgir de una posición inestable en la que se realizan carreras armamentísticas entre potencias por temor a ser superados por sus rivales. La búsqueda de mayor seguridad en consecuencia y en ese contexto, puede generar mayor riesgo de escalada, pero también un Estado puede no saber si su rival está dispuesto a asumir dicha escalada.  En consecuencia el mundo está condenado a una gran competencia perpetua del poder, dado que ni existe ni puede existir un fin de la historia como el que creyeron que iba a existir los americanos en el mundo unipolar de los años 90′, aún cuando exista una clara hegemonía de un Estado que siempre es solo transaccional (dada la ley de la anaciclosis en la que todo régimen tiende a degenerar) .

    Este mismo punto (la competencia entre Estados) me fue señalado por un crítico del realismo de tendencia marxista: «El capitalismo naturaliza la anarquía internacional y el conflicto internacionales». Afirmando que sucede debido al capitalismo. Para el realismo, la rivalidad entre las grandes potencias es persistente o recurrente, incluso en diferentes modos de producción y escenarios ideológicos. Por otro lado, de hecho los propios capitalistas/liberales tienden a creer más en el multilateralismo y la armonía entre Estados (paz perpetua) frente al realismo que aquí se defiende, así que sería incluso discutible dicha tesis.

     La política de las grandes potencias ha persistido y persistirá , la globalización durante la unipolaridad, el neoliberalismo, el feudalismo, el liberalismo decimonónico, la Antigua Roma y los Antiguos griegos también sufrían las consecuencias de esta constante en la vida humana, que no es más que la natural competencia entre comunidades políticas con sus vecinos. Algunos factores cambian, algunas cosas persisten. No es una «naturalización» ilegítima identificar lo que persiste.  Por ejemplo, ese mismo marxista afirmaba que la revolución socialista eliminaría la política de las grandes potencias. Lo que ocurrió es que los estados socialistas actuaron como grandes potencias e incluso se pelearon entre ellos (véase el conflicto sino-soviético).

     Los marxistas intentan eludir esto afirmando que esa experiencia histórica no cuenta, pero esto solo depende de las definiciones: argumentan que un estado verdaderamente socialista sería internacionalista por definición debido a la conciencia de clase, algo incoherente dado que incluso un Estado socialista retira sus fuerzas de un territorio dado, de una o varias naciones y no puede basar todo su proyecto en la abstracción internacionalista. Pareciera en este caso y entonces, el socialismo marxista que solo carece de un gran conflicto con la idea del poder de los realistas debido en parte a una definición conceptual. Lo que significa que tan pronto como haya algún tipo de conflicto entre estados socialistas, «dejarán de serlo» en dichos términos tan dualistas. Esto es algo que suena ridículo parece solo un juego de definición.

    Por otro lado, la geopolítica de hoy, muy pronto demostrará que Haushofer tiene razón: Eurasia está dividida en dos o tres macrozonas que trabajan juntas para evitar que el Gran Poder del Mar se afiance en las tierras ribereñas.  Siendo el Heartland las naciones del centro como India, China o Rusia, y el Rimland los países de la Península Euroasiática europea, los Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, que imponen su orden bajo una perspectiva de potencias marítimas que tratan de conseguir la supremacía y así dominar el comercio internacional.

    La OTAN fue creada para contener al socialismo en Europa. Después de la caída de la URSS ¿Qué objetivo persiguen? Quién les escribe diría que es contener las potencias que forman parte de este Heartland.Halford Mackinder en su teoría del ‘Heartland’ mencionaba que quien dominara esa Tierra dominaría el mundo. Sumado a que los anglosajones son tan celosos en. mantener su poder, no van a querer que otra potencia o grupo de potencias continentales encabecen un Nuevo Orden Mundial. Aquí viene el gran enfrentamiento entre Talasocracias y Telurocracias.

    El primero se caracteriza por ser representado por el eje anglosajón (EE.UU, RU, etc.) y la participación parcial de los europeos de la UE. Un modelo, que en su vertiente de Estado son característicos en tener sobreoferta de mano de obra prefiriendo tener más oferta laboral (en términos del libre cambio). Optan por las privatizaciones parciales respecto a la gestión pública más dirigista. Vilipendian la labor del Estado en numerosos asuntos y prefieren el poder blando como primera opción.

    En su vertiente comercial se caracteriza por el control de lugares estratégicos para el libre (ojo con el término) tránsito de capitales y productos, que en vía de mientras, crean estados descentralizados pero integrados a alguna unión supranacional (UE, por ejemplo) y organismos multilaterales (tipo ONU, BM, etc.). Globalización y orden internacional liberal en pocas palabras. Es por esto que desarrollan distintas fases del sistema como puede ser el Capitalismo de Estado, mixto, Capitalismo Liberal (conocido comúnmente como Neoliberalismo) o Neoconservadurismo. Este tipo de sistema crea comunidades (en este caso, sociedades) consumidoras en constante demanda de nuevos bienes y servicios. Ésta es una parte crucial para mantener su hegemonía, sobre todo en los tiempos actuales. El dinero manda. Es un tipo de sociedad abierta, progresista y cosmopolita.

    En la segunda, la Telurocracia, las relaciones sociales, familiares y las formas en que se relaciona el sujeto en su entorno es lo que importa. Se basa en consolidar el tejido social, no simpatizan con modelos individualizadores o atomizantes para el sujeto. Comprenden que al Estado y la Nación como uno solo, junto con exigencias amplias de soberanía son lo ideal. De ahí la importancia en explotar el potencial de su propia gente para el bien (particular de dicha sociedad) y evitar la alienación individual.

    Las Telurocracias se centran y se enfocan en solucionar problemáticas internas antes que de integrarse a organizaciones globales, consideran que esto conlleva una pérdida de independencia y autonomía, pues suelen ser estados centralizados celosos de ceder soberanía. En lo económico son comunidades que gastan sólo en lo necesario (es por eso que el modelo económico de la Talasocracia no termina de asimilarse ni de dar los resultados idóneos). Estas comunidades tienden a una especie de Socialismo/dirigismo gerencial-estatal de corte conservador. Preservan las tradiciones, usos y costumbres, y que éstas no se supediten a los avances tecnológicos ni al progreso como tal. El concepto de Telurocracia hace referencia al manejo y control de zonas terrestres. Naciones como Rusia serían un buen ejemplo de esto.

  • ¿DECADENCIA RELATIVA DEL PODER BLANDO OCCIDENTAL?

    EL DESACOPLE PUEDE RESULTAR EN UNA VENTAJA PARA RUSIA

    Al que les escribe, le cuesta creer lo rápido que EE. UU. está gastando sus ventajas de poder blando contra Rusia. Todas estas acciones como las de la imagen que adjunto son de un solo uso. Todas las naciones contrarias a la hegemonía estadounidense ahora se ven obligadas a retirarse de la red cultural-económica-financiera estadounidense. No hay vuelta atrás después de esto.

    Algo que quizá para los antiglobalistas puede sonar raro:

    El globalismo está, en gran medida construido, ahora los propios americanos y europeos lo están demoliendo. Los globalistas estadounidenses (principal facción de dicho equipo) simplemente lo suicidaron rompiendo las redes que construyeron durante décadas. Rusia (China seguramente vaya también en esa dirección aún cuando le lleva ventaja en temas de ciberseguridad a Rusia) definitivamente se están desconectando del sistema de poder blando estadounidense ahora.

    La UE y sus países estarían condenados y sería permanentemente dependientes si no lo hicieran. Cualquiera que no confíe al 100% en los Estados Unidos, se unirá a los nuevos sistemas o creará los prioios.

    Dentro de unas décadas, nadie que tenga algún deseo de soberanía nacional utilizará las herramientas económicas y culturales (medios de comunicación y cámaras de eco con algoritmo manipulado -redes sociales-) de los Estados Unidos.

    Estados Unidos es un imperio construido principalmente sobre el poder blando y los idiotas miopes a cargo simplemente parece que lo están dinamitando fuera de las zonas seguras (Europa, Canadá Australia, etc.) por un conflicto regional que no cambia realmente el escenario estratégico de la OTAN en Europa.

    ¿Hay algo en Ucrania tan relevante para los poderes estadounidenses que están dispuestos a sacrificar prácticamente todo y permitir el desacoplamiento del proyecto globalizador por parte de sus rivales? ¿O son simplemente completamente incompetentes?

    El caso ya no solo es el punto de la desconexión del sistema financiero, también lo es en el ámbito de las redes sociales como Facebook o Twitter. ¿Si hacen esto desconectarse del Internet común, probablemente será muy malo para el dinamismo de su sociedad al principio, pero puede funcionar bien a largo plazo generando redes sociales y entornos parecidos a nivel nacional (¿podríamos llamarle ciber-soberanía?). Claramente, China, como ejemplo sufre pocos efectos negativos de dicho poder blando por estar detrás de su Gran Cortafuegos.

    ¿Reitero porque esto es central, si hay protestas en Rusia seguramente organizadas desde redes sociales, le están haciendo un favor quitándole las redes sociales norteamericanas en territorio ruso, las redes sociales que queden serán controladas por el Gobierno ruso más fácilmente dado que tienen sede en dicho país y será más difícil cualquier tipo de organización de disidencia interna. Así la cámara de eco que es Facebook o Twitter se la ahorran con los problemas de guerra informativa que le puedan dar sus rivales externos a través de dichas plataformas.

    Un montón de rusos comunes van a sufrir durante uno o dos años. Quizás más de lo que EE. UU. y otros sufrieron los confinamientos del COVID u otras crisis de diferente tipo. Pero a la larga, el poder blando y la hegemonía de EE. UU. son los que más sufrirán. Los disidentes de EE. UU. acaban de recibir un trato dorado que solo apuntalará más sus regímenes. Antes, el régimen americano podía estrangularlos cortándolos de la banca, las tarjetas de crédito, las redes sociales, etc., pero ahora proliferará una gran cantidad de herramientas y aplicaciones extranjeras (de los países que sufren el bloqueo) que serán igual de fáciles de usar. Muchas opciones para las potencias revisionistas.

    Al prohibir las redes sociales de Silicon Valley (que no son neutrales, increíble que haya que decirlo), Rusia está creando a la fuerza su propio cortafuegos digital siguiendo los pasos de China. Ahora Rusia puede apostar a las redes sociales nacionales o sumarse a las chinas. Han prohibido usar Facebook, así que obligan a la población rusa a usar Vkontakte (que, por otra parte, era la que usaban la mayoría). El problema de todo esto es que nos creemos que aislar así a Rusia es un jugadón, pero tengo mis dudas, si puede esta creara estructuras y tecnología para suplir el vacío de mercado producido por esa la situación.

    Lo mejor para el Gobierno ruso en términos estratégicos y de estabilidad política es prohibir o limitar las redes sociales estadounidenses. La superficialidad idealista de la «libertad» a este respecto ni entra en discusión para mi cuando se trata de la dialéctica entre Estados como es el caso. Quizás, la conclusión que podemos sacar de todo esto es que la idea de un «Internet centralizado» por los Estados es inevitable, y que habrá un momento que bajo la idea de centralización de poder que mueve buena parte de las ideas (patrocinada por una élite ascendente o en el poder), la mayoría de los Estados importantes empiecen a hablar de «ciber-soberanía», punto que podríamos encuadrar en la necesidad de limitar el poder blando de otras potencias y en consecuencia como parte de la política de seguridad en un entorno de dialéctica de Estados/Imperios.

    Por otro lado, esta crisis dejó en claro que todas las instituciones mundialistas, desde la ONU a la FIFA, son controladas por «Occidente». Más bien, son una extensión del Departamento de Estado de EEUU. Necesitamos derribar la propaganda estúpida de que son neutrales o que son controlados por el «comunismo chino» (descabellada idea de algunos republicanos de EEUU). Son producto de la hegemonía mundial norteamericana de después de 1945 y 1991.

    En el terreno corporativo, es probable que con tantas empresas occidentales saliendo de Rusia y tantas empresas rusas perdiendo valor bursátil, empresarios chinos, indios y árabes llenen los vacíos del mercado ruso y compren activos rusos, a su debido tiempo, a precio de remate. También es cierto que los grandes jugadores de las finanzas de Wall Street están comprando silenciosamente bonos rusos que están al borde de ser bonos basura (ejemplo, Goldman Sachs). Así cuando el rebote obtendrá ganancias laterales. El gran perdedor quizá será Europa que sufre una inflación terrible por el colapso del mercado de materias primas, problema que ya están tratando de paliar suplicándole a Irán y Venezuela que inunde el mercado de petróleo y aumenten la oferta dado que A. Saudita se ha negado, seguramente por los beneficios de unos precios altos donde puede el país arábico negociar el precio barril en mejores condiciones.

  • ¿UNA NUEVA ALEMANIA?

    Sobre los cambios en la política de seguridad de Berlín.

    En una semana, Alemania experimentó una transformación dramática en sus declaraciones, despojándose de su política exterior renuente y blanda y comprometiéndose a aumentar drásticamente el gasto en defensa. El impacto de la invasión de Ucrania por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, incitó a Berlín a enviar miles de armas antitanques y antiaéreas a Kiev aún cuando previamente bloqueó armar a Ucrania antes del inicio de la invasión.

    Un país que ha sido criticado por sus aliados por hacer muy poco y demasiado tarde ha saltado al frente del grupo para asumir un papel de liderazgo en la seguridad europea. Alemania ahora busca aislar y castigar a Rusia después de décadas de apaciguarla y acomodarla. Además, Alemania se esforzará seguramente por lograr la independencia energética de Rusia mediante la creación de nuevas fuentes de energía domésticas o vías alternativas de conseguir energía mientras se desconecta del suministro ruso.

    “Está claro que debemos invertir mucho más en la seguridad de nuestro país, para proteger nuestra libertad y nuestra democracia”, dijo Olaf Scholz, el nuevo canciller, en una sesión especial del parlamento el domingo. Con un solo discurso, Scholz marcó el comienzo de una era de cambios monumentales para un país que se ha sentido cómodo con el status quo durante tres décadas. La ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, dijo que «tal vez en este día, Alemania está dejando atrás una forma de moderación especial y única en la política exterior y de seguridad».

    El legado de la agresión militar alemana durante el siglo XX había producido una mentalidad que consideraba el diálogo, el uso del poder económico como arma política, y el multilateralismo como la clave, a menudo, las únicas herramientas de la política exterior válidas para el país centroeuropeo. Una dosis malsana de miedo a uno mismo estaba en el corazón del escepticismo alemán hacia el poder duro. Las alianzas estaban destinadas a contener a otros, al igual que frenaron a los alemanes, que no temían nada más que una renovada tentación hacia el unilateralismo armado y a los conflictos entre grandes potencias.

    El anuncio de este cambio de sentido en la política alemana fue recibido con aplausos y ovaciones de pie de los miembros de los principales partidos en el parlamento. «Suficiente es suficiente. Se acabó el juego”, proclamó el líder de la oposición conservadora, Friedrich Merz, dirigiéndose directamente a Putin.

    El nuevo gobierno de centroizquierda en Berlín nunca tuvo la intención de abandonar el enfoque de política exterior de la ex canciller Angela Merkel de equilibrar las necesidades de seguridad con los intereses comerciales ni alejarse de la aversión de la Alemania de posguerra al conflicto militar. Pero para Alemania, el ataque de Rusia a Ucrania lo cambió todo. El historiador Fritz Stern, que se fue de Alemania a los Estados Unidos en 1938, escribió una vez sobre las «cinco Alemanias» que había llegado a conocer en su vida: la República de Weimar, el Tercer Reich, la Alemania Occidental de la posguerra, y Alemania Oriental, y la Alemania unificada que surgió después de la caída del Muro de Berlín. Lo que el mundo está presenciando ahora es el nacimiento de una sexta Alemania, dispuesta a ejercer el poder militar en defensa de los valores democráticos liberales.

    En los últimos días, varios tabúes políticos de larga duración quedaron en el camino a la vez. Detener el Nord Stream 2, el gasoducto ruso de gas natural que se completó en septiembre, y enviar armas letales a Ucrania son solo dos de los cambios de política del gobierno alemán. Más significativamente, Alemania se ha visto sacudida por la realidad de que el poder duro es una herramienta necesaria para salvaguardar cualquier régimen político y disuadir a los rivales de cambios en el status quo que tanto le gustaba al país germano.

    Durante décadas, un tema recurrente de la política exterior alemana ha sido que no habrá paz en el continente si se excluye a Rusia . Esta doctrina había incluido la idea de que la interdependencia económica ayudaría a estabilizar la relación. También generó una política más moderada con el Kremlin, incluso después del discurso agresivo de Putin en la Conferencia de Seguridad de Munich en 2007, cuando acusó a Estados Unidos de desestabilizar la seguridad global, desmarcandose por temas económicos de EEUU. Esto continuó después de las invasiones de Putin a Georgia en 2008 e incluso a Ucrania en 2014. 

    Aunque Alemania lideró la campaña europea de sanciones después de la anexión de Crimea por parte de Rusia y su incursión en la región ucraniana de Donbas, Berlín rápidamente equilibró estos movimientos con la oferta de construir Nord Stream 2 en 2015.

    -Para Alemania, el ataque de Rusia a Ucrania lo ha cambiado todo.

    Incluso frente a la presión de los aliados de la OTAN y los líderes de Ucrania, parecía inconcebible que Alemania abandonara su resistencia a la entrega de armas. A principios de este año, Baerbock señaló las lecciones de la historia: suministrar armas a una región donde las fuerzas alemanas mataron a millones de ciudadanos durante la Segunda Guerra Mundial solo podría generar más culpa, argumentó en la Conferencia de Seguridad de Munich en febrero.

    Sin embargo, la guerra de agresión de Putin (sobre la quebhemos tratado las anteriores publicaciones) lo cambió todo en cuestión de horas. Negar armas defensivas (como granadas propulsadas por cohetes) a los ucranianos significaba pasar por alto la distinción entre guerra de agresión y guerra defensiva, algo a lo que aunque muchos nos parece un argumento moral que no explica lo que realmente está ocurriendo, y aunque quién les escribe diría que Rusia aplica una ofensiva militar para estar a la defensiva en términos estratégicos. Esto es algo que no hay que tener miedo de decirlo cuando es evidente incluso para los más prominentes pensadores estadounidenses. La cancelación y la propaganda no deben lograr que nos autocensuremos en ese sentido.

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    El gobierno alemán anunció en términos inequívocos que se enfrentará a Putin y defenderá enérgicamente la democracia liberal. Algo que Scholz quizá falló cuándo  pidió una diplomacia alemana sin ingenuidad. El optimismo de persuadir a los poderes revisionistas (Rusia, Bielorrusia, etc.) con Wandel durch Handel (cambio a través del comercio) casi se ha esfumado. Mientras Putin esté a cargo de Rusia, este instrumento de política exterior será una reliquia del pasado. En cambio, Alemania parece estar dispuesta a disuadir a Putin en su búsqueda por cambiar el equilibrio de poder en Europa.

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    -Una transformación costosa.

    Este cambio será costoso, especialmente para el sector energético alemán que depende de las importaciones de energía. Pero como dijo al parlamento el ministro de Finanzas, Christian Lindner, del económicamente conservador Partido Democrático Libre, este costo será visto como “el precio de la libertad”. Scholz anunció que Alemania se independizará de la energía rusa. Alemania construirá dos puertos para gas natural licuado (GNL) de inmediato, acumulará reservas nacionales de carbón y gas, buscará más contratos de entrega a largo plazo en el mercado energético internacional y acelerará aún más la producción de energía renovable: «energía de la libertad», en palabras de Lindner. Para asegurarse de que tiene suficiente energía en reserva, es posible que las plantas de energía nuclear restantes de Alemania deban permanecer en línea más allá de fines de 2022, momento en el que debían cerrarse como parte de la salida de Alemania de la energía nuclear.

    Mucho dependerá de si Rusia toma represalias con una reducción de su suministro de gas natural como parece que está haciendo. Alemania ahora se despojará de la acusación de aprovecharse del gasto en seguridad de otros (principalmente de EEUU). Cuando Scholz anunció una inversión única de 100.000 millones de euros en el ejército alemán y la intención de hacer que el gasto en defensa supere el dos por ciento (lo cuál sería en relación al PIB algo del orden de 76.000 de dólares, más de lo que gasta la propia Rusia o Francia como potencia nuclear continental) de la producción económica total, el objetivo establecido para los estados miembros de la OTAN , sorprendió a la comunidad de política exterior, al país e incluso muchos en su propio grupo parlamentario que no estaban al tanto de esta decisión repentina.

    Scholz dejó en claro que Alemania no solo necesita aviones que vuelen, barcos que naveguen y soldados que estén bien equipados y que sean fuerzas armadas completamente modernizadas. En su discurso, el canciller planteó posibilidades que alguna vez fueron controvertidas, como el uso de drones armados y la participación en los acuerdos de intercambio de armas nucleares de la OTAN. Incluso la compra de aviones de combate F-35 de fabricación estadounidense está nuevamente sobre la mesa. Al mismo tiempo, Scholz volvió a comprometerse con la construcción de un avión de combate de sexta generación, el Future Combat Air System, que Alemania está desarrollando con Francia y España.

    Como agregó el ministro de Finanzas, Lindner, unos días después, Alemania intentará convertir su ejército “en una de las fuerzas armadas más capaces, poderosas y mejor equipadas del continente”, una declaración que le habría valido la etiqueta de “belicista” solo unos días antes.

    En una notable elección de palabras, Scholz se comprometió a “defender cada metro cuadrado del territorio de la OTAN junto con nuestros aliados”, un guiño a la promesa del presidente estadounidense Joe Biden de defender cada centímetro de la alianza. La fuerte declaración de Scholz es especialmente notable viniendo de un país en el que las encuestas muestran cierta vacilación sobre el Artículo 5, la cláusula de defensa común en el tratado fundacional de la OTAN, que establece que un ataque armado contra un estado miembro se considerará un ataque contra todos ellos. Qué diferencia de hace una semana.

    -Liderazgo político alemán:

    Scholz, quién asumió el cargo en diciembre, fue visto por primera vez como vacilante e incluso débil durante sus primeras semanas en el cargo. Su discurso y sus decisiones subyacentes han insuflado nueva vida a su gobierno. Su enfoque decisivo cierra la brecha entre Alemania y sus socios, y abre varias oportunidades nuevas de política exterior. En una semana, Alemania ha puesto la asociación transatlántica con los Estados Unidos sobre una nueva base. La administración Biden había visto a Alemania como un socio indispensable en Europa, esencial para la afirmación de que esta alianza fortalece a los Estados Unidos sin ser simplemente una sangría de recursos. Faltaría saber si todos le creyeron a la Casa Blanca.

    Con un poco de ayuda de Putin, Alemania ahora está silenciando a sus críticos, especialmente en el Congreso de los Estados Unidos, donde Ted Cruz, el senador republicano de Texas, encabezaba un grupo de escépticos de Alemania. El gobierno francés, según los primeros informes de prensa, está jubiloso porque Alemania ahora puede convertirse en el socio de seguridad serio que ha estado buscando durante mucho tiempo.

    Pero esta decisión tendrá sus efectos más visibles al este de Berlín. Le permite a Alemania reparar sus relaciones con los estados bálticos y otros aliados de la OTAN en el flanco oriental, que habían comenzado a ver a Alemania como egoísta y, a veces, demasiado amistosa con Rusia. El envío de unidades adicionales a Lituania, el despliegue de tropas en suelo eslovaco por primera vez y la expansión de la vigilancia aérea en Rumania representan solo el comienzo de un largo proceso que probablemente hará que se envíen más tropas alemanas a Europa del Este. Esta tendencia puede acelerarse cuando la OTAN decida abandonar el Acta Fundacional OTAN-Rusia de 1997, que limita el despliegue de tropas en los estados miembros de Europa del Este, un desarrollo de los acontecimientos que parece casi inevitable.

    Europa finalmente puede sentirse cómoda con el poder militar alemán como potencia central que es. Muchas de las decisiones que Scholz describió deberán explicarse en detalle, comenzando con un plan de preparación y adquisiciones de emergencia para las fuerzas armadas. Actualmente, la mayoría de las unidades no tienen su propio equipo, y necesitan rogar y pedir prestado a otras formaciones cuando son asignadas al servicio de la OTAN en el extranjero. Un programa de emergencia buscará cambiar esta posición incómoda de la economía más grande de Europa. La Estrategia de Seguridad Nacional que el gobierno de Scholz había comenzado a redactar deberá desecharse y comenzar una nueva desde cero. El nuevo Concepto Estratégico de la OTAN, también en la mesa de dibujo, deberá ser reevaluado para tener en cuenta la nueva postura de Alemania. Esta nueva Alemania, que Stern no vivió para ver o agregar a su colección de cambios de imagen, tendrá el presupuesto de defensa más grande de Europa con diferencia. Solo que esta vez, es bienvenido e incluso alentado por todos sus vecinos inmediatos temerosos de la política exterior rusa que hemos analizado anteriormente (más al respecto en las dos publicaciones anteriores).

    Alemania no solo se está transformando; la percepción de Alemania también lo es. En 2011, Radoslaw Sikorski, ex ministro de Defensa y Relaciones Exteriores de Polonia, dijo algo que en ese momento pareció extraordinario: “Probablemente seré el primer ministro de Relaciones Exteriores polaco en la historia en decirlo, pero aquí está: temo menos al poder alemán de lo que empiezo a temer la inactividad alemana». Tomó otros 11 años, pero la invasión de Ucrania por parte de Putin puede representar el momento en que la Europa de la posguerra finalmente se sintió cómoda con el poder militar central de Alemania.

  • REALISMO OFENSIVO:¿QUE PROVOCÓ LA INTERVENCIÓN MILITAR RUSA EN UCRANIA?

    PRECEDENTES QUE HAN PRODUCIDO LA INTEVENCIÓN ACTUAL.

    Para empezar, no estoy de acuerdo con John Mearsheimer sobre las causas de la guerra entre Ucrania y Rusia se limiten solo a la expansión de la OTAN aún cuando puedo compartir parte de su enfoque. En cambio creo que el Realismo ofensivo que él defiende en mayor o menor medida ofrece una mejor explicación. El realismo ofensivo ofrece una mejor explicación por lo siguiente: 

    Para comenzar, recapitulemos el argumento de Mearsheimer sobre las causas de la guerra entre Ucrania y Rusia.  Dicho autor argumentó durante mucho tiempo (el fin de la Guerra Fría) además de que «Occidente/OTAN/EE. UU.» creó la crisis en Ucrania al impulsar la expansión hacia el este de la OTAN (y la UE) después de la Guerra Fría.

    ¿Por qué la crisis de Ucrania es culpa de Occidente al menos de la misma forma que de Rusia, sin negar que Rusia la ha desencadenado finalmente?

    La sabiduría convencional en Occidente culpa de la crisis de Ucrania a la agresión rusa (que lo es pero no únicamente). Pero este relato es erróneo: Washington y sus aliados europeos en realidad comparten la mayor parte de la responsabilidad, habiendo no tenido en cuenta las demandas de seguridad rusas sistemáticamente (aún cuando había precedentes de avisos rusos de que ese avance era inaceptable para ellos). 

    El equivalente para Rusia sería la situación en la que un país hispanoamericano, a poder decir del Caribe (como Venezuela, Cuba o Nicaragua) acogiera la posibilidad de entrar en una alianza militar y política con Rusia que permitiera la defensa mutua y el despliegue de armas nucleares, fuerzas aéreas rusas, tropas del Ejército ruso, etc. Seguramente esa situación sería una barrera inaceptable para los EEUU dado que considera el continente americano parte de su “espacio vital” (Doctrina Monroe) en la que ninguna potencia exterior puede intervenir para amenazar la seguridad de dicho país.

    Afirmar que, dado que la OTAN/UE están dominadas por EE. UU. (particularmente con el paraguas militar de la OTAN dado los enanos militares europeos), la organización, por otro lado, que se formó principalmente para contrarrestar a la URSS durante la Guerra Fría y que se ha mantenido desde entonces en activo. 

    Rusia obviamente, dado que tiene una perspectiva regional, no tolera que invadan o avancen su vecindario (es decir, las antiguas repúblicas soviéticas), Rusia era demasiado débil en 2004 para mantener a los Estados bálticos fuera de la OTAN y la UE. Sin embargo, se trazó una línea dura cuando la OTAN a partir de ese momento tal y como se declaró por ella, algo que se potenció en la Cumbre de la OTAN de Bucarest en 2008, en la que se anunció que Georgia y Ucrania eventualmente se convertirían en miembros.

    Los rusos dejaron inequívocamente claro en ese momento que veían esto como una amenaza existencial y trazaron una línea en la arena. Sin embargo, lo que ha sucedido con el paso del tiempo es que hemos avanzado para incluir a Ucrania en Occidente para convertir a Ucrania en un baluarte occidental en la frontera con Rusia. Por supuesto, esto incluye algo más que la expansión de la OTAN. La expansión y el avance en el espacio es el corazón de la estrategia, pero también incluye la expansión de la UE e incluye convertir a Ucrania en una democracia liberal pro estadounidense y, desde la perspectiva rusa, esto es una amenaza existencial.

    Ahora recapitulemos: Estaremos de acuerdo en que los funcionarios rusos avisaron claramente,, incluso en la década de 1990, que expandir la OTAN hacia el este sería visto como una provocación para Rusia. El presidente ruso, Boris Yeltsin, había dejado muy clara la oposición de Rusia a una expansión tan extrema como la de los Países Bálticos. En un discurso de 1995, dijo:

    «Aquellos que insisten en una expansión de la OTAN están cometiendo un gran error político. Las llamas de la guerra podrían estallar en toda Europa».

    De hecho, funcionarios estadounidenses clave compartieron esta opinión y el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, pareció hacerse eco de ese mensaje: “Estamos tratando de promover la seguridad y la estabilidad en Europa. No queremos hacer nada que aumente las tensiones”

    Sin embargo, los funcionarios estadounidenses habían cambiado de opinión sobre el tema a finales de la década de 1990. Como señaló el subsecretario de Estado de los Estados Unidos, Strobe Talbott, durante un discurso de 1997: 

    «Sin rodeos, los rusos deben superar la neuralgia sobre este tema [de la pertenencia de los países del Báltico a la OTAN]».

    Por otro lado, estaremos de acuerdo en que la invasión rusa de Georgia en 2008 puede vincularse con la declaración de Bucarest de expandir la OTAN  ( como una «línea roja» para Rusia). En 2008, tras la intervención en Georgia, Moscú demostró la voluntad y la capacidad de impugnar activamente la visión estadounidense de la seguridad europea, vetar la expansión de la OTAN en su vecindad y desafiar el diseño de Washington de un orden internacional normativo en el que los pequeños estados puedan decidir sus propios asuntos independientemente de los intereses de las grandes potencias. 

    En pocas palabras, se ha subestimado la importancia histórica de la guerra ruso-georgiana y que la toma de Crimea por parte de Rusia en 2014 puede vincularse con el fin de la Revolución Euromaidán en Ucrania sin embargo, ¿Dónde no estoy de acuerdo con solo considerar la expansión de la OTAN y los bálticos como único punto clave? Primero, el argumento elimina la agencia de los estados de Europa del Este y los Países Bálticos que en muchos aspectos promovieron el acercamiento y la promoción de alguno de los miembros de la Alianza Atlántica (como fue el caso de Dinamarca y el Reino Unido en favor de los países Bálticos) . Estos mismos participaron en los batallones de la paz en la guerra de los Balcanes para convencer a los socios de la OTAN de su simpatía por la Alianza. La expansión oriental de la OTAN estuvo lejos de ser «impuesta» directamente por Estados Unidos o la OTAN, aún cuando se aprovechó de avanzar en sus posiciones en Europa. Fue deseado por los europeos del este.

    De hecho, ellos a menudo tuvieron que tomar medidas para EMPUJAR a EE. UU./OTAN, y no al revés a su admisión, a su vez, los académicos y analistas han visto largamente que las relaciones entre Ucrania y Rusia tienen el mayor potencial de conflicto en la Europa posterior a la Guerra Fría. Tales puntos de vista son muy anteriores a la expansión de la OTAN por motivos obvios.

    En tercer lugar, el argumento minimiza las opiniones imperialistas de Putin. Cómo Putin siempre ha dejado en claro, tiene intenciones de recrear, al menos partes del imperio ruso/soviético o al menos hacer un control de daños en el espacio que este ocupó, tratando de mantener la influencia rusa mayor en la medida de lo que sea posible. Lo que me sugieren estos tres puntos es que, a lo sumo, la expansión de la OTAN exacerbó una situación ya tensa. Pero no CAUSÓ que la situación fuera tensa o conllevara el potencial de conflicto. Entonces, si la guerra entre Ucrania y Rusia no fue solo causada por la expansión de la OTAN, ¿qué la explica?

    Como reconoce el propio Mearsheimer, las ideas centrales del realismo ofensivo no comienzan con él. De hecho, se remontan a la Primera Guerra Mundial y al trabajo de G. Lowes Dickinson. Dickinson, al observar el inicio de la Primera Guerra Mundial en Europa, presentó el argumento de que la guerra fue causada por el deseo inherente de los estados de buscar la supremacía unos sobre otros.

    Mearsheimer desarrolló elementos clave de las afirmaciones de Dickinson centrándose en la dominación regional.  Según su teoría del Realismo Ofensivo, la situación ideal para cualquier país en la política internacional es que domine su región del mundo y asegurarse de que ningún otro país domine esa región. Esta es la única manera de salvaguardar sus intereses.  El modelo de Mearsheimer para esta teoría no es Rusia, sino Estados Unidos. Sin ir más lejos, por ejemplo Destino Manifiesto y Doctrina Monroe son claros ejemplos de esto en la región americana.

    Pero Rusia también siguió un comportamiento consistente con esta teoría, sobre todo durante la Guerra Fría.  Rusia sin embargo, finalmente no pudo mantener ese dominio regional. Estaba dispuesta, pero no podía. Mantener el imperio y la dominación de los países del pacto de Varsovia resultó demasiado costoso (en una variedad de formas, incluida la económica, como el regalo gratis de materias primas entre otros) de mantener, algo que me gustaría tratar en algún momento futuro, si les interesa (añado en encuesta para ver si es un tema que les suscita atención). Pero solo porque se detuvo ese proceso de mantener el control en su región, no significa que no pueda comenzar de nuevo. Eso es lo que predice el realismo ofensivo y, lo que es más importante, eso es lo que muchos en los países de Europa del Este temían.

    Ese temor se basó en la retórica oficial de Rusia, en la que definía a sus vecinos como el «extranjero cercano», especialmente los estados de Europa Central y del Este, comprendiendo plenamente que Rusia volvería a buscar el dominio regional, y que estos, comprendido esto querían salvaguardar su existencia, que no soberanía y autonomía (dado que la cederían parcialmente al entrar en el bloque occidental) antes de que fuera demasiado tarde. ¿La solución? ¡Conseguir la membresía en la OTAN?

    Como deja en claro la cita anterior de Clinton de la década de 1990, los funcionarios estadounidenses entendieron el riesgo: Rusia buscará nuevamente el dominio de la región y expandir la OTAN hacia el este, especialmente a las ex repúblicas soviéticas, podría crear un riesgo de seguridad para los EE. UU. Pero el Artículo 5 de la OTAN, la cláusula de defensa mutua, también es un poderoso elemento disuasorio, especialmente cuando se combina con el despliegue real de fuerzas.

    Es por eso que la OTAN se ha centrado en su Enhanced Forward Presence (Presencia Avanzada Mejorada) en los últimos años. Una misión del a OTAN (en la que participa España al desplegar algunas unidades en Letonia) la cual, como consecuencia de las retiradas de personal de EEUU del continente europeo, suponía enviar por parte de otros miembros fuerzas a las zonas limítrofes con Rusia para garantizar la seguridad de los aliados. 

    ¿Qué significa todo esto? Significa que si hay alguna falla en la OTAN, fue no expandir la OTAN “lo suficientemente rápido” y tal y como diría el realismo ofensivo. Una vez que entraron los países bálticos, era necesario traer a Ucrania, al menos antes que Rusia pudiera preparar una ofensiva, dado que en ese momento esta no tenía capacidad de hacer valer sus intereses (esto desde una perspectiva que beneficie a la OTAN), algo que ya no es tan real a día de hoy. En resumen, el realismo ofensivo, tal como lo describe Mearsheimer en su «Tragedia de la política de las grandes potencias», explica bien el comportamiento de Rusia durante el siglo pasado y el actual, en el que como todas las grandes potencias, busca dominar su región. Eso además de todo lo comentado en esta publicación y en la anterior en última instancia, la causa de la guerra actual.

  • Las ilusiones liberales causaron la crisis de Ucrania: La ofensiva de Rusia es un hecho que se podría haberse evitado.

    La situación en Ucrania es mala y seguramente empeorará si los rusos tienen que movilizar más tropas y recursos militares en caso de que encuentren resistencia en las principales ciudades ucranianas, sin embargo, hoy no nos ocuparemos de cuestiones tácticas ni operacionales, sino que trataremos el como se ha llegado a esta situación, que partía de un escenario en el que Rusia exigía garantías de que la OTAN nunca jamás se expandirá más hacia el este y Ucrania se mantendría neutral y desmilitarizada como un estado colchón.

    Las negociaciones no tuvieron éxito, y Estados Unidos y sus aliados de la OTAN están lanzando toda su artillería de poder blando y guerra informativa que harán que Rusia pague si sigue adelante con una invasión por mucho tiempo. Esta guerra tiene importancia porque plantea que uno de sus principales actores (Rusia) no está de acuerdo con el escenario europeo de seguridad, hecho que hizo que una guerra fuera una posibilidad clara dado que el tiempo iba a empeorar la posición de dicho actor en el orden europeo.

    Rusia invade Ucrania: La primera gran guerra terrestre después de mucho tiempo en territorio europeo.

    La gran tragedia es que todo este asunto fue evitable. Si Estados Unidos y sus aliados europeos no hubieran sucumbido a la arrogancia, las ilusiones y el idealismo liberal y, en cambio, se hubieran basado en las ideas fundamentales del realismo, la crisis actual no se habría producido. De hecho, Rusia probablemente nunca se habría apoderado de Crimea, y Ucrania, además de que los países de Europa Oriental, más maximalistas en sus planes de amenazar a Rusia, estarían más seguros hoy. El mundo está pagando un alto precio por confiar en una teoría defectuosa de la política mundial.

    En el nivel más básico, el realismo comienza con el reconocimiento de que las guerras ocurren porque no hay una agencia o autoridad central que pueda proteger a los estados unos de otros y evitar que peleen si así lo deciden. Dado que la guerra siempre es una posibilidad, los estados compiten por el poder y, a veces, usan la fuerza para tratar de crear posiciones más seguras u obtener otras ventajas. No hay forma de que los estados puedan saber con certeza lo que otros pueden hacer en el futuro, lo que los hace reacios a confiar unos en otros y los alienta a protegerse contra la posibilidad de que otro estado poderoso intente dañarlos en algún momento del camino.

    El liberalismo en relaciones internacionales, visión dominante en España y buena parte de Occidente, ve la política mundial de manera diferente. En lugar de ver a todas las grandes potencias enfrentando más o menos el mismo problema, la necesidad de estar seguros en un mundo donde la guerra siempre es posible, el liberalismo sostiene que lo que hacen los estados está impulsado principalmente por sus características internas y la naturaleza de las conexiones entre ellos. Divide el mundo en «buenos estados» (aquellos que encarnan los valores liberales) y «malos estados» (prácticamente todos los demás) y sostiene que los conflictos surgen principalmente de los impulsos agresivos de autócratas, dictadores y otros líderes antiliberales. Para los liberales, la solución es derrocar a los tiranos y difundir la democracia, los mercados (abiertos en favor de estos mismos) y las instituciones basándose en la creencia de que las democracias no luchan entre sí, especialmente cuando están unidas por el comercio, la inversión y un conjunto de reglas acordadas.

    Después de la Guerra Fría, las élites occidentales concluyeron que el realismo ya no era relevante y que los ideales liberales deberían guiar la conducta de la política exterior. Como el profesor de la Universidad de Harvard, Stanley Hoffmann, le dijo a Thomas Friedman del New York Times en 1993, el realismo es “totalmente absurdo hoy en día”. Los funcionarios estadounidenses y europeos creían que la democracia liberal, los mercados abiertos, el estado de derecho y otros valores liberales se estaban extendiendo como un reguero de pólvora y que un orden liberal global estaba al alcance de la mano. Asumieron, como dijo el entonces candidato presidencial Bill Clinton en 1992, que “el cálculo cínico de la política pura del poder” no tenía cabida en el mundo moderno y que un orden liberal emergente produciría muchas décadas de paz democrática. En lugar de competir por el poder y la seguridad, las naciones del mundo se concentrarían en enriquecerse en un orden liberal cada vez más abierto, armonioso y basado en reglas, moldeado y protegido por el poder benévolo de los Estados Unidos.

    Si esta visión optimista hubiera sido precisa, difundir la democracia y extender las garantías de seguridad de EE. UU. a la esfera de influencia tradicional de Rusia habría planteado pocos riesgos. Pero ese resultado era poco probable, como podría haber dicho cualquier buen realista. De hecho, los opositores a la ampliación se apresuraron a advertir que Rusia inevitablemente consideraría la ampliación de la OTAN como una amenaza y que seguir adelante envenenaría las relaciones con Moscú. Es por eso que varios destacados expertos estadounidenses, incluido el diplomático George Kennan, el escritor Michael Mandelbaum y el exsecretario de defensa William Perry, se opusieron a la ampliación desde el principio. El entonces subsecretario de Estado, Strobe Talbott, y el exsecretario de Estado, Henry Kissinger, se opusieron inicialmente por las mismas razones, aunque ambos cambiaron más tarde sus posiciones y se unieron al carro pro-ampliación.

    Los defensores de la expansión ganaron el debate al afirmar que ayudaría a consolidar las nuevas democracias en Europa Central y Oriental y crearía una “amplia zona de paz” en toda Europa. En su opinión, no importaba que algunos de los nuevos miembros de la OTAN tuvieran poco o ningún valor militar para la alianza y que pudieran ser difíciles de defender porque la paz sería tan sólida y duradera que cualquier promesa de proteger a esos nuevos aliados nunca se habría cumplido. ser honrado

    Además, insistieron en que las intenciones benignas de la OTAN eran evidentes y que sería fácil persuadir a Moscú de que no se preocupara mientras la OTAN se acercaba sigilosamente a la frontera rusa. Esta visión era extremadamente ingenua, ya que la cuestión clave no era cuáles podrían haber sido en realidad las intenciones de la OTAN. Lo que realmente importaba, por supuesto, era lo que los líderes de Rusia pensaban que eran o podrían ser en el futuro. Incluso si los líderes rusos hubieran podido estar convencidos de que la OTAN no tenía malas intenciones, nunca podrían estar seguros de que siempre sería así.

    Aunque Moscú no tuvo más remedio que aceptar la admisión de Polonia, los países bálticos, Hungría y la República Checa en la OTAN, las preocupaciones rusas crecieron a medida que continuaba la ampliación. No ayudó que la ampliación estuviera en desacuerdo con la garantía verbal del secretario de Estado de EE. UU., James Baker, al líder soviético Mikhail Gorbachev en febrero de 1990 de que si se permitía que Alemania se reunificara dentro de la OTAN, la alianza no se movería “ni una pulgada hacia el este”, una promesa. Gorbachov fracasó tontamente en pasar esto por escrito. (Baker y otros cuestionan esta caracterización, y Baker ha negado haber hecho promesas formales).

    Las dudas de Rusia aumentaron cuando Estados Unidos invadió Irak en 2003 —una decisión que mostró cierto desprecio deliberado por el derecho internacional que tanto decían defender— y aún más después de que Obama superó la autoridad de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y ayudó a derrocar al líder libio Muammar al-Qaddafi en 2011. Rusia se había abstenido en la resolución, que autorizaba la protección de los civiles pero no el cambio de régimen, y el exsecretario de Defensa de EE. UU., Robert Gates, comentó más tarde que “ los rusos sintieron que habían sido engañados”. Estos y otros incidentes ayudan a explicar por qué Moscú ahora insiste en garantías por escrito.
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    El secretario general de la OTAN, George Robertson, y el presidente ruso, Vladimir Putin, se reúnen en Bruselas en octubre de 2001. Cuando Putin amaba a la OTAN
    El exsecretario general de la OTAN, George Robertson, quien tuvo una relación cordial con el líder ruso, recuerda una época en la que Moscú quería tener vínculos más estrechos con Occidente.

    Si los políticos estadounidenses hubieran reflexionado sobre la historia y las sensibilidades geográficas de su propio país, habrían entendido cómo veían la ampliación sus homólogos rusos. Como señaló recientemente el periodista Peter Beinart, Estados Unidos ha declarado repetidamente que el Hemisferio Occidental está fuera del alcance de otras grandes potencias y ha amenazado o usado la fuerza en numerosas ocasiones para hacer que esa declaración se mantenga. Durante la Guerra Fría, por ejemplo, la administración Reagan estaba tan alarmada por la revolución en Nicaragua (un país cuya población era menor que la de la ciudad de Nueva York) que organizó un ejército rebelde para derrocar a los sandinistas socialistas gobernantes.

    Si los estadounidenses podían preocuparse tanto por un pequeño país como Nicaragua, ¿por qué era tan difícil entender por qué Rusia podría tener serias dudas sobre el movimiento constante de la alianza más poderosa del mundo hacia sus fronteras? El realismo explica por qué las grandes potencias tienden a ser extremadamente sensibles al entorno de seguridad en sus vecindarios inmediatos, pero los arquitectos liberales de la ampliación simplemente no pudieron entenderlo. Fue un fracaso monumental en empatía con profundas consecuencias estratégicas.

    El error se ve agravado por la reiterada insistencia de la OTAN en que la ampliación es un proceso abierto y cualquier país que cumpla con los criterios de membresía es elegible para unirse. Eso no es exactamente lo que dice el tratado de la OTAN, por cierto; El artículo 10 simplemente establece: “Las Partes podrán, por acuerdo unánime, invitar a cualquier otro Estado europeo que esté en condiciones de promover los principios de este Tratado y contribuir a la seguridad del área del Atlántico Norte a adherirse a este Tratado”.

    La palabra clave aquí es «puede»: ninguna nación tiene derecho a unirse a la OTAN y ciertamente no si su entrada haría que otros miembros fueran menos seguros. Detalles aparte, gritar este gol a los cuatro vientos fue temerario e innecesario. Cualquier alianza militar puede incorporar nuevos miembros si las partes existentes están de acuerdo en hacerlo, y la OTAN lo había hecho en varias ocasiones. Pero proclamar abiertamente un compromiso activo e ilimitado para avanzar hacia el este estaba destinado a aumentar aún más los temores rusos.

    El siguiente paso en falso fue la decisión de la administración Bush de nominar a Georgia y Ucrania como miembros de la OTAN en la Cumbre de Bucarest de 2008. La ex funcionaria del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU., Fiona Hill, reveló recientemente que la comunidad de inteligencia de EE. UU. se opuso a este paso, pero entonces el presidente George W. Bush ignoró sus objeciones por razones que nunca se han explicado completamente.

    El momento de la medida fue especialmente extraño porque ni Ucrania ni Georgia estaban cerca de cumplir con los criterios para ser miembros en 2008 y otros miembros de la OTAN se opusieron a incluirlos. El resultado fue un compromiso incómodo negociado por los británicos en el que la OTAN declaró que ambos estados eventualmente se unirían, pero no dijo cuándo. Como dijo correctamente el politólogo Samuel Charap: “Esta declaración fue la peor de todas. No brindó mayor seguridad a Ucrania y Georgia, pero reforzó la opinión de Moscú de que la OTAN estaba decidida a incorporarlos”. No es de extrañar que el ex embajador de Estados Unidos ante la OTAN, Ivo Daalder, describiera la decisión de 2008 como el «pecado capital» de la OTAN para Rusia.

    La siguiente ronda se produjo en 2013 y 2014. Con la economía de Ucrania tambaleándose, el entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovych, alentó una guerra de ofertas entre la Unión Europea y Rusia por ayuda económica. Su decisión posterior de rechazar un acuerdo de adhesión negociado con la UE y aceptar una oferta más lucrativa de Rusia desencadenó las protestas de Euromaidan que finalmente llevaron a su expulsión.

    Los funcionarios estadounidenses y europeos dirigidos por su clase mediática se inclinaron visiblemente a favor de los manifestantes y participaron activamente en el esfuerzo por elegir al sucesor de Yanukovych, lo que dio crédito a los temores rusos de que se trataba de una revolución de color patrocinada por Occidente. Sorprendentemente, los funcionarios de Europa y Estados Unidos nunca parecieron haberse preguntado si Rusia podría oponerse a este resultado o qué podría hacer para descarrilarlo. Como resultado, quedaron sorprendidos cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó la toma de Crimea y respaldó los movimientos separatistas de habla rusa en las provincias orientales de Ucrania, sumiendo al país en un conflicto congelado que persiste hasta el día de hoy y que ha provocado la guerra actual.

    Es un lugar común en Occidente defender la expansión de la OTAN y culpar de la crisis de Ucrania únicamente a Putin. El líder ruso puede merecernos o no simpatías. También él ha pisoteado el Memorando de Budapest de 1994, que brindaba garantías de seguridad a Ucrania a cambio de que renunciara al arsenal nuclear que heredó de la Unión Soviética. Estas y otras acciones han suscitado preocupaciones legítimas sobre las intenciones rusas, y la toma de Crimea ha puesto a la opinión pública ucraniana y europea en contra de Moscú. Si Rusia tiene razones obvias para preocuparse por la ampliación de la OTAN, sus vecinos también tienen muchas razones para preocuparse por Rusia.

    Pero Putin no es el único responsable de la crisis en curso sobre Ucrania, y la indignación moral por sus acciones o su carácter no es una estrategia. Tampoco es probable que sanciones cada vez más duras lo lleven a rendirse a las demandas occidentales. Por desagradable que sea, Estados Unidos y sus aliados deben reconocer que la alineación geopolítica de Ucrania es un interés vital para Rusia, uno que está dispuesto a usar la fuerza para defender tal y como estamos viendo, y esto no se debe a que Putin resulte ser un autócrata despiadado con un cariño nostálgico por el viejo pasado soviético, sino que eso es parte de lo que considera su perímetro de seguridad. Las grandes potencias nunca son indiferentes a las fuerzas geoestratégicas desplegadas en sus fronteras, y Rusia se preocuparía profundamente por la alineación política de Ucrania incluso si alguien alineado con él estuviera a cargo. La falta de voluntad de Estados Unidos y Europa para aceptar esta realidad básica es una de las principales razones por las que el mundo se encuentra hoy en este lío.

    Dicho esto, Putin ha hecho que este problema sea más difícil al tratar de obtener importantes concesiones a punta de pistola. Incluso si sus demandas fueran completamente razonables, Estados Unidos y el resto de la OTAN tienen buenas razones para resistir su intento de chantaje. Una vez más, el realismo te ayuda a entender por qué: en un mundo donde cada estado está en última instancia por su cuenta, señalar que puedes ser chantajeado puede alentar al chantajista a hacer nuevas demandas, esto ocurre en ambas direcciones.

    Para solucionar este problema, las dos partes tendrían que transformar esta cuestión, la seguridad en Europa, de una que parece un chantaje a una que parece más un rasguño mutuo. La lógica es simple: no me gustaría darte algo que quieres si me estuvieras amenazando porque sienta un precedente preocupante y podría tentarte a repetir o intensificar tus demandas. Pero podría estar dispuesto a darte algo que quieras si accedieras a darme algo que yo quisiera tanto. No hay nada de malo en sentar un precedente como ese; es, de hecho, la base de todos los períodos de paz duraderos.

    Estados Unidos y el enfoque de este es dudoso que vaya a funcionar. ¿Por qué no? Porque al final, el alineamiento geopolítico de Ucrania es un interés vital para el Kremlin y Rusia insistirá en conseguir algo tangible tanto ahora como después de la guerra en un hipotético tratado de paz. El presidente de EE. UU., Joe Biden, ya ha dejado claro que Estados Unidos no irá a la guerra para defender a Ucrania, únicamente se han limitado a apoyo propagandístico y material, y aquellos que piensan que puede y debe intervenir, en un área que se encuentra justo al lado de Rusia, aparentemente creen que todavía estamos en el unipolar. mundo de la década de 1990 y tienen muchas opciones militares atractivas que realmente no existen.

    Sin embargo, con una mano débil para jugar, el equipo negociador de EE. UU. aparentemente todavía insiste en que Ucrania mantenga la opción de unirse a la OTAN (o lo que quede de ella) en algún momento en el futuro, que es precisamente el resultado que Moscú quiere impedir con su intervención. Si Estados Unidos y la OTAN quieren resolver esto a través de la diplomacia, tendrán que hacer concesiones reales a los rusos y es posible que no obtengan todo lo que desean. Esta situación es el precio que hay que pagar por expandir imprudentemente la OTAN más allá de límites razonables.

    Este desafortunado lío da una lección a los ucranianos y sus líderes, que tienen que tener en cuenta de que tener a Rusia y Occidente peleando sobre qué lado finalmente gana la lealtad de Kiev es un desastre para su país. Ucrania debería haber tomado la iniciativa y anunciar que tenía la intención de operar como un país neutral que no se unirá a ninguna alianza militar. Debería haberse comprometido formalmente a no convertirse en miembro de la OTAN o unirse a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva liderada por Rusia. Seguiría en ese caso siendo libre de comerciar y dar la bienvenida a la inversión de cualquier país. Si Kiev hubiera hecho tal movimiento por su cuenta, entonces los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN no podrían ser acusados de ceder al chantaje ruso.

    Para los ucranianos, vivir como un estado neutral al lado de Rusia no era seguramente la situación ideal, eso es lógico. Pero dada su ubicación geográfica, es el mejor resultado que Ucrania podía esperar de manera realista. Sin duda, es muy superior a la situación en la que se encuentran los ucranianos ahora, en una guerra que amenaza con despedazar su país y una posible anexión rusa. Vale la pena recordar que Ucrania fue efectivamente neutral desde 1992 hasta 2008, el año en que la OTAN anunció tontamente que Ucrania se uniría a la alianza.

    El elemento más trágico de toda esta infeliz situación es que era evitable. Pero hasta que los formuladores de políticas estadounidenses no moderen su arrogancia liberal (en relaciones internacionale) y recuperen una apreciación más completa de las incómodas pero vitales lecciones del realismo y de que las potencias tienen objetivos de seguridad jerarquizados, por los cuales están dispuestos a ir a una guerra, es probable que se topen con crisis similares en el futuro.

  • Relaciones sino-rusas tras el comienzo de la guerra en Ucrania y dificultades del escenario de seguridad europeo.

    No deja de ser gracioso que la crisis ucraniana esté obligando a recular al respecto la posición oficial sobre China que se venía dando en los últimos años al respecto la idea del respeto a la soberbia de los Estados-Nación al modo decimonónico, es decir, considerando lo que ocurre en el interior de estos como una caja negra, siendo este principio central para la relación entre Estados (algo que los mandatarios occidentales no aceptan y tienden a interferir como forma de poder blando en otros países, cuando ocurre algún suceso politizable).

    A medida que las tropas rusas han ido entrando en Ucrania, los funcionarios de Pekín se han enfurecido ante cualquier insinuación de que, por proteger a Moscú, traicionan un principio básico de la política exterior china: que la soberanía es sacrosanta. Más que la mayoría de los países, China ha defendido la idea de que la soberanía nacional está por encima de otras preocupaciones, incluidas las normas sobre derechos humanos (que no son más que un arma geopolítica para justificar influencia e intervención en otros Estados por sus promotores). El concepto moderno de soberanía en China —“zhǔquán” en chino— se desarrolló a partir del siglo XIX, cuando las potencias occidentales subyugaron a los gobernantes Qing, y aún tiene vigencia dentro del gigante asiatico.

    También en la política interna, el gobierno chino ha hecho de la soberanía un objetivo. Cuando las autoridades juzgan a los disidentes en secreto, rechazan las solicitudes de acceso a información alegando “soberanía judicial”. Cuando se critica la censura china en internet, los funcionarios citan el derecho de China a preservar su “cibersoberanía”, así de importante es para dicho país esa cuestión.

    Obviando no sólo sus propios conflictos territoriales sino el problema de Taiwan al que considera parte de China. Para China esta es la mejor situación posible con una Rusia cada vez más dependiente y un Estados Unidos empantanado y con sus objetivos estratégicos a largo plazo en riesgo. La creciente relación económica entre China y Rusia también le ha dado a Xi cierta influencia potencial para presionar a Putin para que resuelva con celeridad la crisis de Ucrania. Con las severas sanciones impuestas a Rusia por las potencias occidentales, ahora puede que Putin necesite más que nunca a China como inversionista y comprador de petróleo, trigo y otros productos rusos.

    Contra lo que se está diciendo la posición de China sobre el conflicto no es ambigua, sino su forma habitual de actuar, calificando la agresión rusa como provocada por no entender las necesidades de seguridad rusas por parte de EEUU y los países de la UE. Si llega el momento ayudará a Rusia pero no porque quiera salvarla, sino pensando en su propio interés y con la comodidad del socio senior de la relación.

    Por el otro lado, Putin espera que Xi acepte, o incluso apoye, la invasión. Hasta ahora, el gobierno de Xi le ha seguido el juego, al atribuir la responsabilidad de la peor guerra de Europa en décadas a la arrogancia de Estados Unidos. China también se ha distanciado de la condena a Rusia en las Naciones Unidas.

    “China cree que la causa principal de esta guerra ha sido la incapacidad a largo plazo de Estados Unidos de respetar la seguridad rusa”, dijo Xuewu Gu, director del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Bonn, Alemania. “En ese sentido, China ve esta guerra como una autodefensa de Rusia, por lo que naturalmente no la describiría como una invasión”. Obviando no solo sus propios conflictos territoriales sino el problema de Taiwan. Para China esta es la mejor situación posible con una Rusia cada vez más dependiente y un Estados Unidos empantanado y con sus objetivos estratégicos a largo plazo en riesgo.

    Por otro lado, después de escuchar el discurso de Biden, me cuesta pensar que la opción de convertir a un Estado del tamaño y poder de Rusia en un paria internacional sea una opción factible (más aún cuando los BRICS, varios países americanos, de Medio Oriente y de su tradicional zona de influencia), no han decidido participar en el embargo económico. Eso por no hablar de potenciales consecuencias para la estabilidad del sistema internacional y el cumplimiento de los objetivos estratégicos estadounidenses a largo plazo. Sumado al desacoplamiento europeo de la economía rusa, y el acoplamiento en su flanco este con China, algo que hará que Rusia tenga que perder menos cuando tenga tensiones geopolíticas con Occidente.

    No es la primera vez que la URSS (en un primer momento) y un poco antes el imperio ruso fue un paria durante la primera mitad del S. XX (debido al temor del Imperio Britanico a que se expandiera hacía Oriente Medio y la India, área de influencia británica) y luego, a pesar de estar atrasada esta potencia acabó por liderar junto con EEUU la geopolítica durante parte del S.XX. Claro que la URSS de 1919, estaba en una situación mucho más desesperada que la Rusia de hoy, que además tiene una cierta presencia más allá de su región sumado a un arsenal nuclear y unas fuerzas armadas operativas.


    Este aislamiento y el de la Alemania Guillermina (cuando se le negó participar de igual a igual en la política de reparto colonial), y en la primera parte del período de entreguerras respecto Weimar y el III Reich, son los dos únicos ejemplos que se me ocurre como lejanamente similares, hechos que suelen generar una tensión bastante fuerte y difícil apaciguar entre las potencias dominantes, que no quieren ceder para construir un sistema de seguridad equilibrado, con las demandas y crean entonces un “paria internacional”, que le sale más rentable romper el sistema se seguridad a mantenerlo.

    La OTAN, por otro lado, está utilizando a Ucrania como carne de cañón para poder . Apela a una narrativa internacional de condena a Rusia, mientras el territorio y las vidas de los habitantes se destruye incrementalmente.

    Tristemente, las alternativas para Ucrania son las siguientes:

    -El Futuro de Ucrania bajo Rusia: Gobierno títere desarmado e incapacitado para tener autonomía y soberanía (suponiendo que no habrá ninguna anexión de territorio).

    -Futuro de Ucrania para OTAN:
    Gobierno endeudado, sectores estratégicos privatizados, armado hasta los dientes por UE y EEUU para ser carne de cañón contra Rusia. Ninguna de las dos parece una buena opción.

    El verdadero aprendizaje que deben hacer los países de mediano desarrollo del conflicto en Ucrania es invertir en sus propios sistemas de Defensa que puedan disuadir lo suficiente a sus posibles amenazas, o plantear hipótesis de conflicto en las que puedan generar suficientes bajas al hipotético rival, además de tener cierta autonomía estratégica para aplicar estos planes y programas (y así no quedar atrapado en la política de dos grandes potencias rivales). Esto sirve para España, o para cualquier Nación Hispanoamericana, dominada o rodeada, en mayor o menor medida por potencias extranjeras.


    La cuestión es que convertir a Rusia en un paria internacional es una mala idea dado que es demasiado grande. Un sistema de seguridad europeo sin la principal fuerza nuclear en el continente europeo es inviable. Sería como intentar hacer un sistema europeo de seguridad en la época del II Reich sin Alemania, excluyendo a dicha primera potencia continental de la toma de decisiones en ese escenario y de sus demandas como relevantes en la configuración de este.

    El escenario europeo será más inestable por la megalomanía otanista de expandirse hacía Europa Oriental, y no aceptar que Rusia es una potencia relevante en la región, en vez de reconocer la relevancia de dicha potencia y apaciguarla en consecuencia, delimitando zonas de influencia para generar así la posibilidad de paz en la zona Oriental de nuestro continente.

  • ¿LA IZQUIERDA ES HIPERCAPITALISTA?

    VALORES DE IZQUIERDA COMO AUTONOMÍA, LIBERTAD E IGUALDAD ESTÁN AGRAVANDO EL DESARRAIGO SOCIAL.

    Independientemente de lo que afirme cualquier izquierdista, la gran mayoría de ellos son secretamente hipercapitalistas. Es posible que ni siquiera se den cuenta de esto porque las ideas y la realidad suelen y pueden ir por caminos distintos (ellos sin saberlo ahondan en los problemas del sistema). Pueden arremeter contra usted por decirles esto. Pero es la verdad. Los valores que propugna la izquierda indefinida realmente existente en última instancia van de la mano con una especie de infierno hipercapitalista. Entonces, cuando intento explicar por qué no me identifico con la izquierda, esta es una parte de la historia.

    ¿Cómo la izquierda se volvió liberal-progresista en términos anglosajones?

    Cuando uso Liberal aquí, no lo estoy usando como peyorativo que utiliza izquierda y derecha.  A lo que me refiero con «Liberal» es a la escuela de filosofía política que llamamos Liberalismo. La escuela de Mill, Kant, Rawls, Dworkin, Raz y otros que surgieron de la nueva ontología social de los teóricos del contrato social.

    Si bien hay muchos elementos de las teorías liberales (neutralidad de las instituciones, formalismo legal, procedimentalismo, pluralismo, derechos subjetivos, etc.), el núcleo del liberalismo es la autonomía. Dos ejemplos rápidos:

    Joseph Raz en su obra La moralidad de la libertad:

    “Una corriente común en el pensamiento liberal considera la promoción y protección de la autonomía personal como el núcleo de la preocupación liberal. Una persona es autónoma si puede convertirse en autora de su propia vida.”

    Bruce Ackerman en su obra Social Justice and the Liberal State :

    “[El liberalismo es] una moralidad política individualista… preocupada principalmente por proteger y promover la autonomía de los individuos.”

    La izquierda, en general, no solo ha adoptado la autonomía como un bien central que guía su política, sino que la ha intensificado . Se invoca la autonomía corporal para defender los derechos de las personas transgénero, el aborto, el trabajo sexual, las sexualidades, etc. Quizás el debate sobre el trabajo sexual es más obvio, ya que las llamadas de «antimoralismo» tienden a ser las más explícitas allí. O se apoya el trabajo sexual por la autonomía corporal, o se opone al trabajo sexual en su forma actual por la explotación/mercantilización del cuerpo (normalmente son los argumentos más habituales).

    Tengamos en cuenta, por otro lado: que la «explotación» y la «dominación» tienden a ser solo formas indirectas de afirmar la autonomía. Pasan de contrabando el valor de la «autonomía» por la puerta de atrás para justificar cualquier brutalidad. Sin embargo, el trabajo sexual es «explotador» porque con frecuencia depende de mujeres que no tienen otras opciones. Por supuesto, la implicación es que si una mujer acomodada que pudiera elegir a sus propios clientes, etc., eligiera dedicarse al trabajo sexual, no habría nada malo. Autonomía corporal sería en este caso.Sin embargo, para esta izquierda progresista, no hay ningún otro principio moral en juego. Por supuesto, no todas las personas de izquierda creen esto. Pero la izquierda se ha vuelto mayoritariamente liberal.

    De manera similar, la «dominación» como algo inherente a las sociedades humanas tiende a usarse como la contraparte indeseable para justificar la autonomía. La dominación se refiere a alguna situación en la que existe una distribución desigual del poder en la sociedad, lo que lleva a unos individuos a mandar y a otros que deben obedecer. Que esto sea malo se basa en una de tres creencias:

    1. La afirmación de que elegir el propio destino/guiar la propia vida es bueno, aún cuando esta se encuentra tan condicionada por la cantidad de sucesos sociales,  que la libre elección es realmente imposible. En otras palabras, a menos que estemos describiendo la dominación como un hecho exagerado e implausible, lo que realmente ocurre es que estamos afirmando la autonomía. No hay autonomía para los dominados, no hay elección real en la vida, y por lo tanto el sistema de dominación es injusto e inmoral. Bienvenido de nuevo al liberalismo.

    2. Que la dominación tiende a conducir a estructuras de incentivos perversas, y va en contra del bien común. Gran parte de nuestra sociedad está atrapada en estructuras de incentivos profundamente perversas, con individuos e instituciones que son recompensados ​​por actuar de manera antisocial. Smith discutió algo similar en La Riqueza de las Naciones , cuando señaló que mientras los intereses del trabajador y el terrateniente se alinean con el interés general de la sociedad, los intereses de la clase capitalista no lo hacen, ya que:

    “La tasa de ganancia no aumenta, como la renta y los salarios, con la prosperidad y cae con la declinación de la sociedad, sigue su propio ciclo.”

    Esta afirmación, por supuesto, exige alguna noción sustantiva del Bien más allá de la autonomía. Tal vez uno crea en un tipo de productivismo como el que parece respaldar Smith, pero uno necesita creer en cualquier noción sustantiva de la Buena vida. 

    -La dominación excluye la igualdad, y la igualdad no es un bien en sí mismo:

    No necesito decirles que las visiones de «igualdad» tienden a ser absurdas y delirantes. Pero lo que quizás no comprenda es que una afirmación de igualdad generalmente es una afirmación de autonomía al final del día. Quizás Peter Westen lo dijo mejor:

    «La igualdad es un recipiente vacío sin contenido sustantivo propio. Sin normas morales, queda sin sentido, una fórmula que no puede decir nada sobre cómo debemos actuar.»

    Los reclamos de igualdad han comenzado a desplazar los reclamos de autonomía/libertad en muchos estudios liberales, ya que la autonomía/libertad se consideran conceptos bastante inadecuados. Pero el problema, por supuesto, es que la igualdad es igualmente inútil y generalmente se reduce de nuevo al concepto de autonomía e independencia en esta erudición. Primero, como dijo Safranek en El mito del liberalismo :

    “El proponente de la igualdad debe justificar su uso favorito de la igualdad… frente a otros significados posibles… Y no puede invocar el principio de igualdad porque eso es lo que se disputa.”

    El erudito constitucional Kenneth Karst se basa en Rawls (quien identifica el respeto por uno mismo como «el principal bien primario» en su Teoría de la justicia ) y vincula explícitamente la igualdad con la autonomía. En su opinión, el núcleo sustantivo de la cláusula de igual protección es que la igualdad de ciudadanía exige que la sociedad trate a todas las personas con respeto y dignidad.

    Para Karst, cuando los individuos perciben una desigualdad como un índice de su valor personal, su principal bien de respeto por sí mismos se daña y disminuye. (Si esto le suena a «Justicia Social», bueno,… sí) . Karst, que escribió sobre muchos temas de los derechos de la mujer, argumentó que la igualdad de ciudadanía no incluye un derecho específico a los anticonceptivos o al aborto, sino más bien un «derecho a asumir la responsabilidad de elegir el propio futuro».

    La Corte Suprema de EEUU respaldó este razonamiento en Casey :

    “La capacidad de las mujeres para participar equitativamente en la economía y la vida social de la Nación se ha visto facilitada por su capacidad de controlar su vida reproductiva”.

    Así hemos demostrado que la «dominación», la «explotación» y la «igualdad» son generalmente solo formas de ocultar una afirmación de «autonomía». Es un intento de ser liberal, sin admitir el propio liberalismo. En ausencia de cualquier teoría sustantiva del Bien, eso es todo a lo que llegará la Izquierda indefinida actual. 

    Pero está bien. Hemos demostrado que la izquierda realmente existente es en gran parte liberal, pero ¿cómo prueba esto que son «hipercapitalistas»? Parece una afirmación bastante audaz que aún no ha sido probada. Bueno, amigo, debemos investigar cuáles son los impactos de la autonomía y por qué conducen a esta sociedad hipercapitalista.

    -El Liberalismo como ácido del tejido social: la autonomía lo disuelve todo:

    Quiero comenzar con una afirmación que puede parecer contradictoria pero no lo es: el colectivismo es totalmente compatible con la alienación y la atomización. Incluso puede exigir esa atomización, pero no tengo el espacio aquí para probar eso. Lo que quiero discutir aquí no es «individualismo» versus «colectivismo», o «libertad» versus «tiranía», sino más bien arraigo versus atomización. Ya he discutido cómo , si «libertad» significa algo, «autonomía» no es una noción muy sustantiva de ella . Así que hoy quiero ver cómo la autonomía, la «libertad», termina conduciendo a la atomización total.

    Autonomía e Igualdad exigen la total atomización. El universalismo también exige la atomización total (por lo que cualquiera que identifique a la izquierda con algún tipo de «universalismo» aún respalda esta atomización dado que cree en una idea de individuo no inmerso en su cultura y en su contexto).

    Pero ¿por qué es este el caso?

    La autonomía exige la atomización porque cualquier vínculo que no se elige representa una limitación a las acciones genuinamente libres. Vemos variantes de esta creencia en los llamados a la abolición de la familia y la «colectivización» (los progresistas más acérrimos) de la juventud: Además, del mismo modo que uno no elige en qué familia nace ni de qué raza es, estas cosas no pueden tener sentido si la autonomía es nuestro valor más fundamental, al menos a priori. Y si no pueden tener significado, no podemos identificarnos con ellos, ya que ( como explica Charles Taylor) cómo nos identificamos/con qué nos identificamos refleja los valores que tenemos de forma significativa, algo que debe ser disuelto para nuestros defensores de la autonomía o independencia individual. Identificarse con ellos (la familia) es apelar a algún valor fuera de la autonomía que debe prevalecer bajo esa idea atomizadora de familia.

    Una asociación interesante (y quizás trágica) es la multitud de «sensaciones atrapantes» en las  relaciones sociales, especialmente cuando estas son largas y pesa un cierto grado de obligación y responsabilidad autogenerada (algo que todos seguramente hemos sentido y que seguramente nuestros antepasados no pensaron ya que no tenían alternativa en ese sentido).

    Efectivamente, los «sentimientos» se ven como externos al Yo (mente-cuerpo), que es autónomo al mundo físico (separación errónea entre cuerpo y mente tan liberal, cartesiana y anti-materialista) según nuestros amigos amantes de la autonomía y, por lo tanto, debe permanecer separado y desvinculado del mundo y de los sentimientos que surgen al entrar en contacto con el mundo para tomar bajo dichos parámetros una decisión libérrima. 

    ¿Es sorprendente que la multitud no gestione esos sentimientos teniendo en cuenta el contexto y resuelva en él sino bajo el psicologismo de libertad, y de la mente independiente del contexto y del cuerpo, la cual se superpone al 100% con esta adoración de izquierda/liberal y su afecto por la autonomía/independencia individual como valor central de nuestra cultura occidental»? ¿No debería ser que estos (liberal e izquierdista indefinido) van de la mano? Este es el resultado final de mantener la autonomía como su principal bien, un desorden moral de implicaciones aún desconocidas.

    La igualdad exige atomización no solo porque se reduce a la autonomía en el fondo (y por lo tanto tiene los mismos problemas que los descritos anteriormente), sino porque si un individuo percibe la desigualdad como un índice de su valor personal, limita su bien central de auto-valoración o respeto social. Y solo necesitas ver una o dos telenovelas para entender cómo termina funcionando. No puede haber conexiones significativas, ni apegos, ni lazos que puedan llevar a otro a percibir una desigualdad («Aman a A más que a mí») que reflejaría por otro lado un índice de su autoestima personal (aunque esto es otra cuestión).

    Luego el universalismo exige la atomización porque ser verdaderamente universalista es abandonar los lazos particulares. Susan Wolf presenta un argumento bastante intrigante con respecto a lo que ella llama «Santos Morales». Uno de sus dos modelos, el Santo Amoroso, se identifica (vagamente) con el utilitarismo y señala que parece conducir tanto a una disminución general de la felicidad general como a una especie de esquizofrenia interna con respecto a los valores/motivaciones morales. El Santo Amoroso es alguien que abraza a todos sea la persona que sea. Por supuesto, si bien esto suena muy bien, el Santo Amoroso sería un individuo torturado y en gran medida desagradable. Imagínese si su «mejor amigo» tratara a cada extraño que conoce de la misma manera que lo trata a usted. No te sentirías particularmente importante o especial, y se perdería la particularidad de nuestras relaciones que las hace por lo demás significativas. Hugh LaFollette hace un poderoso argumento de dos frentes en este sentido , argumentando que las relaciones personales cercanas son requisitos previos para el desarrollo de personas moralmente buenas. Y aunque señala que puede haber una interacción entre el universalismo y la particularidad, pocos defienden ese punto de vista.

    Así, una afirmación de la autonomía, la igualdad, el universalismo, etc., casi siempre va de la mano de la atomización, especialmente con la izquierda indefinida actual. El resultado final es una especie de colectivo donde todos están igualmente y totalmente alienados unos de otros. Donde nada se le puede pedir sin su consentimiento. La autonomía, la igualdad y el universalismo deben disolver todos estos lazos para eliminar la dominación.

    Cuando oímos hablar de un enfoque de «consentimiento» o de «elección», nos estamos refiriendo a dos individuos enajenados que deciden establecer un vínculo que puede ser revocado en cualquier momento por uno u otro, y que no tiene un significado más profundo que el deseo de esas dos (o más) personas. El 99,9% de la industria del «cuidado personal»  (cosméticos) es efectivamente solo una forma de aplacar el vacío interior cuando pierdes esas relaciones profundas con los demás y/o cuando las relaciones te imponen exigencias que no te dejan » tenerlo todo» y te enojas porque te vendieron una mentira (o asumes que tus relaciones son malas por algún motivo a elegir).

    Es irónico que sean los propios izquierdistas indefinidos (desconectados de las líneas tradicionales de izquierda) quienes hayan hecho realidad la famosa afirmación de Marx:

    “Todo lo sólido se desvanece en el aire , todo lo sagrado es profanado, y el hombre se ve finalmente obligado a afrontar con sentido sobrio sus condiciones reales de vida y sus relaciones con los suyos.”

    Lamentablemente, la izquierda sigue sumida en el autoengaño. Y esto es aún más peligroso, porque es este autoengaño lo que permite la atomización, y es esta atomización la que naturalmente (y quizás necesariamente ) alimenta un sistema de consumo (capitalismo gerencial si quieren).

    Entonces, ¿por qué la atomización es el combustible natural de un sistema hipercapitalista?

    El capitalismo y la atomización como inseparables:

    Como afirma Mark Granovetter, Adam Smith afirmó tácitamente que los mercados verdaderamente competitivos requieren atomización social.

    George Stigler de su Teoría del precio :

    “Las relaciones económicas nunca son perfectamente competitivas si implican alguna relación personal entre las unidades económicas”

    Marshall McLuhan:

    “Para tener una vida altamente industrializada, comercial o de marketing, debes idear relaciones muy superficiales para las personas”.

    Ahora bien, por supuesto, la queja aquí será que mientras el capitalismo exige la atomización, la atomización no conduce necesariamente al capitalismo. Si creemos que la autonomía es el bien central del mundo, entonces es la justificación final. Es el árbitro final de lo correcto/incorrecto. Algo es bueno si permite que los individuos expresen su autonomía, y malo si no lo permite. Las «relaciones personales», en la medida en que existen en un mundo que adora la autonomía, solo persisten mientras las personas lo deseen. En otras palabras, en la base de toda relación personal, de toda conexión supuestamente «no mercantilizada», se encuentra la utilidad. Todo se rige por la lógica del mercado y su principio central: el «valor». No puede haber un «amor incondicional». Todo es condicional, y está condicionado al valor.

    Y como señala Paul Verhaeghe en su obra ¿Qué hay de mí?, nuestra ideología moderna de autonomía/lógica de mercado conduce a una extraña paradoja en la que siempre se espera que uno sea un maximizador de valores (de ahí el autocuidado y las narrativas de «liberación» o «vivir tu mejor vida») y, sin embargo, presenta una variedad tan vertiginosa de opciones que la identidad casi nunca es estable. Primero, si uno es verdaderamente autónomo, ¿por qué permanece en una situación subóptima de su supuesta individualidad? ¡Sal de ahí! Y si te quedas, es tu culpa, por supuesto. Tuviste la opción, y elegiste no hacerlo. Segundo, ante la inmensa complejidad y la vertiginosa variedad de narrativas de identidad superficiales, los individuos se encuentran en un estado constante de desorientación (piense en la «modernidad líquida» de Bauman).

    Así, según Verhaeghe, obtenemos el resultado: una especie de «hedonia depresiva». Como señaló Bauman, frente a lo superficial, los individuos buscarán conexiones más profundas para establecer identidades más sólidas. Por supuesto, esto fallará. Porque adorar la autonomía es impedir que esas identidades existan. Más palabras de Marshall Mcluhan:

    «La intensidad del control de masas y la explotación se incrementa por la multiplicación de las diferencias superficiales».

    Por otro lado la atomización y la lógica del mercado transforma las redes sociales en las que existimos, una cosa que la mayoría no parece comprender es que al adorar la autonomía, cambia fundamentalmente los espacios físicos que habitamos. Muchos se quedan solo hasta cierto punto señalando que el capitalismo se opone a los «valores conservadores» (que no necesariamente tienes que defender para criticar la autonomía y el desarraigo), pero ese es un punto demasiado limitado. El punto real debería ser «El capital se opone a cualquier cosa que no pueda comercializar, y trabajará para destruir esas cosas y reemplazarlas con alternativas mercantilizadas».

    El culto a la autonomía introduce la lógica del mercado en todos los elementos de nuestra vida y, además, transforma los espacios que habitamos. Los espacios no mercantilizados donde podemos acercarnos unos a otros como personas plenas son destruidos y reemplazados por espacios atomizados donde solo podemos acercarnos unos a otros en términos de la utilidad que el otro puede proporcionar.

    Así, los espacios en los que nos relacionamos unos con otros en un nivel más profundo que la utilidad, como la familia, en otros tiempos nuestras iglesias, templos, mezquitas, grupos de intereses, etc. son borrados. Lo que reemplaza a estos espacios son espacios regidos por la competencia y la lógica del mercado. El lugar de trabajo, el patio de la escuela (o realmente el salón de clases tiene más sentido, ya que la amistad pasa a un segundo plano frente a la competencia), etc. La competencia está siempre presente. Todo el mundo es una amenaza. La gran cantidad de suicidios de adolescentes debería ser evidencia suficiente de eso.

    Cuando la elección se convierte en consumo, hemos mercantilizado el Ser mismo, por lo tanto, los lazos no elegidos que nos unen a los demás deben ser reemplazados por alternativas mercantilizadas. Como señalé anteriormente, Charles Taylor describe cómo nuestra identidad está ligada a los valores que tenemos:

    “Saber quién soy es saber dónde estoy. Mi identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el marco o el horizonte dentro del cual puedo tratar de determinar caso por caso lo que es bueno, o valioso, o lo que debe hacerse, o lo que apruebo o me opongo”.

    Así nuestra sociedad atomizada desarrolla cantidades masivas de identidades mercantilizadas y superficiales. Convierte a los clientes en fanáticos productos en obsesiones empleados en embajadores y marcas en religiones. Todas estas identidades, estos lazos, deben ser elegidos, y si se eligen en este mundo atomizado, se eligen según la lógica del mercado. En otras palabras: «En mi búsqueda y deseo de identidad demasiado humanos, me veo obligado a consumir.»

    Lo aterrador de esto es que hemos ido mucho más allá de la mercantilización de nuestro trabajo, de nuestros cuerpos, quizás incluso de nuestras mentes. Nos hemos mercantilizado a nosotros mismos. Para un liberal, su identidad es una mercancía. Algo para ser recogido y arrojado a un lado de acuerdo con la lógica de cuánto valor les da. Y, sin embargo, la izquierda indefinida, en su amplio respaldo al valor de la autonomía, lo ha abrazado de todo corazón. Por lo general, no se dan cuenta y lucharán contra ti con uñas y dientes si les dices esto, pero nuestros amigos izquierdistas tienen los mismos valores fundamentales que los «capitalistas» que afirman despreciar. Sí, tal vez redistribuyen los medios de producción. Pero ese cambio palidece en comparación con lo que haces con la totalidad de nuestras relaciones sociales. La autonomía exige atomización, lo que obliga a que todo (incluida su propia identidad) se rija por la lógica del mercado, algo que no pueden eliminar. 

    ¿Se puede salvar la izquierda?

    Si solo viniste aquí para leer sobre cómo apesta la izquierda, puedes sentirte libre de disfrutar el resto de tu día. Pero como ex izquierdista y alguien que todavía tiene muchos puntos de vista coloquiales de «izquierda», me gustaría hacer esta pregunta.

    La respuesta se reduce a un dilema muy simple: o la izquierda puede abandonar la autonomía y presentar una visión moral sustantiva del Buen Vivir, o puede seguir siendo indistinguible del neoliberalismo a nivel atómico.

    En lugar de adorar la autonomía, la izquierda podría argumentar que existen bienes como la comunidad, no mercantilizados, la responsabilidad propia, etc. y que estos bienes se sirven bien proporcionando más tiempo libre y asegurando más oportunidades económicas. Estas políticas de izquierda se utilizan al servicio de un bien sustantivo, más que como una forma de maximizar la autonomía del individuo.

    Mucha gente parece pensar que la izquierda indefinida está genuinamente del lado de los neoliberales. Que en el fondo les gusta el sistema. Quizá este no sea el caso, pero se han convencido genuinamente de que la libertad, lo más bueno que tienen en mente, solo se logra a través de un colectivo definido por vínculos que son solo consensuados. Por supuesto, no se dan cuenta de que al hacer que los lazos sean sólo consensuales, los han mercantilizado y alienado a los individuos en unidades atomizadas. Están equivocados, incluso son realmente delirantes, pero no son partidarios secretos del sistema. Inconscientemente (o no) apoyan el sistema porque no comprenden que a nivel social, son liberales. Esos átomos pueden estar dispuestos de manera diferente para formar un «neoliberal» o un «socialista libertario», pero el nivel atómico, el bien de la Autonomía, es el mismo.

    Entonces, si la izquierda puede presentar esta visión sustantiva, puede salvarse a sí misma. Eso podría significar abandonar algunas vacas sagradas del progresismo y sería mucho mejor destruir lo poco que queda de nuestro tejido social. Aunque todo de acuerdo con su afirmación de que las relaciones personales cercanas son requisitos previos para el desarrollo de personas moralmente buenas. Pero en última instancia, hasta que se presente una visión moral tan sustantiva del Buen Vivir, difícilmente se diferenciarán de lo que h

    En otras palabras, la izquierda (si abandona el universalismo y su atomismo moral) puede salvarse… pero ¿quiere?

  • GEOPOLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS EN UN MUNDO MULTIPOLAR:

    REGIONALIZACIÓN DE LA DEFENSA EN LA LA DECADENCIA RELATIVA DEL HEGEMÓN AMERICANO.

    La cuestión sobre el inédito aumento del presupuesto militar alemán, no hace más que ahondar en la idea de que el mundo multipolar en el que vivimos requerirá de potencias intermedias a nivel regional con mayor autonomía estratégica dada la incapacidad de los EEUU de defender todos los flancos de su imperio exterior.

    Hacer frente a China, Rusia, controlar las rutas internacionales de comercio que le son estratégicas (Asia-Pacífico, Ormuz  y defender a todos sus aliados simultáneamente es demasiado incluso para Estados Unidos.

    Uno de los síntomas del agotamiento de los imperios, entre otros, es la regionalización de la toma de decisiones, esto (el aumento del presupuesto militar de una potencia intermedia como Alemania) es un ejemplo más de ese proceso, pues el hecho de que los europeos tengan que desarrollar una defensa propia, no indica más que EEUU no puede hacerlo más, sino que detectan que el hegemón no lo podrá hacer como antes. Obviamente, la invasión de Ucrania ha sido la justificación a algo que en algún momento llegaría como producto del declive relativo estadounidense.

    Entrando en el análisis, en verdad EE.UU. funciona como un sistema de partido único con pequeños matices en lo interno, pero no confundir que su Gobierno (oficial -presidente- y no oficial -élites americanas en puestos públicos y privados de toma de decisiones-) al respecto lo que hace Europa, América y el Caribe acaba siendo a grandes rasgos lo mismo, dado que  nadie pone ni pondrá en discusión que constituyen, dichas áreas geográficas, el patio trasero de la República Imperial, institucionalizado en la mal llamada Doctrina Monroe extendida fuera de las Américas en el siglo pasado.

    Además del presidente de los EEUU, el hegemón tiene una red institucional y una serie de organismos de toma de decisiones compuesta por el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, el Pentágono, Departamento de Estado, los mandos regionales de Asia-Pacífico y Europa, la Reserva Federal y un sinfín de lobbys, las universidades, la CIA, la DEA y el FBI, entre otros, que construyen de forma conjunta la política exterior americana.

    Un presidente como el que fue Trump (América First) con ciertas ideas de aislamiento, ni siquiera pudo cambiar la orientación de todas estas instituciones de toma de decisiones, quedando prisionero de los andamiajes de poder del imperio, hecho que reitero, nos lleva a agudos análisis, pero que nos quede bien claro, que sea quién sea el presidente, difícilmente podrá modificar tendencias al menos con el sistema de separación de poderes americano y la dispersión del poder característica de Occidente (frente a países como Rusia o China donde el proceso de toma de decisiones está más centralizado).

    Estados Unidos se encuentra en una profunda decadencia desde su pico de poder durante el momento unipolar tras la Guerra Fría, un momento de cambio y reorganización del «orden mundial, que partiendo de la premisa de que la cultura -entendida como el conjunto de elementos materiales y no materiales de un pueblo que construyen identidad- constituye la dimensión más profunda de la soberanía de los pueblos.

    El autor de geopolítica norteamericano Brzezinski afirma que los cuatro ámbitos decisivos del poder global lo constituyen: a) militar, b) económico, c) científico-tecnológico y d) cultural. 

    La combinación de los cuatro ámbitos es lo que hace a un actor estatal convertirse en superpotencia global (El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos).

    Aunque el rostro visible de un imperio mundial se traduce a través del poder duro según John Nye – estratega estadounidense -, identificando de esa manera al segmento económico y militar, sin embargo es el poder blando – el cultural – el que alimenta y sostiene al primero. A lo largo de la historia, el Imperio de Roma, China, los Mongoles, España e Inglaterra, por citar algunos ejemplos, al ingresar en una fase irreversible de decadencia cultural fueron perdiendo la creatividad y el dinamismo económico militar.

    Nada más alejado de la realidad mundial que desconocer que EE.UU. sigue siendo una superpotencia militar global, por lo que embarcarse en afirmar el inminente derrumbe de los EE.UU. es un simplismo peligroso, estamos ante una decadencia relativa, no un derrumbe. Sin embargo, podemos hallar serias grietas dentro del ámbito cultural norteamericano conducente a una crisis que nos lleva, como lo venimos sosteniendo, a un «orden» multipolar en el siglo XXI, y que es muy importante que no perdamos de vista, porque ratificamos la dimensión cultural afecta al poder económico, tecnológico y militar al brindarle creatividad e innovación. El primer síntoma de una crisis de los imperios se inicia en el segmento de la cultura (los memes o información cultural disgenésica que diría Dawkins) precisamente.

    Daniel Bell ya advirtió en su momento que EE.UU. ha entrado en la «era del hedonismo» (Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo. Tanto Samuel Huntington, en su última obra antes de fallecer denominada llamativamente “¿Quienes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense” como el citado Brzezinski, entre otros muchos, critican a fondo ese hedonismo que socava la tradición fundante calvinista cristiana y la base de moralidad social, e identifican su amenaza de declive social y hasta imperial. Ambos encuentran sorprendentes analogías con la decadencia de otros sistemas imperiales, como el historiador Paul Kennedy.

    Los deslumbrantes logros tecnológicos, económicos y políticos se dan paradójicamente con problemas de decadencia moral, suicidio cultural y de desunión política entre cuyas manifestaciones Huntington señala el aumento de conductas antisociales (crímenes, drogadicción y violencia general), la decadencia familiar (récord de embarazos adolescentes), el descenso vertiginoso de la natalidad y el envejecimiento de la población, el resquebrajamiento de la ética del trabajo, la desocupación a consecuencia de la deslocalizacion de las fábricas, la concentración financiera de la riqueza, los niveles mas bajos de rendimiento escolar con depreciación del estudio y la actividad intelectual, y la erosión del puritanismo fundador de la «Gran Nación».

    Francis Fukuyama es aún más radical en su libro “La gran destrucción”, donde destaca «los procesos de desintegración, comenzando por la crisis del matrimonio y la familia, bajo el influjo de un individualismo y un utilitarismo muy exasperado».

    Ahora resulta muy difícil definir un consenso nacional americano ante esa presión multicultural si no es por la re-emergencia coyuntural de una conmoción patriótica. En el fondo, la búsqueda de un enemigo, ya sea el comunismo, el terrorismo, Putin, Irán, el difunto Chávez o los chinos, es lo que termina dividiendo en dos bloques a la sociedad norteamericana: la Nación Americana o la Confederación Multicultural.

    Esto se agudiza por el fuerte crecimiento de las masivas inmigraciones a los EE.UU.. La cuestión de fondo se complica porque ha dejado de ser un Estado continental industrial Atlántico y predominantemente europeo, a ser europeo, pacifico, asiático y del sur continental o hispanoamericano. Ello pone en el tapete un eje central, la naturaleza de la Nación Americana está en discusión a todos los niveles como no lo estuvo desde la época de la Guerra civil en el siglo XIX. De ahí a esa idea entre la nación americana más decimonónica y la idea multicultural más reciente.

    Huntington plantea en forma muy angustiada la necesidad de fortalecer la identidad nacional. La presencia hispana (y de otros grupos) en los EEUU suscita debates y temores. Huntington afirma en este sentido: «que el más grave e inmediato peligro para la identidad tradicional americana proviene de la inmediata e incesante inmigración de América de habla hispana, sobretodo de México».

    Plantea el estratega norteamericano la urgente necesidad de vigorizar en tiempos que él escribió no solo por medio de la ideología política tradicional (los principios del «Credo Americano»), sino la revitalización de los elementos básicos de la cultura angloparlante (cristianismo, lengua inglesa, ética del trabajo, moralismo e imperio de la ley).

    Por otro lado, el hegemón americano, se encuentra en un proceso interno de debate entre seguridad industrial o dominio comercial:

    El primero es la capacidad de producir bienes y proveer servicios esenciales para la seguridad nacional, sin depender de un sistema internacional de distribución susceptible a una rotura logística por un cambio geopolítico, algo que ha sido una preocupación americana en los últimos años.

    El segundo, la política llevada a cabo por EEUU desde su expansión comercial y fomento de la interconexión económica con el mundo bajo las ideas de internacionalismo liberal, proceso que ha supuesto el enriquecimiento de su plutocracia, pero que ha deslocalizado gran parte de las industrias más estratégicas de dicho país y la decadencia de polos industriales de la potencia americana.

    Ambas posiciones, por supuesto, supondrán orientaciones diferentes, siendo la primera la que pasa por un mayor proteccionismo que hará que la relevancia comercial de EEUU respecto al mundo se reduzca, ya que sus megacorporaciones perderán la influencia en numerosos países en favor de otras potencias importadoras, y el segundo, por otro lado supondría la decadencia de un sector industrial que es siempre esencial para mantener la seguridad nacional, producción de tecnología que suponga ventajas competitivas en todos los sectores, además de mayor exposición a robos de tecnología por potencias rivales.

    Cambiando de tema y para acabar, la decadencia relativa que hemos analizando brevemente y todas sus implicaciones, supondrá que los países de la periferia, para sobrevivir en un entorno internacional multipolar con mayor probabilidad de inestabilidad por la mayor cantidad de actores relevantes operando y especialmente los europeos acostumbrados al paraguas de defensa americano, requerirá que tengamos la necesidad de tomar decisiones geopolíticas independientes (autonomía estratégica) o al menos, menos dependientes de Estados Unidos, sin abandonar por temas de tamaño su órbita de influencia.

    Implicando esto la necesaria construcción de una infraestructura de defensa propia, una industria de defensa competente que pueda cubrir nuestras necesidades, y como es lógico, una política de defensa coherente con las necesidades de las potencias intermedias como España, Francia, Alemania o Italia. Algo, que, en el caso de los políticos españoles enamorados del multilateralismo y el orden internacional liberal, la ignorancia en relaciones internacionales y geopolítica, parece a priori, difícil de conseguir, aunque esto sería tema para otra publicación.

  • Breve trituración sobre el mito del «Marxismo cultural».

    Nadie quiere escuchar esto, pero la mayoría de las cosas que los conservadores atribuyen al «marxismo cultural» (es decir, marketing racial agresivo, abolición de roles de género significativos, cosas corporativas LGBTQ, etc.) son en realidad efectos de la extraña forma de capitalismo gerencial desenfrenado.

    Las personas que siguen lloriqueando sobre el «marxismo cultural» nunca pueden explicar por qué la República Popular China (o la extinta URSS especialmente durante la gobernanza de Stalin), oficialmente un país socialista, está promoviendo la masculinidad tradicional mientras que el Occidente capitalista liberal está bajo esta ola de revolución cultural producida por el progresismo que está degenerado cualquier conexión con lo que fue dicha civilización en ciertos temas como la raza, género, orientación sexual, etc.

    ¿Quizás los males de la sociedad occidental moderna estaban enraizados en sus propias semillas como el desarraigo permanente (deconstrucción de lazos sociales) de cualquier tipo de vida comunitaria desde antes de la Revolución cultural, y este mal llamado “marxismo cultural” es sólo la culminación de la lógica desarraigadora?

    La ironía del marxismo cultural es que el término proviene de Telos, que era una revista de la Nueva Izquierda, que se convirtió luego en en «conservadora» que denunciaba el marxismo cultural (los mismos escritores de la Escuela de Frankfurt que popularizó y de los que se inspiró). Demostrando así una vez más que «La derecha alternativa» y «La nueva izquierda» son lo mismo: el «Disidente individualista libertario» es el sujeto ideal del neoliberalismo y del militante progresista.

    ¿Qué es el «marxismo cultural»? Es la OSS (Office of Strategic Services antecesora de la CIA) haciendo psicoanálisis de masas en una nueva América, Y que en realidad se están creando a sí mismos un lugar en el nuevo país (dado que la mayoría eran europeos) a través del esfuerzo de guerra. De hecho los Estados Unidos de la época no eran diferentes a cualquier lugar Europa en términos morales, ante dicha tesitura supongo que el pensamiento de paranoia ¿qué hacemos para alterar el destino de la máquina de guerra estadounidense que podría volverse en nuestra contra? Pues una «Revolución cultural».

    Hasta el día de hoy en mayor o menor medida, Estados Unidos realmente pertenece a las «víctimas del comunismo y el fascismo europeo», académicos exiliados que huyen a los Estados Unidos; se basa en la traición de elementos desclasificados de la sociedad europea de algún momento entre la IGM y el período de entreguerras, algo que me gusta llamarle “la aristocracia lumpen”. Si fuera estadounidense pensaría “no somos una nación de inmigrantes, somos una nación de aristocracia hereditaria que huye del comunismo y el fascismo” una nación de «refugiados», siendo el estadounidense ideal un extranjero que trabaja para la OSS (antecesor de la CIA).

    El problema del mal llamado “marxismo cultural” (podríamos llamarle simplemente progresismo) es que es por otro lado la conclusión lógica del Liberalismo en los aspectos morales, visión de la vida. Suena algo tan alienante como el hecho de que te verás obligado a «ser libre». Debes tener la «libertad» para “ser lo que quieras” sus hijos deben tener la libertad de hacer lo que quieren con sus cuerpos y a sí mismos (aunque no estén lo suficientemente desarrollados mentalmente para tomar esta decisión). No parece que el marxismo nos dejara muchas enseñanzas en esa dirección

    Muchas veces la total «libertad» termina en: ¿A quién le gusta cuando su hijo decide que debe tomar bloqueadores de la pubertad? Pues a la Big Pharma (o como Scott Howard en su libro en beneficio del “The Transgender-Industrial Complex”). Todo esto mueve, como es lógico dada el nivel de complejidad, mucho dinero, que no sería sostenible sin toneladas de ideología. También un bucle cíclico autocumplido de corporaciones que impulsan el despertar en Universidades/Medios y Universidades/Medios va más allá para impulsarlo en las corporaciones, y así sucesivamente, NINGUNO de esto tiene nada que ver con el marxismo o con el Marxismo Cultural y mucho con cierta clase gerencial que domina las grandes corporaciones, junto con los medios de comunicación, filantropía multimillonaria con ONG además de numerosas élites académicas.

    Todo esto es una amalgama pura de la élite occidental que defiende la democracia liberal existente. Para evitar esto, se necesita control sobre los medios + control sobre los oligarcas/plutócratas + leyes de asociaciones y financiamiento restrictivas para organizaciones extranjeras + control sobre los fines de los capitales benéficos multinacionales. China y Rusia han evitado esto con dichas medidas, Hungría está tratando de hacerlo (con mayor oposición).

    Por otro lado, si estamos, de acuerdo con los marxistas en que Wokeness (progresismo o mal llamado marxismo cultural) es una ideología burguesa elitista (que lo es), entonces deberíamos estar de acuerdo en que no existe el «marxismo cultural». De hecho, la propia creencia del “liberalismo clásico” tiene una trayectoria más bien definida hacia esta forma de progresismo que el marxismo en lo que respecta a una ontología anárquica, con un individuo poseedor de derechos naturales (iusnaturalismo), en detrimento de la idea del centro social o Estado como creador de la comunidad (de gobernados) y del derecho (generado por sus órganos legislativos que “crean la realidad social los derechos”, garantizados con su coerción, tribunales y policía).

    En definitiva, el marxismo cultural es un invento. No puede existir marxismo disociado o sin la idea de derecho natural liberal, de ahí a que las intervenciones en países extranjeros por ideología no puedan justificarse sin creer en derechos humanos inherentes a los humanos, pero que no pueden realmente existir sin su reconocimiento por un Estado, hecho que iría en contra del materialismo marxista, que no se apunta a ese tipo de mitos confusionarios (aunque sí a otros) y que pondría en duda el esquema de la ideología de Marx.

    De hecho, la Escuela de Frankfurt fue acusada de liberal por los marxistas clásicos (y era financiada por la CIA) además de que si leyeran los que creen este mito a autores como Marx, Mao, Lenin o Stalin, no repetirían un mantra con tan poco sustento teórico. El problema es que parece más fácil repetir algo y convertirlo en realidad que hacer un duro trabajo de esfuerzo intelectual que podría generar a priori disonancias cognitivas.

    De hecho, los autores antes mencionados que buscaban restaurar una suerte de comunidad bajo la idea de la fraternidad de clase mediante la idea de «dicatadura del proletariado», no coincidirán, y creo que en esto todos estaremos de acuerdo, con el hecho de que una vez que te ha librado de toda obligación a la nación, la comunidad y la familia, además de librarte de las constricciones de la naturaleza humana y del sexo biologico, pero no solo, si no que también de la interdependencia social, de cualquier certeza al respecto lo que eres, sea realmente una variante de marxismo, sino que este progresismo una suerte de lo que otros han llamado por otros liberalismo cultural.

  • Sobre el conflicto ruso-ucraniano:

    Observando la situación en Ucrania, la realidad pinta difícil para el país europeo, si las autoridades ucranianas han decidido armar a los civiles (tal y como indica la captura que les adjunto): enviar civiles para enfrentarse a las tropas rusas solo aumentaría las posibilidades de víctimas civiles. Los rusos no parecen estar buscando civiles, pero si un civil les dispara, es normal apostar que les devolverán el fuego. Por otro lado, parecen estar tratando de crear una situación de guerra asimétrica como la que Estados Unidos enfrentó en Afganistán, Irak o Vietnam (si me equivoco y alguien que me sigue tiene conocimientos respecto guerra asimétrica por motivos profesionales, por favor que me corrija). Los rusos estarán bajo presión psicológica, ya que sus enemigos potenciales ya no serán solo militares ucranianos uniformados.

    Honestamente, y no son el tipo de valoraciones que suelo hacer, es repugnante: no se puede esperar que civiles sin entrenamiento manejen de manera competente armas automáticas y misiles antitanque. Están enviando a esta gente a la tumba y, al final, difícilmente ganarán por tener más mano de obra en el campo de batalla.

    Toda la propaganda que nos llega como la «abuela feroz» discutiendo con un soldado ruso, vía los medios occidentales fueron una operación de preparación; destinado a fomentar la imprudencia de los civiles, con el fin de crear una narrativa manipuladora de víctimas civiles. Occidente, -como seguramente sea el caso también de sus rivales-  está actualmente dirigido por algunas de las personas más malvadas que jamás hayan existido. El hecho de que se armen a los civiles parece un truco publicitario y una apelación al sentimentalismo occidental de «revuelta popular» y «soberanía popular». Sin capacitación y organización, solo se logrará que mueran más personas. De hecho se había informado que las autoridades del país europeo había prohibido a «hombres de 18 a 60 años» salir del país para «garantizar la defensa de Ucrania».

    En relación a ese posible escenario de guerra asimétrica, hace pensar que la OTAN dirigida por Estados Unidos incitó a Ucrania a un conflicto que no tenían intención de apoyar; esa es la verdadera historia aquí, en lugar de llegar a un acuerdo con Rusia y negociar de buena fe, las promesas de seguridad y de cheques en blanco le dieron a Zelensky y compañía creándoles una falsa sensación de confianza: para otros países con tendencias otanistas ya les vale aprender esa lección. El pueblo ucraniano será el más afectado aquí, se les dio una imagen totalmente falsa del apoyo de la OTAN; realmente imaginaron tanques estadounidenses entrando en Kiev para repeler a los rusos, ¡nunca iba a suceder! De hecho, el liderazgo ucraniano juega con con la esperanza de incitar a los rusos a cometer atrocidades (los partisanos no uniformados son ejecutados de manera rutinaria y esa ha sido la norma durante cientos de años); no les importa que la gente sea arrojada a la picadora de carne. 

    Moviendo nuestra atención hacía EEUU, y en otro orden de cosas algunas de las peores personas en la academia estadounidense están histéricas en este momento. Muchos de ellos han perdido sus esperados trabajos de ONG y trabajo de estudio para la promoción de la democracia en Ucrania. Hecho que me alegra por parecer una especie de misioneros del mal.

    También reseñar la tendencia de ciertos elementos pacifistas en Occidente y decir, a su vez, que los tuits que califican la guerra en general como un error, o que esta guerra es un error. Sin embargo, calificar la guerra como un error es no decir nada o decir algo tan vacío como que la naturaleza se ha equivocado dejando que el pez grande se coma al chico. Que tal o cual guerra en concreto es un error, así, sin más, pues no aclara mucho: ¿un error para quienes no la han anticipado como EEUU y UE o un error para Rusia que refuerza una frontera imperial que tenía pérdida? Hay que estar atentos a los «errores» porque pueden hacer mucho daño y generar situaciones como la actual. Ayuda para explicarla a parte de las típicas explicaciones, partir de la tesis de que la frontera occidental rusa es imperial, no tiene solución, es una cuestión de poder duro fijarla a un lado o a otro. La pregunta es si Putin considera que es el momento de moverla otra vez en interés de Rusia. 

    ¿Realmente somos tan ingenuos para creer que Putin ha llegado a realizar un uso inédito de la fuerza en Europa (quitando la balcanización de la OTAN en Yugoslavia) desde la II Guerra Mundial para forzar una firma y que todo quede sujeto sobre el papel y no sobre el territorio? Las concesiones a Rusia no pueden ser entonces más que flagrantes y esto es inaceptable para la hegemonía Estadounidense  (en beneficio de China, impidiéndole a los americanos jerarquizar intereses para Asia).  Respecto a EEUU, quedarse solo con el hecho de la ganancia de un mercado de demanda energética americana (tratando de cubrir la demanda de gas rusa) es un reduccionismo: «van a venderle gas a Europa». 

    Nuevamente la enfermedad economicista. Para EEUU, sin embargo, es mucho más importante evitar un eje Moscú/Berlín o París que vender gas. Por eso la guerra le conviene ya que los europeos demandarán mayor protección americana. Obviamente todo ayuda. Los intereses comerciales no son menores, forman parte del plan geoestratégico. Ahora bien, ni por asomo son el único ni el más importante factor.

    Respecto a los avances de Rusia apenas están utilizando un tercio de las fuerzas que ubicó frente a Ucrania. No está utilizando artillería a gran escala, pocos ataques aéreos y más misiles de crucero que balísticos. Putin quiere una guerra «quirúrgica» para no dar una imagen destructiva al mundo. Ahora parece que ante la lentitud del escenario, está movilizando la artillería y a los chechenos. Todo es muy dinámico y muy muy confuso. La guerra de información es impresionante y es difícil saber que está pasando fuera de pinceladas generales.

    En el campo más económico y de las sanciones, en el caso que EEUU y la UE decidan expulsar a Rusia del SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), organización que tiene a cargo una red internacional de comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades financieras), sin dudas sería utilizar la opción económica de forma más dura para socavar financieramente hablando a Moscú. El saber si esto sería una catástrofe para la economía rusa es complicado de saber, pero el ganador sería el Sistema de Pagos Internacionales Transfronterizos (CIPS) de China, es decir, el Yuan. Por supuesto, esto no es una solución para Rusia pero es una salida. Tengamos en cuenta que el sistema chino tiene apenas 80 bancos en su haber y el SWIFT 11.000. Una diferencia abismal. India también dijo que sortearía las sanciones a Rusia comerciando en monedas nacionales.

    Por otro lado ¿Qué consecuencias traería el bloqueo de Turquía a buques de guerra rusos en el mar negro? Difícil de saberlo. Puede que nada bueno para Rusia, aún cuando aplique su programa de máximos en Ucrania efectivamente. 

    Para acabar y dado el ritmo informativo de la cuestión, voy a abstenerme de opinar sobre el conflicto ucraniano por unos días. Ahora hay que darle espacio al desarrollo de los acontecimientos para tener una visión de amplio espectro. La prudencia es inteligencia.

  • Crítica a la idea de la existencia de «valores americanos» en Europa.

    ¿Por qué Europa del Este o cualquier país europeo debería tener o defender valores estadounidenses? (Tal y como sugiere la foto de más abajo) Esta es la pregunta natural que surge de esto, pero lo que se debe entender, es que la concepción liberales o «valores estadounidenses» están simplemente amenazados por la mera existencia de la indiferencia en cualquier parte del universo.



    Este idealismo que se trata de expandir por parte del hegemón, que podríamos llamarle americanismo progresista obviamente no tiene sentido en el contexto de la mayor parte de países europeos.

    ¿Qué hace que los «valores americanos» se vean amenazados por esto? Bueno, a diferencia del conservador que cree que su país hace las cosas mejor que otros, pero también que, por ejemplo, la sociedad tribal es natural en Afganistán, el liberal cree que todos sus prejuicios (las ideas progresistas) son el «sentido común» por defecto que debería tener cualquier sociedad.

    Es decir, significa que todas las personas «razonables» estén de acuerdo con él. Que cualquier duda de la teleología (fines) y la ontología (explicación del ser) están finamente resueltos. Lo que ocurre es que la existencia de alguien, en cualquier lugar con un nivel de vida remotamente similar al suyo que no «comparte nuestros valores» es una refutación implícita de dichos valores, por eso es tan difícil debatir en entornos de clase media-alta occidental (muy expuestos a este tipo de propaganda) sobre cualquier cuestión moral e ideológica.

    Así, mentalidad unipolar y monista de esta gente no se cumple en Rusia (y China, además de otros países asiáticos para el caso) y que, simplemente demuestran que el liberalismo (y sus derivadas) no es lo «predeterminado», y que todo es solo simplemente una ideología que existe en una civilización concreta y en un período concreto para generar consenso, clientelas a su alrededor y justificar intervenciones (en defensa del individuo o de la multiplicidad de derechos inventados por los propios Estados occidentales), relativizando así dichas verdades defendidas por los pastores progresistas (periodistas, académicos, expertos con credenciales confiables, …etc.).

    Por otro lado, tanto los «valores» de liberalismo (y progresismo) cómo la política de «identidades» requieren una validación externa. De ahí se explica la idea de «globalismo». “Soy un ser humano y todos los que forman parte de la Humanidad (otro concepto universalista que se puede utilizar para multitud de fines útiles para el poder) por lo tanto la humanidad se convierte en un sujeto político,y por lo tanto la diferencia (ideológica) es una violación personal de mi dignidad y de la de todos”. Es por eso que nunca dejan de sorpeender con su paradójico moralismo.

    Lo cierto es que en tiempos pasados, los imperios gobernaban indirectamente. Esto significaba que asignaban a un líder local (poder intermedio) para administrar la colonia o dominio, beneficiándose de agregar algunos impuestos, derechos comerciales privilegiados, exclusividad de dichos mercados, reclutamiento limitado, etc. Los estados clientes romanos o el Raj británico serían un buen ejemplo de esto.

    Sin embargo, la liberación moderna necesita más. Sus «valores» no se autovalidan como era el caso del mos maiorum romano (las costumbres de los ancestros). No bastaba que los europeos, hispano-americanos, algunos asiáticos y musulmanes (o cualquier colonia americana de turno en algún momento histórico durante su hegemonía global) esté gobernado por un parlamento títere, también deben estar concienciados con problemas ideológicos creados por académicos y periodistas occidentales.

    El hecho de que no lo fueran, el hecho de que esto sea rechazado como lo hacen chinos y los rusos (junto con otros países no europeos), hace que en sí mismo se refute dicha antropología de la liberación. Un amigo sobrio es todo lo que se necesita para hacer que un alcohólico dude de sus elecciones en la vida.

  • Sobre alineación geopolítica de la Federación Rusa en favor de China tras la intervención en Ucrania.


    Sostengo la idea de que Washington ha arrinconado a la Federación Rusa desde la caída del bloque soviético avanzando cientos de kilómetros durante la época unipolar (Pax americana), obligando a Putin tomar medidas drásticas para proteger a las minorías rusas en Ucrania y lo que considera Rusia como su espacio vital.

    Eso, a su vez, obligó a los líderes europeos a ponerse del lado de Washington y, en 48 horas, el discurso europeo se alejó de la cooperación económica con Rusia a un posible boicot al gas ruso, teniendo esto unas gigantescas implicaciones de alineación geopolítica e interdependencia económica futura.

    Ahí podría decirse que los EEUU fueron padrinos de una alianza ruso-china, cuando seguramente Rusia podría haberles servido para aislar a China. Por otro lado, a China le va genial esto porque Putin dependerá de Beijing. Estén atentos a la construcción masiva de oleoductos y la integración de la industria tecnológica ruso-china.

    Putin venderá el gas a China, siendo durante el mes pasado sopesada la propuesta de construir un gasoducto que multiplicaría por diez las exportaciones de Rusia de dicha materia prima. Más importante aún, los considerables recursos científicos y de ingeniería de Rusia a pesar de una economía esclerótica, pero que pueden competir en algunas áreas con la de algunas potencias con economías mucho más grandes que la rusa, se pondrán al servicio de la industria de alta tecnología de China.

    Nadie se plantea este problema cuando estaban empezando las hostilidades, ni antes cuando EEUU proporcionó un apoyo parcial a Ucrania, haciéndola sentir fuerte para violar los altos al fuego.

    Lo que vemos en la televisión es lo que se está haciendo en la mano izquierda (escenario europeo), pero ¿qué pasa con la mano derecha (escenario asiático)? ¿A qué sería raro que Putin y Rusia tuvieran una sola idea de forma aislada? El panorama general de todo lo que está ocurriendo ni siquiera se está examinando en Occidente.

    Washington maniobró respecto a Rusia para inducirla a un temor por su seguridad. Putin estaba dispuesto a negociar el estatus de los distritos rusófonos del este de Ucrania bajo los protocolos de Minsk de 2015 negociados por franceses y alemanes, y firmados por Ucrania, Alemania, Francia, Rusia y representantes de Luhansk y Donetsk, las provincias rebeldes.

    Todo el mundo habla de que Estados Unidos no se ha comprometido formalmente con Ucrania y que por eso ahora le ha dejado sufrir una derrota militar, pero ¿qué tipo de trato ha estado ofreciendo a los países de Asia no alineados con el gigante asiático como parte de su estrategia de contención de China? Parece que no se trata de compromisos al estilo de la OTAN, sino al estilo de Ucrania: «Enfurece al vecino más grande y fuerte que tú y te venderemos armas».

    Por supuesto, compromisos formales para defenderlos opcionalmente si la legislatura y las perspectivas electorales estadounidenses lo aprueban. Algo que suena a: «lo defenderemos totalmente a menos que sea impopular hacerlo», pensará el político estadounidense de turno.

    Por otro lado, la independencia de Ucrania no tiene ningún valor para las potencias occidentales en sí misma. Realmente, el problema con las potencias intermedias como Ucrania es que su destino termina en tragedia, ya que o se termina dividido y conquistado o siendo proxy.

    Por otro lado, y dado el faccionalismo que hemos visto en redes sociales en favor de uno u otro bando, es interesante ver la posición de Pedro Sánchez y de su partido muleta Unidas Podemos, el alineamiento internacional de los supuestos antisistema (en otros tiempos en el caso de Podemos) es más que claro. Que nadie se haga el distraído. La política internacional y las posiciones en esta es la verdadera ideología de un político. Separarla de la política doméstica es de una inocencia sospechosa dado que la política

    Repudiar a Washington para apoyar a Moscú (o China) es como cambiar de amo y seguir siendo esclavo. Países como España en estos casos deben aprovechar esta situación incontrolable y de creciente multipolaridad para observar y aplicar una rigurosísima neutralidad, algo que sin embargo requeriría de cierta autonomía estratégica en asuntos militares, energéticos, técnico-industriales, aunque esto sería tema para otra publicación.

  • Realismo político en relaciones internacionales y conflicto ruso-ucraniano.

    Cantidad nada despreciable de «analistas» atados a los conceptos de gobernanza mundial, institucionalismo, multilateralismo y resto del maxiquiosco liberal les será difícil entender la forma de actuar de las potencias ya que dichos argumentos ofuscam lo que realmente está ocurriendo.

    Olvidan o jamás aprendieron que el principio ordenador sistémico es la anarquía en el sistema internacional, un estado natural hobbesiano de todos contra todos; la carencia de autoridad (del multilateralismo) centra fuera de los propios Estados como estructuras o centros de poder, algo poco plausible en un mundo estatal (gobernado por una idea más o menos deformada del Estado-westfaliano europeo) como el que vivimos.

    Dirigiendo todo este marco teórico a la cuestión ucraniana, decir que el mayor casus belli para cualquier potencia es el factor que afecte a su espacio vital o amenace lo que considera su perímetro de seguridad para seguir existiendo, siendo en el caso de la Federación Rusa un espacio mucho más pequeño que lo que fue el antiguo espacio soviético. Dado que lo que predomina en el sistema internacional es el Poder, las acciones en política exterior van dirigidas, al menos cuándo tienen una racionalidad de lucha por la existencia en este sentido, excluyendo las perspectivas idealistas de defensa de valores o ideas universales.

    El institucionalismo/multilateralismo liberal en relaciones internacionales es un caparazón vacío, incapaz de explicar ni administrar las relaciones interestatales, es puro idealismo que utilizan algunas potencias occidentales para bajar las barreras de defensa que tienen los Estados respecto al poder blando extranjero, dado que estás instituciones internacionales, en último término son sostenidas en el poder de los Estados bajo apariencia de neutralidad.

    Esta serie de eventos (crisis en Ucrania) y sus derivas podrían significar el principio del fin del orden internacional liberal; de varias décadas de un rol deficiente del multilateralismo de las Naciones Unidas y del retorno de las pugnas interestatales en su máxima expresión; la militar y la competición por los recursos en un escenario multipolar.

    Decir, respecto la situación actual que los estadounidenses están cansados de que el Estado de EEUU se desempeñe como policía del mundo. Un signo más del final de la unipolaridad de los años 90 y que ha venido a menos en los últimos años.

    Centrando más el objetivo, nos servirá para analizar lo que está pasando y la posición de EEUU en el tema, las propias palabras de Obama: «Ucrania es un interés central de Rusia, pero no de Estados Unidos, por lo que Rusia siempre podrá mantener un dominio progresivo allí… El hecho es que Ucrania, que no es un país de la OTAN, y será vulnerable a la dominación militar de Rusia. No importa lo que hagamos en ese sentido…»

    No sé si alguien en Occidente ha sido tan honesto con los líderes ucranianos para explicarles lo que dijo Obama en 2016. Desde luego haber negociado el estatus de Ucrania era preferible al conflicto, aunque su ausencia de las negociaciones hace que estas no puedan considerarse serias.

    Si como dicen los rusos no hay ocupación completa del país y se limita al Donbass y a una operación de castigo además de debilitamiento del poder militar ucraniano, el conflicto seguirá estando latente y no se solucionará hasta que se resuelva definitivamente el estatus de Ucrania.

    Sin embargo, negociar un nuevo estatus para Ucrania, puede dejar el problema igual de latente en tanto Rusia considere Ucrania parte de su espacio de seguridad vital. Este estatus, además, va unido al de la OTAN en Europa del Este, que en último término es mucho más favorable a la OTAN por las políticas expansionistas de esta tras la disolución de la URSS, algo que considera Rusia una amenaza para su seguridad.

    Quizá lo que habría que preguntarse es dónde está el límite fronterizo europeo que EEUU considera estratégico para enfrentar a Rusia.¿En los países OTAN actuales?

    Ahí ocurre que Rusia considera ya de facto la frontera ucraniana una frontera OTAN. Y no solo eso, sino que tampoco Rusia acepta el estatus actual de despliegue OTAN en Europa del este. Por tanto, tomada Ucrania por Rusia el conflicto sigue latente: es el mismo conflicto. Más bien no es que Ucrania no sea estratégica para EEUU, es que no lo es Europa, ya que su principal amenaza se encuentra en Asia, no en Europa.

    Aquí también EEUU debería ser honesta con los países europeos, pues serían estos los que llevarían el peso económico y militar de un enfrentamiento con Rusia, sumado al mantenimiento del flanco europeo de la OTAN. Si la UE no lo ve, como tampoco lo vio Ucrania, ocurre que una potencia regional como Rusia puede hacer valer su voluntad sin coordinación de la Alianza Atlántica.

    Por otro lado, y volviendo a una parte más teórica, sin duda estamos ante la mayor crisis interestatal y sistémica desde la desaparición de la bipolaridad; desde el fin de la Guerra Fría. No se trata actores irregulares o proxy, ni redes ubicuas escondidas en cuevas desde África hasta Asia central. Se trata de los principales jugadores del tablero internacional (a parte de EEUU que era el único que lo hacía decididamente) actuando libremente.

    La guerra es siempre el peor de los escenarios, pero es tan humano que negarlo como actor central en la historia es un utopismo.

    Por otro lado, y tirando de hechos históricos, Finlandia peleó y perdió dos guerras seguidas ante la URSS de Stalin. Aún así, su resistencia fue tan tenaz y el costo incurrido a los soviéticos tan alto que lograron mantener su soberanía (limitada) y su sistema político a costa de una neutralidad forzada respecto a la URSS y Occidente (creando un colchón de seguridad).

    Ucrania no tiene posibilidad de repetir ese escenario. No tiene posibilidad militar de imponer esos costes a la Federación Rusa, y además su neutralización es percibida como un interés vital para Rusia. Apostar a que Rusia sólo amagaba siempre fue muy riesgoso.

    No estoy exculpando ni justificando una invasión rusa, sino, dando como hecho dos cosas:
    -1 La identidad pulsión de espacio vital o perímetro de seguridad de la estrategia rusa.
    2- La amenaza del uso de la fuerza encierra su posibilidad real (y el despliegue ruso esta vez fue sumamente creíble), las élites ucranianas tenían opciones costosísimas, pero menores a ser atacadas, aunque inpopulares por el relevante nacionalismo ucraniano que justificó los cambios en el más de un lustro de política interna de dicho país.

    También su maniobra desde 2014 ha sido conducente hasta esta situación, y en particular desde el giro en 2020 hacia la confrontación reiniciado por Zelensky y respaldado por Biden, precipitando esta reacción (de ahí a la deshonestidad de apoyo americano como algo que hizo tomar malas decisiones a Kiev). Una enorme responsabilidad yace en Occidente también, desde el Maidán hasta incluso hoy en día.

    La guerra en sí es llegar a cierto fracaso ruso porque implica bajas, más en un caso de operaciones terrestre sin mucho ablandamiento previo por parte de la Fuerza Aérea y artillería rusa, pero también con ello un fracaso estrepitoso de la política de acercamiento a toda costa a la OTAN por parte de Ucrania, que hoy, se encuentra sola.

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